México: Terremoto educativo

No se trata de reconstruir México, sino de construir el país en el que queremos vivir, expresó el actor Diego Luna al dar la bienvenida a las 25 mil personas que fueron a un gran concierto a beneficio de los damnificados.



Terremoto educativo
Gustavo Esteva
La Jornada

Se hizo muy evidente, en estos días, una más de las desnudeces del emperador. El espectáculo es muy desagradable, pero esa no es razón para negarse a verlo.

Al llegar a París el Día de Muertos, para asistir a la 39 conferencia general de la Unesco, el secretario de Educación Pública Aurelio Nuño, anticipó que presentaría en ella los avances que ha logrado el país en su revolución educativa. Al día siguiente anunció que el año próximo empezará a funcionar en Monterrey una nueva universidad bilingüe franco-mexicana. Formará parte de un programa que involucra ya a 20 universidades y a sus contrapartes estadunidenses y canadienses, que enseñan ya en inglés y español para formar ingenieros y técnicos universitarios superiores.

Nuño destacó que la mayor prioridad para México es la educación, pues con ella el país aspira a ser una gran potencia en el siglo XXI. México ha construido uno de los sistemas educativos más grandes del mundo, pero no es suficiente, porque el gran reto de hoy es la calidad.

¿De qué calidad se trata? ¿Cuál es el sentido de la revolución educativa de que habla Nuño?

La reforma educativa no nació en la Unesco, el órgano de Naciones Unidas que se ocupa de la educación y la cultura. Nació en la Organización Mundial del Comercio. En nombre de la liberalización de la educación superior se presiona a las universidades para que adopten el currículo que dicta el capital y hagan las investigaciones que les requiera. Si por desesperación financiera las universidades públicas caen en esa trampa, como ya están haciendo muchas, subordinándose a la mercantilización global de las universidades, se condenarán a la irrelevancia: pronto se hará evidente que no son eficientes para tal propósito. Las sustituirán mecanismos que pueden acomodarse mejor al fascismo financiero que sirve como criterio funcional para las nuevas instituciones de regulación global.

Este fascismo va de la mano del que está creando una forma de apartheid. No sólo separa a los civilizados de los salvajes en las ciudades, dando forma a una nueva cartografía urbana con claras zonas de segregación. Es un dispositivo que busca identificar a los desechables, es decir, a las personas que no tienen ya utilidad alguna, actual o potencial, para el capital. En la guerra actual, los desechables están siendo desechados por los más diversos medios; es uno de sus propósitos centrales.

La reforma educativa está abiertamente al servicio de esa tarea y en contra, por tanto, de quehaceres universitarios ocupados de hacer la sociedad más racional y humana. Si alguna duda hubiera, se despejó unos días antes de que Nuño iniciara su gira parisina, en un documento del subsecretario de Educación Superior Universitaria que entró de inmediato al museo del horror de la cultura burocrática mexicana. Dirigido a los rectores de siete universidades públicas que prácticamente están en quiebra técnica, les agradeció sus esfuerzos para construir esquemas de saneamiento financiero y les informó que “los montos y plazos que habíamos considerado para el ejercicio de saneamiento y apoyo financiero no se podrán sostener y que, en el mejor de los casos, se postergarán hasta que se conozca la decisión de la Cámara de Diputados respecto del presupuesto federal para el ejercicio fiscal 2018. Hago de su conocimiento lo anterior a fin de que pueda tomar las medidas y ajustes que estime necesarios para atender las presiones de gasto que por distintos motivos enfrenta la institución’’.

La secretaría pone así contra la pared a siete universidades, algunas de las cuales han dejado ya de pagar su nómina porque no tienen recursos para hacerlo. Al colgar el único resquicio de esperanza para sacarlas de la situación en que las colocó el propio gobierno de la aprobación del presupuesto federal de 2018, la SEP comete doble pifia: reconoce que el compromiso financiero es del gobierno, no de las universidades, y al mismo tiempo ensucia el saneamiento al cargar al ejercicio de 2018 los gastos de 2017.

Las universidades acosadas están en los estados de México, Michoacán, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Tabasco y Zacatecas, varios de ellos entre los más pobres del país. Se les niegan recursos indispensables para sobrevivir, mientras se respalda a quienes aceptan dócilmente la mercantilización global de las universidades, como la nueva universidad bilingüe de Monterrey.

La CNTE, al lado de padres y maestros, ha resistido de mil maneras la reforma educativa en la educación básica. Su implementación en la educación superior muestra ahora uno de sus aspectos más nefastos en universidades públicas que atienden a 200 mil estudiantes. Todas las demás deberían poner sus barbas a remojar. Y debe ser motivo de preocupación, porque esto ocurre casi en secreto… y muy pocos están en la calle para detener a los bárbaros. No debemos esperar a las elecciones de 2018, como sugiere Nuño, para enfrentar este atropello.

El silencio que ha rodeado la medida empieza ya a romperse con el grito de quienes se organizan ante los desastres naturales y sociales: No se trata de reconstruir México, sino de construir el país en el que queremos vivir, expresó el actor Diego Luna al dar la bienvenida a las 25 mil personas que fueron a un gran concierto a beneficio de los damnificados. Dijo bien Rubén Albarrán, vocalista de Café Tacvba: El futuro somos nosotros, organizándonos y creando un nuevo México. En él ya no habrá emperadores, ni desnudos ni vestidos.

gustavoesteva@gmail.com