Marichuy Patricio, la candidata indígena atrapada en el círculo rojo
Los universitarios e intelectuales son el principal respaldo de la aspirante independiente a la presidencia
LUIS PABLO BEAUREGARD
México 8 NOV 2017 - 01:06 CET
Eréndira Sandoval dice simpatizar con los zapatistas desde hace 16 años. La entrada del Ejército de Liberación Nacional a la Ciudad de México en marzo de 2001 dejó una profunda huella en esta ingeniera en sistemas de 37 años. A lo largo de este tiempo conoció los cincos caracoles que los zapatistas formaron en Chiapas. Eso la convenció para recaudar firmas por María de Jesús Patricio, la indígena que busca llegar a la boleta en las elecciones presidenciales de México de 2018. “Es posible replicar la forma de Gobierno de los caracoles a nivel nacional”, comenta la también defensora de derechos humanos.
Sandoval estuvo este fin de semana recopilando apoyos para Marichuy en la Cineteca Nacional. Fotografiaba con su celular las credenciales de electores del público de películas bosnias e indies mexicanas. En total reunió 25 firmas el domingo junto con un compañero. Es tan solo un rasguño a las 866.593 firmas que los candidatos independientes deben conseguir antes del 13 de febrero para aparecer en la boleta. Hasta el momento solo ha conseguido 22.340 apoyos. Sus auxiliares y simpatizantes se han quejado de por las fallas en la aplicación presentada por el Instituto Nacional Electoral (INE), la autoridad electoral, para recabar apoyos.
Patricio, una nahua de 53 años, es considerada la candidata de los zapatistas. Sus raíces también la hacen la aspirante natural, al menos sobre el papel, de los más de 11 millones de indígenas que hay en el país. Sin embargo, este 10% de la población mexicana, repartida en 68 pueblos, es un mosaico multicultural que no es uniforme. “La candidatura de Marichuy también intenta articular de manera definitiva y permanente a las comunidades indígenas en el país”, dijo este martes el escritor Juan Villoro en una conferencia.
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Villoro, que se ha interesado siempre como lo hizo su padre Luis Villoro en el tema indígena, es uno de los principales promotores de las aspiraciones de Patricio. El autor forma parte junto con académicos, intelectuales y otros personajes culturales de Llegó la hora del florecimiento de los pueblos, la asociación civil que auxilia a Marichuy en su campaña. Entre sus integrantes están el exrector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Pablo González Casanova; el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma; el cineasta Juan Carlos Rulfo; la promotora cultural María de Jesús de la Fuente, viuda del muralista Pablo O’Higgins; el músico Óscar Chávez, el dramaturgo Luis de Tavira; la fotógrafa Graciela Iturbide, entre muchos otros.
Este proceso es un referéndum sobre el racismo en México
MAGDALENA GÓMEZ, ACADÉMICA DE LA UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIOLA
“Este proceso es un referéndum sobre el racismo en México”, considera Magdalena Gómez, académica de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) e integrante de la citada asociación. La maestra en la licenciatura de Educación Indígena afirma que los sectores estudiantiles también son aliados naturales de la candidatura de Marichuy. “En Zacatecas [un Estado al norte de México] se está movilizando la universidad a pesar de que es una región que no tiene mucha presencia indígena”, asegura. La región tiene 46.000 estudiantes de nivel superior. Y menos del 1% de su población total habla una lengua indígena.
Marichuy mostrará su verdadero músculo universitario el próximo martes 28 con un evento a las 16.00 horas en la explanada de Rectoría de la UNAM. “Será un acto universitario en el que se invitará a otras instituciones educativas, la Universidad Iberoamericana [privada] ha mostrado también interés”, considera Gómez. “Habrá centenares de auxiliares para recabar firmas y apoyos”, dijo esta mañana el antropólogo Gilberto López y Rivas.
Marichuy está tratando de cerrar alianzas más allá de los círculos universitarios e intelectuales. López y Rivas reveló que la candidata indígena se reunió recientemente durante varias horas con un poderoso sindicato de obreros de la región maquiladora de San Luis Potosí.
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Los aliados son aquellos que estamos convencidos de que el enemigo a vencer es el sistema capitalista
LUCIANO CONCHEIRO, ESCRITOR
Patricio debe convertirse en un fenómeno nacional para ser candidata oficial porque el requisito de la autoridad electoral la obliga a reunir apoyos que sumen al menos el 1% de la lista nominal en 17 de 32 entidades. “Debe ser una acción afirmativa de si es posible que una mujer indígena pueda estar en la boleta”, dice Gómez.
El mensaje de Marichuy encuentra eco en aquellos que buscan la transformación “radical” de México. “Los aliados son aquellos que estamos convencidos de que el enemigo a vencer es el sistema capitalista. Más allá del Congreso Nacional Indígena [la organización que impulsa a la aspirante] ¿qué otro actor político mexicano significativo está ejerciendo actualmente una auténtica crítica al capitalismo?, se pregunta Luciano Concheiro, un joven escritor y ensayista que también recauda apoyos para la indígena que quiere cambiar la política en México.
“UNA CHAMBONADA MAYÚSCULA”
Los intelectuales que apoyan a Marichuy se han quejado este martes de los problemas que da la aplicación del INE para recaudar apoyos. “Es una chambonada mayúscula”, dijo Villoro. La abogada Bárbara Zamora dijo que el proceso está marcado por una discriminación social y económica. “El INE está mandando un mensaje de que la democracia es solamente para la gente que tiene dinero”. Los móviles de gama media que pueden descargar la aplicación cuestan, en promedio, 5.000 pesos (260 dólares). Esto corresponde a casi tres salarios mínimos mensuales. La campaña de la aspirante indígena ha solicitado a la autoridad electoral recaudar firmas en papel en todo el país y no solamente en los 240 municipios más marginados autorizados por el INE.
Además, la asociación civil asegura que la aplicación del INE pone en peligro la información personal de decenas de miles de mexicanos. Los auxiliares encargados de fotografiar las credenciales de elector de los simpatizantes se dieron cuenta de que los celulares comenzaban a fallar. Toda la información capturada –entre ella huellas digitales, fotografías y direcciones– hacía colapsar a los sistemas. Los datos de los votantes no dejaban los aparatos, como lo había señalado la autoridad electoral. “La democracia de las máquinas del INE no funciona”, dijo Villoro.