La potencia del pueblo amazigh en las revueltas del Rif en Marruecos

Las revueltas sociales de este año en la región septentrional marroquí del Rif, a las que el Estado respondió con una represión que llevó a la cárcel a cientos de activistas, supusieron la crisis política más seria desde la ascensión al trono de Mohamed VI en 1999.



RESUMEN 2017 MARRUECOS
Las revueltas del Rif: el momento más crítico para el reinado de Mohamed VI
14/12/2017 13:07
Mohamed Siali

Rabat, 14 dic (EFE).- Las revueltas sociales de este año en la región septentrional marroquí del Rif, a las que el Estado respondió con una represión que llevó a la cárcel a cientos de activistas, supusieron la crisis política más seria desde la ascensión al trono de Mohamed VI en 1999.

Estas protestas pacíficas estallaron en octubre de 2016, tras la muerte del vendedor de pescado Mohcin Fikri, aplastado dentro de un camión de basura que por orden de las autoridades había confiscado su mercancía.

A las pocas semanas de comenzar las protestas, sus impulsores decidieron organizarse en una plataforma denominada “Al Hirak al Chaabi” (Movimiento Popular), liderada por el activista Naser Zafzafi, un joven desempleado de 37 años.

En principio, los manifestantes limitaban sus peticiones al procesamiento de todos los implicados en la muerte de Fikri, pero luego la cúpula de la revuelta difundió una larga lista de reivindicaciones sociales, económicas y culturales.

Las demandas incluían la realización del plan gubernamental para el desarrollo de la región, denominado “Manarat al Mutawasit” (Faro del Mediterráneo), haciéndolo “compatible” con el entorno cultural y ecológico rifeño.

Entre las reivindicaciones más citadas en las manifestaciones, que se celebraban de forma intermitente en Alhucemas y poblaciones cercanas, estaban la construcción de una universidad y de un hospital oncológico y la creación de puestos de trabajo para los jóvenes.

Las manifestaciones fueron apoyadas con actos de solidaridad por la comunidad rifeña en el extranjero, muy presente en países como España, Holanda y Bélgica, y se extendieron también a otras ciudades de Marruecos.

Estos acontecimientos avivaron los sentimientos nacionalistas rifeños, tanto a nivel popular como en una parte de la elite local, entre quienes persistía el sentimiento de que la región había sido sistemáticamente marginada por el poder central en Rabat durante más de medio siglo.

Durante los primeros siete meses de las revueltas, que coincidieron con un vacío político en Rabat debido al retraso en la formación del actual Gobierno, las autoridades marroquíes ignoraron la crisis.

Cuando por fin formaron Gobierno, los seis partidos de la coalición gobernante emitieron un comunicado conjunto acusando al movimiento rifeño de tener aspiraciones secesionistas (lo que siempre fue negado por aquél), pero eso no impidió que las protestas rifeñas desataran una corriente de simpatía y solidaridad callejera en todo Marruecos.

A finales de mayo pasado, el Ejecutivo marroquí optó por la vía policial para suprimir la revuelta, prohibiendo las concentraciones populares y deteniendo a los líderes y simples activistas que habían participado en las protestas.

Tras el descabezamiento del movimiento rifeño y ante el gran despliegue policial en la zona, las protestas pararon de forma gradual y la última gran manifestación fue la celebrada el pasado 20 de julio, reprimida duramente por los antidisturbios, cuya actuación causó la muerte del joven activista Imad Atabi.

A fines de noviembre, Amnistía Internacional (AI) reveló que cerca de 410 activistas rifeños, entre ellos Zefzafi, estaban siendo juzgados o cumpliendo penas que van desde los 6 meses a los 20 años en las prisiones de Casablanca y de Alhucemas, capital del Rif.

El proceso de la cúpula de Al Hirak, que se desarrolla en el Tribunal de Apelación de Casablanca y todavía está en la fase de los alegatos formales, estuvo marcado por las polémicas de tipo político entre la defensa y la Fiscalía.

Tras meses de silencio con respecto a las revueltas, el rey Mohamed VI reconoció en su discurso del Trono, el pasado 30 de julio, disfunciones en la clase política y la administración, en evidente alusión a las protesta en el Rif, pero al mismo tiempo alabó la labor policial.

Tres meses después, el pasado 24 de octubre, el monarca castigó a varios ministros del actual Gobierno y del anterior por las “disfunciones”, los “retrasos” y los “incumplimientos” en los proyectos oficiales de desarrollo en el Rif.

Aunque la calma volvió a las calles rifeñas un año después del inicio de las protestas, los observadores coinciden en que ya nada será igual, pues han despertado una conciencia nacionalista y un sentimiento de discriminación llamados a durar. EFE