Veinte años de la masacre
Acteal es una herida abierta
Hermann Bellinghausen
Enviado
Periódico La Jornada
Sábado 23 de diciembre de 2017, p. 2
Acteal, Chis.
Durante la visita el miércoles de Jan Jarab –representante en México de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos– al campamento de Acteal, Chenalhó, donde hace dos décadas ocurrió la masacre de 45 personas y cuatro nonatos, Las Abejas solicitó al organismo su intervención para que la injusticia en este crimen de lesa humanidad no siga prolongándose, para evitar la repetición de hechos, que Acteal sea reconocido como un sitio de memoria y esperanza, y que se reconozca al Estado mexicano como responsable de la masacre.
En la víspera del vigésimo aniversario de la tragedia, Jarab expresó aquí que la ONU tiene como prioridad los derechos de los pueblos originarios y la lucha contra la impunidad.
Integrantes de la organización de la sociedad civil Las Abejas narraron ante Jarab la verdad que el Estado mexicano intentó negar y continúa ocultando: las graves violaciones a derechos humanos como estrategia contrainsurgente en la región Los Altos de Chiapas.
Guadalupe Vázquez Luna, entonces una niña, y que perdió a su familia ese día, hoy es integrante del Concejo Indígena de Gobierno del Congreso Nacional Indígena. Leyó un escrito entregado al representante de la ONU: Señor Jan Jarab, como víctimas sobrevivientes de la masacre y miembros del pueblo tzotzil estamos cansadas y cansados de tanta injusticia, humillación, desprecio y discriminación de parte del Estado mexicano. A pesar de ello nos hemos propuesto, junto con otros pueblos originarios, construir Otra Justicia, digna y humanizada. No sabemos cuántos años más deben pasar para conocer la verdad y ver la justicia. Acteal sigue siendo una herida abierta, en México no hay justicia. La dilación es discriminación.
El escenario donde se recuerda el crimen está formado hoy por 49 velas y 49 cruces, que representan a los 45 caídos más cuatro no nacidos, asesinados por paramilitares el 22 de diciembre de 1997. Se instaló en la misma ermita donde los entonces desplazados rezaban y ayunaban por la paz. En este sitio, Jarab escuchó testimonios que, como apunta el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, duelen en la memoria, pero se hacen necesarios para continuar la reivindicación de justicia.
El jueves la conmemoración de los indígenas dio comienzo a las ocho de la mañana con una marcha desde la mina de arena de Majomut hasta la hondonada donde hace 20 años se encontraban refugiados, en condiciones muy precarias, centenares de desplazados de Las Abejas del municipio de Chenalhó, al igual que miles más perseguidos desde meses atrás por grupos de civiles armados respaldados por el gobierno y las fuerzas armadas, como parte de la campaña contrainsurgente que combatía a los rebeldes zapatistas y sus aliados, como es el caso de Las Abejas.
Aquellos 45 indígenas no fueron los primeros asesinados a causa del conflicto, ni serían los últimos. Con notable constancia, 20 años después Las Abejas siguen demandando justicia.