Decisiones respecto a la responsabilidad ante la vida

No se puede escapar a la convocatoria, a la convocatoria existencial. No se puede eludir la responsabilidad. Asumirla corresponde al acto total, al acto realizado con todo el cuerpo, con todas las fuerzas contenidas, con toda la energía acumulada. Es el acto donde se juega todo, se juega la vida.
Nota nuestra: Tanta marcha, tanta denuncia, tanto partido, y todo ello para vaciar el c0ntenido de la potencia social, agotarla y dejarla inerme a la solución de la papeleta electoral, donde transferimos la decisión para que la ejecuten o la diseñen otros, nos lavamos las manos reconociendo que somos incapaces disfrazando nuestra desidia con el disfraz de la “opción”.



Decisiones respecto a la responsabilidad ante la vida
Raúl Prada Alcoreza

Cuando uno o una se enfrenta a uno o una misma. Cuando el momento nos coloca en la disyuntiva de ser o no ser. Cuando hay que tomar decisiones comprometedoras, donde se juega el cuerpo y, como se dice comúnmente, la vida, el momento o el instante congrega como en una encrucijada, mejor dicho, en las puertas de la encrucijada, todas las posibilidades, todos los desenlaces posibles, lo que comúnmente se llama pasado y futuro en un presente intenso, en un instante eterno.

Uno o una está ante sí mismo o ante sí misma, ante la totalidad inabarcable de lo que somos y no somos, de lo que sabemos que somos, de lo que creemos ser, de lo que no sabemos que somos, de lo que desconocemos.

No se puede escapar a la convocatoria, a la convocatoria existencial. No se puede eludir la responsabilidad. Asumirla corresponde al acto total, al acto realizado con todo el cuerpo, con todas las fuerzas contenidas, con toda la energía acumulada. Es el acto donde se juega todo, se juega la vida.

Eludir la responsabilidad, de cualquier forma, de cualquier manera, es como renunciar a ser. Esto de eludir la responsabilidad puede darse de distintas maneras; se puede, por ejemplo, proceder como si se tratase de una opción práctica. Se unge de pragmatismo el eludir la responsabilidad. También se puede asumir una pose racionalista y decir que la decisión que se toma es viable. Así mismo, se puede postergar la decisión, aludiendo a que es mejor tomar la decisión después, cuando el panorama se aclare. Pueden darse muchas formas y maneras de eludir la responsabilidad; no se trata de hacer una lista larga, sino de anotar que todas estas formas y maneras de eludir corresponden a la renuncia a ser. Para decirlo en lenguaje ontológico, el ser queda restringido, queda inhibido, su plenitud se encuentra obstruida y conculcada. En vez de ser, se tiene no exactamente un no-ser, como acostumbran a definir y contrastar la ontología y la filosofía, sino una máscara que oculta la ausencia del ser. Una máscara rutinaria, en el caso del supuesto pragmatismo; una máscara de seriedad, en la pose racionalista; una máscara paciente, en el caso de la postergación.

Al eludir la responsabilidad se es cómplice de lo que acaece. Se puede, para apaliar la consciencia, denunciar; pero es insuficiente, pues la denuncia no hace mella a la estructura del poder, salvo ponerlo en entredicho y en evidencia; por otra parte, la voluntad denunciativa no es la voluntad de potencia; sigue siendo una voluntad de nada. Se sigue aceptando la dominación.

La responsabilidad es responsabilidad ante la vida. Del ser del que hablamos es ser en cuanto vida, del ser en tanto que es vida. Ciertamente no es apropiado el concepto ontológico de ser para hablar de la vida. Lo hacemos por requerimientos de exposición y por necesidades de ilustración, haciendo hincapié en el dilema de la decisión: ser o no ser.

La vida es potencia creativa y realización proliferante, en constante devenir. La responsabilidad con la vida tiene que ver con la potencia creativa, la responsabilidad es con el devenir constante, con el dejar fluir la vida.

Las sociedades humanas son parte de las formas proliferantes de la vida, como todas las sociedades orgánicas. Se supone que esta pertenencia debería ser armónica; para decirlo de otra manera, las sociedades humanas deberían estar en sincronía con los ciclos vitales planetarios. Sin embargo, si revisamos las historias de las sociedades modernas, sin todavía plantearnos el problema de su emergencia en el seno de las sociedades antiguas, el problema que se plantea es: ¿cómo interpretar lo que aparece como contradicción entra la sociedad moderna y sus hábitats, las sociedades modernas y sus entornos ecológicos, los ecosistemas? Dicho de manera conocida, ¿cómo interpretar la contradicción entre sociedad moderna y naturaleza?

Ciertamente hay que considerar la posibilidad de lo inadecuado de las preguntas. Siguiendo la secuencia de la exposición y de sus enunciados, la contradicción mentada formaría parte del devenir de la vida; en consecuencia, la contradicción misma es parte de las paradojas de la vida. Dicho de modo crudo, si las sociedades modernas efectúan la destrucción planetaria, al ser parte de la complejidad dinámica planetaria, cumplen la función destructiva en la complejidad integral y dinámica de los ciclos planetarios. Pregunta: ¿el devenir vida contempla la posibilidad de devenir muerte?

Sin embargo, no parece tan fácil sostener esta interpretación, pues la muerte, como tal, es parte de los ciclos singulares de la vida, de los ciclos de los organismos. No se puede decir lo mismo cuando hablamos de la vida como complejidad dinámica e integral, de la vida más acá y más allá de los organismos singulares. La vida como condiciones de posibilidad existenciales y la vida como realización proliferante de estas condiciones. Por ejemplo, la vida integral dada en la articulación compleja entre genoma y reproducción orgánica. En el contexto planetario, la vida como sincronización compleja de dinámicas simultáneas ecológicas.

Tomando en cuenta estas consideraciones, no parece congruente plantear que, la muerte, como destrucción planetaria forma parte del devenir vida, en su sentido integral. Más parece una amenaza singular a la vida misma, en tanto reproducción de los seres y las especies, en tanto repetición diferenciada de los ciclos vitales. Amenaza singular ocasionada por el desarrollo de las sociedades modernas. Ahora bien, si fuese así, de todas maneras, queda pendiente explicar por qué ocurre esto, por qué las sociedades humanas, sobre todo las sociedades modernas, desatan la destrucción planetaria. Esta pregunta la abordamos con hipótesis interpretativas prospectivas en Imaginación e imaginario radicales y en Más acá y más allá de la mirada humana. Ahora no volveremos a lo propuesto por estas hipótesis, pues se trata del tema crucial de la decisión ante la convocatoria de la responsabilidad ante la vida[1].

[1] Ver Imaginación e imaginario radicales, también Más acá y más allá de la mirada humana.

https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/imaginaci__n_e_imaginario_radicales.

https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/m__s_ac___y_m__s_all___de_la_mirada.