Querido Niño Jesús: ¡Que se vayan todos!
Por: Alejandro Bruzual | Domingo, 24/12/2017 12:29 AM
Aporrea
Querido Niño Jesús:
Espero que estés bien, siempre comodazo en tu pesebre, y sin saber lo que te espera, porque si lo supieras, estarías como nosotros en Venezuela, angustiados con las peores Navidades en muchas décadas, rodeados de Herodes y el Pilatos parejo, y sin saber cómo haremos para no ahogarnos en el 18 con la mayor inflación del mundo.
Niiiiño liiiindo a ti te escribo, y te resumo mi petición en una sóla, profundamente deseada por los venezolanos de corazón: ¡QUE SE VAYAN TODOS! Pero, claro, hablo de los políticos y no los que se van por miedo, por falta de motivaciones y trabajo, por desesperación y desilusión a pasar trabajo en tierra ajena. Te hablo de esos que han hecho de la destrucción del país un oficio rentable, que todavía da frutos venenosos. Los que dicen mandar (que es más un imponer) demuestran tanta insensibilidad y ceguera, que ya no podemos más. Te doy un ejemplo de su inmoralidad y descaro. Ha corrido un videíto de Maduro, Celia y Jorge Rodríguez, con acompañantes a la sombra, comiendo da la altura del nuevo restaurante del Hotel Humboldt, con chimenea y todo, de lo más acogedor. Y Maduro tiene el descaro de enorgullecerse de las siete estrellas de su calidad, pero no las de la vieja bandera arrugada de su bufanda, sino las del precio de ese hotel (¡si lo terminan y no se vuelven a robar los reales de la reparación!). ¿Es que podría el presidente decirnos cuántas estrellas merece la comida servida de la basura? Seguro que tampoco sabe de eso, los restaurantes estrellados para los estrellados que tanto abundarán en estas Navidades.
Niño Jesús, por favor, QUE SE VAYAN TODOS, no te tardes. Y cuando te pido todos, son todos, porque somos fervorosos creyentes: les creemos a TODOS, acusaciones y ataques postreros y rastreros. Es verdad lo que dice el fiscal y lo que dice la exfiscala. Es verdad lo que dice Ramírez y lo que dice Maduro. Es verdad lo que dice la oposición-MUD y lo que dicen los repetidores del gobierno. Seguro que Odebrecht ha sido el pan suyo de tantos años, y en otras partes caen y aquí se hacen los locos. Pero todo es verdad, todos son corruptos y ladrones, todos antinacionalistas y traidores, todos están involucrados en el hundimiento de esta tierra de gracias y despedidas; falsarios culpables del borramiento de la esperanza de cambios revolucionarios, aprovechándose de los deseos de igualdad social, sin los cuales ninguna democracia es posible, ni siquiera comenzarla, imaginarla, nombrarla. Llévate al gobierno todo, y a Ramos Allud, que tanto se parecen, y que aunque aparentemente callado, estará cocinando cómo hacerse candidato de una AD renacida de la podredumbre. Llevate a los soberbios de Primero Justicia y Voluntad Popular con todas sus incoherencias y sus brutas tácticas eleccionarias y guarimberas. Que se lleven las torpezas repetidas de la polarizacion que acabó consigo misma y con toda otra alternativa, y que siguen confundiendo los números, porque sólo sacan las cuentas que creen convenientes. Llévate de una vez a Guevara, y que se lleve a Leopoldo y a su patiquina consigo, y mándaselo a los chilenos, que tan poco y tampoco aprendieron. Y, por cierto, llévate a Lorenzo Mendoza antes de que sea tarde. Deja en República Dominicana a los negociantes llenos de secretos, y que no les sirvan para nada. Que se queden rumiando su nuevo pacto hasta que los barra el próximo huracán del pueblo, con el favor del todopoderoso. Que se queden con sus acuerdos que no se acuerdan de que el hambre no se negocia, la dignidad no se negocia, la salud no se negocia. Aquí decidiremos nosotros solos cómo salimos de esto, cuando vivamos todos alegres sin todos ellos… ¡Te alabamos, Señor!
Niño Jesús, dile a los gringos que si nos quieren ayudar, que dejen bien presos a los sobrinos, pero que nos cuenten qué dijeron, quiénes están involucrados en sus aviones y sus pasaportes diplomáticos, y, de paso, cuánto tienen, dónde lo tienen, quiénes lo tienen (con testaferros y todo) los corruptos bien corruptos nuestros. Que nos hablen de la conchupancia entre gobierno y empresarios (nuevos y viejos, bolichicos y boligrandes, oligarquía-vieja y nueva-burguesía). Que nos saquen la cuenta de lo que hay allá, que es nuestro, y nos manden nuestro dinerito (unos cuantos miles de millones de dólares), que no es de ellos, y que sobraría para medicinas, alimentos, maquinarias y repuestos, etc., etc. por muchos años. Explícales que no reconoceremos la mayoría de las deudas internacionales, porque las cocinaron juntos estafando a los venezolanos, y que se las cobren a quienes se las robaron, que ellos lo saben todo, pues para eso inventaron las redes que tanto enredan, internet, feisbuk y tuiter (y que nos da la gana de castillanizar todas sus palabras tan feas).
Querido Niño Jesús: no es mucho lo que te pido, y cuando te los lleves, danos la lista completa para no olvidar sus nombres, ni el de sus hijos ni el de sus parientes (suegras y primos incluidos), todos gozando con el dolor de este país en ruinas, porque Venezuela no se lo merece, no se los merece. Llévatelos para donde quieras, pero llévatelos rápido, o pásalos de una vez para el Infierno, que estos de ahora son peores que los de Dante, que eran de la cuarta República.
Y si nos dejas a Samán, pregúntale cuántas mejillas le quedan sanas, que a punta de cachetada limpia no despierta del día de los inocentes. Que se atreva de una vez, y le de un empujoncito a todos esos de Cúcuta para allá, por donde se fue el no-caballero de Ledezma. Sí, Niño Jesús, es poco y es mucho. QUE SE VAYAN TODOS, y de paso llévate a un pocotón de comerciantes tracaleros y a los militares que dejan pasar las gandolas con el contrabando de extracción.
¡Feliz Navidad, Niño Jesús!, saludos a la Virgen y a San José. Que compren velas para los apagones (antes de que se triplique el precio), no vaya a ser que el 24… Que cuiden al burro y al buey que los pueden convertir en guiso de hallaca, y que no salgan a pedir alojamiento de noche, ni con los Reyes Magos de guardaespaldas, que los malandros han aprendido de los políticos: no creen en nadie y no queda santo vivo.