Balance 2017, la alternancia izquierda-derecha no nos sirve.

El nacional-populismo se impuso en la izquierda continental y fue responsable de los procesos llamados progresistas que duraron más o menos 10 años hasta desparramarse debido a que resulta extraño representar al pueblo y al capital extractivista a la vez, quemando las manos a más de uno.



Balance 2017, la alternancia izquierda-derecha no nos sirve.

Yo estaba en Brasil cuando estalló a nivel mundial la lucha antiglobalización que se caracterizó por una retroalimentación global-local, donde la autonomía de localidades y de organizaciones abandonaba los referentes izquierdistas de los partidos apabullados por el fin del socialismo, para lanzarse de todos lados a la batalla contra los instrumentos del capital globalizado, en especial el FMI, la OMC y el Banco Mundial. Grandiosas fueron las movilizaciones de Praga y Gotemburgo, que tuvieron como clímax la poderosa protesta de Seattle a mediados de los años 90 y donde se dieron cita jóvenes, sindicatos, mujeres, afrodescendientes, barrios y las más variadas categorías sociales con un sorprendente protagonismo y capacidad de iniciativa y creatividad, sólo posibles desde los cuerpos y ya no desde las estrategias de los partidos.

Al mismo tiempo sucedían uno tras otro una oleada de fenómenos sociales concomitantes que tuvieron su colofón en la insurgencia zapatista de México, la derribada de varios gobiernos de nuestro continente, como Ecuador, Bolivia y particularmente Argentina, donde las asambleas vecinales autónomas invitaban a la reflexión teórica rompiendo los esquemas clásicos de las izquierdas reformistas y aún de las revolucionarias.

El capital no las tenía todas consigo, pues esperaba que la caída del muro representase la rendición de los pueblos, que muy por el contrario, sin las camisas de fuerza de los profetas de la salvación, pudieron asomar cabeza desde las comunidades indígenas, las identidades, los movimientos sociales y las localidades, asustando a los dueños del poder y la riqueza que organizados desde la extraña alianza del magnate Soros, la Fundación Ford, la ONG Greenpeace, los ex PC de Le Monde Diplomatique, la Internacional socialista, el PT de Brasil y el peronismo argentino, cargaron todos juntos contra la autonomía de la diversidad para restablecer la cohesión y. sumisión institucional de los rebeldes que como hormigas marabuntas se dejaban caer por todos lados soltando las amarras estatales.

Ignacio Ramonet y Bernard Cassens, ex militantes PC de la Monde Diplomatique, que estaban fundando ATTAC para cobrar la tasa Tobim a la circulación del capital financiero junto a la presidenta de Geenpeace, la inefable Susan George, hicieron los puentes con Soros y diputados europeos de la socialdemocracia en conversaciones secretas (que finalmente fueron destapadas) en un café de París con representantes del PT enviados por Lula, que a través del MST, su brazo agrario, y sectores del movimiento Montoneros de Argentina que formaron el aparato político kirchnerista en alianza con el PC argentino y con Hebe de Bonafini, la presidenta del sector ligado a partidos de las Madres de Plaza de Mayo, prepararon el Forro Social de Porto Alegre donde arrastraron a las izquierdas y los movimientos emergentes al plan de vuelta a las institucionalidad estatal colocando en la presidencia a Lula y a Kirchner aprovechando las conquistas nacional-populares en Venezuela, tan difundidas por Bilbao en Argentina. Para ello reventaron la AGP, la Acción Global de los Pueblos que permitía coordinar esfuerzos en las luchas antiglobalización, formando la Vía Campesina que articuló a los partidos izquierdistas que estaban participando juntos a las organizaciones y dinámicas autónomas de la AGP.

En Brasil, estuve presente en la reunión de AGP en sao Paulo donde Pablo Ortellado se la jugó porque el MST, el brazo agrario del PT, pudiese estar presente, a lo que nos oponíamos sectores anarquistas y agrupaciones autónomas que sospechábamos del PT y del verdadero rol de Lula de conciliación y sometimiento de clases. Ortellado era profesor en la Universidad de Sao Paulo y jugaba a moverse entre medio de la OCL, que dirigía el MRP, Movimiento de Resistencia Popular, y grupos anarquistas que se distanciaban de nosotros los autónomos por la necesidad de aferrarse a una ideología. Finalmente los plataformistas de la OCL terminan aliándose al MST, como en otros países, por ejemplo la Izquierda Libertaria en Chile, también componente de la OCL, terminó uniéndose a los reformistas disfrazados de nueva izquierda del Frente Amplio.

El MST obviamente reventó la AGP de Brasil y la subordinó al Forro de Porto Alegre y la alianza PT-PMDB, que culminó con la victoria del liberalismo tras la caída del PT y su plan estratégico de Brasil-potencia que arrastró a Odebrecht, la estatal petrolera y la operación Lava Jato que estos días aspiran a meter preso a Lula.

Podemos recorrer el mismo proceso que se fue dando en Argentina y otros países, pero el ejemplo de Brasil será suficiente para entender el recorrido de las izquierdas del capitalismo que tienen al socialismo solamente como discurso que esconde el nacional-populismo que tuvo en el peronismo kirchnerista la mejor expresión. Nacionalismo que permite la adscripción de las fuerzas armadas, como ocurre en Venezuela, donde los sectores marxistas, socialistas y revolucionarios fueron apartados progresivamente por el sector estalinista de Chávez que acabó expulsando a todos los revolucionarios dejando la dirección militar a los nacionalistas dirigidos por Diosdado Cabello, el soporte material de Maduro, el fantoche que sustituyó a Chávez cuando éste firmó su sentencia de muerte al comenzar a virar hacia las comunas como conductoras del proceso de cambios separándose de la línea burocrática que por su vez había convencido a Hebe de Bonafini a aliarse con el kirchnerismo.

De esa manera el nacional-populismo se impuso en la izquierda continental y fue responsables de los procesos llamados progresistas que duraron más o menos 10 años hasta desparramarse debido a que resulta extraño representar al pueblo y al capital extractivista a la vez, quemando las manos a más de uno.

Por el lado de las guerrillas, esos procesos se fueron debilitando debido a que la población fue dejando de seguir a los partidos y las orgánicas, particularmente después de la derrota de las corrientes revolucionarias en Centroamérica tras el asesinato de sus líderes por parte del estalinismo, como sucedió con la comandante Ana, compañera de Salvador Cayetano Carpio de El Salvador y el burocratismo nicaragüense que hizo salir del FSLN a las corrientes rebeldes, en especial la de la Comandante Mónica Baltodano, una de las pocas que ha denunciado estos hechos que los zapatistas han sabido diferenciar hablando de la izquierda “de abajo” denunciando a la izquierda institucionalizada (integrada). Mujica en Uruguay, que aprobó la mariguana dejando boquiabiertos a los miles de manifestantes que protestaban contra la ley minera que abrió camino al extractivismo de las pasteras y demás. Los ex tupamaros rebeldes fueron no sólo los principales promotores del extractivismo capitalista de los gobiernos progresistas, sino los modelos para el Frente Amplio chileno. También es muy grave el ejemplo del ex guerrillero Álvaro García Linera, actual vice de Evo Morales en que ambos preconizan el papel fuerte del estado nacional-popular. Terminando esta breve exposición con el rol de las Farc que ha negociado con el gobierno su participación en la superestructura estatal.

La crisis de representación popular fue al mismo tiempo la crisis de las izquierdas, lo que permitió el retorno de las derechas a seguir administrando el modelo extractivista, que en Venezuela se expresa con mayor esplendor en el Arco Minero del Orinoco que intenta sustituir el eje petrolero de la acumulación por el eje minero.

Ante ello las propuestas de abajo han tenido un gran auge este año en variados países del continente, donde la resistencia indígena ha ido pasando a la construcción y reconstrucción del buen vivir como modo de rescatar la autonomía comunitaria y la defensa de territorios, que ha ido pasando a las formas de autogobierno y en muchas partes a las dinámicas de autodefensa, que anticipan como puede hacerse el cambio civilizatorio.

Las luchas antimineras en Perú, Argentina, Chile y otros lugares siguen siendo un terreno fértil para las izquierdas que evitan por todos los medios posibles la formación de autonomías, comunidades y autogobierno, debido a su afán por disputar el control del aparato del estado. Tanto las izquierdas oficiales como las aún llamadas izquierdas revolucionarias que rechazan la categorización zapatista de “izquierda de abajo” debido a que les bloquean el camino hacia el estado, único instrumento según ellos de control de la acumulación, no entienden que esa acumulación tiene en la desposesión un eje central que lo opone fuertemente a las formas de vida comunitaria, todas ellas se encuentran en dinámicas renovadas como el Frente Amplio chileno que revitaliza en esos sectores la ilusión de acceder al estado y administrarlo.

La comprensión de la baja importancia del aparato del estado para realizar otra economía, aún no hace mella en esos grupos, corrientes y partidos, sin embargo el peligro de la guerra y las graves consecuencias de la creciente represión estatal contra la organización popular autónoma y autogobernada, ha llevado a sectores sociales a profundizar la autonomía al mismo tiempo que participan en dinámicas abiertas y aún institucionales en un verdadero ejercicio de equilibrio político en defensa de la vida y en abierta disputa con las corrientes de ocupar o “destruir” el estado, ambas contribuyentes a la agudización del papel de los militares y de los partidos, por lo que no es extraño percibir que mucha gente abandona las orgánicas y las corrientes para organizarse con sus vecinos o colegas de trabajo o estudio para levantar el protagonismo social desde abajo, tendencia que ha de aumentar no sólo para debilitar las instituciones del poder, sino más bien para acrecentar la profundización y entrelazamiento horizontal de las dinámicas propias del protagonismo social que poco a poco va desplegando sus capacidades productivas y autogestionarias prolegómenos del cambio civilizatorio desde abajo.

De allí que tenemos el fortalecimiento de las formas organizativas por abajo en la campaña de firmas de la vocera del concejo indígena de gobierno en México, lo que quiebra la continuidad lineal de esas izquierdas que aspiran a reunir seguidores, militantes y votantes para su vocación de poder haciendo de la lucha reivindicativa el eje de sus políticas rechazando la posibilidad de la autoorganización y del despliegue de la potencia social desde el mundo de la vida, por lo que no prestan la suficiente atención a las formas de autogobierno y aún a las formas de economía propia, salvo experiencias de “economía solidaria” funcionales a la continuidad de la reproducción sistémica.

Es necesario aprender se eses dos líneas estratégicas: Los autogobiernos y la necesidad de subsistir manteniendo ciertas relaciones con la institucionalidad.
Los kurdos han sabido manejar muy bien ambos factores en medio de la guerra contra Isis, las agresiones turcas y la represión siria, pues han ampliado las formas organizativas del confederalismo democrático a diferentes regiones al tiempo que han permitido la alianza con Estados Unidos sin sacrificar la formaciones de formas participativas y democráticas en los territorios liberados, los zapatistas reuniendo firmas para la vocera y los nasas de Colombia estableciendo convenios con organismos gubernamentales en medio de la oleada de asesinatos de dirigentes comunitarios.

De allí que habiendo real autonomía social, es posible el desarrollo del municipalismo, o sea, conquistar espacios locales donde sea posible mantener y multiplicar los autogobiernos

Ese municipalismo debería hacerse mediante la divulgación de las formas del buen vivir, la autogestión y el compartir el barrio por parte de los vecinos, al mismo tiempo que la promoción de las formas mancomunales de sindicatos, centros de estudiantes y organizaciones sociales, de donde deben salir los candidatos al municipio, es decir formación y conciencia desde la experiencia compartida antes que de los discursos y promesas de futuro.

Jaime Yovanovic (Profesor J)
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