Independentistas antisistémicos catalanes: A la CUP no le interesa estar en el Parlament. Necesita diputados para extender su discurso, no para ser la llave de nadie.

La CUP no está por la labor de facilitar un Gobierno que no apueste por la unilateralidad y por desobedecer las leyes españolas. Y si fallan los cuatro de la CUP, los independentistas se encontrarán con solo 58 escaños frente al resto de la oposición. La situación, pues, es grave. Porque los independentistas no solo han de materializar la investidura de Carles Puigdemont –difícil, si tenemos en cuenta que se encuentra huido en Bruselas-, sino el apoyo posterior al Gobierno que se forme.



La CUP solo votará ‘leyes de república’ y complica (más) la mayoría ‘indepe’
Los cuatro diputados cuperos sólo están dispuestos a participar (y votar) en los plenos del Parlament en los que se desarrolle el camino de Cataluña hacia la independencia

A. FERNÁNDEZ. BARCELONA
El Confidencial
03.01.2018 – 05:00 H.

La legislatura se le pone cuesta arriba a Carles Puigdemont, el aspirante a ‘president’ que se encuentra huido en Bruselas. A las dificultades que pueda tener su investidura se le suma el problema de que su candidatura, Junts per Catalunya (JxCAT) tiene a los principales espadas o en la cárcel o huidos en Bruselas (además del propio Puigdemont, en Bruselas están también la número tres de la candidatura, Clara Ponsatí, y el exconsejero Lluis Puig) mientras que el número dos, Jordi Sánchez, y el exconsejero de Interior, Joaquim Forn, están en la cárcel). ERC, por su parte, tiene a su número uno, Oriol Junqueras, encarcelado, y a otros dos candidatos huidos en Bruselas: Meritxell Serret y Toni Comín.

Esa circunstancia hace que haya ocho diputados electos que no podrán votar en la mayoría de las sesiones parlamentarias, lo que deja al Gobierno independentista catalán en franca minoría frente a la oposición: no hay que olvidar que los constitucionalistas suman 65 escaños, mientras que JxCAT y ERC suman 66, a los que habría que añadir los cuatro de la CUP. Pero si faltan ocho escaños, la correlación de fuerzas quedaría 62 a 65 a favor de los constitucionalistas, si se meten en este bloque a los ocho diputados de Catalunya en Comú Podem (CECP).

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Pero se da la circunstancia de que la CUP no está por la labor de facilitar un Gobierno que no apueste por la unilateralidad y por desobedecer las leyes españolas. Y si fallan los cuatro de la CUP, los independentistas se encontrarán con solo 58 escaños frente al resto de la oposición. La situación, pues, es grave. Porque los independentistas no solo han de materializar la investidura de Carles Puigdemont –difícil, si tenemos en cuenta que se encuentra huido en Bruselas-, sino el apoyo posterior al Gobierno que se forme.

En circunstancias normales, la constitución de un Gobierno no tendría grandes problemas: solo haría falta convencer a la CUP para que se abstuviese en segunda votación y luego poder investirlo ‘president’ con los votos de JxCAT y ERC. Pero con ocho diputados ausentes, la cosa cambia. Desde las filas del PDeCAT y de ERC se pide paciencia. “No sabemos aún qué puede pasar. Evidentemente, el que no haya diputados presentes en el hemiciclo en determinadas votaciones puede lastrar al Gobierno, pero solo en ocasiones. También se puede gobernar pactando leyes o iniciativas con otras fuerzas políticas”, señalan a El Confidencial fuentes del PDeCAT.

Cautivar a los ‘comunes’
Son conscientes de que sería conveniente que los ausentes por ‘causa mayor’ dimitiesen y cediesen sus escaños a los siguientes en la candidatura, que sí pudiesen apoyar con sus votos al Govern en el hemiciclo y evitar que la oposición ganase al Ejecutivo. De ahí que haya una especie de danza de seducción del independentismo hacia los ‘comunes’, que pueden convertirse en la tabla de salvación de un eventual Gobierno soberanista. De momento, está prohibido criticarles a la espera de si pueden acceder a prestar apoyo al Gobierno que se constituya, lo que ya de por sí es difícil, porque su líder, Xavier Domènech, prometió que no apoyaría un Govern presidido por una fuerza de derechas (y Puigdemont lo es).

Desde las filas de la CUP, por otra parte, se asegura que se está analizando la situación, pero todo hace suponer que los radicales no participarán ni en el Gobierno catalán ni en la mayoría parlamentaria que lo sustenta. “La CUP será fiel a su programa, que se basa en la unilateralidad. Creemos que si los votos de los diputados ausentes ponen en duda el autogobierno, dimitirán, pero eso depende de ellos. Lo que tenemos claro es que no podemos apoyar a un Gobierno que no abrace la unilateralidad”, enfatizan fuentes ‘cuperas’ a El Confidencial.

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La formación anticapitalista estudiará los próximos días su estrategia. Y muy posiblemente sus cuatro diputados solo asistan a los plenos (y, como consecuencia, voten) en cuestiones que tengan que ver con la independencia. Para la gestión del Govern, dejarán solo al Ejecutivo, lo presida quien lo presida. “A la CUP no le interesa estar en el Parlament. Necesita diputados para extender su discurso, no para ser la llave de nadie. Por tanto, en la próxima legislatura nos dedicaremos a aplicar nuestra estrategia al servicio de nuestra hoja de ruta”, subrayan fuentes anticapitalistas.

La corriente Endavant, o sea, el sector duro de la CUP, cree que el bloque independentista aguantó la ofensiva del Gobierno español pero “continúa teniendo el mismo problema que se planteó el 27 de octubre” (fecha de la aplicación del artículo 155 de la Constitución por parte del Gobierno español, cesando al Gobierno catalán y convocando elecciones). En un comunicado aprobado ayer 2 de enero, los ‘cuperos’ afirman que “hay una mayoría social contrastada partidaria del proyecto independentista” pero “no hay la suficiente correlación de fuerzas, ni respecto al Estado ni en el seno del independentismo, para poder transformar estas victorias electorales y esta mayoría social en una República independiente”.

Que Puigdemont se defina
Reclama, eso sí, a Carles Puigdemont que diga “cómo se pretende materializar la República. Es él quien ha de explicar qué estrategias propone para dar la vuelta a la correlación de fuerzas que actualmente impide materializar la República. Es él quien ha de responder con sinceridad si pretende mantener una vía unilateral para materializar la República o bien su estrategia pasa por gestionar la autonomía y mantener el enfrentamiento político con el Estado en vista a forzar un proceso de negociación”. Y advierte: “Ya no vale pedir confianza ciega a un pueblo que ha prestado su cuerpo para defender sus derechos fundamentales”.

Admiten los ‘cuperos’ que la victoria de Ciudadanos se debió a “una opción propulsada por los medios de comunicación para captar voto de derechas y de izquierdas en zonas ricas y pobres, en base a la capitalización de la identidad nacional española”. Los ‘cuperos’, que perdieron más de 140.000 votos en las pasadas elecciones, achacan sus malos resultados a las inercias políticas de los últimos años. Y destacan que una de esas inercias fue “la desmovilización de las estructuras de autoorganización social construidas entre 2010 y 2013”. A esa inercia contribuyó, aseguran, la desmovilización en la calle”. Asimismo, señalan, como responsable de la inercia, que “hemos practicado el ‘proceso-constituyentismo’ mágico”, a pesar de “haber criticado el independentismo mágico”.

Justificación de los resultados
Fuentes de la formación radical, no obstante, justifican los resultados y explican a este diario que “con un punto menos de participación, hubiésemos sacado siete diputados. Es más: en Lleida no obtuvimos un escaño más por 600 votos y en Barcelona, por 1.000 votos”. Minimizan el bajón de 140.000 votos con respecto a las autonómicas de 2015 porque consideran que los 336.000 votos sacados entonces eran prestados. “Ahora, hemos obtenido más de 193.000, cuando antes del ‘procés nuestro techo estaba en 150.000. Por tanto, hemos vuelto al resultado anterior pero mejorado notablemente”.

Pero ahora, subrayan, toca enmendar los errores y “resolver” todas esas interpelaciones, marcando perfil propio digan lo que digan las otras fuerzas independentistas. Sostienen los anticapitalistas que “sin cuestionar la presidencia de Artur Mas, sin haber hecho una lectura crítica del 9-N -el primer seudoreferéndum realizado en el 2014-, sin habernos plantado y amenazado que o se convocaba un referéndum o se acababa la legislatura, sin la presión para que el referéndum se materializase… tenemos el convencimiento de que el escenario que estaríamos viviendo no sería el actual, sino alguno mucho más desfavorable para los intereses del proyecto independentista de izquierdas. Y esta es la tarea que creemos que continuarán haciendo los diputados y diputadas de la CUP en el Parlament de Cataluña”. En otras palabras, toca más de lo mismo: empujar el carro, llevarlo al precipicio y despeñarlo. A partir de ahí, comienza la fiesta (el mambo) secesionista. La CUP quiere llevar la batuta y que sean los otros (los que tienen el poder y las instituciones a su cargo) quienes se mojen.