La visita del Papa católico, llamado el soberano del Vaticano

el prelado argentino se ganó el puesto de soberano por facho leal y buena cara, además que es de nuestro continente donde se levanta muy alto la bandera de la resistencia desde abajo que construye otro mundo donde quepan todos los mundos en un cambio civilizatorio sin partidos y sin iglesias, o sea, nadie que ande por ahí con diferentes chivas para lavar el cerebro, concientizar, ordenar y esquilmar las ovejas disciplinadas y tontas como para creerles. Queremos un mundo lleno de ovejas negras y de todos los colores que se saquen de encima el aparato del estado para instaurar el reino de las ovejas libres.



La visita del Papa católico

Muchos alaban la nueva mirada del Papa argentino respecto a la naturaleza que según científicos, prensa y movimientos sociales y ambientales, está siendo destruida, sin percatarse de que muchos dirigentes, líderes sociales y demás, han propuesto desde hace tiempo una serie de medidas y fórmulas no sólo para disminuir el efecto invernadero y el cambio climático, sino detener la destrucción del planeta.

Las empresas han desarrollado el concepto de capitalismo verde que destruye con una mano mientras en la otra porta unas hojas verdes o muestra una foto de un tucán o un ave del paraíso.

Antes de entrar al tema veamos que el Papa no tiene voz propia, sino quien habla es una iglesia, la católica, voz que se elabora en el Sínodo de obispos, el magno encuentro que dirime controversias y formaliza los acuerdos estudiando múltiples factores, en especial para este caso la Pontificia Academia de la Ciencia que presenta sus conclusiones que serán incorporadas como base de sustentación de las decisiones de la alta jerarquía eclesiástica, de modo que es importante evaluar los criterios de incorporación a ese aparato científico que es elegido sobre bases de adscripción y dependencia a la ideología católica:

En un estudio sobre seguridad alimentaria publicado el año 2004 (“Documento-estudio sobre el uso de plantas comestibles genéticamente modificadas para combatir el hambre en el mundo”), esta academia señala que “la agricultura, en la forma en que se practica actualmente, es insostenible” y defiende que “las técnicas para modificar genéticamente las plantas de cultivo pueden contribuir de forma significativa a la solución de este problema”. Ello significa que la defensa de los transgénicos ha sido parte fundamental de las orientaciones católicas al respecto.
Entre las decenas de figuras internacionales miembros de dicha academia tenemos al chileno Rafael Vicuña. Este bioquímico y profesor del Departamento de Genética Molecular y Microbiología de la Pontificia Universidad Católica de Chile sostiene que “la ingeniería genética representa una herramienta promisoria que vale la pena explorar, siempre dentro de un marco regulatorio que cautele los beneficios para los agricultores, los consumidores y para el medio ambiente”. Tal vez se refiera a las fábricas de semillas transgénicas que exportan millones de dólares en latas de semillas modificadas y que se van instalando en regiones campesinas semi-ocultas a los ojos del gran público que ignora su existencia o le pasa desapercibida como un pájaro en el horizonte, como los perversos ejemplos de María Pinto y Tiltil, por anotar algunos de los más próximos.

Vicuña, de vasta trayectoria en la Pontificia, es defensor a brazo partido de los transgénicos y a quienes critican llega hasta a ofenderlos con el concepto de que se trata de prejuicios o voces alarmistas e infundadas: “Hay prejuicios que permean con facilidad la opinión pública, aún cuando carecen de toda evidencia empírica o sustento científico. Es el caso de los cultivos transgénicos: mientras la academia se manifiesta a favor, la percepción general parece sólo recoger las voces alarmistas e infundadas que se levantan en su contra”. Así arranca la columna aparecida en El Mercurio “Transgénicos: la ciencia silenciada” de Susana Jiménez y Rafael Vicuña, de Libertad y Desarrollo y Biología UC, respectivamente. Linda pareja defensora del empresariado al estilo Monsanto. Este señor Vicuña terminó de trabajar en la UC y el actual Papa lo ha convocado para asesorarle en la tarea de hacer una encíclica ecologista que suene lindo y que contribuya a una imagen de iglesia preocupada, pero sin tocar los hilos reales del extractivismo y del despojo.

Miremos ahora hacia la famosa encíclica ecologista, que dice en una de sus partes:

“Es difícil emitir un juicio general sobre el desarrollo de organismos genéticamente modificados (OMG), vegetales o animales, médicos o agropecuarios, ya que pueden ser muy diversos entre sí y requerir distintas consideraciones”, indica, citando a San Juan Pablo II. “Por otra parte, los riesgos no siempre se atribuyen a la técnica misma sino a su aplicación inadecuada o excesiva”

La sagacidad argumentativa de este párrafo permite muchas cosas al más puro estilo sofista griego de quienes podían defender o atacar el mismo tema o concepto, o sea, la ley de la esponja, que absorbe, contiene y retiene diferentes líquidos. Primero evaden una postura negando un juicio que lo ponen como difícil, escondiendo que quienes están a favor lo hacen por razones económicas o ideológicas, como la dama de la UDI, la organización que viene del grupo armado fascista Patria y Libertad fundado por Jaime Guzmán, también de la Pontificia.

Vaya, vaya. El fascismo y golpismo asoman su nariz en este cuento, dejemos esta pincelada de la encíclica papísima y vamos a ahondar estos raciocinios para sacar la máscara del camuflaje, diciendo primeramente que el poder y las relaciones del capital globalizado en su actual modalidad del extractivismo tiende a estrellarse contra la barrera de la resistencia indígena y ecológica en todas partes, situación que se está haciendo bastante compleja debido que con ello las comunidades por todos lados no sólo resisten, sino que construyen otro mundo desde abajo y lo complejo es que tienden a expandirse. Hay que frenarlos, hay que derribar esas barreras que impiden el avance de la industria pesada extractiva, hay que rescatar la tradición de inicios de la colonización, es decir que no basta la espada y las aspirinas, hace falta la cruz, la mentira, la demagogia, la infiltración, de modo que la tarea de los científicos fue la de argumentar la nueva cara de la mentira actualizada de los buitres. Los mandamases del Sínodo (el comité central católico) dijeron que había que poner una leve cara izquierdista, pero no vaya a ser que el Papa se les diera vuelta como hicieron los del Mapu y la Izquierda Cristiana en Chile. Tenía que ser un facho bien facho que presentara y defendiera un discurso izquierdoso, como el argentino, un sapo bien sapo que delató y entregó curas a los militares, un facho probado, como Juan Pablo II, otro facho bien facho de Polonia, que venía de haber puesto la zancadilla a los malvados comunistas cuando se acabó la tontería de los frentes populares que obligó a Juan XXIII a levantar la doctrina social de la iglesia (tras ooootras reuniones del comité central sinodial que finalmente escogieron al muñeco que pondrá la cara de la verticalidad individual del llamado “Soberano del estado Ciudad del Vaticano”, o sea, de ese mini Leviatán hobessiano.

Dicho y hecho, el prelado argentino se ganó el puesto de soberano por facho leal y buena cara, además que es de nuestro continente donde se levanta muy alto la bandera de la resistencia desde abajo que construye otro mundo donde quepan todos los mundos en un cambio civilizatorio sin partidos y sin iglesias, o sea, nadie que ande por ahí con diferentes chivas para lavar el cerebro, concientizar, ordenar y esquilmar las ovejas disciplinadas y tontas como para creerles. Queremos un mundo lleno de ovejas negras y de todos los colores que se saquen de encima el aparato del estado para instaurar el reino de las ovejas libres.

Jaime Yovanovic (Profesor J)
unlibre@gmail.com