México: La Revolución Ciudadana en San Cristóbal de Las Casas

Interesante modalidad de aprender de las experiencias comunitarias de autogobierno para aplicar en las ciudades.



Carta desde México

(México) Desde mediados del 2017, un equipo de vecinos -que se están convirtiendo en colaboradores expertos en “politología vecinal”- se han reunido cotidianamente para debatir críticamente la realidad de San Cristóbal de Las Casas, una ciudad montañosa en el estado de Chiapas que alberga distintas sustantividades en un mismo territorio, como lo son rancherías, ejidos, comunidades indígenas y sus áreas urbanitas más pobladas en la cabecera municipal.

Los problemas que nos son comunes a las poblaciones urbanas tal como la “desintegración social, ilegalidad, impunidad, inseguridad, invasiones, despojo, ecocidio, crisis de agua, falta de empleos e ingresos, caos vial, adicciones, corrupción”, etc., son enumerados en sus convocatorias públicas como un común denominador de la conflictividad a resolver y que ha hecho nacer como proyecto al “Concejo Ciudadano Promotor de un Buen Gobierno”. Su idea-base es crear un ‘autogobierno de la gente’ con el argumento de que “la mejor solución es la auto-organización del pueblo para hacer realidad lo establecido en el Artículo 39 constitucional: ‘asegurar que todo poder público surja del pueblo y se instituya para beneficio del pueblo’”.

Demián Revart
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Así da sus primeros pasos la revolución ciudadana en San Cristóbal de las Casas
18 enero, 2018
Ruptura Colectiva (RC)

Demián Revart

Una revolución cognitiva para arribar a la comunidad ciudadana
Hablar de ciudades es hablar todo un sistema de vida inquietante, multidiversamente ideológico y de ritmos acelerados en las dinámicas sociales que omiten la posibilidad de contemplar actividades en-común –y por tanto, se reducen al mínimo los horizontes de organicidad y organización colectiva- a comparación de como lo son en la ruralidad las fechas de siembra comunitaria, las prácticas de consumo y comercio local, la preservación de la cultura propia (o lo que no me gusta enunciar como “costumbres y tradiciones”) y en mayor medida, gracias al factor de que los territorios son más reducidos en espacio, las personas no siempre pueden ‘escapar’ de –por lo menos- conocer a sus vecinos y otros contiguos.

“Conectarse”, “hacer química”, “tomarse de la mano”, “ir codo a codo”, son expresiones que resultan fatídicas para la población urbana… ¡claro! hasta que la conflictividad se hace presente al grado de auto-entenderse como parte de un sujeto colectivo capaz de modificar su realidad.

Y si de movimiento sociales hablamos –o mejor dicho, de algo más primordial: las vindicaciones de solidaridad y justicia para nuestro día a día (que son la razón de este texto)- en las grandes ciudades se recae frecuentemente en las coyunturas y la ‘desorganización’ asamblearia, precisamente, por la enorme variabilidad ideológica, la incapacidad de trabajar en equipo y la influencia para mal de las actitudes y temperamentos individuales que terminan provocando fuertes rupturas. No hemos aprendido a encontrarnos en los otros. Así, llegan a ser de decenas de miles en las calles a un lacónico puñado de interesados en dar permanencia a esas causas.

Pensemos lo siguiente: el “buen ciudadano” es una contradicción y no puede concebirse como tal si la ciudadanía se está desmoronando a sí misma, es decir, no es del todo lógico que hayan ciudadanos que se esmeren tanto en resolver problemáticas de nivel mundial, mientras otros ciudadanos las sostienen con sus acciones sin remordimiento alguno. El ejemplo es sencillo: en la implementación de una reforma estructural o el aumento en el precio de algún servicio social, habrán un bando opositor, uno indiferente y otro a favor.

Así, el “buen ciudadano” no se encuentra en ninguno de estos bandos o espectros políticos, sino en su voluntad de resolver la polarización que proviene ‘de arriba’.

¿Recuerdan la película “Bichos” de Pixar? Así como las hormigas -los ciudadanos de muchos lugares en el mundo- pasaron de ser temerosas y de pensar que juntar comida para los saltamontes -malos gobiernos, policías, militares, etc.- era parte de un “orden natural”, de un momento a otro, cambiaron de paradigma y decidieron dejar ese modo de vida en la que otros decidían las reglas de sus dinámicas sociales.

¿De qué tiene que ir entonces la primera crítica sobre una posible emancipación y una mayor articulación en la ciudadanía?

I: Entendernos como ciudadanos más allá y por fuera del Estado. Desde su aparición en la Era Clásica y hasta el hoy por hoy, el Estado ha hecho un buen trabajo propagandístico e ideológico al homologar en una falsa igualdad a todos los sectores sociales bajo el término de “ciudadano”. Un empresario multimillonario, según esto, es idéntico en derechos y obligaciones a un jornalero explotado que gana $50 al día, homologándolos a ambos como ciudadanos libres cuando para nada es así.

Entendernos como ciudadanos es entender que dicho concepto funciona para dar permanencia a las desigualdades y pirámides de opresión de unos sobre otros, y en la que de manera general, todos participamos.

II: El concepto de ‘ciudadano’ es una simulación de participación política. En su desenvolvimiento material, el ciudadano trabajador tiene tiempos y aspiraciones descomunalmente distintos a los que la democracia representativa plantea para los gobiernos que sustenta, por tanto, es erróneo pensar que como ciudadanos somos mecanismos activos en política, cuando ésta se supedita a los tiempos de los políticos, es decir, de quienes sostienen al Estado, sus partidos políticos y su supraestructura.

Esto no es más que reafirmar a ciudadanía y Estado en el histórico antagonismo de clases; uno que gobierna y otro que finge participar en ese gobierno.

III: Hacia el paradigma de la comunidad ciudadana. El nuevo paradigma de ciudadanía que propongo no va en inventar o reformar nuevas relaciones en las expresiones políticas de ciudadano-Estado, sino en la oportunidad de que el ciudadano sea únicamente un miembro activo, titular y libre de y para una comunidad ciudadana para que éste organice en su beneficio la vida social y económica. “Las hormigas no necesitamos de los saltamontes… ¡los saltamontes necesitan de nosotras!”.

El principio de comunidad ciudadana es categóricamente opuesto al de individuo y/o grupo ciudadano, siendo éstos los pilares de la desunión y competencia perpetua entre nosotros, así como de las derrotas de los movimientos sociales y por la emancipación humana.

IV: Forjar la ciudadanía autónoma. Por tanto, pensar en una comunidad ciudadana requiere pensar en una ciudadanía autónoma que deje de ser un sujeto arraigado al estado de derecho y a los modos ‘unicistas’ en los que, tanto cognitiva como políticamente, se nos han enseñado como los “correctos” o “alcanzanbles” para resolver los problemas. Ser autónomo requiere abandonar dichos modos y dependencias, para que así el ciudadano sea plenamente libre y formule en su arraigo vecino-barrial sus formas de resolver las problemáticas que se le presenten.

… y para ello, la consolidación de un autogobierno ciudadano
Desde mediados del 2017, un equipo de vecinos -que se están convirtiendo en colaboradores expertos en “politología vecinal”- se han reunido cotidianamente para debatir críticamente la realidad de San Cristóbal de Las Casas, una ciudad montañosa en el estado de Chiapas que alberga distintas sustantividades en un mismo territorio, como lo son rancherías, ejidos, comunidades indígenas y sus áreas urbanitas más pobladas en la cabecera municipal. All in one.

Los problemas que nos son comunes a las poblaciones urbanas tal como la “desintegración social, ilegalidad, impunidad, inseguridad, invasiones, despojo, ecocidio, crisis de agua, falta de empleos e ingresos, caos vial, adicciones, corrupción” [1], etc., son enumerados en sus convocatorias públicas como un común denominador de la conflictividad a resolver y que ha hecho nacer como proyecto al “Concejo Ciudadano Promotor de un Buen Gobierno”. Su idea-base es crear un ‘gobierno de la gente’ con el argumento de que “la mejor solución es la auto-organización del pueblo para hacer realidad lo establecido en el Artículo 39 constitucional: ‘asegurar que todo poder público surja del pueblo y se instituya para beneficio del pueblo’” [2].

Con este prolegómenos, se puede entender a tientas la relevancia de la revolución ciudadana que se acerca…

***

En una asamblea comunitaria convocada por redes sociales y de voz en voz para dar forma al Programa de Buen Gobierno en San Cristóbal, una decena de vecinos se saludan y abrazan antes de iniciar la sesión. Entusiasmados, se sientan en círculo para formar comités temáticos bajo el aforismo revolucionario “de cada cual según sus capacidades y a cada cual según sus necesidades”. Ya saben a lo que van y no dilatan más de 2 horas en terminar su sesión.

“No se pide que todos le entren a todo, logremos que algunos compartan en redes sociales, que otros animen, que pasen la voz, que propongan, de ahí va la propuesta: que todos nos demos la mano”, dice Martín López, uno de los concejales mientras se delegan las tareas entre los comités. Y en efecto, la fuerza en cualquier tipo de organización concejista reside en el volkgeist –espíritu del pueblo- en el que ni una minoría operante se lleve a casa todas las responsabilidades que los demás no podrán –o querrán- hacer, ni en que todos se sientan obligados a “cocinar organización” cuando apenas estamos seleccionando los primeros ingredientes. “Nuestra fuerza está en el contagiar… que él o ella me haga ver a los animalitos y a la naturaleza como tal vez yo no los veo, y así, uno por uno otorgar los conocimientos que tengamos sobre lo que nos apasiona”, recalca Martín mientras se anotan en una libreta los nombres de los encargados de cada comité.

Los temas seleccionados en estas reuniones han sido ecología, fauna, derechos de la mujer, inclusión social, deporte, cultura, arte, comunicación, entre otros. Según lo planteado al inicio del encuentro, el Programa de Buen Gobierno se irá nutriendo de las experiencias que resulten a posteriori de una serie de conferencias y actividades de conciencia que realicen los comités para “avecinar a los vecinos” a este movimiento.

Luego, Teresa explica que el ‘esqueleto básico’ de los gobiernos municipales –refiriéndose al Plan de Desarrollo Municipal– nunca ha sido elaborado conforme a la realidad poblacional, sino que pareciese un cáliz espontáneo que es trazado por los partidos políticos –o talvez, sólo por sus grupos de especialistas o “científicos en manipulación”- hasta que ganan las candidaturas. Teresa propone que en el proyecto concejista los planes estén elaborados con una abundante anticipación desde antes de las elecciones por la mayor cantidad de manos ciudadanas posibles y bajo un proceso pedagógico no-especializado que sirva para aprender y escuchar. Esto, para validar que la participación en el concejo es 100% PÚBLICO Y ABIERTO, debido a que la lealtad a la voluntad popular de sus integrantes es uno de sus fuertes, así como para poner en la mesa todas las propuestas y disensos.

A manera de bosquejo, se plantea el siguiente esquema de incidencia ciudadana:

1) Integración del diagnóstico (¿Qué es lo que queremos transformar?, ¿cuál es la amplitud que vamos a enfrentar?

2) Diseño de la intervención (Talleres de análisis de estrategias)

3) Presentar el producto a la población (¿Cómo reivindicar un Programa de Buen Gobierno con todas las realidades vivientes en el municipio?)

Para clarificar esto, ejemplificaré su aplicación en uno de los temas mas preocupantes tocados en la junta: la seguridad.

1) Los vecinos que han analizado la problemática en su colonia y en algunas otras, a través de ya sea una plática amplia o sólo por comentarlo encontrándose en la calle, se han percatado del incremento en el índice de delitos. (¿Qué es lo que queremos transformar?, ¿cuál es la amplitud que vamos a enfrentar?)

2) Comentándolo con más personas, han descubierto lo siguiente: 1) varios de los elementos policiales trabajan hasta turnos de 24 horas, por lo que es imposible que realicen de manera eficaz su ‘trabajo’ y 2) la corrupción imperante en el Ayuntamiento ha desatendido el problema de la precarización laboral. Por tanto, se deben crear estrategias para incidir tanto en el “destejido” social” como autonómicamente desde la superestructura. Diseño de la intervención (talleres de análisis de estrategias)

3) El comité temático de Seguridad se encargará de recopilar estas observaciones colectivas para presentarlas públicamente en conferencias y otro tipo de actividades, en aras de encontrar una solución grupal a gran escala. Presentar el producto a la población (¿Cómo reivindicar un Programa de Buen Gobierno con todas las realidades vivientes en el municipio?)

Por otra parte, Esteban Morales –profesor y miembro seleccionado para representar al concejo como candidato independiente en las elecciones municipales- menciona ante los asistentes que “el asunto de la economía es muy importante (…) fomentar la economía local solidaria para acrecentar la práctica de la autonomía…” ¡inmediatamente cuatro personas alzan la mano para anotarse en el “Comité de Economía Solidaria”!

Como si tuviera un inventario interminable de propuestas, Esteban enuncia también “dar pie a un Observatorio Ciudadano Popular que realice trabajos de conciencia y programas educativos desde las escuelas (…) No se trata de separar la basura ya cuando esté ahí en el montón, sino ir desde el kínder para enseñar eso, que desde allí empecemos la cultura del huerto y la autogestión alimenticia para respaldar la propuesta en torno a la economía autogestionaria y solidaria”.

Por último, una vecina propone invitar a los centros de investigación y especialistas que llevan más de 50 años realizando estudios en torno a la localidad de San Cristóbal de las Casas, para potencializar la objetividad en torno a lo que se discuta en los comités temáticos.

***

Para despedir a los asistentes, el compañero Martín dice “esto claro que no es un programa finalizado, es apenas la semilla”.

Se escucha un aplauso colectivo y el ligero eco que deja en el inmueble de la reunión.

De nuevo, se abrazan y despiden como si hubiesen pasado por alto el primer saludo que se dieron al inicio.

***

La acción más reciente –hasta la fecha de escritura de este texto- fue el 14 de enero de 2018 en la que se logró el registro electoral del compañero Esteban Morales, para buscar la gestión autónoma del Ayuntamiento Municipal e iniciar así una intensa campaña para alcanzar las firmas solicitadas por el Instituto Nacional Electoral (INE). Es importante aclarar que sea cual sea el resultado electoral, la intención del Concejo Ciudadano es poner en marcha el programa que ahora se está elaborando, por tanto, su participación en la vorágine electoral es idéntica a la decisión del Congreso Nacional Indígena que postuló a Marichuy para candidata a la presidencia de la república: “visibilizar las problemáticas, explotación y exterminio de los pueblos”.

Al día siguiente, el Concejo se reunió de nueva cuenta para informar los avances de los comités y agilizar los ejes de construcción del ahora bautizado “Programa Ciudadano de Buen Gobierno para la Reconstrucción Integral de San Cristóbal de las Casas”.

[1] “Se conforma el Concejo Ciudadano por el Buen Gobierno de San Cristóbal de las Casas; sin partidos políticos ni quienes sostienen al sistema”, Ruptura Colectiva (RC), 27 de octubre de 2017. (https://rupturacolectiva.com/se-conforma-el-concejo-ciudadano-por-el-buen-gobierno-en-san-cristobal-de-las-casas-sin-partidos-politicos-ni-quienes-sostienen-al-sistema/)

[2] Ibíd.