Izquierda uruguaya confunde estatismo con revolución. Burocracia progresista de izquierda tradicional se saca la máscara

Conflicto rural se amplía a sectores urbanos



Encrucijada que se agrava
El Observador

Febrero 23, 2018

La creciente protesta social obliga al gobierno a dar señales de disposición a encarar una reducción del Estado y de su peso sobre el sector privado

El gobierno enfrenta una agravada encrucijada por la decisión de Un solo Uruguay de retirarse de la mesa de negociación mientras no haya definida una respuesta oficial a sus reclamos principales. Un duro comunicado del extendido movimiento social de protesta denunció dilaciones del Poder Ejecutivo y falta de avances en puntos básicos de la proclama de Durazno hace un mes. El documento exigía medidas de alivio tributario y en tarifas de servicios aplicadas en forma generalizada a todo el agro, demanda no contemplada con los respiros sectoriales anunciados por el gobierno. Además la proclama hizo hincapié en la necesidad de achicar el Estado, cuyo volumen es la fuente de las dificultades actuales, para disminuir su gravoso peso sobre la totalidad del sector productivo privado y los hogares. Nada ha trascendido sobre este punto central, que involucra no solo a organismos de alcance nacional sino también a las intendencias.

Un solo Uruguay, que informó evaluar medidas de fuerza si no se progresa rápidamente en las acciones que pide, ha dejado de ser un movimiento del agro. En grado variable se han incorporado todos los demás sectores de la economía, incluyendo a la industria, el comercio y los servicios. Hasta las familias, igualmente golpeadas por los aumentos de impuestos y tarifas implementados en sucesivos ajustes fiscales, han realizado concentraciones de protesta en algunos puntos urbanos. Ante la expansión del movimiento, el gobierno enfrenta la alternativa de hierro de atender los reclamos o verse sobrepasado por una virtual rebeldía de importantes sectores.

La salida no es fácil por la escasez de recursos que agobia a la administración del presidente Tabaré Vázquez por el exceso de gasto público y la rigidez de muchos rubros presupuestales, aprobados a lo largo de los últimos 12 años por los tres gobiernos del Frente Amplio. Sectores poderosos de la alianza de izquierda y sus aliados en el PIT-CNT no solo rechazan achicar el sector público sino que insisten en ampliar la injerencia del Estado en todos los aspectos de la vida nacional. El ministro de Economía, Danilo Astori, y su equipo estudian medidas adicionales de estímulo a la declinante inversión privada para generar actividad y empleo, camino acertado pero cuya concreción favorable, en caso de tener éxito, llevará más tiempo que los plazos perentorios que ha planteado Un solo Uruguay.

El movimiento rechazó también “tajantemente” los intentos de “desacreditar y politizar” sus acciones, que obviamente cruzan fronteras partidarias ya que los sectores involucrados abarcan a ciudadanos de todos los partidos. Este punto del comunicado de Un solo Uruguay se refirió específicamente a la trifulca en que Vázquez se dejó envolver el lunes con un grupo de manifestantes. En esa oportunidad, y en respuesta a un grito de “nos vemos en las urnas”, el presidente retrucó que esa expresión era prueba de que se trata de “un movimiento político”. Pero ni el movimiento es partidario ni es lo primordial su impacto electoral. Lo realmente importante es que la creciente protesta social obliga al gobierno a dar señales de disposición a encarar una reducción del Estado y de su peso sobre el sector privado. De lo contrario, es predecible que se agudicen la agitación social y el riesgo de su impacto en la actividad económica del país. l