La caza del jaguar. Mitos ancestrales y naturales Vs. destrucción extractivista de la madre tierra

Se puede considerar la caza del jaguar como una de las actividades más ilustrativas de lo que pasa en cuanto a la destrucción de la Amazonia. El capitalismo extractivista avasalla sin importarle para nada la vida y las repercusiones destructivas de su accionar respecto de la vida. Solo le interesa la ganancia especulativa, el usufructuó inmediato, el goce banal, la riqueza ostentosa y el espectáculo del poder. El sistema-mundo capitalista ha ingresado, hace un tiempo, a su fase decadente, con la dominancia del capitalismo financiero, desenvolviéndose como capitalismo especulativo. Es más, no solo que domina el capitalismo financiero al capitalismo industrial, sino que, por esta dominancia, la misma tiene efectos sobre la producción industrial, por lo menos, en aquella que va al consumo de masas. Parte de la industria capitalista, de la etapa decadente, se ha vuelto industria de productos desechables; podemos hablar entonces de un capitalismo de chatarra.



La caza del jaguar

Raúl Prada Alcoreza

Se puede considerar la caza del jaguar como una de las actividades más ilustrativas de lo que pasa en cuanto a la destrucción de la Amazonia. El capitalismo extractivista avasalla sin importarle para nada la vida y las repercusiones destructivas de su accionar respecto de la vida. Solo le interesa la ganancia especulativa, el usufructuó inmediato, el goce banal, la riqueza ostentosa y el espectáculo del poder. El sistema-mundo capitalista ha ingresado, hace un tiempo, a su fase decadente, con la dominancia del capitalismo financiero, desenvolviéndose como capitalismo especulativo. Es más, no solo que domina el capitalismo financiero al capitalismo industrial, sino que, por esta dominancia, la misma tiene efectos sobre la producción industrial, por lo menos, en aquella que va al consumo de masas. Parte de la industria capitalista, de la etapa decadente, se ha vuelto industria de productos desechables; podemos hablar entonces de un capitalismo de chatarra. Además de una forma capitalista que combina capitalismo salvaje con capitalismo de la segunda y tercera revolución tecnológica científica. Un capitalismo financiero que esquilma a los usuarios endeudados hasta el cogote de una manera abrumadora, moviéndose en la economía política del chantaje; donde los Estados que se prestan caen en redes y círculos viciosos, pues solo pueden invertir en empresas del país acreedor[1].

La figura dramática de la caza del jaguar sintetiza las dramáticas situaciones de la Amazonia, avasallada por depredadores, ya sean empresas trasnacionales extractivistas, ya sean empresarios de todo tipo de la ampliación de la frontera agrícola, ya sean cazadores de jaguares y de otras especies de la biodiversidad amazónica; conectando esta destrucción de los ciclos vitales con circuitos y redes comerciales, además de mafiosas. Esta depredación destructiva se efectúa con connivencia y complicidad de las autoridades nacionales, desde los gobernantes hasta las autoridades encargadas de velar por el cumplimiento de las leyes, que protegen la biodiversidad. Los convenios y contratos que firma el gobierno, tanto de préstamos, créditos, así como concesiones, están casados con la perversa práctica depredadora de la caza, la contaminación, el avasallamiento de los espesores territoriales y culturales.

El gran problema de todo este ecocidio, etnocidio, incluso genocidio, es que, aparte de los y las pocas activistas e investigadoras que denuncian, la sociedad contempla azorada semejantes crímenes de lesa humanidad y de lesa naturaleza. Esa actitud, que podríamos llamarla pusilánime, es una complicidad, por el silencio y la contemplación, sin hacer nada para detener este apocalipsis. Lo mínimo que puede hacer una sociedad es movilizarse en contra y parar estos crímenes y expulsar a los depredadores. ¿Por qué no ocurre esto? ¿Es que la sociedad cree que hay tiempo, que todavía se puede esperar? No entiende que cada momento desaparecen especies, formas de vida, que, cada vez más, se estrecha el cerco a la vida, sobre todo, y es lo más grave, que se pierde información vital, información genética, para las futuras generaciones. Esta actitud social es nihilista, la voluntad de nada; pasa como que ha aceptado su propia desaparición sin oponer resistencia.

¿Qué hacer en esta situación y condición patética nihilista? ¿De dónde sacar fuerzas para resistir y cambiar el curso de los acontecimientos hacia el apocalipsis? La situación es alarmante y de alta emergencia. Tamaña irresponsabilidad social no se justifica con nada; solo se puede explicar porque el sistema-político mundial ha socavado profundo en los cuerpos, castrando sus capacidades y facultades de inteligibilidad y sensibles. Bueno, en estas lamentables condiciones las fuerzas sociales no capturadas por las máquinas del poder tienen la responsabilidad y la tarea de activar la potencia social, inhibida por los aparatos ideológicos del sistema-mundo capitalista, tanto liberales como socialistas, tanto neoliberales como “progresistas”.

Descripción del crimen contra los jaguares

La caza de los jaguares se da por sus colmillos, pelaje, garras y cráneos, los que son vendidos en China. Así mismo, los testículos de los animales - en China se cree que mejoran el desempeño sexual - también son vendidos. Los compradores llevan los dientes de jaguar como dijes; los colocan en llaveros como muestra de poder y riqueza. La cacería de jaguares es ilegal en Bolivia, sin embargo, las leyes contra el tráfico de estos animales son vulnerables. Entre 2013 y 2016, 380 colmillos de jaguar fueron decomisados por la dirección general de biodiversidad y áreas protegidas de Bolivia, policía ambiental y correo nacional de Bolivia. Se estima que fueron asesinados por lo bajo 95 jaguares. De acuerdo informes oficiales, cada colmillo se vende en alrededor de $215 dólares. No es difícil para los traficantes, cazar y matar jaguares para transportar lo que queda de sus cuerpos fuera del país. La cacería de jaguares, fuera de la pérdida de sus hábitats, debido a la deforestación y ganadería, ha modificado la condición del jaguar; ya se habla de que está “cerca de estar en peligro de extinción”, en tanto que los números de su población se desploman rápidamente[2].

El jaguar en Bolivia está en peligro extinción como consecuencia de la cacería y el contrabando de sus colmillos, a través de redes de tráfico. Estas actividades ilegales son fomentadas por ciudadanos chinos, según denuncia la bióloga y especialista en conservación y manejo de vida silvestre, Teresa Pérez. El jaguar es el felino más grande del continente americano; en un pasado no remoto dominó los bosques, los mismos que se extienden desde el sur de Estados Unidos hasta Argentina. El jaguar ha perdido gran parte de su hábitat debido a la agricultura y la tala de árboles. También es víctima de quienes lo matan para proteger su ganado, así como de la caza ilegal; un problema que en Bolivia ha crecido exponencialmente desde 2014; precisamente por el auge del mercado chino de colmillos de jaguar.

Verónica Smink escribe en BBC Mundo, Cono Sur, dice que, los crecientes vínculos comerciales entre Bolivia y China llevaron al ingreso al país de un gran número de ciudadanos chinos, que fomentan la caza ilegal del jaguar, conformando redes de tráfico ilegal. La denuncia fue recogida por la revista National Geographic, que en su edición de diciembre publicó un artículo sobre el tema. En el artículo se afirma que “en China los colmillos de jaguar seguramente se están usando como sustituto de colmillos de tigre, que son usados en forma de collar como un símbolo de status o bajo la creencia de que protegen a quien lo usa del mal”. El problema es notorio en el norte del departamento de La Paz, donde se encuentra una de las áreas naturales protegidas de mayor biodiversidad en el mundo, el Parque Nacional Madidi. El problema se hace manifiesto. Por un lado, están los 16 envíos de colmillos de jaguar, con un total de cerca de 300 piezas, que fueron decomisados por el correo boliviano y las autoridades del país desde 2014. “Todos esos envíos tenían como destino China. Y 14 de ellos fueron enviados por ciudadanos chinos que trabajan en Bolivia”. Por otra parte, están en curso los juicios a dos ciudadanos chinos acusados de tráfico ilegal de partes de jaguar. Uno de ellos ya recibió una condena de tres años, lo cual lo exime de ir a prisión. El otro aguarda su veredicto. Otra prueba son los anuncios de radio en estaciones locales en el norte del país en los que se ofrece entre 150 y 200 dólares por los colmillos. Las autoridades rastrearon los números de teléfono mencionados en los anuncios; comprobaron que se trataba de ciudadanos chinos.

Haciendo cálculos, si bien los 140 jaguares muertos representan una fracción pequeña de los 4.000 a 7.000 ejemplares que se estima habitan en el país, lo cierto es que esa cifra es conservadora. Se sabe que por cada envío decomisado hay otro u otros que lograron llegar al destino exitosamente. Se considera que la cifra real podría duplicar ese estimado. El tráfico ilegal chino de colmillos y garras de jaguar se ha convertido en la amenaza principal a la sobrevivencia del animal. “Ahora los ganaderos, que ya de por sí usaban la excusa de proteger a su ganado, tienen un incentivo económico extra para matarlos”. ¿Qué está haciendo el Estado para frenar el problema?

La caza de animales silvestres está prohibida en Bolivia desde 1997. Hasta ahora la DGBAP ha colaborado con la justicia para investigar los casos particulares, pero no se ha pronunciado públicamente sobre la existencia de una red de tráfico ilegal de origen chino, tal como denuncian los ambientalistas. BBC Mundo intentó hablar con funcionarios de esa cartera, pero según una vocera, no pueden dar información sin la autorización del Ministerio. Lo cierto es que se trata de un tema extremadamente delicado; algunos creen que el Gobierno boliviano busca evitar que el asunto provoque un roce diplomático con China.

Se ha vuelto una tarea fundamental la protección del Parque Nacional Madidi; existe una diversidad extraordinaria de especies animales y plantas. Se han registrado 2.000, que representan el 66% de los vertebrados de Bolivia, y 3,7% del mundo. Varios reportes de prensa internacionales tomados por defensores del medio ambiente, dan cuenta que el campo de acción de estos delincuentes internacionales se fue ampliando de manera peligrosa; en el año 2000 llegó hasta países como Ecuador, Colombia y Brasil. Según estudiosos del tema, a Bolivia ingresaron desde el 2010, casualmente con la contratación de empresas chinas que ganaron licitaciones o fueron invitadas directamente para realizar proyectos públicos en el norte del país.

En resumen, el jaguar - Panthera onca - es el felino más grande de América y el tercero de mayor tamaño en el mundo. Su hábitat preferido se encuentra en zonas de bosques y sabanas tropicales, por debajo de los 2.000 metros de altura. Se alimenta de mamíferos grandes y medianos, su rol como predador dentro de la cadena alimenticia ayuda a regular las poblaciones de las especies, de las cuales se alimenta, a mantener el vigor de las mismas. Según las investigaciones realizadas, los jaguares que habitan los bosques amazónicos tienen una mayor actividad durante el día, frecuentando las orillas de los ríos y otros depósitos de agua dulce; si bien en la noche su actividad disminuye también permanecen activos en estas horas.

En Bolivia la distribución del jaguar abarca varios tipos de bosque en las tierras bajas, desde el bosque Chaqueño al sur, hasta el bosque Amazónico en el norte del país. En los últimos 50 años el área de distribución histórica del jaguar se ha visto disminuida en más del 30%, debido a la pérdida y fragmentación de hábitat, causada principalmente por la expansión de la frontera agrícola[3].

El jaguar, Panthera onca, es un carnívoro félido de la subfamilia de los Panterinos y género Panthera. Es la única de las cuatro especies actuales de este género que se encuentra en América. Su distribución actual se extiende desde el extremo sur de Estados Unidos de Norte América continuando por gran parte de América Central y Sudamérica hasta el norte y noreste de Argentina. Exceptuando algunas poblaciones en Arizona, suroeste de Tucson, el jaguar se ha extinguido en los Estados Unidos de Norte América, desde principios de la década de 1900. Se asemeja mucho en apariencia física al leopardo Pantthera pardus, pero, es de mayor tamaño, cuenta con una constitución más robusta; su comportamiento y hábitat son más acordes a los del tigre, Panthera tigris. Prefiere las selvas densas y húmedas, sin embargo, puede acomodarse a una gran variedad de terrenos boscosos. El jaguar está asociado a territorios ribereños; destaca, junto con el tigre, por ser un félido al que le gusta nadar. Caza tendiendo emboscadas, aprovecha la oportunidad al momento de elegir las presas. Los jaguares adultos tienen una mordedura excepcionalmente potente, incluso en comparación con otros grandes félidos; pueden perforar los caparazones de reptiles acorazados, como las tortugas, y utilizar un método poco habitual para matar: ataca directamente la cabeza de la presa entre las orejas para propinar un mordisco letal que atraviesa el cráneo con sus colmillos alcanzando al cerebro.

Panthera onca está calificado en la Lista Roja de la UICN como “especie casi amenazada”. ​ Entre los factores que lo amenazan se incluyen la pérdida y la fragmentación de su hábitat. A pesar de que el comercio internacional de ejemplares de esta especie o sus partes está prohibido, ​ este félido muere con frecuencia a mano de los humanos, particularmente en conflictos con ganaderos. Aunque reducida, su distribución geográfica continúa siendo amplia[4].

Ocupaciones extractivistas en los territorios del jaguar

En los mitos amazónicos el jaguar es el que enseña los secretos del fuego a los humanos, así como los secretos de los instrumentos de caza, después, los de la agricultura. Las relaciones de los pueblos amazónicos con las sociedades orgánicas, con animales y plantas, con poblaciones orgánicas y bosques, es de entrelazados tejidos y ciclos. Los mitos amazónicos son narrativas simbólicas que descifran los movimientos estelares y del agua, los movimientos de los climas y de los peces. Los mitos no solamente son alegóricos, sino que narran acontecimientos vitales como signos de mutaciones y metamorfosis. Por ejemplo, la transformación del jaguar en humano y viceversa. Estas transformaciones y mutaciones hablan de las imbricaciones de compenetración de las formas de vida. Las selvas, los bosques tupidos, las redes acuáticas, los tejidos de los árboles y plantas, las sinfonías de los pájaros, los flujos de los peces, son acontecimientos vitales de las que forman parte las comunidades humanas.

Las investigaciones recientes han develado que las sociedades amazónicas estaban no solamente vinculadas por redes, canales, manejos del bosque, cultivos, sino que, además, cultivaron bosques, fuera de conformar lagunas artificiales. Hablamos de sociedades ecológicas, que no solamente convivían con la proliferación de ciclos vitales y nichos ecológicos, sino que estaban insertas en los ciclos del planeta. Se puede decir que fueron sociedades más avanzadas, en lo que respecta a lo fundamental, a la vida, que la civilización moderna, que desde la misma perspectiva es, mas bien, una calamidad. Las dos versiones del sistema-mundo capitalista, que suponen que están en contradicción y hasta antagonismos, el liberalismo y el socialismo, son altamente destructivas respecto de la vida. Solo pueden desarrollarse destruyendo el planeta, atentando contra las formas proliferantes de la vida. En plena crisis ecológica, desatada por este sistema-mundo, es menester reencontrarse con esos saberes, esa civilización amazónica, que era parte de los ciclos vitales. Se trata de darle oportunidades a las sociedades humanas, oportunidades clausuradas por el modo de producción capitalista, en sus dos versiones mencionadas. La vida puede continuar sin los humanos, sin embargo, los humanos, que vienen deben contar con la oportunidad de participar en la proliferación creativa de la vida.

La cuestión del jaguar no es solamente un tema de protección, de conservación, de defensa de la biodiversidad, de las especies, sino es un asunto primordial, pues se trata de saber si las sociedades humanas son capaces de coexistir, convivir, participar, en la proliferante creación de la vida. O, por el contrario, llevadas por un instinto destructivo, encubierto por una pretensión de superioridad, se colocan como si fuesen el ser dominante, que solo puede serlo imaginariamente, pues es parte de la vida, y terminan encaminándose en un suicidio diferido, que llama historia.

Entre las preguntas que tenemos que hacernos está la de qué clase de gente es la que trafica con colmillos de jaguar, qué clase de gente es la que se involucra en este tráfico de la muerte. ¿A qué sistemas de poder, a qué sistemas económicos, por lo tanto, sociales, pertenecen? ¿Qué clase de sistemas sociales son esta gente que desprecia la vida, apostando por el goce efímero y banal, además de ilusorio de la riqueza, que solo se puede sostener por la huella de muerte que deja? Estos sistemas no tienen nada que ofrecerles a las sociedades humanas, en cuanto porvenir. Solo la ilusión vacía, sin espesores, de lo que otorga un presente pretensioso, orgulloso de sus armas de destrucción masiva, de una industria productiva que no resuelve las necesidades humanas, sino, paradójicamente, a pesar de su productividad, las preserva y multiplica. Orgulloso de una ciencia y tecnologías al servicio del desarrollo capitalista, en sus dos versiones, restringidas en sus posibilidades, reducidas a instrumentos de la acumulación. Estos sistemas están clausurados, se han encerrados en sí mismos; por lo tanto, se han encaracolado en la intimidad de círculo vicioso de la egología, que no es otra cosa que un narcisismo suicida.

La responsabilidad de lo más vital de las sociedades humanas es detener la locomotora desbocada, que se encamina al descarrilamiento. No pueden seguir conduciendo, por así decirlo, el destino de las sociedades, estas gentes que expresan las miserias humanas, miserias producidas por la civilización moderna. Hay que parar la locomotora, como decía Walter Benjamín, detener la historia, que es la narrativa de las trayectorias dramáticas de las dominaciones. Si no lo hace, esta parte vital de las sociedades, quiere decir que incluso esta parte de la humanidad no tiene la suficiente potencia como para cambiar el curso al apocalipsis. Que no es lo suficientemente vital; entonces está aplazada.

[1] Leer de Juan Pablo Neri Pereyra 6 datos sobre la deuda externa de Bolivia con China. https://movilizaciongeneral.blogspot.com/2018/03/6-datos-sobre-la-deuda-externa-de.html.

[2] Leer POBLACIÓN DE JAGUARES EN BOLIVIA EN RIESGO DEBIDO A LA CAZA PARA HACER DIJES. https://www.petalatino.com/blog/poblacion-de-jaguares-en-bolivia-en-riesgo-debido-la-caza-para-hacer-dijes/#.WpmlZrcLq_Q.facebook.

[3] Leer Jaguar en peligro por tráfico de colmillos. https://www.eldiario.net/noticias/2017/2017_12/nt171215/nacional.php?n=23&.

[4] Leer Panthera onca. https://es.wikipedia.org/wiki/Panthera_onca.

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