Las triquiñuelas de las derecha independentista terminan fracturando su partido y legitimando la consistencia de los antisistema de la CUP

“Revuelta” de los parlamentarios más moderados de Junts per Catalunya, que piden dejar de vender «humo» para lograr el apoyo de los radicales a la investidura de Sànchez



La CUP causa un cisma entre los diputados de Puigdemont
VÍCTOR MONDELO Barcelona
El Mundo
8 MAR. 2018 04:35

La portavoz de Junts per Catalunya, Elesa Artadi y el portavoz adjunto de la formación, Eduard Pujol. EFE

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“Revuelta” de los parlamentarios más moderados de Junts per Catalunya, que piden dejar de vender «humo» para lograr el apoyo de los radicales a la investidura de Sànchez

Las exigencias de la CUP para apoyar la investidura de Jordi Sànchez a la Presidencia de la Generalitat están socavando la ya de por sí frágil unidad de Junts per Catalunya. Los diputados más moderados del grupo parlamentario liderado por Carles Puigdemont desde Bruselas reclaman dejar de realizar promesas imposibles relacionadas con la materialización de la autoproclamada república catalana con el único fin de que los antisistema cambien de opinión y respalden la elección del ex líder de la ANC. La «revuelta» se produjo después de que el martes Quim Torra -ex presidente de Òmnium Cultural y uno de los diputados más radicales y próximos a Puigdemont- propusiera finalizar la legislatura con la redacción de una constitución catalana durante un acto ideado para difundir «el plan de la república de Junts per Catalunya». Fuentes de la candidatura del ex presidente prófugo denunciaron a este diario que el contenido del acto «no estaba pactado dentro del propio grupo parlamentario», lo que ha generado «malestar» por lanzar mensajes de ese calado sin haberlos consensuado previamente de puertas adentro.
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«La gente ahora quiere Govern y menos humo», incide un miembro de la candidatura de Puigdemont. Las discrepancias son tan profundas que varios diputados cuestionan que deba seguir explicándose a la ciudadanía el supuesto «plan de la república». Aun así, un portavoz de Junts per Catalunya sostiene que la decisión está tomada y los actos continuarán organizándose. El siguiente está previsto para el próximo sábado, dos días antes de la fecha escogida para celebrar el pleno de investidura.Entre los diputados más disconformes con seguir plegándose a las demandas de la CUP se encuentran los representantes del PDeCAT. Los neoconvergentes aspiraban a dejar de depender de los votos de la formación antisistema en esta legislatura, pero están comprobando cómo sus cuatro diputados vuelven a resultar determinantes para ungir al próximo president. El cisma generado en el seno del grupo parlamentario de Junts per Catalunya es una reproducción en la esfera privada del mensaje lanzado públicamente por Marta Pascal el pasado domingo tras el congreso celebrado por el PDeCAT para analizar el avance de las negociaciones con ERC y la CUP. «¿A quién más quieren enviar a la papelera de la historia?», preguntó a los antisistema la coordinadora general del partido en el que aún milita Puigdemon, recordando que hace dos años ya acabaron con la carrera política de Artur Mas.La respuesta de la CUP fue clara. «Aún hay sitio en la papelera de la historia», rebatió el portavoz de los radicales en el Parlament, Carles Riera, antes de desafiar a Junts per Catalunya y ERC a demostrar que están dispuestos a desobedecer al Tribunal Constitucional si quieren conseguir que la CUP se replantee el veto sobre la investidura de Sànchez.Ayer, Riera confirmó que «sigue esperando una nueva propuesta de Junts per Catalunya y ERC sobre el programa político de la legislatura», es decir una demostración sobre el papel del «plan de la república» que la candidatura de Puigdemont ha empezado a defender en actos como en el que se prometió redactar la constitución catalana. «Si tenemos que hablar de autonomía, no hace falta» negociar, zanjó el portavoz de la CUP, que anteayer ya tildó de «muy difícil» reconsiderar su posición sobre la investidura de Sànchez antes del lunes y acusó a Torrent de estar cometiendo una «imprudencia» al fijar la sesión pese a saber que el candidato a presidir la Generalitat no cuenta con apoyos suficientes para superar el debate de investidura.Claro que, como ya ocurrió cuando el objetivo era enterrar políticamente a Mas, en la CUP también existen voces discrepantes. Ayer, el ex diputado de los antisistema, David Fernàndez, apostó por respaldar la elección de Sànchez para «retar» al Estado y «dejar en evidencia la no división de poderes en España».Ése es precisamente el objetivo que persigue Puigdemont. De ahí que cediera el testigo a un candidato encarcelado y de ahí que Junts per Catalunya reclamara ayer a Roger Torrent que no aplace ni suspenda la sesión de investidura a pesar de que el Tribunal Supremo amenace con no decidir sobre el permiso penitenciario de Sànchez hasta el lunes.El vicepresidente del Parlament y parlamentario de la candidatura de Puigdemont consideró ayer que el presidente de la Cámara catalana tomaría una decisión «absolutamente prematura» si reculase tras conocer que el magistrado Pablo Llarena no tiene previsto resolver sobre la petición de libertad de Sànchez antes del día de la sesión de investidura.

ERC es la primera interesada en que la sesión de investidura se celebre para que el reloj de las elecciones empiece a correr y poder aumentar la presión sobre Junts per Catalunya para que acepte despojar a Puigdemont de todo poder ejecutivo y convertirlo en un mero símbolo dedicado a defender la vigencia del procés en el extranjero.Fuentes de los republicanos constatan que Junts per Catalunya está dividida entre «los diputados que amenazan con elecciones y los que que quieren acuerdo o acuerdo». Estos últimos «no han conseguido convencer a Puigdemont de que no puede tener por escrito funciones que le corresponden al presidente [real] de la Generalitat», completan desde ERC.