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El ‘desastre’ económico de Italia en cifras: así es el país que lleva atascado más de dos décadas
VICENTE NIEVES27/03/2018 - 19:21
La productividad de Italia no se mueve desde la década de los 90
El PIB per cápita ha crecido un 1,15% en los últimos 20 años
Han pasado más de 65 gobiernos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial
Cuando se analizan los posibles efectos del euro sobre las economías que adoptaron la moneda única, Italia suele ser protagonista y no para bien. Según datos de Eurostat, el PIB per cápita de Italia (volumen encadenado) se encuentra en niveles de 1998, unos 26.300 euros por italiano. La falta de reformas a todos los niveles, la inestabilidad política, la adopción del euro y la Gran Recesión han convertido a Italia en el país ‘atascado’ de Europa.
Hace escasos meses, el Banco Central Europeo publicó un informe titulado Real convergence in the euro are: a long-term perspective (Convergencia real en la Eurozona: una perspectiva a largo plazo) en el que se mostraba la falta de convergencia económica entre los países que adoptaron el euro desde el inicio.
El trabajo destacaba que países como Italia, que entraron en el euro dentro del grupo siendo parte del grupo de naciones con elevados ingresos, ha registrado el peor comportamiento de todos. Es decir, para Italia, la llegada del euro ha supuesto un fuerte aumento de la divergencia de ingresos con los países más ricos de Europa.
Italia, peor que Grecia
Italia registró el peor comportamiento relativo, seguida muy de cerca por Grecia. Los avances iniciales, producto del ciclo 1999-2007, han sido absolutamente anulados por la doble crisis que ha sufrido el bloque en 2007 y 2012.
También durante la crisis, la deuda pública ha pasado del 99,8% del PIB en 2007 hasta el el 134,1% publicado en el tercer trimestre de 2017, lo que supone un incremento de casi 35 puntos porcentuales.
Desde el banco germano Commerzbank destacan en un análisis dedicado a los problemas económicos del país transalpino que “la productividad en Italia ha sido un desastre porque los gobiernos han establecido un marco y unas condiciones erróneas para las empresas, como muestra la insuficiente inversión en educación e investigación y desarrollo”.
Según datos de Eurostat (agencia de estadística de la Comisión Europea), el PIB per cápita de Italia en 1998 era de 26.000 euros, muy cerca del PIB per cápita alemán (28.000 euros) y por encima de la media de la Eurozona (25.600 euros). Sin embargo, en 2017 este mismo indicador es de 26.300 euros, frente a los 30.300 euros de la Eurozona y los 35.300 de Alemania. Es decir, el crecimiento acumulado de la producción real per cápita en Italia en 20 años ha sido del 1,15% frente al 26% de Alemania.
“En Italia, la productividad total de los factores lleva cayendo desde principios de los 2000… como resultado, la economía de Italia es hoy aproximadamente tan productiva como lo era a principios de la décadas de los 90″, señalan desde Commerzbank.
Según el último análisis de la OCDE al respecto,todos los sectores de la economía muestran este estancamiento de la productividad real por hora trabajada, “algo que no tiene precedentes en los países desarrollados”.
En países como Alemania, Francia o incluso España, la productividad es superior hoy a la de hace veinte años. El resultado de esta situación es “una distancia cada vez mayor entre la productividad de Italia y otros países industrializados, especialmente los países de la Eurozona”, según señalan los economistas del banco alemán.
Las particularidades de Italia
La economía italiana cuenta con algunas particularidades que pueden estar lastrando el crecimiento de la productividad y el crecimiento económico, que la postre es prácticamente lo mismo. “Los procesos de quiebra o insolvencia llevan alrededor de dos años, una duración superior a la de cualquier país europeo… las deficiencias del sistema judicial se ven reflejadas en todo”, comentan los economistas de Commerzbank.
Esto impide la resolución rápida de empresas que quiebra y a la vez impide un proceso dinámico para que el capital y la mano de obra liberada se mueva hacia sectores o empresas más productivas.
Al mismo tiempo, los costes de dichos procedimientos son los más altos en la zona del euro, mientras que el nuevo procedimiento de insolvencia presentado el año pasado tendrá que ofrecer unos resultados más que excelentes eliminar por completo estas ineficiencias que son relativamente superiores a las de casi cualquier país de Europa.
Además, “el sistema judicial, por el momento, no ha logrado reducir la corrupción en el país. Transparency International clasifica a Italia, junto con Cuba, en el lugar 60 entre los 180 países examinados. Además, las estrechas conexiones entre el gobierno y los bancos son una carga para el poder económico del país. Los bancos financian al gobierno italiano mediante la concesión de préstamos y la compra de bonos del sector público, que a su vez expulsan el crédito al sector privado. Según el BCE, casi el 20% del crédito que muestra retrasos en el pago son préstamos de los bancos al sector público”, según inciden los economistas del banco germano.
Educación e I+D
Por otro lado, el gasto en investigación y desarrollo (I+D) es de los más bajos de Europa, representando un 1,29% del PIB, frente al 2,13% de media de la Eurozona. Descomponiendo este gasto, Italia muestra la mayor carencia en I+D dentro de la educación superior, donde sólo se asigna el equivalente a un 0,33% del PIB.
El gasto del Gobierno en educación representa el 4% del PIB, sólo Rumanía y Grecia presentan un gasto relativo inferior en esta partida. “Con estos datos no es de extrañar que Italia sea uno de los países con menor nivel de lectura y comprensión matemático para personas entre 16 y 65 años. Bajo estas condiciones resulta complejo promover el progresos y la eficiencia”, según recalcan desde Commerzbank.
Por último, las frecuentes turbulencias políticas y cambios de gobierno no han servido de ayuda para establecer políticas ‘largoplacistas’, vitales en la educación o en lo que compete a la seguridad jurídica. Italia ha tenido 66 gobiernos diferentes desde la Segunda Guerra mundial, lo que supone una inyección extra de incertidumbre para las empresas y la inversión extranjera, ambas fuentes de crecimiento.