La primera fase de consultas no rompe el bloqueo político en Italia
El Movimiento 5 Estrellas se abre públicamente a formar un Ejecutivo con Salvini, pero el presidente de la República rechaza proponer un encargo de Gobierno todavía
El País
Roma 5 ABR 2018
AP
Sergio Mattarella, presidente de la República italiana, liquidó este jueves la primera ronda de consultas con los partidos sin lograr formalizar un encargo de gobierno. No hay acuerdos, admitió, ni se perciben consensos. Pero los partidos empezaron a marcar sus líneas rojas y a mostrar sus preferencias. El Movimiento 5 Estrellas, ganador de las elecciones y fijo en todas las quinielas, enseñó algunas de sus cartas y se abrió a un pacto a la alemana —contrato de Gobierno, lo llamó— con la Liga o con el PD. Eso, o volver a celebrar elecciones.
El jefe del Estado en Italia emerge de las sombras institucionales solo durante algunas semanas cada cinco años y cobra un poder real. Pasadas las elecciones, habla con los partidos, calibra sus fuerzas y encarga al líder con mayor consenso formar Gobierno o la exploración de sus posibilidades reales. Algunas veces está todo muy claro. Otras, como ahora, es tan confuso que su rol adquiere una enorme dimensión política porque el encargo se basa en una gran dosis de instinto y percepción personal. Este jueves, primer match ball del partido, Mattarella tuvo clarísimo que “no consta ninguna posibilidad”, por el momento, de encontrar a alguien evite una repetición electoral. “Esta condición no ha emergido. Dejaré transcurrir algunos días de reflexión. Me lo han pedido y me será útil a mí también para reflexionar sobre las consideraciones de los partidos”.
Hay elementos, sin embargo, que dan pistas de posibles soluciones para el único país de la UE donde los partidos antiestablishment suman mayoría. El Movimiento 5 Estrellas (M5S), vencedor de las elecciones con un 33% de los votos en la Cámara de Diputados, fue este jueves el último en despachar con Mattarella y trató de marcar la agenda de las negociaciones. Su líder, Luigi Di Maio, cuyo partido prometió durante cinco años no formar un Ejecutivo con otros partidos, aseguró que propondrá un contrato de Gobierno “a la alemana” al Partido Democrático (PD) —la opción preferida de Mattarella— y a la Liga. Por separado. Se sentarán, verán en qué pueden ponerse de acuerdo y luego, su partido elegirá lo que más le convenga. “Son nuestros dos interlocutores, son alternativas. Así que pediré encuentros con Salvini y [Maurizio] Martina [líder provisional del PD] para empezar a elaborar estos contratos. Luego veremos con quién hay más convergencia”, aseguró otorgándose el papel de explorador que le había negado el propio jefe de Estado.
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El problema es que el PD (18,7% de los votos) ya advirtió el jueves que no piensa entrar al trapo y se va a la oposición a disfrutar del espectáculo político que se avecina. Consciente de que su interlocutor real será Salvini, Di Maio trató de restarle fuerza negociadora como líder de la coalición de centroderecha (37% de los votos en las elecciones) al asegurar que no reconoce el artefacto político con el que se presentaron. “Ni siquiera ellos lo hacen. Han venido por separado a las consultas y se presentaron a las elecciones con tres candidatos”, lanzó ridiculizándoles y sellando el veto a Berlusconi.
Sin Forza Italia, Salvini llegaría a la negociación menguado (17,4% de los votos) y difícilmente podrá imponer su figura como primer ministro o lanzar un tercer nombre. Por eso, al menos hasta la semana que viene, tratará de mantener con vida su alianza con el exCavaliere. Pero este jueves se vio que cada vez cuesta más disimular que su discurso se aleja del de Berlusconi. El dueño de Mediaset, al término de su reunión con Mattarella, aseguró que conviene hacer un Gobierno guiado por el centroderecha, que afronte las necesidades urgentes del país y que huya de los populismos. Traducido: no al M5S. Su socio, en cambio, salió de la reunión prometiendo todo lo contrario. Nada de vetos: si quiere construirse un Ejecutivo estable para cinco años, debe contarse con los grillinos.
De modo que todo apunta a que Salvini y Di Maio están condenados a entenderse. Ambos han rechazado un Gobierno provisional o técnico para salir del paso. De modo que si no se llega a un acuerdo relativamente rápido, la repetición electoral cogerá fuerza. Una posibilidad que ambos preferirían acelerar lo máximo posible y que podría conducir al país a las urnas en junio u octubre.