«La gente está harta de colgar lacitos»
Los CDR han pasado de la resistencia pasiva a los actos de vandalismo
ABC
09/04/2018 08:26h
Societat Civil Catalana advierte de la «deriva violenta» de los CDR
La Generalitat conocía la «práctica combativa» de los CDR el 1-O
La acción de los CDR se salda con cinco sabotajes y ninguna detención
Los Comités de Defensa de la República (CDR) han demostrado su capacidad para protagonizar movilizaciones en cualquier punto de Cataluña. Esto, junto a la violencia empleada, es la razón por la que en los últimos meses han cobrado un protagonismo mediático desconocido hasta ahora. Lo cierto es que estos comités han pasado de la resistencia pasiva y simple denuncia de la situación política a ser los actores principales de actos de vandalismo, sabotaje, cortes y ocupaciones de grandes vías, acoso a sedes de partidos y a las Fuerzas de Seguridad. En definitiva, una campaña de acoso a todas aquellas personas, instituciones o entidades que identifican con el Estado español.
La lógica de esta evolución pasa, en palabras de los propios Comités de Defensa de la República de la zona de El Vallés, en su estrategia de perpetrar «acciones más contundentes y menos simbólicas, porque la gente está ya un poco harta de colgar lacitos».
Talleres de formación
El «modus operandi» de los CDR se decide en los llamados talleres de «resistencia civil pacífica y no violenta», donde enseñan a sus miembros a protegerse de las cargas policiales. Para ello instruyen a los radicales en cómo levantar barreras humanas sucesivas, en la necesidad de actuar siempre en grupo, de distribuirse las funciones durante las movilizaciones y, por supuesto, de cómo actuar si son detenidos.
Para entrar en estos comités es necesario estar dispuesto a asumir la responsabilidad y las consecuencias de los actos de desobediencia y las algaradas callejeras, tal como se recoge en sus propios manuales.
El «paro de país» convocado para el 8 de noviembre pasado fue la prueba de fuego para los CDR. Fue esa jornada cuando se pudo comprobar la fuerza y capacidad de movilización de los comités para crear un clima de parálisis y alteración de la vida ciudadana. Así, bloquearon vías terrestres y ocuparon las vías del AVE, por lo que se tuvo que suspender el tráfico, y paralizaron otros servicios públicos, lo que contribuyó a crear una sensación de inseguridad en la población.
Otro hito interesante se produjo el 30 de enero, día en que se anunció que habría un pleno para investir a Puigdemont. ANC insistió en que retiraba la convocatoria de acampada en el recinto de la Ciudadela, pero los CDR se negaron y pidieron mantenerse allí.