La apática generación post-revolución sale a las calles de Nicaragua y hace tambalear al gobierno de Daniel Ortega

“Pertenecen a las generaciones que podríamos llamar ‘post-revolución’, pues nacieron a finales de los 80, los 90 y primeros años del 2000. Es decir, tienen entre los 16 y 35 años. Muchos de ellos son estudiantes universitarios, especialmente los de Managua y centros urbanos importantes como León”.
Estos jóvenes habían sido caracterizados como apáticos ya que forman parte de una generación cuyos padres lucharon contra o a favor de la Revolución Sandinista.
“Han permanecido alejados de la política convencional, sienten una enorme distancia de las instituciones públicas, los políticos, los partidos y las prácticas políticas convencionales porque las relacionan con el pasado. En las encuestas de opinión generalmente se declaran no interesados en la política, pero al profundizar en sus respuestas reconocen que sí les interesa, que apoyan causas sociales pero que no tienen confianza ni credibilidad en los políticos tradicionales. Eso los ha llevado a mantenerse distanciados de la política convencional.
Que tengan miedo los que han tratado a los barrios populares y a los abstencionistas de todo el continente de no estar ni ahí, de ser indiferentes, de no importarse.
Lo que no se importan son las malditas pugnas izquierda-derecha, que tiemblen todos. Es un pueblo que habla y que nos enseña. Que tiemblen los de arriba y las burocracias partidarias.
Cuándo caían los gobiernos de derecha, les gustó? Por que eran de derechas.
A nosotros porque caían los gobiernos, sin importar el color, pues abre la posibilidad de los autogobiernos locales como fue la semilla de las asambleas vecinales argentinas.
Arriba el pueblo nicaragüense, y aún faltan los campesinos, los indígenas y afros… o sea, falta lo que falta.



La apática generación post-revolución sale a las calles de Nicaragua y hace tambalear al gobierno de Daniel Ortega
La más dura protesta contra el líder sandinista desde que regresó al poder hace 11 años es liderada por estudiantes universitarios que ponen al descubierto todas las inconformidades sociales
Por Matilde Córdoba 22 de abril de 2018
desde Managua, Nicaragua

Empezaron protestando unos 30, en su mayoría estudiantes. Gritaban consignas y detenían el tráfico. Habían llegado luego de leer una convocatoria en las redes sociales. Media hora después eran 100. Los 100 fueron reprimidos: garrotazos, patadas, ofensas y robo. Esa misma noche se unieron más a la protesta, ¿habrán sido unos 500 en toda la capital? Al día siguiente centenares salieron en al menos cuatro ciudades del país. Esa misma tarde se multiplicaron. Ya eran miles, miles que estaban siendo reprimidos. Este domingo, el quinto día de protestas, ya no se sabe cuántos son porque están en cada barrio. ¿Quiénes son esos que están haciendo tambalear el gobierno de Daniel Ortega después de 11 años en el poder?

La socióloga Elvira Cuadra sostiene que los protestantes contra las reformas a la seguridad social que hoy cumplen cinco días en las calles de Nicaragua son principalmente jóvenes. “Pertenecen a las generaciones que podríamos llamar ‘post-revolución’, pues nacieron a finales de los 80, los 90 y primeros años del 2000. Es decir, tienen entre los 16 y 35 años. Muchos de ellos son estudiantes universitarios, especialmente los de Managua y centros urbanos importantes como León”.

Estos jóvenes habían sido caracterizados como apáticos ya que forman parte de una generación cuyos padres lucharon contra o a favor de la Revolución Sandinista.

“Han permanecido alejados de la política convencional, sienten una enorme distancia de las instituciones públicas, los políticos, los partidos y las prácticas políticas convencionales porque las relacionan con el pasado. En las encuestas de opinión generalmente se declaran no interesados en la política, pero al profundizar en sus respuestas reconocen que sí les interesa, que apoyan causas sociales pero que no tienen confianza ni credibilidad en los políticos tradicionales. Eso los ha llevado a mantenerse distanciados de la política convencional y más apegados a la familia y las congregaciones religiosas”, explica Cuadra.

La tarde del miércoles 18 de abril empezaron a protestar en una vía comercial de Managua, la capital de Nicaragua, por las reformas al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) anunciadas dos días antes por el Gobierno, que buscan evitar la quiebra de esta entidad y obligan a los jubilados a aportar el 5% de sus pensiones, aumentan la cuota patronal y la que los trabajadores aportan mensualmente. Esa misma tarde empezaron a ser reprimidos primero por fuerzas de choque y luego por policías. Tras la represión se unieron más y hasta el quinto día de protestan se registran más de 10 muertos, entre ellos un policía.

La periodista e investigadora Sofía Montenegro advierte que “lo del INSS toca directamente a cada uno de sus hogares y afecta a tres generaciones: sus abuelos, sus padres y ellos que son directamente dependientes, no tienen acceso al mercado laboral o ingresos propios y están excluidos políticamente de participar o tener representación de sus intereses”.

“Empezó por una razón social”, relata Belén, una estudiante que este sábado se encontraba en la catedral de Managua, donde los estudiantes se han unido para recopilar víveres y demás productos que necesitan los heridos. “Pero ahora son muchas más cosas: ellos hacen lo que quieren con la Constitución, no nos dejan expresarnos y protestar, ahora la lucha es por la paz, han muerto muchos estudiantes, ¡los han matado! No andamos peleando por partidos políticos, no somos de derecha ni de izquierda. Nos identificamos con el nombre de nuestra universidad”, dice.

Hacen lo que quieren con la Constitución, no nos dejan expresarnos y protestar, ahora la lucha es por la paz, han muerto muchos estudiantes, ¡los han matado!
(REUTERS)
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María Gómez se unió a las protestas antes. “Me uní a las marchas desde que inició la protesta de los estudiantes de la UCA contra la negligencia del gobierno ante el incendio de la Reserva Biológica Indio Maíz, desde ese momento hemos realizado grupos y asistido a las recientes. Esto lo he hecho porque quiero un país diferente donde las autoridades protejan nuestro patrimonio y no a una familia. No quiero heredar a mi hijo un país negligente, corrupto y violento”.

“No tenemos líderes políticos, tratamos de organizarnos solos porque no queremos estar vinculados a los políticos corruptos del país, además porque sentimos que ninguno tiene la capacidad ni la dignidad de representarnos”, prosigue Gómez.

No quiero heredar a mi hijo un país negligente, corrupto y violento
El motivo del levantamiento ya no es solamente uno. Los jóvenes no tienen líderes visibles y se convocan a través de las redes sociales y sus redes de amigos.

“En realidad es el acumulado de muchos descontentos que encontró cauce de salida en las reformas de la seguridad social. Un punto bien interesante aquí es la motivación. Hay que recordar que antes de esto, la única causa que movilizó jóvenes en el país fue el caso OcupaINSS, en esa oportunidad y ahora las figuras más vulnerables que aparentemente han movido la sensibilidad de los jóvenes son los ancianos, una representación de sus abuelos. La otra causa que los movió fue el medioambiente en el caso del incendio de Indio Maíz.”, analiza Elvira Cuadra.

(REUTERS)
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En el segundo día de protestas los estudiantes de las universidades públicas empezaron a expresar su inconformidad por las reformas y por la represión. La Policía Nacional desplegó a sus fuerzas antidisturbios y el resultado fue dos muertos. Uno de ellos era un joven que no participaba de las protestas, transitaba por una de las universidades y fue baleado por los agentes. Los estudiantes lo auxiliaron y trasladaron al hospital.

A medida que ha arreciado la represión, más se han sumado. Estudiantes de medicina se han unido en brigadas para ayudar a los heridos y prestarles primeros auxilios y otros se han organizado en grupos para recolectar lo necesario. Entre estos últimos está una estudiante de la Universidad Politécnica de Nicaragua (Upoli) que habló con Infobae con la condición de no dar su identidad. “Nosotros no estamos en contra de nadie, andamos moviéndonos para ayudar a los heridos”, cuenta.

Sofía Montenegro realizó el estudio “Masculinidad hegemónica en los jóvenes posrevolución”. “Según mi investigación, rechazaban la política y han tenido un rechazo a lo público. Sus expectativas están ubicadas en la autorrealización personal: carrera, consumo y bienestar. Parece que han llegado a la conclusión de que si no hay un cambio en el país todo eso no es posible”, explica.

Durante el tercer día de protestas, justo al mediodía, cuando ya los muertos sumaban cinco, entre ellos un estudiante de secundaria de 15 años, empleados de empresas privadas salieron a las calles a protestar. Un grupo de 20 fue creciendo hasta convertirse en miles en la principal arteria de Managua. Ya no eran estudiantes, sino trabajadores.

Al caer la tarde de ese día algunos estudiantes quemaron las llamadas arbolatas, unas estructuras gigantes de hierro en forma de árboles que el gobierno denomina “árboles de la vida”, símbolo del poder de la vicepresidenta Rosario Murillo, esposa del presidente Daniel Ortega.

En la noche de ese día el Ejército salió a las calles en dos ciudades: Managua y Estelí.

Ayer, tras cuatro días de protestas y más de 10 muertos, por primera vez desde que iniciaron las manifestaciones, el presidente Daniel Ortega salió en cadena de televisión flanqueado por los jefes del Ejército y la Policía. Habló de la guerra de los 80, de la paz y de la manipulación. No dijo una palabra sobre los muertos.

“Esto que está aconteciendo en nuestro país no tiene nombre”, dijo. “Yo entiendo que grupos de estudiantes movilizados ni siquiera conocen cuál partido promueve esto. Pero con una buena manipulación de las redes sociales, claro, los estudiantes creen que se está haciendo mal con esta ley (reforma al INSS) y salen a protestar”, agregó.

Su discurso no apaciguó los ánimos. Mientras entierran a dos de los muertos esta mañana de domingo, los demás siguen en las calles. Y la represión continúa.