Hacia la autonomía. Una apuesta por la vida: ética y estética en formas colectivo-solidarias

El artículo se inscribe en una investigación etnográfica realizada en Argentina con organizaciones orientadas por la autonomía como proyecto. Desde el marco conceptual del análisis institucional y las economías comunitarias, presenta una metodología que permite analizar prácticas, discursos y significados en tres experiencias autogestionarias. Analiza los modos que asumen el trabajo, la propiedad y la subjetividad en estas experiencias y concluye que: 1) su quehacer funda una propuesta ética y estética ligada al sostenimiento y disfrute de la vida y 2) sus formas de producir la existencia interpelan los sentidos del capitalismo actual.



Una apuesta por la vida: ética y estética en formas colectivo-solidarias*

Ana Inés Heras** , Amalia Miano*** y María Alejandra Pagotto****

Resumen
El artículo se inscribe en una investigación etnográfica realizada en Argentina con organizaciones orientadas por la autonomía como proyecto. Desde el marco conceptual del análisis institucional y las economías comunitarias, presenta una metodología que permite analizar prácticas, discursos y significados en tres experiencias autogestionarias. Analiza los modos que asumen el trabajo, la propiedad y la subjetividad en estas experiencias y concluye que: 1) su quehacer funda una propuesta ética y estética ligada al sostenimiento y disfrute de la vida y 2) sus formas de producir la existencia interpelan los sentidos del capitalismo actual.

*El análisis reportado en este artículo se inscribe en el programa de investigación “Aprendizaje de y en autogestión. La autonomía como proyecto” (iniciado en el 2008 y actualmente en curso), cuyo objetivo es el estudio de los aprendizajes generados en colectivos auto-gestionados y social-solidarios. El programa es financiado a través de MINCyT, Conicet y ANPCyT y el Instituto para la Inclusión Social y el Desarrollo Humano, y abarca distintas experiencias de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires, la Provincia de Santa Fe y Corrientes (Argentina).
** Investigadora independiente, Conicet (Argentina), Cedesi-Universidad Nacional de San Martín. Preside el Instituto para la Inclusión Social y el Desarrollo Humano (Argentina). Miembro de Community Economies Research Network (CERN) y de Community Economies Collective (CEC). Doctora y Magíster en Educación. E-mail: herasmonnersans@gmail.com

*** Investigadora Cat. Asistente, Conicet (Argentina), Cedesi-Universidad Nacional de San Martín e Instituto para la Inclusión Social y el Desarrollo Humano. Doctora en Ciencias Sociales y Magíster en Antropología Social. E-mail: mariamaly@hotmail.com
****Profesora e investigadora del Instituto Gino Germani, Universidad de Buenos Aires (Argentina) y Miembro del Instituto para la Inclusión Social y el Desarrollo Humano. Licenciada en Sociología. E-mail: alejandrapagotto@gmail.com

Introducción: el anhelo de la horizontalidad distribuida
La consolidación del poder capitalístico y capitalocéntrico1 a lo largo del siglo XX fue analizada por distintos autores, quienes identificaron que el capitalismo generó la ilusión de ser un sistema inmejorablemente racional, productor de una ficción de punto de llegada definitivo, efecto de sentido que continúa sosteniéndose aún hoy (Castoriadis, 2002; Deleuze y Guattari, 1987 [1980], 1995 [1972]; Lazzarato, 2006). Esta suerte de profecía autocumplida se vio reforzada por el boom de la publicidad y la comunicación de masas a través de una variedad de dispositivos de fuerte poder sinestésico.

Aun cuando parezcan potenciar lo múltiple, estos regímenes semióticos tienen un repertorio restringido y sus estatutos de verdad sustentan una potencia asociada con el dominio de carácter conquistador; con la captura del deseo en la acumulación de objetos, dinero, plástico, títulos académicos, y con la centralidad de la ecuación costo-beneficio para legitimar conductas de explotación y extracción sin límites.

Sin embargo, la dimensión deseante no es totalmente controlada ni controlable: nuestras redes de sentido, sostenidas en significaciones lábiles, más o menos abiertas, magmáticas (Castoriadis, 2007), alojan producción de novedad en nuestras experiencias cotidianas: allí podemos habilitar procesos de agenciamiento y subjetivación que producen cuestionamientos al poder capitalocéntrico capitalístico.

El trabajo presentado aquí se enmarca en un programa de investigación que iniciamos en el 2008 a través de una investigación etnográfica y sociolingüística colaborativa con colectivos social-solidarios autogestionados que interpelan núcleos de sentido de la sociedad actual. Nuestro trabajo se inscribe en el convencimiento de que es importante identificar y comprender estas experiencias interrogándolas a través del sentido de la autonomía como proyecto(Castoriadis, 1997), considerando que estas experiencias no pretenden autoerigirse como punto de llegada ni inscribirse como parte de alguna totalidad predefinida, sino que se reconocen en la lógica dinámica de sus capacidades de percepción, enunciación y acción instituyente (Lourau, 1979). Confluyen en un anhelo de construcción horizontal (Heras, 2016).

Reconociendo así que la posibilidad de innovación se aloja en el quehacer de los grupos y sus capacidades instituyentes, en este trabajo analizamos el quehacer de una red de cooperativas de trabajo —Movimiento de Trabajadores Autogestionados de Rosario (MTA)—, una escuela autogestionada —Centro Educativo Isauro Arancibia (CEIA)— y un circuito cultural autoconvocado —Circuito Cultural Marcos—. El MTA es un colectivo creado en el 2014 para compartir saberes y experiencias, brindar herramientas y superar obstáculos en cada cooperativa. En el momento de este análisis nucleaba ocho cooperativas: un lavadero industrial, dos almacenes naturistas, un delivery y restaurante vegetariano, un emprendimiento que produce cerveza artesanal, otro que produce medallones de legumbres, un bar y centro cultural y una cooperativa de contadores. Sus integrantes lo ven como un espacio de participación autoorganizado donde “hay otra forma de organizarse, de trabajar… y de cambiar incluso esas formas miles de veces” (trabajador Movimiento Cajonardi, entrevista 28 de agosto del 2015). Previamente, algunas cooperativas participaron del Encuentro Amplio Nacional de Cooperativas Autogestionadas; para lograr un trabajo “más territorial y concreto con las cooperativas de Rosario” decidieron crear el MTA (trabajador Sattva, entrevista 16 de junio del 2015). Al principio, realizaban reuniones para compartir experiencias. A medida que se iban sumando otras cooperativas, pusieron en marcha ferias para vender sus productos, jornadas de video-debate y talleres para brindar formación en distintos aspectos: cuestiones administrativas y productivas, comunicación de la impronta social-solidaria y mecanismos para debatir y generar acuerdos. Por su parte, la segunda experiencia analizada, el CEIA, fue originalmente creado como escuela para adultos en 1998. Está ubicado en la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires y recibe a personas en situación de calle (pernoctan en hoteles, ranchadas2 o en las estaciones de trenes y ómnibus cercanas al Centro). Dos organizaciones (la Asociación Mujeres Meretrices de la Argentina y el Movimiento de Ocupantes e Inquilinos) y una docente solicitaron abrir el CEIA para atender las necesidades de formación y contención de esta población (Heras y Miano, 2017). El CEIA fue generando una pedagogía específica para sus estudiantes que se basa en el respeto y la comprensión de la situación de calle como lógica vital (por ejemplo, las nociones de tiempo y espacio de los estudiantes a partir de prácticas de vida nómades). Además, su enfoque educativo se sustenta en un marco general del derecho a sostener la vida, tomando para ello nociones y posturas teórico-políticas del movimiento de derechos humanos de la Argentina. Los educadores del CEIA (maestros, artistas, médicos, trabajadores sociales y psicólogos) han constituido un dispositivo semanal (Asamblea de los Viernes) donde se toman las decisiones. Asimismo, conforman equipos de trabajo pequeños (por ciclo escolar, por proyecto o por área temática) que sostienen iniciativas educativas debatidas y avaladas por la Asamblea. Por último, la tercera experiencia es la del Circuito Cultural Marcos. Surgió en el 2015 en un barrio de la Ciudad de Buenos Aires a partir de la iniciativa de una asociación cooperadora que realizaba actividades extraescolares de carácter recreativo, educativo y artístico. A medida que las actividades se hicieron frecuentes, se volvió difícil obtener el permiso de las autoridades para el uso del edificio escolar. Así, el grupo de familias pensó en crear un centro cultural pero, a lo largo de los encuentros, a algunos se les ocurrió generar un circuito, ya que existe en el barrio una gran cantidad de grupos y organizaciones. Solamente era cuestión de vincularlos entre sí. Inicialmente se comenzó relacionando a la escuela con una asociación civil del barrio (donde participamos las autoras de este artículo, una de ellas también formaba parte de la Asociación Cooperadora). Pronto se unieron dos bandas de música y un restaurante que se dispuso a prestar su local en horarios en que no estaba abierto al público.

Dos ejes centrales son el propósito de este escrito:

Examinar los instituidos trabajo, propiedad y subjetividad en las tres experiencias recién mencionadas.

Dar cuenta de una metodología que permite producir un análisis de la vida cotidiana a partir de registros en formatos múltiples y apelando a la intersección de disciplinas distintas para su interpretación.

Metodología
Procedimientos
Para nuestro análisis hemos formulado una pregunta general: ¿a través de qué prácticas, discursos y sentidos se visualizan formas diferentes a las instituidas por la lógica capitalocéntrica y capitalística de concebir el trabajo, la propiedad y la subjetividad? Luego procedimos del siguiente modo:

Selección de datos para cada experiencia por su relevancia y consistencia diacrónica, según se ve en la tabla 1.

Formulación de preguntas específicas, a partir de nuestra pregunta general: ¿qué se considera trabajo en estas organizaciones? ¿Cuáles modos de realizarlo constituyen novedad? ¿Qué nociones y prácticas se identifican sobre la propiedad colectiva y qué significados sobre la noción de propiedad pública y privada interpelan? ¿De qué modos se relacionan esas prácticas asociadas con el trabajo y los sentidos sobre la propiedad con un tipo de subjetividad específica en estos colectivos?

Transposición de datos (del registro visual fotográfico a la descripción oral y escrita o del discurso oral y gestual-kinésico audiovisual digital al soporte escrito) y yuxtaposición de datos diferentes de la misma situación (triangular un registro narrativo con fotografías y videos de esa misma situación). La multimedialidad permite realizar análisis de prácticas, discursos y sentidos apelando a la gramática propia del análisis visual, audiovisual e icónico (Barthes, 1993; Gastaminza, 2001) y a otras gramáticas disciplinares (etnografía, sociolingüística de la interacción, filosofía política, economías comunitarias y análisis institucional).

Lecturas del corpus identificando particularidades y a la vez relaciones entre experiencias analizadas de acuerdo con los instituidos trabajo, propiedad y subjetividad.

Identificación de tipos de transacciones y formas mensurables e inconmensurables (tipos de trabajo y formas de compensación; formas de producción, apropiación y distribución del excedente, de la propiedad mueble e inmueble).

Identificación del deseo de crear obra (por ejemplo, productos del trabajo, expresión artística, encuadres de práctica y discurso) y construcciones instituyentes, en cada una de las experiencias y entre éstas.

Producción de un montaje analítico3 para volver a triangular, reinterpretar y escribir lo analizado.

Marcos de interpretación metodológico-teórica
A partir de los procedimientos descriptos en la sección anterior, nuestra metodología incluye la puesta en relación de áreas del conocimiento que consideramos necesarias para interpretar, en cada experiencia, lo que permite hacer visible acerca de los instituidos trabajo, propiedad y subjetividad. Acudimos en primer término a la corriente institucionalista que, siguiendo a Conde Rodrígues4 (2005), trabaja problematizando lo que parece natural. La mayoría de las veces explícitamente, esta corriente se inscribe en movimientos de carácter libertario y por ello otorga a la imaginación un lugar privilegiado. En este artículo, este marco ha permitido poner en foco las cuestiones ligadas a la creación institucional. Esta tradición de pensamiento tiene una historia en Argentina que ubica sus comienzos entre 1960-1970. Sus representantes más emblemáticos se preocuparon por comprender las posibilidades de transformación social en grupos alojados en hospitales, escuelas, fábricas y centros culturales5, y sufrieron persecución política con riesgo de vida, lo cual presentó una situación paradójica: algunos hilos de pensamiento se truncaron o debieron silenciarse públicamente, y muchos otros produjeron redes en otros lugares de Latinoamérica y del mundo, por lo cual se vincularon con otras corrientes.

Así, y de la mano de estas corrientes (porque se articularon explícitamente con éstas), también hemos tomado para nuestros procedimientos de interpretación las orientaciones de la filosofía de la pluralidad y la multiplicidad (Souriau, 2009 [1943]) y la crítica sobre el modo capitalístico de producción subjetiva (sostenidas en el pensamiento de Foucault, Deleuze y Guattari). Este marco de pensamiento nos posiciona, metodológicamente, frente a la identificación y análisis de los modos de producción de subjetividad. En este aspecto seguimos también el trabajo de Fernández (2007) cuando indica la fertilidad de comprender procesos que proceden instalando situacionesde modo tal que en su desarrollo el proceso instituyente grupal es visto como potencia e importa auscultar su ritmo (Saidón, 2011, 2016). En este marco conceptual, las fuerzas en tensión producen cambios de pulso, y, en ese sentido, dislocan los sentidos instituidos, proponiendo otros. Éste es otro de los procedimientos interpretativos que hemos seguido en nuestro análisis: la identificación, descripción e interpretación de lo que se disloca (literalmente, cambia de posicióny, por lo tanto, a nivel interpretativo, observamos que cambia de valencia).

Por último, y congruente con estas perspectivas, nos hemos apoyado también en la línea de investigación de las economías comunitarias y diversas (Cameron, 2007; Gibson y Graham, 2008; Safri, 2015) que identifica, describe y analiza prácticas variadas de generación y sostén de la vida. Procede a partir de una metodología que maximiza el detalle y analiza experiencias contingentes. Entre sus postulados sostiene el poder constitutivo del discurso. En tanto la política es concebida como una lucha por fijar significados y la hegemonía como la capacidad de algunos discursos de proponerse como autoevidentes, las acciones discursivas dislocantes del sentido común del capitalismo serían una forma de contrahegemonía (Gibson y Graham, 2011).

Presentación y análisis de datos
A continuación desarrollamos tres apartados, uno por experiencia para analizar prácticas, sentidos y discursos respecto al trabajo, la propiedad y la subjetividad. Los datos para este análisis y el modo de proceder se han indicado en detalle en la sección anterior y consignado las fuentes en la tabla 1, por lo cual la referencia de su origen está señalada allí.

Movimiento Trabajadores Autogestionados
Más que un trabajo.Cada cooperativa está integrada como máximo por nueve miembros, lo que facilita la gestión de cada grupo en dinámicas asamblearias. Para analizar los sentidos asociados con el trabajo, realizamos una revisión diacrónica de las fuentes de datos interpretando los siguientes significados:

Trabajo es lo productivo (según lo específico de cada cooperativa) y lo vinculado con autogestionar su proyecto (asambleas mensuales, participación en grupos más pequeños para hacerse cargo de aspectos específicos, talleres y jornadas de capacitación, ferias, entre otros).
El tiempo dedicado a lo productivo se decide tomando en cuenta: volumen mínimo de producción mensual esperado, generación de recursos excedentes según las necesidades de cada integrante y el reconocimiento de horas para satisfacer otras necesidades formativas, artísticas y recreativas.
Los miembros tienen inquietudes que pueden requerir de tiempos prolongados sin realizar trabajo productivo y, por lo tanto, habilitan licencias para esos proyectos (por ejemplo, viajes) que, a su vez, se espera contribuyan luego al grupo cooperativo (por ejemplo, por haber obtenido nuevos conocimientos).
Incluyen dentro de la jornada laboral situaciones para consolidar los lazos grupales (desayunos con los compañeros de trabajo, almuerzos compartidos, recreos para fumar en el patioy conversar).
Reconocen que producir en grupo genera también conflictos o tensiones y diseñan momentos específicos regulares para tratarlos.
De lo descrito se observa que el trabajo aparece ligado por igual al cuerpo, a las cabezas (conciencias) y a las emociones (afectos), ya que se piensa en el proyecto (crear, idear, debatir, intercambiar) y se aporta energía emocional para sostener los vínculos (encontrarse para conversar sobre los conflictos o generar espacios de encuentro afectivo para reconocerse). Estos aspectos definen el trabajo autogestivo.

Algunos grupos decidieron implementar cambios para un trabajo saludable,esto lo diferencia del trabajo alienado y explotado, según sus propias definiciones,yrequiere de confianza entre los integrantes. El índice de salud se refiere a:

Sostener turnos de trabajo de no más de seis horas.
Socializar en espacios compartidos durante la jornada.
Contemplar que si alguien no se siente bien física o mentalmente no asista al trabajo.
Reflexionar sobre los espacios laborales y mejorarlos.
Rotar los diferentes puestos (para que nadie se vuelva imprescindible, que todos sepan hacer todo y que al conocer esa diversidad, estén posicionados para poder tomar decisiones relevantes en los grupos).
Hemos identificado el uso del término complementariedad en los siguientes sentidos distintos pero vinculados entre sí: el trabajo permite complementar aspectos de la vida de los integrantes (políticos, personales, formativos); se busca que haya una complementación entre los integrantes cuando trabajan en lo productivo y la gestión; la complementariedad permite la posibilidad de que, en el transcurrir, cada uno vaya encontrando su rol específico: “Hay uno que le sale hacer bien los pedidos, a otro le sale bien acomodar tal sector, a otro le sale ir a buscar productos por ahí, y bueno, la idea un poco es esa, que cada uno vaya encontrando e ir sumando” (trabajador de Inlakech, entrevista 15 de junio del 2015). También se va configurando una afinidad por la cual se decide a quiénes comprar la materia prima para producir, se discute también a quién vender los productos, se definen precios de venta diferenciales, en síntesis, se conforma un movimiento con otros valores, criterios y orientaciones del hacer.

En la mayoría de las cooperativas hay un reparto igualitario de los excedentes en función de la cantidad de horas trabajadas por cada integrante, lo que a veces genera tensiones en ciertos grupos porque sus miembros tienen diferentes niveles de productividad. La propia modalidad de autogestión provee los dispositivos para exponer los conflictos y tender a su tramitación grupal.

Dueños de nada, dueños de todo.La noción de propiedad colectiva:

[…] es el bien común y cuando uno entra pasa a ser partícipe de una comunidad que tiene cosas, y que produce cosas, pero que cuando vos dejás de ser partícipe, dejás de tener esa propiedad, no es que sos propietario de una porción de la maquinaria o de las cosas… Cada uno viene objetivando su trabajo de esa manera y aportando a una comunidad, a un bien común, o al menos esa fue la teoría desde la que partimos y después se fue dando así y a todos les pareció siempre bien. […] nunca fuiste propietario de nada y cuando te vas tampoco sos propietario de nada. (Trabajador de Prana, 6 de mayo del 2015)

Ser dueño de nada se define en función de la participación en el colectivo como trabajador: si se forma parte de éste y se aporta trabajo, todo es de todos.Un análisis de los registros permite identificar que existen distintos tipos de bienes en las cooperativas: equipamiento, máquinas y muebles; otros recursos intangibles (conocimientos, contactos, capacidades artísticas, entre otros); y un local (en el caso de una cooperativa) cedido por dos de las socias a su grupo. Las prácticas y sentidos que se vinculan con el uso de estos bienes se orientan hacia su puesta a disposición o socialización en beneficio de la propia cooperativa o del movimiento. La ponderación del valor de uso de los bienes en la participación del colectivo no se aplica solamente a los objetos tangibles (máquinas, instrumental, locales, dinero, credenciales profesionales a disposición del colectivo), sino también a otros elementos inconmensurables (saberes, aprendizajes, dispositivos, formas de solucionar problemas). A su vez, hay prácticas concretas para poner en circulacióndichos bienes: generar espacios donde compartir saberes y aprendizajes con otros (grupos y cooperativas afines al MTA y participación en diferentes eventos o convocatorias como ferias de productos y asambleas en tomas de locales).

Yo soy otro tú. Considerando los apartados anteriores nos preguntamos sobre las relaciones entre estas prácticas y la subjetividad específica que las sostiene. Una de las frases de cabecera de uno de los grupos, “yo soy otro tú”, nos permite indagar sobre la referencia a lo que hace cada uno teniendo al colectivo como horizonte (imagen 1).

Imagen 1. Cartel del local In Lackech
Fuente: David Burin.

Interpretamos este enunciado en dos sentidos: “yo” puede intercambiarse por “tú” y refiere a la paridad, a los fines de la toma de decisiones y de la proyección imaginativa que requiere participar en estos proyectos. Si bien “yo y tú” aparecen como intercambiables, cada uno es reconocido en sus diferencias e intereses, como vimos con respecto al análisis de lo que consideran trabajo. Eso implica que el proyecto colectivo se produce por poner a disposición diferencialidades comprometidas la una con la otra (mutualidad). “Entender al otro es el principal mecanismo para que la cosa funcione” (trabajadora Pronoar, entrevista 29 de agosto del 2015), y ese es el desafío.

Esta construcción de subjetividad permite materializar una autoridad colectiva que produce la norma grupal. Interpretamos que estos grupos apelan a lo que Castoriadis (1997) denomina deliberación y reflexión, características que permitirían afirmar que estos procesos constituyen democracias directas basadas en que cada miembro es un par con respecto a la construcción de normas y que el colectivo se constituye a partir de aportes mutuos. Lo anterior supone un equilibrio frágil entre igualdad y diferencia que puede aportar algo distinto y construir la complementación mutua constituyéndose en una ética desde la cual pensar las relaciones, los proyectos, la forma de organizar el trabajo, de concebir la propiedad, de relacionarse con otros grupos. Y también de comunicar este tipo de posición a la sociedad, ya que estos grupos, al conformarse como un movimiento, generan un proceso permanente de enunciación colectiva. Lo que da sustento a la subjetividad es el anhelo de disfrute colectivo y social.

Como partimos de suponer que estos grupos plantean prácticas, discursos y sentidos que remiten a otras formas de trabajar, concebir la propiedad y crear subjetividad, analizamos sus formas de nombrar y describir esos otros sentidos. A continuación realizaremos un análisis de éstos a través de carteles del MTA.

Se nos ocurrió en la práctica misma. El MTA acompaña sus actividades con carteles, objetos móviles puestos en locales, veredas, ferias de venta de productos, actividades recreativas y artístico-culturales. Son pizarrones-libros donde se escribe con tizas, se borra y se vuelven a usar. Su estética se caracteriza por el uso de colores que acompañan la puntuación y el sentido de las frases, con predominio del dibujo iconográfico. Las tipografías remiten a una estética de producción artesanal que se distingue de la serialización y la informatización.

Imagen 2. Pizarrón del local In Lackech I
Fuente: David Burin

Este pizarrón (imagen 2) está ubicado en uno de los almacenes cooperativos y contiene tres unidades de enunciación6. La primera constituye un cuestionamiento de las relaciones de producción capitalistas. A la vez es propositiva: sin patrón se puede producir desde una lógica colectiva, atravesada por dificultades propias del ejercicio del poder en horizontalidad. La segunda es una unidad descriptiva y afirmativa: alude a la vez a la belleza y dificultad del trabajo en equipo. Prima la amistad cooperativa (los grupos del MTA); el uso del vocablo camino remite a pasos de un proceso y se desenvuelve con inspiración. La tercera unidad es descriptiva: se nombra a las cooperativas. Interpretamos que debe ligarse con el enunciado anterior: resalta que la inspiración es propia de la interrelación con otros. En la fotografía siguiente (imagen 3) la escritura informal de la pregunta evidencia el uso libre de la lengua en conexión con los elementos gráficos, rasgos de la comunicación cotidiana.

Tres bloques de frases responden a la pregunta. Autodenominarse la última generación que vivió una experiencia de disfrute de la calle es inaugurarse como la generación que puede volver a valorar el vínculo entre diversas generaciones (los abuelosy los jóvenes). Este enunciado estima aspectos de la cultura urbana barrial argentina cuando los umbrales de las casas eran improvisados bancos para compartir mates, juegos infantiles y charlas. Desde ese umbral material y simbólico (por separar el mundo privado del espacio público, la vereda) se construían vínculos sociales. Inferimos que el MTA se considera como un eslabón entre prácticas del pasado y la actualidad.

El barrio es una noción que se construye en forma compartidaa través del afecto (dos corazones lo acompañan gráficamente). En la tablilla que une las patas de la pizarra hay un garabato verde, tan cerca del suelo que parece la representación gráfica de referencia del aire libre, lo orgánico, la naturaleza y la productividad de la tierra. Como ya analizamos en secciones anteriores, las organizaciones del MTA tienen una valorización de la vida saludable y de la naturaleza.

Imagen 3. Pizarrón del local In Lackech II
Fuente: David Burin

Desde el llano. Daremos cuenta aquí de neologismos que permiten, por un lado, nombrar y dar entidad a prácticas que por su singularidad requieren de nuevos términos y, por otro, describen detalles específicos de estos grupos. Para comprender el sentido de estos neologismos se requiere de un código compartido cuyo saber es propiedad colectiva. Tomaremos datos de dos de las cooperativas.

Algunos de los actuales integrantes de la cooperativa Movimiento Cajonardi iniciaron vendiendo verduras en cajones de madera a los que agregaban carteles dibujados a mano para difundir actividades que ellos apoyaban (carnavales populares), o para anunciar pensamientos vinculados al disfrute y la alegría. El neologismo cajonardi proviene así de esa práctica de reparto en cajones personalizados, en la misma línea estética de los pizarrones.

A su vez, la cerveza que produce esta cooperativa se llama “Del Llano” y esto, en palabras de sus integrantes, refiere a la horizontalidad, al abajo y a la posibilidad de ver un horizonte como construcción política. Prana, otra de las cooperativas, crea neologismos para nombrar sus prácticas construyendo así una comunidad de sentido:

Mensajes pránicos, enviados a todos los integrantes para informar de cuestiones operativas urgentes; los envía siempre la misma persona y finalizan con el nombre del integrante que tiene que responder a ese requerimiento (el pránico permite a todos estar informados pero apela a que alguno responda concretamente a lo que se está solicitando).
Neologismos que introducen el humor dislocador del sentido (uso irónico de formas empresariales con términos en inglés) para identificar tipos de reuniones: de luxe (mensuales, en las cuales trabajan sobre la proyección de las ventas, los ingresos, las inversiones y el lanzamiento de nuevos productos) y special (periódicas, en las que trabajan aspectos vinculares que afectan las relaciones).
El análisis nos permite constatar que en la singularidad del MTA se presenta una lucha por la reapropiación creativa de los medios de producción y de expresión política, por los procesos de valorización y por la producción de subjetividad. Podemos observar una relación con la producción, la naturaleza, el lazo social, el cuerpo, la alimentación, el festejo, el espacio público, los objetos, las emociones, el pasado, el presente y el futuro, que instalando situaciones,crea obra ética y estética. Interpretamos que deliberadamente construyen una experiencia que tiende a verse a sí misma como espacio divergente.

Centro Educativo Isauro Arancibia (CEIA)
A continuación presentamos nuestro análisis sobre los sentidos que los educadores dan a la formación para el trabajo, y a cómo ésta se vincula con la propiedad y la subjetividad.

Trabajo y laburo.A diferencia de las cooperativas que integran el MTA, el eje central del CEIA es la educación primaria. Además, fue consolidando otras propuestas para los estudiantes y sus familias: un jardín maternal, talleres artísticos y culturales, espacios de formación laboral para mayores de 16 años, espacios de formación en salud integral, grupos de apoyo a estudiantes mujeres (maternidad, sexualidad, violencia de género), espacios de formación político-ciudadana. La matrícula ha aumentado de forma sostenida año tras año. En la actualidad, asisten 180 alumnos adolescentes y jóvenes adultos, y 50 niñas/os.

Durante tres años documentamos colaborativamente con los educadores su espacio de Asamblea, a partir de esto identificamos debates respecto a la orientación que se le debería dar a la formación para el trabajo y su relación con la construcción de subjetividad. Observamos así dos corrientes de opinión entre los docentes7. Por un lado, quienes sostenían que era necesario formar a los estudiantes para un tipo de inserción laboral en relación de dependencia (identificada por estos maestros como un trabajo estable y protegido) y, por otro, quienes proponían un tipo de formación articulada con el trabajo autogestivo y solidario, a través de la conformación de cooperativas de trabajo de los estudiantes. Alrededor de esta tensión, se suscitaban a su vez una serie de sentidos vinculados: por ejemplo, qué significa para un joven que vive en situación de calle conseguir un empleo en relación de dependencia, con lo que esto implica respecto a la percibida inclusión social, contar con un salario fijo y relacionarse con otros. Documentamos en las asambleas que varios docentes decían que algunos jóvenes habían accedido a empleos de este tipo que luego no podían sostener, a lo que otros replicaban que esa dificultad tenía que ver con que eran trabajos sumamente alienantes donde los explotaban (notas de observaciones de asambleas del 6/6, 27/6, 4/7, 18/7, 15/8 y 12/9 del 2014).

En el marco de este debate surge la propuesta de hacer un proyecto de catering a través de un financiamiento de cooperación internacional. Este emprendimiento tomó la forma de cooperativa y continúa vigente. Al mismo tiempo, uno de los docentes que tenía contactos con el Ministerio de Trabajo de la Nación, consiguió varios empleos para algunos de los estudiantes a través de subsidios. Así, las dos posiciones diferenciadas y en tensión pusieron en marcha propuestas. A lo largo del tiempo se conformaron otros proyectos productivos cooperativos. Con el transcurso del tiempo, observamos que los estudiantes no pudieron sostener ninguno de los empleos subsidiados pero sí los emprendimientos en cooperación.

Desde la perspectiva de los estudiantes, existe una noción denominada laburo que implica obtener algo a cambio sin violencia, según sus códigos (vender estampitas u otros objetos en la vía pública, pedir e inclusive arrebatar).La diferencian de otras prácticas denominadas robo, afano y choreo —según su sociolecto—, que incluyen pegar o usar objetos para lastimar y obtener lo que se busca, y que son consideradas violentas por parte de los estudiantes. En este contexto específico, trabajo, de acuerdo con la perspectiva de los docentes, es lo que permite sostener una actividad productiva para que los jóvenes accedan a recursos monetarios y se inserten en pautas de vida no reñidas con la ley, y se contrapone a la noción que tienen los estudiantes de laburo (aunque en castellano rioplatense y en otros estratos sociales laburo y trabajo son sinónimos y no incluyen prácticas reñidas con la ley).

De esta manera, el trabajo se piensa por parte de los educadores, por un lado, como una de las estrategias educativas vinculadas al acceso a recursos por parte de sus estudiantes. Por otro lado, los docentes están enseñándoles a los estudiantes más que un oficio, normas de comportamiento o pautas de convivencia; también les están señalando cuándo están transgrediendo la ley y cuándo un trabajo no resulta digno para ellos (porque está mal remunerado, es repetitivo o alienante).

Propiedad, disponibilidad, recursos. Para profundizar nuestro análisis sobre las prácticas y sentidos vinculados a la propiedad hemos analizado fotografías y videograbaciones de la reinauguración del edificio del CEIA (9 de septiembre del 2016) (imágenes 4 y 5). Luego de una inversión de 14 millones de pesos, el Gobierno de la ciudad anunció que demolería el edificio porque cambiaría la traza urbana de esa parte de la ciudad. La intervención callejera tuvo un doble objetivo: celebrar la prolongada lucha (2011-2016) por mejoras en la edificación y alertar a la sociedad sobre el anuncio de la demolición. Este acontecimiento contó con el apoyo de otras organizaciones vecinas geográfica e ideológicamente. En el registro audiovisual se observa la llegada de las personas al evento. Se ve a algunos participantes atando prendas de ropa, de forma que logran rodear el edificio de la escuela, a modo de abrazo (imagen 6).

Imagen 4. Abrazo en la reinauguración del Centro Educativo Isauro Arancibia
Fuente: Silvia Corral

Imagen 5. Reinauguración Centro Educativo Isauro Arancibia
Fuente: Silvia Corral

Se crea así una intervención con función simbólica: representa cuerpos de quienes están y no están. Este tipo de expresión es una práctica de los organismos de derechos humanos en Argentina (uso de siluetas para visibilizar los asesinatos). Las prendas de ropa unen la memoria histórica (lucha por los derechos humanos) con una noción de presencia de cuerpos entrelazados que aquí simbolizan comunidad y otorgan visibilidad a cuerpos ausentes. En otros momentos en el CEIA se habían usado estos tipos de intervenciones para recordar que en los contextos de vida habituales de sus estudiantes es frecuente ausentarse de la escuela por distintas razones —por situaciones de vida precarias y/o persecución por parte de la policía— (registros de abril a junio del 2014 y mayo del 2016).

Durante la jornada hubo intervenciones artísticas. También se realizó un acto escolar con características convencionales: presencia de la bandera argentina y de otros países de los estudiantes, entonación del himno nacional, palabras de la directora, los estudiantes y otras personalidades (por ejemplo, el premio nobel de la paz, Pérez Esquivel, quien ese día dijo que “El Isauro es un centro de vida para los jóvenes y debe respetarse”). En este acto los estudiantes tuvieron un rol protagónico, tanto al tomar la palabra en los micrófonos como al realizar visitas guiadas al edificio para el público que asistió.

El registro visual permite ver y oír la confluencia de dos aspectos de esta jornada: celebrar (la existencia del Centro, el edificio, la presencia de amigos y vecinos) y protestar (advertir acerca de la amenaza de derribar el edificio). Se ve una gran cantidad de estudiantes y docentes del CEIA con una pechera donde se lee “Isauro Arancibia, amor, tiza y libertad”. Estas palabras sintetizan tres funciones: contención y sostén emocional de los jóvenes (amor), enseñar y aprender (tiza) y finalmente educar para la libertad. El propósito final del Centro es que los estudiantes reflexionen y decidan sobre sus vidas. La acción político-cultural que analizamos pone el eje de la discusión en la necesidad de respeto por la dignidad de las vidas de los jóvenes, atravesados por la violencia social e institucional. Frente a la amenaza de demolición, la comunidad del Centro, los amigos y vecinos confrontan con una pasión alegre: celebran la remodelación de su edificio, de su lugar. Para concluir, presentamos las palabras que leyó una joven a través de la siguiente fotografía (imagen 7):

Imagen 6. Fachada del Centro Educativo Isauro Arancibia
Fuente: Silvia Corral

Inferimos de sus enunciados una posición de potencia ligada al aprender “de todo un poco”. Parte de un yo enunciativo y se fusiona en un nosotros que emerge y se manifiesta en lucha contra quienes quieren derrumbar el edificio, que no es solamente una pérdida material, sino que es vivido como un dejar sin eso que es lo importante: “Todo lo que necesitamos realmente”. Ese “realmente” marca de autorreflexión en disputa con los intereses del poder, califica además las necesidades, que van desde la satisfacción material hasta el reconocimiento subjetivo mediante el amor y la comprensión.

Circuito Cultural Marcos (CCM)
Un mapa de múltiples nodos (imagen 8).A partir de algunas primeras experiencias, vinculadas con actividades artísticas, se expandió la noticia de que existía la iniciativa autoorganizada Circuito Cultural Marcos8 en Colegiales. Comenzó con dos nodos y durante el 2015 se incorporaron doce más; actualmente tiene veinte nodos estables y algunos que se suman a medida que se realizan actividades, sea ocasionalmente para dicha actividad o agregándose a las reuniones mensuales operativas del Circuito. Nodo fue el término que se le dio a cada punto que se incluía, sin importar si se trataba de una organización, grupo o persona, ya que el requisito para participar es ofrecer recursos (conocimientos, trabajo voluntario, locales, andamiaje institucional, entre otros).

A finales del 2015 nació la idea de formar una mesa para tomar decisiones, situación que se consolidó en el 2016, y se mantuvo con una reunión mensual. A partir de estas reuniones se incorporaron nuevos nodos, de forma que en diciembre del 2016 hay 4 tipos diferentes de nodos participantes: asociaciones cooperadoras de 4 escuelas públicas, 1 asociación civil, 3 bandas de música, 3 medios de comunicación barrial y 9 espacios artístico-educativos del barrio. Éstos son representados por una o más personas en cada una de las reuniones de mesa, y por otros participantes de cada nodo durante las actividades, que llegan a congregar (las más masivas) alrededor de 250 a 300 personas.

Imagen 7. Manuscrito estudiante Centro Educativo (captura de pantalla).
Fuente: Fernando Antonietta.

De este modo, y a partir del ejercicio continuo de reunirse sistemáticamente para planificar actividades, luego realizarlas y reflexionar sobre éstas, también se fueron explicitando en las reuniones algunas reglas implícitas, con dos propósitos, según surge del relevamiento de las minutas de cada reunión: 1) explicar cómo funciona el Circuito a quienes quieran incorporarse, 2) entender de qué modo se toman las decisiones y qué implica ser un nodo.

Imagen 8. Mapa de los nodos del Circuito Cultural Marcos
Fuente: Fernando Antonietta.

“Cada uno un cachito”. La revisión de materiales gráficos, minutas de las reuniones y fotografías tomadas en distintos eventos organizados por el Circuito durante el 2015 y el 2016 nos permitió identificar y analizar los sentidos, prácticas y discursos asociados con qué significa participar en el Circuito, que en algunos momentos se define como trabajo voluntario,en otros como ponerle el cuerpo e inclusive ponerle el lomo (expresión coloquial que significa estar presente y esforzarse mucho). Comprometerse con las actividades y estar dispuestos a ofrecer recursos al resto tiene implícito que algo de eso volverá a cada uno/a de los participantes de formas impredecibles.

El trabajo que se ofrece al Circuito se realiza sin remuneración monetaria porque su sentido se concibe como “tener algo para ofrecer, para hacer proyectos en común”. Esta situación, sin embargo, fue revisada en dos momentos de planificación de actividades masivas, ya que al invitar a participar a artistas u otros (por ejemplo, sonidistas) que no son miembros estables del Circuito, se generaba la discusión acerca de si estos tendrían o no que ser remunerados por su trabajo.

La creación colectiva, cultural y educativa no lucrativa es el rasgo predominante de la noción de trabajo. La acción se realiza a partir del aporte de las partes, tanto en el espacio público como en los locales de los nodos. Este uso del espacio transforma los locales privados en lugares públicos.

Asimismo, la calle se transforma en escenario vivo de una producción artística, lúdica, cultural y educativa. Al igual que en las dos experiencias anteriores, la calle se convierte en espacio privilegiado de sociabilidad, construcción de identidad, enunciación y visibilidad. Cada uno de estos eventos se realiza como obra estética y performática. Tan importante como las actividades que ocurrirán son las acciones de diseño del espacio y el tiempo (dónde ubicar qué actividad, en relación a cuál otra y en qué secuencia). Éstas son acciones estéticas compositivas que precisan tomar en cuenta aspectos técnicos (espacio, tiempo, sonido, color, objetos) y perceptivos (¿qué percibirán los participantes del evento?).

En septiembre del 2016 se realizó un evento en la calle denominado Viví Colegiales, para el cual se redactó colectivamente un volante (“Cada uno un cachito”) en el que se lee: “[…] [el CCM] se consolida como un grupo abierto (acepta nuevos integrantes en cualquier momento), espontáneo (cualquiera puede tener algo para aportar y ganas de hacerlo para participar) y dinámico (todo lo que suma genera evolución)”. Este documento explica que el principio fundamental es “dar y recibir lo que uno ya tiene”; interpretamos así que el Circuito se sostiene por la posibilidad de circulación de actividades así como de propiedades. La participación supone “la paridad y mutualidad para que cada vez más gente pueda acceder a las diversas ofertas culturales”. Se pone en práctica la idea de que el espacio público es de todos/as y que lo privado también puede ponerse a disposición de lo público. Así, pone en funcionamiento los lemas “para tod@s, todo” y “¡pensando y haciendo juntos inventamos cosas mejores!” (volante distribuido en la actividad Viví Colegiales, 25 de septiembre del 2016).

Sostener efectivamente el contacto.Para indagar qué tipo de subjetividad está en marcha en este colectivo analizamos específicamente las minutas de marzo y noviembre (tomando las reuniones de inicio y fin del año). En marzo se debatió qué es el Circuito, qué propósitos tiene y cuáles son sus ejes, y se definió:

Conectarse y realizar actividades juntos tiene un carácter educativo en sí mismo.
El espacio privado también puede ser usado públicamente.
Conectarse entre instituciones y personas del barrio genera alegría y permite crear nuevas ideas que antes no existían.
Conectarse puede permitir extender el territorio más allá de Colegiales pero solamente si hay una posibilidad de sostener efectivamente el contacto. (Minuta mes de marzo 2016)
La circulación, reapropiación, en y del espacio público y barrial, despliega una sociabilidad que enlaza sujetos con inquietudes semejantes desde características plurales, aspecto que se repite en la minuta de noviembre, luego de un año de trabajo: “La heterogeneidad también es una potencia. Y eso se da porque somos distintos. Tenemos que poder pensar desde esta heterogeneidad y tomarla como un atributo del Circuito y como una capacidad, una potencia”.

Se establece como criterio fundamental intercambiar en forma solidaria y a su vez respetando la heterogeneidad: “Como el Circuito es una red que está formada por nodos que son distintos entre sí, en sus intercambios pueden haber diferentes modos de intercambiar”.

Este propósito general de la existencia del Circuito requiere modos de decir el hacer específicos. Se registra la aplicación de un neologismo: coopetencia. La descripción de la idea se explica en la minuta: algunos nodos podrían competir entre sí “por ejemplo, porque ambos son talleres de arte en el barrio y apuntan a los mismos potenciales alumnos pero cuando cooperan entre sí para actividades del Circuito se potencia su capacidad de difundir su tarea a un público muy grande”.

También en la minuta de noviembre se lee que “la ideología del Circuito es pensar sobre la cantidad de interacciones que son posibles de hacer, las cosas que se pueden inventar, las cosas que se pueden crear”. Este acento en la capacidad de acción, invención y creación es característico de las actividades que se fueron realizando desde su fundación, según se evidencia en las minutas del 2016 y en algunos intercambios de correo electrónico del 2015. Lo que se observa de una lectura transversal de estos documentos es que a lo largo de las reuniones se planifican y evalúan las actividades; se ponen a debate temas que surgen de la experiencia concreta, por ejemplo, el uso del dinero (en tanto a veces surge la necesidad de usar dinero para comprar insumos, pagar transportes o pagar seguros exigidos por el Gobierno para realizar actividades), o la forma de trabajar y tomar decisiones; se revisan las reglas de participación; se intercambia sobre aspectos del barrio y de la vida de cada uno de los nodos participantes. A partir de esta lectura podemos aseverar que el hacer del Circuito se encuentra en permanente reelaboración y debate.

El análisis de las minutas de todos los meses nos permite afirmar que las ideas que se plantean para “hacer” se hacen (todas). Pero luego hay una enorme cantidad de ideas que circulan y no son necesariamente “para hacer ya”, sino que son ejercicios de creación e imaginación colectiva. Ponen en cuestión la idea de propiedad, trabajo y subjetividad del “sentido común” del capitalismo: se ofrece más (de lo que se obtiene), se socializa, se integra a personas y nodos que podrían ser vistos como “competidores” (están en el mismo oficio pero, sin embargo, se integran), se hacen ejercicios de imaginación que desbordan la tarea “concreta”. Por falta de espacio no se realiza aquí un análisis de las fotografías con las cuales el grupo registra sus prácticas. Se adjuntan dos que permiten visualizar una estética de festividad y encuentro con otros (imágenes 9 y 10).

Imagen 9. Las mil mesitas. Circuito Cultural Marcos, año 2015
Fuente: Silvia Corral.

Imagen 10. Viví Colegiales. Circuito cultural Marcos, año 2016
Fuente: Silvia Corral.

Discusión y conclusiones: trabajo, propiedad y subjetividad como instituciones interpelables de la sociedad
Congruente con el propósito de este artículo hemos organizado la discusión del análisis presentado en las secciones anteriores en un apartado teórico y otro metodológico para dar cuenta de la propuesta estético-política que presentan estas formas colectivo-solidarias.

Aspectos teóricos
Los marcos del análisis institucional y las economías comunitarias nos han permitido identificar e interpretar dos aspectos distintivos de las experiencias analizadas: la fuerza instituyente y el matiz colectivo en la creación institucional. Por la especificidad de su cometido, cada una de las prácticas nos permite hacer visibles aspectos singulares. En las cooperativas del MTA, dado que su objetivo fundamental es precisamente el trabajo, lo que se pone de relieve es una creación instituyente donde se sostiene un modo de vivir bien, de generar proyectos complementarios para sus socios y de considerar que lo productivo sea una parte de sus vidas cotidianas, otorgando un sentido de salud a estas formas de trabajo, y entendinedo este último en contraposición directa con el trabajo alienado. Las cooperativas inventan dispositivos donde deliberadamente reflexionan sobre sus orientaciones y crean nuevas formas de hacer.

En el CEIA, por su especificidad pedagógico-política, se pone de relieve el eje de la construcción de subjetividad. Los educadores van instituyendo una escuela que permite sostener una actitud de respeto por otras formas de vida (por ejemplo, la situación de calle) a través de una pedagogía crítica y contextualmente situada. La novedad de esta experiencia es concebir la libertad inscrita en un proyecto colectivo (para elegir, participar, educarse, trabajar). Se diferencia así de significaciones imaginarias sociales que sobredimensionan la noción de una individualidad solipsista y narcisista orientada al éxito por competencia con otros. De este modo, su concepción del trabajo y la propiedad se verifica en consonancia con una acción escolar que interviene sobre la construcción subjetiva.

En cuanto al Circuito, su cometido fundamental es el desarrollo de potencias artísticas, culturales y recreativas en un entorno barrial. A través del análisis identificamos que interpela la idea de lo público y lo privado, lo que permite que se puedan visualizar con más claridad las reformulaciones que comúnmente se entienden por propiedad.

En tanto las tres experiencias se construyen por autoiniciativa y se referencian como autoorganizadas y autogestionadas, son sus mismos participantes losque crean formas de tomar decisiones en paridad a través de dispositivos asamblearios que sostienen formas de democracia directa y deliberativa. Es en estos espacios donde se ejerce lo colectivo, como vimos en los análisis presentados, tomando siempre en cuenta la tensión posible (inclusive los desacuerdos) como articuladora de sus procesos, aspecto decididamente novedoso para nuestras sociedades contemporáneas.

El planteamiento de las economías comunitarias nos permitió interpretar nuestros datos poniendo atención a lo que no aparece fácilmente mensurable pero constituye también lo colectivo. Las formas de reconocer lo que se genera en los grupos, hacer circular recursos (ideas, tiempo, locales, productos, sentimientos, propuestas) y hablar sobre ese proyecto común es lo que identificamos en nuestros análisis como particular de estas experiencias. Ratificamos así que se desarrollan en el plano colectivo desde una ontología de la multiplicidad, ya que resignifican una variedad de entidades que están circulando en sus grupos y que se tornan visibles al ponerlas a disposición. En ese sentido, reafirmamos que la metodología que procede a partir del detalle, de la comprensión contextualizada de las prácticas y de su puesta en significación (tanto por parte de los participantes directos como por parte de quienes como nosotros, documentamos y analizamos junto a ellos sus prácticas) es pertinente para entender cómo se sustentan las acciones cotidianas de estos grupos.

Finalmente, tomamos el matiz introducido por Fernández con respecto a la producción subjetiva cuando comenta que uno de los legados de la gran movilización9 del 2001-2002 en Argentina ha sido poner de relieve nuevas formas de hacer política. Indica que son construcciones “que en muchos casos rechazan y resisten fundar institución. Más bien, instalan situaciones. […]. [Son] experiencias locales, no universales, que producen fuertes cruces entre política y subjetividad” (Fernández, 2007: 49).

Tomadas en su conjunto, estas tres experiencias nos permiten visualizar cuestiones más amplias de nuestras sociedades hoy, tales como la creación colectiva en democracias directas —manifestada situacionalmente con características inventivas y experimentales—; la toma de la palabra para hacer y significar; el compromiso que se establece en los procesos de sostén de la vida a través de la corporalidad, la emotividad y la potencialidad ética. Tomadas como un todo, vemos en estas realizaciones una orientación a establecer localmente acciones que buscan lo bello, lo deseable, lo anhelado.

Interpretamos que cada participante de estos colectivos se vincula con estas experiencias movido/a por un deseo de imaginar nuevas realidades, esbozar y potenciar su posibilidad de existencia en subjetividades y formas nuevas de vincularse cooperando. Los sentidos cotidianos se articulan en léxicos nuevos también, produciendo instalaciones cotidianas de otras existencias posibles a través de acciones icónicas, performáticas y artísticas que intervienen sobre las realidades.

A lo largo de la historia de América Latina mestiza continúan existiendo una serie de experiencias que no parecen partir de una necesidad estrictamente material ni de una lógica que se construye sobre el costo-beneficio. Operan poniendo énfasis en una creación instituyente que, hemos advertido, produce una estética política específica. Sostienen constantemente su acción de poner a disponibilidad y parten de una decisión política que también parece ser del orden de los afectos y los deseos colectivos: el anhelo de la horizontalidad.

Aspectos metodológicos
En el diseño de nuestro programa de investigación en el 2008, partimos de tomar la etnografía y la sociolingüística de la interacción como marcos fundantes. A lo largo del tiempo fuimos incorporando otros acercamientos (estética, filosofía política, análisis institucional, economías comunitarias) para dar cuenta y reconocer la gran heterogeneidad en que se inscribe la vida social y poder interpretar las creaciones instituyentes a través del análisis de lo cotidiano en sus detalles. Hemos explicado las operaciones analíticas que nos permiten generar interpretaciones que vinculan entidades diferentes a nivel ontológico. Creemos importante resaltar que estos procedimientos analíticos son congruentes con la intención de reconocer la multiplicidad ontológica presente en el mundo, que es, en definitiva, lo que construye la vida. Esta metodología permite hacer visible que en esas situaciones instituyentes existe un efecto de dislocación que en este escrito analizamos con respecto a los instituidos trabajo, propiedad y subjetividad.

A su vez, nuestro modo de proceder en equipo, realizando análisis por separado y luego en forma conjunta, y procediendo a escribir entre las tres autoras, nos ha permitido sostener una triangulación permanente de las interpretaciones. En tanto cada una de nosotras tenemos formaciones diferentes, ponemos a circular conocimientos y análisis complementarios y distintos. Asimismo, en el desarrollo de esta escritura, hemos ido consultando e intercambiando resultados parciales junto a algunos de los participantes de las experiencias para realizar también una triangulación y una reescritura con ellos. Estamos en condiciones de afirmar que es esta posibilidad de trabajar junto a los colectivos lo que nos permite contactar con su vida cotidiana, situación que creemos no sería posible a no ser que planteemos, como hacemos, la generación de conocimiento colectivo en forma colaborativa.

• Bull - Taureau | © Gunther von Hagens’ BODY WORLDS, Institute for Plastination, Heidelberg, Germany, www.bodyworlds.com

• Bull - Taureau | © Gunther von Hagens’ BODY WORLDS, Institute for Plastination, Heidelberg, Germany, www.bodyworlds.com

Notas
Guattari (2015) usa el término capitalístico para referirse a la producción de subjetividad; Gibson y Graham (2008) usan el término capitalocéntrico para definir la tendencia hegemónica del régimen a unificar sentidos.

Ranchada refiere a esquinas de la ciudad donde se juntan personas que viven en situación de calle. Constituyen lugares de referencia identitaria.

Siguiendo a Fernández Polanco (2013).

La autora incluye al análisis institucional, el socioanálisis, la psicología social, la psicología institucional, la psicología de grupos, la sociopsicología y el esquizoanálisis.

Entre los más reconocidos citamos a E. P. Riviere, J. Bleger, A. Quiroga, F. Ulloa, E. Pavlovsky, C. de Brassi, H. Kesselman, O. Saidón, E. Losicer, A. Lancetti, A. del Cueto, M. T. Sirvent, G. Baremblitt, A. Bauleo, V. Kamkaghi.

Definimos como unidades de enunciación a las unidades mínimas de sentido.

Los debates en torno a éstas han sido analizados en detalle por Ana Inés Heras (texto inédito).

Marcos Sastre es la escuela y cooperadora que dio origen al Circuito. Las cooperadoras cumplen en Argentina un rol de apoyo a instituciones públicas y tienen sus antecedentes en el siglo XIX
—para un detalle, véase Heras (2014) y Heras y Tricarico (2016)—.

Revuelta popular generalizada a partir de una crisis de representatividad, social, económica, financiera y política.

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