¿Pueden los locos ser sujetos políticos? ¿Y las locas?

Los GAM están en Madrid, Barcelona y un puñado de ciudades y buscan “afrontar el sufrimiento psíquico desde lo colectivo”. Se definen como una “comunidad de lucha contra las etiquetas, la marginación social, la manipulación y la violencia”. Rechazan tanto a la industria farmacéutica como al modelo psiquiátrico paternalista y opresor. Para trabajar en colectivo la locura, crean espacios “seguros, diversos y libres”, en los que se organizan y se cuidan mutuamente.



Raúl Zibechi
7 mayo 2018
¿Pueden los locos ser sujetos políticos? ¿Y las locas?
Desinformémonos

Da vueltas en medio de la sala, levanta la voz sin motivo, desborda carcajadas mirando a los ojos al centenar largo de activistas que la escuchamos perplejos y algo incómodos. “No-soy-normal”, repite Conchi una y otra vez, golpeando cada palabra, como queriendo remachar un diagnóstico de esquizofrenia que moldea su vida con tanta intensidad como su vocación militante.

Conchi es una de las tres militantes de los Grupos de Apoyo Mutuo (Flipas-GAM), que participó en la Escuela de Movimientos Sociales Ramón Fernández Durán, que llevó su cuarta edición al periférico barrio Buenos Aires, en la coqueta Salamanca (http://escuelaramonfdez.org). La parroquia acogió a la escuela integrada por activistas de CGT, Ecologistas en Acción y Baladre, a las que este año se sumó el colectivo Reas, focalizado en la economía solidaria.

Los GAM están en Madrid, Barcelona y un puñado de ciudades y buscan “afrontar el sufrimiento psíquico desde lo colectivo”. Se definen como una “comunidad de lucha contra las etiquetas, la marginación social, la manipulación y la violencia”. Rechazan tanto a la industria farmacéutica como al modelo psiquiátrico paternalista y opresor. Para trabajar en colectivo la locura, crean espacios “seguros, diversos y libres”, en los que se organizan y se cuidan mutuamente.

A diferencia de otros colectivos similares, los GAM no trabajan con especialistas, sino “en primera persona”, porque confían en que su emancipación sea obra de ellos y ellas mismas. Se consideran “supervivientes de la psiquiatría” y por lo mismo trabajan “reivindicando la dignidad y consideración social de la locura y motivando a quien sufre para que desarrolle una cosmovisión y un modelo de relación con el entorno que desplace su sufrimiento y le de sentido a su vida”.

Algunos de sus textos se pueden encontrar en el blog del colectivo (goo.gl/P7pjG4) o en los “Mapas locos” que se pueden bajar de la página otraesquizofreniaesposible (goo.gl/eipeJp).

El hecho de que un puñado de movimientos, entre los más activos, anti-capitalistas y anti-patriarcales del Estado Español, se hayan decidido a trabajar con colectivos de locos y locas, los lleva a un lugar especial, ya que se internan en uno de los temas más duros y dolorosos, algo visible en la incomodidad y la emoción que provocan sus intervenciones. Para las izquierdas pragmáticas y electorales no rinde trabajar con estos colectivos, ya que deben dedicar mucho tiempo y energías a cuestiones que interesarían, apenas, a minorías sin posibilidad de influir en la sociedad.

Nada más lejano a la realidad. No se trata de trabajar con el dolor ajeno, aunque hay algo de eso. Primero, porque la locura no está fuera de nosotros, nos forma y nos moldea, en una sociedad donde no existen sanos y enfermos porque toda ella padece enfermedad. Segundo, porque siento que trabajar con el dolor es la única forma de crecer como personas y como colectivos. De lo contrario, mejor dedicarnos a otras cosas, como bloquear nuestros dolores consumiendo y votando.

“Tenés que enfrentarte a que no te internen”, dice Víctor del GAM. “Vivimos en un hilo”, agrega Conchi. “Está el riesgo de la sobredosis, por eso la cuestión es engañarlos durante la internación”. Aborda una cuestión que ignoramos los que nunca estuvimos internados: “Medicada no puedes quedar embarazada”, remata ante el silencio atento de la sala.

En casi todos los países de la región existen colectivos que trabajan con locos y locos. O, mejor, que descubrieron que sólo en comunidad hay posibilidades de vivir mejor, porque lo colectivo dignifica. Es salud.

En Argentina un grupo de psiquiatras crearon la emisora La Colifata en el hospital Borda, en 1991, que aún funciona y fue replicada en una decena de países. Entre ellos en Uruguay, donde Radio Vilardevoz creada en 1997 en el hospital Vilardebó, emite todos los sábados y tiene amplio reconocimiento social.

En los GAM españoles trabajan ellos y ellas solos, enfocados en la auto-emancipación. En ese proceso se han convertido en sujetos políticos, que ya no sólo pelean por salvarse cada quien sino, como dice Conchi, por “sanar la sociedad”.