La arquitectura de multitudes es una arquitectura en el Deber Ser
Por: Servando Marín Lista | Miércoles, 28/08/2013 10:19 AM | Versión para imprimir
Nuestra alternativa está en la perspectiva de una Sociedad Socialista, como elemento teórico que forma parte de la lucha de clases por el espacio y, ella misma, una especie de práctica revolucionaria.
A continuación se esboza una teoría de la estructura formal urbana de la actual fase de desarrollo del Capitalismo y, se destaca a su vez, la ruptura que produce dicha fase con todas las formas que le antecedieron. No obstante, existe entre ellas una unidad conceptual, que orienta nuestro Hacer y constituye una herramienta teórica del espacio, por el cambio político necesario del devenir ético.
Para poder acometer la labor profesional que requiere la Arquitectura de Multitudes, fuera de las Escuelas y la Academia, se necesita la Cultura de Multitudes, vinculada con el Todo, con la ciudad, con la lucha de clases por el espacio y fundamentada en su ser para la vida y la libertad de uso del espacio y de una comunidad. Esta teoría, no se ha visto nunca realizada. Hoy, en la sociedad capitalista, se han producido casos aislados, anticipaciones contradictorias a lo que proponemos. No son otra cosa sino esas gigantescas obras multifuncionales, verdaderas pequeñas ciudades de suelos artificiales parcelados, en que la calidad de la realización y, en consecuencia, la calidad de la vida, podrían ser superadas si su proyecto se despojara de la preocupación de la tasa de beneficios de la inversión y de contenidos ideológicos de exaltación del poder económico.
La Arquitectura de Multitudes se apoya en antiguas teorías de ilustres pensadores, entre ellos, Le Cobusier -Arquitecto y Urbanista de origen Suizo Francés- con su nunca igualada versión del “Plan Obus de Argel”, inventando la reproducción de suelos a escala urbana. Lanza su concepción más genial con la reproducción de los suelos artificiales o la multiplicación en la tercera dimensión de todos los elementos a escala urbana.
El “Plan Obus para Argel” de Le Corbusier (1930-34) es la propuesta urbanística más coherente para afrontar el desorden de la gran ciudad, en la que la zona residencial y el largo bloque que recorre el perfil de la costa unificarían el paisaje urbano y el paisaje natural en una tentativa de proponerse como ciudad utilizable, de rápido consumo y de carácter participativo. Es una de las primeras mega-estructuras proyectadas en hormigón armado con una altura entre 60 y 90 metros que albergaría viviendas para 180.000 personas.
El otro ilustre pensador es Hilberseimer -Arquitecto y Urbanista de origen Alemán-. Su Arquitectura se encontraba dentro de una producción en masa, acompañada de la racionalización con su concepción de tipos repetitivos y montaje de integración de células, muy adecuado al Capitalismo Industrial. La habitación simple es el elemento que constituye y determina la forma de los bloques, por lo tanto, se plantea que la habitación es el factor decisivo para la configuración urbana. Uno de sus objetivos era eliminar la saturación de espacios, llevándolos a la construcción en altura, para poder crear más áreas verdes de respiro dentro de la ciudad.
Hilberseimer defiende y expone su propuesta para las nuevas metrópolis al señalar que “el tipo de la gran ciudad debe su origen, en última instancia, al sistema económico del imperialismo capitalista que, por su parte, está estrechamente relacionada con el desarrollo de las ciencias y las técnicas productivas”. La Arquitectura desaparecería a favor de la organización productiva de la ciudad: vivienda y circulación se convertirían en parámetros funcionales de la metrópolis que, frente al desarrollo horizontal de Le Corbusier, debería plantearse como ciudad vertical, con rascacielos y con una estructura que podría definirse como “dos ciudades superpuestas”, la del trabajo y la circulación y, la de la residencia.
En esta búsqueda del modelo perfecto para una ciudad de rascacielos, los dos modelos básicos que se idearon en los años veinte del siglo pasado fueron la zonificación horizontal de Le Corbusier y el zonificación vertical de Hilberseimer.
Existen otras propuestas actuales, como la Ciudad Sostenible, que responde a la inercia del Mercado. Si existe un tipo de asentamiento humano representativo del estilo de vida de nuestra época es, sin duda, la ciudad. Este modelo urbano, en el proceso de individualización y crecimiento mal planificado, se ha vuelto cada vez más agresivo con el medio ambiente y es, en gran medida, responsable del proceso de fractura social y cultural. En este sentido, existe otra propuesta de importancia que es la de Peter Cook, Arquitecto Inglés. Su exploración arquitectónica se enmarca en la relación entre las ciudades y las nuevas tecnologías de la información, movimiento y percepción. Su obra Ciudad enchufable, 1969, es una forma de ver la ciudad otra, desde el cambio, desde las nuevas aportaciones que a lo largo del tiempo han ido posibilitando los nuevos avances tecnológicos o la implantación de nuevas formas de vida.
Consideramos, que las propuestas actuales revisadas, sepultadas por la dinámica del Capitalismo, no lograron solucionar los requerimientos Éticos, de un espacio social; ni los Técnicos, de una producción necesariamente masiva e industrial; ni los Estéticos de un espacio armonioso, que se pueda lograr con esas concepciones arquitectónicas, porque el Capitalismo, ha privado el espacio para la conservación y reproducción de la Materia-Energía, generando una sobrevalorización de la forma urbana que responde al valor de cambio y al negocio inmobiliario. Tanto en la Ciudad Sostenible como en la Ciudad enchufable, a medida que el proceso de crisis urbana y social se agudizara, se multiplicarían también, las voces y movimientos sociales que clamarían por un concepto de ciudad que en lugar de responder a la inercia de mercado, contemplara los principios del desarrollo humano sostenible.
LA ARQUITECTURA EN EL DEBER SER ESPACIAL COMO EXPRESIÓN DE UN DEBER SER SOCIAL
En relación con la teoría que apoya nuestro Hacer, planteamos la Arquitectura en el Deber Ser espacial, como expresión de un Deber Ser social, que será el proyecto arquitectónico. Sin éste, la Arquitectura de Multitudes permanecerá en el anonimato. Es ingenuo pensar en un Hacer de minúsculos trozos de espacio, para minúsculos trozos de sociedad, que perpetúe la determinación existente en un Hacer falso, opuesto al Ser, por incapacidad de comprender el Todo, al que debe integrar su Hacer. La Arquitectura en el Deber Ser espacial pretende sentar ciertas bases político-filosóficas, que expliquen la orientación de nuestro Hacer que lucha por el cambio político necesario:
La Arquitectura de Multitudes no se entiende como determinación fija sino como proceso histórico en el cual la verdad se desarrolla como un resultado de ese mismo proceso. Toda irrupción que pretenda inmovilizarlo es violencia contra la libertad de lo que busca la verdad en su realización. El dominio, el poder en general, es acusado de esta violencia.
En la Arquitectura de Multitudes se pretende fundamentar el Hacer verdadero en el Conocer. Pues, todo Hacer y todo Conocer es social, en tanto se inscriba en fines y proyecte programas, es político porque implica dirección de la acción social; este Hacer político debe negar el sojuzgamiento del mundo –ser humano y naturaleza- para ser racional, lo que significa no negar la libertad y fundamentarse como Hacer ético.
La Arquitectura de Multitudes encuentra en lo dado la situación, como negación del espacio para la vida de los seres humanos por su escisión y particularización debido a la acción del poder, que se espacializa reflejando la estructura socio-económica de clases, negadora de la comunidad. La negación de esta situación constituida como proyecto social recoge las potencialidades de la situación y anticipa el Deber-Ser del Es actual y proyecta el espacio para este nuevo contenido social.
La Arquitectura de Multitudes debe proyectarse en el Deber-Ser porque debe negar la situación existente. Su construcción debe hacerse en el Deber-Ser y comprometerse con la racionalidad posible en el devenir del presente. La obra se desarrolla dentro de un campo de posibles que la limita y debe ser, por lo tanto, transacción que reduzca los condicionamientos irracionales de la legalidad existente, pero que elabore los instrumentos operativos para lograr su puesta en práctica.
En la Arquitectura de Multitudes se sustenta que la particularización arquitectónica es de carácter secundario y que la Arquitectura debe construirse como problema planetario que se universaliza. Frente a su mundialización, como el problema del hambre o la salud, la solución es universal. El proceso, será entonces, desde la comunidad Latino Americana a la comunidad planetaria.
En la Arquitectura de Multitudes el espacio se arma en la concepción de una totalización que se va haciendo, que señala pautas a las partes tanto como éstas señalan a aquéllas. Las combinaciones con repetición de elementos, la articulación de partes-tipo, dan lugar a un espectro formal de la riqueza tal, que desafía la imaginación más fértil.
En la Arquitectura de Multitudes la nueva estructura de la ciudad se fundamenta como principio de unidad espacial, que jerarquiza focos de actividades, dejando espacios intersticiales de áreas grises de vivienda y en la escala de grandes megalópolis, incluso superficies de explotación rural.
En la teoría de la Arquitectura de Multitudes el nuevo Hacer espacial está relacionado con el Cómo Hacer y con el Para Qué y Para Quién, definiendo las condicionantes técnicas, estéticas y éticas del proyecto de Arquitectura para las clases sociales sin espacio:
El proyecto técnico, como proceso, está conformado por partes compatibles, sistema que crece en el espacio de las tres dimensiones, capaz de contener, por su diseño estructural, la multiplicidad de actividades de la vida del Ser humano. Es el proyecto de sustitución de las obras únicas artesanales por las obras en serie industrializadas. El proyecto técnico como proceso móvil y cambiante por procesos físicos que permitan desmontar, modificar, trasladar y crecer. Es un proyecto técnico de producción de la obra necesariamente para las multitudes. Se apoya en una práctica política fundamentada en la socialización de la empresa constructiva.
El proyecto estético, como espacio armonioso frente a la miscelánea urbana de nuestras ciudades actuales, responde al contenido de una sociedad armónica, donde la expresión de la individualidad encaja en la macro-estructura de la comunidad. El proyecto estético nace del número, su repetición y combinación, que garantice proporción y ritmo. El proyecto estético es un espacio armonioso -al servicio del Ser humano y la naturaleza- frente a la miscelánea urbana de nuestras ciudades actuales. Entonces, será un proyecto proclamante de libertad por su carácter subversivo, por ser manifestación de las potencialidades del ser vivo.
El proyecto ético, como espacio social y no para una clase, niega la individualidad exclusiva y existente, la supera y la conserva en la comunidad. Es el proyecto del espacio para todos los seres humanos y para cada uno de ellos, como afirmación del espacio para la vida y la razón de los usuarios y la comunidad, para un nuevo contenido de un espacio social y no de un espacio para una clase. Un proyecto ético que se apoya en una práctica política fundamentada en la propiedad social del espacio urbano, que garantice una cultura para la inclusión, proyectada en la teoría del espacio para la mayoría de los seres humanos que luchan por el cambio político.
Entretanto, el problema de las asimetrías sociales persiste. Quedan sin espacio y sin ciudad, capas medias de asalariados, proletarios y marginales. Quedan ocultas las miles de hectáreas de ranchos y sub-habitaciones sobre las cuales proponemos un esfuerzo técnico, pero con la clara consciencia de producir una práctica teórica que será tributaria, como bien dice Castells, de una práctica política, sin la cual aquella se quedará solo en eso y, no se hará nunca realidad efectiva. Es necesario desmitificar para siempre que el problema del espacio social no sólo es un problema técnico, sino también un problema inmerso en la lucha de clases y, por lo tanto, político. La solución de los problemas de los sin-espacio no es espacial, sino política, pues, el problema del espacio social está adecuado a la acumulación Capitalista y a las relaciones de reproducción.
Debe quedar claro, por lo tanto, que no son las soluciones técnicas las que resolverán el problema del espacio construido, sino la decisión política del uso del excedente de producción social. De allí, que sea imprescindible evitar todo género de parcializaciones y aislamientos de problemas tendiente a ocultar la totalidad en que se inscriben y a privarnos de un pensamiento crítico, por la imposibilidad de advertir las articulaciones con otros niveles de la realidad. Anticipemos, entonces, una solución política y la creación de alternativas espaciales para ese cambio, que puedan apoyar teóricamente una práctica política que las haga realidad, para que así los sin-espacio puedan tenerlo. La técnica para resolver el problema viejo de los sin-espacio, en una sociedad nueva, es un espacio nuevo, que exige una técnica nueva.
Lo que antecede no significa, absolutamente, una paralización de nuestro esfuerzo técnico, sino el deber de enfocarlo en el sentido de satisfacer las necesidades de espacio para las clases desposeídas y acentuarlo sobre todo en los factores infraestructurales urbanos, pero con la clara consciencia de estar produciendo una práctica teórica tributaria de una práctica política, sin la cual aquélla se quedará solo en eso y no se hará nunca realidad efectiva.
De allí que nuestra alternativa está en la perspectiva de una solución política y la creación de alternativas espaciales para ese cambio, como elemento teórico que forma parte de la lucha de clases por el espacio y, ella misma, una especie de práctica revolucionaria para que la plena utilización de las fuerzas productivas puedan satisfacer el consumo de espacios de las tensiones demográficas y los requerimientos humanísticos. Nuestra alternativa está en una Sociedad Socialista, como elemento teórico que forma parte de la lucha de clases por el espacio y, ella misma, una especie de práctica revolucionaria. Cualquier teoría arquitectónica que se fundamente sobre este concepto, deberá partir de la propiedad social del espacio y de la socialización de la empresa constructiva.
tetralectica@yahoo.es
Arquitecto.
Cumaná, agosto 2013
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El diseño del espacio urbano vinculado a la lucha de clases por el espacio
Por: Servando Marín Lista | Jueves, 30/10/2014 05:23 PM | Versión para imprimir
El libro La Ciudad Comunal, es una interpretación de los fenómenos urbanos, pues, existe una unidad conceptual que constituye una herramienta sobre lo que “desde afuera” de la estructura urbana, el poder económico y el poder político, conforman la lucha de clases por el espacio. Se plantea un debate sobre la alternativa del Socialismo frente al Capitalismo y avanza en el señalamiento de la necesaria ruptura con los valores, instituciones, relaciones de poder y las raíces más profundas de la Sociedad Capitalista. Pone acento en la construcción de la Ciudad Comunal, en total concordancia con las aspiraciones del Poder Popular en Venezuela, sobre una teoría de la estructura formal urbana de la actual fase de desarrollo del Capitalismo.
El libro La Ciudad Comunal, no se trata de una apología teórica marxista, más sí de la propuesta sobre la necesidad del debate y de la crítica en consonancia con el tiempo de revolución que nos toca vivir. Parecería haberse olvidado que la formación, en particular en la Arquitectura, además de tener un componente espacial y reproductor en relación con la estructura urbana en que se encuentra inserta, debe tener presente la necesidad de la construcción de alternativas.
Creemos firmemente contribuir en esta búsqueda, en tanto el espacio urbano sea el punto donde se efectúe una organización Otra. Se requiere de una política de producción tecnológica, a través de una razón económico-ecológica que nos sitúe en una nueva práctica económico-política de control social del espacio y su producción, como de una política para la ocupación del territorio, de modo que todos los seres humanos posean el espacio necesario de abrigo, descanso, alimentación, juego, arte, fiesta y todas aquellas funciones de carga y descarga energética que les son propias.
El libro La Ciudad Comunal, constituye una lluvia de ideas que levanta la ola angustiosa del qué hacer, como una advertencia ideológica, destinada a nuestros líderes revolucionarios que pretenden cambiar la sociedad, sin cambiar ellos. Si quien desea cambiar la sociedad, no cambia, se convierte en un obstáculo para la lucha del Poder Popular por la ocupación de los espacios institucionales del Estado Burgués. En principio, es una tarea subversiva porque se deben superar los obstáculos que han surgido desde el propio seno del gobierno en revolución, para avanzar en la construcción de la Ciudad Comunal.
Se examina el Proceso Constituyente del año 1999, pasando por las condiciones objetivas del sujeto para la transición, hasta considerar el avance de la revolución venezolana hacia el Socialismo del siglo XXI apoyado en la organización política, en una sociedad sin clases y en los sistemas de Ciudades Comunales.
Se definen los aspectos contextuales, conceptual-ideológico y teórico-metodológicos de la organización del espacio urbano, planteando la ruptura del equilibrio en la relación de las formas o superficie productora de Materia con todas aquellas funciones de carga y descarga de Energía y de la especie humana, a través del enfoque de la planificación ascendente y el Modelo tetraléctico de la realidad para la ocupación del espacio urbano y el territorial.
Se aborda las contradicciones del Estado Burgués y cómo se crean las condiciones para el advenimiento del Estado Comunal, indicando los aportes a la Explosión del Poder Popular como sujeto de su historia para el desarrollo de una nueva Cultura Socialista y aportar su contribución a una nueva civilización humana.
Se reseñan los caracteres formales de las Ciudades Capitalistas, más allá de lo construido, y se precisa el concepto de Ciudad como construcción social y el reconocimiento de que la Comuna como forma de gobierno, se mueve en dos dimensiones de una misma realidad al asumirlo en sociedad como un Todo.
Se plantea un cambio en la orientación del diseño del espacio urbano vinculada a la lucha de clases por el espacio todo que se universaliza. De allí que, nuestra práctica política necesitará de la práctica teórica, que pueda sustentar la lucha de clases por el espacio, proporcionándole las vías técnicas de solución al problema del diseño de los elementos y de las relaciones del espacio urbano.
Se define la Arquitectura de Multitudes como base política y filosófica de un nuevo Hacer que exprese un cambio en la orientación del espacio urbano, a través de una práctica teórica de producción de conocimientos y soluciones técnicas, subordinadas a una práctica política de las multitudes excluidas, para que la plena utilización de las fuerzas productivas pueda satisfacer el consumo de espacios de las tensiones demográficas y los requerimientos humanísticos.
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Desde la ventana de nuestras casas
Esperando la insurrección popular… ¡
Por: Servando Marín Lista | Lunes, 11/06/2018 07:53 AM | Versión para imprimir
Todo militante revolucionario debe evaluar su actividad política a fin de introducir los correctivos necesarios en aquellos aspectos que se han desarrollado de manera errónea o insuficiente y afinar los aspectos positivos de la política que se hace llegar a las masas. Ello nos conduce a la recuperación de una ideología que hemos construido en no pocas batallas y ese proceso hace obvia la necesidad de un proyecto popular que nos unifique en las luchas.
Los hechos nos demuestran que nos hemos convertido en unos reformistas que maneja un lenguaje radical. Hay que superar el reformismo y el desarme ideológico. Este es un trabajo colectivo, son cientos los cuadros, militantes y amigos que han intervenido en su realización.
La táctica electoral o no, aparentemente no considera que ha sufrido una derrota y se encuentra débil y desvinculado de las masas, amén el hecho de que en el pueblo aún existen ilusiones frente a la democracia protagónica y participativa, lo que le aporta legitimidad y le da una gran fortaleza al reformismo y el desarme ideológico frente a los revolucionarios.
Las elecciones presidenciales del 20M-2018 significa, entre otras cosas, la falta de definición de la política electoral en general y del problema candidatural en particular; pues, se negó el debate interno cruzado por la lucha interna y las tendencias burocrática-espontaneísta impusieron al pais una colusión ejecutiva antidemocrática.
Para muchos, los candidatos presidenciales tuvieron un carácter electoralista, donde se jugó la supervivencia del PSUV-Madurismo y no la necesidad de crear una fuerza popular que logre alcanzar la democracia directa. Esta desconfianza tiene su raíz en la actitud de reincidir en el error de decretar la unidad desde arriba. Si bien es cierto que la unidad no se discute, es un proceso, que obedece a una búsqueda paciente y permanente, a la toma de consciencia, demostrando que no podemos trabajar juntos, por el sectarismo, los rencores, la falta de coherencia, sinceridad y constancia.
Con los actuales resultados electorales a las organizaciones políticas y a los revolucionarios se les creó el problema de definir la condición de izquierda sin ningún temor. Asimismo, la dificultad de armar un proyecto político para el pais y ser una fuerza intransigente, fresca y beligerante, en los siguientes términos:
Ser percibida por amplios e importantes sectores como una opción realmente diferenciada del continuismo hegemónico burocrático rojo-rojito; que no se asemeje, ni quiera parecerse a la oposición pitiyanki.
Ser percibida como una opción que al encarar las aspiraciones populares, le permita a la gente luchar desde ahora por la reivindicación de sus derechos.
Ser una opción que contribuya significativamente a:
La unificación de los sectores populares y fuerzas revolucionarias.
Definir un rumbo estratégico para la transformación revolucionaria de Venezuela.
La construcción de una fuerza revolucionaria unitaria.
O, simplemente, el triste papel de seguir pasando la vida esperando la insurrección popular y cuando ésta se dé nos limitamos a mirarla desde la ventana de nuestras casas. Pues bien, por estos principios que fueron abandonados, planteamos una táctica de participación al diálogo abierto por la unidad de todos los revolucionarios en las luchas diarias.
Servando Marín Lista
Arquitecto- Es autor del libro “Desde la Comunidad”: la arquitectura de multitudes (junio, 2010) dirigido a la formulación de propuestas de planificación del desarrollo estratégico para captar el objetivo esencial y específico de clarificar el compromiso y la responsabilidad de la explosión del Poder Popular con la problemática total de la ciudad, mediante todas las escalas de sus propias acciones para marchar rumbo al nuevo sistema de Ciudades Comunales, los Distritos Motores de Desarrollo y los Territorios Federales. Y autor, también, del libro “La Ciudad Comunal, la lucha de clases por el espacio” (nov, 2013) donde plantea una interpretación de los fenómenos urbanos, que constituye una herramienta sobre lo que ?desde afuera? de la estructura urbana, el poder económico y el poder político, conforman la lucha de clases por el espacio y avanza en el señalamiento de la necesaria ruptura con los valores, instituciones, relaciones de poder y las raíces más profundas de la sociedad capitalista.