Chile y Argentina: la crisis de las izquierdas permite la irrupción del feminismo
Los gobiernos de la Concertación-Nueva Mayoría en Chile y del peronismo en Argentina mostraron la subordinación de las izquierdas a programas capitalistas extractivistas que fueron los que se realizaron desde el instrumento estado con la engañosa cháchara populista de que se podían hacer medidas populares que efectivamente se hicieron hasta el punto que los empresarios ya no pueden sacrificar más y simplemente recuperan sus puestos de mando, que antes se hacía manu militari, esta vez recibiendo de las izquierdas el poder en bandeja o empujando en el parlamento como en Brasil o mediante el cambio de chaqueta, como en Ecuador.
Los partidos más izquierdistas, como el frente amplio en Chile o la multitud de partidos y frentes troskistas o autónomos de mentirilla como los secuaces de Antonio Mazzeo que reventaron la autonomía de los MTD y de las asambleas vecinales en Argentina, siguen en fila india las políticas de evitar la autonomías y el protagonismo social organizando masas para ponerlas detrás de las vanguardias que esta vez si que serán honestas y buenitas para administrar el estado, al igual que los partidos y grupos de extrema izquierda o de vocación guerrillera que resisten la ola de finalización de la lucha armada reivindicando la pureza del viejo socialismo reivindicado por los dictadores Ortega y Maduro.
Frente a eso, no es sorprendente que la mujer haya decidido insurgirse, tomar universidades y salir a las calles, dejando claro la insuficiencia del patriarcado para satisfacer no sólo las reivindicaciones femeninas, sino las de todos.
En México ha sido el movimiento indígena el catalizador que ha levantado las reivindicaciones de todos, en Nicaragua la juventud y el campesinado, en América del Sur han sido los indígenas y afrodescendientes de la Amazonia y Los Andes.
Hay una sociedad entera esperando. La lucha universitaria dentro de poco tendrá que salir de las aulas para llegar a las mujeres de los barrios, para desarrollar la autoorganización de hogares y barrios desde el papel de las madres con sus hijos hasta la alianza estratégica mujer-juventud para hacer de cada barrio un espacio de vida compartida, autogestionado y autogobernado, donde sean abolidas las prácticas patriarcales y se multipliquen las relaciones mancomunales.
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