Los CDR, la resistencia desde abajo que impulsa la independencia de Cataluña por medios pacíficos y no violentos

Durante las frenéticas semanas que precedieron al referéndum del 1 de octubre hubo un nombre que ganó una preeminencia hasta entonces inédita en Cataluña: los Comités de Defensa del Referéndum (CDR). Asociaciones de carácter asambleario y horizontal con tenues conexiones con los principales partidos políticos independentistas que, de forma fulgurante, se arrogaron la “defensa” 1-O. Fue exitosa: ocuparon colegios y escenificaron una oposición popular y pacífica a la Policía Nacional.
Desde entonces las siglas se ganaron un lugar en el inestable, extraño ecosistema político de Cataluña desde los acontecimientos del 6 y 7 de septiembre. Los CDR mutaron y pasaron a rebautizarse como Comités de Defensa de la República a las pocas semanas de consumarse tanto el referéndum como la dubitativa primera DUI de Carles Puigdemont. Poco a poco se han configurado como la voz anónima, multitudinaria y callejera del procés. ¿Cómo lo han logrado?



Las Comités de Defensa de la República, la resistencia que impulsa la independencia de Cataluña
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Durante las frenéticas semanas que precedieron al referéndum del 1 de octubre hubo un nombre que ganó una preeminencia hasta entonces inédita en Cataluña: los Comités de Defensa del Referéndum (CDR). Asociaciones de carácter asambleario y horizontal con tenues conexiones con los principales partidos políticos independentistas que, de forma fulgurante, se arrogaron la “defensa” 1-O. Fue exitosa: ocuparon colegios y escenificaron una oposición popular y pacífica a la Policía Nacional.

Desde entonces las siglas se ganaron un lugar en el inestable, extraño ecosistema político de Cataluña desde los acontecimientos del 6 y 7 de septiembre. Los CDR mutaron y pasaron a rebautizarse como Comités de Defensa de la República a las pocas semanas de consumarse tanto el referéndum como la dubitativa primera DUI de Carles Puigdemont. Poco a poco se han configurado como la voz anónima, multitudinaria y callejera del procés. ¿Cómo lo han logrado?

El origen de los CDR
En gran medida es incierto, pero es trazable durante todo el mes de septiembre de 2017. Es entonces cuando el enfrentamiento entre el gobierno catalán y las autoridades españoles se agudiza, y cuando el referéndum por la independencia se convierte en un campo de batalla simbólico. Los CDR, al parecer, surgen del magma de diversas asociaciones y partidos asamblearistas, como la CUP, para organizarse a nivel municipal. A cada barrio, un CDR, formado por activistas y vecinos.

La presencia de grupos como Arran, las juventudes de Esquerra Republicana de Catalunya o Endavant existe, pero no es central a la formación de los grupos. Organizados de forma autónoma, tienen un carácter vecinal y espontáneo, y sirven en un primer momento para ocupar colegios, cortar carreteras y vías de tren en las jornadas posteriores al referéndum y, finalmente, organizarse dos semanas después en diversas reuniones nacionales primero en Sabadell y luego en Igualada.

Su propósito y las influencias
Municipalismo, asamblearismo, portavocías y liderazgos rotativos, horizontalidad, activismo callejero y clara vocación práctica. Los CDR beben históricamente de diversos grupos activistas y antisistema que, desde su propio nombre, se remontan a los Comités de Defensa Revolucionarios de la Cuba castrista o de la España anarquista en los convulsos años de la Guerra Civil. Proyectos en los que el ciudadano se involucra directamente por la defensa de una causa que considera justa.

Cdr Huelga
Un contenedor ardiendo durante los disturbios callejeros del pasado domingo. (Manu Fernández/AP)
El referente más inmediato es el 15-M, aunque llevado a su extremo práctico. En las asambleas, como se ha contado en diversos reportajes, hay numerosos elementos de la tupida red antisistema catalana, pero también ciudadanos sin experiencia activista consternados por la situación en Cataluña y deseosos de consumar una independencia teóricamente ya declarada. De ahí que, ante un enventual impás político, decidan tomar la iniciativa desde las calles.

Las acciones de los últimos meses
Los CDR ganaron fama por ocupar diversos colegios electorales el 1 de octubre, pero la gigantesca movilización del independentismo matizó su protagonismo. En la huelga general del 3 de octubre su presencia fue más acuciada: fueron ellos quienes organizaron diversos piquetes tanto en las grandes ciudades como en vías de infraestructuras básicas como las autovías, las autopistas y las estaciones del AVE. Las acciones, muy icónicas, se han repetido durante los últimos meses a cada gran protesta.

La última fue la de antes de ayer, tras la detención de Puigdemont en Alemania. Los CDR llamaron a diversos actos de protesta, entre ellos el corte de la AP-7 y de la A-2 (barricadas incluidas). Su convocatoria en todas las Delegaciones del Gobierno de Cataluña tuvo cierto eco mediático y se saldó con alguna pintada que otra. Ante una élite independentista descabezada por el proceso judicial y paralizada en una investidura congelada, los CDR han tomado la iniciativa en las calles.

Sus conexiones políticas
Por naturaleza y filiación ideológica, el único partido lateralmente relacionado con los CDR es la CUP. Ambos surgen del mismo magma: municipalismo, independencia desde abajo y asamblearismo. Esto no significa que la CUP controle a los CDR. Cada uno aplica sus tiempos y sus ritmos, y la naturaleza horizontal y totalmente atomizada tanto de la formación política como de los comités hace imposible que exista un control centralizado de una hacia la otra.

Cortando Autovias
Un CDR cortando una autopista en la huelga del pasado 8 de noviembre. (Manu Fernández/AP)
En los CDR se cruzan, eso sí, numerosos caminos del independentismo. También de las asociaciones que, hasta la celebración del referéndum, habían tomado el pulso a la calle de Cataluña durante los últimos años: la Assemblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural. Ambas ha perdido voz desde que sus dos líderes entraran en prisión y la Generalitat quedara intervenida. El vacío lo han ocupado los CDR, sólo que desde una perspectiva más activa, más radical y mucho menos institucional. El Govern no los controla.

La mirada del juez Llarena
El proceso no ha escapado a la mirada del juez Llarena. Diversos informes entregados por la Guardia Civil y la Policía Judicial al Supremo han encontrado ciertos vínculos entre la dirección política del procés y los CDR. El principal documento es el “Enfocats”, teórica hoja de ruta y jerárquica para la independencia. Por allí aparece una supuesta “cúpula” independentista en la que se cita a dos líderes de la CUP, Anna Gabriel y Mireia Boya, y que servirían de enlace para los CDR.

Según los documentos incautados por las autoridades, los CDR funcionarían como brazo callejero del proceso independentista: así, impartirían “talleres” de resistencia y tendrían como objetivo mantener viva la llama de la “desobediencia pacífica” a través de una red “supranacional” de asambleas municipales adheridas. El Supremo quiere saber hasta qué punto el Govern tuvo contacto o control de los CDR, y si formaron parte del “comité estratégico” por la independencia.

Es incierto a qué conclusión puede llegar Llarena. No lo es tanto que, a día de hoy, los CDR son el elemento más impredecible, más apegado a la calle y con menos lazos institucionales del procés independentista.