LAS FALACIAS DE LA POSVERDAD: DESDE LA COMPLEJIDAD Y LA TRANSDISCIPLINARIEDAD
The Fallacies of the Post-Truth:
From the Complexity and the Transdisciplinarity
Julieta Haidar
Escuela Nacional de Antropología e Historia
jurucuyu@gmail.com
Resumen:
En este artículo, el objetivo nuclear es analizar la categoría de posverdad,
partiendo de las condiciones de producción, circulación y recepción que
permitieron su impacto y amplia difusión en los distintos campos cognitivos
y en los medios masivos de comunicación. En segundo lugar,
abordamos los problemas de la verdad en varios tipos de discursos y
semióticas, ya que este tema siempre produce múltiples nudos gordianos.
En tercer lugar, definimos la posverdad con sus principales características
y la relacionamos con lo ético, lo político y otros campos.
Las falacias de la posverdad: desde la complejidad y la transdisciplinariedad
OXÍMORA REVISTA INTERNACIONAL DE ÉTICA Y POLÍTICA
NÚM. 13. JUL-DIC 2018. ISSN 2014-7708. PP. 1-16
doi: 10.1344/oxi.2018.i13.22330
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INTRODUCCIÓN
Uno de los desafíos y retos que enfrentamos al analizar el concepto de posverdad, se
refiere al impacto que tuvo en los últimos años, principalmente en 2016, cuando
ocurren los dos fenómenos que se catalogan emblemáticos en esta era: la campaña
de Donald Trump y el fenómeno de BREXIT, en Inglaterra. No es de nuestro interés,
porque ya ha sido muy tratado en toda la producción en torno a la posverdad,
detenernos en el origen del concepto ni en sus distintos usos por distintos autores.
Nuestro objetivo principal es analizar las condiciones de producción, circulación,
recepción que posibilitaron su emergencia y permanencia, para lo cual son fundamentales
los aportes de Foucault (1980) en el abordaje de los problemas de la verdad,
que siempre este autor liga al ejercicio del poder. En este sentido, la verdad, la locura,
la razón no son esencias, sino que están subordinadas a los regímenes del poder/saber
que condicionan lo que es verdadero, lo que es la locura, lo que es la razón en las
distintas épocas y culturas. Pero si nos distanciamos un poco de la propuesta
foucaultiana, podemos plantear que los funcionamientos de la verdad, de la locura,
de la razón no sólo están condicionados por el poder, ya que pueden ser tratados
desde otros ángulos analíticos, en los cuales emerge el pensamiento crítico.
El concepto que estamos analizando no puede desligarse de la crisis de credibilidad
general que existe en relación a lo político y a los medios masivos de
comunicación clásicos, produciendo una paradoja que se genera con la extraña
credibilidad en los medios de comunicación digitales, en los cuales la verdad está
casi siempre ausente, aunque existan otros dedicados a denunciar la producción de
estas burbujas de la posverdad y la mentira que envuelven el mundo contemporáneo
con una fuerza hasta el momento indomable. Aunque la posverdad cono fenómeno
socio-cultural-histórico-político-económico haya existido desde siempre ligada al
ejercicio del poder, en estos momentos su emergencia adquiere nuevos y peligrosos
matices por el impacto de las redes sociales en el mundo hiperconectado en que
estamos, en donde se descentraliza el poder, para tornarlo ubicuo, difuso, confuso,
sin límites, como son algunas características de lo digital. En otras palabras, la posverdad
adquiere otros funcionamientos complejos, porque con la cultura digital, que
abarca el ciberespacio, el cibertiempo, el cibernantropo, produce y reproduce la
hiperrealidad en que vivimos.
El panorama que se abre es bastante complejo, al surgir la categoría de posverdad,
que se relaciona con otras semejantes de fines del siglo pasado, como son el
posmodernismo, el posestructuralismo, el posfuncionalismo, lo poscolonial, entre
otras construcciones epistemológicas permeadas por la crisis cognitiva de fines del
siglo XX. En el caso de la categoría que nos ocupa, se introduce el siempre denso
problema de la verdad, que desde la complejidad y la transdisciplina cruza muchos
campos cognitivos, como son la filosofía, la política, lo jurídico, lo histórico, lo social,
lo económico, desde las ciencias humanas, y también desde las ciencias naturales,
como la biología, la química, la física, la genética, las neurociencas; en las cuales los
desarrollos cognitivos recurren a lo verdadero desde otras dimensiones. Insistimos en
afirmar que las propuestas desde la epistemología de la complejidad y de la
transdisciplinariedad, nos conducen a considerar los funcionamientos de esta
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categoría en diversos campos cognitivos, entre los cuales nos detenemos en algunos
en particular.
En este sentido, debemos abordar una primera contradicción recursiva entre dos
conceptos verdad< ->posverdad, que en términos semánticos introduce problemas
para su comprensión y análisis, tanto por la polisemia del concepto de verdad, como
por la ambigüedad y las aristas del concepto de posverdad. Con este neologismo,
avalado por el Diccionario de Oxford en 2016, nos enfrentamos con un problema
severo al preguntarnos qué se esconde detrás de la posverdad, qué sentidos se disparan
con el prefijo condensador de significados ‘pos’. Las condiciones de posibilidad
de los discursos, según Foucault (1980), explican la emergencia de la categoría para
abordar los fenómenos de un nuevo tipo de credibilidad, relacionado con nuevos
regímenes del poder/saber, subordinados a la voluntad de ´verdad´. En estas condiciones
anteriores, los sujetos no se preocupan por conocer la verdad de los hechos
socio-culturales-históricos-políticos-económicos porque están atrapados por mecanismos
de persuasión fuertemente vinculados a lo emocional y a las redes digitales.
Estas condiciones de producción, circulación, recepción, que propician la victoria de
la posverdad sobre la verdad, integran dos problemáticas que se articulan: lo
cognitivo-racional que cede su lugar a lo cognitivo-emocional en las subjetividades y
las redes digitales que atrapan con violencia simbólica a los sujetos hiperconectados.
Con este fenómeno, surge la producción de una perversidad monstruosa, en la cual
tantos los sujetos productores de la posverdad, como los sujetos receptores se integran
a una teatralidad de la mentira, del simulacro, producida por los poderes hegemónicos.
Estos explican el impacto y la fuerza de la categoría en todas las redes
sociales, en las cuales la dominación ejercida por Estados Unidos y la Comunidad
Europea siguen reproduciendo un pensamiento colonizado que invade el conocimiento,
frente al cual hay que ejercer un pensamiento crítico desde la decolonialidad
(Mignolo 2005, Rivera Cushicanqui 2010, Castro Gomez/Grosfoguel
2007). Este pensamiento tiene ya muchos avances, producciones que cruzan varios
campos cognitivos, que llaman a reconstruir la historia de la filosofía, de las ciencias,
de las culturas, de las religiones, de las artes desde otras miradas, ubicadas en otras
trincheras para descubrir y plantear que la filosofía no estuvo solo en Grecia, para
defender otras concepciones estéticas desde la ‘aesthesis decolonial’, temas muy bien
abordados y argumentados por los autores antes mencionados. Desde la decolonialidad,
no se puede aceptar la posverdad con los sentidos que está circulando,
porque para América Latina, Asia o África no tiene pertinencia tal categoría, a pesar
de su abrumadora circulación en este mundo globalizado.
De este modo, la posverdad a pesar de su impacto e influencia desde hace casi
tres años, genera varias tensiones y conflictos, porque los medios digitales de largo
alcance espaciotemporal, es decir, cronotópico (Bajtin 1989) logran el mayor grado
de manipulación de los acontecimientos naturales, sociales, políticos, económicos,
culturales, históricos, etc. En efecto, el desarrollo de las hiperconexiones de alta
velocidad, de gran impacto entre los sujetos, constituyen una herramienta fundamental
para que la verdad ceda lugar a la posverdad, sin ningún cuestionamiento,
sin ningún pensamiento crítico. En otras palabras, las nuevas estrategias persuasivas
utilizadas en los escenarios digitales logran cada vez mayor impacto, mayor eficacia
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y los sujetos quedan atrapados en las redes perversas de la alienación, del fetichismo
de la consciencia. Con esta afirmación fuerte, pero cierta, la verdad queda obsoleta
frente a toda la especulación y la manipulación llevada a su máxima potencia por la
posverdad en las producciones semiótico-discursivas de los medios digitales y los
horizontes quedan oscurecidos, nebulosos por la victoria de la hiperrealidad, de lo
impredecible, de la incertidumbre, dimensiones que son analizadas por la complejidad
y la trandisciplinariedad.
LAS PRÁCTICAS SEMIÓTICO-DISCURSIVAS ENTRE LA VERDAD, LO VEROSÍMIL, LA MENTIRA,
LA FALACIA, LA POSVERDAD
En este apartado, surgen varias problemáticas que debemos seguir abordando desde
la complejidad y la transdisciplina. Si partimos de la verdad, es necesario establecer
una tipología de la misma, en la cual hay diversas controversias, porque los sentidos
del concepto de verdad son polisémicos dependiendo de la perspectiva del campo
desde el que se ubica: los tipos de verdad son la filosófica, la lógica, la ontológica, la
epistemológica, la ética, la moral, la científica, la histórica, la absoluta, la relativa, la
política, etc. En este trabajo, no podemos tratar a profundidad todas las problemáticas
generadas por estos tipos de verdad, sin duda fascinantes y desafiantes, porque no es
nuestro objetivo, sino sería motivo de otro ensayo.
Lo que queremos considerar son algunos aspectos pertinentes, que se relacionan
con la presencia o la ausencia de la verdad en los distintos discursos y semióticas, ya
que en los campos semiótico-discursivos del arte, de la religión, del mito no tiene
pertinencia preguntarse por la verdad. En consecuencia, si en estas producciones
semiótico-discursivas no tiene pertinencia preguntarse por la verdad, menos pertinente
es preguntarse por la posverdad. El arte, la religión, el mito establecen sus
criterios desde otros parámetros, otros soportes en donde no hay cabida para preguntarse
por la verdad (Haidar 2006). Por otro lado, en el desarrollo de múltiples
campos cognitivos, atravesados por la verdad, se han producido múltiples investigaciones
en las cuales se discuten los criterios de verdad, de falsedad y su
pertinencia, pero por los objetivos del presente artículo, nos detenemos con mayor
profundidad en el otro lado de la verdad, en el lado oscuro de la posverdad, con todas
sus características disfóricas.
En este espacio oscuro, surgen categorías opuestas en contradicción con la verdad
que son la verosímilitud, la mentira, la falacia, la posverdad. Así como el campo semántico
de lo que es la verdad presenta varias problemáticas, de igual manera en el
campo semántico de las categorías opuestas a la verdad se generan innumerables
debates que tratamos de manera breve para procurar deslindar el concepto de la
posverdad, que emerge con pretensiones de ubicarse como una producción positiva
sobre los sentidos de los acontecimientos naturales, sociales, políticos, históricos,
culturales, económicos, ecológicos, etc.
En primer lugar, la verosímilitud se aplica mucho en el terreno del arte, cuando los
analistas proponen que no tiene pertinencia preguntarse por la verdad, sino por la
verosímilitud de una narrativa, por ejemplo. Esta afirmación introduce múltiples problemas
cuando nos adentramos en los diversos tipos de narrativa literaria, pero
también en las teatrales, en el cine, en las visuales, etc. Lo verosímil, lo que parece
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verdad, se complica más cuando tratamos las pinturas, el cine surrealistas que no
resisten a la búsqueda de lo verosímil, lo que alcanza mayor densidad en las producciones
digitales de grandes simulaciones, en las cuales lo que predomina es la
hiperrealidad como simulacro total (Baudrillard 1978). Por lo anterior, frente a las
innumerables producciones de la cultura digital, del ciberespacio, del cibertiempo,
del ciberantropo no tiene mucha pertinencia la búsqueda de la verdad, ni de lo
verosímil porque no permiten abordar analíticamente las pinturas y el cine 3D y 4D,
además de muchos otros experimentos del mundo digital que nos subordina.
En segundo lugar, la mentira es la oposición total a la verdad, siendo inmportante
señalar que hay grados distintos tanto en lo verdadero, como en la mentira. En el
campo filosófico, esta oposición aparece como verdad-falsedad y los planteamientos
son de otro orden, como los relacionados con lo verdadero y lo falso en relación a las
premisas de los distintos tipos de silogismo y de los sofismas. A los distintos grados
que existen en la verdad y la mentira, se relacionan los varios tipos de verdad, ya
mencionados, y los varios tipos de mentira. Un grave problema es que la mentira es
una presencia continua y constante en el ejercicio de los poderes dominantes, en los
cuales entra el funcionamiento peculiar de la ideología (Haidar 2006), ligado a la
alienación, al fetichismo de la conciencia (Haidar 1990). Debemos también añadir
que hay varios tipos de poder como el político, el jurídico, el militar, el religioso, el
de los medios masivos, el de género y los micro poderes (Foucault 1993) como el de
los hospitales, de las cárceles, de todas las instituciones, porque en el funcionamiento
de casi todos se recurre a la mentira. Podría parecer una afirmación severa, pero en
la historia hay muy pocos ejemplos de ejercicio del poder que no recurren a la mentira
para la dominación, lo que se explica por el uso necesario de la manipulación. De
nuevo, es pertinente retomar a Foucault (1980), cuando propone que lo verdadero y
lo falso no son esencias, sino obedecen a regímenes subordinados a la voluntad de
verdad/ del saber que están articulados a los diversos poderes, aunque pueden existir
funcionamientos que escapen al poder, como hemos señalado. La posverdad, por lo
tanto, tiene que ver con la producción y reproducción de la mentira tanto en la
dimensión macro, como en la dimensión micro.
En una relación especular con la verdad, los varios tipos de mentira que podemos
mencionar son: mentira política, mentira histórica, mentira social, mentira económica,
mentira científica, mentiras piadosas, promesas rotas, mentiras intencionadas,
mentiras del autoengaño, rumores, exageración, plagio, mentiras compulsivas.
Los ejemplos de mentiras, tanto en los escenarios públicos, como en los
cotidianos, son innumerables, así como su presencia en las diversas producciones
semiótico-discursivas. Un ejemplo de la mentira económica/ posverdad se encuentra
en las categorías de países desarrollados y países en desarrollo, porque en estos
últimos no existe ningún proceso de desarrollo, como en el caso de Haití y de tantos
países en África y en América Latina, en donde lo que emerge son la pobreza y la
extrema pobreza. Otro ejemplo histórico de posverdad que impone la Iglesia, fue el
juicio a Galileo Galilei, cuando éste para salvarse de la hoguera tuvo que abjurar de
su tesis astronómica heliocéntrica, totalmente verdadera. En su abjuración, tuvo que
arrodillarse frente a los Inquisidores del siglo XVII, para afirmar públicamente que se
había equivocado frente al poder oscurantista de la Iglesia, con la violencia instalada
en los procesos inquisitoriales.
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En tercer lugar, están las falacias ligadas a la filosofía. Es Hamblin (1970), quien en
el Siglo XX rescata las falacias de sus estigmas negativos, para proponer que no existen
producciones semiótico-discursiva sin falacias, por lo que éstas son inevitables y
propias del pensamiento cotidiano, del pensamiento informal (no de la lógica formal)
(Cf. Van Eemeren y Grootendorst 1987), que se materializan en los discursos y en las
semiosis. Los sujetos al no poder evitar las falacias se insertan en otros tipos de lógicas,
que no son aristotélicas, como la informal, la cotidiana, la emocional que no obedecen
a los silogismos, sino a los entimemas, juicios incompletos en donde no tiene
pertinencia la verdad formal. Sin embargo, a nuestro juicio, el rescate de las falacias
de sus matices negativos, no justifican las mentiras que tienen otros funcionamientos.
Nigro Moser (2017) introduce nuevas reflexiones interesantes sobre la posverdad,
recurriendo a la dimensión retórica de las falacias, y siguiendo la clasificación de
Perelman plantea los siguientes grupos: a) Falacias de evidencia: cuando algún dato
es ocultado o manipulado para afirmar algo que no es cierto; b) Falacias de lenguaje:
cuando con estrategias lingüísticas se busca distraer al adversario o confundirlo; c)
Falacias de pseudoargumentos: en donde entran muchísimas falacias.
Las falacias más frecuentes en el discurso político, según Nigro y Blaquier (En:
Nigro Moser 2017) son:
– Argumento dirigido contra el hombre, ad hominem: se trata de ofender a la
persona y no de refutar sus argumentos.
– Apelación al pueblo, ad populum. Es el discurso del demagogo. Apela a los
sentimientos, supersticiones, creencias básicas del pueblo para que se acepte
su argumento.
– Generalizaciones. Se reconocen por el uso de términos como: “todos”, “nadie”,
“siempre”, “jamás”. Se pretende afirmar que es de conocimiento público y
general algo que solo se da en algún caso.
– Simplificación. La realidad es compleja. Para cada efecto, hay muchas causas.
Incluso interviene el azar. Sostener que un hecho tiene un único responsable
es, por lo menos, infantil.
– Falsa analogía. Se intenta comparar dos situaciones o casos que no se asemejan
verdaderamente en la realidad. Se traslada un ejemplo de un contexto comunicativo
a otro lo que le quita toda validez argumentativa.
Otro ejemplo de falacia, es el argumento desde el silencio: es una falacia porque
se extrae una conclusión basada en el silencio o ausencia de evidencia. Ejemplo: “sé
dónde es la fiesta, pero no te lo voy a decir / entonces no sabes dónde es la fiesta”.
Otro ejemplo es la frase “el que calla otorga”, que ocurre mucho en los comentarios:
“si fuera verdad, hubiera hecho la denuncia, ¿para qué se calló tanto tiempo? Seguro
es mentira”. (Disponible en https://articulos.elmeme.me/. Consultado 5 marzo 2018)
Como se puede observar, muchas falacias presentan funcionamientos semejantes
a la posverdad, y aunque la autora ejemplifica con el discurso político, ellas están
presentes en muchos otros tipos de discurso. Del mismo modo, las fronteras entre las
falacias y las mentiras son bastante fluidas, difusas, y los sentidos de las dos categorías
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tienen que ver con los campos que las utilizan: falacias en el campo filosófico, mentiras
en el campo socio-político.
En relación a la mentira, lo más interesante, contundente e ineludible es la mentira
política y su complejo funcionamiento. Mucho se ha trabajado sobre este tipo de
mentira, porque constituye un fenómeno ligado a lo político en el sentido restringido
y amplio. El sujeto político está atrapado, sin salida, por la mentira. Como ejemplos
emblemáticos, podemos mencionar los discursos políticos de campaña electoral que
están plagados de mentiras, así como los otros subtipos de discurso político como los
informes presidenciales, porque un componente estratégico de estos son las promesas
que nunca suelen cumplirse, y los resultados que se presentan totalmente maquillados
por la posverdad. En esta relación entre los sujetos políticos y los sujetos electores,
hay una especie de convenio subterráneo, implícito en la circulación de las mentiras
presentes en los ámbitos de la posverdad. De tal modo que asistimos a un fenómeno
peculiar de lo político, que implica que la verdad no puede ser la estrategia de la
eficacia, sino la mentira, o lo verosímil, que es el funcionamiento del parecer, no del
ser. En estas reflexiones, no podemos dejar de mencionar que, de modo paradójico,
los que buscan usar la verdad pierden terreno, para los que manipulan con lo falso,
con la posverdad, fenómeno complejo muy peocupante de esta sociedad hiperconectada,
que no se preocupa en vivir en la hiperrealidad. En efecto, aunque cuando
siempre ha existido relacionada con el poder y por supuesto con la alienación, en
estos últimos años con mucho mayor fuerza y presencia la posverdad se instaura como
un personaje novedoso, maquillado, que oculta los innumerables vicios que funcionan
de manera negativa en los procesos socio-histórico-político-culturales.
LA POSVERDAD: ENCRUCIJADAS DE SENTIDOS CONFUSOS, AMBIGUOS, PERVERSOS.
RETROCESO DEL PENSAMIENTO CRÍTICO
En este apartado, retomamos la posverdad porque es el núcleo básico de reflexión del
artículo, para relacionarla con lo político y con la ética, pero también con otros
campos en donde está presente, como hemos mencionado. Lo político es entendido
como una materialidad constitutiva de todas prácticas semiótico-discursivas, de
distintas maneras y en diferentes grados. Lo ético entendido como los valores universales
del ser humano, está casi siempre ausente cuando se relaciona con lo político
y con otros tipos de procesos sociales, como el de los derechos humanos, que suelen
trabajan con falacias y posverdades, porque no se cumplen las premisas fundamentales
de la ética con los seres humanos.
Retomando a Nun (2017), la categoría de posverdad remite al fenómeno de que
los hechos objetivos influyen e importan menos en la opinión pública, que las
apelaciones a la emoción, dimensión fundamental en la subjetividad. Para este autor,
los promotores del BREXIT tuvieron éxito porque confirmaron los prejuicios negativos
de muchos ingleses sobre la Unión Europea, al plantear que superarían la crisis al salir
de esta instancia; falsedad que solo se reconoció públicamente cuando se ganó el
referendum. Siguiendo con Nun (2017), la sociedad del conocimiento, paradójicamente,
logra el desarrollo impresionante del conocimiento, pero al mismo tiempo
las redes sociales se convierten en un arquitecto perverso que construye falsedades,
fabulaciones para anular el pensamiento y peor el pensamiento crítico. En otras
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palabras, se colapsa el conocimiento, se profundiza la pérdida de valores con la crisis
de las incertidumbres de los seres humanos a fines del Siglo XX, y que continúan hasta
la actualidad.
Para Chalamanch (2017), el neologismo ‘posverdad’ o ‘verdad emotiva’ permite
describir una forma actual de crear y modelar la opinión pública, porque no importan
los acontecimientos, ya que como mencionamos los hechos objetivos tienen menos
capacidad de influencia que la apelación a las emociones, por lo cual el debate en
política se orienta a apelar a las emociones desconectadas de los hechos, la verdad
cediendo el espacio, el escenario a la posverdad. Con la posverdad, a nuestro juicio,
ocurre el fenómeno raro de que la apariencia de verdad logra ser más eficaz que la
propia verdad, estableciéndose una auténtica paradoja, ya mencionada, que se
presenta cuando la verdad tiene que retirarse y ocultarse frente a la avalancha de las
posverdades. Este fenómeno paradójico no encuentra todavía explicaciones convincentes,
sino solo incompletas, o parciales. Algunos intentos de explicaciones recurren
a las estrategias de persuasión eficaces utilizadas por los medios digitales, así como a
la profunda crisis de valores de fines del siglo XX, que continúa hasta este siglo,
todavía sin escenarios alternativos. Los sujetos atrapados por la posverdad no logran
romper las burbujas de la posverdad, no logran cuestionar las noticias falsas que
producen cárceles simbólicas de donde no pueden salir, ilustrando de manera
concreta el mayor grado de alienación y de fetichismo de la consciencia. En el
diagrama de las ataduras subjetivas, podemos observar las redes que atrapan a los
sujetos.
Gráfico 1: Ataduras subjetivas (elaboración propia).
La posverdad, para Nigro Moser (2017), puede ser abordada desde diferentes
puntos de vista, desde la Nueva Retórica de Perelman, hasta otros campos cognitivos,
como la psicología. La autora cita a Arturo Torres cuando éste afirma que la posverdad
funciona porque no les interesa a los sujetos si los hechos son verdaderos o falsos,
cediendo la objetividad el paso a las opiniones, a las creencias, a los prejuicios. Otros
Atadura
emocional
Atadura del
inconsciente
Atadura
del deseo
Atadura
del poder
Atadura
ideológica
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elementos que añade la autora, se refieren a los hechos alternativos, a las noticias
falsas que se sostienen en una credibilidad anclada en los medios de comunicación
con todas las estrategias que utilizan para cooptar, persuadir la audiencia. Sin duda,
existe toda una maquinaria para lograr que los sujetos confíen en lo que leen,
escuchan, o ven sin cuestionarse. Pero, a nuestro juicio, se debe establecer otra
pregunta, de mayor problemática analítica: ¿por qué no les interesa a los sujetos
actuales, a los ciberantropos saber si los hechos son verdaderos o falsos?, lo que
realmente constituye una problemática que todavía no puede ser contestada a
cabalidad.
Si retomamos a Baudrillard (1978), podemos constatar que la hiperrealidad vence
a la realidad, a los distintos tipos de realidad, haciendo que los sujetos solo logren
vivir en los imaginarios creados por las redes sociales, por los medios digitales, que
son de amplio acceso a partir del uso masivo del celular, prótesis cerebral (Bartra
2007) que condensa en sí la contradicción desde la complejidad: tan constructivo y
tan destructivo al mismo tiempo. La hiperrealidad supera y se pone en el lugar de la
realidad, produciendo otras dimensiones sensoriales y perceptivas que alejan a los
sujetos del pensamiento crítico y autocrítico y los instalan en prácticas falsas, inciertas,
alienantes en donde buscan la catarsis en las posverdades, para los callejones
sin salida de la historia contemporánea, prefiriendo vivir en los horizontes imaginarios.
Un problema interesante es el que ocurre con los sujetos en relación a la verdad y
a la mentira, que se produce en las relaciones intersubjetivas. Los sujetos por el
funcionamiento narcisista no están preparados, no aceptan la verdad en la vida
cotidiana, menos en la pública. Cuando un intelectual es criticado, en general no
acepta la crítica, no reflexiona y casi siempre se pone en la defensiva. En la relación
a la verdad, que puede producirse en lo intersubjetivo, entre personas o entre grupos,
es muy difícil utilizarla porque hay siempre resistencia en aceptar la crítica. En
consecuencia, los sujetos no pueden usar la verdad en muchos ámbitos porque si lo
hacen generan la violencia simbólica, los conflictos, las tensiones, las polémicas. Estas
resistencias a la verdad, son resultantes de las fuertes cadenas subjetivas, como son el
poder, la ideología, el deseo, el inconsciente, lo emocional, lo digital, que sin duda
implican desafíos muy complejos para las subjetividades del mundo contemporáneo,
para los sujetos. A nuestro juicio, estos no pueden oír las verdades en relación con las
críticas de diversos tipos y solo lo logran hacer si realizan una reflexión continua, una
lucha continua con el núcleo narcisista de los sujetos (Haidar 2006; Haidar s/f).
En sus investigaciones, Muñoz Sanhueza (2017) aporta muchos elementos para
profundizar en algunos aspectos ya trabajados sobre la posverdad. En primer lugar, la
autora destaca más la emoción que la razón en la eficacia de la época de la posverdad,
a lo que se añade la inmediatez de la noticia, que impide cuestionarla o averiguar su
validez, y a la cantidad asombrosa de noticias que sumergen a los sujetos en los
laberintos de las posverdades. Otro aspecto importante que analiza es la estrategia de
Facebook, al implementar los ‘filter bubbles’, burbujas de filtro que penetran con
algoritmos y cierran la información que a los sujetos les gusta escuchar, leer, ver
(2017: 45-46), excluyendo y jerarquizando la información. Esta técnica de las
burbujas de filtro funciona de manera asombrosa no solo para la posverdad, sino para
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todas las áreas de lo digital que los usuarios utilizan. Las burbujas de filtro producen
la desinformación y encadenan a los sujetos en burbujas que dan credibilidad a las
falsedades, las viralizan. En efecto, las burbujas de filtro son uno de los soportes más
fuertes para la circulación y recepción de las noticias falsas basadas en el
sensacionalismo y en el espectáculo.
Considerando los dos procesos, el de BREXIT y de la candidatura de Donald
Trump, esta autora plantea que la posverdad cambió la forma de hacer política en el
mundo, por varias razones, entre las cuales se destacan: a) la profunda crisis de
credibilidad en todo el mundo; b) las redes sociales que lograron presentarse como
las portadoras de informaciones auténticas; c) la radicalización del populismo; d) la
estrategia de usar la mentira, noticias falsas que las redes sociales se encargaron de
difundir de manera rápida, ilimitada y continua, y e) el uso de estrategias emotivas,
no racionales. En la dimensión emotiva, es donde residen las creencias, los prejuicios,
a los cuales se apelaron para cooptar al electorado, más que a promesas posibles, o
estrategias analíticas.
EJEMPLOS DE POSVERDAD EN VARIOS CAMPOS
Retomando lo que hemos planteado, la posverdad siempre ha existido en el campo
semántico de la mentira, de lo falso, de las falacias, aunque en las coyunturas actuales
se recurra a otras estrategias más potentes por la eficacia producida en las redes sociales
y la manipulación de las grandes plataformas, como Facebook. En consecuencia,
también es una posverdad considerar que este funcionamiento alienante se inicia
en años más recientes, cuando en realidad estuvo, está y estará siempre presente en
los funcionamientos del poder desde tiempos milenarios.
Fuera de la política, encontramos el trabajo de Nogues (2017) que investiga sobre
el cambio climático y las falsas controversias generadas por los intereses del poder,
así como el impacto de este grave problema para la sobrevivencia de la humanidad.
La autora analiza la paradoja de que el conocimiento científico pierde su lugar, su
validez que pasan a tener las opiniones falsas que difunden los medios digitales, las
redes sociales. Desde esta perspectiva, los análisis de los científicos sobre los factores
del cambio climático, y sus graves consecuencias no son eficaces y lo que queda
circulando son opiniones derivadas de las posverdades, sin el soporte de las investigaciones
científicas, que tienen la verdad.
La existencia y el origen del cambio climático es una evidencia científica, investigada,
probada, pero lo que no se explica es por qué la postura que circula como
válida es la que niega el cambio climático. Para la autora, tal postura se defiende
desde grandes empresas petroleras, o industrias que usan combustible fósiles que contribuyen
al cambio climático, lo cual es negado por los medios masivos que generan
la posverdad de que es una energía limpia, y ponen en duda el cambio climático. Lo
que observamos es la emergencia de muchas posverdades sobre este grave problema,
que todavía no está atacado y considerado con suficiencia por los grandes países dominantes
del mundo, lo que se explica por intereses económico-políticos.
En lo político, destacamos un ejemplo emblemático contemporáneo, relacionado
con el desagravio que hace la OEA a la República Dominicana, en 2016 por el apoyo
Julieta Haidar
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que este organismo dio a la invasión de los marines estadounidenses a este país, en
1965, con la manipulación de las posverdades de que el gobierno de Juan Bosch era
comunista, que era una nueva Cuba, entre otras noticias falsas. En el Diario Libre, de
República Dominicana, el día 16 junio de 2016, aparece el siguiente titular: ‘La OEA
emite declaración de desagravio por la invasión de abril de 1965’, noticia de la cual
presentamos algunos fragmentos muy importantes históricamente:
SANTO DOMINGO. La Asamblea General del Cuadragésimo Sexto
Período Ordinario de Sesiones de la Organización de Estados Americanos
(OEA), aprobó ayer a unanimidad por los 34 miembros, una declaración
de desagravio a la República Dominicana por el rol desempeñado por el
organismo regional, al dar el aval que permitió la intervención militar en
el país en abril de 1965.
La Declaración de Desagravio, aprobada con el número AG/CG/ 7/16, está
compuesta por tres puntos: primero se lamenta la pérdida de vidas humanas,
y expresa las condolencias de la organización al pueblo dominicano;
segundo, desagravia al pueblo dominicano por las acciones de
abril de 1965 que interrumpieron el proceso de restablecimiento del orden
constitucional en la República Dominicana, y tercero, reafirma los principios
del derecho internacional, de la Carta de las Naciones Unidas y de
la Carta de la OEA.
La Declaración del organismo multilateral fue emitida durante la celebración
de la cuarta sesión plenaria de la OEA, llevada a cabo en el recién
inaugurado centro de convenciones de la Cancillería.
Al respecto, el ministro de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana de
Ecuador, Guillaume Long, pidió también perdón a la República Dominicana
por haber apoyado en 1965 la resolución de la OEA que avaló la
intervención norteamericana, lo que costó muchas vidas y la violación de
la soberanía del país.
Del otro lado, la secretaria adjunta del Departamento de Estado para
Asuntos del Hemisferio, Mari Carmen Aponte, estimó innecesario recordar
aquel momento histórico en el que 42, 000 soldados e infantes de marina
estadounidenses invadieron el territorio dominicano dejando un saldo de
muertes que algunos historiadores sitúan en 5,000, en su mayoría civiles.
“Es bien importante que no nos concentremos en el pasado. Mire, de las
situaciones más difíciles siempre sale algo positivo y constructivo”, respondió
Aponte, ante el cuestionamiento de un periodista sobre si Estados
Unidos pediría perdón al pueblo dominicano, tal y como Alemania hizo
lo propio con el pueblo judío. (Disponible en: https://www.diariolibre.com/noticias/politica/la-oea-emite-declaracion-de-desagravio-porla-invasion-de-abril-de-1965-MX4044248.
Consultado el 20 de febrero
2018).
Como se puede observar, este agravio está en un discurso político-histórico
emblemático, porque un organismo como la OEA se disculpa públicamente, a nivel
internacional por la invasión que apoyó a República Dominicana de los Estados
Unidos, en 1965. Sobre este lamentable acontecimiento, recurrimos a los planteamientos
del presidente derrocado Juan Bosch, quien en el libro Viaje a los
Las falacias de la posverdad: desde la complejidad y la transdisciplinariedad
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Antípodas (1980), hace varios planteamientos denunciando las posverdades que
utiliza Estados Unidos
Fui a Asia y al Sudeste Asiático a buscar la Verdad. […] Yo oí al presidente
de los Estados Unidos, país líder de la tal democracia representativa,
mentir como sólo mienten los seres más abyectos; oí a él y senadores,
diputados, altos personajes y a la radio oficial de los Estados unidos acusar
a la revolución democrática del pueblo dominicano de criminal y salvaje…
(1980: 39-40)
Así, a partir del 28 de abril de 1965 comencé a estudiar cuidadosamente
la historia de Estados Unidos tal como es y no como la cuentan los
norteamericanos; comencé a darme cuenta de que ese país gigantesco y
poderoso tiene una antigua tradición de engaños y una capacidad asombrosa
para mentirle al mundo; ha hallado la forma de atropellar de la
manera más brutal a los pueblos débiles y presentar esos atropellos como
si fueran grandes y costosos esfuerzos para liberarlos de males infernales
y para defender la libertad humana (1980: 40)
Allí, en Yugoslavia y Rumania comprobé que de cada mil palabras sobre
los países socialistas que se escriben en los Estados Unidos, novecientas
noveintinueve son mentiras (1980:41).
En otras palabras, se confirma que con la categoría de posverdad no hay nada
nuevo bajo el sol, porque en la historia de los imperios está siempre presente la posverdad
de distintas maneras, en diferentes grados, pero siempre funcionando para la
dominación y cooptación de los sujetos.
Otro ejemplo del uso impactante de la posverdad, es la invasión a Irak con el
argumento falaz de la construcción de armas de destrucción masiva. En un artículo
de Tele Sur, escrito por David Swanson, publicado en 16 de julio de 2015, con el
título “Documento Secreto Muestra Reacción de la CIA al No Encontrar Armas de
Destrucción Masiva en Irak”, se afirma que en esta invasión el Gobierno de Estados
Unidos invadió Irak, devastó toda una sociedad, mató a más de un millón de personas,
hirió, traumatizó y desplazó a millones más. Y se añade que después de que Duelfer,
encargado de pesquisar sobre las armas, con 1.700 miembros del ejército de Estados
Unidos, afirmara que no encontró ninguno de los supuestos arsenales de armas de
destrucción masiva, de nada sirvió porque 42% de los estadounidenses (y el 51 por
ciento de los republicanos) todavía creen lo contrario. (Disponible en : https://www.-
telesurtv.net/opinion/Documento-Secreto-Muestra-Reaccion-de-la-CIA-al-No-Encontrar-Armas-de-Destruccion-Masiva-en-Irak-20150716-0029.html.
Consultado el 28
febrero 2018)
En otro artículo de La Nación, publicado el 10 de septiembre de 2005, intitulado
“Powell se arrepintió del discurso que dio en la ONU sobre Irak”, el exsecretario de
Estado norteamericano, confiesa lo siguiente:
“Es una mancha, porque yo fui quien hice esa presentación en nombre de
Estados Unidos ante el mundo, y eso será siempre parte de mi carrera”,
dijo Powell, en una entrevista concedida a la periodista Barbara Walters,
de la cadena de televisión ABC…” Había algunas personas en la
comunidad de inteligencia que sabían en ese momento que algunas de las
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fuentes no eran buenas, y que no debían ser consideradas. Pero no
hablaron y eso me devastó”, señaló. (Disponbile en: https://www.lanacion-
.com.ar/737624-powell-se-arrepintio-del-discurso-que-dio-en-la-onu-sobre-irak
(Consultado el 28 febrero 2018).
Esta posverdad por la cual nunca pasó la ética tuvo gran eficacia y el arrepentimiento
del Powell no sirvió para nada, porqué aunque murieran un millón de
personas, y aunque oficialmente se niega la existencia de las armas de destrucción
masiva, buena parte del pueblo norteamericano siguió creyendo, envuelto por las
burbujas de mentira, esclavizados por la posverdad.
Los ejemplos son innumerables, más bien lo que no se encuentran son prácticas
semiótico-discursivas que logren escapar de las posverdades. Recurrimos a un último
ejemplo, el terremoto de México en septiembre de 2017 que fue motivo para la producción
de innumerables posverdades, es decir, de mentiras. Más allá de todo el
sensacionalismo, del espectáculo en que los medios masivos convirtieron el terremoto
mexicano, de todas las posverdades generadas en relación a las áreas afectadas como
fueron el estado de Oaxaca, Chiapas, Puebla se destaca la más infame construcción
de posverdad, con la historia construida sobre Frida Sofia: la niña que los medios
transmitieron durante todo el día 21 de septiembre de 2017, que estaba atrapada en
las ruinas del Colegio Enrique Rebsamen. Los medios dramatizaron y decían que los
topos habían conversado con Frida, quien les pedía alimento y auxilio. Pero, después
de que la noticia se virilizara, no se pudo sostener y vino la verdad: no existía tal niña.
No se pudo sostener esta mentira/posverdad, porque en la lista de alumnos no existía
tal nombre, no vinieron los padres a reclamarla, y la directora no pudo aclarar nada.
Frente a la realidad de que no existía tal niña, no se pudo sostener esta posverdad y
vence la verdad, lo que ocurre pocas veces. (Disponible en: www.bbc.com/mundo-
/noticias-america-latina-41363083; http://www.proceso.com.mx/504440/caso-fridasofia-una-verguenza-gobierno-pena-nieto-wp;
https://www.elespanol.com/mundo/-
america/20170921/248476143_0.html. (Consultado el 28 febrero 2018)
ALGUNAS CONCLUSIONES
Si partimos de la premisa de que la mentira, la falsedad, la posverdad siempre
existieron en lo privado, en lo público, en las esferas de lo político, en otras áreas
como de los medios masivos y de las mismas ciencias, es importante preguntarse
porque en estos momentos, surge la categoría de posverdad, con tintes positivos
escondiendo toda la oscuridad que contiene. Es decir, las esferas interconectadas de
la falsedad, la mentira, la posverdad siempre han existido en mayor o menor grado en
todas las culturas, en todo el desarrollo histórico de la humanidad. Sin embargo, la
característica novedosa es que se impone por las redes sociales, por el Diccionario de
Oxford que integra el concepto de posverdad con nuevos sentidos que procuran
opacar lo negativo, la ausencia total de la ética en los procesos que se generan y que
inundan las conciencias.
En la amplia literatura sobre la posverdad, se menciona que su aceptación
colectiva internacional se debe al aumento de la crisis de credibilidad, a la
manipulación digital y todas las estrategias de las redes sociales, a la capacidad
ilimitada de éstas para circular todo lo falso, para crear opinión y adhesiones, al
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bombardeo incesante de noticias falsas en todos los ámbitos y al uso sin ninguna ética
de los medios digitales. En otras palabras, se juntan la crisis de la credibilidad, la crisis
de los valores, la ausencia de horizontes positivos y el desarrollo de los medios
digitales que utilizan todas las estrategias comunicativas posibles para producir y
reproducir de modo incesante, incontrolable las burbujas de la posverdad, con las
cuales enclaustran y subordinan a los sujetos.
Pero, frente a esta problemática situación de una profunda alienación de los
sujetos, surgen cuestiones que todavía no podemos responder. Una de ellas es que,
frente a la crisis de credibilidad, a la crisis de valores, los sujetos no logran tener un
pensamiento crítico, sino que se ahogan en la alienación total, y pasan la credibilidad
a la posverdad, al ámbito contrario a la verdad. Paradoja profunda del mundo actual,
que nos lleva a preguntar ¿por qué las noticias falsas logran tener mayor o total
credibilidad sobre las noticias verdaderas? En otras palabras, ¿en el escenario público
por qué la verdad se colapsa y sale victoriosa la posverdad? Estas constituyen
preguntas muy complejas, que necesitan estudios desde la complejidad y la
transdisciplina, porque los análisis que se presentan de las apelaciones a la dimensión
emocional, a las creencias y prejuicios, a las estrategias digitales de las burbujas de
filtro, explican solo en una pequeña parte estos fenómenos.
La preocupación e inquietud que se presenta es que los sujetos, desde finales del
siglo pasado, hasta estos momentos, prefieren quedar envueltos en estas burbujas de
mentira, que opacan la realidad, los hechos objetivos. Lo que se ha producido por la
globalización, que difunde las crisis de todos tipos es que los sujetos queden
atrapados, encadenados, pero incrustados en una tranquilidad y felicidad del
simulacro, de la hiperrealidad. Las cadenas subjetivas, ya mencionadas, generan
desafíos muy profundos para los sujetos complejos del mundo contemporáneo.
En síntesis, más allá de la categoría de posverdad quedan muchos desafíos para los
seres humanos superar, como el de lograr salir de las burbujas de mentiras, para producir
un pensamiento crítico, con ética, con los valores que logren vencer los poderes
perversos de los medios digitales esclavizadores, que se propagan en las fronteras
cronotópicas, espaciotemporales, sin límites. En este abrumador torbellino creado por
los medios digitales, los sujetos deben asumir el desafío de luchar por la verdad, por
la ética en todas las dimensiones de la vida, buscando caminos alternativos al dominio
de las redes sociales, de los medios digitales que envuelven a los seres humanos y los
hacen entrar en laberintos de falsedades, sin salida, porque no encuentran los hilos
de Ariadna (mito de Minotauro).
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