Sobrevivir en el sur de Yemen

Después de tres años de guerra civil en Yemen, la desconfianza del movimiento separatista del sur hacia el presidente Hadi no ha hecho más que crecer.



Sobrevivir en el sur de Yemen
Después de tres años de guerra civil en Yemen, la desconfianza del movimiento separatista del sur hacia el presidente Hadi no ha hecho más que crecer.

2018-07-01 07:04:00
El Gobierno de Yemen, con su presidente Abdrabbuh Mansour Hadi a la cabeza, se establecía en Aden en 2015 tras ser obligado a huir de la capital por parte del movimiento rebelde hutí. La amenaza del grupo chií se expandía rápidamente y las fuerzas del sur cerraron filas en torno a Hadi para defender Aden y el territorio sureño con el apoyo de la coalición liderada por Arabia Saudí.

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Venta ilegal de gasolina en las calles de Aden. JUDITH PRAT
No obstante, desde los inicios esta ha sido una alianza forzada por las circunstancias, pues ya antes del conflicto el sentimiento separatista prevalecía en el sur, que fue un Estado independiente hasta la unificación con el norte en 1990.

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Qabol junto a su hijo, mutilado en la guerra de 1994, y su nieta. Su hijo menor murió en la batalla contra los hutíes en 2015. JUDITH PRAT
Después de tres años de guerra civil en Yemen y a pesar de haber expulsado a los hutíes de la mayor parte del territorio sureño, la desconfianza del movimiento separatista del sur hacia el presidente Hadi no ha hecho más que crecer. El desenlace de este acuerdo de conveniencia se producía en enero de este año, momento en el que el Consejo de Transición del Sur (CTS) rompía su alianza con el Gobierno yemení y, tras varios días de enfrentamientos, las Security Belt (milicias del CTS) tomaban el control de la ciudad. Desde entonces, las banderas de la ex República Democrática Popular de Yemen vuelven a ondear en Aden como muestra de las renovadas aspiraciones independentistas del sur.

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Empleado de una gasolinera en Al-Aresh informa a un cliente de que no hay gasolina. JUDITH PRAT
El sur siente cada vez más lejano el conflicto con los rebeldes hutíes. No obstante, la región se ve afectada por la amenaza de Al Qaeda, que ha conseguido afianzarse en algunas zonas del sur del país, donde sus ataques son cada vez más frecuentes y mortíferos.

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Familias desplazadas por la guerra y la pobreza viven en pequeñas tiendas a escasos kilómetros de Aden. JUDITH PRAT
En este contexto, la población sobrevive a duras penas a las consecuencias de tres años de guerra. Se estima que más de 40.000 desplazados llegados a Aden desde otras zonas del país sobreviven en los suburbios y en improvisados asentamientos en el desierto abandonados a su suerte.

La dificultad del acceso al agua potable ha provocado brotes de cólera y disentería que están afectando duramente a la población, especialmente a los niños. Esta crisis sanitaria se ve agravada por la falta de personal médico en los hospitales públicos, ya que los funcionarios llevan varios meses sin cobrar sus salarios.

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JUDITH PRAT
La debilidad y la corrupción del Gobierno y el largo conflicto han provocado también la escasez de petróleo en las estaciones públicas, lo que ha disparado el precio en las privadas y en el mercado negro. Esto tiene enormes repercusiones en una ciudad con frecuentes cortes de luz y donde la población ahora tampoco puede hacer funcionar los generadores por falta de combustible.

En definitiva, el sur se enfrenta a un escenario incierto con sus propias aspiraciones y luchas dentro del ya complicado conflicto en Yemen.

TRES AÑOS DE GUERRA
Después de tres años de guerra, Yemen está devastada. En marzo de 2015, una coalición liderada por Arabia Saudí —en la que participan Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Kuwait y Sudán, y apoyada por Estados Unidos y Reino Unido— iniciaba una serie de ataques aéreos en Yemen contra la milicia chií de los hutíes, que desde 2014 se había hecho fuerte en la capital y en otras partes del país. En aquel momento, los hutíes apoyaban al expresidente Saleh, expulsado del poder en 2011 tras un levantamiento popular en el marco de la primavera árabe y sustituido por el vicepresidente Abdrabbuh Mansour Hadi. Desde entonces, Arabia Saudí, que defiende a Hadi y acusa a Irán —potencia regional con la que mantiene una guerra abierta por el control de la zona— de estar armando a los hutíes, no ha cesado de bombardear el país, ha atacado indiscriminadamente a civiles y utiliza incluso munición de racimo, según Amnistía Internacional, que indica que todas las partes en conflicto están violando derechos.
El coste humano de tres años de guerra es de más de 15.000 muertos, tres millones de personas desplazadas y 22 millones en situación de emergencia humanitaria, con siete millones al borde de la hambruna debido al bloqueo férreo impuesto por Arabia Saudí. / REDACCIÓN