Nicaragua duele

Aparentemente en las últimas semanas la tensión ha cedido, no por avances en
las negociaciones sino por el afianzamiento de la represión. Ortega ha logrado un
respiro por medio del látigo. Pero su conducta ha creado un abismo irremontable con la
juventud rebelde. Su divorcio con la izquierda es definitivo. La tradición revolucionaria
del sandinismo volverá a resurgir, pero en la vereda opuesta del orteguismo.
Claudio Katz, uno de los más conocidos economistas de izquierda argentino, adhiere a la postura de Cabieses de Chile, de cuestionar severamente la represión de Ortega manteniendo el alerta de que no pase Nicaragua al control yanqui. lo que es un fantasma para esas izquierdas avergonzadas que se justifican, pues el ejército nica no se ha sumado a la represión y será difícil que lo haga.



NICARAGUA DUELE
Claudio Katz

Escribir sobre Nicaragua es tan doloroso y triste como indispensable. Los
recuerdos de la revolución sandinista todavía están vivos en la generación que conoció
esa gesta. El silencio sería una afrenta a los que participaron en esa memorable
insurrección contra Somoza.
Los hechos de los últimos meses ofrecen pocas dudas. Una sucesión de protestas
sociales fue brutalmente reprimida. Hay 350 muertos de un solo lado por la acción de
fuerzas policiales o paramilitares. En todos los casos hubo disparos contra manifestantes
desarmados, que respondieron o se escaparon como pudieron de la cacería.
Las informaciones de numerosas fuentes coinciden en esa descripción. Se
registró una escalada creciente de disparos a mansalva, que comenzó con algunos caídos
y trepó a 60 asesinados a fines de abril. Esa tragedia no fue interrumpida por el inicio de
conversaciones. Al contrario, el dialogo fue coronado con otros 225 crímenes.
No existe ninguna justificación de ese salvajismo. Los partes oficiales (y las
voces de apoyo que recibe) no exhiben ninguna prueba de la “acción terrorista”, que
endilgan a las víctimas. Tampoco hay bajas significativas en el campo gubernamental y
no existen registros del uso de armas de fuego por parte de los opositores.
Estos acontecimientos no sólo han sido denunciados por los allegados a los
caídos. Infinidad de testigos y una amplia variedad de periodistas corroboran esos
acontecimientos. Pero lo más importante son las autorizadas voces de ex comandantes y
dirigentes del sandinismo, que han verificado lo ocurrido en el mismo lugar de los
hechos. Sus denuncias tienen altísima credibilidad y son coincidentes con la visión de
viejos participantes extranjeros de la revolución. Estas opiniones importan por su gran
conocimiento de los actores en disputa.
La sangría que descargó el gobierno de Ortega se asemeja a la reacción de
cualquier presidente derechista. Fue la típica violencia del estado contra los
descontentos. Frente a ese atroz comportamiento, un movimiento originado en
reivindicaciones básicas asumió un carácter democrático de resistencia a la represión.
La demanda original contra la reforma de la seguridad social perdió gravitación, frente
el dantesco escenario de centenares de muertos por la balacera de los gendarmes.
Levantar la voz frente a este crimen, exigir el inmediato cese de la represión y el
enjuiciamiento de los culpables es la primera definición frente a lo sucedido.
INVOLUCIÓN SIN RETORNO
Las protestas contra el aumento de las cotizaciones de la seguridad social
encontraron un gran eco en la población. Esa simpatía indicó el malestar existente en
amplios sectores. Hay fastidio con políticas oficiales divorciadas del pasado
revolucionario del gobierno.
El orteguismo no guarda el menor parentesco con su origen sandinista. Ha
establecido alianzas estratégicas con el empresariado, adoptó medidas exigidas por el
FMI y afianzó los vínculos con la iglesia después de prohibir el aborto. Ha consolidado

1Economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI. Su página
web es: www.lahaine.org/katz
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la privilegiada burocracia de los negocios que debutó con la apropiación de los bienes
públicos.
Bajo la conducción de Ortega rige un sistema clientelar asentado maquinarias
electorales. La persistencia de la vieja simbología sandinista oculta este cambio
sustancial, que reproduce la involución padecida por otros procesos progresistas.
Mucho antes de convertirse en una simple red de mafiosos, el PRI mexicano
había enterrado su legado de transformaciones agrarias y tradiciones nacionalistas. Lo
mismo sucedió con el MNR de Bolivia, que actuó durante varios años como un partido
reaccionario contrapuesto a su origen. Los ejemplos de regresión política -que recrea
Ortega- se extienden a otros partidos latinoamericanos, que se despegaron por completo
de sus antiguos anhelos socialistas o antiimperialistas.
Pero la represión incorpora un viraje más irreversible. Convierte a una
formación aburguesada en una organización antagónica con la izquierda. Cuando los
aparatos policiales asesinan a mansalva se rompe el último eslabón de contacto con un
horizonte progresista. Esta regresión sin retorno se produjo en Nicaragua en los últimos
meses.
Las sustanciales diferencias con Venezuela no radican sólo en la permanencia de
un proceso bolivariano, que confronta con la derecha y defiende la soberanía en un
marco de inédita adversidad. En la interminable sucesión de guarimbas, el chavismo ha
batallado contra intentos golpistas, incursiones paramilitares y provocaciones de grupos
adiestrados por la CIA. Ha cometido muchas injusticias y hostigado a varios luchadores
populares, pero su disputa central ha sido con la desestabilización promovida y
financiada por el imperialismo.
Lo ocurrido en Nicaragua es muy distinto. Las protestas no fueron teledirigidas
desde Washington. Surgieron desde abajo contra reformas aconsejadas por el FMI y se
articularon posteriormente en forma espontánea para defender los derechos vulnerados.
Tampoco las principales figuras de los conservadores -que han concertado incontables
pactos con el gobierno- propiciaron la revuelta. Las manifestaciones reunieron a un
heterogéneo conglomerado de descontentos, que actúan bajo el timón de la iglesia y el
estudiantado. Las distintas vertientes eclesiásticas no siguen un libreto uniforme y los
estudiantes están agrupados en varias corrientes internas con líderes de izquierda y
derecha.
Este movimiento con bajo nivel de politización inicial comenzó a adoptar
posturas más nítidas frente al acoso represivo. Su posicionamiento se afianzó ante el
fracaso de las mesas de diálogo, que el gobierno aceptó de palabra y boicoteó en la
práctica.
UNA MIRADA INTEGRAL
De todos los pronunciamientos difundidos en las últimas semanas, la postura
adoptada por un reconocido dirigente revolucionario chileno, reúne méritos ausentes en
otras posturas.
Ese planteo resalta la legitimidad de las protestas, denuncia la traición de Ortega
y cuestiona el silencio cómplice de muchas corrientes progresistas frente a la represión.
Pero también alerta contra la utilización derechista de las protestas y señala que Estados
Unidos aprovechará el conflicto para socavar al gobierno. Constata, además, que
persiste el apoyo de una parte de la población al oficialismo y convoca a propiciar una
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solución pacífica, para que la burguesía local y su mandante imperial no sean los
beneficiarios de la eventual hecatombe del oficialismo2
.
Esta mirada sintetiza muy bien el repudio moral a las matanzas con el
reconocimiento de la compleja situación creada en el país. Aunque Ortega pacta sin
ningún escrúpulo con todos los exponentes de la reacción, Estados Unidos busca su
desplazamiento. No tolera la autonomía que ha preservado Nicaragua en su política
exterior. El país no sólo forma parte del ALBA y mantiene estrechos vínculos con el
gobierno venezolano. Pretende además construir un canal inter-oceánico con
financiación china, en la región más caliente del “patio trasero” de la primera potencia.
Como se demostró durante el golpe contra Zelaya en Honduras (y más
recientemente en Guatemala), Estados Unidos trata a los pequeños países
centroamericanos como colonias de segundo orden. No acepta la menor indisciplina de
esas naciones. Por esa razón ya puso en marcha todos los tentáculos para cooptar a los
dirigentes de la protesta, a fin de alinearlos con la futura colocación de un títere del
imperio en reemplazo de Ortega. El encuentro de varios líderes estudiantiles en
Washington con congresistas de la ultra-derecha anticastrista (y las reuniones del mismo
tipo en El Salvador) constituyen los episodios más visibles, del nuevo operativo que
ensaya Trump.
Desconocer los preparativos de esa agresión sería una inadmisible ingenuidad.
El mismo Ortega que atropella brutalmente al pueblo es visto por el Departamento de
Estado como un adversario a sepultar. Este tipo de contradicciones ha sido muy
frecuente en la historia y debe ser evaluadas seriamente en la izquierda, a la hora de fijar
una posición. Es vital no sumarse a las campañas de la OEA y a los alaridos de Vargas
Llosa que entreteje el Comando Sur.
PELIGROS Y DEFINICIONES
Constatar que el sandinismo conserva la adhesión de una porción de la población
es compatible con los resultados de la última elección. Pero Cabieses no sólo parte de
este dato para convocar a una solución pacífica. Las negociaciones permitirían evitar la
transformación de la revuelta actual en una confrontación mayor, con una terrible
secuela de víctimas y nefastas consecuencias en el plano geopolítico y nacional.
Lo ocurrido en dos lugares de Medio Oriente ofrece antecedentes para temer
esas consecuencias. Tanto en Libia como en Siria predominaban gobiernos de origen
progresista, que involucionaron al punto de recurrir a la represión contra los militantes y
el pueblo. Kadaffi encarceló palestinos y Assad descargó sobre el pueblo fusilamientos
indiscriminados. En los dos casos, los atisbos de extensión de la primavera árabe
terminaron en tragedias mayúsculas. El estado libio prácticamente despareció en medio
de codiciosas disputas entre clanes rivales. Siria tuvo un desemboque más dramático.
Presenció primero el copamiento de las protestas por los yihadistas y padeció luego el
peor desastre humanitario de las últimas décadas.
Las realidades históricas y el escenario político de Medio Oriente y
Centroamérica son muy diferentes. Pero el imperialismo actúa con los mismos
propósitos de dominación en ambas regiones. Destruye sociedades y demuele países sin
ningún miramiento. Si hubieran ganado la partida en Venezuela, el país sería un

2 Manuel Cabieses Donoso, La lección de Nicaragua ,17 julio, 2018,
https://www.nodal.am/2018/07/
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cementerio semejante a Irak, con el petróleo en manos de las grandes compañías
estadounidenses.
Por estas razones conviene no olvidar en ningún momento quién es el enemigo
principal. Una solución pacífica en Nicaragua es el mejor camino para evitar la
peligrosa utilización imperial del conflicto. El mecanismo de esa salida estuvo muy
presente en la demanda de diálogo, para negociar eventuales elecciones anticipadas.
Este reclamo difiere de asimilar al gobierno con una dictadura y exigir su caída.
Aparentemente en las últimas semanas la tensión ha cedido, no por avances en
las negociaciones sino por el afianzamiento de la represión. Ortega ha logrado un
respiro por medio del látigo. Pero su conducta ha creado un abismo irremontable con la
juventud rebelde. Su divorcio con la izquierda es definitivo. La tradición revolucionaria
del sandinismo volverá a resurgir, pero en la vereda opuesta del orteguismo.
26-7-2018