Estamos caminando hacia estados cada vez más autoritarios

Lo que tienen muy claro las élites es que los pueblos son un peligro, entonces se han vuelto más conservadoras, intolerantes y autoritarias. Lo que todos tienen claro, pentecostales, empresarios, narcos y aparato estatal, es que a los sectores populares hay que mantenerlos esclavizados como en la vieja hacienda, a raya, fuertemente controlados. Estamos llegando a un nuevo tipo de Estado profundamente autoritario, se puede votar, pero democracia, eso no existe.



“Estamos caminando hacia estados cada vez más autoritarios”
Publicado hace 2 días en 29 julio, 2018
Por Diario UNO

Raúl Zibechi, periodista, pensador y activista militante uruguayo vino al Perú para homenajear al reconocido pensador peruano Aníbal Quijano y para presentar su libro “Descolonizar el pensamiento crítico y las rebeldías”. Para Zibechi, no es posible reformar las sociedades latinoamericanas desde las élites o guiados por pensamientos eurocéntricos, el reto es aprender y construir desde los movimientos y sectores populares.

—¿Qué críticas tienes a los gobiernos progresistas que ha tenido América Latina?

—La década y media de progresismo que hemos tenido en América Latina no ha producido cambios estructurales. Mejoró la situación de los más pobres a través de transferencias monetarias y de políticas focalizadas contra la pobreza en la línea del Banco Mundial, pero no consiguieron ni se propusieron tocar la riqueza, hacer una reforma urbana para que la ciudad tenga un acceso más igualitario, no hicieron reformas agrarias, ni impositivas, no tocaron los grandes privilegios. Al no hacerlo cuando la coyuntura económica favorecía, han caído los precios de las commodities y las materias primas, y volvemos a una situación de ajuste, de reducción del gasto y, por lo tanto, de limitación de esas políticas. La única forma que hay para empezar a combatir las desigualdades reales es afectar a la riqueza y no hay la menor intención de hacerlo porque sería desatar un conflicto social que los progresismos están lejos de desear.

—Tampoco están preparados…

—No están preparados política ni anímicamente porque lo que han querido es instalarse en el gobierno, en los altos cargos, y desde allí gestionar el Estado sin transformarlo.

—¿Cuál ha sido el lugar de los movimientos sociales en estos últimos años y cómo cambiar el Estado y el mundo desde abajo?

—El Estado, primero que nada, es una herencia colonial que se ve reforzado por un modelo extractivo que no hace más que generar profundización de los rasgos autoritarios y coloniales del Estado, con nuevos actores como el narcotráfico y la corrupción que se incrustan en el viejo Estado colonial. Entonces, lejos de una democratización estamos caminando hacia Estados cada vez más autoritarios. En el Perú, la corrupción y la podredumbre del aparato estatal no dependen de tal o cual presidente. Puede que haya alguno que pueda empeorar o mejorar las cosas, pero el núcleo, que es un Estado corrupto, colonial, opresivo, no cambia en función de quién sea el gobernante.

La única forma de cambiar el mundo es desde la sociedad. ¿Cómo cambian el mundo los movimientos? Puedo dar dos ejemplos, uno muy claro son las mujeres. Hace treinta años, las pocas mujeres que se atrevían a hablar en voz alta eran miradas como algo extraño. Hoy son un actor fundamental en el mundo, y ya nadie puede dudar que los movimientos de mujeres están cambiando el mundo. El otro actor que ha hecho más o menos el mismo proceso en el mismo tiempo son los pueblos indígenas, tanto los andinos como los amazónicos. Se revaloriza su cultura, su identidad, y los empezamos a ver de otra manera. Son dos ejemplos muy claros de cómo se cambia el mundo desde la sociedad.

—Estamos en un nuevo contexto después de quince años de progresismo, ¿cómo ve el escenario político en donde el conservadurismo y el extractivismo están empoderados?

—Veo un escenario muy complejo por muchas razones. Una, en el mundo aparece un debilitamiento de los Estados Unidos con figuras como Trump, que revela la crisis y la falta de norte del país, con una emergencia fuerte de Asia y de China como actor fundamental, que ya se venía hablando hace una década, pero hoy es más claro. Tenemos potencias como la Unión Europea que no aciertan a cómo ubicarse en este mapa con un conflicto serio con Rusia, y en América Latina hubo un periodo en el cual una gran parte de las élites políticas, incluso económicas, aspiraron a tener cierta autonomía de los Estados Unidos, no obstante, pasaron a no saber realmente dónde se posicionan, porque, aunque algunos miran con cercanía a Estados Unidos, qué sería de nuestros países si no exportaran a China, a donde va el grueso de nuestra producción.

Lo que tienen muy claro las élites es que los pueblos son un peligro, entonces se han vuelto más conservadoras, intolerantes y autoritarias. Lo que todos tienen claro, pentecostales, empresarios, narcos y aparato estatal, es que a los sectores populares hay que mantenerlos esclavizados como en la vieja hacienda, a raya, fuertemente controlados. Estamos llegando a un nuevo tipo de Estado profundamente autoritario, se puede votar, pero democracia, eso no existe.

Movimientos sociales y para potenciar acción social

—¿Cuál es el punto de encuentro entre la obra de Aníbal Quijano y “Descolonizar el pensamiento crítico y las rebeldías”?

—Aníbal Quijano ha conseguido formular algunas ideas muy importantes para comprender los movimientos sociales y para potenciar la acción social, ideas sobre la heterogeneidad de nuestros pueblos, de nuestras historias respecto al eurocentrismo, y eso nos lleva a pensar con cabeza propia, sin trasladar ideas del marxismo, el anarquismo, la social democracia o del conservadurismo, ideas europeas, sino a tenerlas en cuenta porque algunas son interesantes, pero en base a nuestras realidades construir lo nuevo. Para poner un ejemplo concreto: la idea del socialismo europeo es que su fuerza motriz era la clase obrera asalariada, pero Aníbal dice “en América Latina no hay solo salario, hay cinco formas de relación laboral”. Una de ellas, la reciprocidad, es fundamental en el mundo andino, el amazónico, e incluso en las ciudades y periferias urbanas, sin reciprocidad no existiría Villa El Salvador.