Líderes indígenas del continente aceptaron explotar alternativas para evitar el “coloniaje del libre comercio y proteccionismo” y contribuir a las resistencias que han surgido, por ejemplo, en Bolivia, Ecuador y Perú. “No representamos a todos los pueblos y movimientos indígenas ni tampoco estamos lanzando una lucha abstracta, queremos mantener los pies en la tierra”, dijo Gustavo Esteva, director del Centro de Encuentros y Diálogos Interculturales de Oaxaca (CEDI) y convocante, junto con Proyecto Andino de Tecnologías Campesinas de Perú, (Pratec), al coloquio, simposio y foro América profunda.
Los indígenas están en contra de la integración a un sistema económico y político porque lleva consigo la pérdida de su identidad, lengua, cultura, tradiciones y por eso hay un intento de “coalición de las luchas”, compatibles con las de otras fuerzas sociales, y que tienen su fundamento en el respeto a la diversidad, dijo Esteva, al dar a conocer las relatorías del coloquio en el que cerca de 120 líderes indígenas y académicos abordaron los temas: quiénes somos; qué tenemos en común, nuestros sueños y el sentido de nuestras luchas.
“Queremos mostrar que las iniciativas de los pueblos no suponen aislamiento o exclusión, que son una manera de unirnos para construir un porvenir incluyente; el propósito es conjuntar esfuerzos e inspirar nuevas propuestas políticas para todos”, asentó.
En dicho coloquio, la discusión en torno a las terminologías indígenas, pueblos y naciones indígenas, pueblos originarios o bien indios fue amplia. “La discusión no debe centrarse en la terminología sino en la postura de los pueblos e identidad de las sociedades de América (…) es totalitario y ocioso buscar una forma de llamarnos a nosotros mismos, ese procedimiento colonial ahoga las diversidades. Para nosotros las palabras, como las personas, están vivas, tienen peso, son compromiso y son una extensión de nuestros cuerpos”, asentaron.
No podemos aceptar -abundaron- que la identidad resida en el lenguaje pues la pierde quien deja de hablar su lengua materna, ni en el paradigma visual, que pasa por el color de la piel, ni tampoco en el territorio ni en la religión. “Toda esa conceptualización fija fronteras y genera conflictos (…) para nosotros la terminología es circunstancial, móvil y poco relevante. El nombre que nos adjudiquemos habrá de orientarse al futuro, al reconocimiento de nuestras definiciones e identidad y evitando el riesgo de dar una visión romántica de las relaciones entre los pueblos y al interior de cada uno de ellos.”
América profunda, comentó Esteva, posiblemente sea la expresión que más identifique a la mayoría (de los indígenas) pero lo más importante “es aclararnos unos y otros que esta discusión no termina y que queremos estar juntos pero no revueltos”.
Y en la discusión hubo quienes estuvieron a favor de ser identificados como “pueblos indígenas” y otros que prefirieron “naciones indígenas”. “No es ino-cente la distinción porque sus implicaciones jurídicas son muy diferentes. Pueblos es dentro de los países existentes, y nación pasa por transformar al Estado”, comentaron. Pero también se preguntaron ¿cómo establecer una categoría incluyente; cómo resignificar los movimientos “indígenas” a todo un país en torno a ellos?, y en respuesta acordaron seguir buscando mecanismos para ampliar las fronteras de las luchas y que el reconocimiento de sus autogobiernos pueda proyectarse en los estados y ante los poderes políticos.