Gramatología del acontecimiento IV

Cuarta y Última Parte
El capitalismo moral de la burguesía sindical.
Análisis pormenorizado de la casta burocrática sindical que ha acompañado a Lula y el PT de Brasil, y otras materias.



El capitalismo moral de la burguesía sindical

Importa comprender

La realidad es artesanía de las interpretaciones
Es producción de la subversión de las multitudes
Es el alba cuando despiertan los y las jóvenes
Heterodoxos, iconoclastas
Destructores de imperios
Forjadores de nuevas exhortaciones

Sebastiano Mónada/Mirada retrospectiva

Enlace transversal

Dejamos pendiente el análisis a partir de la lectura del libro de Raul Zibechi, Brasil potencia[144]. La importancia de los tópicos abarcados nos obliga a detenernos en los mismos, así como nos apremia a buscar apoyo, en la fenomenología de la percepción para llenar los huecos, la falta de experiencia social concreta, territorial, cultural, con las interpretaciones narrativas de la novela, de los substratos sociales, de las subjetividades afectivas, de los dramas concretos, en los tiempos que nos toca apreciar, que son los referentes del análisis. Ahora, después de haber elaborado hipótesis interpretativas a partir de las tramas narrativas de la novela, que devela experiencias sociales concretas, memorias locales, en la narrativa impetuosa de las configuraciones literarias, podemos retomar la lectura del libro citado, para abordar nuestra contemporaneidad política, nuestra actualidad ineludible, en lo que respecta a uno de los gobiernos progresistas de Sud América, las gestiones de gobierno del PT.

En Relaciones de dominación clientelares se concibe el clientelismo, las redes clientelares, como relaciones de dominación; es el populismo el que extiende estas relaciones clientelares hasta otorgarles una intensidad política, basada en relaciones afectivas entre el caudillo populista y su base electoral capturada. En Acontecimiento Brasil se busca interpretar la formación social-territorial de Brasil a partir de las percepciones de la potencia social; se contrasta la tesis de subimperialismo, que es, mas bien, interpretado como geopolítica regional, con las resistencias, las rebeliones, las trasgresiones y la alteratividad social. Se opone a la geopolítica la geografía emancipatoria de los pueblos. En Acontecimiento novela se vuelve a situar el punto o trazo de inflexión histórico en el periodo de Getúlio Vargas, cuando se busca solucionar la contradicción entre latifundio y desarrollo capitalista, entre monopolio de la tierra y revolución industrial, entre dominación colonial y democracia, mediante la síntesis forzada del régimen “bonapartista”, de la revolución industrial autoritaria, de la modernización conservadora. Esta ruta forzada para salvar a los latifundistas, iniciando una revolución industrial, combinando la herencia colonial con desarrollo capitalista y modernización, acompañada de concesiones sociales, de carácter populista, tiene como desenlace simbólico el cuerpo del caudillo, cuerpo significante donde se disputan los significados. En Geografía emancipadora versus geopolítica se ubica el racionalismo “pragmático” entre la violencia descarnada colonial y el racionalismo instrumental. En Acontecimiento y narrativa concluimos: que la polaridad de constante tención en la novela, como uno de los fondos de contradicciones y antagonismos culturales de la narrativa, es la de la figura de Luíz Carlos Prestes frente a la figura de Getúlio Vargas. Luíz Carlos Prestes es el símbolo de la permanente rebelión del pueblo brasilero, en todas las formas, múltiples resistencias, plurales transgresiones, variadas alteraciones, encaminando diversamente la potencia social. En cambio Getúlio Vargas es el símbolo del poder, del Estado, de la dominación, aunque sus gestiones evolucionen de un diletantismo incipiente a un pacto “bonapartista”, cuando el caudillo encausa una revolución industrial autoritaria, una modernización conservadora, aunque la política y el discurso del caudillo adquieran la locución seductora del populismo.

Después de estos enraizamientos, que hemos llamado fenomenología de la percepción pasional, que viene acompañada por la genealogía del poder, buscando hermenéuticas de la subjetividad, del acontecimiento Brasil, podemos, ahora, munidos de estos espesores interpretativos, pasar a la interpretación de la contemporaneidad y actualidad de las paradojas políticas. Comenzando con la paradoja del Partido de los Trabajadores (PT) en el gobierno impulsando el desarrollo capitalista por la vía de la especulación financiera. Además de la paradoja del racionalismo “pragmático”, que invierte la síntesis forzada de la burguesía industrial, que salva a los latifundistas, por el camino de la modernización conservadora, efectuando otra síntesis forzada, esta vez, “proletaria”, salvando a la burguesía industrial, en consecución de un capitalismo moral.

El balance de las gestiones de gobierno del PT que hace Francisco de Oliveira es lapidario; se trata de la formación de un nuevo estrato de la burguesía, la burguesía sindical; una burguesía vinculada además a la gestión financiera. Escribe:

La estructura de clase también se vio truncada o modificada; las capas más altas del antiguo proletariado se convirtieron, en parte, en lo que Robert Reich denominó “analistas simbólicos”: son administradores de fondos de pensiones complementarios, provenientes de las antiguas empresas estatales, entre los cuales se destaca el PREVI de los funcionarios del Banco do Brasil, todavía estatal; o son parte de los consejos de administración, como el BNDES (Banco de Desarrollo de Brasil), a título de representantes de los trabajadores[145].

Retomando la lectura del libro de Raúl Zibechi Brasil potencia, el autor comenta datos esclarecedores, en este proceso de aburguesamiento del sindicalismo. Escribe:

Si se toman en cuenta las principales esferas de decisión, el PT es ante todo un partido de sindicalistas, aunque hay que destacar que eligió a siete diputados empresarios. Además, el PT prácticamente monopoliza la representación sindical ya que pertenecen a ese partido el 80% de los sindicalistas electos diputados y el 78% del total de parlamentarios electos. El crecimiento de la bancada sindicalista ha sido importante en los últimos veinte años: en 1991 había apenas 25 sindicalistas en el Congreso, cifra que se duplicó largamente. Es cierto que la bancada empresarial es mucho mayor que la sindical, ya que llegó a 169 parlamentarios (tenía 120), perteneciendo 32 al PMDB, aliado del gobierno, y 28 al derechista DEM. A diferencia de la bancada sindical, casi toda petista, la empresarial se distribuye en casi todos los partidos del arco parlamentario. Por último, la bancada ruralista (vinculada a los ganaderos y al agronegocio) viene descendiendo de forma nítida: cayó de 117 a 61 parlamentarios. Una primera conclusión: desciende la fuerza electoral del viejo latifundio y crece la de empresarios y sindicatos.

Un segundo dato que vale la pena analizar se relaciona con el financiamiento de los partidos políticos, y muy en particular con los fondos que recibe el PT. Llama la atención el importante papel que tienen los empresarios en el financiamiento de los partidos, y de modo muy particular las empresas de la construcción. El empresariado aportó 470 millones de dólares a los candidatos electos. El 54% de los parlamentarios electos recibió algún apoyo de las constructoras, o sea 264 diputados y 42 senadores.

El partido que más dinero recibió de las constructoras fue el PT (15 millones de dólares) seguido del PSDB (11 millones). Se trata de empresas que se benefician de las grandes obras de infraestructura de la IIRSA y del Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), y que ahora esperan aumentar sus ganancias con las obras que se realizarán para la Copa del Mundo de 2014 y los Juegos Olímpicos en Rio de Janeiro en 2016. Las empresas que marcharon a la cabeza en donaciones fueron Camargo Corrêa, Queiroz Galvâo, Andrade Gurtierrez, OAS y Odebrecht, nombres que veremos repetirse a lo largo de este trabajo. Se calcula que las constructoras son responsables de un cuarto de todas las donaciones electorales. Las empresas vinculadas al agronegocio hicieron sus principales donaciones a los candidatos de la región centro-oeste y optaron mayoritariamente por los miembros del DEM, grupo que se ha destacado en la defensa de los intereses de ese sector a través de la bancada ruralista. En las elecciones de 2006, las mil mayores empresas privadas fueron responsables del 30% de la recaudación total de las campañas de los candidatos a presidente, lo que sin duda revela la importancia de este tipo de financiación.

Sumando lo encontrado hasta ahora, podemos decir que estamos ante la paradoja de un empresariado que financia en parte la elección de sindicalistas, supuestamente sus mayores enemigos si nos atenemos al discurso político de ambos sectores. En concreto, empresarios de la construcción financiando al partido de los sindicatos. Sin embargo, si observamos quiénes son estos sindicalistas convertidos en parlamentarios podemos concluir que tienen un perfil bien diferente del que podría esperarse: dos tercios tienen título universitario, entre los que destacan economistas, abogados y profesores. La mayor parte proviene de empresas estatales y del sector bancario. La inmensa mayoría, otros dos tercios, fueron reelectos. O sea se trata de profesionales especializados como parlamentarios[146].

Estamos ante fenómenos de la representación social que adquieren no sólo la deformación de la hipertrofia burocrática, sino que se convierten en dispositivos económicos de apropiación del ahorro de los trabajadores con fines financieros, además de convertirse en dispositivos de poder, que ejercen influencia y coerción, presión y dominio, adecuando el espacio político al dominio de la representación social. Asistimos a las transformaciones de las formas clásicas de la república y del Estado-nación; ahora son las formas de organización jerárquicas del sindicalismo las que ocupan el lugar de los partidos conservadores y liberales de la burguesía. Continúan su tarea de legitimación del orden, que garantiza el desarrollo económico, ahora por las vías de un capitalismo moral, que asiste las demandas de los trabajadores, incorporándolos al crédito, a las facilidades del mercado y a los beneficios financieros.

Revisando la trayectoria de dirigentes sindicales a cargo de la tesorería nacional de la Central Única de Trabajadores (CUT), después del Fondo de Amparo al Trabajador (FAT), el caso paradigmático es el de Delúbio Soares, tesorero del PT durante la campaña electoral de 2002; antes también fue delegado sindical, además de coordinador de las campañas presidenciales de Lula en 1989 y 1998. Zibechi escribe:

Estos hechos permitieron visibilizar algunas trayectorias de dirigentes sindicales vinculados a la cúpula de un partido como el PT, y a la vez como altos funcionarios del FAT, que ha sido definido por Francisco de Oliveira como “el mayor financiador de capital de largo plazo en el país”. En su opinión, el “núcleo duro” del PT está integrado por trabajadores transformados en operadores de fondos de pensiones, lo que les permite acceso a los fondos públicos y establecer vínculos con el capital financiero del cual se convirtieron en co-gestores. En apenas dos décadas la CUT y el PT vivieron un acelerado proceso de transformaciones que tuvo sus momentos más importantes en los primeros años del neoliberalismo.

Este proceso de conversión del sindicalismo en un organizado y masivo operador del sistema financiero nacional fue largo; tiene que ver con la transformación del obrero sindicalizado, por lo menos de un amplio sector privilegiado.

El 90% tenían vivienda propia en barrios con agua, luz, asfalto y saneamiento; el 70% secundaria completa; el 75% llevaban más de once años en su trabajo, recibían altos salarios, la mayor parte ya tenían computador y conexión a Internet. Ese tipo de trabajadores, con una indudable cultura de clase media urbana y acceso al consumo, controlaron desde el comienzo el movimiento sindical metalúrgico del ABC, cuna del nuevo movimiento obrero brasileño. Tres cuartas partes de los obreros de esas cuatro plantas están afiliados al sindicato y el 81% declararon su simpatía por el PT.

Los trabajadores de la industria automotriz, los bancarios y petroleros son los principales impulsores de la corriente mayoritaria de la CUT, Articulación Sindical, que es hegemónica también en la dirección del PT. Esa corriente tuvo cinco ministros en el primer gobierno Lula: Trabajo, Seguridad Social, Hacienda, Comunicación Social y Ciudades, además del propio presidente[147].

Estamos hablando del perfil de un “proletariado” que ya forma parte de las clases privilegiadas, en contraste con la inmensa mayoría de la población, sometida a trabajos itinerantes, laburos informales, contrataciones en el marco del capitalismo salvaje, marginados y discriminados en favelas. Los intereses de este “proletariado” están más cerca de los intereses de la burguesía que del proletariado nómada. La alianza entonces se da entre proletariado sindicalizado y burguesía, enfrentándose contra las demandas y movilizaciones del proletariado nómada; la lucha de clases adquiere un insólito perfil; parte del proletariado, el sindicalizado, forma parte del Estado-nación, defendiendo el orden instituido, enfrentando la subversión del proletariado nómada y de los campesinos sin tierra.

Parece una historia de nunca acabar, de una lucha de clases interminable. No basta que el partido de los trabajadores llegue al poder, sea gobierno, incluso por mayoría congresal; una vez que esto ocurre, el partido de los trabajadores se ve obligado a defender su poder. Lo sorprendente es que no es en contra de una burguesía conspirativa, sino contra la inmensa mayoría de los trabajadores no sindicalizados y contra los campesinos sin tierra; también contra las favelas. La diferencia con los gobiernos de la burguesía, sean conservadores, liberales o neoliberales, es que el gobierno de los trabajadores lo hace a nombre de los trabajadores, a nombre del proletariado, a nombre del pueblo, a nombre de los pobres. El estilo es empresarial, de una empresa que se inviste de social, una empresa que quiere doblegar al capitalismo explotador, convirtiéndolo en un capitalismo moral, al servicio de los trabajadores. No hay mejor gobierno para el desarrollo económico, que no deja de ser capitalista, por lo tanto no hay mejor gobierno para la burguesía recompuesta, con la incorporación de la burguesía sindical, que este gobierno de los trabajadores. Es cuando la hegemonía burguesa, comprendiendo a todos sus estratos, se logra plenamente, convenciendo a la mayoría de la población de las bondades de las gestiones sociales gubernamentales. A propósito de este balance, Raúl Zibechi concluye:

Así se produjo, en pocos años, una mutación en el perfil de la clase obrera: en lo político, más dispuesta a negociar que a luchar; en cuanto a su cultura, obreros polivalentes ya no focalizados en una profesión o tarea, y comprometidos en el aumento de la productividad[148].

Estas transformaciones del proletariado, esta diferenciación social en el proletariado, es un desafío para el análisis social y político. Las tesis sobre la contradicción entre proletariado y burguesía se derrumban, si es que no se distingue claramente esta estratificación social en el proletariado, si es que no se explican estas transformaciones sociales y económicas. Una vez más vemos que el apegarse a teorías como si fueran inmodificables, verdades demostradas, es un craso error. Este teoricismo, que hemos llamado fundamentalismo racionalista, no entiende el papel provisional e instrumental de las teorías. Frente a estas experiencias sociales contemporáneas es indispensable interpretar el impacto en la formación y reproducción social, particularmente en lo que tiene que ver con el proletariado, de la inserción de la organización sindical en la cogestión económica y en la gestión estatal. El proletariado se termina adecuando a la “necesidades” del desarrollo económico, es decir, del desarrollo capitalista, termina respondiendo a los requerimiento de la revolución industrial-tecnológica-cibernética, subordinada a la acumulación de capital; en otras palabras, termina respondiendo al perfil obrero requerido por la burguesía industrial.

En la medida que la organización sindical es más poderosa, más extensa y regularizada, en esa misma medida la burguesía se ve obligada a reconocer esta presencia ineludible, se ve obligada a complementarse con esta organización sindical nacional de influencia masiva. El “pragmatismo” de la burguesía industrial volvió a buscar una salida conservadora, como lo hizo en la segunda mitad del siglo XX, ante el crecimiento cualitativo y cuantitativo del proletariado, sobre todo del sindicalizado. El camino fue la formación de los trabajadores, de acuerdo a los requerimientos del mercado, acompañada de transferencia de fondos estatales, combinados con transferencia de fondos privados, es decir, de fondos empresariales. Por esta adecuación, la dirigencia sindical no sólo empujó al proletariado sindicalizado a adaptarse a las demandas del capitalismo nacional, sino que el siguiente paso fue ir más allá, convirtiéndose en administradores financieros. En otras palabras en agentes del desarrollo capitalista.

Raúl Zibechi encuentra esta transformación de la situación y de la posición del sindicalismo en el contexto de la formación social brasilera, en el campo social, en el campo económico y en el campo político, desenvolviéndose de manera patente durante el periodo neoliberal. El autor escribe:

En paralelo, y en parte como consecuencia de estas modificaciones en el perfil de la clase trabajadora, se registran cambios en los sindicatos y en el escenario político que permiten a varios analistas hablar de “derrota” de la clase obrera o, si se prefiere, de un conjunto de fracasos: una derrota política al no haber podido elegir a Lula en las elecciones presidenciales de 1989, a la que se suma la derrota económica y cultural que representó la hegemonía neoliberal a partir de 1990. En el terreno sindical, la Constitución de 1988 –que consagró la nueva democracia y el fin del régimen militar– dejó en pie las prácticas del viejo sindicalismo corporativista, entre ellas el llamado “impuesto sindical” o descuento obligatorio de cuota sindical a todos los trabajadores. El nuevo sindicalismo que representaba la CUT no pudo imponer en la Asamblea Constituyente la ruptura con el viejo modelo sindical pelego[149].

¿Se puede decir que es el fracaso coyuntural del proyecto de poder, concebido como estrategia electoral, lo que empuja al PT y a la organización sindical a cambiar tácticas, pasando de la confrontación a la adecuación? ¿Es esta inclinación y decisión por la adaptación, que es una renuncia a las transformaciones estructurales e institucionales del Estado y la sociedad, lo que explica el aburguesamiento de la poderosa organización sindical y del PT? Eso es lo que parece. Siguiendo la descripción, Zibechi expone:

La Plenaria Nacional de la CUT realizada en setiembre de 1990 en Belo Horizonte fue un momento decisivo del viraje, al sustituir el sindicalismo de confrontación por un sindicalismo propositivo. En la década de 1990 los sindicatos bancario, petrolero, petroquímico y del automóvil, apostaron a la lucha por el contrato colectivo de trabajo en detrimento de las normas protectoras del derecho al trabajo, en un viraje que los lleva a desentenderse de la mayor parte de los trabajadores, ahora precarizados, tercerizados, desempleados o informales[150].

Esta anotación es importante. Desde una perspectiva marxista se podría decir que es cuando se pierde la consciencia de clase y se opta por una consciencia elitista, salvaguardando los intereses de la dirigencia y de los obreros sindicalizados, dejando desamparados a la inmensa población del proletariado nómada, explotado de una manera salvaje. Enunciado que parece pertinente, al momento de interpretar estas transformaciones sociales. Sin embargo, si bien podemos apoyar esta tesis, de carácter general, de forma materialista e histórica, no termina de explicar las dinámicas sociales y económicas que operan en estas transformaciones. En primer lugar, no se puede tomar al proletariado como un bloque homogéneo, aunque éste sea el proyecto político, aunque ésta sea la “ideología” de clase, pues si bien esto es lo apropiado en la lucha de clases, no considerar la diferenciación social en el seno del proletariado es un grave error, que lleva a confundir la “realidad” con los deseos. Es, más bien, de esperar que en una sociedad atravesada por las relaciones capitalistas, que generan diferenciaciones sociales, estas diferenciaciones también acontezcan en el propio campo proletario. Ahora bien, estas diferenciaciones, que quizás no fueron tan pronunciadas, durante el siglo XIX y el siglo XX, se compensaron con la solidaridad de clase. También, porque no decirlo, por la “ideología” socialista, por lo que se llama teóricamente consciencia de clase. Quizás desde el último cuarto del siglo XX y la primera década del siglo XXI, las diferencias fueron marcadamente pronunciadas, la fuerza de la solidaridad fue desbordada por la fuerza de los intereses de estratos jerarquizados y privilegiados, la consciencia de clase fue desbordada por la racionalidad instrumental y por el racionalismo “pragmático”.

En segundo lugar es menester comprender las transformaciones dadas en el modo de producción capitalista, núcleo de las formaciones económico-sociales componentes del sistema-mundo capitalista. Resumiendo esquemáticamente, podemos decir que la primera gran transformación en el sistema-mundo capitalista, constituido mundialmente por las conquistas y colonizaciones, fue la revolución industrial, que trastrocó las estructuras y composiciones del mismo modo de producción capitalista. La segunda gran transformación del sistema-mundo capitalista fue la integración del sistema-mundo, es decir de su composición diferencial, por las transversales del sistema financiero, que terminó consolidándose como sistema internacional. Transformación acompañada por la revolución tecnológica y científica. Esta segunda transformación conforma figuras histórico-políticas de dominación como los relativos al imperialismo, sobre todo en las ultimas décadas de la primera mitad del siglo XX; después, es posible, que podamos, aunque sea provisionalmente, sostener que arroja la figura de un orden mundial de dominación que llamaremos imperio[151]. En el horizonte de esta figura imperial del orden mundial, que sostiene la dominación financiera del ciclo del capitalismo vigente, aparecen las llamadas potencias emergentes, nombradas como BRICS, que manifiestan transformaciones en la estructura de poder del sistema-mundo capitalista, en la geopolítica de este sistema-mundo.

La participación de Brasil, como potencia emergente, en la estructura de poder mundial del sistema-mundo capitalista, afecta a la composición interna de la estructura de clases. La burguesía brasilera ya no es una burguesía sólo nacional, ya es una burguesía internacionalizada; la prueba de esto se encuentra en las empresas trasnacionales brasileras que concurren en la competencia de los mercados del mundo. La elite del proletariado sindicalizado, la estratificación privilegiada, participa de los beneficios de una mayor apropiación del excedente mundial. Esta oligarquización de parte del proletariado empujaría a su dirigencia y a su representación política a compartir intereses con la burguesía, convirtiéndose después también en un estrato de la burguesía, lo que llamamos la burguesía sindical.

En tercer lugar, la crisis del marxismo, que es sustento teórico de los partidos de los trabajadores, la crisis del socialismo, no solo el llamado socialismo real, crisis teórica e “ideológica”, ha empujado al partido de los trabajadores a inclinarse por el realismo político y el “pragmatismo”. Planteándolo atrevidamente, para ilustrar, ¿si esto ha ocurrido en el Partido Comunista Chino, por qué no esperar que pase, algo parecido, en el PT?

La descripción de este proceso de adecuación y adaptación de la dirigencia del proletariado es ilustrativo. Zibechi lo describe pormenorizadamente:

En medio de la reestructuración productiva neoliberal que supuso el despido de gran cantidad de trabajadores en todos los sectores, incluyendo el automotriz, la petrolera estatal, los bancos y toda industria, los sindicatos a fines de la década de 1990 se insertan en los planes estatales de formación a través de fondos del FAT, que suponen ingresos millonarios para la CUT, muy superiores a los que percibían por concepto de cuotas sindicales.

Ya sin la fuerza que tuvo en la década anterior, derrotado su candidato en las elecciones presidenciales y en plena ofensiva del capital, la CUT decide insertarse en los programas oficiales de recalificación profesional, a través del Plan Nacional de Calificación Profesional desde 1995, instrumentados por el FAT donde convergen sindicatos y empresarios. El V Congreso de la CUT, celebrado en 1994, luego de analizar la “reestructuración excluyente” emprendida por el capital con apoyo de un “Estado privatizado”, propone como parte de su campaña contra el desempleo una “política de formación profesional adecuada a las nuevas exigencias del mercado de trabajo y con participación de la representación sindical.

Esa propuesta va en línea con la tesis defendida por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso y por el empresariado en el sentido de que el desempleo se debe a la falta de calificación profesional de los trabajadores. En 1998 la CUT recaudó 17 millones de dólares, de los cuales 2 millones provenían del FAT para formación profesional. En 1999, la CUT ingresa casi 32 millones de dólares: 12 millones provienen del FAT, cifra que se eleva a 20 millones en 2000. Desde 1999, el 70% de los gastos de la CUT están ligados a los Programas de Calificación Profesional del FAT, o sea a instancias ligadas al Estado y a los empresarios.

Por un lado, la central pierde autonomía financiera ya que depende cada vez más de ingresos no vinculados a los aportes de sus afiliados. Por otro, “la cultura sindical que genera esta estructura, estimulando la aparición de dirigentes más preocupados en mantenerse al frente de esos aparatos, desenvolviendo una especie de ´carrera´ sindical, que de representar efectivamente a sus bases”[152].

Acompañando a este proceso de adaptación y de adecuación de la organización sindical al sistema- regional capitalista, para correlacionar un concepto relativo al sistema-mundo capitalista, que corresponde, en este caso a una región continental, al concepto de geopolítica regional, que hemos usado en vez del concepto de subimperialismo, se produce también un proceso de jerarquización de la representación sindical. La representación sindical, jerarquizada en la dirigencia, copa casi todos los espacios de la representación a costa de la representación directa, incluso mediada, de las bases. Describiendo este itinerario, Zibechi escribe:

Por último, esta institucionalización de la CUT, y su profesionalización dependiente del Estado, no pudo dejar de influir en la integración de sus órganos de dirección así como en la masa afiliada. Nuevamente los cambios convergen en el mismo período histórico. En el Congreso de 1988 los delegados de base eran el 50,8% de los congresistas mientras el 49,2% eran dirigentes. En el Congreso de 1991, se produce un vuelco fenomenal: 83% son dirigentes y sólo 17% son delegados de base.

Bajo el gobierno Lula el entrelazamiento entre sindicalismo y Estado se profundiza, como no podía ser de otro modo. El proceso se acelera llegando a una suerte de final esperable. El sociólogo Rudá Ricci, que asesoró al Departamento de Trabajadores Rurales de la CUT en 1990, sintetiza este proceso:

“Desde los años 1980 para acá, las organizaciones populares conquistaron muchos espacios de cogestión. Hoy tenemos 30 mil consejos de gestión pública (de derechos y sectoriales) a lo largo de Brasil. Entonces, los líderes sociales, incluyendo a los sindicalistas, pasan a cambiar su perfil: de líderes de movilizaciones hacia una dirigencia con capacidad técnica, de gobernar. Se percibe el cambio del perfil de los sindicalistas de los grandes sindicatos: del carisma y la capacidad oratoria hacia uno más reflexivo. El punto final fue el ingreso a los ministerios. A partir de ahí no es más dirigente sindical. Es un agente gubernamental”[153].

Este dato amerita una reflexión. La pregunta es: ¿Qué nos dicen estas transformaciones, en el sentido de adaptación y adecuación, de lo que deviene el sindicato? ¿De una organización de defensa de los trabajadores se convierte en un organismo de poder sobre los trabajadores? ¿En todo caso, cómo pudo haber ocurrido esto o algo parecido? ¿Dónde radica el núcleo del problema? La hipótesis interpretativa nuestra es que el núcleo radica en la representación y en la delegación. Ciertamente la representación y delegación sindical son procedimientos de la organización, son necesarios para transmitir las decisiones sindicales, también para coordinar sectores, para lograr la centralización de la representación general de los obreros sindicalizados; son procedimientos, que forman parte de la lucha sindical. Empero, no dejan de ser también, procedimientos que instauran relaciones de poder. La dirigencia es la dirigencia que se arriesga por la lucha social, económica, después política, de la clase obrera; sin embargo, la dirigencia también se inviste de poder. Esta disposición de poder de la dirigencia era compensada por las asambleas, por la construcción de las decisiones colectivas. Sin embargo, en la medida que se burocratiza la organización sindical, el poder de la dirigencia sindical cobra autonomía, se independiza de las asambleas; las decisiones son cada vez más mediatizadas. Las bases terminan como el substrato multitudinario, que sostiene con su participación, cada vez más restringida al voto, a la elección de dirigentes, de una cúpula poderosa que habla a nombre de los trabajadores, cuando ya los dirigentes han dejado de serlo.

Los dirigentes se llegan a aburguesar porque antes ya se han burocratizado. Esto ocurre porque se sustituye la democracia directa, la democracia asambleísta, la democracia colectiva, cada vez más con procedimientos institucionales de la democracia formal. Cuando ocurre esto es probable que los dirigentes contenten a las bases con beneficios, en el mejor de los casos, de formación, empero, haciendo preponderar, cada vez más, beneficios económicos vinculados al mercado, al consumo y al crédito. El problema de estos beneficios económicos es que se termina despolitizando al proletariado sindicalizado. Se ha ablandado su capacidad de lucha; es de esperar que renuncie a las transformaciones estructurales e institucionales, optando por convivencias pacíficas con la burguesía, con el Estado-nación, garantía del desarrollo capitalista. Esta subordinación privilegiada al sistema de dominación, tiene una “ganancia” política y económica, por así decirlo, y un costo social. La “ganancia” es que la cúpula y quizás sus entornos terminan formando un estrato de la burguesía recompuesta; el costo lo carga el proletariado nómada, empujado a la miseria, a la marginación, a la invicibilización, al no ser reconocido por no estar sindicalizado.

La despolitización llega lejos. Al proletariado combativo se lo convierte en un perfil festivo, sus pasiones políticas se sustituyen por el gozo circunstancial, por la algarabía del bullicio ensordecedor y adormecedor. Otra forma de domesticar el proletariado, esto de ofrecerle fiestas para que olvide su lucha anticapitalista. Las anotaciones de Zibechi son ilustrativas:

Este sindicalismo comenzó a priorizar las fiestas por sobre las movilizaciones como sucede con los espectáculos del 1 de mayo, que hasta el gobierno Lula los realizaba sólo la central conservadora Forza Sindical. Pero a partir de 2004, la CUT comenzó a contratar especialistas en marketing para organizar la fiesta que incluye megaeventos con artistas populares, sorteos de coches y apartamentos y la prestación de servicios como peluquería y documentación. De este modo, a la creciente institucionalización y pérdida de autonomía se suma la despolitización y hasta el reforzamiento de la perspectiva neoliberal, los valores del mercado y la individualización de los problemas del trabajador[154].

Burguesía sindical

El marxismo definió a la burguesía como la propietaria de los medios de producción. ¿Qué sería una burguesía sindical? De la misma manera, ¿qué fue y es la burguesía burocrática del partido-Estado y del Estado-partido, en lo que respecta a la experiencia del socialismo real? ¿Propietaria de qué son estas burguesías? ¿Lo mismo podríamos preguntarnos de la burguesía financiera? ¿Propietaria de qué es? El concepto de burguesía como propietaria de los medios de producción queda restringido, sin poder dar explicación de estos estratos de las oligarquías modernas.

En realidad, la arqueología del concepto burguesía es mucho más amplio y dúctil que el concepto marxista. De una manera resumida, un tanto esquemática, podríamos decir que con el término burguesía se identificaba a los habitantes de los burgos, municipios y ciudades, que no dependían para su subsistencia y reproducción del trabajo de la tierra. En otras palabras, se trata de habitantes de las ciudades a diferencia de los habitantes del campo. Se puede suponer que estos habitantes de los burgos generan una economía distinta a la economía o las economías generadas en el campo, comenzando de la economía feudal, en Europa, y terminando con la economía campesina, que se ha identificado como una economía subordinada, una economía sierva, aunque también, hablando de los campesinos autónomos, como economías campesinas propiamente dichas, confundidas por ciertos analistas con economías mercantil simples. La estratificación social de los burgos no tardó en pronunciarse abiertamente, distinguiendo estratos de comerciantes, estratos de prestamistas, incluso de financistas, estratos sociales de empresarios de la incipiente industria, prioritariamente textil, también se puede incluir a estratos de artesanos. Esta estratificación deja también fuera del campo de dominio de la definición de burguesía a amplios estratos de pobres, quizás jornaleros, familias de trabajo itinerante, incluso pordioseros. La “revolución comercial” del siglo XVII enriqueció al estrato comercial de la burguesía; entonces estos “ricos”, esta oligarquía comercial, se vuelven como el referente del denominativo de burguesía. Con la revolución industrial, es el estrato de la oligarquía industrial la que ha de convertirse en el referente del denominativo de burguesía. El marxismo recoge este significado de burguesía; por eso la define como la propietaria de los medios de producción.

Sin embargo, las transformaciones y estatificaciones de la burguesía no se detienen. Nuevamente, aprovechando la expansión mundial del capitalismo de la revolución industrial, el estrato de la oligarquía financiera se va convirtiendo en el nuevo referente del denominativo de burguesía. Aunque, en esta etapa del ciclo largo del capitalismo vigente, la composición de la burguesía, comprendiendo sus estratos sociales, presentan más bien un perfil entrelazado de la burguesía. La movilidad inter-burguesa es abierta, acompañada por la movilidad del capital y de las inversiones. Hablar ahora de burguesía connota un campo de dominio social variado, diferencial; empero, articulado e integrado, concomitante y cómplice de las dominaciones. No es tanto la función en el modo de producción lo que define a la burguesía como cuando ocurría con la revolución industrial, son, más bien, sus funciones variadas en la acumulación originaria y ampliada del capital. En este sentido se puede comprender que burguesía connota a los estratos sociales privilegiados y dominantes que se apropian sustantivamente del excedente, haciéndolo circular, fuera de consumir parte, invirtiendo en variados rubros, buscando la mayor rentabilidad posible.

La burguesía sindical, que es un denominativo reciente, una especie de extensión metafórica del concepto acumulativo de burguesía, identifica a un nuevo estrato de la burguesía, de por sí amalgamada. Se trata de una oligarquía que se apropia de parte del excedente de los trabajadores, ya sea de una manera directa o de una manera indirecta, por ejemplo a través de transferencias estatales o empresariales. Lo sugerente es que esta burguesía sindical, en el Brasil en tiempos de Lula y Dilma, se especializa en la administración financiera.

La diferenciación inicial, para el espacio o la geografía ocupada por la burguesía, sus hábitats y sus circuitos, entre ciudad y campo se ha roto, pues, en parte, los terratenientes, se han aburguesado, no solo a través de la renta percibida, sino que han incursionado en la inversión en distintos rubros, asimilando a su habitus las lógicas de la acumulación de capital. Las relaciones y las redes de los circuitos capitalistas han atravesado lo que la sociología llama área rural.

La palabra burguesía deriva del francés bourgeoisie; en sentido lato, denomina a la clase media acomodada. En principio se usó esta denominación para referirse a la clase social compuesta por los habitantes de los “burgos”; es decir, las ciudades bajomedievales de Europa occidental. Ejercieron el poder local en las ciudades a través de una distinción social urbana, mezclados con la nobleza; lo que en las ciudades-Estado italianas contraía la ejecución de una forma autónoma de poder. En tanto que en las monarquías absolutas se conforma, de manera variada, la delegación subordinada del Tercer Estado, plebe, pueblo vulgo.

Como dijimos, esquemáticamente, la burguesía comercial, también financiera, emergida de la bonanza desatada por la conquista y la colonización del quinto continente, bautizado como América, fue el primer referente claro en relación al perfil de lo que se llamó conceptualmente burguesía. Después, el referente fue el estrato industrial de la oligarquía moderna, cuando se dio lugar la emergencia de la burguesía industrial, durante el ciclo inaugural de las revoluciones modernas, comprendiendo a la revolución industrial, a las llamadas revoluciones políticas, así como a las revoluciones sociales, si se quiere acompañadas, en parte, por las burguesías, aunque las vanguardias eran los plebeyos, el pueblo insurrecto. Ahora, el referente podría ser, como dijimos, el estrato de la oligarquía financiera; sin embargo, en la coyuntura y el periodo reciente del ciclo largo del capitalismo vigente, la composición social burguesa aparece como entrelazada, móvil, articulando sus estrados de una manera mutante. Por eso, es preferible optar por una referencia móvil y mutante, sin olvidar la articulación integrada de la burguesía.

Se puede hablar de una extensión del habitus; la moral burguesa se extendió por el mundo donde el capitalismo se expandió, asentándose, incluso en combinación, mezcla y articulación abigarrada con costumbres nativas y locales, comportamientos dominantes en las distintas tierras del mundo. Con el tiempo, sobre todo con la proliferación de los mercados y el incremento del consumo, los habitus burgueses se modificaron; sin exagerar, se puede decir que el llamado “modo de vida americano”, que corresponde al estilo burgués norteamericano, irradió por el mundo de las comunicaciones, siendo asimilado e imitado por los comportamientos, no sólo de parte de las burguesías locales y nacionales, sino también de otros estratos medios, llamados, de una manera general, pequeño-burguesía.

Entonces, podemos decir, tomando estos bocetos esquemáticos de esta descripción panorámica, que se forma una burguesía sindical también por medio de la incorporación de habitus, por medio de la imitación de comportamientos, por medio de la influencia “ideológica” de formas de concebir el mundo y la “realidad”. Si atendemos a los comportamientos y conductas de la “aristocracia” sindical, vamos a ver que tienen muy poco que ver con los comportamientos y conductas, con los habitus de la inmensa mayoría del proletariado, sobre todo en lo que respecta al proletariado nómada.

Siguiendo la ilustrativa descripción, Zibechi dice:

La elite del poder estatal federal ha vivido importantes mutaciones en los últimos años, de modo particular desde enero de 2003 cuando Lula llegó a la presidencia. En Brasil existen unos 80.000 cargos de confianza política; de ellos unos 47.500 son cargos de confianza en la administración directa que pueden ser nombrados discrecionalmente por el Poder Ejecutivo. De todos esos cargos, los que pertenecen a la Dirección y Asesoramiento Superiores (DAS) niveles 5 y 6 y los de Naturaleza Especial (NES) son definidos como “cargos de dirección comandados por dirigentes públicos”, ya que se ubican en el escalón inmediatamente inferior a los ministros y secretarios de Estado. Al ser cargos nombrados directamente por los ministros o por el propio presidente, y por tratarse de puestos gerenciales de alto nivel, son considerados como la elite dirigente del gobierno.

Ese escalón está integrado por apenas mil cargos. El estudio de la socióloga Maria Celina Soares D´Araujo echa luz sobre esa elite. En el año 2009, 984 cargos de confianza integraban el DAS 5: jefes de gabinete del ministro, directores de departamento, consultores jurídicos, secretarios de control interno y subsecretarios de planeamiento, presupuesto y administración. Otros 212 cargos integraban el DAS 6: asesores especiales, subsecretarios y secretarios de órganos de la Presidencia. Los cargos NES eran 62 en 2009: comandos de las fuerzas armadas, dirección del Banco Central, y diversos cargos jurídicos y secretarías especiales. El trabajo de campo consiguió respuestas del 30% de esos 1.258 cargos, lo que lo convierte en la fuente más importante de información sobre el más elevado escalón del gobierno Lula.

Un primer dato es que hay apenas un 20% de mujeres y que entre el 87 y el 84% son blancos (según se tome el primer y el segundo gobierno de Lula, o sea 2003-2006 y 2007-2010). El 95% tiene formación terciaria o son posgraduados, predominando economía, ingeniería y derecho. Sin embargo, la formación de los padres de estos cargos es mucho más baja, apenas el 45% tienen formación universitaria completa, lo que muestra que los cargos de mayor confianza provienen de familias con niveles socioeconómicos más bajos que los alcanzados por sus hijos.

Sin embargo el dato más relevante es la participación de los cargos de confianza en la alta administración federal en organizaciones sociales: el 45% tienen afiliación sindical y un porcentaje similar participan en movimientos sociales mientras un 30% participa en consejos profesionales, lo que permite concluir que un sector mayoritario de los cargos de confianza son profesionales organizados. Ese porcentaje llama la atención porque es varias veces superior al promedio de afiliación sindical de los brasileños, que es del 18%. La mitad de esos cargos son funcionarios públicos de carrera, sobre todo profesores y bancarios. Entre los sindicalizados, la mayoría (39%) están afiliados a algún partido político, siendo el PT (con el 82,5%) el partido que más adhesiones tiene en ese sector. Si se extrapolan los datos de la encuesta, de los 1.200 cargos de mayor confianza en el gobierno federal casi la mitad (unos 600) provienen del mundo sindical[155].

Lo que hay que analizar es qué pasó con la estructura de poder heredada con la llegada al “poder” del PT. ¿Cambio? ¿No cambio, se asimiló el PT a la estructura de poder heredada? Esta pregunta es crucial en el ensayo; podríamos decir, que es mucho más sugerente que aclarar la definición metafórica de burguesía sindical.

Tomando en cuenta este propósito, retomamos la descripción, recurriendo a Raúl Zibechi, quien, citando a Maria Celina Soares D´Araujo, escribe:

La autora que realizó la investigación sobre las elites en el gobierno de Lula, estima que la fuerte presencia sindical en el gobierno no es un reflejo del triunfo electoral del PT, sino de la elevada tasa de sindicalización en el sector público, en general adherido a ese partido, cercana al 80% entre los funcionarios públicos del Poder Ejecutivo federal.

Un poco más adelante, expone:

Sin embargo la autora advierte:

En un país con tantas desigualdades como Brasil, nada indica que el fortalecimiento de la estructura sindical corporativa pueda convertirse en instrumento de mayor igualdad social, económica y política. Porque nunca lo fue. Al contrario, fue instrumento de jerarquización de ganancias y de derechos en la sociedad brasileña, pautada por derechos desiguales y restringidos apenas a quien estaba formalizado en el mercado de trabajo[156].

Una clave en esta información es la indicación de que se trata de una estructura corporativa, calificada como instrumento de jerarquización de ganancias y de derechos en la sociedad brasileña, pautada por derechos desiguales y restringidos apenas a quien estaba formalizado en el mercado de trabajo. La estructura corporativa ya estaba constituida antes de la llegada del PT al “poder”; ¿qué pasa después? Sabemos, por lo menos hipotéticamente, con el uso de las hipótesis interpretativas que hicimos en Relaciones de dominación clientelares, Acontecimiento Brasil, Acontecimiento novela, Geografía emancipadora versus geopolítica y Acontecimiento y narrativa, que estamos ante un Estado corporativo, forma concreta, histórico-política, del Estado-nación, del Estado Federal de Brasil. La hipótesis interpretativa subsecuente parece ser que la organización corporativa sindical le cae como anillo al dedo a la forma singular del Estado corporativo. Si sostenemos esta hipótesis, tendríamos que deducir que la estructura de poder heredada no ha cambiado.

Pero, vamos con calma, sigamos con el análisis. Zibechi continúa:

En el primer gobierno Lula el 26% de los ministros provenían del sindicalismo, y en el segundo el 16%. Cabe aclarar que en los siete gobiernos pos dictadura el porcentaje promedio de sindicalistas en el gabinete era de apenas 11,5%. En cuanto a la participación en movimientos sociales, el 45% de los ministros de Lula estaban vinculados a ellos. El 38% de sus ministros estaban a su vez en el consejo de alguna empresa estatal.

Con este conjunto de datos podemos tener un perfil aproximado de la importancia que tuvo el movimiento sindical en los dos gobiernos de Lula, de modo muy particular en el primer escalón del poder. Debe aclararse, no obstante, que se trata de un sindicalismo de clases medias, integrado por profesores, bancarios y otros profesionales, con estudios universitarios y posgraduados y carreras como funcionarios estatales[157].

No parece aconsejable sostener la hipótesis de que la estructura de poder no cambio, de que el PT y la poderosa organización sindical fueron absorbidas, incorporándose a la estructura de poder dada; es preferible, comprender que la incorporación de una organización sindical corporativa modifica la estructura de poder heredada, dando lugar a relaciones de dominación delegadas, conformadas por la fijación de las representaciones.

Estructuras estructurantes y des-estructurantes del poder

Respondiendo a la pregunta si cambió o no la estructura de poder heredada, descartando la presumible hipótesis que conjetura, apresuradamente que no cambio, vamos a intentar elaborar hipótesis interpretativas configuradas poniendo en juego la episteme de la complejidad y lo que hemos llamado la percepción del acontecimiento.

Hipótesis interpretativas de la complejidad y del acontecimiento

Una de las tesis más apasionantes de la teoría de la dependencia es la de salir de la dependencia recuperando el control de los recursos, el control económico, por medio de lo que, las versiones más suaves de estas corrientes de la teoría de la dependencia, llamaban sustitución de importaciones, que en las versiones más concretas y sólidas no era otra cosa que la revolución industrial. ¿Por qué es esta tesis apasionada? Los teóricos más radicales de la teoría de la dependencia comprendían profundamente el significado histórico-político de las nacionalizaciones. Las nacionalizaciones no son sólo medidas administrativas de transferencia de propiedad, por la vía de la expropiación, pasando de manos de empresas privadas trasnacionales a la empresa pública, creada con este fin. Las nacionalizaciones no sólo recuperan los recursos bajo el control del Estado-nación subalterno, sino que, con este acto político, que viene acompañado por el entusiasmo popular, se planta raíces, por así decirlo, para una efectiva constitución y construcción de lo que los nacionalistas y populistas del medio siglo XX llamaban nación, concretamente el Estado-nación. Hay como una intuición política de que la materialidad de la institución imaginaria de la sociedad, el Estado, y de la comunidad imaginada, la nación, radica en estos subsuelos, en estos yacimientos, en este humus, que debe volver a manos del pueblo, por mediación del Estado.

Entonces, ¿qué estructuras de poder son las que se activan en estas acciones políticas de nacionalización? Hemos hablado de las paradojas de los populismos y de los nacionalismos del medio día del siglo XX; sin embargo, esta inteligibilidad de las paradojas no es suficiente para terminar de abordar, de una manera más completa e integral, todo lo que se pone en juego. Lo decimos sobre todo a partir de la experiencia de los gobiernos progresistas de Sud América de fines del siglo XX y en el albor del siglo XXI, particularmente la experiencia de las gestiones de gobierno del PT, que, como hemos dicho no pueden explicarse sin la inflexión dada en el trazado temporal crítico y desgarrador de los periodos diletantes y cambiantes de Getúlio Vargas.

La hipótesis interpretativa, manejada por nosotros, es que los Estado-nación subalternos, al formarse en los umbrales y los limites traspasados de la revolución industrial británica, terminaron formando parte del orden mundial, que se empezaba a configurar, que terminó de consolidarse después de la segunda guerra mundial. Dijimos que los Estado-nación forman parte del orden mundial, a tal punto que son los administradores de la trasferencia de los recursos naturales de las periferias a los centros cambiantes del sistema-mundo capitalista. Mantenemos esta hipótesis; sin embargo, no es suficiente para explicar lo que se ocasiona cuando se dan las nacionalizaciones, y, sobre todo cuando se continúa consecuentemente con la industrialización, como ha ocurrido en el caso de Brasil, obviamente hasta el periodo neoliberal, cuando se orienta una privatización arrasadora, recuperándose después, la proyección anterior, con las gestiones de gobierno del PT.

La interpretación de la economía académica, muy influenciada por las corrientes neoclásicas y por las interpretaciones neoliberales, hablan de potencia emergente, conformando un grupo ejemplar llamado BRICS. Esto es una lectura cuantitativa, que induce de cuadros estadísticos esta calificación, que no llega a ser conceptual. La discusión cualitativa no se encuentra en las dimensiones cuantitativas del crecimiento y el desarrollo de la potencia Brasil, sino en cuáles estructuras subyacentes son las que se ponen en juego, cuáles son las que sostienen no sólo un proyecto político, que hemos llamado de integración conservadora, sino el acaecimiento paradójico y complejo del acontecimiento Brasil.

Ya dejamos claro que no es adecuado manejar el concepto de subimperialismo, que fue el proyecto geopolítico de la dictadura militar; también dijimos que es mejor hablar de geopolítica regional, en vez de subimperialismo, proyecto que ha sido transferido a los siguientes gobiernos, incluyendo a los gobiernos de Lula y Dilma. Sin embargo, dejamos claro que esta geopolítica sigue siendo un proyecto, no es exactamente una “realidad”, aunque cuente con el peso de la economía pujante de Brasil y la voluntad política de un Estado, además de las irradiaciones en el continente. Para realizarse se requiere su perpetración territorial, social, política y cultural, que no puede ser otro que la integración. Entonces lo adecuado es hablar de dos tendencias potenciales; una, que hemos llamado la integración conservadora, burguesa, monitoreada por la dinámica economía brasilera; la otra, es una integración emancipadora, impulsada por la capacidad de resistencia, de lucha, de rebelión, transgresiones y alteridades, de los pueblos de Abya Yala, capaces de intuir, en sus cuerpos, en las expresiones desbordantes de sus cuerpos, la emergencia de mundos alternativos, desde sus subversiones minuciosas, cotidianas, a veces explosiones itinerantes, volcánicas.

Los gobiernos progresistas, las estructuras estatales tomadas por estos gobiernos, se ponen o mantienen el contacto con el magma social, del que, en parte se sustentan, y en parte lo escamotean. Estructuras organizacionales más consolidadas como las del PT pueden leer, a su manera, las señales, las marcas, las huellas, las inscripciones, los signos, del magma social, apoyarse en esta lectura parcial para darle consistencia al proyecto geopolítico regional, marchando a la integración capitalista regional. No se disputa, exactamente, como comúnmente se cree, convertirse en la principal potencia emergente, o en la segunda más importante, aunque este proyecto esté en la cabeza de los estrategas y geopolíticos. La concurrencia inmanente es otra, aunque no sea decodificada, interpretada y vislumbrada; en la actualidad desafiante, en el momento abierto a sus horizontes mutables, en la coyuntural del ciclo del capitalismo vigente, comprendiendo las contradicciones inherentes al sistema-mundo capitalista, lo que está en juego, en la perspectiva conservadora, esta vez mundial, es qué potencia o grupo de potencias integra el mundo, ciertamente de una manera conservadora.

El juego de fondo, que empuja a la economía y la política brasilera, es esta compulsión en la que se ve comprometida, en la medida que se transforma su economía. Sin embargo, esta tendencia inherente, que arrastra toda lógica de concentración, centralización y acumulación capitalista, no puede darse sin América Latina y el Caribe. La integración conservadora, capitalista, es una tarea imperiosa para la economía pujante, desenvuelta, brasilera.

Teóricamente, el ahora, es buen momento para realizar esta integración, cuando hay acuerdos y coincidencias entre gobiernos progresistas. Sin embargo, hay problemas. Las economías desiguales, las diferencias cualitativas entre las burguesías nacionales, también entre las maquinarias estatales, incluso diferencia entre proyectos de integración, esta vez incluyendo al mismo gobierno de Brasil, que sólo logran armar instituciones burocráticas de integración, quedando lejos una institucionalidad transversal que articule los territorios, las poblaciones, del continente. Las burguesías, incluso sus burocracias, si es que el Estado tiene un papel mayor que las empresas privadas, no tienen vocación efectiva de integración.

¿Qué decimos con estas reflexiones? Para decirlo directamente, para Latino América y el caribe hay sólo dos proyectos con futuro, por así decirlo; uno, es el de la integración conservadora; el otro, es el de la integración emancipadora de los pueblos.

Lo sugerente de Brasil, como puede observarse en el libro de Raúl Zibechi, Brasil potencia, también, aunque lo haga de una manera crítica, enfoque que compartimos plenamente, el libro de Francisco de Oliveira, El neo-atraso brasilero, es que ha logrado no solo una revolución industrial, sino también tecnológica, científica y cibernética. Yendo al ejemplo más concreto, ha logrado montar un aparato tecnológico y científico que le permite autonomía energética, con tecnología propia y proyectos fabulosos de ciudades submarinas para abaratar los costos de producción del crudo. Este ejemplo, muestra, para parafrasear el libro leído, la potencia de la economía brasilera como para empujar el proyecto de integración mencionado.

Chanceando, se podría bromear, decir, en ese tono juguetón, que los de UNASUR, en vez de reunirse para escuchar sus declaraciones integracionistas, que parecen flores arrancadas para regalarlas a los asistentes, flores que después mueren en los floreros, den pasos efectivos de integración. Comenzando por renunciar a la retórica burocrática, convocando a una constituyente de Latino América y el Caribe. No lo van a hacer, pues esas instituciones no están para eso, están para perder el tiempo, para llenar de papeles las oficinas; les es imposible la integración efectiva, pues sus imaginarios siguen apegados a las comunidades imaginadas, a las “republiquetas”, a las naciones recortadas por las oligarquías regionales, opuestas a los proyectos políticos de Tupac Amaru y de Simón Bolívar. Los pueblos rebeldes, cuando se encuentran más cerca de la rebelión de los cuerpos, son los que tienen más posibilidad de realizar una integración, esta vez, emancipadora, con proyección a los pueblos del mundo.

Entonces, como que podemos sugerir hablar de estructuras estructurantes y de estructuras des-estructurantes. Ampliando el concepto de Pierre Bourdieu de estructura estructurante, queremos nombrar de esta manera a las redes, tejidos, articulaciones, conexiones, complementariedades, que se dan en las relaciones prácticas entre pueblos, territorios, ecologías, asociaciones y composiciones sociales, incluso cruzando las fronteras. Ciertamente estas relaciones se encuentran codificadas por los estados; empero, los códigos estatales no interpretan la complejidad; la reducen a la norma, a la interpretación institucional, que no deja de ser procedimiento. Las diferencias locales, territoriales, de costumbres, de usos de la lengua, de usos culturales, mas bien, acercan a los pueblos, pues viven los mismos dramas sociales. Sus historias coloniales, las herencias de la colonialidad, son casi parecidas, a no ser por las tonalidades, las tramas y las memorias concretas. Estos tejidos socio-culturales componen entramados que articulan y enlazan a los pueblos, a pesar que los intereses económicos empujan a suponer separaciones encontradas.

Las oligarquías de nuestros países se han creído herederas de los conquistadores, por lo tanto, que podían continuar su huella. Se comportaron como conquistadores al interior de los países, enfrentándose nuevamente, recurrentemente, a los pueblos indígenas, a los afrodescendientes, a los mestizos, a los descendientes “blancos” pobres; así también convirtiendo a la naturaleza en una adversidad, que debería ser domesticada, dominada. La división de fronteras de las repúblicas flamantes fue una herencia de las administraciones coloniales. La descolonización debería haber comenzado por ahí, disipando las fronteras. Es todo el continente el que ha sufrido la conquista y la colonización, es todo el continente el que debería borrar las fronteras imaginarias, sostenidas estatalmente, para afrontar la descolonización, que implica primordialmente liberar los espesores territoriales, ecológicos, poblacionales de toda división administrativa, de toda cartografía colonial. Otro mundo posible era posible, bastaba con empezar sin espacios estriados.

Sin embargo, estas estructuras estructurantes sociales, culturales y territoriales, se encuentran montadas por estructuras institucionales, por mallas institucionales estatales, que capturan e inhiben la potencia social, que la dividen, que la separan, desviando sus fuerzas hacia la realización de estructuras de poder, que llamaremos estructuras des-estructurantes.

El substrato entonces, incluso de la tendencia inherente, que señalamos más arriba, la tendencia a la integración conservadora, por la vía capitalista, es esta discordancia entre estructuras estructurantes y estructuras des-estructurantes. Entre estructuras estructurantes de la potencia social, que se expresa en dinámicas moleculares sociales, y estructuras des-estructurantes del poder.

Retomando la tesis matricial que enunciamos, de que la existencia es paradójica, de que la vida es paradójica; hablamos de paradojas iniciales, que sostienen el decurso de las paradojas específicas, se llamen paradojas políticas, sociales, económicas, culturales, en las sociedades humanas. Podemos conjeturar que esta discordancia principal entre estructuras estructurantes y estructuras des-estructurantes no se resuelve con la opción unilateral de un polo, sino que es probable que la paradoja se de en otras formas.

Apuntes sobre la discusión

Los y las analistas no se ponen de acuerdo con la caracterización de los gobiernos del PT y en lo que respecta a caracterización del estrato sindical gobernante y empresario. Vamos a abordar esta discusión, sobre todo auscultar los desacuerdos en las interpretaciones. Retomando el debate, Raúl Zibechi escribe:

Vamos a repasar brevemente algunos de los argumentos que se esgrimen, comenzando con la posición del gobierno Lula y del movimiento sindical.

El programa de gobierno del PT en la campaña electoral de 2002 argumentaba que los fondos de pensiones son “un poderoso instrumento de fortalecimiento del mercado interno y una forma de ahorro de largo plazo para el crecimiento del país”. Hasta ahí se trata de un argumento clásico y, si se quiere, razonable. Pero aparece una tesis que hace referencia a los fondos de pensiones como una nueva estrategia destinada a controlar el capitalismo y moralizarlo. Se trata de un viraje que lleva a la dirección del PT y a los sindicalistas vinculados a los fondos de pensiones a pensar el futuro del país a través del mercado y del sistema financiero.

En este sentido Lula se destacó por apostar a los fondos como clave para el desarrollo del país pero, también, como eje de la integración social[158].

La tesis gubernamental es: Usar los fondos de pensiones como una nueva estrategia destinada a controlar el capitalismo y moralizarlo. ¿Moralizar el capitalismo? ¿Cómo se puede moralizar el capitalismo? ¿Qué significa moralizar el capitalismo? Si decodificamos antes esta hipótesis gubernamental, podemos, incluso aceptar, que lo que se quiere decir es que el capitalismo clásico, por así decirlo, es inmoral; lo que hay que hacer entonces, es educarlo, darle una formación moral. Esto significa exigir lo que el asesor de Lula, Oded Grajew, concibe como responsabilidad social empresarial. Sustituir la lógica de la ganancia compulsiva por una lógica de servicio social. Fuera de las buenas intenciones de Lula y del asesor, Oded Grajew, ¿esta moralización del capitalismo es posible?

Para comenzar el capitalismo no es sujeto; es, si se quiere desde un modo de producción, como núcleo de la formación económico-social concreta, hasta un sistema-mundo capitalista. ¿Entonces se puede moralizar a los sujetos, en este caso a los capitalistas, a los empresarios? Si la moralización supone una educación, una formación, todo sujeto es susceptible de ser afectado por un proyecto educativo y formativo. Ahora bien, suponiendo, hipotéticamente, que los sujetos empresarios sean moralizados, se convenzan de su responsabilidad social, ¿van a actuar en consecuencia? Con todo el perdón del caso, por recurrir a un esquematismo determinista, que sólo lo usamos a modo de ejemplo. ¿Qué condicionantes y determinantes activan las conductas de los empresarios? ¿Las morales o las lógicas “pragmáticas” del mercado? Si no se resuelve este dilema, no se puede sostener la hipótesis esgrimida por Lula y su asesor.

Zibechi continua:

El programa de gobierno del PT en la campaña electoral de 2002 argumentaba que los fondos de pensiones son “un poderoso instrumento de fortalecimiento del mercado interno y una forma de ahorro de largo plazo para el crecimiento del país”. Hasta ahí se trata de un argumento clásico y, si se quiere, razonable. Pero aparece una tesis que hace referencia a los fondos de pensiones como una nueva estrategia destinada a controlar el capitalismo y moralizarlo. Se trata de un viraje que lleva a la dirección del PT y a los sindicalistas vinculados a los fondos de pensiones a pensar el futuro del país a través del mercado y del sistema financiero.

En este sentido Lula se destacó por apostar a los fondos como clave para el desarrollo del país pero, también, como eje de la integración social. Poco después de asumir la presidencia los tres principales fondos, Previ, Petros y Funcef, convocaron el I Seminario Internacional sobre Fondos de Pensiones, en Rio de Janeiro, del 27 al 28 de mayo. En el discurso con que cerró el evento, Lula llamó a los sindicatos a crear fondos de pensiones con el argumento de “la utilización social” de esos fondos. “Si no aumentamos el ahorro, no habrá recursos para inversiones, si no hay inversiones, no habrá crecimiento económico, si no hay crecimiento no habrá creación de empleo, si no hay creación de empleos no habrá renta”.

Las tareas que antes correspondían al Estado, ahora la encarna el mercado financiero, que pasa a ser la clave de bóveda del éxito de un gobierno de izquierda[159].

No se podrían lanzar estos discursos y estas apuestas audaces si es que no se dieran en las atmósferas del presente, de un presente del ciclo largo del capitalismo vigente, ciclo dominado por el sistema financiero internacional. Los que emiten tal discurso asumen tal dominio como “realidad”; lo que hay que hacer es adaptarse a esta “realidad”. Se trata, como dijimos, de una política de adecuación y adaptación al sistema-mundo capitalista. Se ha dejado de luchar contra las formas de dominación múltiples del capital. Estos discursos tienen que explicarse como dispositivos de poder, como dispositivos destinados a legitimar una política económica y social, que, en este caso, es una política de promoción capitalista, edulcorada con bonos, asistencias sociales, programas de inversión social, incorporación del proletariado sindicalizado a la gestión del capital.

Zibechi hace una anotación sobre los argumentos vertidos por el asesor de Lula, anotación esclarecedora de la manera de pensar gubernamental:

Una de las intervenciones más interesantes en ese seminario, en el que participó la plana mayor de los fondos de pensiones de Brasil, sindicalistas y autoridades vinculadas al tema, fue la de Oded Grajew, en ese momento asesor especial de Lula. Grajew es empresario, fue presidente de la Asociación Brasileña de Fabricantes de Juguetes y fundador y presidente del Instituto Ethos de Empresas y Responsabilidad Social. Es posgraduado en administración en la Fundación Getúlio Vargas de Sâo Paulo, como buena parte de los sindicalistas de los fondos de pensiones. Pero lo más importante: es uno de los inspiradores del Foro Social Mundial, el encuentro de todos los movimientos del mundo.

Grajew es un defensor de la “responsabilidad empresarial” o responsabilidad social de las empresas. Considera que los fondos de pensiones pueden jugar un papel decisivo para dotar al capitalismo de “una postura ética y una visión social”, lo que puede suponer un viraje en el sistema que puede llevar al mercado financiero a no guiarse exclusivamente por los criterios de rentabilidad y seguridad de sus inversiones. Sostiene que Brasil está en inmejorables condiciones para convertirse en un referente global en este sentido. La forma como Grajew defiende la “responsabilidad social” de las empresas, es, cuando menos, contradictoria. Por un lado defiende valores como el respeto a los derechos humanos y de los trabajadores, el medio ambiente y la preocupación por “prácticas de buena gobernanza corporativa”. En paralelo, señala que la responsabilidad social empresarial es un buen negocio ya que es “el único camino para la sostenibilidad a largo plazo de las ganancias” porque “atraen y retienen talentos, motivan a sus funcionarios, ganan la preferencia de los consumidores y de la comunidad, acceso a mercados, financiamiento e inversiones, y corren menos riesgos de acumular pasivos ambientales, sociales y éticos.

Por otro lado, defiende la propuesta de la inclusión social por la vía del mercado, en la misma dirección que los gestores de los fondos de pensión-PT. Considera que ha sido la movilización del tercer sector y las ONGs, en base a las orientaciones de la responsabilidad social, como se han conseguido avances en materia de derechos humanos, de género, raza, niñez y derechos sociales, a través de “acciones de solidaridad” y de “atender la emergencia social”[160].

En relación a la moral postulada para los empresarios, la contrastación se da con los innumerables conflictos desatados por la implementación del proyecto de capitalismo moral del PT. Conflictos ambientales, conflictos con los pueblos nativos, conflictos sociales, que se distribuyen por toda la amplia geografía de los territorios del país. El respeto a los derechos humanos y de los trabajadores, el medio ambiente y la preocupación por “prácticas de buena gobernanza corporativa, queda como buena intención, convertido en discurso edulcorante de la implementación de un desarrollo capitalista, que no puede dejar de ser lo que la experiencia social ha aprendido, despojamiento, desposesión, explotación, subordinación, marginación, discriminación, la continuidad de la colonialidad por otros caminos.

En este sentido de la crítica, Zibechi retoma las observaciones de investigadores críticos:

Estos puntos de vista son los que llevan a Jardim a considerar que el gobierno de Lula defiende una “domesticación” o “moralización del capitalismo” que se concreta en la inclusión social vía fondos de pensiones:

“En este contexto, legitimar los fondos y deslegitimar el “capital salvaje” es una estrategia simbólica que consiste en marcar una distinción entre actividades de inclusión social y actividades de especulación; entre los fondos de pensiones del pasado y los del presente. Como consecuencia, los fondos de pensiones ganan legitimidad social sobre una actividad puramente económica”[161].

Pero a la vez cree que se trata de un doble discurso, ya que los fondos de pensiones de Brasil son los mayores compradores de títulos de deuda pública: el 63% de las inversiones de los fondos están colocados en renta fija, o sea fondos de deuda pública, lo que los convierte en meros especuladores y “usureros” del gobierno. Brasil tiene una de las tasas de interés más altas del mundo, lo que contradice tanto el discurso sobre el predominio de lo social por sobre lo económico como la supuesta priorización del largo plazo por sobre el corto. Se trata, por tanto, de un viraje que llevó a la convergencia de intereses con el capital financiero y que se refleja en un discurso que “llevó al gobierno del PT, sindicatos y centrales sindicales a agregar el concepto de ´mercado´ a su tradicional discurso social”[162].

Lo que concluye Maria Chaves Jardim corrobora que se trata, efectivamente, de un estrato social de la burguesía brasileira recompuesta, hablamos del estrato de la burguesía sindical. Un estrato de la burguesía que, en la división del trabajo inter-burguesa, ha optado por ocuparse del manejo financiero. Aunque también, a partir de las funciones de gobierno, se delega responsabilidades empresariales, en las empresas públicas, así como se delegan participaciones en empresas privadas donde el Estado es accionista.

Retomando a Francisco de Oliveira, Zibechi ingresa al debate:

El crítico más sólido sobre la participación de los sindicalistas en la dirección de los fondos de pensiones es el sociólogo Francisco de Oliveira. En su opinión se trata de “una verdadera nueva clase social” formada a partir del “control del acceso a los fondos públicos, el conocimiento del ´mapa de la mina´”. Su propuesta de que estamos ante la conformación de una nueva clase ha sido polémica y fue rechaza por los sindicalistas. Sostiene que esa nueva clase, cuyo emergente son personas como Gushiken y Berzoini, “tiene unidad de objetivos, se formó en el consenso ideológico sobre la nueva función del Estado, trabaja al interior de los controles de fondos estatales o semiestatales y está en el lugar que hace el puente con el sistema financiero”[163].

Este “núcleo duro del PT”, o sea “trabajadores transformados en operadores de fondos de pensiones”, sería similar a la clase nacida en los países socialistas “a partir del control del aparato productivo estatal por la burocracia”. No se dedica a controlar las ganancias de la empresa privada sino que está ubicada en el lugar donde nacen esas ganancias, o sea los fondos de pensiones. La particularidad del caso brasileño, sostiene De Oliveira, es que la acumulación financiera se registra sobre todo en el ámbito estatal. Agrega que el trabajador que dirige fondos de pensiones está dividido pero que siempre gana el lado financiero, porque debe comportarse como administrador de los fondos[164].

Continuando con la argumentación del intelectual marxista crítico brasilero, Zibechi cita a Francisco de Oliveira:

Bajo condiciones de descomposición de su base clasista, el simétrico crecimiento del poder de clase no unificable de la burguesía y la preeminencia en su interior de la ´nueva clase´ de los administradores de los fondos de pensiones, el PT respondió con su propia estatización, que toma la forma de ocupación de los cargos y funciones en el gobierno, para justamente procesar el acceso a los fondos públicos. Es la sustitución de la política por la administración, la imposibilidad de la política, que es disenso, elección, opción, dentro de un conjunto de determinaciones[165].

Consideramos que Francisco de Oliveira lanza una clave interpretativa, dice: el PT respondió con su propia estatización, que toma la forma de ocupación de los cargos y funciones en el gobierno, para justamente procesar el acceso a los fondos públicos. ¿Qué hacen los gobiernos progresistas en el “poder”, nacionalizan por expropiación o intervienen en el mercado y la inversión financiera? Hay que distinguir estos gobiernos progresistas del siglo XXI de los gobiernos nacionalistas y populistas del medio día del siglo XX. Estos gobiernos del siglo pasado decretaron y legislaron nacionalizaciones, que se ejecutaron por expropiación; en cambio, los gobiernos progresistas del nuevo siglo, prefieren métodos menos “bruscos”, optan por intervenir en las empresas adquiriendo acciones, delegando directores, además de incursionar en la forma dominante del capitalismo, el financiero. Por decir algo, estos gobiernos optan por “nacionalizaciones” posmodernas, mediante la ocupación abstracta de las empresas privadas y del mercado de finanzas. Se ilusionan que controlan las empresas, se ilusionan que controlan las lógicas financieras, incluso que controlan el mercado, cuando son estas estructuras constituidas, las empresas, el sistema financiero, el mercado, es decir, las estructuras que componen el capitalismo, las que terminan controlándolos.

Como dijimos, no hay acuerdo con la interpretación de Francisco de Oliveira, Zibechi transmite argumentos opuestos:

Jardim, por el contrario, considera dos argumentos que problematizan del nacimiento de una “nueva clase” asociada a los fondos de pensiones. Recoge la opinión de Gushiken de que en Brasil son pocos los sindicatos que se involucran activamente en las elecciones a los consejos de los fondos de pensiones. En segundo lugar, pone en cuestión el poder y la capacidad de influir en las decisiones de los sindicalistas elegidos en los cargos directivos de los fondos y sugiere que “en el espacio financiero los sindicalistas no consiguen imponer expresamente su voz” y que “el poder de negociación de los sindicalistas en la mesa de los empresarios es limitado”. Al revés que De Oliveira, cree que el involucramiento de los sindicalistas en los fondos de pensiones no está guiado por intereses económicos y que se trata de estrategias de carácter político volcadas hacia más el interior del mundo sindical que hacia el exterior[166].

Sin embargo, los argumentos de Maria Chaves Jardim no desbaratan los argumentos de Francisco de Oliveira. Que sean pocos los sindicatos que se involucran activamente en las elecciones a los consejos de los fondos de pensiones, que no tengan el suficiente poder y la capacidad de influir en las decisiones de los sindicalistas elegidos en los cargos directivos de los fondos, que en el espacio financiero los sindicalistas no consiguen imponer expresamente su voz, que el poder de negociación de los sindicalistas en la mesa de los empresarios es limitado, que la investigadora concluya en que el involucramiento de los sindicalistas en los fondos de pensiones no está guiado por intereses económicos y que se trata de estrategias de carácter político volcadas hacia más el interior del mundo sindical que hacia el exterior, no afectan en nada a la tesis de Oliveira, que plantea la conformación de un estrato social de la burguesía, que nosotros hemos terminado de llamarle burguesía sindical. Ciertamente, la burguesía sindical no solo se tiene que legitimar ante la sociedad, sino se tiene que legitimar principalmente ante sus bases; por lo tanto, está obligada a volcarse hacia el interior sindical. Lo que importa es su función en el sistema-capitalista nacional, en el sistema capitalista-regional y en el sistema-mundo capitalista; este papel se define por su vinculación no solo política, no sólo institucional, como gobierno, sino como gestores y administradores de la acumulación de capital.

Lo mismo podemos decir de la argumentación de Joâo Bernardo y Luciano Pereira; más bien corroboran la tesis de Francisco de Oliveira. A propósito, Zibechi anota:

Finalmente, en el libro Capitalismo sindical de Joâo Bernardo y Luciano Pereira sostienen que en la transformación de los sindicatos en inversores capitalistas se registra otra modalidad de apropiación como la que realizan los gestores o la tecnoburocracia: “Al revés de los burgueses que se apoderan del capital mediante las garantías jurídicas de la propiedad individual y de la transmisión de los bienes por medio de la herencia, los gestores se apoderan colectivamente del capital gracias a mecanismo de carácter más sociológico que jurídico”[167]. Esta opinión, que conecta con la experiencia del socialismo real donde no existía propiedad privada de los medios de producción pero sí una burocracia estatal que los gestionaba en su beneficio, considera que el control de la economía disfrazado bajo la forma de remuneración garantiza a esos gestores la posesión efectiva del capital. En consecuencia, el desarrollo del capitalismo habría provocado la existencia de una clase trabajadora y dos clases capitalistas: la burguesía y los gestores[168].

Hay algo que observar de la argumentación de Joâo Bernardo y Luciano Pereira. No se puede concebir de una manera reductiva el concepto de burguesía, como dijimos antes; no puede anclarse la reproducción social de la clase dominante a una sola forma de reproducción, la derivada de la forma de propiedad y transmitida por herencia. La composición de la burguesía, sus transformaciones a lo largo de su historia, muestran, mas bien, distintas formas de reproducción social, sus estratos expresan distintas referencias y perfiles, que, a lo largo del tiempo, se amalgaman y se entrelazan, conformando una composición diferenciada, empero, articulada e integrada. No hay pues dos clases capitalistas, la burguesía y los gestores; ambos estratos forman una misma clase diferenciada por estratos, donde la burguesía sindical es el nuevo estrato de la composición histórica.

Desde esta perspectiva, disentimos de la conclusión de Raul Zibechi, que escribe:

Cinco décadas después de la creación del sector dirigente que llevó a Brasil a forjar su base industrial en la década de 1950, al golpe de Estado de 1964 y a un nuevo ascenso económico, se produjo durante la primera década del siglo XXI la ampliación de la elite en el poder. Gestores estatales y sindicalistas de empresas estatales se incrustaron en los espacios donde se toman decisiones económicas y forjaron relaciones de confianza tanto con militares como con empresarios brasileños. No creo que estemos ante una nueva clase en el poder sino ante la gradual ampliación de la vieja elite que se siente revitalizada con fuertes inyecciones de capitales frescos y con proyectos que actualizan el viejo anhelo de la casta militar de convertir a Brasil en potencia global[169].

No creemos que se pueda considerar a este estrato social en el “poder” solamente como gestores estatales y sindicalistas de empresas estatales, además solamente incrustadas en los espacios donde se toman decisiones económicas y forjaron relaciones de confianza tanto con militares como con empresarios brasileños. Tampoco en este caso, podemos reducir el perfil estratificado de la composición burguesa, solo a la “vieja elite”, que se abría ampliado. Toda elite, como vimos, en los textos anteriores, está sometida a la movilidad social, se ve engrosada por los nuevos ricos. Lo mismo que antes, la “vieja elite”, se ve en parte desplazada por los nuevos ricos, el nuevo estrato social de la burguesía, que, a diferencia de las anteriores, representa, nada más ni nada menos, que al proletariado sindicalizado.

Sistema-región capitalista

Dedicado a los y las jóvenes rebeldes heterodoxos iconoclastas, portadores del fuego del alba; nueva generación de luchas, más allá de las representaciones y delegaciones, más allá de las pretensiosas vanguardias. Libertarios activistas, combatientes por recuperar lo común, frente a las expropiaciones privadas y públicas.

El concepto de sistema-mundo capitalista corrigió las limitaciones del concepto modo de producción capitalista, sin hacerlo desaparecer, mas bien, manteniéndolo como núcleo de la formación social-económica capitalista y del sistema-mundo capitalista, concibiendo el modo de producción capitalista como modo de producción mundial. La virtud del sistema-mundo capitalista es que concibe la articulación y la integración de diferenciales condiciones de posibilitad históricas, de diferentes modos de producción, de distintos estados, sociedades, culturas y mercados, al proceso de acumulación de capital, que comprende la recurrente acumulación originaria y repercute en la acumulación ampliada de capital. Se trata de un concepto que asume la inteligibilidad de la complejidad del mundo. En otro lugar dijimos que forma parte de las teorías de la complejidad o de la episteme de la complejidad.

De la misma manera, es indispensable comprender que así como se da un sistema-mundo capitalista, también se dan sistemas-región capitalistas, como componentes estratégicos de la configuración y geopolítica del sistema-mundo capitalista. Tendríamos que entender, mas o menos, de una manera aproximada, todavía sin ver sus diferencias, que el sistema-región capitalista es como un sistema-mundo capitalista a escala menor. Integra y articula territorialidades diferenciales, micro-regiones diferentes, en otras palabras, ecosistemas diferentes, modos de producción distintos, comunidades, poblaciones, sociedades locales, a los procesos de acumulación originaria regional y acumulación ampliada regional, en el contexto de modificaciones estructurales de la acumulación mundial de capital.

Volviendo a la interpretación, desde nuestro enfoque de la complejidad, del libro de Francisco de Oliveira El neo-atraso brasileño. Los procesos de modernización conservadora, de Getúlio Vargas a Lula[170]. Podemos, ahora, sugerir que, en su crítica a la razón dual, paradigma expresado en la tesis del modo de producción capitalista subdesarrollado, que adquiere su amplia exposición en la teoría de la dependencia, de Oliveira propone una teoría articuladora e integral del desenvolvimiento de un sistema-región capitalista, aunque el marxista crítico brasileño no utilice este término.

Francisco de Oliveira cuestiona la concepción dualista que contrasta “atraso” o, si se quiera, tradición, a moderno, a “desarrollo”[171]. Por lo tanto cuestiona la tesis principal de la teoría de la dependencia, que el desarrollo genera el subdesarrollo. De la misma manera que Ruy Mauro Marini, parte del análisis de las condiciones y estructuras internas, no de las condiciones y estructuras externas, para analizar la formación económico-social brasileña; empero, llega a conclusiones distintas. Mientras Ruy Mauro Marino se mantiene en la teoría de la dependencia, Francisco de Oliveira sale de su horizonte, proponiendo una teoría no dualista.

También Francisco de Oliveira encuentra que el punto de inflexión del perfil de la estructura económica de Brasil se encuentra en 1930, si se quiere en las tres décadas que le siguen[172]. Empero, a diferencia de Ruy Mauro Marini, no observa una contradicción entre lo que ocurre en el área rural y el área urbana, entre la economía agroexportadora y la economía industrial. La estructura económica deja de tener como centro a la agro-exportación, convirtiéndose, más bien, la revolución industrial en el centro de la nueva estructura económica. Esto es, concurriendo las transformaciones en las producciones rurales, que articulan lo que llama acumulaciones originarias a pequeña escala, cuando los campesinos chaquean y talan el bosque, abriendo zonas de cultivo, vinculándose a las formas de propagación de la agricultura expansiva, que no deja de sostenerse en a fuerza de trabajo, empleando, en principio, muy poca maquinaria y sistemas de producción agrícolas intensivos. Dice que se impone, vía regulación estatal, la transferencia de excedentes desde las producciones agrícolas, sobre todo de café, hacia el impulso de la industrialización. Entonces, las formas de relaciones y vínculos entre las economías rurales con las economías urbanas, principalmente con la industrial, son funcionales y no duales, menos de oposición. En conjunto, coadyuvan a la acumulación general de capital, que destina su inversión a la revolución industrial[173].

Lo mismo pasa con el empíricamente denominado sector terciario. Tampoco está de acuerdo con la tesis dualista, que supone que la hipertrofia del sector terciario, es decir de los servicios, es una indicación y muestra del “rezago” y del “subdesarrollo”. Al contrario, la forma de expansión de los servicios, que suponen una multiplicidad de formas, incluso personales y familiares, entreveradas con la aparición de empresas de servicios, tanto privada como pública, corresponde al desenvolvimiento singular de la expansión y la transformación capitalista en Brasil. Los servicios, en pleno crecimiento acelerado de las ciudades, coadyuvan a la acumulación, al mantener servicios baratos, incidiendo en no hacer subir los salarios de los trabajadores. Se darían también transferencias desde los servicios a la acumulación industrial[174].

También propone que bajo las condiciones de la intervención estatal en la revolución industrial, el monopolio de las empresas industriales, las transferencias económicas de otros sectores, el primario y el secundario, los impuestos a la producción agrícola, el abaratamiento de costos de la industria, en lo que respecta a las materias primas e insumos, así como manteniendo salarios regulados, así como las políticas proteccionistas, permitían mantener precios altos, no competitivos, con los precios de productos industriales externos. Bajo estas condiciones no se requería precios competitivos en el mercado interno, aunque si cuando se trataba del mercado externo.

Lo sugerente de Francisco de Oliveira es que concibe una concatenación de condiciones, de factores, de procesos diversos, en el desenvolvimiento de la revolución industrial brasileña. A esta concepción, nosotros la llamamos, interpretando desde nuestro enfoque teórico, sistema-región capitalista.

El sostén del sistema-mundo capitalista

La plataforma de transferencias económicas

Interpretando la crítica de la razón dualista[175] de Francisco de Oliveira en lo que respecta a rebatir la dualización y contraste entre “atraso” y “progreso”, “subdesarrollo” y “desarrollo”, cuando anotamos que descarta la tesis principal de la teoría de la dependencia de que el desarrollo produce subdesarrollo, hay que dejar claro que lo que expresa de Oliveira es que no hay tal “atraso”, tal “subdesarrollo”, como anterioridad al “desarrollo”, opuesto al “desarrollo”, sino que eso que los de la CEPAL llamaron “atraso” y “subdesarrollo” no es anterior, no es un rezago, sino precisamente lo avanzado del modo de producción capitalista y del sistema-mundo capitalista. El sistema-mundo capitalista crea esas periferias del sistema-mundo, crea esa parte del mundo moderno, como el lado oscuro de la luna, precisamente para lograr transferencias económicas, que financian el “desarrollo”, la acumulación industrial, tecnológica y científica de los llamados centros. De la misma manera que pasa en el sistema-mundo regional, que aparentemente es un caso particular, tardío, de desarrollo capitalista, donde la agricultura, las economías agrarias, transfieren excedente a la acumulación industrial, por medio del abaratamiento de los costos de producción, por medio del abaratamiento de las materias primas, por medio del abaratamiento del costo de reproducción de la fuerza de trabajo, por medio del abaratamiento de los servicios, así también sucede, en la escala mundial, en las relaciones entre periferias y centros del sistema-mundo. Como dijimos en otro ensayo[176], en realidad, el verdadero centro, el centro efectivo, dinámico, del sistema-mundo capitalista, no es lo que se llama centro, sino lo que se llama periferias. No es pues algo particular, sui generis, lo que pasa en el sistema-mundo regional, sino que repite lo que ha sucedido en el sistema-mundo, en escala mundial. En otras palabras, se crea el entorno colonial, donde se genera la acumulación originaria de capital, que efectivamente no es entorno, sino la plataforma del desarrollo y el crecimiento capitalista, de la acumulación de capital. Esa inmensa geografía donde se amplía la frontera agrícola, donde se amplía la frontera de los recursos naturales, de las reservas, de las materias primas, donde se cuenta con poblaciones susceptibles de conversión a la condición proletaria, es la que sostiene el desarrollo capitalista a escala mundial, la que sostiene la acumulación, concentración, control de capital en los llamados centros del sistema–mundo.

Es una tesis equivocada interpretar que en esa inmensa geografía subsisten las tradiciones, los “rezagos”, los obstáculos al “desarrollo”, cuando precisamente todos esos perfiles han sido creados por el sistema-mundo capitalista para poder financiar la revolución industrial, la revolución tecnológica y científica.

El análisis de Francisco de Oliveira es sobresaliente pues rompe con los límites la teoría de la dependencia, sale de las contradicciones de la razón dualista. Propone una interpretación y un análisis integral y articulado de totalidades, que nosotros llamamos sistema-mundo capitalista y sistema-mundo regional. Desde esta perspectiva se hace comprensible y entendible lo que hemos llamado la revolución industrial brasilera, aporta a la inteligibilidad de lo que nombramos como acontecimiento Brasil. Referentes que se hacen hasta incompresibles e inentendibles desde las tesis cuantitativistas de la economía clásica y de las interpretaciones neo-liberales; así también estas cuestiones no terminan de resolverse en los análisis de la CEPAL. De la misma manera quedan en suspenso en la teoría de la dependencia, que ya logró avanzar en el concepto de sistema-mundo capitalista, diferenciando en esta totalidad integral centros y periferias. Al respecto, lo que hay que preguntarse es qué es dependiente, respecto de qué lo es. Un análisis más minucioso, un análisis crítico, invierte la relación; la acumulación capitalista de los centros es dependiente de la des-acumulación, del despojamiento y desposesión de las periferias.

El círculo vicioso

Después de lo que llamamos el punto o trazo de inflexión en el periodo de Getúlio Vargas, el gran paso a la industrialización, sobre todo a la transformación vertiginosa de la estructura económica, se dio en la gestión de gobierno de Kubitschek, contando con el Plan de Metas del Desarrollo. Este Plan se propuso avanzar cincuenta años en cinco. A propósito, Francisco de Oliveira, escribe:

Luego del cuadro descrito en el capítulo anterior – Un intermezzo para la reflexión política: revolución burguesa y acumulación industrial en Brasil -, durante la presidencia de Kubitschek se acelerará el proceso de acumulación capitalista, con ayuda del famoso Plan de Metas del Desarrollo, que proponía avanzar “cincuenta años en cinco”. La definitiva conversión del sector industrial y las empresas de las unidades-clave del sistema, así como la implantación de las ramas automovilísticas, de construcción naval, de mecánica pesada, de cemento, de papel y de celulosa, y la triplicación de la capacidad de la siderurgia, determinan la dirección de la estrategia a seguir. Por su parte, el Estado, cumpliendo su papel y actuando en la forma ya descrita, se lanzará a un vasto programa de construcción y mejoramiento de la infraestructura de carreteras, la producción de la energía eléctrica, el almacenamiento y los silos y los puertos, además de facilitar el avance de la frontera agrícola “externa” con obras como la edificación de Brasilia y la autopista Belém-Brasilia. El Estado opera a través de una estructura fiscal primitiva y en extremo regresiva, con lo que fatalmente incurrirá en déficits crecientes, en lo que constituye una curiosa forma de aumentar hasta el límite su deuda interna sin la reciprocidad de los acreedores. Por otro lado, la coyuntura internacional es poco propicia: en una etapa en la que el capitalismo se está redefiniendo en un sentido poli-centrista, con el auge del Mercado Común Europeo, su estrategia política continuará inmersa en el “chaleco de fuerza” de las concepciones maniqueístas de Foster Dulles. En estas circunstancias, la aceleración buscada será necesariamente asincrónica respecto a la estrategia política de los países centrales, lo cual irá en contra de cualquier posible financiamiento de gobierno a gobierno. Se recurrirá entonces al endeudamiento privado externo, de corto plazo, que genera presiones sobre la balanza de pagos en una etapa en la que la elasticidad de las exportaciones frente al crecimiento del producto es relativamente nula.

La aceleración que se produce durante el periodo de Kubitschek no podía ser menos exagerada y sus efectos pronto se materializarían. El coeficiente de inversión – la relación entre la formación de capital y el producto bruto – se eleva desde un índice 100 en el quinquenio anterior hasta uno de 122, esto es, en cinco años, el promedio anual del coeficiente crece casi un 25%, un esfuerzo digno de destacar para cualquier economía[177].

Pensar el acontecimiento es también lograr el acontecimiento del pensamiento, de un pensamiento que se constituye como intuición del acontecimiento, que construye sobre esa intuición la comprensión, el saber, el conocimiento, el análisis. Cuando nombramos nuestro ámbito de comprensión como acontecimiento Brasil, nos proponíamos precisamente este devenir. No hablamos de historia de Brasil, que es una representación académica, que supone una secuencia, quizás una evolución. Los análisis marxistas están entrampados en esta perspectiva lineal del tiempo histórico, también en este cuadro académico. No decimos que el cuadro académico está equivocado, tampoco que la historia no nos enseña nada. Estamos muy lejos de esas afirmaciones. Tan sólo decimos que nuestro ámbito de espesores del tejido espacio-temporal que llamamos acontecimiento Brasil, es otro, incluso distinto al referente del concepto de formación económico-social. Nos interesa, en lo que respecta al acontecimiento Brasil, comprender el efecto masivo, configurativo de las composiciones sociales y territoriales, a partir de las dinámicas moleculares sociales.

En este sentido o desde esta perspectiva móvil, es sugerente comprender y sugerir hipótesis interpretativas, de momentos o coyunturas cruciales, que generan torsiones e inflexiones. Anteriormente hablamos del punto o trazo de inflexión en los periodos de Getúlio Vargas, ahora vamos a situarnos en el periodo de la dictadura militar (1964-1985), y preguntarnos si se puede hablar de punto o trazo de inflexión. Para tal efecto, nos vamos a apoyar en el análisis que realiza Francisco de Oliveira de este periodo.

Si bien podemos sostener que hay un punto o trazo de inflexión en el periodo de gestiones gubernamentales de Getúlio Vagas, no podemos decir lo mismo respecto del periodo de la dictadura militar, por más analogías que se puedan encontrar. El cambio de la estructura económica de Brasil, pasar de una economía basada en la agro-exportación a una economía basada en la revolución industrial, expresa, de por sí, de la inflexión o bifurcación de la que hablamos. No ocurre lo mismo con el periodo de la dictadura militar. Denominamos, para figurarla, a la inflexión dada en el periodo de Getúlio Vargas, síntesis forzada, referida a una revolución industrial autoritaria, a una modernización conservadora. Lo que ocurre con el periodo de la dictadura militar no es lo mismo, no tiene los mismos efectos, no ocasiona la revolución industrial o su continuidad ampliada; es, más bien, la prolongación como inercia de lo que aconteció anteriormente. La síntesis forzada de la revolución industrial autoritaria salva a la clase latifundista, incorporándola a la acumulación industrial. La dictadura militar persigue detener represivamente la agitación social, persigue salir de la crisis económica y política, que se expresa en la contradicción de una concentración de la disponibilidad dineraria en pocas manos, el monopolio y control industrial, la acumulación del ahorro, que ya no puede invertirse productivamente si no se dan cambios estructurales, frente a abismales desigualdades, donde la mayoría de la población no puede acceder a los bienes durables, salvo los de mediana duración, como los electrodomésticos. El avance de la revolución industrial, en el sentido de su aceleración, la propuesta por Kubitschek, se estanca.

La dictadura militar no tiene lo que tuvo el periodo de Getúlio Vargas, además del estilo populista, la transferencia sustantiva de los recursos a la revolución industrial, además haciendo concesiones populistas a las clases sociales populares y de los trabajadores. La dictadura militar optó por una represión sin ingenio, mantuvo el bajo nivel de los salarios, y, en vez de buscar salidas a la inversión productiva, con la misma importancia que tuvo antes, encontró salidas de corto alcance en la especulación financiera. Mantuvo los niveles de ganancia de la burguesía, empero a costa de ahorcar las posibilidades de la continuidad de la revolución industrial, en sus formas más intensivas de revolución tecnológica y científica. En vez de crear las transformaciones materiales en el país, prefirió importar bienes de capital endeudándose estrepitosamente. Ciertamente, la economía no dejo de crecer, tampoco la industria; pero, no lo hizo con toda su capacidad y posibilidad. Lo único que hizo la dictadura militar, con métodos represivos, es postergar la crisis obligando a la austeridad a la mayoría de la población, sobre todo a la clase trabajadora, incidiendo en un mayor enriquecimiento de las clases dominantes.

No se trata entonces de un punto o trazo de inflexión sino de un círculo vicioso. La dictadura militar quiso extender los procedimientos del tramo anterior de sostén de la acumulación industrial; transferencias de la economía agraria, bajos costos de la reproducción de la fuerza de trabajo, servicios que sostienen también estos costos bajos, concentración de la disponibilidad dineraria, monopolio de las empresas industriales; sin embargo, estos procedimientos no podían continuar cuando se tocaron límites del modelo, que combina acumulación originaria y acumulación industrial tardía. Se requería una redistribución de la riqueza, logrando que la mayoría de la población aumente su capacidad de consumo y de compra. Se requería una democratización en distintos niveles, algo a la que no estaban dispuestas las clases dominantes, que todavía preservan “ideologías” conservadoras, que hemos llamado herederas de la colonialidad.

La crisis económica y política no tardará en llegar, que en principio, también de una manera conservadora, se intentó resolver por medio de un modelo neoliberal de privatizaciones. Este modelo, por más impacto que pueda haber tenido en su primera etapa, sobre todo por una combinación de shock y seducción, con la invitación a la clase obrera sindicalizada a incorporarse al mercado de trabajo especializado, mediante la profesionalización, la formación técnica, además de incorporarla al acceso de los bienes de consumo masivo, usando la extensión de los créditos, no hizo más que agudizar a mediano plazo los problemas y las contradicciones de la estructura económica.

Es con las gestiones de gobierno del PT cuando se intenta corregir las incongruencias del modelo de acumulación industrial heredado, en el mismo marco del sistema-región capitalista. Se puede decir que, en parte, son resueltos varios problemas y distintas incongruencias y desajustes, sobre todo logrando hacer ingresar a importantes contingentes de la población a lo que podemos llamar genéricamente clases medias[178]. Sin embargo, las gestiones del PT heredan también una ilusión peligrosa, la de la especulación financiera. Al mantener esta inclinación, preservan también otras contradicciones que generan o mantienen la tendencia a la crisis de la estructura económica.

A propósito, en Crítica de la razón dualista, Francisco de Oliveira escribe:

¿En qué sentido encaminó el sistema su propia reposición? Lejos de haber cortado los “nudos gordianos” de la acumulación originaria, parece estar explotándolos: la carretera Transamazónica no es más que una gigantesca operación “originaria” que reproduce la experiencia de Belém-Brasilia, lo que para los románticos “à la Malraux” podría llamarse una saga. Brasil sería así el único lugar del mundo donde – después de la desmoralización de Hollywood – la vida aún se desarrolla en términos “épicos”, muy cercanos a las tomas en eastmancolor de Jean Manzon. La resolución de las contradicciones entre las relaciones de producción y el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas se “resuelve” con la profundización de la explotación del trabajo. La estructuración de la expansión monopolista requiere tasas de ganancia elevadísimas y la forma en la que se produce (vía mercado de capitales) instaura una competencia por los fondos de acumulación (por ahorro), entre la órbita financiera y la estructura productiva, que esteriliza parcialmente los aumentos del ahorro. Un creciente distanciamiento entre la órbita financiera y la órbita de producción es el precio que debe pagarse por esa precoz hegemonía del capital financiero. El sistema, evidentemente, se mueve, pero en su recreación no se desprende de los esquemas de acumulación arcaicos que, paradójicamente, son parte de su razón de crecimiento. En muchos aspectos, el periodo posterior a 1964 parece ser diferente de las etapas anteriores, pero su diferencia fundamental tal vez esté en esa combinación de crecimiento con la persistencia de los problemas históricos. Bajo este aspecto, el periodo posterior a 1964 difícilmente resulta compatible con la imagen de una revolución económica burguesa; es más parecido a su opuesto, la de una contrarrevolución. Ésta tal vez sea su semejanza más pronunciada con el fascismo que, en el fondo, es una combinación de expansión económica y represión[179].

En resumen, respondiendo a la pregunta, Francisco de Oliveira concluye:

¿Cuál es el manejo del capital que puede oponerse a una crisis proveniente de su propio exceso? Lejos de ser una proposición reformista, el acceso de las grandes masas de la población a los éxitos de la producción fue siempre una condición sine qua non de la expansión capitalista. En el periodo posterior a 1964, sin embargo, la expansión de la economía brasileña profundizó la exclusión de estas clases – movimiento característico que venía afirmándose desde etapas anteriores – e, incluso, hizo de la exclusión un elemento vital de su dinamismo[180].

La formación económico-social ornitorrinco

En Cartografías histórico-políticas redactamos sobre el referente histórico-social al que alude la metáfora de ornitorrinco, usada por Francisco de Oliveira para ilustrar sobre el bricolaje de la composición contemporánea de la potencia emergente de Brasil; escribimos:

En lo que corresponde al balance de las rutas desarrollistas contemporáneas, sobre todo en lo que respecta a las llamadas potencias emergentes, es aleccionador leer a Francisco de Oliveira cuando hace un análisis ilustrativo de lo que ocurre con la potencia emergente de Brasil[181]. El autor de El neo-atraso brasileño propone dos hipótesis interpretativas; una, que por un lado fueron las actividades rurales de subsistencia, el trabajo informal y la precarización de los salarios los que subsidiaron el crecimiento de la industria y los servicios. La segunda hipótesis se refiere a la emergencia de una nueva burguesía compuesta por técnicos, economistas y banqueros, núcleo duro del Partido de los Trabajadores (PT). Ambas condiciones determinan la identidad paradójica que adquiere el capitalismo periférico en esta parte del mundo, aquí el capitalismo se financia con la explotación de los trabajadores, en tanto que el progreso sucede siempre en otro lugar, allí donde se produce la ciencia y la tecnología de punta, en el centro del sistema-mundo capitalista.

Este balance es contundente, no hay desarrollo en las potencias emergentes, por lo menos entendiendo a este fenómeno de una manera integral, sino neo-atraso, repitiendo las condiciones perversas de este rezago. El desarrollo de las fuerzas productivas deja en la ruina a una parte de la humanidad, el subdesarrollo aparentemente deja de existir, no así sus calamidades, el “trabajo informal”, el mismo que se transforma en un indicador de la desagregación social. Lo que se produce son modernidades heterogéneas y de contrastes. Por un lado, centros urbanos que imitan el iluminismo edificado de las urbes del norte, burguesías articuladas a las redes del capital financiero, por lo tanto que forman parte de la misma burguesía globalizada; por otro lado, incluso en las mismas ciudades, cordones, espacios, amplias zonas de marginamiento y “economía informal”, incluso ilícita. Grandes mayorías discriminadas. En las potencias emergentes se ha dado lugar a la emergencia industrial, que no es otra cosa que el desplazamiento de la desindustrialización del centro del sistema-mundo capitalista, que ha optado por tecnología de punta, transfiriendo tecnología obsoleta a las llamadas potencias emergentes. En estos parajes se ha dado lugar a la formación de nuevas burguesías, que no tendrían nada que envidiar a las burguesías del norte, sobre todo en lo que respecta a su opulencia; empero, este esplendor se construye sobre la base del marginamiento, la “informalización” de las grandes mayorías explotadas y dominadas, que habitan las zonas, los espacios del neo-atraso y la pobreza repetida descomunalmente. La emergencia de las potencias se basa en la destrucción devastadora de la naturaleza, la ampliación de la frontera agrícola, el uso de los transgénicos. De esta manera los costos de este progreso son demasiado altos como para hacerlo sostenible.

No hay pues destino con el desarrollismo, tampoco con el neo-nacionalismo. Lo que hacen, en el mejor de los casos, en el caso de las potencias emergentes, es volver a modificar los términos de intercambio en las lógicas de acumulación del capital, modificar su participación en la estructura mundial de dominación capitalista. Por eso, podemos volver a decir, que los nacionalismo están mucho más cerca de las ilusiones liberales criollas y gamonales que de los proyectos emancipatorios y libertarios de los movimientos sociales, naciones y pueblos indígenas originarios. Están más cerca de repetir las formas coloniales, las del colonialismo interno, también las reiteradas cadenas de la dependencia, que de lograr construir las soberanías plurales que requiere un mundo alternativo de autodeterminaciones, auto-convocatorias, de participaciones sociales y ejercicios plurales de la democracia. Si bien los nacionalismos heroicos – los del medio día del siglo XX – forman parte de la historia de las luchas, pretender repetirlos en los ciclos contemporáneos del capitalismo es apostar por una imitación burda y cómplice de las formas de acumulación mundial capitalista por despojamiento.

Reflexiones sobre el Ornitorrinco

No vamos a hablar de la zoología del ornitorrinco, tampoco del libro de Umberto Eco sobre Kant y el ornitorrinco, vamos a hablar de la metáfora que usa Francisco de Oliveira para analizar el perfil y la estructura histórica de la formación económica del Brasil. A partir de esta reflexión sobre una potencia emergente vamos a desplegar una reflexión sobre el perfil y la estructura de la formación económica y social boliviana, sobre todo teniendo en cuenta los desafíos del llamado proceso de cambio.

Francisco de Oliveira publica un sugestivo texto crítico, como parte de la crítica a la razón dualista, que separa los mundos de la economía entre tradicionales y modernos. El sugerente texto de crítica se titula El ornitorrinco[182], figura que toma de un animal extraño para caracterizar lo que sucede con el denominado desarrollo brasileño. Nos referimos a la extraña apariencia de este mamífero ponedor de huevos, venenoso, con hocico en forma de pico de pato, cola de castor y patas de nutria. Esta figura y esta composición compleja inspiraron a Francisco de Oliveira una caracterización también de composición y combinación complejas de las economías capitalistas periféricas. ¿Cómo describe al ornitorrinco económico y social?

Altamente urbanizado, con poca fuerza de trabajo y población en el campo, aunque sin ningún residuo pre-capitalista; por el contrario, con presencia de un fuerte agrobusiness. A esto se suma un sector completo de la segunda revolución industrial, avanzando titubeante por la tercera revolución, la molecular-digital o informática. Por un lado, una estructura de servicios muy diversificada – sobre todo cuando está ligada a los estratos de altos ingresos que, en rigor, son más ostensiblemente perdularios que sofisticados – . En el otro extremo, una estructura muy primitiva, ligada directamente al consumo de los estratos pobres. Posee también un sistema financiero todavía atrofiado pero que, precisamente por la financiarización y el aumento de la deuda interna, acapara una gran proporción del PIB[183].

Francisco de Oliveira visualiza la recreación y expansión de la informalidad, la mantención del crónico desempleo, el encubrimiento del subempleo, como formas de articulación y subvención a la acumulación de capital, formas completamente articuladas y funcionales a los sistemas de industrialización e incursión en la tecnología molecular-digital. Combinaciones que forman parte de esa complementariedad y recreación violenta entre la forma de acumulación ampliada y la forma de acumulación originaria por despojamiento. Todo esto atravesado por un sistema financiero que cubre el funcionamiento económico, succionando las esferas y los circuitos económicos a la lógica de la financiarización, que empuja al uso especulativo del capital financiero. Produciendo entonces un endeudamiento externo e interno que caracterizan a las actuales economías dependientes, llamadas emergentes. Este ornitorrinco económico y social se sostiene sobre la extensa base de la diferenciación social excluyente y marginada de la distribución de la riqueza y el excedente, que se concentran desproporcionalmente en la minoría poblacional de empresarios privilegiados por el monopolio y el apoyo estatal, a la que se suman las clases medias beneficiadas por la expansión de los servicios e impulsadas al consumo. La gran mayoría de la población está condenada a vivir en los márgenes de esta modernidad, pasando de ser el ejército industrial de reserva a la masa gigantesca de trabajadores “informales”, proletariado nómada y habitante de los barrios prohibidos.

Se trata del reino de la “informalidad”, el desvanecimiento del salario, del adelanto del costo de producción.

La tendencia moderna del capital es suprimir el adelanto: el pago a los trabajadores pasa a depender de los resultados de las ventas de los productos-mercancía. En las formas de tercerización del trabajo precario, y en lo que – entre nosotros – se continúa denominando “trabajo informal”, éste es un cambio radical en la determinación del capital variable. Así, aunque parezca extraño, los rendimientos de los trabajadores pasan a depender de la realización del valor de las mercancías, lo que antes no ocurría. En los sectores todavía dominados por la forma salario, sigue en pie la anterior modalidad, tanto es así que la reacción de los capitalistas es desemplear la fuerza de trabajo. El conjunto de los trabajadores es transformado en la suma independiente de un ejército de activos y de reserva, que se intercambia no de acuerdo con los ciclos de negocios, sino diariamente[184].

Esto es, se produce la suspensión de la producción, de la valorización de la producción, por lo tanto de la valorización del tiempo socialmente necesario del trabajo. Lo que se hace, sobre la base de su ocultamiento, es abrir nuevamente las temporalidades de la súper-explotación, así como del dominio absoluto de la circulación y el mercado, obligando a la gente al sacrificio y a la donación de sus vidas en aras de la realización de la ganancia. Suspendiéndose con esto los derechos conquistados en la historia de las largas luchas sociales. Desde entonces ya no se trata de los derechos, tampoco del sujeto de los derechos, sino de la realización descarnada de las ventas y de los resultados del sistema. Se vive entonces la dramática experiencia de la precarización, de la fragmentación, de la dispersión y la diseminación de las formas de vida y de las formas de organización. La realización de las súper-ganancias, la construcción deslumbrante de las grande urbes metropolitanas, la conformación de barrios de ensoñación y oasis paradisiacos, contando también con los moles comerciales y de consumo para las clases medias, sólo se pueden dar si al mismo tiempos se transfieren los costos de la magnificencia a extensas zonas suburbanas, a expansivos entornos de miseria, a favelas interiores o ruralidades vaciadas y detenidas en el tiempo. El costo no sólo se materializa en los perfiles de la marginación y la exclusión, sino también en la conformación de mundos paralelos y periféricos[185].

Esto es lo que escribimos. Ahora podemos observar que esta redacción se apega a las connotaciones de la metáfora de ornitorrinco, haciendo hincapié en esa composición y combinación saturada en fijaciones irreductibles a la armonía. La metáfora desborda en la irradiación significativa; lo que ha quedado un tanto inhibido es el sentido de la explicación, que no radica tanto en las deformaciones, por así decirlo, sino en la inteligibilidad de las contradicciones. Intentaremos retomar esta redacción, recuperando el ensayo El ornitorrinco de Francisco de Oliveira, buscando ilustrar sobre la explicación de esta formación-económico social, hoy identificada como potencia emergente.

Usando los conceptos que propusimos para el análisis, sistema-región capitalista y sistema-mundo capitalista, el sistema-región forma parte del sistema-mundo. Lo que pase en el sistema-región tiene que ver con lo que pasa en el sistema-mundo. La forma cómo se da el sistema-región es singular, propia, si se quiere; no resulta de una repetición taxativa de lo que pasa en el sistema-mundo; sin embargo, ambos acaecimientos, ambas complejas composiciones no son ajenas, interactúan.

Las transformaciones en el sistema-mundo afectan al sistema-región. Las articulaciones entre un sistema y otro también se modifican. La etapa del ciclo largo del capitalismo vigente, dominado por el capitalismo financiero, modula las relaciones y las articulaciones entre el sistema-región y el sistema-mundo. Si la teoría de la dependencia hablaba de dependencia de las periferias respecto a los centros del sistema-mundo, ahora podemos hablar de complicidad inter-burguesa en la apropiación especulativa de la energía desprendida por los cuerpos, por la inmensa fuerza de trabajo súper-explotada, acompañada por la concomitancia inter-burguesa en el despojamiento y desposesión de cuerpos y la naturaleza. En otras palabras, la complicidad y concomitancia inter-burguesa ha llevado a una suerte de conciencia desdichada, de aceptación de que así deben ser las cosas. Se acepta que el aporte del país al sistema-mundo capitalista, en este sistema-mundo discordante-concordante, es decir, paradójico, sobretodo atravesado por antagonismos, el logro de una autonomía relativa como potencia emergente, se efectúa, se hace posible, continuando con el devenir de la acumulación originaria recurrente. Acumulación originaria articulada, activadora y catalizadora de la acumulación ampliada, que se sostiene con la ampliación desmesurada de la frontera agrícola, con la migración descomunal a las ciudades, vaciando los campos, situando a la mayoría de la población en el espacio de las condiciones precarias del proletariado nómada. Lo que llamaron dependencia, los teóricos de la dependencia, se ha convertido en una implicación dramática obligada. La compulsión por tasas de retorno cada vez más rápidas empuja a las circulaciones de capitales a expandir e intensificar las formas de financiarización, obligando, para poder sostener esta fabulosa apuesta a la especulación, a un descomunal desborde de las formas de explotación extractivistas.

La forma de globalización privatista, implementada por el proyecto neoliberal, ha llevado al mundo a una unificación mezclada mayor; empero, basada en la destrucción sin precedentes de los ecosistemas, y de la suspensión de los derechos sociales, del trabajo y colectivos. Empujando a las masas trabajadoras a la precarización, mientras una aristocracia “obrera” privilegiada se beneficia grandemente, participando directamente en el control y retención del excedente.

No es problema para los llamados centros del sistema-mundo capitalista que emerjan potencias industriales, incluso tecnológicas y científicas, como el caso de China; pues estas potencias emergentes ya forman parte de los centros. En este contexto de desplazamientos en el sistema-mundo capitalista, en los centros del sistema-mundo, tampoco se puede decir que se asiste a una lucha a muerte entre imperialismos, como ocurrió antes, durante la primera y segunda guerras mundiales. Más parecen concurrencias, que disputan el reparto del excedente mundial. Las potencias concurrentes no parecen inclinarse a guerrear por este reparto, sino a presionar para lograr mejores condiciones en la distribución. Un conjunto de redes de circulaciones, recorridos, mercados, producciones, sobre todo de las redes financieras, las vinculan y las aproximan, incluso se puede concebirlas como “complementariedades” capitalistas.

Las potencias emergentes, llamadas BRICS, han surgido incluso, de alguna manera, apoyadas por las propias dinámicas del sistema-mundo capitalista, por la propia connivencia de los anteriores centros. El problema no está ahí, sino el problema radica en la contradicción generada por estas potencias emergentes con sus propias poblaciones, pues esta emergencia industrial se efectúa a costa de las grandes mayorías precarizadas. Esto no se oculta, ni disminuye, a pesar de que importantes sectores de trabajadores se incorporen como clases medias al mercado de los consumos masivos, pues las mayorías demográficas son empujadas a la suspensión de sus condiciones de vida y de reproducción social.

Las observaciones de Francisco de Oliveira son importantes, nos muestran recorridos sinuosos de la potencia emergente. Como el autor dice, la potencia emergente abarca las tres revoluciones materiales; la revolución industrial, la revolución tecnológica y científica, la revolución molecular y cibernética; sin embargo, no logra articular estos recorridos, abarcando plenamente estas revoluciones materiales, ni logra armonizarlas; por lo tanto, no resuelve problemas estructurales económicos, sociales, políticos y culturales pendientes. De esta manera, la potencia emergente se embarca en una ruta incierta, que la lleva a volver a inclinarse, optando, de manera oficiosa, por el recurso desesperado de estrategias de poder represivas. Como una vez lo hizo el periodo de gestiones gubernamentales de Getúlio Vargas; otra vez lo hizo el periodo gubernamental de la dictadura militar, de una manera más descarnada y policial. La diferencia entre ambos periodos, es que el primero fue populista, en tanto que el segundo fue abiertamente oligárquico y elitario. Las gestiones gubernamentales del PT no son populistas, se apoyan en una organización sindical corporativa, conformada en la larga tradición organizacional y de formación proletaria de los trabajadores sindicalizados. Las gestiones gubernamentales del PT son sociales, por sus proyectos sociales de alcance, por el impacto de estos proyectos; sin embargo, proyectos sociales casados con la administración financiera a gran escala. Mediante esta administración financiera hay un total involucramiento con las corporaciones empresariales, tanto públicas como privadas. Se puede decir que las gestiones gubernamentales del PT corresponden a un proyecto político reformista de gran escala y envergadura.

El capitalismo multicolor, camaleón

Dedicado a los y las activistas defensoras de la Madre Tierra. A ellos y ellas que aman a la vida.

La producción capitalista ha estado calculada, en cuanto a sus formas de movimiento y leyes, desde el principio, sobre la base de la Tierra entera como almacén de fuerzas productivas. En su impulso hacia la apropiación de fuerzas productivas para fines de explotación, el capital recorre el mundo entero; saca medios de producción de todos los rincones de la Tierra; cogiéndolos o adquiriéndolos de todos los grados de cultura y formas sociales. La cuestión acerca de los elementos materiales de la acumulación del capital, lejos de hallarse resuelta por la forma material de la plusvalía, producida en forma capitalista, se transforma en otra cuestión: para utilizar productivamente la plusvalía realizada, es menester que el capital progresivo disponga cada vez en mayor grado de la Tierra entera para poder hacer una selección cuantitativa y cualitativamente ilimitada de sus medios de producción. La apropiación súbita de nuevos territorios de materias primas en cantidad ilimitada, para hacer frente, así, a todas las alternativas e interrupciones eventuales de su importación de antiguas fuentes, como a todos los aumentos súbitos de la demanda social, es una de las condiciones previas, imprescindibles, del proceso de acumulación en su elasticidad[186].

Rosa Luxemburgo

Articulación

Este ensayo no está directamente vinculado a los ensayos dedicados al acontecimiento Brasil, mas bien, tiene como tema una interpelación crítica al capitalismo verde, se ocupa de comentar el análisis deconstructivo de la narrativa verde, análisis de desmontaje de los nuevos procedimientos de dominación del capital, ahora por la vía de la financiarización de los seres y ciclos vitales, que este discurso contable llama servicios ambientales. Es una intelectual y activista brasileña la que efectúa la crítica deconstructiva, la que lanza la interpelación al capitalismo verde. La conexión con los otros ensayos se encuentra en la actualización contextual del acontecimiento.

Capitalismo camaleón

Camila Moreno en Economía verde: En lugar de una solución, la nueva fuente de acumulación primitiva[187] hace un análisis minucioso de la emergencia de la nueva narrativa “ideológica” del capitalismo financiero. Nos muestra dos pasos importantes en el discurso o la formación discursiva legitimadora de las formas paradójicas del capitalismo contemporáneo, la brutal extractivista y la virtual financiera. El primer paso se da como movimiento del llamado, ahora, capitalismo marrón, que no es otro que el crudo capitalismo “pragmático”, hacia el capitalismo de la des-carbonización. Después, el segundo paso, consiste en pasar de este capitalismo financiero que apoya la des-carbonización, al capitalismo verde.

Lo sugerente del análisis crítico de Camila Moreno es que muestra que estos dos pasos discursivos del capitalismo financiero, que es el dominante en el ciclo largo del capitalismo vigente, son puestas en escena para edulcorar no solo la desbocada multiplicidad de dominaciones sobre los cuerpos y la naturaleza, sino también formas “ideológicas” que apoyan nuevas formas de explotación, cada vez más sofisticadas, del capital – abstracción del biopoder – de los cuerpos, los territorios y la naturaleza.

En su análisis crítico, Camila Moreno ubica en el centro discursivo el denominativo de cambio climático; denominativo que pretende presentar a los responsables del cambio climático como si se hubiera, de repente, tomado consciencia del peligro. Planteándose políticas mundiales correctivas, que llaman “fallas del mercado”. Fallas que se pueden resolver con intervención del mercado mismo, de los juegos del mercado, proponiendo compras de retención del carbono; de este modo salvando los bosques. De esta tesis, no es más que un paso imperceptible el que se tiene que dar para proponer una salida verde a la crisis múltiple de la sociedad moderna.

Ese paso ya se ha dado. Existen un conjunto de proyectos, propuestas, acuerdos de grupos de países, encaminados a apuntalar un futuro verde, corrigiendo los males del capitalismo marrón.

La importancia del análisis crítico de Camila Moreno radica en develar que estos pasos discursivos, incluso pasos políticos a nivel mundial, involucrando a los organismos internacionales y a los estados nacionales, son mecanismo de no solo legitimación de las dominaciones múltiples, entre ellas del destructivo modelo extractivista, sino es un avance hacia nuevas formas de dominación, que tienen como materia de poder a la vida. Buscan controlar los ciclos de la vida, de tal manera que convierten a esta captura, por cierto parcial, pues no pueden capturar la potencia creativa de la vida, en una forma de acumulación de capital. Al respecto, definiendo el contexto donde se da este discurso, Camila escribe:

Aun no contamos con una definición canónica del concepto de economía verde, que nos de luces sobre si se trata de algo enteramente distinto de la economía actual (también referida en estos días como economía “marrón”). Pese a eso, las agencias de las Naciones Unidas como el PNUMA,18 PNUD,19 UNCTAD;20 organizaciones multilaterales como la OCDE,21 el Banco Mundial,22 bancos regionales de desarrollo,23 el Parlamento Europeo,24 consultoras internacionales,25 coaliciones empresariales,26 y otros actores han formulado propuestas, listado sectores prioritarios y definido agendas sectoriales; han establecido objetivos y metas cuantificables, asi como recomendado nuevos instrumentos financieros e inversiones para lograr el cambio hacia un futuro “mas verde”[188].

A partir del lucido y actual análisis de Camila Moreno debemos preguntarnos sobre la caracterización de la forma del capitalismo contemporáneo, actual, ciclo largo dominado por el capitalismo financiero. ¿Qué clase de capitalismo es este que se presenta como verde? Por cierto, no tiene ninguna utilidad denunciarlo como hipócrita, peor aún, como artimaña para continuar con los mismos procedimientos de explotación y despojamiento. Esto no deja de ser, en el mejor de los casos, una denuncia; en el peor de los casos, una catarsis. Lo que importa es averiguar sobre las transformaciones del sistema-mundo capitalista, cómo, de tal manera, estas transformaciones definen las condiciones de posibilidad de semejantes posturas, de semejantes discursos.

El capitalismo contemporáneo no es el que corresponde a la experiencia del insigne teórico crítico Karl Marx, no es el capitalismo dependiente de la experiencia del “ideólogo” militante Vladimir Lenin, tampoco es el que corresponde a la experiencia dramática del reflexivo Antonio Gramsci. No es el capitalismo gamonal implementado en los Andes e interpretado lúcidamente por el singular José Carlos Mariátegui; no es el capitalismo minero, extractivista del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX, interpretado por el estoico Guillermo Lora. No es el capitalismo de la formación social abigarrada, interpretado por el inventivo y barroco René Zabaleta Mercado. Este capitalismo es el de un sistema-mundo capaz de simular, capaz de imitar las demandas de los colectivos sociales. Entonces, la tarea es caracterizar a esta forma de capitalismo, comprender y entender sus lógicas y estructuras inherentes. De ninguna manera, reducirlo a las antiguas representaciones del capitalismo. Este apego dogmático no solamente es una renuncia a prender de la historia, sino es una apuesta a la derrota.

El capitalismo verde es un capitalismo que busca seducir a la sensibilidad bondadosa y a la imaginación romántica, presentando un cuadro atractivo de defensa de la naturaleza. Ciertamente no podemos hablar así, pues el capitalismo no es un sujeto. Es una representación conceptual para explicar una forma de Estado, un modo de producción, una forma de modulación y disciplinamiento de la sociedad, así como el despliegue de sus formas de control y simulación; entonces, se trata, más bien, de las actividades asociadas, concomitantes, de grupos de poder, que logran controlar ciertos lugares estratégicos de decisión; empero, no pueden, no podrían, es imposible, controlar la totalidad de condiciones, factores y variables intervinientes en los procesos que configuran el acontecimiento, que es la vida.

No estamos ante la brutalidad del capitalismo inaugural, capitalismo colonial; tampoco estamos ante el capitalismo “pragmático” de la revolución industrial. Así como no nos encontramos ante el capitalismo violento de los imperialismos de la mitad del siglo XX; tampoco ante el capitalismo de la época de la guerra fría, cuando una de la híper-potencias financia la reconstrucción de las potencias occidentales y orientales derrotadas. No estamos ante el capitalismo belicoso, que incursiona en la guerra de Corea y en la guerra de Vietnam creyendo que podía imponerse, después de su victoria contundente en la segunda guerra mundial. Este capitalismo es distinto. Es un capitalismo verde; es un capitalismo que se presenta como consciente de los daños que causa en el planeta, que se presenta con la voluntad de corregir los daños causados.

En sentido efectivo, tendríamos que caracterizar al capitalismo verde como capitalismo molecular, pues se trata de un modo de producción que ha penetrado en la información genética, que manipula las moléculas componentes de las células de los organismos. Sin embargo, la caracterización aconsejable exige más; es un capitalismo, que para autonombrarse como verde, ha acumulado saber y conocimiento histórico, por así decirlo, usándolos como dispositivos de poder, en este caso de un poder plástico, que se adapta a las demandas.

No es que los engreídos funcionarios de los organismos internacionales tengan esta consciencia ecológica, pues si la tuvieran no emitirían semejantes discursos, no desplegarían semejantes estrategias. No es que los amos del universo, pues así se sienten, los propietarios de acciones, propietarios de la mayoría de las acciones de las empresas trasnacionales, sobre todo extractivistas, que dominan el mundo, sean conscientes de lo que acontece, sino se trata de un sistema-mundo, que en conjunto, en el bloque de sus estructuras, en la gama de sus engranajes, en la articulación de sus funcionamientos, ha aprendido o, por lo menos, se puede decir que parece que ha aprendido, de la experiencia de sus dominaciones.

Si el capitalismo verde se dispone, por lo menos declarativamente, invertir en la compra de la retención de carbono, en presionar, aunque sea teatralmente, a las potencias industriales, a disminuir la emisión de carbono, estamos ante un capitalismo que interviene no sólo sobre las condiciones de producción, sobre la fuerza de trabajo, utilizando la ciencia y la tecnología, sino ante un capitalismo que tiene en “mente” la intervención en los ciclos y las lógicas de la vida, comprendiendo los programas y las informaciones genéticas.

La lucha actual, contemporánea, con lo que significa plenamente este término, contra las dominaciones múltiples del capitalismo, no se resumen sólo a la lucha por la profundización de la democracia en la forma de socialismo, sino que implica la defensa integral de la vida. La vida no como metáfora, no como representación “ideológica” y cultural, sino la vida, en el sentido más radical efectivo del término. La vida como existencia. Ya no se trata solo de la igualdad, de la democracia participativa, tampoco de la imprescindible tarea de la descolonización, sino de la subsistencia, de la sobrevivencia, de la posibilidad de liberar la potencia de la vida. La lucha contra el capitalismo es una lucha contra una inclinación tanática, quizás inherente en la paradójica constitución de las instituciones de poder, instauradas por las proliferantes asociaciones humanas.

Ya no es un problema “ideológico”, no se trata sólo de la crítica de la “ideología”, ya no es solamente una lucha por la igualdad, el prejuicio supremo de la democracia, el socialismo; tampoco, como dijimos, solamente la lucha anticolonial y descolonizadora. Así como no se restringe a la lucha por las subjetividades diversas. La lucha es por la vida.

¿Podremos los y las humanas comprender que se trata de esto y nada más que de esto, de la vida? ¿Qué impide hacerlo? ¿La miopía, no poder ver lejos, ver solamente lo cercano, el entorno de uno mismo? ¿Qué importancia estratégica tiene el vencer, el dominar, el enriquecerse, el distanciarse de los demás? Ninguna, todos marchamos a la muerte, a la desaparición del individuo. Empero, la vida no es el individuo, no es el organismo, es el plural genético, es la población colectiva y asociada de partículas, de átomos, de moléculas, de células, de organismos, de sociedades diversas de constelaciones. Es la información y el programa genético. Las victorias, los poderes, las riquezas de los mortales, solo son imaginarias.

Por lo tanto, la importancia de la interpelación de Camila Moreno radica en señalar la levedad del discurso del capitalismo verde. El contraste primordial se encuentra en la comparación del discurso institucional internacional del capitalismo verde y la explosión dinámica de los ciclos de la vida. Camila Moreno devela la hipostasis del discurso, el artificio del discurso del capitalismo verde, sobre todo en contraste son las devastadoras consecuencias del capitalismo marrón, que no es otra cosa, que el verdadero color del capitalismo verde o, si se quiere, el color de fondo.

Otro logro del análisis de Camila Moreno es mostrar que el capitalismo como sistema estratégico vigente no deja de ser demoledor; se autonombre como sustentable, des-carbonización o verde, en la medida que se basa en esa combinación perversa entre acumulación originaria de capital – extractivismo – y acumulación ampliada de capital – sea industrial, tecnológica-científica, cibernética o virtual y especulativa, sus repercusiones no dejan de ser destructivas.

Camila Moreno nos dice, que no se trata solamente de oponerse a las estrategias discursivas, operativas y políticas de los organismos internacionales, dispositivos de poder del orden mundial, sino de oponerse a las prácticas destructivas de los nichos y continentes ecológicos de los ciclos de la vida. En esta perspectiva, de oponerse a los discursos “ideológicos”, a los programas y al engranaje institucional de las políticas mundiales y gubernamentales de la implementación del capitalismo verde.

En tercer lugar, podríamos decir, que Camila Moreno, al interpelar al capitalismo verde, se coloca en una ruta seguida por los teóricos de la teoría de la dependencia, después por Francisco de Oliveira, el crítico marxista brasileño, que atraviesa el paradigma ortodoxo, para innovar en explicaciones específicas y singulares. Camila Moreno, no es ni lo uno ni lo otro, no pertenece al paradigma de la teoría de la dependencia, tampoco al marxismo critico al estilo de Francisco de Oliveira; empero, tiene algo en común, se rebela a los paradigmas heredados.

¿Cuál entonces el problema? No hay salida por el capitalismo verde, pues se trata de una política financiera, del uso especulativo del mercado, de la compra de retenciones de carbono, de la postulación verde, sin afectar a las causas, por así decirlo, del cambio climático. Es indispensable, acudir a una solución radical, que afecte a las raíces del problema. No es la salida la especulación financiera, no hay solución por el camino de la financiarización del capitalismo verde; la tarea es lograr una salida del mundo “real”, del mundo del sistema-mundo capitalista.

En sentido especifico, si se quiere, concreto, no hay salía por maniobras financieras. El problema radica en la lógica abstracta de la acumulación de capital. También en las lógicas de poder del orden mundial, del imperio; así como en las lógicas de dominación interna de los Estado-nación. La salida se encuentra en otro horizonte, en otro mundo posible, que no tenga como presupuesto esta estrategia del dominio sobre cuerpos y campos de la vida.

Cuando hablamos así, mucha gente cree que esto es un romanticismo incurable. Consideran que el pecado de nuestras hipótesis es la ingenuidad y la inocencia ante un mudo descarnado y brutal. Puede parecer que sea sí; empero, se olvidan que lo que proponen desde el realismo político no es más que un logro probable, de corto alcance, en el decurso prolongado de los avatares de los ciclos de la vida. A propósito, Camila Moreno escribe:

La guía intenta una definición de trabajo para la economía verde, uno de los ejes centrales de la Rio+20:

El PNUMA considera que una economía verde debe mejorar el bienestar del ser humano y la equidad social, a la vez que reduce significativamente los riesgos ambientales y las escaseces ecológicas. En su forma mas básica, una economía verde seria aquella que tiene bajas emisiones de carbono, utiliza los recursos de forma eficiente y es socialmente incluyente.

En este intento de circunscribir “en su forma más básica” lo que sería la economía verde, la formulación incorpora la centralidad que la métrica o “medición del carbono” ha jugado en las políticas climáticas: la referencia a las toneladas métricas equivalentes de dióxido de carbono (1 tCO2e = a 1 unidad de reducción certificada de emisiones, o = a 1 “crédito de carbono”) como medida “objetiva” del logro (o no) de sus metas de bajar las emisiones, en relación con la economía marrón, y refrenda la des carbonización, como una dinámica estructural para “enverdecer” la economía[189].

Camila Moreno, propone escapar de las lógicas de la acumulación; obviamente, en esta perspectiva, escapar de las lógicas de la especulación financiera. Escribe:

El sistema económico actual es definido por el PNUMA como una Era of Capital Misallocation (Era del capital mal distribuido), en donde hemos “permitido” que los negocios sigan bajo “externalidades ambientales y sociales significativas, ampliamente no contabilizadas y no verificadas”; frente a eso, la idea de poner un precio a la contaminación (y al carbono, las compensaciones, permisos de agua, la biodiversidad, servicios ambientales, etc.) es presentada como un engranaje central para seguir adelante, “para traer los cambios en los patrones de inversión privada y lograr historias de éxito, especialmente en los países en desarrollo” (UNEP, 2011: 2)[190].

La tesis primordial del capitalismo verde es pasar de la era del capital mal asignado a la era del capital bien asignado. Es un problema de asignación o de colocación del capital, de las inversiones, de las finanzas. De eso se trata. La argumentación de este discurso no podía ser más liviano. Para los “ideólogos” del capitalismo verde se trata de un problema administrativo. No se les puede pedir a estos señores y señoras una reflexión sobre las consecuencias del modo de producción, que tiene en su base la expansión desbordante del extractivismo, que tiene en su desenvolvimiento la generación masiva de contaminaciones y depredaciones, que tiene en su horizonte la reiteración viciosa de los ciclos degenerativos del capitalismo.

Más abajo, Camila, de manera más elocuente, escribe:

Como ejemplo de esta valoración de las externalidades (costo de las emisiones resultantes de la deforestación y los créditos por evitarla o reducirla), la guía del PNUMA apunta al mecanismo de REDD+, que aun aguarda reglamentación definitiva bajo las negociaciones de la Convención del Clima, como el “régimen de REDD+”, pues quizás es “tal vez la mejor oportunidad en la actualidad para facilitar la transición a la economía verde para el sector [global] de bosques”[191].

Describiendo y analizando no solo la propuesta del capitalismo verde, sino también su implementación, Camila Moreno expone:

Así como la contabilización de las externalidades sociales y ambientales es un engranaje central para seguir adelante en la economía verde, la creación de nuevos activos económicos es estructural. Entre la constelación de temas que nos estarían llevando hacia una economía verde, está la incorporación de una nueva medición de la riqueza de los países, a través del “PIB verde”, que sería la cuantificación y contabilización de los llamados “activos ambientales” (como se definen el carbono, la biodiversidad, el agua, etc.). El carbono ya es un activo negociado bajo mecanismos internacionales, como el MDL, y en los mercados voluntarios ya están en desarrollo nuevos mecanismos que incorporen otros activos verdes. Estos activos, comercializados como los nuevos títulos verdes son de interés, por ejemplo, para los bancos y empresas, que necesitan cada vez mas de titularización (o securitizacion) ambiental de sus emprendimientos e inversiones.

Los mercados de carbono (y un precio global al carbono) figuran como la principal apuesta de los gobiernos y de las macro-políticas de combate al cambio climático, así como la espina dorsal de las propuestas para una economía verde o de bajo consumo de carbono. El carbono, este nuevo commodity global –y el más emblemático de este momento de la acumulación, que apunta a los bienes y servicios intangibles–, ha reunido, desde su creación oficial en 2005 (cuando entra en operación el esquema de comercio de emisiones de la Unión Europea), un valor global de US$

142 billones de dólares (cifras de 2011, referentes al año 2010).59

Este valor es obtenido del comercio de más de 7 billones de toneladas de CO2, representadas en las Certified Emisson Reduction (CER o reducción certificada de emisiones), el principal título de la economía financiera del carbono. La falta de claridad sobre el marco regulatorio para el periodo post 2012 (cuando expira el primer periodo de compromiso del Protocolo de Kyoto, que debe ser remplazado por un nuevo acuerdo global hasta 2015), es actualmente la principal traba para su expansion.60

Las CER son el primer ejemplo de cómo se estructura la financiación y el comercio de los llamados activos ambientales. Su principal característica es la fungibilidad: en sí, una CER es un título negociable en el mercado financiero que representa la reducción de emisiones de 1 tonelada métrica de dióxido de carbono equivalente (tCO2e).61

En el proceso de construcción del PIB verde, estos nuevos activos son paulatinamente transformados en una clase de variables macroeconómicas, como ya está ocurriendo con los inventarios de carbono y la incorporación de sus “stocks” en las cuentas nacionales. Se argumenta, por ejemplo, que la transformación del carbono en un indicador macroeconómico permitiría una apreciación o valoración “más verdadera” del nivel “real” de la economía y de la viabilidad del crecimiento en renta y empleo para los países.

Con el objetivo de “hacer para la biodiversidad lo mismo que el Informe Stern había hecho para el clima”, “hacer visible el valor de los servicios de la Naturaleza” y con eso, “influenciar negocios y decisiones adoptados por los países”, nace la encomienda para la elaboración del estudio The Economics of Ecosystems and Biodiversity (La economía de los ecosistemas y de la biodiversidad), conocido por su sigla TEEB, una pieza clave de la arquitectura de la economía verde.62 El pedido para la realización del estudio surgió de la reunión del G8+5, en 2007, y fue coordinado por el economista hindu Pavan Sukdev, exdirector de Banco Mundial y, a la época, director de la división de nuevos mercados del Deutsche Bank (el Banco Alemán). Sukdev, en su ano sabático, coordino el estudio desde el PNUMA y con la legitimidad de la ONU.

El TEEB calculo que la destrucción de los activos de la Naturaleza, como bosques y humedales, entre otros, causa pérdidas anuales de por lo menos US$ 2,5 trillones en el mundo; y que los costos para proteger la biodiversidad y los ecosistemas son más bajos que el costo de dejar que ellos disminuyan. Así se demostró el valor económico de bosques, agua, suelo y corales (entre otros), como también el costo ocasionado por la pérdida de estos recursos. Uno de los principales logros del TEEB es que introduce metodologías de cálculo y una métrica para referencia internacional, con varias categorías de servicios ambientales, con capítulos distintos para cada uno de los diferentes sectores de la sociedad

(Diseñadores de políticas, sector de negocios, sociedad civil, gobiernos locales, etc.). Su objetivo general consiste en conocer el valor económico de lo que implica la pérdida de biodiversidad, como del retorno de inversiones por cuenta de la conservación de la biodiversidad.

El TEEB fue recibido oficialmente por los países, en el marco de la 10 COP de la Convención de Biodiversidad, realizada en octubre de 2010, en Nagoya, Japón. Hoy es la principal referencia internacional para subsidiar a los países que están estimando el valor de la Naturaleza y la adopción de políticas públicas de valoración del capital natural.

Este movimiento estructural, bajo los auspicios de las Naciones Unidas, es indicativo del proceso a través del cual, concretamente, se está promoviendo la incorporación del “capital natural”; concepto central en este momento de la acumulación. En el lanzamiento del TEEB, el líder del proyecto, Pavan Sukdev, expreso: “estamos viviendo del capital de la Tierra, precisamos aprender a vivir de las ganancias”.

El Banco Mundial lanzo, el primer semestre de 2012, el informe Inclusive Green Growth: The Pathway to Sustainable Development (Crecimiento verde inclusivo: El camino hacia un desarrollo sostenible). El documento es presentado como un “marco analítico que tiene en cuenta las limitaciones del sistema marino, terrestre y atmosférico en planes para el crecimiento económico necesarios para seguir reduciendo la pobreza”, que pretende “desmitificar la concepción de que el crecimiento verde es un lujo que la mayoría de los países no se puede dar”, y cuyos principales obstáculos serian “las barreras políticas, los comportamientos muy arraigados y la falta de instrumentos financieros adecuados”. El crecimiento “verde e inclusivo”, a la moda Banco Mundial, se presenta como un incentivo a los gobiernos para “cambiar su enfoque en materia de políticas de crecimiento para una mejor medición no solo de lo que se está produciendo, sino también lo que se está consumiendo y contaminando en el proceso”; así, incluye las externalidades en el cómputo general del cálculo económico. Para este fin, según el Banco, es menester “asignar valor a las tierras de cultivo, los minerales, los ríos, los océanos, los bosques y la biodiversidad, y otorgar derechos de propiedad”, lo que “brindara a los Gobiernos, a la industria y a las personas suficientes incentivos para gestionarlos de una manera eficiente, inclusiva y sostenible”[192].

Estamos ante una evaluación cuantitativa, ante una descripción, que se pretende de científica; en ese sentido, estamos ante propuestas operativas e instrumentales para solucionar el problema identificado: el cambio climático. Sin embargo, esta evaluación descriptiva y cuantitativa está muy lejos de comprender el problema. El problema no radica en la desmesura del impacto de la “falla del mercado”, en la falta de contabilización de los costos transferidos a la naturaleza, sino en una lógica cualitativa, inherente al sistema-mundo capitalista; esto es, la estrategia de acumulación basada en la destrucción de la naturaleza. Lo que hay que poner en cuestión es esta lógica abstracta, esta obsesión y compulsión por el dominio. Ninguna financiarización de políticas reductivas, menos agresivas con la naturaleza, podrá alcanzar los objetivos de un menor impacto en el cambio climático. Lo único que se podría lograr con estos procedimientos especulativos es prolongar el lapso de diferimiento de una crisis ecológica de gran alcance.

Camila Moreno continúa con su balance, que lo subtitula como La economía verde como narrativa unificadora del capital financiero; escribe:

El rasgo distintivo de la narrativa unificadora de la economía verde es la instauración del concepto de capital natural, que constituye hoy una demanda central del capital financiero y, en gran medida, la condición para la reproducción de este. Bajo el concepto estructurante de capital natural, activos antes invisibles en la economía tradicional, tal como los servicios ambientales (donde se incluyen carbono, biodiversidad, agua, y otros), son adecuados, medidos y valorados para su negociación en los mercados.

En un momento en el que la economía mundial es absolutamente dependiente y controlada por el capital financiero, y con el mismo capital financiero en crisis, la creación e introducción de nuevos activos en el mercado financiero, a través de la expansión de la financiación, es la principal estrategia de apalancamiento de la economía verde.

La naturalización del capital natural como una realidad económica –pero también social, cultural y política– conlleva un nuevo momento de acumulación primitiva, con el enclosure o aislamiento de estos activos ambientales, al crear exclusión (separar componentes indivisibles de la biodiversidad y de los ecosistemas) y al asegurar que lo que antes era un bien común, pueda ser transformado en propiedad privada.64. Pero, ¿cómo privatizar y poseer el aire?

Para eso, son necesarios mecanismos que vinculen los recursos naturales y los bienes comunes –en adelante llamados activos ambientales– a los mercados y a su lógica. Estos son cuantificados, monetizados y transformados en títulos o papeles verdes (como los créditos de carbono). Para que tengan un referente de su valor real, estos papeles verdes necesitan garantizar su seguridad jurídica; es decir, estos títulos deben representar nuevos derechos reales de propiedad privada. Así ya está ocurriendo, por ejemplo, con los “derechos al carbono” (carbon rights), que se expresan bajo nuevas formas de control (como las metodologías para “medir/cuantificar, reportar y verificar” las existencias de carbono) y se regula mediante contratos el acceso y el manejo en los territorios donde estos “activos” efectivamente están –por ejemplo, un bosque, bajo un contrato de pago servicios ambientales o de REDD+–. Para que esta clase de activos constituya capital natural, es necesario identificar los bienes y servicios ambientales –como se denominan bajo esta lógica el agua, la biodiversidad y el carbono, así como la belleza escénica, la polinización, etc. –, y el “valor” que tienen en el funcionamiento de los ecosistemas. Estas funciones ecológicas son clasificadas y divididas como “servicios”, según las categorías propuestas por el estudio TEEB, referido anteriormente: a) servicios de provisión, que incluye bienes ambientales, como agua, maderas, fibras; b) servicios de regulación, que incluye regulación del clima, de vectores de enfermedades, regulación del suelo, entre otros; c) servicios culturales y/o espirituales, que dependen de las percepciones colectivas de los humanos acerca de los ecosistemas y de sus componentes; y, d) servicios de sustento o soporte, que son procesos ecológicos que aseguran el funcionamiento adecuado de los ecosistemas; por ejemplo, la fotosíntesis. El valor económico global de la actividad de polinización de los insectos fue estimado por el Instituto Nacional de Investigación Agrícola (INNRA), de Francia, en 153 billones de euros anuales, lo que correspondería a 9,5% del PIB agrícola mundial para alimentación humana, relativo a los precios de los commodities agrícolas de 2005 (N. Gallai, J-M. Salles, 2008). El estudio cuantifico el impacto para los consumidores, en términos de la disminución de la producción y el aumento de los precios de los alimentos. Al mismo tiempo que este tipo de cálculo pretende reforzar los argumentos demostrativos del valor invisible de la biodiversidad (actividad de los insectos en la polinización y cuanto eso significa para la agricultura), una externalidad no contabilizada en el cálculo económico actual, lo hace traduciendo el valor en un precio, que (aun hipotéticamente) tiene como referencia un mercado, como la disposición de pagar para conservar este servicio que los insectos hacen “gratis”.

Los activos ambientales que conforman el capital natural, como el carbono, el agua y la biodiversidad, son como el lastre que garantizara este nuevo paso de acumulación, en el cual su incorporación en la contabilización de valor y riqueza de los países es un proceso ya en curso. Las experiencias locales y nacionales que desarrollan y amplían esta nueva frontera de la lógica de la mercancía, así como la perspectiva de constitución de un mercado global para estos “servicios”, ilustra en términos actuales a elasticidad y capacidad de acaparamiento y apropiación de las fuerzas productivas, que mueve la acumulación descrita por Rosa Luxemburgo[193].

Karl Marx decía que la tierra no tiene valor en sí, valor dinerario, que es el capitalismo, la contabilidad capitalista, la que le atribuye abstractamente un valor, desde la perspectiva de la valorización dineraria de la lógica del capital. Se refería a la renta. Ahora asistimos a la generalización de la valorización capitalista; a todos los lugares de la tierra el capitalismo les atribuye valor, hasta los rincones más recónditos adquieren esta medida aritmética. No se salva ningún organismo vivo, tampoco ninguna molécula. Aunque a ninguna partícula infinitesimal del estallido inicial, big bang, contenga inherentemente esta contabilidad abstracta de la valorización capitalista, el modo de producción capitalista les atribuye esta conmensuración cuantitativa. El discurso del capitalismo verde habla de capital natural; es decir, la naturaleza es un capital inicial, por así decirlo. Por lo tanto, se puede también concebir a la naturaleza como una empresa inicial. ¿Esta empresa es privada o pública? La violencia del modo de producción capitalista sobre la naturaleza no solamente acontece mediante las múltiples formas del modelo extractivista, sino también se trata de una violencia metafísica, recordando a Jacques Derrida, que comenta a Emmanuel Levinas, en un texto que se titula Violencia y metafísica[194]. La violencia metafísica consiste en reducir las dinámicas de los ciclos vitales a figuras elementales, susceptibles de cuantificación. El capitalismo verde, como toda la ciencia positiva de la modernidad, diseca las plurales formas de vida, para poderlas contar. Lo que está contando es las formas disecadas de la muerte, no las formas dinámicas de la vida. Se trata de otra manera de matar la vida, de imaginarla de esta manera, disecada, detenida, inmovilizada, para poder medir lo que esta contabilidad y aritmética elemental llama valor. Con esto creen los “ideólogos” del capitalismo verde que restituyen a la naturaleza lo que se le quita, creen que con estos procedimientos financieros se compensa la destrucción del planeta y los atentados sistemáticos contra los ciclos de la vida. Así como lo expresa elocuentemente Pavan Sukdev: “estamos viviendo del capital de la Tierra, precisamos aprender a vivir de las ganancias”.

Fuera de que se reduce la tierra a la representación del capital natural, habría que preguntarse ¿quiénes viven de ese capital? ¿Quiénes pueden aprender a vivir de las ganancias? Este procedimiento de financiarización verde resuelve el problema del cambio climático preservando las causas, buscando apaliar las consecuencias. No habrá otro método más tramposo, aunque sofisticado por la minuciosa cuantificación, que oculta la estructura del problema al momento de edulcorar la violencia sistemática del capitalismo contra la naturaleza. Por otra parte, a todo esto hay que añadirle, que también es un gran negocio. La ganancia no se detiene; la inversión financiera tiene réditos, además de propietarios virtuales de bienes de la naturaleza, de bosques, de territorios, de recortes geográficos y geológicos.

Camila Moreno hace el diagnóstico:

La ingeniería va en camino de que esta nueva “riqueza de las naciones”, los activos que conforman el capital natural, puedan ser pronto monetizados, registrados, transformados en títulos financieros y negociados en el mercado financiero. El cómo evaluar las existencias de carbono en términos monetarios y su incorporación en las cuentas nacionales es la tarea que desarrolla actualmente el System of Environmental and Economic Accounting (SEEA, Sistema de Contabilidad Económico Ambiental), de la División de Estadística de las Naciones Unidas y el adjusted net savings methods del Banco Mundial (Banco Mundial, 2006:123).

En el lanzamiento de la Declaración sobre el capital natural, uno de los puntos más destacados de Rio+20, fue “una declaración y llamado a la acción del sector financiero para trabajar hacia la integración de las consideraciones del capital natural en nuestros productos y servicios financieros en el siglo 21”, que incluye una Hoja de ruta para la industria financiera, para contabilizar la Naturaleza.66

Treinta y nueve bancos, inversionistas y aseguradoras, junto con más de 60 países y más de 90 corporaciones privadas, como Unilever, Puma y Dow Chemical, entre otras, hicieron un llamado colectivo para la contabilización y valoración del capital natural en la Rio+20. El Banco Mundial también ha ayudado a varios países a contabilizar su capital natural en los sistemas nacionales de cuentas, a través de dos mecanismos: a) una asociación mundial llamada Wealth Accounting and the Valuation of Ecosystem Services (WAVES o Contabilidad de la riqueza y valoración de servicios eco-sistémicos, en traducción libre);67 y, b) el intercambio de experiencias concretas a partir de su plataforma System of Environmental- Economic Accounting (SEEA, Sistema de contabilidad

económico-ambiental, en traducción libre), en la región latinoamericana. Con este apoyo, Costa Rica y Colombia ya están implementando la metodología de valoración de sus activos ambientales.

En esta tarea de asesorar a los países en la tarea de contabilizar el capital natural en sus cuentas nacionales, la representante del

Banco Mundial expreso que:

[…] el Capital natural es algo fundamental a lo que hacemos como Banco Mundial y al que queremos ser, […] trabajar con el capital natural es volver a nuestro negocio original (our core business). Después de la Segunda Guerra Mundial, en los años 50, fuimos de país en país ayudándolos a colocar sus cuentas nacionales en orden. Hoy, ayudar a los países a poner el capital natural en las cuentas nacionales y hacer de eso una realidad es central a la respuesta a las múltiples crisis, del cambio climático y a la volatilidad de los precios de los alimentos[195].

Después de este diagnóstico, de este estado del arte del discurso del capitalismo verde, Camila hace la conclusión del análisis:

Quisiéramos destacar que esta nueva narrativa hegemónica “verde” ha logrado gran eficacia, al alentar y legitimar el camino hacia una nueva base de acumulación, que reposa fundamentalmente en el concepto del capital natural y en el plan ambicioso de contabilizar, valorar e incorporar a los mercados –a través de la compra-venta de los servicios ambientales, como ya lo apuntan los mercados existentes de carbono, biodiversidad y, progresivamente, el del agua–, esto constituye todo un portafolio de bienes y servicios ambientales (incluidos los intangibles, culturales, etc.), así como las “infraestructuras naturales” (como ahora denominan a los ríos, suelos, bosques, etc.),69 que, hasta el momento, estuvieron “gratuitamente” provistos por la Naturaleza.

La economía verde, en este sentido, es una falsa solución, y es claro que no se presenta contraria a la continuidad de la actual economía marrón extractiva e intensiva en energía; sus mecanismos verdes son concebidos de tal forma que la creación de valor, bajo su lógica, es complementarían e interdependiente a la economía actual. Entonces, funciona como una forma de economía espejo: es justamente la escasez y contaminación de los recursos, generadas por la economía actual, lo que genera valor a los activos ambientales de la economía verde. Al final, ¿si el agua fuera abundante y limpia, quienes estarían dispuestos a pagar por ella, aunque sea caro? ¿Si el aire fuera limpio sano y sin contaminación, se podría vender los servicios de los bosques como productores de carbono?

Frente a la crítica que la sociedad civil construyo a lo largo de la última década, en la confrontación, resistencia y creación de alternativas a la globalización, al libre comercio, al neoliberalismo y al Consenso de Washington, es un enorme retroceso encontrarnos hoy frente a la cristalización de un nuevo consenso, un consenso verde. Bajo la nueva hegemonía verde, igual y reiteradamente, reaparece el discurso de que solamente tras los mecanismos económicos y la generalización de la racionalidad instrumental sobre decisiones vitales (en relación con el clima, el sistema alimentario, el agua, etc.), es posible lograr la transición necesaria que garantice la continuidad de la vida en el planeta. La Rio+20 fue un momento crucial en el proceso de cristalización de este nuevo consenso. No fue el evento en sí mismo, pero si una necesaria parada mediática: un momento de espectáculo visible, donde los medios de comunicación capturaron y publicitaron estos cambios como parte de una historia… de una trayectoria más larga. Los actores hegemónicos en este proceso están dando pasos concretos y estructurales para incorporar, de hecho, el capital natural a la realidad económica.

Considerando el contexto en donde la energía y los recursos son cada vez más escasos y disputados, con particularidades distintas en las ultimas décadas –como la de la importancia que adquirió la cuestión del cambio climático– tenemos la tarea de la deconstrucción de la versión verde de las mismas políticas estructurales de ajuste, reformas legales, flexibilización de derechos y asalto a los bienes comunes, de la misma manera que la confrontamos cuando se instauraron las políticas neoliberales.

En el contexto de la re-significación de las luchas y de la necesidad de enfrentar juntos a la crisis ambiental real, es urgente reflexionar en articulación con amplios sectores de la sociedad e, incluso, actores aliados. ¿Por qué este “verde”, no es tan verde como se presenta?, sin dejarnos caer en la trampa del reciclaje del discurso hegemónico sobre el desarrollo y el crecimiento. En esta ruta, la denuncia y la resistencia al salto hacia la financiación y captura del capital natural, es un reto de imperativa urgencia, así como en el horizonte de movilización y construcción de alianzas, está la construcción de una verdadera transición ecológica y energética, central e ineludible, como reto para superar el capitalismo.

Para hacer frente a esta tarea, está en nuestras manos la defensa y promoción intransigente de los bienes comunes y la construcción continua de formas comunales de gobernanza. Nos toca interpelar a nuestros Estados y gobiernos en términos de cómo están actuando para “comunalizar”, refrendar y asegurar los bienes comunes y las practicas alrededor de estos. Necesitamos asegurar que los bienes comunes sean como un antídoto, como una idea fuerza, que sustente una narrativa nuestra, capaz de vincular las practicas emancipadoras que existen, que resisten y que toman forma en el cotidiano, y que las afirmen como un modo de producción capaz de suplir las necesidades para el bienestar, pero, sobre todo, para el Buen Vivir, más allá del desarrollo[196].

Este análisis crítico, deconstructivo, del discurso del capitalismo verde, es minucioso en el desmontaje de los argumentos vertidos por los organismos internacionales y los “ideólogos” de este diagrama de poder financiero. Nos sitúa en el contexto mundial actual, recorrido por estos dispositivos de dominación correspondientes a la forma más abstracta del capitalismo, la relativa a la especulación financiera. Camila Moreno ha mostrado al detalle los métodos y procedimientos, los conceptos, las tesis, los cálculos, de este despliegue global “verde”, que funciona como mega-gigantesca red que busca atrapar al planeta como si fuera una corriente de peces y especies comerciales.

Puntualizando, se trata de una nueva narrativa del poder, no solamente legitimadora del modo de producción capitalista, sino, sobre todo, del modelo inherente, el extractivista colonial. También se trata de la mercantilización de todo ser y de todo ciclo vital; la extensión inaudita del mercado más allá de las mercancías, propiamente dichas. Abarcando las extensiones y los nichos de la vida, incluyendo sus lugares infinitesimales. Claro que no pueden imaginarse abarcar los espesores del tejido del espacio-tiempo de la plural y proliferante vida, pues su ciencia es plana, no puede, está imposibilitada, de pensar, concebir y moverse con soltura por esta textura curva.

Siguiendo con la puntualización, el capitalismo verde es una falsa solución o una solución tramposa. Es más de lo mismo; estamos ante un capitalismo multicolor, un capitalismo camaleón. Continua en la misma economía política, la de la bifurcación ente valor de uso y valor abstracto, apropiándose de la energía cristalizada en el valor de uso, representando esta apropiación, esta privatización del trabajo colectivo y del intelecto general, en la métrica aritmética de la valorización abstracta. Expande esta privatización a los bienes comunes, incluso más allá, sugiriendo capturar la energía dinámica de la vida, buscando apropiarse de los organismos y ciclos vitales, representando esta apropiación en la cuantificación de la contabilidad verde.

Por otra parte, el discurso del capitalismo verde es cínico, pretende vender los desechos que el mismo capitalismo ha provocado; agua contaminada, aire contaminado, tierra esterilizada. Las víctimas de las atrocidades del capitalismo tienen que escuchar estos comerciales; se persigue convencerlas de las bondades de este mercado bursátil de lo común, de lo que es accesible directamente, que forma parte de los ciclos de la vida. Es una nueva versión de la expropiación de lo común por parte de lo privado y de lo público, de estas empresas encargadas de engullir energía, engullir vida, transformándolas en productos despojados de vitalidad, transformándolas, ahora, con el capitalismo verde, en servicios ambientales.

La convocatoria de Camila Moreno es apasionante. Hay que volver a luchar como lo hicimos antes, contra las dominaciones multiformes del capitalismo cambiante en su propia historicidad. La potencia de la vida contra el bio-poder.

Geopolítica de captura de los ciclos vitales

Capitalismo camaleón

El capitalismo multicolor, camaleón es un ensayo que comenta el análisis crítico de Camila Moreno Las ropas verdes del rey. La economía verde: una nueva fuente de acumulación primitiva. El análisis crítico pasó por la revisión de Miriam Lang, Claudia López y Alejandra Santillana, quienes aportaron y comentaron el ensayo. En la versión publicada se tiene una redacción más prolija, hay ciertas modificaciones de orden de la exposición, además de incorporar algunas reflexiones y análisis sugerentes. Sin embargo, el ensayo, en su segunda versión, enriquecido, no ha cambiado sustancialmente. Las principales consideraciones, los enunciados ejes, las tesis críticas, tal como se expusieron en la primera versión, se mantienen. Ahora pasaremos a completar nuestro anterior comentario, tomando en cuenta los aportes de la segunda versión, que además ha sido publicado en el libro Alternativas al capitalismo del siglo XXI[197].

La historia del capitalismo verde, si se puede hablar de historia, cuando se trata, más bien de una historia reciente, nos remite, en su nacimiento, a la constatación por parte de los gobiernos centrales de los efectos nocivos y peligrosos de la acumulación de gases de efecto invernadero, los cuales contribuyeron a ocasionar el llamado cambio climático. Es el gobierno de Tony Blair quien invita a los países emergentes a la reunión del G 8, que se llevó a cabo en Escocia, en 2005. Se tuvo la expectativa de que la reunión contribuiría a formar un grupo más representativo, inyectando ímpetu renovado a la ronda de Doha sobre las negociaciones de comercio (OMC), y logre una mayor cooperación sobre el tema de cambio climático[198]. Como resultado del encuentro, los países del grupo G8+5 emitieron un comunicado conjunto, en el camino de construir “un nuevo paradigma para la cooperación internacional en el futuro”. En consecuencia, el G8+5, Climate Change Dialogue (Dialogo sobre el cambio climático), propuso la organización de una reunión en el año siguiente, en febrero de 2007, en Washington, Estados Unidos de Norteamérica. Allí, los países se comprometieron en un acuerdo no vinculante para cooperar con el cambio climático[199]. En este encuentro se elaboró el proyecto para una Green Economy Initiative (Iniciativa para la economía verde) de las Naciones Unidas, contando con el financiamiento de la Unión Europea, Alemania y Noruega. En este contexto de la iniciativa, emerge la propuesta para un Global Green New Deal (Nuevo acuerdo verde global), cuyo trabajo estuvo encabezado por el PNUMA y lanzado en medio de la crisis financiera de 2008[200].

Como se puede observar la economía verde es una propuesta de los países del norte, en colaboración de las potencias emergentes. No es una demanda del sud. Esta ubicación del nacimiento de la propuesta indica el lugar de donde se genera una geopolítica, que vamos a llamar de definición de los nuevos dominios del imperio, dominios que no se encuentran bajo el control de los dispositivos de poder del capital. Esto es, lo que llama el discurso del capitalismo verde los servicios ambientales. El capitalismo controla los recursos naturales, las reservas minerales e hidrocarburíferas, además de otros recursos, que se han convertido en estratégicos, como los recursos vinculados a otras fuentes de energía. Sin embargo, los dispositivos geopolíticos del capitalismo vigente saben que no controlan los cursos, los ciclos; por ejemplo, los cursos y ciclos del agua y del aire. Hay como una consciencia geopolítica de que el agua se ha convertido ya en un recurso estratégico, que debe caer bajo el control de los dispositivos económicos, políticos y normativos del capital. Se hace evidente entonces que las potencias del norte, en colaboración con las potencias emergentes, se proponen la captura de los cursos y ciclos vitales, incluyendo los ciclos de los suelos, sobre todo aptos para la agricultura. En este sentido, hay como una consciencia de que los alimentos, aunque no sean recursos naturales, tal como los entiende la economía, pues son sembrados y cultivados, se han convertido en bienes estratégicos. Nuestra hipótesis política es la siguiente: El imperio, el orden de poder mundial, se propone una nueva era de ocupación, captura y dominio sobre los cuerpos y sus ciclos vitales. Se trata de una nueva forma de conquista y colonización.

Se presenta este proyecto de poder bajo un barniz edulcorante, usando un discurso propositivo en términos de la financiarización de los servicios ambientales, discurso reconocido como del capitalismo verde. En realidad, hay como dos planos de esta geopolítica. Se puede observar que el discurso de la economía verde funciona como una máscara, oculta el proyecto geopolítico de neo-colonización, en las formas sofisticadas de los mecanismos financieros, acompañadas por el uso instrumental de las tecnologías de punta. Sin embargo, el discurso del capitalismo verde no es solamente máscara, es también un instrumento apropiado para iniciar el avance, la apropiación, de los bienes comunes, despojando a las sociedades, a las comunidades, a los pueblos, de sus recursos vitales. Estamos entonces a las puertas de una nueva conquista y colonización, de un nuevo despojamiento y desposesión, a escala planetaria, con características de ocupación sofisticada, combinando capturas virtuales y financieras, con posesiones y apropiaciones materiales.

Si este proyecto logra avanzar en sus primeras etapas, si logra agrupar y cohesionar al grupo de países comprometidos, en este núcleo de poder, en este núcleo estratégico, la inmensa mayoría de los pueblos se verán sometidos, indefensos, ante la violencia descomunal que se proyecta desatar.

Por lo tanto, la discusión no solamente radica en las trampas que encierra la economía verde, sino también en el proyecto geopolítico oculto, que es el eje principal de semejante operación a escala mundial. Las guerras policiales desatadas, como parte de la guerra infinita contra el terrorismo, a nombre de los derechos humanos, exaltando confrontaciones culturales, quizás sean como las primeras maniobras en el sentido de una ocupación global del planeta, por parte de las potencias que conforman el imperio.

Las resistencias y las luchas de los pueblos del mundo contra semejante proyecto geopolítico neo-colonial, si van a proyectarse, tienen que constituirse como bloque-histórico-político-cultural-plural, como una coordinación mundial de las resistencias y las defensas de la vida, cuanto antes. No se puede perder tiempo en diferencias secundarias, que pueden resolverse o no en consensos y en las discusiones; lo importante, lo imprescindible, es lograr la cohesión de los pueblos, que se encuentran efectivamente amenazados por el descomunal poder acumulado, la descomunal disponibilidad de fuerza, de los dispositivos de dominación controlados por la híper-burguesía que domina el mundo.

En este segundo comentario al ensayo de Camila Moreno, proponemos un desplazamiento del análisis, sin dejar, de ninguna manera, lo que se recogió en el primer comentario al ensayo, aquella deconstrucción del discurso del capitalismo verde, dicho con los propios términos de la autora. El desplazamiento analítico consiste en orientar la crítica al develamiento de esta geopolítica de captura y ocupación imperial de los ciclos vitales, a la geopolítica de conquista y neo-colonización, en los términos que permiten las tecnologías contemporáneas.

Ahora bien, como dijimos en otro texto[201], la geopolítica es un plan de dominación del espacio; no es una materialidad efectiva, no es que la dominación espacial acontezca, como por arte de magia, como realización de la geopolítica. La geopolítica enfrenta resistencia, luchas sociales, obstáculos materiales de los espesores territoriales, además de las dinámicas moleculares sociales alterativas. La geopolítica como plan de dominación espacial se enfrenta al espacio-tiempo efectivo, que sí está plasmado, se enfrenta a las geografías humanas, sociales, culturales.

Es más, las geopolíticas están vencidas de antemano por las geografías efectivas. No pueden con el acontecimiento geográfico-territorial-social. Tienen que buscar someter el espacio empleando la descarga inaudita de la violencia estatal, aplicada en dimensiones gigantescas. Lo que implica no solo un gran esfuerzo estatal, sino también exige su sostenimiento en el tiempo. Es posible, como ha ocurrido en la historia política de los estados, que se logre ocupar estratégicamente determinados lugares considerados nucleares, de acuerdo a la perspectiva geológica. Empero, esta ocupación no corrobora la dominación completa del espacio, tenido como materia y objeto de poder. La geopolítica es una de las herramientas más elaboradas de la planificación de la dominación; sin embargo, lo que expresa, de manera exagerada es la pretensión de la racionalidad instrumental, usada para efectos geopolíticos, de realizarse absolutamente. Esto no es más que una pretensión. Para ilustrar, diremos que se trata de una geopolítica que se oriente en el plano, mientras la geografía efectiva, social y cultural, se manifiesta y desenvuelve en espesores dinámicos. La geopolítica está lejos de comprender la complejidad.

El hecho de que todavía haya gente que sigue jugando a la geopolítica muestra la persistencia de un perfil psicológico, perfil paranoico del gran patriarca, del gran déspota, que se multiplica, distributivamente, en los equipos de burócratas y militares, que se consideran estrategas y estadistas. Esta gente, que sigue jugando a las guerras, es un resabio de otras épocas. Sin embargo, no dejan de ser peligrosos, pues empujan a desenlaces fatales. Que todavía aparezcan dirigiendo, gobernando, aconsejando, administrando, manejando fondos, sobre todo de los estados considerados potencias, las emergidas y las emergentes, ocurre porque los pueblos del mundo dejan que lo hagan. Cuando los pueblos del mundo se liberen del fetichismo del poder, del fetichismo institucional, del fetichismo de la mercancía, tendrán que terminar con estos juegos de guerra, con estos juegos de dominación.

La geopolítica que está detrás del capitalismo verde, la que hemos llamado geopolítica de captura de los ciclos vitales, forma parte de esta herencia de las estrategias de dominación. Que sus herramientas sean más sofisticadas no la sacan de este cuadro, ya de museo, de los arsenales de estrategias bélicas. Lo sorprendente de esta geopóltica son sus objetivos, que podemos resumirlos en dos: 1) Lograr, mediante la financiarización de los servicios ambientales, el “desarrollo” y el crecimiento económico, además de mantener o incrementar las tasas de ganancia; y 2) controlar y administrar los ciclos de la vida de una manera racional-instrumental.

Este optimismo positivista es patético. La naturaleza se convierte en la empresa inicial, además del capital natural; por lo tanto, se puede actuar administrativamente en esta empresa originaria y distribuir racionalmente la gestión de las inversiones, aprovechando el capital natural. La representación del mundo que tiene esta geopolítica es la de un mundo estructurado por la competencia y la concurrencia de capitales. Es el mundo cuantitativo de la aritmética de la acumulación de capital. Quizás en la historia de los saberes, sobre todo en la historia de los instrumentos de estos saberes, no haya habido tanta fe, tanto apego a la seguridad que brindan las herramientas de medición y el imaginario de poder que les acompaña. Estos sacerdotes positivistas tienen la gran desventaja de no contar con la incertidumbre que acompañaba a los monjes y sacerdotes antiguos, portadores de la verdad religiosa. Su mundo representado, es decir, el mundo reducido a la representación de la medida, es una figura geométrica vacía; solo sus bordes, sus planos, sus aristas, dan cuenta, como en una medusa, que algo existe. En todo caso esta figura está lejos de las geometrías no-euclidianas.

¿Controlar los ciclos vitales? Ciertamente manipulan genéticamente, han inventado semillas mulas, que no se reproducen de manera espontánea, aseguran que cuentan con semillas resistentes a plagas, a climas adversos. Todo esto no solo puede ser, sino que es, efectivamente, ocurre. Sin embargo, esto no es controlar los ciclos vitales. Pueden intervenir en estos ciclos, pueden terminar, incluso, de formar parte de los mismos; empero, no pueden jamás controlarlos. En primer lugar, las sociedades humanas, los dispositivos de poder, en contraste, con los dispositivos creativos de la potencia social, forman parte de los ciclos vitales. Estas ciencias operativas, esta racionalidad instrumental, estas tecnologías de punta, forman parte de los ciclos vitales. Los ciclos vitales se encuentran más acá y más allá de la mirada humana. Pueden comprender, mejorar la comprensión, elaborar teorías, cada vez más complejas, puede participar de mejor manera en los ciclos o, si se quiere, si no aprenden y apuestan a la destrucción, pueden participar afectando los ciclos vitales. Pero, no pueden controlar las complejas, múltiples, dinámicas, en distintos niveles, de los ciclos vitales, que se despliegan en los tejidos del espacio-tiempo. Esta pretensión es un delirio paranoico, la obsesión de convertirse en Dios, otra criatura humana.

Entonces, ¿qué hacen estos geopolíticos, estos financistas? ¿Cuál es el alcance de sus operaciones? La sobreproducción, la sobreacumulación, que repercute en la excesiva disponibilidad dineraria, que no saben cómo utilizarla, ni dónde invertirla rentablemente, los lleva a inventarse modos y maneras de circulación de capitales. La economía vede ya funciona como parte de los aparatos económicos capitalistas, como parte del conjunto de mecanismos que hacen al modo de producción capitalista y al sistema-mundo capitalista. Han logrado destinar parte del exceso de grasa hacia una circulación especulativa; especulación financiera que se representa en acciones como la compra de retención de carbono, acciones como capturar carbono, disminuir los gases de efecto invernadero; que se representa en la propósito de la captura financiera de bosques, de territorios, de cuencas; que se representa en el afán de la captura de actividades orgánicas como la polinización. Lo que han logrado estas operaciones financieras y geopolíticas es hacer circular el capital, que dice que responde a una buena asignación; sin embargo, las incongruencias, las contradicciones, del sistema-mundo capitalista se mantienen. Las causas de la contaminación, depredación, destrucción de ecosistemas, persisten. Lo de la buena asignación solo está en la cabeza de estos estrategas de las finanzas, de estos estrategas de las geopolíticas de la dominación.

[1] Ver de Jacques Derrida: De la gramatología. Siglo XXI. México.

[2] Ver de Gilles Deleuze y Félix Guattari Mil mesetas. Pre-textos. Valencia.

[3] Ver de Jacques Rancière El desacuerdo. Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires.

[4] Ver de Hugo Zemelman Merino Horizontes de la razón. Anthropos; Barcelona.

[5] Ver de Sebastián Sánchez González Un concepto del presente extendido. Un aporte de la historia del tiempo presente a las ciencias sociales. Universidad Académica de Humanismo Cristiano.

[6]Archivo:Hubble ultra deep field.jpg Fuente:

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[7] Fuentes: Materia Fuente: http://es.wikipedia.org/w/index.php?oldid=70436611 Contribuyentes: .Sergio, @IE, AFLastra, AVIADOR, Acratta, Airunp, AleCiencias, Aleator, Alefisico, Alhen, Alvaro qc, Amadís, Andreasmperu, Angus, Antonio Peinado, Antur, Antón Francho, Aportador, Atardecere, Baiji, Balderai, Barteik, Beto29, Biasoli, Bifus, BlackBeast, Boja, Camilo, CamiloCamargo, Camilocerda, Canonote, Chichornio, Christopher alberto, Cobalttempest, Comae, Cookie, Cordwainer, Dave6, David0811, Davidperdomoc, Davius, Defcon2, Dermot, Dianai, Diego Bethancourth, Diegusjaimes, Dincertis, Dorieo, Durero, Dyegox, Dánier, Edmenb, Egaida, Ejmeza, Eli22, Emijrp, Equi, Er Komandante, Erbrumar, Error de inicio de sesión, Euratom, FAR, Fcano, Fernando.om, Fito hg, Fmateos, Folkvanger, Foundling, FrancoGG, Gaeddal, Gaius iulius caesar, GermanX, Ggenellina, Greek, Gusama Romero, Gusgus, Gustronico, HUB, House, Huhsunqu, Humberto, Hvirguez, ILVI, Isha, Ivanics, JMCC1, Jaja123, Jarisleif, Javierito92, Jcaraballo, Jerowiki, Jjafjjaf, Jkbw, Jorge c2010, JoseManuel.Lopez.UEM, Josue arias silva, Jsanchezes, Juan.7437, JuanFelipe, Juanjo Bazan, Jugones55, Julen113, Juliabis, Jurock, Kender00, Kismalac, Kordas, Krysthyan, Kved, LP, Leonpolanco, LlamaAl, Loco085, Lordrekard, Luis Felipe Schenone, Luis david01234560, MILO, MONIMINO, MONIMINO 1, Mafores, Magazo, Magister Mathematicae, Maldoror, Maleiva, Mansoncc, Manuel Reyes, ManuelGR, Manwë, Marcelo2891, MarcoAurelio, Mario modesto, Matdrodes, Maveric149, Metrónomo, Misigon, Monik227, Moriel, Mortadelo2005, Muro de Aguas, Mushii, NaBUru38, NekroByte, Netito777, Nicolás Charango, Nicop, Nihilo, Nioger, Nixón, Nolemaikos, Nspiemonte, OMenda, Orgullomoore, Original, Originalpulsar, Oscar ., P. S. F. Freitas, P.o.l.o., Paintman, Palcianeda, Pan con queso, Paxbit, Pedro Jaureguiberry, Pedro Nonualco, Petronas, Phaidros, Platonides, Poco a poco, Ppfk, Prietoquilmes, Pólux, Queninosta, Qwertyytrewqqwerty, RASENGAN-13-1995, RODOLFO ANDRADE GARCIA, Retama, Roberto Fiadone, RoyFocker, SITOMON, SaIdLoL, Saloca, Santiperez, Sealight, Srruly, Taichi, Tano4595, Tirithel, Tomatejc, Tortillovsky, Txo, Ugly, Unaiaia, Valentin estevanez navarro, VanKleinen, Veritusss, Vicovision, Vitamine, Wilfredor, Y0rx, Yeza, ZeruGiran, a200042159132.rev.prima.com.ar, conversion script, Ángel Luis Alfaro, 1040 ediciones anónimas. Ver Wikipedia: Enciclopedia Libre.

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[10] Bibliografía: Robert M. Wald, (1984): General Relativity, Chicago University Press, ISBN 0-226-87033-2. Murgia, Michele Angelo (2009) (en francés). Qu’est-ce que le temps? (http:/ / www. inlibroveritas. net/ lire/

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[11] Fuente: Espacio-tiempo Fuente: http://es.wikipedia.org/w/index.php?oldid=74326462 Contribuyentes: .Jose, Alefisico, Allforrous, Antur, Anton Francho, Astroalicante, Baiji, Bryan Aldair Villalobos, Cheveri, Cyrax, DLeandroc, David0811, Davius, Diegusjaimes, Eduardosalg, FAL56, FedericoF, Fmercury1980, Francois11, Fravia, Fresita121011, Fvoncina, GMoyano, Gerardomarcos1492, Gustronico, Heavy, Helmy oved, Humberto, Igna, JMCC1, Jarisleif, Jkbw, Jomra, Jorge c2010, JuanManwell, Kismalac, Komputisto, LeCire, Magister Mathematicae, Matdrodes, Mercenario97, Miss Manzana, Montgomery, Muro de Aguas, Nioger, Nudereckoner, Obed Mesa, Oscar Ernst, Polux, Quijav, Rafa3040, Rigenea, Roberrpm, Robinson marte, Roblespepe, Rubpe19, Rαge, Sanbec, Surrell, Tano4595, Temandocorreo, Template namespace initialisation script, UA31, Vaycheg, Waka Waka, Zuliano31, 159 ediciones anónimas.

[12] Ver de Raúl Prada Alcoreza Dinámicas moleculares y devenir. Hacia una teoría de las sociedades alterativas. Dinámicas moleculares; La Paz 2013.

[13] Referencias: El Universo de Einstein, p. 76. Gran Enciclopedia del Mundo. Bilbao: Durvan, S.A. de Ediciones. B1.-1.021-1964. Ver Wikipedia: La Enciclopedia Libre.

[14] Ver de Raúl Prada Alcoreza Devenir y dinámicas moleculares. Apuntes para una teoría de la sociedad alterativa. Dinámicas moleculares; La Paz 2013.

[15] Ibídem.

[16] Ibídem.

[17] Ibídem.

[18] Revisar de Sebastián Sánchez Gonzáles El presente extendido. Ob. Cit.

[19] Ver de Renhart Koselleck Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos.

[20] Hablamos de Francis Fukuyama.

[21] Ver de Raúl Prada Alcoreza Más acá y más allá de la mirada humana. Dinámicas moleculares; La Paz 2013.

[22] Fuente: http://es.wikipedia.org/w/index.php?oldid=73727034 Contribuyentes: 3coma14, AVIADOR, Aleposta, Alex Escalante, Amadís, Andrés Amado Zuno Arce, Asharhamat, Camilo, Camima, Cipión, Cobalttempest, D1v4, Diegusjaimes, Eduardosalg, Fonsi80, Frei sein, Ganagabriel, GermanX, Grillitus, InesBlanco, Intuición, Ivan.Romero, J.M.Domingo, Jerowiki, Jjmaster, Jkbw, Joarsolo, Joniale, Jplauriente, Kokoo, Labinerie, Lld321, Luis Felipe Schenone, MONIMINO, Matdrodes, Nihilo, Ninovolador, Renly, Ricardogpn, SantiagoGala, Skr515, Tatvs, Volnig, Xabier, 62 ediciones anónimas. Ver Wikipedia: Eciclopedia Libre.

[23] Ver de Raúl Prada Alcoreza Acontecimiento político. Editorial Rincón; La Paz 2014. Dinámicas moleculares; la Paz 2014.

[24] Ibídem.

[25] Ibídem.

[26] Margarita López, Carlos Figueroa y Beatriz Rajland: Temas y procesos de la historia reciente de América Latina. CLACSO ; Santiago 2010.

[27] Margarita López, Carlos Figueroa y Beatriz Rajland; Ob. Cit.; pág. 70.

[28] Ensayo publicado en Dinámicas Moleculares; La Paz 2013.

[29] Doctora en Ciencia Política. Profesora-investigadora en la Universidad Autónoma Metropolitana (Xochimilco), México.

[30] Adolfo Gilly y Rhina Roux; publicado en Herramienta núm.38, Buenos Aires, junio 2008.

[31] Texto incluido por Enrique Arceo y Eduardo Basualdo (comps.), en Los condicionantes de la crisis en América Latina. Inserción internacional y modalidades de acumulación. CLACSO, Buenos Aires, 2009.

[32] Era 2005; México.

[33] Rhina Roux: Ob. Ct.

[34] Los estudios sobre la llamada “modernización” del capitalismo mexicano fueron abundantes en los años noventa. Véanse, entre otros, Adolfo Gilly, Nuestra caída en la modernidad, Joan Boldó i Climent, México, 1988; Arturo Anguiano (coord.), La modernización de México, UAM Xochimilco, México, 1990; Elvira Concheiro, El gran acuerdo. Gobierno y empresarios en la modernización salinista, Era/UNAM, México, 1996; Eugenia Correa, Crisis y desregulación financiera, Siglo XXI/UNAM, México, 1998.

[35] Rhin Roux: Ob. Cit.

[36] Rhin Roux: Ob. Cit.

[37] Pedro Olinto, et.al., Land Market Liberalization and the Access to Land by the Rural Poor: Panel Data Evidence of the Impact of the Mexican Ejido Reform, Basis Working Paper, World Bank, 2002; 2008 World Development Report: Agriculture for Development, World Bank, 2008. Véase también Laura Randall (ed.), Reformando la reforma agraria mexicana, UAM-Xochimilco, México, 1999.

[38] Para una reconstrucción analítica de la conformación de esta nueva oligarquía financiera véase Jorge Basave Kundhardt, Los grupos de capital financiero en México, 1974-1995, El Caballito/UNAM, México, 1996; Carlos Morera, El capital financiero en México y la globalización. Límites y contradicciones, Era/UNAM, México, 1998.

[39] Centro de Estudios de las Finanzas Públicas, Evolución del sector manufacturero en México, 1980-2003, Cámara de Diputados, México, 2004, p.43.

[40] Rhin Roux: Ob. Cit.

[41] Teresa Gutiérrez Haces, “La inversión extranjera directa en el TLCAN” en Economía UNAM no.3, UNAM, México, 2004, p.52.

[42] Véase, entre otros, Andrés Barreda, Voces del agua. Privatización o gestión colectiva: respuestas a la crisis capitalista del agua, Itaca, México, 2006; César Nava Escudero, “La privatización de las zonas costeras en México” en Estudios ambientales, UNAM, México, 2009, ps.165-206; Francisco López Bárcenas y Mayra Montserrat Eslava Galicia, El mineral o la vida. La legislación minera en México, Centro de Orientación y Asesoría a Pueblos Indígenas/Red IINPIM, A.C., México, 2011.

[43] Proyectos mineros operados por compañías de capital extranjero 2010, Secretaría de Economía, México, 2011.

[44] Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, Minería en México, Cámara de Diputados, México, 2011.

[45] Rhin Roux: Ob. Cit.

[46] Raquel Gutiérrez Agular: Épocas históricas y tradiciones de lucha en México. Consideraciones generales para dotarnos de un esquema que nos alumbre y vuelva inteligibles los flujos del antagonismo social. CEAM-Casa de Ondas; México. Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial CompartirIgual 2.5 México. Para ver una copia de esta licencia, visita http://creativecommons.org/licenses/by-nc sa/2.5/mx/ o envía una carta a Creative Commons, 444 Castro Street, Suite 900, Mountain View, California, 94041, USA.

[47] Ibídem.

[48] Raquel Gutiérrez: Ob. Cit.

[49] Ibídem.

[50] Politóloga de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla en México.

[51] Beatriz Calveiro: Institucionalidad y antiinstitucionalidad en las resistencias. El caso de México. En Temas y procesos de la historia reciente de América Latina. CLACSO; Santiago 2010.

[52] Ibídem.

[53] Ibídem.

[54] Ibídem.

[55] Ibídem.

[56] Departamento de Ciências Sociais da Universidade Estadual de Londrina/Brasil.

[57] Margarita López, Carlos Figueroa y Beatriz Rajland: Temas y procesos de la historia reciente de América Latina. CLACSO ; Santiago 2010.

[58] En este ensayo presentamos lo que corresponde al comentario a la exposición de Elsio Lenardão, en el libro citado; después, en otros ensayos, presentaremos lo que corresponde a los comentarios del libro de Raul Zibechi, del libro de Francisco de Oliverira y del ensayo de Camila Moreno.

[59] Raúl Zibechi: Brasil potencia. Entre la integración regional y un nuevo imperialismo. Ediciones Desde Abajo. Bogotá 2012.

[60] Francisco de Oliveira: El neo-atraso brasilero. Siglo XXI-CLACSO.

[61] Camila Moreno: Economía verde: En lugar de una solución, la nueva fuente de acumulación primitiva. En el libro Alternativas al capitalismo-colonialismo del siglo XXI. Grupo Permanente de Trabajo sobre Alternativas al Desarrollo. Fundación Rosa Luxemburgo. Quito 2013.

[62] Ver de Farias, Francisco Pereira: Clientelismo e democracia capitalista: elementos para uma abordagem alternativa, em Rev. Sociologia Política (Curitiba) Nº 15, novembro.

[63] Ver de Souza, Jessé: Uma interpretação alternativa do dilema brasileiro, em A modernização seletiva (Brasília: Ed. UNB); Democracia e personalismo para Roberto Da Matta: descobrindo nossos mistérios ou sistematizando nossos autoenganos?, em Souza, Jessé (org.); Democracia hoje: novos desafios para a teoria democrática contemporânea (Brasília: Ed. UNB); A construção social da sub-cidadania, em Textos Ciências Sociais (Londrina: Publicação do Deptº. de Ciências Sociais); A constituição da modernidade periférica, em

Souza, Jessé (org.) A construção social da subcidadania: para uma sociologia política da modernidade periférica (Belo Horizonte: Editora UFMG; Rio de Janeiro: IUPERJ); Modernização periférica e naturalização da desigualdade: o caso brasileiro, em Scalon, Celi (org); Imagens da desigualdade (Belo Horizonte: Ed. UFMG; Rio de Janeiro: IUPERJ/UCAM).

[64] Ver de Elsio Lenardão Algumas razões da permanência do clientelismo político no Brasil contemporâneo. Ob. Cit.; Pág. 274.

[65] Ver de Raúl Prada Alcoreza Cartografías histórico-políticas. Ediciones Rincón; La Paz 2014. Dinámicas moleculares; La Paz 2014. También revisar Descolonización y transición. Abya Yala; Quito 2014.

[66] Llama la atención que cuando se refieren a una nueva epistemología sólo se refieren al campo de las ciencias sociales, incluyendo a la ciencia histórica, no así, para nada, a las llamadas ciencias duras. ¿Cómo concebir una ruptura epistemológica si esta es ofertada sólo en una parcialidad del horizonte epistemológico, del complejo articulado de conocimientos, saberes, ciencias y técnicas? ¿Qué clase de nueva epistemología puede conformarse si esta responde a un desplazamiento parcial de todo el campo epistemológico, incluso, mejor dicho, de todo el bloque de espesores, que contienen los planos de intensidad epistemológicos, por así decirlo? Por otra parte, no se trata de decir enunciados o hacer interpretaciones distintas a los discursos eurocéntricos, incluso contrastantes y contradictorios. Si se dicen enunciados, si se efectúan interpretaciones, distintas, incluso contradictorias, desde los mismos procedimientos abstractos, desde la racionalidad abstracta, que se separa de las percepciones y las experiencias sociales, no se hace otra que pensar de la misma manera, aunque se pretenda descolonización, con este gesto. De lo que se trata es de crear, inventar, desatar, otros mundos. Lo que equivale a efectuar una crítica a la racionalidad abstracta, continuando la crítica de la razón instrumental de Theodor Adorno y Max Horkheimer. Replantear la relación con el mundo o con los mundos, no desde la representación, sino desde la emancipación de los cuerpos y la liberación de la potencia social.

[67] Concepto propuesto por Antonio Negri.

[68] Conceptos propuestos por Jacques Rancière.
[69] Ver de Jacques Rancière El desacuerdo. Política y filosofía. Ediciones Nueva Visión; Buenos Aires.

[70] Nos referimos a Ágnes Heller, más filósofa que socióloga, quien elabora una monumental obra sobre Sociología de la vida cotidiana. Ediciones Península; Barcelona 1977.

[71] Ver de Raúl Prada Alcoreza Acontecimiento político. Editorial Rincón; La Paz 2014. Dinámicas moleculares; La Paz 2014.

[72] Bibliografia: Azevedo, Aroldo (1971). O Brasil e suas regiões; São Paulo: Companhia Editora Nacional. Barman, Roderick J. (1999). Citizen Emperor: Pedro II and the Making of Brazil, 1825–1891. Stanford: Stanford University Press. Boxer, Charles R. (2002). O império marítimo português 1415–1825; São Paulo: Companhia das Letras. ISBN 8535902929. Bueno, Eduardo (2003). Brasil: uma História; São Paulo: Ática. ISBN 8508082134. Calmon, Pedro (2002). História da Civilização Brasileira; Brasília: Senado Federal. Caravalho, José Murilo de (2007). D. Pedro II; São Paulo: Companhia das Letras. Coelho, Marcos Amorim (1996). Geografia do Brasil; (4ª edición). São Paulo: Moderna. Diégues, Fernando (2004). A revolução brasílica; Rio de Janeiro: Objetiva. Enciclopédia Barsa. Volumen 4: Batráquio-Camarão, Filipe. Rio de Janeiro: Encyclopædia Britannica do Brasil. 1987. Fausto, Boris; Devoto, Fernando J. (2005). Brasil e Argentina: Um ensaio de história comparada (1850–2002); (2ª edición); São Paulo: Editoria 34. Gaspari, Elio (2002). A ditadura envergonhada; São Paulo: Companhia das Letras. Janotti, Aldo (1990). O Marquês de Paraná: inícios de uma carreira política num momento crítico da história da nacionalidade; Belo Horizonte: Itatiaia. Lyra, Heitor (1977). História de Dom Pedro II (1825–1891): Ascensão (1825–1870); 1. Belo Horizonte: Itatiaia. Lyra, Heitor (1977). História de Dom Pedro II (1825–1891): Declínio (1880–1891); 3. Belo Horizonte: Itatiaia. Lustosa, Isabel (2006). D. Pedro I: um herói sem nenhum caráter; São Paulo: Companhia das letras. Moreira, Igor A. G. (1981). O Espaço Geográfico, geografia geral e do Brasil; (18ª edición). São Paulo: Ática. Munro, Dana Gardner (1942). The Latin American Republics; A History; Nueva York: D. Appleton. Rodrigues, José H.; Seitenfus, Ricardo A.S.; Boechat, Lêda (1995). «Capítulo 15.5». Uma história diplomática do Brasil, 1531-1945; Civilização Brasileira. Schwarcz, Lilia Moritz (1998). As barbas do Imperador: D. Pedro II, um monarca nos trópicos; (2ª edición). São Paulo: Companhia das Letras. Skidmore, Thomas E. (2003). Uma História do Brasil; (4ª edición). São Paulo: Paz e Terra. Souza, Adriana Barreto de (2008). Duque de Caxias: o homem por trás do monumento; Rio de Janeiro: Civilização Brasileira. Vainfas, Ronaldo (2002). Dicionário do Brasil; Rio de Janeiro: Objetiva. Vesentini, José William (1988). Brasil, sociedade e espaço – Geografia do Brasil; (7ª edición). São Paulo: Ática. Vianna, Hélio (1994). História do Brasil período colonial, monarquia e república; (15ª edición); São Paulo: Melhoramentos. Ver Wikipedia: Enciclopedia Libre.

[73] Ibídem.

[74] Brasil Fuente: http://es.wikipedia.org/w/index.php?oldid=75007117 Contribuyentes: !R¡€, -Erick-, .Sergio, 1297, 1969, 209.88.104.xxx, 5truenos, 80-24-113-138.uc.nombres.ttd.es, A ver, Aalvarez12, Acocris, Addicted04, Adelius, Ademario neto, Aerotomate, Affeno, Affleck, Afrox, Ahmeto, Airunp, Airwolf, Akjalisco, Alakasam, Alberto Salguero, Ale9251@hotmai.com, Ale9251@hotmail.com, Alejandrocaro35, Alejogeovanny, Alelapenya, Aleposta, Alex Hewett, Alexcetera2, AlfaSimon, Alfredo Molina, Alfredobi, Alhen, Aliman5040, Alonso de Mendoza, Alpinu, Alstradiaan, Altovolta, Alvaro qc, Alvaroantonio123, Amadís, Amaia imaz gasalabaster, Amistad2008, Andreasmperu, Andres95vdp, Andresrosario, André Astete, André Martín Espinal Lavado, Andrés Cortina, AngRaf, Angus, AnselmiJuan, Antonio V. G., Antur, Aquintero, Arebenquez, Argentano87, Argentina11, Arjuno3, Armando-Martin, Arnaldo William, Asdrubol, AstroNomo, Atalanta86, Atensis, Augusto maguina, Aukicha, Axxgreazz, Açipni-Lovrij, B1mbo, Baiji, Balderai, Balles2601, Banfield, Barcex, Basquetteur, Bbmb, Beaire1, Bedwyr, Belb, Belgrano, Belonepedo, Bernard, BetoCG, Biasoli, Bibienina, Bigsus, BlackBeast, Blake24, Bras, Brasil1500, Brasileiro1500, BrasileiroBR, Brunomoraisss, Brutanza, Bucephala, BuenaGente,

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[75] Ver de Raúl Prada Alcoreza Cartografías histórico-políticas. Rincón Ediciones; La Paz 2014. Dinámicas moleculares; La Paz 2014. Esta descripción todavía guarda la interpretación de una tradición intelectual latinoamericana, la llamada izquierda nacional, cuya narrativa puede situarse en Abelardo Ramos, también en el trotskismo encarnado en Liborio Justo, así como en Adolfo Pelerman, padre de Juanito Pelerman. Adolfo Pelerman fue como un mentor de Sergio Almaráz Paz. Esta tradición, que interpela a lo que llama izquierda internacional, expresa un apego al imaginario del caudillo, del mito con-vocativo, simbolizado en el cuerpo del hombre-padre carismático. Es indispensable de-construir estos apegos carismáticos, de ninguna manera para retornar a la tesis bonapartista de la izquierda tradicional, sino para develar el dramatismo desgarrador de estos símbolos del poder, así como para evidenciar en su singularidad histórica los dos cuerpos del rey.

[76] Ver de Raúl Prada Alcoreza Acontecimiento político. Rincón Ediciones; La Paz 2014. Dinámicas moleculares 2014.

[77] Ruy Mauro Marini: La acumulación capitalista mundial y el subimperialismo. Cuadernos Políticos, No. 12, México, ERA, abril-junio, 1977.

[78] Mathias Seibel Luce: O subimperialismo brasileiro revisitado: a política de integraçâo regional do governo Lula (2003-2007), Porto Alegre, Universidad Federal de Rio Grande do Sul, 2007.

[79] Fabio Bueno y Raphael Seabra: El capitalismo brasileño en el siglo XXI: un ensayo de interpretación, 25 de mayo de 2010 en http://www.rosa-blindada.info/?p=351 (Consulta 21/10/2011).

[80] Pedro Henrique Pedreira Campos: O imperialismo brasileiro nos sécalos XX e XXI: uma discussão teórica, ponencia al XXI Conferencia Anual de la International Association for Critical Realism, Niteroi, Universidad Federal Fluminense, 23-25 julio, 2009.

[81] Virginia Fontes, O Brasil e o capital -imperialismo, Rio de Janeiro, EPSJV, UFRJ, 2010.

[82] Raúl Zibechi: Brasil potencia. Entre la integración regional y un nuevo imperialismo. Ediciones desde Abajo; Bogotá 2012; pág. 21.

[83] Ver de Ruy Mauro Marini América Latina, dependencia y globalización. CLACSO Ediciones; Buenos Aires 2008.

[84] Ibídem: Pág. 21.

[85] Ruy Mauro Marini: América Latina, dependencia y globalización. Ob. Cit.; págs. 25-26.

[86] Raúl Zibechi: Ob. Cit.; Págs. 22-23.

[87] Ruy Mauro Marini: Ob. Cit.; págs. 26-27.

[88] Ibídem: Pág. 27.

[89] Cita de Ruy Mauro Marini, del libro Subdesarrollo y revolución, cit., p. 76.

[90] Raúl Zibechi: Ob. Cit.; pág. 23.

[91] Ver de Immanuel Wallerstein El moderno sistema mundial. Tres tomos. Siglo XXI. 2011; México.

[92] Ver de Pierre Bourdieu Sur L’État. Cours au Collège de France 1989-1992. Seuil, Raisons d’agir. Paris 2012.

[93] Ver de Raúl Prada Alcoreza Acontecimento político. Ob. Cit.

[94] Ruy Mauro Marini: Ob. Cit.; págs. 60-61.

[95] Raúl Zibechi: Ob. Cit.; pág. 25.

[96] Ibídem: Págs. 25-30.

[97] Ibídem: Pág. 31.

[98] Ibídem: Pág. 34.

[99] Jorge Amado: Los subterráneos de la libertad. Volumen I-III. Los ásperos tiempos. Volumen I. Editorial Bruguera; Barcelona 1980.

[100] Ver de Raúl Prada Alcoreza Acontecimiento poético. Rebelión; Madrid 2013. Dinámicas moleculares; La Paz 2013.

[101] Referencia a Fenomenología de la percepción de Merleau Ponty. Ver de Merleau-Ponty Fenomenología de la percepción. Editorial Planeta; Buenos Aires 1993.

[102] Revista de la Academia Brasileira de Letras. Río de Janeiro. http://www.abl100anos.com.br.

[103] El golpe de estado de 1937 se dio anticipándose a las elecciones presidenciales de enero de 1938. En la coyuntura crítica, que arrastraba problemas irresueltos desde la rebelión de los oficiales, en la década de los veinte, el gobierno de turno denunció la existencia de un “plan comunista” para tomar el poder, conocido como Plan Cohen. La versión oficial del plan conspirativo incluía al capitán Olympio Mourão Filho, mostrando que la conspiración comprometía a parte del gobierno mismo. En esta situación vulnerable, en la que se llevaba a cabo el juicio de los participantes de la Intentona comunista (1935), situación crítica acompañada de estados de excepción, además de la neutralización efectiva de los adversarios, como el caso del interventor de Río Grande del Sur, Flores da Cunha, se aprovechó la excusa de la inestabilidad política y la acusación de la conspiración comunista para efectuar un golpe de Estado. El 10 de noviembre de 1937, Getúlio Vargas dio un golpe de cabeza instaurando el llamado Estado Novo; condición declarada de un Estado corporativo. El Estado Novo duró hasta el 29 de octubre de 1945. En esta gestión de gobierno Getúlio Vargas cerró el Congreso Nacional, promulgó una nueva Constitución. La Constitución del Estado Novo le otorgaba al presidente pleno control de los poderes del Estado, sobre todo del poder Legislativo y del poder Judicial. También se promulgó el decreto-ley que anulaba la existencia legal de todos los partidos políticos, incluyendo a su aliada en el golpe de Estado, la Acción Integralista Brasileña(AIB).

[104] Getúlio Dornelles Vargas nació en São Borja, el 19 de abril de 1882, falleció en Río de Janeiro, el 24 de agosto de 1954. Fue cuatro veces Presidente de la República de Brasil; en el quinquenio 1930–1934, durante el Gobierno Provisorio; durante el lapso de 1934–1937, en el gobierno constitucional; durante el periodo ampliado de 1937–1945, en el Estado Novo, en el gobierno de facto instaurado; en el corto lapso de 1951–1954, como presidente electo por voto directo. Esta última gestión de gobierno fue agitada, cuestionada por el “Manifiesto de los Coroneles”, por el polémico aumento del salario mínimo en 100%. En esta gestión de gobierno conformó PETROBRÁS y ELETROBRÁS. El 5 de agosto de 1954, un atentado mató al mayor de la aeronáutica, dejando herido al periodista Carlos Lacerda; este atentado desencadenó una crisis política; en estas extrañas circunstancias Getúlio Vargas se suicidio el 24 de aquel mes fatídico. Se suicidó de un tiro al corazón, dentro de su cuarto en el Palacio de Catete, en la ciudad de Río de Janeiro, capital del Estado-nación federal. La trayectoria del caudillo, de Getúlio Vargas, expresa dramáticamente las contradicciones que atravesaban a la formación social-territorial brasilera. El mito del caudillo es reconfigurado como herencia política; tanto el Partido Democrático Trabalhista (PDT) y el Partido Trabalhista Brasileiro (PTB) reivindican esta herencia.

[105] Hay que tener en cuenta el referente del levantamiento comunista del 27 de noviembre de 1935, movimiento ocurrido en las ciudades de Natal, Recife y Río de Janeiro.

[106] Revisar de Raúl Prada Alcoreza Cartografías histórico-políticas. Rincón ediciones; La Paz 2014. Dinámicas moleculares; La Paz 2014.

[107] Ver Mitológicas de Claude Levi-Straus; tomos I-IV. Siglo XXI; México 1976.

[108] Título de la tercera novela de Los subterráneos de la libertad.

[109] Ver Los dos cuerpos del rey. Un estudio de teología política medieval. De Ernst H. Kantorowicz. Akal; Madrid.

[110] Ver de Paul Ricoeur Tiempo y narración; tomos I-III. Siglo XXI; México 1996. Sobre todo el tomo III, El tiempo narrado.

[111] Paul Ricoeur: El tiempo narrado; pág. 889.

[112] Ver de Raul Prada Alcoreza Acontecimento Brasil. Rebelión; Madrid 2014. Dinámicas moleculares; La Paz 2014.

[113] Ver de Hans-Georg Gadamer Verdad y método; tomos I y II. Ediciones Sígueme; Salamanca 1992.

[114] Ver de Gilles Deleuze La imagen-movimiento. Estudios sobre cine 1. Paidós; Barcelona 1984. Págs. 52-53.

[115] Ibídem: Págs. 56-57.

[116] Ibídem: Pág. 57.

[117] Paúl Ricoeur: Tiempo y narración. Configuración del tiempo en el relato histórico. Siglo XXI; México 1995. Pág. 113.

[118] Revisar de Raúl Prada Alcoreza Acontecimiento poético. Dinámicas moleculares; La Paz 2014. Rebelión; Madrid 2014.

[119] Ibídem: Págs. 115-116.

[120] Ibídem: Pág. 116.

[121] Ibídem: Págs. 116-117.

[122] Ibídem: Págs. 117-118.

[123] Ibídem: Pág. 118.

[124] Ibídem: Pág. 118.

[125] Ibídem: Pág. 119.

[126] Ibídem: pág. 119.

[127] Ver de Ernst Cassirer Filosofía de las formas jurídicas. Fondo de Cultura Económica; México.

[128] Paul Ricoeur: Ob. Cit.; Pág. 120.

[129] Ibídem: Pág. 122.

[130] Ibídem: Págs. 123-125.

[131] Ibídem: Pág. 129.

[132] Ibídem: Pág. 129.

[133] Ibídem: Pág. 131.

[134] Ibídem: Pág. 132.

[135] Ibídem: Pág. 132.

[136] Ibídem: Pág. 134.

[137] Ibídem: Pág. 134.

[138] Ibídem: Págs. 135-136.

[139] Ibídem: Pág. 137.

[140] Ibídem: Págs. 138-139.

[141] Ibídem: Pág. 140.

[142] Revisar de Raul Prada Alcoreza Pensar es devenir. Pensar es Devenir. De Kant a Foucault. Punto Cero. Universidad Nuestra Señora de La Paz; La Paz 1999. Dinámicas moleculares; La paz 2013.

[143] Ver de Jean-Françoise Lyotard La diferencia. Gedisa Editorial; Barcelona 1991. También del mismo autor El entusiasmo. Gedisa Editorial; Barcelona 1991.

[144] Raul Zibechi: Brasil potencia. Entre la integración regional y un nuevo imperialismo. Ediciones desde Abajo; Bogotá 2012.

[145] Francisco de Oliveira: El neo-atraso brasileño. Los procesos de modernización conservadora, de Getulio Vargas a Lula. Siglo XXI-CLACSO. Buenos Aires 2009; pág. 160.

[146] Raúl Zibechi: Ob. Cit.; págs. 36-36.

[147] Ibídem: Pág. 38.

[148] Ibídem: Pág. 39.

[149] La nota de pie de página aclara el sentido de esta calificación: Pelego, en referencia a la piel de cordero, se asimila a “carnero”, rompehuelgas o amarillo en el lenguaje del Río de la Plata. En Brasil el término “pelego” se comenzó a popularizar durante el gobierno de Getúlio Vargas, en la década de 1930. Imitando la Carta del Trabajo, de Benito Mussolini, Vargas decretó a Ley de Sindicalización en 1931, sometiendo los estatutos sindicales al Ministerio de Trabajo. Pelego se llamaba al líder sindical de confianza del gobierno y con vínculos con el Estado. Bajo la dictadura militar instalada en 1964, pelego pasó a ser el sindicalista apoyado por los militares. Ibídem; Pág. 39.

[150] Ibídem: Pág. 40.

[151] Tesis de Antonio Negri y de Michael Hardt. Ver Imperio. Paidós; Buenos aires.

[152] Ibídem: Pág. 41.

[153] Ibídem: Págs. 41-42.

[154] Ibídem: Págs. 43-44.

[155] Ibídem: Págs. 44-45.

[156] Ibídem: Pág. 46.

[157] Ibídem: Págs. 46-47.

[158] Raul Zibechi: Ob. Cit.; pág. 59.

[159] Ibídem: Págs. 59-60.

[160] Raúl Zibechi; Ob. Cit.; pag. 61.

[161] Maria Chaves Jardim, Domesticaçâo e/ou Moralizaçâo do Capitalismo no Governo Lula: Inclusâo Social Via Mercado e Via Fundos de Pensâo, Dados, Rio de Janeiro, No. 1 , 2009, p. 123.

[162] Ibíd., p. 152.

[163] Francisco de Oliveira, Crítica a razâo dualista. O ornitorrinco, cit., pp. 147-148.

[164] Raúl Zibechi: Ob. Cit.; pág. 62.

[165] Francisco de Oliveira, O momento Lenin, Novos Estudos, No. 75, Sâo Paulo, Cebrap, pp. 40-41, julio 2006.

[166] Raúl Zibechi: Ob. Cit.; pág. 63.

[167] Joâo Bernardo y Luciano Pereira, Capitalismo sindical, Sâo Paulo, Xamá, 2008, p. 13.

[168] Raúl Zibechi: Ob. Cit.; pág. 64.

[169] Raúl Zibechi: Ob. Cit.; pág. 65.

[170] Francisco de Oliveira: El neo-atraso brasileño. Los procesos de modernización conservadora, de Getúlio Vargas a Lula. Siglo XXI-CLACSO; Buenos Aires 2009.

[171] Francisco de Oliveira: Este trabalho se inscreve ao lado de outros surgidos recentemente, que buscam renovar a discussão sobre a economia brasileira; neste sentido, o trabalho de Maria da Conceição Tavares e José Serra, Más allá del estancamiento: una discusión sobre el estilo del desarrollo reciente de Brasil retoma um estilo e um método de interpretação que estiveram ausentes da literatura econômica latino-americana durante muito tempo, sepultados sob a avalanche cepalina, e inscreve-se como um marco e um roteiro para novas indagações. Convém assinalar que, por todos os lados, o pensamento sócio-econômico latinoamericano dá mostras de insatisfação e de ruptura com o estilo cepalino de análise, procurando recapturar o entendimento da problemática latinoamericana mediante a utilização de um arsenal teórico e metodológico que esteve encoberto por uma espécie de “respeito humano” que deu largas à utilização do arsenal marginalista e keynesiano, estes conferindo honorabilidade e reconhecimento científico junto ao “establishment” técnico e acadêmico. Assim boa parte da intelectualidade latinoamericananas últimas décadas dilacerou-se nas pontas do dilema: enquanto denunciavam as miseráveis condições de ida da grande parte da população latinoamericana, seus esquemas teóricos e analíticos prendiam-nos às discussões em torno da relação produto-capital, propensão para poupar ou investir, eficiência marginal do capital, economias de escala, tamanho do mercado, levando-os, sem se darem conta, a construir o estranho mundo da dualidade e a desembocarem, a contra-gosto, na ideologia do circulo vicioso da pobreza. A dualidade reconciliava o suposto rigor científico das análises com a consciência moral, levando a proposições reformistas.

A bem da verdade, devese reconhecer que o fenômeno assinalado foi muito mais freqüente e mais intenso entre economistas que entre outros cientistas sociais: sociólogos, cientistas políticos e também filósofos conseguiram escapar, ainda que parcialmente, à tentação dualista, mantendo, como eixos centrais da interpretação, categorias como “sistema econômico”, “modo de produção”, “classes sociais”, “exploração”, “dominação”. Mas ainda assim o prestígio dos economistas penetrou largamente as outras ciências sociais, que se tornaram quase caudatárias: “sociedade moderna”-“sociedade tradicional”, por exemplo, é um binômio que, deitando raízes no modelo dualista, conduziu boa parte dos esforços na Sociologia e na Ciência Política a uma espécie de “beco sem saída” rostowiano. A economia brasileira:critica a razão dualista. file:///C:/Users/RAUL%20PRADA/Documents/Brasil/a_economia_brasileira.pdf; págs. 2-4.

[172] A Revolução de 1930 marca o fim de um ciclo e o início de outro na economia brasileira: o fim da hegemonia agrário-exportadora e o início da predominância da estrutura produtiva de base urbano-industrial. Ainda que essa predominância não se concretize em termos da participação da indústria na renda interna senão em 1956, quando pela primeira vez a renda do setor industrial superará a da agricultura, o processo mediante o qual a posição hegemônica se concretizaria é crucial: a nova correlação de forças sociais, a reformulação do aparelho e da ação estatal, a regulamentação dos fatores, entre os quais o trabalho ou o preço do trabalho, têm o significado, de um lado, de destruição das regras do jogo segundo as quais a economia se inclinava para as atividades agrárioexportadoras e, de outro, de criação das condições institucionais para a expansão das atividades ligadas ao mercado interno. Trata-se, em suma, de introduzir um novo modo de acumulação, qualitativa e quantitativamente distinto, que dependerá substantivamente de uma realização parcial interna crescente. A destruição das regras do Jogo da economia agrário-exportadora significava penalizar o custo e a rentabilidade dos fatores que eram tradicionalmente alocados para a produção com destino externo, seja confiscando lucros parciais (o caso do café, por exemplo), seja aumentando o custo relativo do dinheiro emprestado a agricultura (bastando simplesmente que o custo do dinheiro emprestado à indústria fosse mais baixo).

[173] Francisco de Oliveira: O “subdesenvolvimento” pareceria a forma própria de ser das economias pré-industriais penetradas pelo capitalismo, em “trânsito”, portanto, para formas mais avançadas e sedimentadas deste; sem embargo, uma tal postulação esquece que o “subdesenvolvimento” é precisamente uma “produção” da expansão do capitalismo. Em raríssimos casos — dos quais os mais conspícuos são México e Peru — trata-se da penetração de modos de produção anteriores, de caráter “asiático”, pelo capitalismo; na grande maioria dos casos, as economias pré-industriais da América Latina foram criadas pela expansão do capitalismo mundial, como uma reserva de acumulação primitiva do sistema global; em resumo, o “subdesenvolvimento” é uma formação capitalista e não simplesmente histórica. Ao enfatizar o aspecto da dependência — a conhecida relação centro-periferia — os teóricos do “modo de produção subdesenvolvido” quase deixaram de tratar os aspectos internos das estruturas de dominação que conformam as estruturas de acumulação próprias de países como o Brasil: toda a questão do desenvolvimento foi vista sob o ângulo das relações externas, e o problema transformou-se assim em uma oposição entre nações, passando despercebido o fato de que, antes de oposição entre nações, o desenvolvimento ou o crescimento é um problema que diz respeito à oposição entre classes sociais internas. O conjunto da teorização sobre o “modo de produção subdesenvolvido” continua a não responder quem tem a predominância: se são as leis internas de articulação que geram o “todo” ou se são as leis de ligação com o resto do sistema que comandam a estrutura de relações. Penetrado de ambigüidade, o “sub- desenvolvimento” pareceria ser um sistema que se move entre sua capacidade de produzir um excedente que é apropriado parcialmente pelo exterior e sua incapacidade de absorver internamente de modo produtivo a outra parte do excedente que gera. Ob. Cit.; Págs. 5-6.

[174] Francisco de Oliveira: O outro termo da equação urbano-industrial são os chamados “serviços”, um conjunto heterogêneo de atividades, cuja única homogeneidade consiste na característica de não produzirem bens materiais. O papel e a função dos serviços numa economia não têm sido matéria muito atraente para os economistas, a julgar pela literatura existente. A obra clássica de Colin Clark, The conditions of economic progress, sentou as bases do modelo empírico de desagregação do conjunto das atividades econômicas nos três setores, Primário, Secundário e Terciário. Anali- ticamente, o modelo de Clark tem servido de paradigma para a observação das participações dos três setores no produto interno bruto, tomando-se a elevação relativa do produto Secundário (industrial) e do produto Terciário (dos serviços) como sinal de diversificação e desenvolvimento econômico. Sem embargo, também tem sido usado o modelo de Clark num sentido equivocado, qual seja o de confundir as relações formais entre os três setores com suas relações estruturais, isto é, com o papel que cada um desempenha no conjunto da economia e com o papel interdependente que jogam entre si. O modelo de Clark é, repita-se, empírico-formal; ele assinala apenas as formas da divisão social do trabalho e sua aparição seqüencial.

Quando se o utiliza para descrever uma formação econômico-social concreta ou um modo de produção, necessário se faz indagar das relações estruturais entre os setores e do papel que cada um cumpre na estaria representado em termos de participação no produto e no emprego, num “quantum” desproporcional. Em outras palavras, segundo os teóricos do subdesenvolvimento, o setor Terciário tem participações nos agregados referidos que ainda não deveria ter: é “inchado”. Uma das características, assim, do “modo de produção subdesenvolvido” é ter um Terciário “inchado”, que consome excedente e comparece como um peso morto na formação do produto. Deve-se convir que um certo mecanicismo de inspiração marxista também contribuiu para essa formulação: os serviços, nessa vertente teórica, de um modo geral, são “improdutivos”, nada agregando de valor ao produto social. Essa interpretação distingue os serviços de transporte” e comunicações, por exemplo, dos de intermediação: os primeiros ainda seriam produtivos, enquanto os segundos, não. Conviria perguntar se a produção de serviços de intermediação ou de publicidade, por exemplo, não representam, também, trabalho socialmente necessário para a reprodução das condições do sistema capitalista, entre as quais a dimensão da dominação se coloca como das mais importantes: dificilmente se poderia contestar que não; ela faz parte, inclusive, da reprodução da mercadoria que distingue o capitalismo de outros modos de produção: da mercadoria trabalho. Ibídem: Págs. 22-24.

[175] Se encuentra como primer ensayo en El neo-atraso brasileño. Ob.Cit.

[176] Ver Cartografías histórico-políticas. Ediciones Rincón; La Paz 2014. Dinámicas moleculares; La Paz 2013.

[177] Francisco de Oliveira: El neo-atraso brasileño. Ob.Cit.; págs. 77-79.

[178] Ver de Raúl Zibechi Brasil potencia. Ediciones desde Abajo; Bogotá 2012.

[179] Ibídem: págs. 114-115.

[180] Ibídem: pág. 129.

[181] Francisco de Oliveira: El neo-atraso brasilero. Siglo XXI-CLACSO. Buenos Aires 2009.

[182] El ensayo se encuentra en el libro El neo-atraso Brasilero, junto a La crítica de la razón dualista. Ob. Cit.

[183] Francisco de Oliveira: El neo-atraso brasileño. Los procesos de modernización conservadora, de Getúlio Vargas a Lula. Siglo XXI, CLACSO, 2009. Buenos Aires. Pág. 144.

[184] Ibídem: Pág. 148.

[185] Ver de Raúl Prada Alcoreza Cartografías histórico-políticas. Dinámicas moleculares; La Paz 2013.

[186] Rosa Luxemburgo: Acumulación del Capital, Capitulo XXVI La reproducción del capital y su medio ambiente. http://grupgerminal.org/?q=system/files/LA+ACUMULACI%C3%93N+DEL+CAPITAL.pdf.

[187] Camila Moreno: Las ropas verdes del rey. La economía verde: una nueva fuente de acumulación primitiva. En Alternativas al capitalismo del siglo XXI. Fundación Rosa Luxemburgo/Abya Yala. Quito-Ecuador2013.

[188] Ibídem: Págs. 63-64.

[189] Ibídem: Págs. 81-82.

[190] Ibídem: Pág. 85.

[191] Ibídem: Págs. 85-86.

[192] Camila Moreno: Ob. Cit.; págs. 86-89.

[193] Camila Moreno: Ob. Cit.; págs. 90-92.

[194] Revisar de Jacques Derrida Violencia y metafísica; en La escritura y la diferencia. Anthropos; Barcelona 1989.

[195] Camila Moreno: Ob. Cit.; págs. 90-94.

[196] Camila Moreno: Ob. Cit. Págs. 95-97.

[197] Alternativas al capitalismo del siglo XXI. Fundación Rosa Luxemburgo. Quito 2013. http://www.rosalux.org.ec/attachments/article/727/Alternativas%20al%20capitalismoimprenta.pdf

[198] Ibídem: Pág. 71.

[199] Ibídem: Pág. 71.

[200] Ibídem: Pág. 71.

[201] Ver de Raúl Prada Alcoreza Acontecimentos Brasil. Rebelión; Madrid 2014. Dinámicas moleculares; La Paz 2014.