12 de octubre de 2018
Página12
Resistencias
Estamos unidas
En Alemania, 500 mujeres de todos los continentes respondieron al llamado de las kurdas para poner en común acciones rebeldes que se tejen en cada territorio y para conocer de cerca el proceso revolucionario de las convocantes que llevan en el cuerpo ese horizonte posible de una transformación entramada con los muchos hilos y colores que se tensan en el mundo
Desde Frankfurt
Hablar de revolución entre más de 500 mujeres de todos los continentes, tiene un poder emancipatorio estremecedor. Sobre todo porque quienes encendieron el fuego con la convocatoria fueron las mujeres kurdas. La Conferencia Internacional de Mujeres “Revolución en construcción” organizada por la “Red de Mujeres Tejiendo el Futuro” se realizó el 6 y 7 de octubre en Frankfurt. En la primera sesión, Miriam Miranda, líder de Ofraneh (Organización Fraternal Negra de Honduras) planteó la necesidad de la descolonización y de pensar cómo enfrentar la crisis civilizatoria y los paradigmas del capitalismo extractivista como “desarrollo”, en nombre del cual se mata, principalmente a las mujeres. “Soy del país de Berta Cáceres”, recordó, y se sintió vibrar la memoria rebelde. El rostro de Berta acompañó el encuentro desde las paredes, así como los de Marielle Franco, Sakine Cansiz, Alina Sánchez, y muchas mujeres que nos animan a ser enérgicas en las luchas contra los regímenes basados en la violencia.
Por videos llegaron las voces de Copinh (Honduras), desde Argentina las palabras de Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, desde las montañas el mensaje de la vocera del Movimiento de Mujeres de Kurdistán Bese Erzincan. En mesas y talleres, activistas académicas como Sylvia Marcos (México), Rita Segato (Argentina-Brasil), Nazän Üstundag (Turquía), entre otras, compartieron reflexiones con activistas de los derechos de las mujeres y de los derechos humanos de Filipinas, India, Afganistán, EE.UU., Europa, con militantes kurdas en distintos países, y con activistas feministas de diversos rincones del mundo.
El encuentro no transcurrió solamente en las mesas de debate, sino también en los abrazos, el mirarse a los ojos, bailar juntas, en los relatos de lo que cada quién, cada grupo hace para cambiar al mundo sin disimular lo que falta, lo que todavía está abierto como pregunta. En Frankfurt se tejieron ideas, proyectos, memoria. Radha D’Souza, activista de India, dijo en su intervención: “Tejer requiere hilos ¿cuál es el material con el que queremos tejer? ¿lana, algodón, yute o productos químicos? Esta pregunta está relacionada con la naturaleza. Luego viene la tarea real de tejer. Unir la trama requiere trabajo humano, relación humana ¿Qué tipo de trabajo? ¿familiar, esclavo, en talleres, trabajo comunitario? Las preguntas sobre el trabajo son preguntas sobre las relaciones entre nosotras, entre personas, comunidades y naciones. El tejido debe relacionar el tipo de diseño, los colores que queremos expresar. Las marcas culturales son parte del tejido social, pero ahora el tejido está siendo hecho por las multinacionales, son telas sintéticas. El colonialismo y el capitalismo han organizado las tramas sociales de diferentes formas en los diferentes países. Para tejer en conjunto debemos reconocer que hay muchos caminos para llegar a la libertad. Tenemos que hablar de qué tipos de colores, qué tipos de diseño queremos agregar a un nuevo tejido social”.
El encuentro tuvo como base las muchas batallas que se realizan cotidianamente contra el patriarcado, el capitalismo, el fascismo, el colonialismo, el racismo. Y en particular, tuvo la fuerza de las ideas que nacen y que inspiran a la revolución de las mujeres kurdas. Una revolución que es política, social, cultural, y que ha aprendido las distintas dimensiones de la autodefensa. Varias veces se recordó a aquellas que en estos momentos están combatiendo por la libertad, en las montañas de Kurdistán, o en la clandestinidad que les impusieron gobiernos como la dictadura de Erdogan en Turquía. “A ellas les debemos esta posibilidad de seguir pensando las revoluciones”.
Rojava es el nombre más conocido de la revolución que se está construyendo. Pero también hay otros territorios y cuerpos liberados. Las kurdas hablaron de Jineolojy, la “ciencia de las mujeres”, que va realizándose en una íntima relación teorico práctica. Haskar Kirmizigul, habló de la ruptura filosófica con el sistema patriarcal. Recordó a Abdullah Öcallan (líder del movimiento de liberación kurdo, presidente del Partido de los Trabajadores de Kurdistán, PKK) quien afirmó que “la liberación de las mujeres es más importante que la liberación nacional”. Nosotras creemos que “sin la liberación de las mujeres el país no puede ser libertad”. Mirando los cambios ya producidos en las mujeres por la revolución en construcción, subrayó: “Antes las madres conservadoras preparaban a sus hijas para el matrimonio, pero ahora las mujeres kurdas aprenden de sus hijas, en Rojava, por ejemplo, cómo usar un arma. Antes las mujeres no estaban asociadas con la palabra valentía o poder. Ahora encarnan estas palabras”.
Hay una verdadera guerra contra las mujeres, se constató. Feminicidios, violencia sexual, tráfico, esclavización, prisiones, ejecuciones. Khawla al Issa Alhamoud relató lo sufrido cuando la ciudad de Raqqa fue tomada por los grupos fundamentalistas de ISIS: “Soy una de las pocas mujeres de mi familia que pude sobrevivir a los ataques del ISIS. Sufrimos muchos ataques, pero nos liberamos y decidí que quería colaborar en el proceso de liberación de las mujeres, porque no somos objetos despreciables como nos decían. Ahora soy parte del Consejo de Mujeres de Raqqa, y damos formación para concientizarnos. Antes no podíamos salir de la casa. Trabajamos con las mujeres organizando el Confederalismo Democrático, para crear una sociedad ecológica, basada en la liberación de las mujeres”.
La revolución feminista se revitaliza cuando se abraza a revoluciones verdaderas, profundas, que saben nutrir los cambios en la vida cotidiana con la perspectiva de un nuevo poder. Se trata de una revolución política, cultural, ética y estética. Había mucha belleza en el ambiente. “La palabra belleza está asociada con la libertad de una sociedad”, nos dijo Haskar Kirmizigul. Había belleza en la organización del encuentro, en la disposición de las familias kurdas que abrieron las puertas para recibirnos, lejos de la lógica oenegeísta. Fue una propuesta coherente con la crítica al consumismo, al individualismo, y a los núcleos culturales privatizantes del ideario neoliberal.
Los temas que quedaron abiertos son desafiantes. Cómo superar las lógicas estadocéntricas de los movimientos revolucionarios. Qué aportes puede dar la experiencia kurda del Confederalismo Democrático a los proyectos de poder popular. Cómo se pasa de las proclamas de acciones comunes de las mujeres del mundo, a la creación de una plataforma articulada –tejida hilo a hilo– que nos permita compartir proyectos, luchas, ideas y sentires.
El tejido se expandió a los cinco continentes. La emoción en la despedida, nos envolvió como un gran abrazo. Hay palabras que quedan suspendidas en el aire, y que algún día encontraremos. Pero otras se plantaron en nuestro corazón como un latido rebelde que grita, Jin Jiyan Azadi. Mujer, vida, libertad.