La paz de la Mama Kiwe en libertad, de la mujer sin amarras ni silencios
Vilma Almendra Quiguanás 31.May.14 Construcción desde abajo
Capítulo del libro “Palabras para tejernos, resistir y transformar en la época que estamos viviendo”
La paz de la Mama Kiwe1 en libertad, de la mujer sin amarras ni silencios
Vilma Almendra Quiguanás
“Cuenten con nosotros para la Paz… Nunca para la Guerra”,
les ratificamos desde el pueblo indígena Nasa del suroccidente
colombiano, en el departamento del Cauca, a todos los actores
armados en conflicto que desde hace varias décadas nos
asesinan y desplazan de nuestro territorio. Pensando en la paz
y en el cese al conflicto armado que buscamos, quiero retomar
las voces y sentires de compañeras y compañeros que viven
a la merced de todos los bandos. De quienes sobreviven a
una ocupación militar territorial que lo único que les trae a
diario es el terror de una guerra prolongada para que el poder
nacional y trasnacional acumule riquezas. De quienes sufrimos
las consecuencias de las leyes de despojo que el Congreso
colombiano amañado a las élites económicas, hace y deshace
para privilegiar a los ya privilegiados, mientras el pueblo es
empobrecido, asesinado, desterrado, despojado, criminalizado,
estigmatizado y señalado por reclamar sus derechos. De todas
y todos los que protegemos y tejemos las conciencias, las
palabras y las acciones con las de otras y otros, dentro y fuera
de procesos, para seguir caminando con las comunidades y no
dejarnos permear por la propaganda de todo nivel que usan
los “poderosos” para cooptarnos, comprarnos, dividirnos y
deslegitimarnos las resistencias y las alternativas de vida.
Quisiera empezar este relato hilvanando algunas de tantas
historias de sufrimiento y de resistencia que hemos vivido desde
siglos atrás y que en la actualidad se repiten. Aunque no son
los mismos autores materiales que nos someten y destrozan,
sí son las mismas estrategias de terror para aminorar nuestras
1 Mama Kiwe: Madre Tierra en Nasayuwe, lengua ancestral del pueblo Nasa.
145palabras para tejernos, resistir y transformar
luchas y propuestas políticas, y sí son los mismos autores
intelectuales los que siguen vigentes: el modelo económico de
muerte y sus beneficiaros. A lo mejor hilvanar sea innecesario,
porque nuestras historias, experiencias, vivencias y prácticas
cotidianas de tristezas y alegrías que alimentan y defienden
nuestros Planes de Vida2, son ya tejidos de vida que se fortalecen
entre sí, con otras y otros, para seguir siendo desde el territorio.
Es difícil decidir qué o cuál vivencia contar, porque no sólo
la mayoría de indígenas, sino también campesinos, negros y
sectores sociales populares del país, hemos sido víctimas del
modelo económico de muerte: ya no tenemos el ranchito donde
vivíamos dignamente y en comunidad. Estamos desplazados
en las grandes ciudades pidiendo limosnas. Nos falta por
lo menos un familiar, un amigo, un vecino, un compañero,
porque fue asesinado por alguno de los actores armados o
porque se entregó al amplio mundo de las drogas para escapar
de esa “realidad”. No podemos caminar con tranquilidad y
armonía en nuestro propio territorio. No podemos sembrar
comida para nosotros porque las tierras están invadidas de
monocultivos. No podemos disfrutar de los bienes comunes
porque están privatizados por transnacionales. Nos señalan
de terroristas si exigimos nuestros derechos y denunciamos
la muerte. Vivimos en una terrible zozobra, esperando “el día
que nos toque”, como ya les ha tocado a muchos conocidos
y desconocidos. Aún así, con todo lo que nos empuja a la
muerte, seguimos resistiendo. Proponiendo y aportando a
nuestras organizaciones, procesos y comunidades en medio
de contradicciones, y nos plantamos en nuestra terquedad de
seguir siendo y en la necesidad vital de equilibrar y armonizar
la vida toda con la Madre Tierra, antes de que esta termine de
desangrarse bajo los impactos de la tortura económica, social y
2 Almendra (2009). Palabra y Acción para la movilización. Ver en: http://
foros.uexternado.edu.co/ecoinstitucional/index.php/comciu/article/viewFi-
le/1839/1645
146la paz de la mama kiwe en libertad
política con la que siguen explotándola.
Paso entonces a contar algunos de tantos crímenes de lesa
humanidad perpetrados por los escuadrones de la muerte
agrupados en las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC),
más conocidos como “los paramilitares”, no sólo desde lo
que todas y todos ya conocemos en todo el continente,
sino referenciando la confesión de uno de los comandantes
extraditados a los EE.UU. Por otro lado, narro algunos hechos
también violentos que la guerrilla de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC), ejecutó en nuestro
norte del Cauca. La mayoría de testimonios son desde las
comunidades indígenas Nasa quienes, además, nos cuentan
cómo vienen resistiendo y creando alternativas de vida y
qué significa para ellos el cese al conflicto armado y la paz.
Finalmente, también les comparto algunas reflexiones y voces
de otros sectores sociales y populares que expresan cómo
sueñan la paz con dignidad en Colombia.
Actores y acciones terroristas al servicio del despojo
Recordemos el descuartizamiento de Tupac Amaru en el
siglo XVIII cometido por ejércitos españoles, para someter
las rebeliones indígenas que él lideró contra el virreinato que
los esclavizaba y los masacraba, a fin de seguir explotando
las “riquezas” naturales. No sólo despedazaron el cuerpo de
este indígena, sino que expusieron su cabeza atravesada por
una lanza para que en Cuzco, todas y todos los rebeldes se
aterrorizaran y desistieran del reclamo de sus derechos. Con
esta muestra de “poder” los españoles buscaban garantizar
esclavos obedientes y sumisos. Cosa igual hicieron más
tarde Chiquita, Dole, Del Monte y quién sabe cuántas
corporaciones transnacionales más, para acabar con los
sindicatos bananeros. Lo cual confesó Ever Veloza, alias HH,
jefe paramilitar extraditado a EE.UU junto con otros más,
147palabras para tejernos, resistir y transformar
precisamente cuando empezaron a confesar verdades que
ponían en descubierto a los beneficiarios finales de la guerra
en Colombia. Estos personajes fueron extraditados para ser
juzgados sólo por narcotráfico y concierto para delinquir; pero
no por todos los crímenes de lesa humanidad que cometieron
en el país. En las versiones “libres” que se realizaron bajo la
Ley de Justicia y Paz, que proclama sin sustento garantizar
Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición de crímenes
de lesa humanidad a las millones de víctimas en Colombia,
HH declaró que tanto empresarios como políticos y militares
fueron quienes los apoyaron. Que cuando ellos llegaban a una
región era porque ya habían hecho acuerdos y tenían, además,
apoyo económico. Que el objetivo no sólo era acabar con la
insurgencia armada, porque a lo largo de esta guerra fueron
masacradas miles de personas inocentes, sino liberar los
territorios para las inversiones de las élites económicas. Que
las empresas bananeras estaban en quiebra por los largos paros
de los sindicatos. Entonces tenían que actuar para mover esa
economía3. Los paramilitares en Colombia siguen cometiendo
crímenes de lesa humanidad, ahora bajo el nombre de Bandas
Criminales (Bacrim). Este es el nombre con el que se les
conoce a partir del gobierno de Uribe, porque supuestamente
la desmovilización de los grupos paramilitares fue un éxito y
ya no existen en el país. Estos grupos nominalmente ilegales,
aunque sean respaldados por el gobierno y coordinen y actúen
con el ejército colombiano, cometieron más de 3500 masacres
en todo el territorio nacional, dejando un número desconocido
de huérfanas/os, viudas/os, desplazadas/os y muertas/os en vida
que posiblemente perdonen, aunque no olviden, semejantes
vejámenes cometidos contra la vida toda.
Basta recordar las masacres de El Salado en Bolívar y del Naya
en el Cauca, donde se dice que cegaron cerca de 100 vidas;
3 Lozano y Morris (2010). Ver Documental Impunity.
148la paz de la mama kiwe en libertad
si bien aún no existe una cifra concreta de las asesinadas/os,
decapitadas/os, degolladas/os, violadas/os, descuartizadas/os,
pues también hicieron y deshicieron con vivas/os y muertas/os.
Tal vez fueron las masacres más llenas de sevicia, de terror y de
odio, sumadas a cualquier cantidad de torturas, desapariciones
y asesinatos selectivos en las regiones que luego se convirtieron
en territorios de monocultivos y de industrias extractivas.
Los paramilitares y la fuerza pública históricamente sembraron
terror en Colombia con todos sus métodos infames de tortura.
Testigos cuentan que además tenían hornos crematorios para
desaparecer los cadáveres, cuando ya no era rentable para sus
estructuras dejar evidencia de tanta muerte. HH también
confesó que los comandantes de la fuerza pública solicitaban
deshacerse de los cadáveres, para evitar el aumento del índice
de violencia que se registraba en sus regiones. El accionar
paramilitar lo sufrimos en carne propia casi en todo el país,
pero con mayor dureza en las regiones geoestratégicas de
interés económico de las transnacionales. Entonces donde ya
se había identificado abundancia de oro, petróleo, coltan, litio,
gas, carbón, agua y otros bienes comunes, fue donde mayor
muerte y desplazamiento de instaló, pues en varias regiones,
y en particular, el Cauca aún nos persigue el terror, la guerra
y el miedo que se confronta con nuestros planes de vida, con
nuestra esperanza y terquedad en la defensa del territorio.
Recuerdo en 1991 la Masacre del Nilo en el resguardo de
Huellas Caloto, donde asesinaron a machete, hacha y bala a 20
comuneras/os Nasa que reclamaban su derecho a la tierra. No
puedo olvidar la gigantesca “limpieza social” que se ejecutaba
día a día en cientos de municipios, por ejemplo: en Santander de
Quilichao entre el 2001 y el 2003 y entre el 2008 y este mismo
año. Se publicaban listados en las calles y en el cementerio con
los nombres de hombres y mujeres a asesinar. Asesinaron y
desaparecieron a centenares de personas. Recuerdo a vecinas
y a compañeras buscando a sus familiares; muchas de ellas
149palabras para tejernos, resistir y transformar
se arriesgaban a ir hasta donde estaban los comandantes
paramilitares para preguntar por sus hijos. En esa época me
contó un amigo que su madre acompañó a su vecina a Lomitas
en Santander de Quilichao, para preguntar por su hijo. El
comandante las atendió, les dijo que no tenía idea quien era su
hijo, pero que si lo habían ejecutado era por guerrillero, o por
ladrón o drogadicto, o que debía algo. Entonces las mandó a
buscarlo a un lugar donde había un enorme hueco atravesado
por una gran cuerda donde estaban amarrados los cadáveres
más recientes. Fue una escena tenebrosa la que vivieron
estas dos mujeres y hasta el sol de hoy no han encontrado
al joven desaparecido. No me olvido tampoco del miedo que
sentían compañeras y compañeros cuando bajaban de las
montañas a hacer mercado a este municipio, pues muchos
se quedaban haciendo compras de por muerte -porque sería
falso decir “de por vida”; es decir, nunca regresaban a su hogar.
Los paramilitares decían que todos eran guerrilleros, que la
comida que compraban no era para ellos y que eran sapos de
la guerrilla. Así perdieron la vida varios cientos. Lo paradójico
era que algunas/os de los que regresaban a su resguardo sanos
y salvos eran acusados de ser informantes del ejército y, por
ende, de los paramilitares; por lo cual eran “ajusticiados” por
las FARC en las montañas.
Nosotros sabemos, entendemos y compartimos históricamente
la necesidad de formar ejércitos del pueblo para defender a los
desposeídos. Fue una de las formas de resistir y de evitar el
robo de nuestro territorio a manos de grandes latifundistas,
así evitamos algunos abusos de los terratenientes. “Cuando
iniciamos las recuperaciones de tierra en el Cauca, no las
hicimos solos como indígenas, nos unimos con los campesinos
y otros sectores empobrecidos. Hasta los actores armados nos
ayudaron en ese camino; eso fue entre el 60 y el 70”, afirma
con nostalgia, Jaime Díaz, dirigente del reguardo de Tacueyó
en Toribío, porque desde hace varias décadas las FARC ya
150la paz de la mama kiwe en libertad
no son el ejército del pueblo. Aunque así se autodenominen,
lo que vivimos, vemos y sufrimos en nuestro territorio nos
ratifica que no nos representan, que la fuerza que ejercen
con sus armas recrudece también la violencia, nos desplaza
e intenta acallar nuestra voz y la fuerza de nuestras ideas.
Claro que nuestras resistencias no son estáticas, pues aunque
en décadas atrás nos apoyaron y hasta nosotros tuvimos el
Quintín Lame, como brazo armado de nuestro movimiento,
sabemos que ahora ni ética y estratégicamente la lucha armada
es conveniente. No podemos defendernos del enemigo
matándolo si proclamamos defender la vida toda. Es terrible
el deterioro que en las últimas décadas ha sufrido la propuesta
política que lideraban las FARC en nombre de las colombianas
y colombianos. Obviamente entendemos que el vil golpe que
le dieron a sus estructuras y figuras políticas - con cerca de
4000 asesinatos de miembros de la Unión Patriótica-, que sí
le apostaban a los verdaderos cambios en el país por la vía
civil, tienen que ver con lo que hoy no reconocemos en las
FARC. Pero no entendemos cómo en el ámbito de nuestros
territorios, también nos causan el mismo dolor y despojo que
rechazan del modelo económico de muerte.
En Colombia, y en particular en el norte del Cauca, las FARC
no sólo nos han asesinado a nuestros líderes, sino que también
han intentado infiltrar nuestras organizaciones para someternos
a su control. Ellos, al igual que los otros actores armados,
también viven del narcotráfico; también amenazan, asesinan
e intimidan a nuestras autoridades indígenas y a comuneras
y comuneros. No voy a hacer un listado de nuestras muertas/
os a manos de milicianos de las FARC, pero si quiero contar
de dos asesinatos cometidos en un mismo lugar de nuestro
territorio, que en lo personal me dejaron impresionada, por lo
parecido de estos hechos a las prácticas de los escuadrones de
la muerte.
Mi familia y yo llegamos a vivir a Santander de Quilichao
151palabras para tejernos, resistir y transformar
desde finales de los 80. Nos tocó salir del resguardo de
Jambaló porque mi mamá, en uno de sus sueños, descubrió
a los asesinos de toda la familia de uno de sus compadres.
Llegamos al barrio Belén a vivir en un rancho de barro que mi
abuelo había construido. Allí conocimos tanto a personas que
nos miraban con desprecio por ser indígenas, como a quienes
nos tendieron la mano, porque habían salido de sus resguardos
durante la época de la violencia (50s - 60s) y se habían logrado
instalar en ese barrio. Allí crecimos con otras niñas y niños
con quienes entablamos complicidades desde la pobreza.
Recuerdo a uno de los amiguitos de mi hermano Cristian, le
decíamos Care Luna. Era el más juicioso de la cuadra, pues
le gustaba estudiar, ayudaba y acompañaba a su mamá; él era
quien nos hacía morir de risa, era mimado y bien miedoso,
era amable con las vecinas, respetuoso y bastante amiguero. Se
metía con la gente que conocía, no tenía grandes problemas,
excepto cuando corría por toda la cuadra sosteniendo sus
pantalones, para que su mamá no lo alcanzara con la correa
para castigarlo por prestar la moto o dejarla botada por irse
a tomar algunas cervezas con sus amigos. Care Luna ya había
terminado el colegio y entonces le dió por andar de baile en
baile, aprovechando la moto que su mamá le había conseguido
para “hacer domicilios” -uno de los trabajos informales más
extendidos después de la venta de minutos de celular. A
mediados de 2009 a Care Luna le dio el arrebato de irse con un
amigo que también hacía domicilios a las ferias de El Tierrero,
una vereda del resguardo de Huellas Caloto. Cuentan que no
regresó más a su casa.
Su mamá, desesperada, decidió ir a hablar con uno de los
comandantes de las FARC que opera en esa zona, porque le
habían dicho que a su hijo se lo habían llevado unos milicianos.
Dicen que ella se fue acompañada de su hijo mayor y logró que
la atendieran en ese campamento. Que allá le mostraron un
video donde habían grabado el interrogatorio a su hijo y a otros
152la paz de la mama kiwe en libertad
más: lo vio con las manos amarradas en la espalda diciendo
que no era informante de nadie, que solo “hacía domicilios”,
que vivía en el barrio Belén y que por favor no lo mataran.
Tan sólo tres días después, la vecina pudo darle sepultura a su
hijo menor. No me olvidaré nunca de la gran tristeza que mi
hermano Cristian sintió en ese momento: “Él no merecía la
muerte, ¿por qué si era tan sano? Mejor me hubieran matado a
mí que no sirvo para nada y que solo les traigo problemas”. Me
repetía mi hermanito por teléfono, sin imaginar que un año
más tarde las famosas bandas criminales le cegarían la vida en
una de las esquinas del barrio, porque varios años después de
instalarnos en Belén, sin oportunidades y sin mucho por hacer,
él había caído en el oscuro mundo de las drogas, de donde
nunca logró salir. Aunque ahora, después de casi un año de
duelo, siento que él se liberó y desde donde está nos acompaña
y protege.
En ese mismo sitio, un año después milicianos de las FARC
torturaron y asesinaron a una joven indígena acusada de ser
colaboradora del ejército. No es ni será el último asesinato,
porque siguen creciendo las víctimas de las bacrim, de la
fuerza pública y también de las FARC, en todo el territorio y
en particular en este lugar:
Zuleima Coicué, indígena Nasa, nativa de la vereda El Damián
del Resguardo de Tacueyó, era madre soltera y tenía 21 años.
Estudió hasta 5o de primaria. Trabajaba con su papá en una
tienda donde se rebuscaba lo necesario para poder sostener a
Juan David, su hijo de 4 años.
Sus amigos y allegados la recuerdan como una muchacha
alegre, trabajadora y hogareña, no acostumbraba mucho a
salir de su casa. Sin embargo el sábado 10 de julio de 2010,
durante las fiestas de El Tierrero, tenía muchas ganas de ir
a bailar. Le pidió a su primo que fueran, pero ni él ni su
papá querían que saliera, no porque temieran algo sino porque
tampoco acostumbraban a salir a las festividades. Fueron a la
153palabras para tejernos, resistir y transformar
feria instalada al pie de la carretera que se extendió hasta el
amanecer. Hacia las cuatro de la mañana, su primo le dijo
que regresaran a la casa, ella le sugirió que esperaran a que
aclare un poco el día, él se quedó esperándola afuera, pero ya
no volvió a verla. Al principio, y ante la demora, él dedujo que
ella habría regresado con alguien más por lo que decidió salir
solo. Hasta el medio día se enteraron de que no sólo nunca
regresó a la casa, sino que además, estaba en Caloto, muerta,
con señales de tortura y de violación.4
Algunos de los pocos que hablaron, a pesar del temor a ser
asesinados, contaron que a Zuleima la sacaron arrastrada de la
fiesta, que la llevaron como a un kilómetro de distancia. Ahí,
en un potrero todos la violaron y luego la ultimaron a tiros,
para después dejarla tendida a la orilla de la carretera. Otros
decían que cuando la encontraron le faltaba un seno, nadie
habla de este horror. Solo se sabe que fue “ajusticiada” por los
milicianos, quiénes al igual que los otros actores armados se
creen dueños de la vida y por eso la arrebatan cómo les parece
y cuándo se les viene en gana. La vía que de El Palo conduce
al resguardo de Toribío y a El Tierrero, en los últimos años
se ha convertido en una de las vías más sangrientas del norte
del Cauca. Allí semanalmente se recoge un sinnúmero de
cadáveres, varios que la comunidad logra reconocer y enterrar,
y otros tantos que no se logran identificar y van a parar a la
morgue de Caloto, Corinto o Santander de Quilichao.
La guerra beneficia el extractivismo de bienes comunes
Sumado a esto se presentan continuos enfrentamientos entre
todos los actores armados para desplazar a los pueblos, pues
como dice el compañero Héctor Mondragón, “en Colombia
4 Tejido de Comunicación ACIN (2010), Exhumar la memoria. Ver en:
http://www.nasaacin.org/editoriales-y-boletin-tejido-de-comunicacion/96-
editorial-del-boletin-informativo-semanal/783-tejido-de-comunicacion-acin
154la paz de la mama kiwe en libertad
no hay desplazamiento porque hay guerra. En Colombia
hay guerra para que haya desplazamiento”. Eso es evidente
y se hace cada día más claro en nuestros territorios, porque
todas las acciones violentas, incluidas las de quienes se hacen
llamar “Ejército del pueblo”, sólo benefician a los amigos de
la codicia. Por ejemplo, la toma guerrillera perpetrada contra
Toribío el pasado 9 de julio de 2011 fue una acción demencial
de las FARC, no sólo por las vidas que cegó y las familias
que afectó psicológica y económicamente; sino también por
su insistencia en atacar con sevicia el corazón de la resistencia
pacífica en Colombia. Porque aunque insistan en declarar lo
contrario, el ataque sí fue contra el pueblo, contra los civiles,
contra los indígenas, contra la dignidad y la resistencia que
se teje desde el norte del Cauca. “Nos sorprende que siempre
que atacan dicen que es contra la fuerza pública, pero las
casas destruidas son las nuestras. En el último ataque fuerte
a Jambaló la mayoría del casco urbano nos desplazamos a
los sitios de asamblea permanente –escuelas señaladas con
banderas blancas- para dejarlos que pelearan entre ellos, y
no pasó nada”, reclama un comunero de Toribío. Toda acción
violenta de la insurgencia armada contra los pueblos, provoca
más guerra y le sirve como pretexto al régimen, para consolidar
nuestros territorios como teatros de operaciones militares.
La Asociación de Cabildos Indígenas del norte del Cauca
(ACIN), en su reciente documento resultado de la Audiencia
Pública después del ataque a Toribío, ratifica que “(…) ambos
bandos comparten la misma estrategia, disparan, hacen
estallar explosivos o bombardean indiscriminadamente, con
la supuesta certeza de que los civiles muertos o heridos, por
estar cerca de sus enemigos, también son blancos legítimos”5.
5 ACIN (2011). Pronunciamiento de la Audiencia Pública de Toribío.
Ver en: http://www.nasaacin.org/component/content/article/1-ultimas-
noticias/2389-terminar-la-guerra-defender-la-autonomia-reconstruir-los-
bienes-civiles-y-construir-la-paz
155palabras para tejernos, resistir y transformar
Es claro que ningún actor armado nos protege, ambos nos
utilizan como carne de cañón, mientras aseguran defendernos.
Y lo peor de todo no es sólo que los civiles somos los que más
perdemos en este conflicto, sino quiénes se benefician con esto.
La consecuencia del ataque del 9 de julio fue la instalación
acelerada del Batallón de Alta Montaña con miles de soldados
en Tacueyó. Batallón que con seguridad será conocido, como
la mayoría de los que están en el país, por sus constantes
violaciones a las mujeres, por el robo de alimentos y animales a
las comunidades, por la intimidación y abuso de poder con sus
fusiles, y tal como hacen todos los actores armados: “usando
nuestras casas como trincheras, porque tanto el ejército como
la guerrilla se protegen con nuestras casas”, testimonia Walter
Noscué, gobernador del resguardo de Toribío.
Ahora bien, veamos lo que empezó a agudizarse en el norte
del Cauca después de que en la Audiencia Pública realizada
en Toribío tras el ataque de las FARC, nosotros exigimos la
salida de nuestros territorios tanto de las bases militares del
Gobierno, como también de las de la insurgencia armada de
las FARC. Al día siguiente de este encuentro colectivo en el
que ratificamos nuestra posición de autonomía frente a todos
los actores armados, se reiniciaron los asesinatos selectivos
y las amenazas. Desde entonces no han parado de asesinar
indígenas que han prestado servicio militar, aun estando fuera
del servicio activo. Siguen asesinando trabajadoras sexuales,
todas y todos acusados de ser informantes6. Una compañera
me decía que cuando fueron a una de las comunidades a hacer
un videoforo, se encontraron con una fiesta organizada por
los milicianos, quienes con fusil al hombro y micrófono en
mano vociferaban: “estos indios han dicho que nos tenemos
6 Tejido de Comunicación ACIN (2011). Asesinatos selectivos, pan de cada
día en el norte del Cauca. Ver en: http://www.nasaacin.org/component/con-
tent/article/1-ultimas-noticias/2441-asesinatos-selectivos-pan-de-cada-dia-
en-el-norte-del-cauca
156la paz de la mama kiwe en libertad
que ir de aquí. Vamos a ver quiénes se van primero”. En otra
comunidad, me contaban que “las milicias han dicho que no
responden por la gente que transite después de las 7:00 de la
noche”. Esos mismos días recibimos una llamada amenazante
a la sede principal de la ACIN, en la que nos daban un plazo
de 24 horas para que desocupáramos todas las sedes de la
organización7. Ahora seguimos recibiendo amenazas de las
Águilas Negras y Los Rastrojos, grupos paramilitares que el
gobierno Uribe “desmovilizó” (porque en Colombia los 30 mil
hombres que entregaron las armas siguen matando). Esto es
solo una mínima muestra de lo que viven las comunidades en
el norte del Cauca; quién sabe cuántas más cosas pasan aunque
se quedan acalladas en las montañas, por temor a represalias y
a más muerte y dolor.
Como ya mencioné, y de acuerdo a lo que bien expresó la
ACIN hace pocos meses:
(…) cada vez tenemos menos dudas de que la guerra es
funcional al modelo de colonización minero-energético, de la
expansión de los agrocombustibles y de la expropiación de los
territorios indígenas y de los afrodescendientes y campesinos,
impulsada por las transnacionales. Tanto la invasión de
nuestros territorios por el Ejército oficial, como la ocupación de
nuestras comunidades por la insurgencia armada, promueven
un modelo territorial y económico extractivo y dependiente de
las rentas de los bienes comunes, reproduciendo un sistema de
despojo y aniquilamiento que los indígenas conocemos desde
hace siglos.8
Claramente afirmaba un Nasa en Toribío: “el supuesto control
7 ACIN (2011). Cauca: Los guerreros le dan 24 horas a la ACIN para que
abandonen las instalaciones de trabajo. Ver en: http://www.nasaacin.org/
component/content/article/1-ultimas-noticias/2429-cauca-los-guerreros-le-
dan-24-horas-a-la-acin-para-que-abandonen-las-instalaciones-de-trabajo
8 Pronunciamiento de la Audiencia Pública en Toribío. Citado.
157palabras para tejernos, resistir y transformar
de la fuerza pública con la entrada del nuevo Batallón al
territorio es para manejar el narcotráfico”. El compañero ve
con malos ojos la entrada masiva de militares al norte del
Cauca; seguramente porque él, como muchos otros, hemos
sido testigos de que también los soldados y policías negocian
con los narcotraficantes y hasta protegen las rutas claves para
procesar y sacar la droga. Además, ese es el control territorial
que necesitan ejercer contra las resistencias y las alternativas
de vida del movimiento indígena, para romper los procesos y
abrirle camino a las transnacionales.
La guerra es para ellos. La paz es nuestra
Señor presidente: la guerra no se termina con más guerra;
eso ya está suficientemente demostrado en más de 50 años
de confrontación armada en Colombia. Señor Alfonso Cano
(comandante del secretariado de las FARC): su guerra popular
hace rato se convirtió en una guerra contra el pueblo. Es hora
de dialogar para encontrar una solución política a este conflicto
que nos extermina9
Ese fue el mensaje contundente que desde Toribío se les envío
a los mandos de los dos actores armados; los cuales, pese a toda
nuestra resistencia y alternativa milenaria, siempre terminan
invisibilizándonos con sus actos de muerte. La necesidad
de un diálogo en el país fue el llamado; pero no solamente
entre actores armados sino con la sociedad civil que somos los
principales afectados y despojados como consecuencia de esta
guerra. Una guerra absurda para quienes la vivimos, pero clave
para quienes se benefician del modelo económico de muerte.
Desde hace varios años, en nuestras comunidades no sólo se
ha hablado del conflicto armado, pues lo hemos vivido en
carne propia, y por eso nos hemos visto obligados a resistirlo, a
9 Ibíd.
158la paz de la mama kiwe en libertad
protegernos y a pensar en cómo hacer para defender nuestros
planes de vida. Por tal razón, nuestros esfuerzos se han enfocado
en el fortalecimiento de nuestros cabildos, de nuestros proyectos
comunitarios y tejidos de vida, de programas y acciones
colectivas del proceso político organizativo. En ese camino,
nuestro sueño y nuestra apuesta colectiva es consolidar una
propuesta política que recoja todas las causas populares, no
sólo nuestras reivindicaciones indígenas. Por eso desde hace
casi una década retomamos la Minga10 como acción colectiva
nacional, no sólo del hacer ancestral y cotidiano en nuestras
comunidades. La ejercemos como un trabajo común, donde
todos pudiéramos dar puntadas para fortalecer los tejidos de
vida que nos configuran como indígenas, campesinos, negros
y sectores populares, empujados a construir un “país de los
pueblos sin dueños”. Con una agenda de unidad nacional que
respete nuestras particularidades, pero que luche por temas
centrales que nos tocan a todos, como la transformación
del modelo económico de muerte en planes de vida desde
y para los pueblos. Que el terror y la guerra sean superados
por la armonía y el equilibrio entre todos los pueblos. Que la
legislación del despojo sea suplantada por leyes que protejan
tanto a los seres humanos como a la Madre Tierra. Que los
acuerdos con el Estado sean de cumplimiento obligatorio sin
chantajes y sin importar quiénes sean los gobernantes. Y que
construyamos una agenda de los pueblos. Esas son las apuestas
grandes y colectivas que queremos seguir tejiendo con todas y
todos, pero también nos interesa fortalecer nuestras dinámicas
desde adentro: la lucha por la defensa de la vida, por las culturas
de nuestros pueblos; por la justicia y la armonía en nuestros
territorios, por nuestra territorialidad económica ambiental, y
por nuestra comunicación para la verdad y la vida. Esos son los
ejes fundamentales de nuestro proceso, por los cuales tratamos
10 Tejido de Comunicación ACIN (2008). La coordinación de la Minga debe
ser colectiva. Ver: http://colombia.indymedia.org/news/2008/10/94422.php
159palabras para tejernos, resistir y transformar
de caminar la palabra pese a diversas dificultades internas y
contradicciones permanentes que, como en todo proceso, se
manifiestan en varios ámbitos para desafiarnos. En tal sentido,
una de las mayores dificultades que tenemos en términos del
conflicto armado es que muchas de nuestras hermanas/os
indígenas han sido empujadas a tomar partido en alguno de
los bandos: ya sea por compartir cierta ideología, o porque el
mismo despojo los ha empujado a tomar las armas o, lo más
común, por reclutamiento forzado y por violencia intrafamiliar.
En la actualidad nos encontramos con muchos guerrilleros y
milicianos que se adhieren a las filas solo para ejercer poder
con un arma, para vengarse de quienes los han ofendido, para
delinquir con mayor facilidad; son pocos los que sostienen una
discusión política, pues lo que saben hacer es ejercer la fuerza
de sus armas. Así, muchos de nuestros jóvenes y jovencitas
también han abandonado las estructuras organizativas de sus
comunidades porque tampoco encuentran espacios y ven que
algunos líderes son tan autoritarios como los que rechazamos
en el discurso.
“Hay muchos jóvenes milicianos, pero ¿qué vamos a hacer si
el control no empieza desde la misma familia?”, pregunta con
angustia una maestra del reguardo de Toribío, porque ha visto
cómo, en los últimos años, son jóvenes y niños indígenas los que
engrosan las filas de las guerrillas. También Carlos Banguero,
alcalde de Toribío, mencionaba con preocupación que “en la
primera toma al municipio eran paisas, costeños y caqueteños
los que atacaban al pueblo; pero ahora son nuestros jóvenes,
nuestros niños, los que están atacando a su propio pueblo”.
Esta es una situación muy complicada para las familias, para
la comunidad, para la organización y para el movimiento
indígena. Por eso las bases comunitarias exigen a todos los
actores armados salir del territorio. Simultáneamente se hace
necesario “revisar la prepotencia de algunos líderes, nuestras
estructuras, nuestras autoridades y nuestras acciones dentro del
160la paz de la mama kiwe en libertad
territorio, porque las asambleas se están mermando. Creo que
otros nos están ganando gente”, manifiesta con preocupación
otro comunero de Tacueyó, haciendo referencia a decisiones
autoritarias de unos líderes que han roto los procesos de
consulta con las bases. Aclara también que aunque no son
todos, las decisiones y las acciones contradictorias de una sola
persona en nombre del proceso afectan a todo el movimiento.
“Los líderes y autoridades deben llegar y acompañar más a
las comunidades. La consejería debe orientar más y tomar
decisiones consultando a la comunidad. Revisemos la dignidad,
la solidaridad, la igualdad, la equidad, la hermandad. Es una
tarea que tenemos como urgente para recuperar la confianza
en nuestro territorio”, convoca la gobernadora de López
Adentro. Así, tenemos como prioridad volver a las bases,
escucharnos, reflexionar y tomar decisiones colectivamente
para fortalecer nuestro proceso político organizativo que viene
siendo agredido no sólo por el modelo económico de muerte,
los actores armados, las leyes del despojo y la propaganda, sino
también por nuestra falta de coherencia al caminar la palabra.
Ser como Mama Kiwe con humildad por la vida
El movimiento indígena colombiano impulsado desde el
norte del Cauca, lugar donde nació el Consejo Regional
Indígena del Cauca (CRIC) el 24 de febrero de 1971, se ha
caracterizado por su resistencia y lucha permanente en la
defensa de la Madre Tierra y la vida toda bajo las banderas de
Unidad, Territorio, Cultura y Autonomía. Como ya mencioné,
hace aproximadamente una década se ha venido haciendo
conciencia colectiva en casi todo el territorio para entender que
ante y contra nuestros planes de vida, se imponen los proyectos
de muerte del capital transnacional. Aprendimos a reconocer
que en cada época nuestro agresor material iba cambiando
de máscara: españoles, terratenientes, estadounidenses, ahora
161palabras para tejernos, resistir y transformar
transnacionales. Qué debíamos recrear no sólo nuestras
luchas, sino nuestra propia vida para resistir. Qué el desafío
que nos convoca a defender el territorio es el mismo que
convoca a los demás sectores sociales. Que solos no podemos
y que nos necesitamos mutuamente para resistir y pervivir
en Colombia. Por eso desde la Minga, que proyectamos al
ámbito nacional, nos propusimos una agenda de los pueblos.
Empezamos diversas acciones colectivas para defender la vida
defendiéndola con otros y otras. En ese camino hermoso y
lleno de alegrías por compartir con los otros pueblos, también
nos encontramos con espinas que como seguramente en todas
partes, también han fracturado nuestros tejidos de vida y buscan
romperlos, si es que no fortalecemos propuestas políticas más
allá de las reivindicaciones sectoriales. Es evidente que cuando
los procesos empiezan a consolidar sus tejidos en unidad, no
sólo llega la agresión externa a romper sus hilos, sino que
también las contradicciones internas empiezan a aflojarlos.
Esa es nuestra experiencia porque cuando nos vieron con una
propuesta concreta y trabajando como hormigas, llegaron en
paracaídas más ONG ́s a financiar nuestros procesos. El error
que cometimos con algunas fue permitir que financiaran lo
que querían y no anteponer nuestros criterios y necesidades,
pues varias de ellas -que son bien funcionales al modelo
económico- terminaron engañando a algunos dirigentes
y ahora, si no reconocemos estas falencias, es posible que
terminen cooptando todo nuestro proceso organizativo. Con
todo lo anterior, siento que se puede entender de manera
muy general la época que estamos viviendo, o mejor, nuestro
contexto actual desde el norte del Cauca.
Para finalizar este relato quiero compartir algunas incógnitas
que nos invaden a muchos de nosotros y nosotras, ahora más
que nunca, precisamente cuando se empieza a hablar de un
diálogo entre los actores armados y el gobierno y, más aún,
cuando algunos líderes ya han ofrecido nuestro territorio para
162la paz de la mama kiwe en libertad
esos diálogos:
¿Qué significa vivir en paz para nosotros los Nasa?, respondieron
sin que se les preguntara, mayoras/es, jóvenes, niñas/os de
diversos resguardos del norte del Cauca, durante las comisiones
de trabajo previas a la Audiencia Pública de Toribío. La mayoría
no se refirió a ofrecer el territorio para diálogos con los actores
armados y con el gobierno; antes bien, muchos ratificaron su
rechazo a estas prácticas y la exigencia de que tales fuerzas
salgan del territorio. Pese a que ya tenemos la experiencia
en diálogos con ambos actores armados, manifestaron
que podemos ir a los campamentos, pero a arrebatar a las
niñas/os y jóvenes que nos han robado. Reconocieron que
tenemos grandes contradicciones y problemáticas que están
resquebrajando nuestras organizaciones, entonces propusieron
abordarlas para fortalecer nuestras estructuras y, por ende, los
procesos. Nadie habló de ningún proyecto de Paz financiado
por ONG ́s, sino de consolidar la autonomía territorial con
todos los proyectos comunitarios para alimentar los planes de
vida. Nadie habló de negociar nada con el gobierno de Santos,
antes exigieron desobediencia civil a las leyes de muerte que
impone. Nadie aseguró haber discutido ampliamente y estar
de acuerdo con el ofrecimiento del territorio como zona de
despeje, antes exigieron un análisis amplio y consulta con
las comunidades. Entonces, cuándo hablamos de paz ¿a qué
nos referimos?: pues a vivir en equilibrio y en armonía con la
Madre Tierra; a que todas y todos volvamos a caminar con
libertad la palabra de los pueblos; a transitar tranquilamente
por la comunidad sin temer a la muerte; a estudiar en la
escuela sin que ésta se convierta en trinchera de los malos; a
sembrar y a cosechar nuestros alimentos en nuestra parcela
sin miedo a las fumigaciones; a volver a tomar el agua de los
ríos y las quebradas; a ver reverdecer nuestras montañas en
vez de mirar desiertos de tierra y químicos desechados por
las mineras; a volver a sentarnos con suficiente tiempo y
163palabras para tejernos, resistir y transformar
amplia participación en nuestras asambleas y tomar decisiones
sin premura; a integrarnos más de lleno entre todos no para
enterrar nuestros muertos, sino para celebrar el milagro de la
vida; a tejer lazos de unidad con otros pueblos y procesos; a
vivir, recrear y alimentar nuestros sueños y planes de vida. Esto
fue lo que retumbó en varias comisiones, como resultado del
cese al conflicto armado, pero también del modelo económico
de muerte. Por todo lo anterior, comuneras/os exigieron:
“reflexionar más ampliamente en la comunidad y con las
autoridades sobre las implicaciones de declararnos territorios
de paz y de autonomía”, y propusieron “declarar los territorios
en resistencia y en desobediencia al conflicto armado y a las
leyes del Estado. Realizar barridos veredales de información
y de reflexión en todo el territorio. Que la fuerza pública y la
insurgencia armada saquen sus males de nuestro territorio”.11
Propuesta que se convirtió en camino porque ya iniciaron
desde el norte del Cauca las Mingas de Resistencia por la
Autonomía y Armonía Territorial y por el cese de la guerra,
para la desmilitarización de los territorios indígenas y el freno
a la militarización promovida por el ejército y las FARC. La
ACIN con apoyo del CRIC encabezan estos recorridos de la
mano de la comunidad y de todos los tejidos de vida de la
organización. Precisamente el primer recorrido e instalación
de controles territoriales se realizó en la vereda El Tierrero.
Allí, desde el día 23 de agosto guardias indígenas acompañadas
de comuneros y comuneras, hacen presencia controlando y
trabajando pedagógicamente para explicar el objetivo del
ejercicio de control y su presencia. La idea es hacer las Mingas
de Recorrido Territorial en las 324 veredas de la Cxhab Wala
Kiwe (el gran territorio Nasa del norte del Cauca). “Ahora sí
vamos a poder visitar a los conocidos que tenemos, recoger
11 Tejido de Comunicación ACIN (2011). Pueblo Nasa: “Cuenten con no-
sotros para la Paz… Nunca para la Guerra”. Ver en: http://www.rebelion.org/
noticia.php?id=132936
164la paz de la mama kiwe en libertad
remedios en los páramos y mirar cómo está la gente porque
vamos unidos, con mucha gente y alegres. Antes queríamos
hacerlo pero no se podía porque la gente mala está por todas
partes y a uno le da miedo andar solo”, puntualizó un mayor
participante del evento en El Tierrero.
Ahora pensemos si, ¿con el cese al conflicto armado tendremos
paz en nuestros territorios? Muchos de nosotros, cansados de
ver caer muertos día a día y no soportar más la sevicia de la
guerra, aseguran que sí es suficiente, que serían felices si el
territorio queda despojado de todos los militares y sus vidas
volvieran a la “normalidad”. Otros manifiestan que el cese al
conflicto armado es un paso importante y urgente, pero que
no garantiza la paz mientras el modelo del libre comercio
y el extractivismo siga imperando. Afirman esto con razón,
porque el problema de fondo no son los actores armados, que
son simples instrumentos que utilizan para despojarnos y
aterrorizarnos. Si cesa el conflicto armado, si todos los actores
se desmovilizan, ¿qué van a hacer esos hombres y mujeres
que se acostumbraron a la guerra? ¿Si no hay oportunidades
para los civiles, será que habrán para los desmovilizados?,
¿se ampliarán las llamadas bandas criminales en Colombia?
¿Qué pasa si las leyes siguen siendo las mismas y nos siguen
despojando del territorio y de nuestros mínimos derechos?
¿Qué pasa si las trasnacionales siguen promoviendo el
extractivismo de nuestra Madre Tierra?, ¿qué pasa si siguen
ONGeizando y cooptando nuestros líderes y procesos?, ¿qué
pasa si no reconocemos debilidades y contradicciones internas
para fortalecer nuestro proceso?, ¿qué pasa si los políticos nos
siguen engañando y sólo nos buscan para que les sirvamos de
escalera para trepar?
¿Será que el cese al conflicto armado es suficiente para vivir
en paz en nuestros territorios y en toda Colombia? Son
decenas de preguntas que nos hacemos a diario todas y todos,
porque nos da mucha desconfianza que el presidente Santos,
165palabras para tejernos, resistir y transformar
el creador de los falsos positivos12 en Colombia y promotor
de leyes más lesivas que las aprobadas por Uribe, sea quien
ahora nos hable de Paz. Cómo sería imaginarnos el cese al
conflicto armado o por lo menos evitar la muerte de múltiples
víctimas que no hacen parte de esta guerra, digo sólo víctimas,
pero no me atrevo a decir inocentes, no porque dude de su
inocencia, sino porque no sé hasta dónde quienes mueren en
combate son culpables. ¿Culpables de no tener oportunidades?,
¿culpables de no tener tierra para trabajar?, ¿culpables de no
tener acceso a la educación?, ¿culpables de no tener una vida
digna?, ¿culpables de su reclutamiento forzado?, ¿culpables de
solo saber manejar un arma?, ¿culpables de ser empobrecidos?,
¿culpables de la descomposición social que los envuelve?,
¿culpables de la riqueza de los poderosos?, ¿culpables de
que sólo haya tierra para los monocultivos?, ¿culpables de la
destrucción de la Madre Tierra?
Siento que de todo esto sólo son culpables el modelo económico
de muerte y todos sus beneficiarios que usan a quienes están
arriba nuestro legislando, trabajando y sentenciando a favor
de sus intereses transnacionales y sólo les importa su codicia
para acumular. El modelo económico de muerte es el autor
intelectual de nuestra destrucción y despojo. Creo que si
tomamos solo la guerra como referencia, el cese al conflicto
armado sería vivir en paz, pero si retomamos nuestros Planes
de Vida, nos queda claro que el cese al conflicto armado es
un anhelo, una esperanza y una apuesta colectiva que puede
ser clave para garantizar la paz; pero si paralelo a ese camino
no cohesionamos ni movilizamos una agenda política para la
transformación, nuestra resistencia se va a reventar.
12 En Colombia, el “escándalo de los falsos positivos” es el nombre que se le
dio al asesinato de civiles inocentes por parte del Ejército, para hacerlos pasar
como guerrilleros muertos en combate (positivos). Juan Manuel Santos, como
Ministro de Defensa, estableció las condiciones y las normas para remunerar, y
luego encubrir, estos crímenes.
166la paz de la mama kiwe en libertad
Entonces ¿cuál es la paz con dignidad que necesita
Colombia? Hace poco se realizó un diálogo e intercambio entre
organizaciones sociales y populares en Barrancajabermeja,
Santander, donde se juntaron cerca de 30 mil personas
en el Encuentro Nacional de Comunidades Campesinas,
Afrodescendientes e Indígenas por la Tierra y la Paz de
Colombia. En ese espacio reflexionaron sobre hechos que
vienen afectando los territorios, como la agudización del
conflicto armado que vive el país y también se preguntaron
sobre cuál es la paz que necesitamos.
Se está realizando este evento por la paz, pero ¿qué entendemos
por Paz? Sí se plantea la paz como un cese al conflicto armado,
puede ocurrir que el conflicto disminuya pero eso no significa
paz. Para que exista paz, necesitamos tener autonomía, y
la autonomía no se consigue negociando con el gobierno
derechos por recursos económicos o que algún grupo armado
deje las armas. La verdadera paz la construye la base. (…)
Para que exista tranquilidad ya que estamos hablando de
paz, el gobierno no debe entregar la soberanía nacional. En
la actualidad no podemos hablar de soberanía, ni de reforma
agraria, porque no existe y a esto también hay que apostarle.
Hay mucha tierra en pocas manos y muchas manos sin tierra
para trabajar.13
expresaron algunos participantes de este gran evento que, sin
duda, hace un aporte importante a los caminos de paz que
todas y todos anhelamos. Ese espacio no sólo sirvió para
visibilizar las resistencias y alternativas que promovemos
los procesos organizativos en Colombia, sino también para
ratificar la guerra como instrumento de despojo y decirles
a todos los actores armados que “No nos representan” y que
estamos cansados de sus crímenes y mentiras.
13 Tejido de Comunicación ACIN (2011). El cese del conflicto no es la
paz. Ver en: http://www.nasaacin.org/component/content/article/1-ultimas-
noticias/2534-el-cese-del-conflicto-no-es-la-paz
167palabras para tejernos, resistir y transformar
La Declaración Política que emanaron desde Barranca nos
convoca a transformar el modelo económico de muerte, a
continuar y articular las resistencias y esfuerzos alternativos
en el país para construir nuestra paz: una paz con dignidad, no
una paz para vendernos. Comparto dos puntos claves de dicha
declaración:
La democracia en nuestro país y la generación de mejores
condiciones para hacer efectivos y garantizar nuestros derechos
demanda un nuevo modelo que posibilite el uso de nuestros
recursos y riquezas, superando las profundas desigualdades
económicas y sociales, en función del buen vivir de nuestra
población.
(…) Somos conscientes que la perspectiva de la solución
política posee muchos enemigos, especialmente aquellos que
se benefician del estado de cosas existentes y de la sociedad
de privilegios que les sirve de sustento. Desactivar la guerra
desfavorece, además, a quienes han hecho de ella un negocio
lucrativo. Los colombianos tenemos el derecho a propiciar
conscientemente la generación de nuevas condiciones para
emprender el camino que pueda conducir a un trámite distinto
del basado en el ejercicio de la violencia-de manera que los
conflictos que le son inherentes a nuestra sociedad, puedan
transitar por la vía del dialogo la justicia social y la paz.14
Comparto para alimentar el diálogo entre los pueblos y
procesos desde Colombia, la paz que convoca y motiva al
compañero Manuel Rozental:
No más guerra: Paz, pero la paz de los pueblos que es sin
Libre Comercio, sin leyes de despojo, sin terror y con verdad,
justicia y reparación integral, con Estados que cumplan con
sus obligaciones sin importar quienes los gobiernen y, sobre
14 Encuentro nacional de comunidades campesinas, afrodescendientes e indí-
genas por la tierra y la paz de Colombia (2011). Declaración final, Encuentro
de Paz Barrancabermeja. Ver: http://ilsa.org.co:81/node/471
168la paz de la mama kiwe en libertad
todo, con una agenda de los pueblos que no se puede ni
ignorar, ni negar, ni suplantar por la paz de los de arriba. La
paz de la Madre Tierra en libertad, de la mujer sin amarras ni
silencios, de la vergüenza convertida en espejo que nos mira
sin clemencia y con ternura y consigue por fin el nunca más!.15
Entonces cuáles son los desafíos a que nos convoca este
contexto, en el que no tenemos la misma fuerza que cuando
nos movilizamos masivamente con otros en las calles y con
propuesta política. Reconocer que desde afuera no sólo se están
apropiando de los bienes comunes sino también de nuestra
gente: a algunos jóvenes los reclutan los actores armados para
sus bandos (guerrilla, fuerza pública, paramilitares); mientras
que a varios dirigentes, las ONG ́s, los gobiernos y hasta las
mismas transnacionales los confunden para cooptarnos. Unos
halan para un lado, otros para el otro; nosotros desde diversos
espacios comunitarios, entre los que se incluye sin ánimo de
protagonismo, el Tejido de Comunicación, seguimos pensando
qué hacer y cómo actuar colectivamente para evitar que la
resistencia se reviente y para avanzar con nuestros planes de
vida. Nuestra resistencia no es infinita y es imposible seguir
tambaleando entre bandos, mientras nuestra autonomía nos
reclama libertad y emancipación. Si seguimos como vamos el
proceso se va a reventar, pues siento que con unos halando
para un lado y otros para el otro, la cuerda no va a aguantar. Es
urgente volver a recorrer caminos como los que transitamos en
el Congreso Indígena y Popular; en la Consulta Popular frente
al Libre Comercio, en la Liberación de la Madre Tierra, en el
Congreso Itinerante de los Pueblos, en la Visita por el País que
Queremos y en la Minga de Resistencia Social y Comunitaria.
Caminos necesarios para la cohesión, la movilización y para
recrear los mundos de los pueblos sin dueños.
15 Rozental (2011). “Machismo, Tierras y Paz para el Libre Comercio”. Ver:
http://colombia.indymedia.org/news/2011/09/123275.php
169palabras para tejernos, resistir y transformar
Siento la responsabilidad de hacer acá un llamado desde lo
más arraigado de mi alma como indígena Nasa, como hija del
territorio de mis ancestros. Es un llamado vehemente a quienes
se equivocan, a quiénes nos atrapan entre dos machismos que
dan la espalda a la Ley de Origen de la Madre Tierra. Un
machismo que habla palabras y realiza acciones de guerra, de
violencia, de fuerza y ayuda a reclutar para la muerte a nuestros
hijos e hijas de la armonía. Otro machismo que nos condena
a plegarnos ante el mandato de los poderosos con razones
prácticas y afanes autoritarios y egoístas. Ni uno ni otro son
nuestro pueblo. Ambos silencian a nuestras abuelas y abuelos
y no escuchan a la Mama Kiwe con humildad. Reclamándoles
mi derecho como mujer Nasa y nuestro derecho como pueblo
libre y autónomo, les exijo respeto. Silencio. Que escuchen
nuestras voces porque nos mueve la palabra colectiva y no
somos ninguno de los machismos que nos quieren negar
la vida. Siento que puede ser nuestra última oportunidad.
Callar en este momento sería hacerme cómplice de algo
inaceptable. Por eso estas palabras públicas no las pronuncio
con rencor ni con ánimo de incomodar o generar malestar,
me inspira la obligación de hacer un intento sincero y sentido
por convocarlos a obedecer el mandato ancestral al que estoy
dispuesta a someterme; a reabrir los espacios de diálogo y de
reflexión colectiva ante la memoria de nuestros mayores; a que
cambien para construir la paz de nuestros mandatos y no la de
los intereses de muerte de nuestros opresores.
Septiembre de 2011