Algunos centenares de jóvenes de la izquierda radical: Desobediencia italiana en Madrid
(2000-2005) (1)
(…) El término desobediencia, hasta antes de Seattle, no era utilizado, aún a pesar de que existía la práctica de la desobediencia, pero no se la nombraba así. Solo después de Seattle empezamos a hablar de desobediencia (…)
Luca Casarini, Portavoz de los tute bianche (2003:13)
La irrupción mediática del movimiento global en Europa tras las movilizaciones de Praga en septiembre de 2000 inauguró un nuevo periodo para los movimientos juveniles de la izquierda radical europea. Nuevas técnicas propias de un repertorio global de acción colectiva fueron experimentadas por una nueva generación de activistas. El presente artículo refiere el intento de adaptar en Madrid la que hemos venido en llamar desobediencia italiana. Resumiremos las experiencias más relevantes del intento, describiremos las técnicas de intervención político-comunicativa propias de esta forma de acción colectiva y explicaremos la participación de activistas jóvenes como condición necesaria para su realización. Valoraremos, asimismo, la modularidad de la desobediencia italiana y defenderemos su viabilidad en contextos distintos al del norte de Italia. Por último, trataremos de ensayar algunas hipótesis sobre las potencialidades futuras de esta forma de intervención en el contexto madrileño.
1. A modo de introducción: la desobediencia italiana
A mediados de los años noventa a la postautonomía italiana (2) articulada
en torno a los Centros sociales de la Carta di Milano (3) se le plantearon
dos problemas teórico-estratégicos fundamentales. El primero
era el de la visibilidad política de una serie de sujetos –migrantes,
parados, jóvenes trabajadores precarios, prostitutas etc.– presentes de
manera
central en la producción social pero, en gran medida, ajenos a la
representación a través de las formas partido y sindicato. El segundo
problema era el de articular formas de acción colectiva superadoras
de la herencia “setentista” que mantuvieran el nivel de conflictividad
necesario para asegurar tanto identidad antagonista como potencia
comunicativa pero que fueran del mismo modo capaces de generar
nuevos consensos y espacios de interlocución tras la crisis
Jóvenes, globalización y movimientos altermundistas 245
Pablo Iglesias Turrión. Investigador en el Departamento Ciencia Política III de la UCM.
No podemos permitirnos aquí
una explicación de la Autonomía
italiana como fenómeno político
de los años 70, pero sí reseñar
alguna referencia bibliográfica. A
propósito de los procesos de
contestación social en la Italia de
los 60 y 70 puede consultarse
L´orda d´oro de Ballestrini y
Moroni (1997) que próximamente
aparecerá en castellano en la
editorial Traficantes de sueños y
también, en inglés, la obra de
Steve Wright Storming Heaven
(2002). Sobre el proceso que va
de la autonomía a los centros
sociales en Italia existe al menos
un artículo interesante en
castellano: Zaccaria (2001).
(3)
La Carta di Milano fue un
documento en torno al cual
de la izquierda radical italiana en los 80 y el escenario unipolar
de los 90 (4).
Los tute bianche (monos blancos) fueron la herramienta para afrontar ambas
cuestiones. El zapatismo del EZLN mexicano fue el referente esencial. Del él
se tomó un discurso de globalidad que situaba el Neoliberalismo como
objetivo de la acción política liberadora trascendiendo las escalas de la
política nacional. El EZLN aportaba elementos superadores de las
fraseologías revolucionarias de la izquierda radical de los 70 y una práctica
cuya dimensión armada adquiría un sentido más comunicativo que de
efectividad militar “material”. El éxito de los zapatistas no pasaba tanto por
su potencia de fuego para infringir bajas y desafiar al Ejército Federal, como
por su capacidad comunicativa.
El movimiento tute bianche representó el intento de adaptación del
zapatismo a las “sociedades avanzadas”. Tras el pasamontañas estamos
ustedes habían declarado los zapatistas; la versión europea del
pasamontañas fueron los monos blancos, un instrumento para expresar
(visibilizar) la invisibilidad de los excluidos de la representación política y
sindical. Al mismo tiempo, la representación callejera del conflicto se asumió
como elemento comunicativo esencial; se construyó así una praxis de acción
–definida como desobediencia civil– distinta de la guerrilla urbana y
diferente también de la movilización convencional o de las formas de acción
directa de estilo gandhiano (5).
Los tute bianche se presentaron en las manifestaciones –además de
vistiendo monos blancos– pertrechados con cascos y escudos, máscaras
contra los gases lacrimógenos, espinilleras, pecheras y todo tipo de
protecciones pensadas para desafiar en bloque el control policial del espacio
de las manifestaciones y su forma de desarrollo. Sin embargo, la técnica
renunciaba, en general, al uso de instrumentos agresivos contra la policía
(piedras, cócteles molotov, palos…). La negociación con la policía respecto a
los términos del enfrentamiento era una práctica habitual. Auque la policía
no siempre cumplía los acuerdos, mediante la dinámica negociadora
resultaba más viable para los activistas el control de los choques a efectos
de buscar la máxima espectacularidad y una gran atención mediática apta
para reivindicar la legitimidad de sus formas de actuación. Esta tensión
productiva conflicto/consenso fue determinante para generar adhesiones a
sus demandas y a su particular forma de plantearlas. El mejor indicador del
éxito de la desobediencia italiana fue la renuncia policial a toda vía
negociadora en las manifestaciones de Génova, apostando desde el primer
momento por un modelo absolutamente represivo.
Llamamos a ese conjunto de dispositivos para la acción colectiva (monos
blancos, protecciones e instrumentos defensivos para actuar y, sobretodo, la
dinámica negociadora conflicto/consenso) desobediencia italiana. Hemos
optado por esta denominación por dos razones. La primera de ellas es su
claridad a la hora de evitar equívocos con otras formas de acción colectiva y,
en especial, con otras formas de concebir y practicar la desobediencia civil.
La segunda es más provocativa si se quiere. El origen y máximo desarrollo
de esta forma de desobedecer es, sin duda, italiano pero entendemos que en
ningún caso ello limita su modularidad (6) y viabilidad en otros contextos.
Asimismo creemos que el éxito de la desobediencia italiana fue aportar una
herramienta para la acción colectiva global, esto es, no descriptible e
interpretable solo en función de los límites de un Estado concreto.
246 REVISTA DE ESTUDIOS DE JUVENTUD ≥ marzo 07 | n.° 76
confluyeron varios centros
sociales de Italia (de entre ellos
destacan el Pedro de Padua, el
Rivolta de Venecia, el
Leoncavallo de Milán, el Corto
Circuito de Roma o el C.S. La
Talpa e l´Orologio de Imperia.).
El documento sirvió para trazar
una nueva “línea” política que
diferenció la práctica de estos
centros sociales de la de otros
sectores de la izquierda no
institucional italiana más
vinculados a las tradiciones de
los 70 (Iglesias Turrión,
2004b:5).
(4)
Sobre el recorrido histórico y el
proceso político de los tute
bianche italianos véase Wu Ming
1 (2002)
(5)
Obviamente, los centros sociales
italianos practicaban también
modalidades de acción colectiva
más convencionales –usando
también, en ocasiones, los
monos blancos– pero se
entenderá que en el presente
artículo nos centremos en las
técnicas específicas de
desobediencia que diseñaron y
pusieron en práctica.
(6)
El término modularidad refiere
la posibilidad de practicar
formas de acción colectiva en
diferentes lugares y momentos,
de usarlas para objetivos
distintos y la relativa sencillez
de su aprendizaje. Al respecto
de la modularidad de las
barricadas parisinas de 1848,
Tarrow señala: “los franceses
construían clamorosamente
barricadas, sabían donde
hacerlas y habían aprendido a
usarlas” (2004:58). En nuestro
caso, defendemos la
modularidad como
característica de los repertorios
de acción colectiva del
Movimiento global. La extensión
planetaria del movimiento,
como venimos diciendo, ha
configurado un espacio global
para la protesta en el que las
formas de acción circulan como
fue el caso de la desobediencia
italiana.
Este conjunto de técnicas se empezó a desarrollar tras Seattle y reportó
notables éxitos político-mediáticos en el periodo de la larga primera
italiana (7), previa a las movilizaciones de Praga en septiembre de 2000
contra la cumbre del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Fue precisamente en Praga donde otros colectivos de activistas europeos
entraron en contacto con los tute bianche y pudieron practicar con ellos una
forma de desobediencia colectiva inédita hasta entonces fuera de Italia.
Entre los dos o tres centenares de tute bianche que enfrentaron a los
antidisturbios checos el 26 de septiembre había varias decenas de jóvenes
activistas madrileños del MRG.
Lo que sigue a continuación no pretende ser un esquema del recorrido
histórico de los movimientos contra la globalización en Madrid durante el
periodo señalado, ni siquiera un esquema explicativo referido al Movimiento
de Resistencia Global de Madrid (8) (MRG en adelante) y sus espacios de
continuidad ulteriores. Vamos a referirnos tan solo a la recepción de una
serie de técnicas de acción colectiva comunicativa y al intento por parte de
un grupo de jóvenes militantes del MRG de adaptarlas a su realidad y
configurarlas como instrumento político para la acción y la comunicación.
En una primera etapa, la desobediencia italiana adquirió una forma
organizativa estable en el grupo l@s invisibles (9). Este grupo actuó
esencialmente como instrumento de intervención del MRG y el Centro Social
Okupado Autogestionado (CSOA) El laboratorio 0.2. (10), pero fue solo uno
más de los instrumentos adoptados y de los procesos experimentados por
estos colectivos. Por ello no se pretende, insistimos, nada parecido a una
“historia” del MRG-Madrid (todavía pendiente) o de sus relaciones con el
Laboratorio.
En la segunda etapa, el proyecto tuvo expresiones de impacto considerable
que, aún cuando no contaron con la estabilidad de la primera, involucraron a
militantes de más colectivos y se revelaron como una posibilidad de
intervención capaz de enfrentar situaciones de alta conflictividad social, como
fue el caso de las movilizaciones contra la guerra en Madrid en marzo de 2003.
En la actualidad, sigue habiendo colectivos de jóvenes en Madrid que
discuten la necesidad del método desobediente y es probable que
movilizaciones futuras vayan a requerir el concurso de esta forma de
intervención conflictiva-comunicativa.
2. Qualche centinaio di giovani
2.1. Objetivos de este artículo
Qualche centinaio di giovani della sinistra radicale. Así se refería la revista
italiana Panorama en un reportaje sobre el movimiento tute bianche –en su
edición del 27 de diciembre de 2000– a la “sección madrileña” del grupo.
Aunque ciertamente fueron algunos menos los jóvenes militantes que
intentaron adaptar a Madrid un conjunto de técnicas de acción colectiva y
de herramientas discursivas inspiradas en el movimiento de los centros
sociales de la Carta di Milano, la experiencia tuvo cierto impacto en la escena
radical madrileña.
La desobediencia italiana generó debates y polémicas no ya solo entre los
sectores poco favorables a las innovaciones sino también entre algunas de
las sensibilidades supuestamente más proclives a una conexión política con
Jóvenes, globalización y movimientos altermundistas 247
(7)
Sobre la primavera italiana
puede verse, de nuevo, Wu Ming
1 (2002) y Casarini (2003)
(8)
http://www.nodo50.org/mrgma
drid/
(9)
http://www.nodo50.org/
invisibles/
(10)
Sobre la historia de este centro
social véase la entrada en
wikipedia:
http://es.wikipedia.org/wiki/Cent
ro_Social_El_Laboratorio o la
web:
http://www.sindominio.net/labor
atorio/lab.htm
el zapatismo del EZLN y con la postautonomía del nordeste italiano. Estos
sectores, aún cuando colaboraron en algunos momentos con el proyecto,
nunca dejaron de mantener reticencias (11).
El objetivo principal de este artículo es tratar de demostrar que la capacidad
de adaptación e innovación, tanto en el discurso como en la acción colectiva,
puede abrir posibilidades a la izquierda radical madrileña para impulsar la
construcción de movimientos sociales como espacios de intervención
política autónomos e incorporar y formar nuevas generaciones de militantes.
Creemos que la experiencia de la desobediencia italiana en Madrid, a pesar
de sus magros resultados (12), fue lúcida y ambiciosa y ha dejado posos con
capacidad para re-activarse en cualquier momento.
2.2. Precisiones metodológicas
Quien esto escribe participó intensamente, como militante, de la experiencia
objeto de estudio y esta especializado profesionalmente en el estudio de los
movimientos sociales. En este aspecto, podríamos responder bien al
arquetipo de “investigador activista”. No renegamos de esta etiqueta pero
queremos introducir la siguiente precisión. Rechazamos toda metodología
que pretenda sustraerse de las constricciones de la cientificidad. No existe
una investigación activista opuesta a la investigación académica; existen
investigaciones bien hechas e investigaciones mal hechas. En este sentido,
las afinidades y premisas teóricas del investigador ni le acreditan ni le
desacreditan a priori. Si el compromiso socialista de Marx o el liberal de
Weber no cuestionan su gigantesca dimensión intelectual para las Ciencias
sociales y la Historia, sería ridículo que, por nuestra parte, pretendiéramos
construir hipótesis solo validables en reducidos círculos de conocimiento sea
en la Academia (o peor aún, en la “movimentología oficial”) sea en la
izquierda movimentista. Investigar es esencialmente tratar de explicar qué
pasa y por qué pasa y, como ya hemos señalado con más detenimiento en
otras ocasiones, en principio ello no es patrimonio de nadie (13).
El presente trabajo tendrá, por lo tanto, mucho de fuente directa. Por otra
parte, no nos ha sido difícil discutir largo y tendido con algunos de los
militantes que protagonizaron la experiencia madrileña de la desobediencia
italiana así como reunir a varios de ellos para valorar la misma (14).
Nuestra hipótesis teórica supone que nos encontramos ante una expresión
local de un movimiento global caracterizable (y diferenciable) de otros
movimientos anteriores por sus formas de acción colectiva generadoras de
un nuevo repertorio. La condición de posibilidad esencial de tal repertorio
deriva de la aceleración de los procesos de integración económica
–Globalización–, del papel de las Nuevas Tecnologías de la Información y las
Comunicaciones en la producción –Postfordismo– y de la redefinición de
escenarios geopolíticos tras el desmoronamiento de la Unión Soviética y sus
regímenes satélites –crisis de los movimientos antisistémicos clásicos
(Wallertein, 2004: 464-468)–.
Entendemos que los movimientos globales representan además un desafío
para buena parte de las perspectivas teóricas sobre los movimientos
sociales. Aún cuando no es este el espacio para tratar en detalle esta
cuestión, los movimientos globales han atravesado los paradigmas que
diferenciaban movimientos sociales clásicos y nuevos (15) y han configurado
nuevos espacios de significación conflictiva más allá de las fronteras jurídicas
248 REVISTA DE ESTUDIOS DE JUVENTUD ≥ marzo 07 | n.° 76
(11)
Estamos pensando en la primera
Universidad Nómada y en
militantes que después jugarían
un papel clave en el
Aguascalientes madrileño.
(12)
De los que, en cualquier caso,
pocos proyectos radicales han
podido sustraerse en Madrid.
(13)
Un desarrollo más extenso y
preciso de este argumento en
Iglesias Turrión (2005: 69-71).
(14)
Hasta aquí tenemos observación
participante, entrevistas en
profundidad y grupos de
discusión.
(15)
Nos referimos a los paradigmas
de Kriesi (1988) autoridad,
distribución y estilo de vida para
diferenciar los movimientos
sociales clásicos de los nuevos.
Un esquema gráfico sobre esta
superación de los paradigmas
en Iglesias Turrión (2005:87).
de los Estados y sus respectivos subsistemas.
Algunos autores califican el término movimiento global como acepción
italianizante y entienden que la composición ideológica, general y en
términos de agenda del MAG –Movimiento Antiglobalización–, viene dada
por la herencia de una cultura política dominante en un país determinado
que acaba configurando una base social diferenciada territorialmente y
conformada, en concreto, estatalmente (Echart/López/Orozco, 2005: 68).
Hablan así de un MAG británico, alemán, francés o italiano y resuelven el
problema nacional en el Estado español hablando de subsistemas regionales
como el vasco y el catalán (ibídem).
Esta concepción nacional-estatalista plantea, a nuestro entender, varias
dificultades. De un lado, el problema de los subsistemas regionales no es
exclusivo del Estado español, lo que hace difícil hablar de MAG´s estatales.
Es más, tampoco las áreas regionales son siempre representativas (¿Existe
un Movimiento Antiglobalización de Castilla la Mancha o de un mini-Estado
español restados el País Vasco y Cataluña?). Es cierto, como plantean estas
autoras, que el término “sociedad civil internacional” es dudoso (2005:68)
pero no lo es menos el de “cultura política estatal” a la hora de delimitar las
realidades de movimiento. Respecto al problema de la agenda creemos que
los acontecimientos responden por sí solos. Precisamente una de las claves
diferenciadoras de los movimientos globales respecto a otros precedentes
–los movimientos antisistémicos (16) del siglo XX, a pesar de su vocación
internacionalista, sí centraron de manera más inequívoca sus luchas en el
marco del Estado– es el hecho de haber situado las agencias de mando
global (OMC, BM, FMI etc.) como objetivos de la acción colectiva.
Obviamente, los movimientos globales no pueden sustraerse a
condicionantes político-geográficos pero corresponde hacer dos
apreciaciones a este respecto. En primer lugar, esos condicionantes van
mucho más allá de lo estatal o subestatal como elementos diferenciadores,
siendo la posición en las distintas áreas económicas (centro, periferia y semiperiferia
del Sistema-mundo) un elemento más determinante que las
“culturas políticas estatales” las cuales, pese a su innegable importancia,
distan mucho de ser un criterio definidor. En segundo lugar, las
configuraciones geográficas que más nos dicen del movimiento son, por una
lado, las grandes ciudades como representaciones del espacio global y
potenciales emisores de comunicación universal y, por otro, espacios difusos
reveladores de contradicciones. Sirvan de ejemplo de estos últimos, las
fronteras fortaleza y los circuitos globales de circulación de la fuerza de
trabajo migrante y precaria o sectores campesinos (MST de Brasil, los
agricultores franceses de José Bové etc.) agredidos por las políticas
neoliberales, etc.
Creemos que la clave definitoria de los Movimientos globales es, en primer
término, haber construido una agenda que colocaba como principal enemigo
a las principales instituciones de comando económico mundial –que no eran
específicamente los Estados-. En segundo término, haber diseñado un
repertorio de acción colectiva capaz de representar, al menos
simbólicamente, espacios globales para la protesta frente a las
contradicciones de significación global.
La desobediencia italiana fue una de las formas de acción colectiva de ese
repertorio más llamativas. Su modularidad, y esta es la tesis principal de este
artículo, no estaba limitada tanto al “Estado italiano” como a la capacidad
Jóvenes, globalización y movimientos altermundistas 249
(16)
Sobre la noción de movimientos
antisistémicos que manejamos,
véase Arrigí, Hopkins y
Wallerstein (1989).
organizativa de los grupos del movimiento y a su voluntad política (al menos
en las áreas centrales de la Economía-mundo como Europa y América del
Norte).
Creemos que el desafío teórico que plantea ese nuevo repertorio no puede
afrontarse mediante la infructuosa moda del eclecticismo y la supuesta
complementariedad de las distintas perspectivas de aproximación a los
movimientos (17) sino recuperando visiones sistémicas/globales que
permitan comprender los fenómenos de acción colectiva, las estrategias
donde se articulan y los nuevos protagonismos políticos que prefiguran en
su contexto histórico general para poder entender la significación –global–
de sus demandas y sus formas organizativas.
Por ello el objeto del presente trabajo no es un movimiento en tanto
que realidad madrileña, ni en tanto que sucursal de un grupo más
o menos europeo centrado en el Norte de Italia, sino un proyecto
de acción colectiva propia de un repertorio global, solo posible en el
contexto de la Globalización capitalista, en el que Madrid aparece más como
nodo de una red de ciudades globales –aún con todos sus condicionante
jurídico– estatales– que como unidad administrativa central de un Estado
Europeo.
3. No pasarán, pasaremos (18): l@s invisibles como
herramienta político-comunicativa del MRG-Madrid
(2000-2001)
El MRG-Madrid surgió en el verano de 2000 como espacio de continuidad
de la asamblea Rompamos el silencio (19) respondiendo al llamamiento que
hiciera la Acción Global de los Pueblos (AGP) (20) con motivo de la
reunión del FMI y el BM a celebrar en Praga en septiembre de 2000.
Aglutinaba colectivos y sobretodo militantes provenientes de diferentes
experiencias y grupos de la escena radical madrileña (ecologistas,
zapatistas, comunistas, anarquistas, autónomos, centros sociales ocupados,
sindicatos de base etc.) (21). Enseguida tomó forma de asamblea de
activistas (antes que plataforma de colectivos y organizaciones)
coordinándose con otros grupos del Estado español (especialmente de
Cataluña) y, en menor medida, con IMPEG (Initiative Against Economic
Globalization) (22) y la AGP. Se plantearon dos objetivos fundamentales:
una intervención directa de activistas de Madrid en las movilizaciones
Praga y la organización de una manifestación en Madrid paralela a las
movilizaciones en la capital checa.
La revuelta de Seattle meses antes había lanzado dos mensajes
fundamentales: la acción colectiva global como acontecimiento
planetario era visualizable y una de las condiciones de esa
visibilidad venía de las potencialidades comunicativas y mediáticas
de un conflicto callejero de cierta intensidad. Esta lectura de los
acontecimientos de Seattle fue realizada simultáneamente por diferentes
grupos de activistas que en diferentes lugares del mundo (particularmente
en Europa) que se organizaron para estar presentes en Praga
–incluido el MRG-Madrid (23)– y resulta clave para entender la dimensión y
el significado fundante para los movimientos europeos que alcanzaron estas
protestas.
250 REVISTA DE ESTUDIOS DE JUVENTUD ≥ marzo 07 | n.° 76
(17)
Moda en la que, por desgracia,
han caído también
investigadores de izquierda,
como Ángel Calle, que reivindica
también esta
complementariedad (2005:18) y
asume la lamentable metáfora
hindú de Gusfield (19). Los
paradigmas de conocimiento –a
los que Calle otorga tres
orígenes: Weber, Marx y
Tocqueville– que informan las
diferentes teorías de
aproximación a los movimientos
sociales no pueden relacionarse
como piezas de lego en aras de
una suerte de buen rollito entre
la comunidad sociológica por
más que lo hayan pretendido
buena parte de los más
reputados movimentólogos.
Salvo que seamos más listos que
Marx y Weber difícilmente
podremos resolver cuestiones
epistemológicas que aluden al
significado histórico de los
movimientos sociales y a su
papel en los procesos de cambio
social. Precisamente uno de los
problemas de buena parte de la
“movimentología” académica y
activista mundial es su escaso
interés por cuestiones teóricas
de fondo. El propio Sydney
Tarrow es ejemplo de ello con su
infructuoso intento de
establecer equivalencias entre
las tradiciones marxistas con
diferentes teorías sobre la acción
colectiva (2004: 33-38). Por
desgracia, el tema de la
complementariedad es una
cuestión aparentemente pacífica
entre los estudiosos de los
movimientos sociales y nos
parece crucial contribuir a
despacificarla.
(18)
Esta leyenda, junto al logotipo
de IMPEG, aparecía en la
camiseta especialmente
elaborada para las protestas de
Praga por el MRG. Trataba de
sintetizar un encuentro entre
nuevas y viejas luchas de
especial significación para
Madrid. Quede la referencia para
los aficionados al frame analysis.
(19)
A este respecto véase Morán
(2003:95).
(20)
http://www.nadir.org/nadir/initia
tiv/agp/es/
(21)
Puede verse el acta fundacional
en:
http://www.fortunecity.es/arcoiri
s/zen/160/acta.htm#
(22)
Sobre IMPEG véase Echart,
López y Orozco (2005: 131-132).
(23)
Siguiendo el ejemplo de Seattle y
las propuestas de AGP, el MRGMadrid
apostó desde el principio
La mayor parte de los activistas del MRG-Madrid participó en el bloque de
monos blancos que encabezó el bloque amarillo (24) el 26 de septiembre
en Praga y terminó chocando con las unidades antidisturbios checas en el
puente Nuselsky Most. En Nuselsky Most el grupo madrileño experimentó de
forma directa un enfrentamiento con los antidisturbios en una modalidad
insólita para ellos, generando el embrión de una identidad original.
Militantes de diferentes sectores –en ocasiones enfrentados– de la izquierda
madrileña, vistiendo monos blancos junto a otros militantes checos,
finlandeses, ingleses, griegos y sobre todo italianos, habían compartido un
choque contra la policía en una manera desconocida e intensa. La
experiencia de Praga había configurado un marco de referencia nuevo para
hacer política; una nueva forma de acción colectiva y un significante nuevo
–los monos blancos– abrían las posibilidades de un espacio para la
experimentación.
El manifiesto de los tute bianche del 28 de septiembre tras la movilización
de Praga refería ya una identidad europea: (…) Con nosotros y nosotras, por
primera vez, había Tute Bianche (monos blancos) que hablaban griego,
finlandés, español (…). (25)
Al regreso de la República Checa, los monos blancos fueron un elemento
simbólico importante para articular la campaña por la libertad de los
activistas detenidos que permanecieron encarcelados en Praga durante
varios meses (26). Vestir los monos blancos en las diferentes acciones servía
para construir mediaticamente una conexión con las movilizaciones de Praga
y un sentido de pertenencia al Movimiento global (27).
Tras la campaña por la libertad de los presos, un conjunto de
acontecimientos (28) aceleró las teorizaciones sobre los monos blancos
como instrumento político y provocó la apuesta por un proyecto de
desobediencia política más articulado. Se abrió un proceso que culminó en
enero con la Primera proclama incendiaria de los invisibles (29).
El documento, aparecido en enero de 2001, es el manifiesto fundacional de
los invisibles. Refiere la invisibilidad de algunos sujetos sociales (precarios,
migrantes etc.), propone los monos blancos al conjunto del movimiento
como herramienta superadora (…) de la guerra de banderas y simbologías
autoidentitarias(…) y señala: (…) en este momento se hace necesario
recuperar la palabra y el espacio, palabra y espacio que la represión y la
criminalización nos arrebatan a golpe de porra y pelotas de goma (…)” y
previene: (…) Las viejas recetas pensamos que cada vez nos funcionan peor,
e incluso a veces se vuelven contra nosotros mismos….Tal vez no sea este el
momento ni el espacio de las piedras, de las vitrinas de los bancos rotas, de
los contenedores ardiendo…tal vez sea precisamente eso lo que estén
esperando de nosotros ahora, para aumentar aún más la potencia de su
apisonadora represiva….creemos que es el momento de redefinir la acción
directa, la cual pensamos como modo de intervención y comunicación social
colectiva, nunca como fin en si mismo: el momento de proyectar la
desobediencia civil como forma de recuperación de espacios a través de la
acción colectiva de mentes y cuerpos, pero quizá ahora debamos
preocuparnos especialmente de situar la violencia como contradicción de los
que siempre fueron y son los violentos….sentimos la necesidad de hacer
visibles los conflictos ante tod@s, también ante sus medios poniendo
nuestros cuerpos en el centro del conflicto, negándonos a obedecer,
reapropiando lo que es de todos: la libertad de expresión, los derechos
Jóvenes, globalización y movimientos altermundistas 251
por un modelo de intervención
intensa dirigido bien a evitar la
reunión del FMI y el BM, bien a
dificultarla al máximo. El grupo
se pertrechó así de máscaras
antigás e impermeables
destinados a evitar los gases
lacrimógenos y líquidos
urticantes que previsiblemente
podrían usar las unidades
antidisturbios checas y se
organizó un grupo sanitario de
primeros auxilios. Se realizaron
talleres prácticos de resistencia a
la represión y se visionaron, por
primera vez, vídeos de los tute
bianche en acción. Incluso se
envió una carta –mediante correo
electrónico, por supuesto–
dirigida a los tute bianche
manifestando el interés por sus
formas de intervención y la
disponibilidad para intervenir con
ellos en Praga.
(24)
En Praga los activistas utilizaron
la táctica de los colores
rebeldes (rosa, amarillo y azul)
que referían diferentes técnicas
de intervención con diferentes
niveles de conflicto. Así, de la
plaza Miru partieron el 26 de
septiembre 3 bloques de
manifestantes; el rosa (street
party), el azul (guerrilla urbana)
y el amarillo (desobediencia
italiana). Sobre los bloques de
Praga puede consultarse, en
castellano, Echart, López y
Orozco (2005: 130-135), Calle
(2005:21-23) o Iglesias Turrión
(2004: 14-21).
(25)
El documento completo en
http://www.nodo50.org/invisible
s/praga.htm
(26)
Entre ellos los madrileños del
MRG Gaizka Azkona y Miquel
Oliva.
(27)
Como pudimos comprobar
durante una estancia en México,
este elemento simbólico de
pertenencia a una realidad
global fue también la calve para
que el colectivo del Distrito
Federal “Desobediencia civil”
utilizase los monos blancos.
Pueden verse fotos de los
monos blancos mexicanos en:
http://www.nodo50.org/invisible
s/mexico/home.htm Tras la
experiencia de Praga, surgieron
grupos de monos blancos
también en Reino Unido,
Finlandia, Suecia y Nueva Cork.
Véase: http://www.nodo50.org/
invisibles/enlaces.htm
(28)
De entre ellos destaca el tour
por varios centros sociales
italianos de una veintena de
activistas del MRG tras una
rocambolesca historia que
empezó en los disturbios de
sociales, la calle… Por eso creemos que hay que ponérselo difícil, tanto en lo
político como en lo físico (…) (30).
Los invisibles estaban haciendo una propuesta de acción colectiva que
entendían eficaz para el contexto madrileño. Pero la clave de esa eficacia no
derivaba tanto de la especificidad del escenario de aplicación como de la
lectura que se hacía de la comunicación social contemporánea. Los invisibles
querían colarse en el espectáculo, construir un espacio de comunicación
política especifico de la forma movimiento. Ello implicaba usar la calle como
escenario para una política conflictiva distinta a la parlamentaria y diferente
de los simulacros de violencia política (la guerrilla urbana). El tamaño de ese
hueco entre parlamento y violencia política, estaba en función de las
características de la intervención policial y la trascendencia mediática de los
enfrentamientos.
La manifestación legalizada y ordenada hacía tiempo que había dejado de
ser algo más que una posibilidad de encuentro, un ritual de confraternización
cada vez más anodino. Pero si los intentos de superarla se veían limitados
bien por la actuación policial y unos niveles de victimización insostenibles
–era el caso de la sentada de la Red Ciudadana por la Abolición de la Deuda
Externa (RCADE) en las escalinatas del Congreso de los diputados el 26 de
noviembre de 2000, brutalmente reprimida por la policía (31)– o bien por la
fácil criminalización de formas de enfrentamiento más abiertas (32) se hacía
necesario inventar una forma de intervención que fuera conflictiva,
generadora de identidad, espectacular-mediática y que pusiera en
dificultades los dispositivos represivos y criminalizadores.
Eso era básicamente lo que habían conseguido los zapatistas en México y las
protestas de Seattle y Praga. El máximo perfeccionamiento de tal repertorio
lo habían alcanzado los tute bianche italianos. Se trataba ahora de poner en
práctica en Madrid lo aprendido en el emergente ciclo global de protesta.
La manifestación convocada el 27 de enero por el MRG-Madrid, paralela a la
cumbre anual del Foro Económico Mundial en Davos y contra la ley de
extranjería fue el escenario donde, por primera vez, los invisibles aparecieron
con protecciones (gomas frontales, cascos, espinilleras, pecheras etc.). Un
impresionante despliegue policial entre el CSOA Laboratorio (de donde
salieron los monos blancos) y la plaza de Cibeles (donde empezaba la
manifestación) provocó el primer encuentro entre policía en invisibles en el
paseo del Prado. La policía pudo requisar algunas de las protecciones
frontales pero no pudo detener a nadie a pesar de que se produjo algún
intercambio de golpes.
Los activistas llegaron a la manifestación y en un andamio protegido por los
antidisturbios, rodearon a estos últimos mediante un cordón, subieron el
andamio y descolgaron una pancarta. No se produjo ni una sola detención ni
un solo herido. La primera experiencia con las protecciones tuvo un éxito
considerable, vistos los protocolos que acostumbraban las UIP´s en Madrid,
en especial durante el periodo en el que Francisco Javier Ansuátegui fue
delegado del Gobierno.
Sobre la acción l@s invisibles declararon: (…) La policía nos confiscó gran
parte del material que portábamos para las acciones, pero tuvieron que ver
como nos protegíamos l@s un@s a l@s otr@s, como permanecíamos junt@s
(…) Actuamos y desobedecimos igualmente en la manifestación y vari@s
compañer@s treparon por los andamios para descolgar la pancarta que
252 REVISTA DE ESTUDIOS DE JUVENTUD ≥ marzo 07 | n.° 76
Niza el 7 de diciembre de 2001
contra la reunión de la U.E.,
continuó en la frontera entre
Francia e Italia a pocos
kilómetros de Ventimiglia con
un despliegue paralelo de
antisturbios de los CRS
franceses y de los carabinieri y
la policía italiana para impedir el
regreso a Francia de los
activistas madrileños en el
marco de la derogación
temporal de los acuerdos de
Schengen, que terminó con la
invitación por parte de los tute
bianche para visitar varios de
sus centros sociales. La historia
merecería incluso una novela
pero límites de espacio nos
obligan a sintetizarla en esta
nota. Véase, en cualquier caso,
el comunicado que los activistas
madrileños hicieron llegar desde
Italia:
http://www.nodo50.org/niza00/
bolonia.htm
(29)
Puede verse en
http://www.nodo50.org/invisible
s/proclama.htm
(30)
El discurso del documento tuvo
cierta repercusión entre
sectores autónomos madrileños.
Como ejemplo de ello, véase
Padilla (2002).
(31)
La actuación de las Unidades de
Intervención Policial contra los
activistas de la sentada había
aparecido en los telediarios
nacionales provocando incluso
la comparecencia del Ministro
del Interior. Sin el más mínimo
riesgo para su integridad física
–los activistas no opusieron la
menor resistencia– y con total
impunidad, los agentes
antidisturbios patearon, tiraron
del pelo, propinaron puñetazos,
apuntaron y dispararon a placer
pelotas de goma al cuerpo y la
cabeza de manifestantes
tendidos en el suelo. Esta
actuación de los antidisturbios
brindó, sin embargo, una
oportunidad de oro para que el
modelo de desobediencia
italiana pudiera plantearse. Y así
lo hicieron l@s invisibles con la
primera proclama incendiaria.
(32)
Los discursos antiterroristas –no
hay que olvidar además que
pocas semanas antes había sido
detenido y encarcelado, víctima
de un montaje policial, Eduardo
García quien, entre otros
colectivos, pertenecía al MRG– y
habíamos decidido descolgar, debajo les esperamos decidid@s, agarrad@s
entre nosotr@s y eso volvió a ser lo más lindo, el sentimiento de comunidad
que creamos, el apoyo mutuo (…) (33).
El discurso sobre la invisibilidad ya había demostrado su potencia el 23 de
enero, cuando un portavoz de los invisibles con el rostro cubierto
compareció en rueda de prensa con los migrantes encerrados en el colegio
mayor Chaminade en protesta ante la inminente entrada en vigor de la Ley
de extranjería. En este caso, se trataba de una acción simbólica para
denunciar la invisibilidad, la marginación y la falta de derechos a la que la
nueva ley condenaba a los trabajadores migrantes. Los invisibles
acompañaron a los encerrados a su salida del Colegio mayor como símbolo
de la protección que la sociedad debía brindarles.
Durante los meses siguientes la actividad de los invisibles se ligó cada vez
más al centro social El Laboratorio y a la preparación de una intervención de
activistas primero en Barcelona, con motivo de la Reunión del Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial, prevista para junio y después en
Génova, que habría de albergar en julio las históricas movilizaciones contra
el G8.
Desde un principio, el objetivo principal del MRG y l@s invisibles era preparar
la intervención en Génova. Los contactos con Italia eran continuos.
Delegados del MRG-Madrid habían participado además en el encuentro
europeo de la AGP celebrado en el CSOA Leoncavallo de Milán entre el 24 y
el 25 de marzo de 2001, donde se habían comenzado a prefigurar las
estrategias desobedientes para Génova. Se había tomado conciencia de la
dimensión que podía adquirir la protesta. Génova representaba la
oportunidad de hacer visible a nivel planetario la modalidad desobediente
por la que se apostaba. Aún cuando el grueso de la estructura organizativa
la aportarían obviamente los italianos (y no tanto por ser los anfitriones sino
por su impresionante capacidad organizativa) los diferentes proyectos de
monos blancos que, tras la experiencia de Praga, habían empezado a
desarrollarse en Europa –con los que ya se habían mantenido encuentros
bilaterales en Italia–, habrían de confluir en Génova.
Si el modelo funcionaba cabía pensar en su extensión y en el impulso de
estas técnicas desobedientes en clave europea y global.
Tras el anuncio del BM y el FMI de suspender su encuentro en Barcelona, el
mantenimiento de las movilizaciones en esta ciudad se interpretó como una
etapa de importancia menor en el camino hacia Génova. Incluso se llegó a
excluir la preparación de una intervención desobediente ante el agotamiento
general tras el ritmo frenético de activismo que el MRG-Madrid mantuvo en
el primer semestre de 2001 (la participación de una parte de la militancia del
MRG en los encierros de migrantes en Madrid había provocado cierto
desgaste).
Sin embargo, los intentos de dar a conocer y extender el modelo de
desobediencia italiana en otros lugares (34) habían generado un interés
notable precisamente en Barcelona, donde algunos colectivos estaban
dispuestos a llevar a cabo la propuesta y preparar acciones durante las
movilizaciones previstas para el 24 y el 25 de junio. Lógicamente éstas
requerían del mayor numero de militantes con cierta experiencia y en una
asamblea de l@s invisibles apenas 7 días antes de las movilizaciones en
Barcelona, se decidió participar.
Jóvenes, globalización y movimientos altermundistas 253
la debilidad general de la
izquierda radical hacían poco
viables modalidades de
enfrentamiento que recordaran
a la lucha callejera vasca.
(33)
El texto completo en:
http://www.nodo50.org/invisible
s/propuesta.htm
(34)
El MRG fue invitado ese año a
dar varias conferencias en
diferentes ciudades del Estado
español donde se expusieron las
técnicas de la desobediencia
italiana.
Tras los incidentes e infiltración policial del día 24 (35), la acción de los
invisibles prevista para el 25 quedó comprometida. Sólo tras una difícil y tensa
asamblea, los mrgistas pudieron imponer el mantenimiento de la acción. Ésta
consistía básicamente en la ocupación de La Bolsa. En esta ocasión, y como
se aprecia en las fotografías, el grupo –formado por activistas madrileños y
catalanes esencialmente– contaba con excelentes protecciones y aunque el
choque finalmente no se produjo por una inesperada e insólita tolerancia
policial –inimaginable en Madrid– durante la negociación, se pudo imponer
una marcha sin autorización, se bloqueó la entrada de la Bolsa durante más de
una hora y la acción contó con una considerable cobertura mediática.
Aún cuando el hecho de que el choque no se produjera dejó un mal sabor de
boca en la mayor parte de los activistas, especialmente tras el despliegue de
protecciones, la experiencia contribuyó a reforzar la propuesta y vincular a
más colectivos en la estrategia desobediente que se preparaba para Génova.
Desde varios días antes de la movilización en Italia, una avanzadilla del MRGMadrid
trabajaba en Génova en tareas de coordinación general y preparando
la llegada de los activistas madrileños. Mientras tanto, en Madrid, se
realizaban charlas y talleres explicativos sobre la modalidad desobediente
que habría de practicarse en Génova (36).
Dos elementos fueron claves en este aspecto.
El primero de ellos fue la disolución de los tute bianche italianos en un
espacio más amplio (Laboratorio de la desobediencia primero y Movimiento
de los desobedientes después). En este sentido, los tute bianche murieron
felizmente de éxito. Su forma de hacer política logró no solo un elevadísimo
impacto mediático (inimaginable para otros grupos afines en Europa e
incluso difícil de gestionar para los mismos tute bianche) sino que fue capaz
de integrar a otros sectores del movimiento por “la derecha” (el caso de los
jóvenes del partido Refundación comunista) y por “la izquierda” (los centros
sociales del sur de Italia, hasta ese momento críticos con los planteamientos
de la Carta di Milano) en la estrategia desobediente. La consecuencia de ello
fue la “disolución en la multitud” de los tute bianche ante las perspectivas de
una desobediencia masiva (37) y como condición para ampliar la estrategia
de protesta a otros sectores.
El segundo fue la absoluta inviabilidad de la modalidad desobediente
practicada hasta entonces en Italia por los tute bianche ante las estrategias
desplegadas por la policía –y en especial por los carabineros– en Génova. La
estrategia policial dejaba la guerrilla urbana como única posibilidad de
enfrentamiento (38). Este segundo elemento provocó incluso un cambio en
la estrategia de acción colectiva de los desobedientes italianos que fue
teorizada como paso de la desobediencia civil a la desobediencia social.
Ambos elementos fueron determinantes para la suerte que habría de correr
la propuesta desobediente en Madrid. De un lado, el proceso de agregación
vivido en Italia no se había producido en Madrid (ni había condiciones para
que pudiera producirse) y un eventual paso a la desobediencia social –que,
de hecho, se intentó con éxito notable con la campaña “banderas de
disidencia” (39)– quedaba en cierta medida huérfano de una experiencia
anterior de entidad.
Por otro lado, los niveles represivos genoveses situaron a los invisibles en
una posición difícil. La participación de activistas madrileños en el bloque
desobediente y en los enfrentamientos de via Tolemaide había sido
254 REVISTA DE ESTUDIOS DE JUVENTUD ≥ marzo 07 | n.° 76
(35)
Véase
http://www.rebelion.org/sociales
/barna250601.htm
(36)
No es este el lugar para tratar
sobre el significado de los
acontecimientos de Génova
para los movimientos globales;
vamos a limitarnos a explicar su
significado para el proyecto
madrileño de desobediencia
italiana.
(37)
El proceso no estuvo exento de
agrias discusiones en el mismo
Estadio Carlini (sede de los
desobedientes en Génova) en la
que los representantes de las
expresiones no italianas del
movimiento no tuvieron una
posición fácil, al verse alentados
por los sectores italianos no
favorables al abandono de los
monos blancos a intervenir en
favor del mantenimiento de un
símbolo que se había difundido
en diferentes partes del mundo.
(38)
Recomendamos, a este
respecto, el visionado del
magnífico trabajo documental
“Le strade di Genova”, donde se
explica detalladamente la
estrategia de intervención
policial.
(39)
Véase
http://www.nodo50.org/mrgma
drid/guerra.htm
intensa (40) pero de ella no podía extraerse un aprendizaje distinto al de la
lucha callejera sin cuartel. La sombra represiva genovesa terminó de
intensificarse y visualizarse tras los atentados del 11S reduciendo, al menos
en apariencia, las posibilidades de viabilidad política de construir espacios
simbólicos de enfrentamiento (o, al menos, esa era la sensación de muchos
activistas).
A ello se debe añadir la atención mediática despertada por el MRG-Madrid a
su regreso (41), absolutamente desproporcionada respecto a su fuerza
organizativa y, por lo tanto, muy difícil de gestionar.
Estos factores no son una lista cerrada pero nos parecen claves para
entender cómo la propuesta de los invisibles se vio desbordada por los
acontecimientos. Aun cuando sus principales impulsores sostenían la
necesidad de experimentar en Madrid un modelo que se entendía todavía
lleno de posibilidades (y así se asumió desde la asamblea de invisibles al
regreso de Génova) su debilidad organizativa para gestionar el escenario
post-genovés les obligó a recular posiciones. Y ello no respondía solo a las
dificultades para traducir a la realidad madrileña el significado global de
Génova sino también a la masiva incorporación de colectivos a un proyecto
de movimiento “antiglobalización” en Madrid.
El MRG-Madrid fue prácticamente el único colectivo de la capital en apostar
por una intervención en Génova y no fue demasiado complicado mantener
una hegemonía de discurso y método (42). Sin embargo, a la vuelta a
Madrid, se produjeron masivas asambleas (43) con un desembarco de
cuadros políticos de otros sectores de la izquierda que limitó la audacia
política que hasta ese momento pudo mantener el MRG. Los consensos de la
nueva asamblea eran sin duda más amplios pero poco innovativos.
Efectivamente ello era una demostración del éxito de los análisis y las
estrategias del MRG y los invisibles que, sin embargo, se veían ahora sin la
capacidad organizativa suficiente para mantener la hegemonía en el nuevo
“Movimiento antiglobalización” madrileño.
Una lectura cercana a ésta estaba implícita en los activistas del MRG que,
tras la experiencia italiana, apostaron por la construcción de un espacio
político y cultural urbano que sirviera de estructura para poder plantear
proyectos ambiciosos: una gran centro social okupado. El Laboratorio, hasta
su tercer desalojo y a pesar de su inconsistencia como espacio político (44),
fue el espacio que, en gran medida, albergó, posibilitó y dio cobertura a las
experiencias de desobediencia italiana hasta el verano de 2003.
4. ¡Vamos al congreso!: De Génova a las Movilizaciones
anti-Guerra (2001-2003)
La necesidad de un sustento organizativo fuerte como fundamento de un
proyecto político ambicioso fue –y en gran medida lo sigue siendo– la clave
de análisis del grupo de jóvenes activistas que habían impulsado el MRG y
l@s invisibles. Este análisis, en los años siguientes al curso Praga-Génova,
produjo tanto ilusiones y motivación para intentar construir esas estructuras,
como decepciones y amargura ante la debilidad y los límites de la izquierda
social madrileña, particularmente en los momentos de reflujo en ausencia de
procesos de movilización amplios.
La desobediencia italiana se seguía asumiendo como un mecanismo de
intervención valiosísimo –y, de hecho, nunca se renunció en Madrid al uso de
Jóvenes, globalización y movimientos altermundistas 255
(40)
A pesar de ello, solo hubo un
detenido del grupo madrileño.
Sin embargo, Génova implicó la
intensificación de la presión e
infiltración policial sobre el MRG.
Recientemente se reveló
públicamente que un exmilitante
del MRG (que participó
activamente en los
enfrentamientos de Génova) era
policía (en la actualidad,
miembro de las UIP o
antidisturbios). Véase:
http://www.nodo50.org/tortuga
/article.php3?id_article=2657
(41)
La rueda de prensa ofrecida –en
la que ninguno de los
intervinientes tenía más de 24
años– fue recogida por todos
los telediarios nacionales.
(42)
Véase el documento “En
Génova, volveremos a asaltar los
cielos” en:
http://www.rebelion.org/sociales
/genova090701.htm
(43)
De hecho la asamblea inicial del
MRG pasó a llamarse Asamblea
“Génova 2001”.
(44)
Hablar de inconsistencia en
ningún caso pretende restar
importancia al proyecto.
Pretendemos tan solo señalar
una obviedad: la incapacidad
del tercer laboratorio para
definir identidad y estrategia
políticas. Tal vez ello sea una
virtud y muchos así lo
interpretaron pero creemos que
fue una de las causas
principales que explica la
debilidad en las respuestas a los
desalojos de uno de los centros
sociales más importantes del
Estado español y sin duda de
Madrid y la incapacidad hasta la
fecha –y cuando escribimos
estas letras han pasado casi 3
años desde el desalojo del breve
Labo 4– de abrir un nuevo
espacio que pudiese
compararse a los anteriores.
los monos blancos– pero para ser viable requería, como decimos, una solidez
organizativa inédita en la escena radical madrileña a pesar de la enorme
apertura de espacios para la movilización que estaban generando la
intensificación de la militarización global tras el 11S en clave mundial, la
segunda legislatura del partido popular en clave estatal, y la gestión
represiva del orden público mediante el modelo Ansuátegui en clave
metropolitana.
La primera gran apuesta, como apuntábamos, pasó por intensificar la
vinculación con el Laboratorio. Desde su nacimiento, el MRG había
experimentado una relación particular con este centro social; muchos
miembros del Laboratorio militaban activamente en el MRG y l@s invisibles y
el centro social fue desde octubre de 2000 el espacio de encuentro y
actividad principal de estos colectivos. Allí se celebraban las asambleas, las
comisiones de trabajo, se construían y almacenaban los materiales para la
desobediencia y se realizaban los talleres y “entrenamientos”. Además, los
monos blancos se habían usado ya en movilizaciones de defensa del centro
social en abril de 2001 (45).
Los viajes al norte de Italia y el conocimiento de los centros sociales de la
postautonomía italiana fue esencial para que la generación de activistas del
MRG e invisibles asumiera estos espacios como lugares esenciales para la
consolidación de un área antagonista, en gran medida, juvenil. Ello sirvió
además para confluir con una generación anterior que representaba una de
las tradiciones o tendencias de los centros sociales madrileños (46) y de
algunos colectivos autónomos que ya se habían inspirado en los centros
sociales italianos y muchos de cuyos exponentes eran miembros de la
asamblea del CSOA Laboratorio.
El 28 de agosto, pocas semanas después del regreso de Génova se consumó
el desalojo del Laboratorio II (47). Tras el desalojo, buena parte del trabajo
militante de los activistas del MRG se concentró en las asambleas de
preparación de una nueva ocupación en Lavapies que continuara el proyecto
del Laboratorio y en la campaña “Banderas de disidencia” que, como hemos
indicado, suponía en cierta medida una adaptación de la desobediencia
social post-genovesa (48).
Buena parte de los activistas del MRG se integraron –o se desintegraron– en
la asamblea del centro social, mientras otro sector, aún cuando se reunía en
el centro y lo usaba como principal espacio de actividad, quedó
decepcionado por lo que se entendía como una des-intensificación de la
politicidad del mismo.
En cualquier caso, la cultura de acción de los invisibles había quedado
integrada en el ambiente del centro social y las nuevas experiencias de
desobediencia italiana siguieron surgiendo allí.
No será, sin embargo, hasta los meses de febrero y marzo de 2003 cuando
ésta pudo desplegarse en una dimensión considerable. Los intentos durante
la celebración del Foro Social Trasatlántico (49) en mayo de 2002 resultaron
un fracaso y el espacio de confluencia abierto en los Laboratorios de la
desobediencia en Madrid no llegó mucho más lejos de la preparación de
seminarios de discusión con la presencia de dirigentes italianos del
Movimiento de los desobedientes y otras realidades del Estado español, la
participación en el espacio europeo desobediente en el Primer Foro social
europeo de Florencia (50) y una acción de intensidad media coincidiendo
256 REVISTA DE ESTUDIOS DE JUVENTUD ≥ marzo 07 | n.° 76
(45)
Véase http://www.nodo50.org/
invisibles/manifiestos.htm
(46)
El término centro social para
referirse a las casas okupadas es
de origen italiano y solo se
extendió en Madrid tras un viaje
a Italia organizado por la
coordinadora de colectivos
Lucha Autónoma a principios de
los 90.
(47)
De hecho, en la manifestación
de protesta se trataron de
adaptar algunos mecanismos de
la desobediencia italiana.
Pueden verse unas fotos en:
http://www.sindominio.net/
desalojolabo/fotos/
(48)
El proceso previo y la posterior
ocupación del edificio de la calle
Amparo 103 que daría lugar al
CSOA Laboratorio 3 merecería
un análisis pausado pero excede
los objetivos de este trabajo.
(49)
Véase http://www.nodo50.org/
forosocial/
(50)
Sobre los desobedientes en
Florencia véase Iglesias (2002a)
con el primer aniversario de la insurrección argentina en diciembre de
2002 (51).
La experiencia del Aguascalientes madrileño (52) a finales de 2002 despertó
un gran interés. Una marcha de la comandancia del EZLN en Europa que
enlazara con las movilizaciones antiguerra en el continente y la posibilidad
de enfrentar el conflicto vasco desde una posición insólita, distinta a la
dinámica militar y al cabildeo de los partidos resultaba fascinante. Sin
embargo, la nula disposición de ETA para entrar al trapo que le tendía el
subcomandante Marcos limitó el protagonismo que podía adquirir el
Aguascalientes. Su intento posterior de convertirse en un espacio de
confluencia de diversos movimientos sociales fue encomiable pero, si la
frescura de una parte de su componente militante había sido un valor en sus
inicios y, en cierta medida, había permitido experimentar mecanismos de
liderazgo interesantes, esos mismos caracteres limitaron, por un lado, su
capacidad para definir formas de acción colectiva que generaran algún tipo
de posibilidad comunicativa mediante el conflicto –al que renunciaron los
militantes y portavoces del Aguascalientes– y, por otro, impidieron la
confluencia con otros sectores militantes –particularmente con el MRG y exinvisibles
en lo que atañe a este trabajo– incómodos ante lo que se
interpretaba como una contradicción entre un discurso de potencia notable
y una práctica algo tibia.
Para algunos activistas que habían participado de la experiencia del MRG y
los invisibles resultó especialmente molesto el uso de monos blancos y
escudos por parte de la militancia del aguascalientes durante la
manifestación contra la guerra del 15 de febrero en Madrid en la que habían
organizado un bloque con megafonía propia. Parecía un contrasentido
dotarse de esas herramientas sin más intención que marchar en la
manifestación. Precisamente, en esa marcha un grupo de activistas se
desgajó de ese bloque para desplegar en una andamio de la Plaza de
Neptuno una pancarta contra la ilegalización de las ideas y descolgar una
enorme lona publicitaria del Ministerio de defensa llamando al reclutamiento.
La acción sería reivindicada siete días después, en el marco de la
manifestación de Nunca Mais en Madrid, en los siguientes términos:
(…) Nos visteis hace solo una semana, mezclados entre cientos
de miles, entre más de un millón de personas que recorrieron las
calles de Madrid. Estuvimos en la Plaza de Neptuno, allí unimos
nuestras voces a los compañeros zapatistas, allí cayó, desde
muchos metros de altura, nuestro primer grito desobediente
contra la guerra. Dijimos que otro mundo es posible, que otro
Madrid es posible, dijimos no a la ilegalización de las ideas,
dijimos no a la guerra. Pero lo dijimos haciendo,
desobedeciendo.
Llegamos a la calle Alcalá y allí nos estremeció la imagen de la
muerte, arrogante desde un inmenso andamio. Un enorme cartel
del Ministerio de Defensa llamaba al reclutamiento. Escuchamos
los gritos de indignación de la gente y, una vez más, decidimos
desobedecer. Subimos al andamio y descolgamos ese telón de
humillación y miedo. Volvimos a escuchar gritos, esta vez de
júbilo. Comprendimos, de nuevo, que hay momentos en los que
la desobediencia es tan solo (y nada menos) expresión de
dignidad. De aquel andamio ya solo se pudo leer “no más sangre
por petróleo, asesinos”(…). (53)
Jóvenes, globalización y movimientos altermundistas 257
(51)
El minuto a minuto de la acción
en:
http://www.lahaine.org/espana/
minuto_telefonica.htm
(52)
Véase
http://www.islalanzarote.com/or
g/chiapas/aguascalientes.htm
(53)
“Desenterrando el hacha de
guerra”. Comunicado de
Voluntari@s Desobedientes, que
acompaña a las acciones
realizadas durante la
manifestación en Madrid
convocada por la plataforma
Nunca Mais. Disponible en:
http://www.lahaine.org/espana/
desterrando_guerra.htm
El comunicado era una declaración de principios sobre cómo se entendía la
acción colectiva desobediente. Aquel, aparentemente retórico (…)Pero lo
dijimos haciendo, desobedeciendo(…) contenía muchas críticas que ya
hemos anticipado.
El documento reivindicaba también una genealogía amplia pero muy
concreta:
(…) ¿quienes somos?… (…) Nos reconocemos en un espíritu y en
una práctica de combate. Un espíritu que está en nuestro ADN
político. Nos reconocemos en las calles de Praga enfrentándonos
a policías robocops que defendían la reunión del Banco Mundial
y el Fondo Monetario Internacional, nos reconocemos en la lucha
contra los ejércitos que durante años viene llenando las cárceles
de nuestro país de jóvenes antimilitaristas, en la lucha por la
defensa de los centros sociales ocupados, en los encierros de
inmigrantes caminando junto a los sin papeles, con l@s precarios
rebeldes usurpando la casa del Señor, en los aguascalientes de
la democracia, la libertad y la justicia, construyendo
oportunidades para la palabra… (…) Por eso nosotr@s somos los
nadie, los sin nombre, por eso nosotr@s somos vosotr@s. Por
eso nos cubrimos con monos blancos, los monos blancos que
sirvieron para desobedecer en Italia, en Londres, en Finlandia, en
Cancún, en Barcelona, en Madrid… (…).
El texto se enmarcaba en una reaparición de los invisibles –esta vez como
voluntarios desobedientes– en la manifestación de Nunca Mais. La
intervención tenía dos objetivos. De un lado, llevar a cabo acciones en la línea
de las que se pusieron en práctica durante el 15 de febrero para reivindicar las
posibilidades de utilizar la protesta reglada como espacio para la
comunicación mediante el conflicto sin alcanzar niveles de intensidad que
pusieran en riesgo la propia manifestación. De otra, tratar de vincular un
movimiento juvenil arrollador –el de los millares de jóvenes de todo el Estado
que cada fin de semana acudían a limpiar las playas gallegas tras la catástrofe
ecológica– con la inminencia de la intensificación de las protestas anti-guerra.
El primer objetivo era sobretodo la reivindicación de una apuesta política, la
desobediencia italiana, que se seguía considerando viable para el contexto
que se avecinaba. Luca Casarini había cerrado la intervención de los
desobedientes europeos en el FSE de Florencia con una reflexión muy clara:
Mientras los ataques contra Iraq no se iniciaran, era necesario mantener una
política de alianzas amplia que no dificultara las iniciativas diplomáticas
dirigidas a evitarla, pero una vez empezaran a caer las bombas, la ONU y las
instituciones consentidoras pasaban a convertirse en enemigos del
movimiento al mismo nivel que los agresores y resultaba imprescindible
radicalizar la acción colectiva en Europa.
Este análisis fue interiorizado por buena parte de los militantes que venían
de la experiencia de los invisibles: era necesario ir preparando de nuevo el
terreno para la desobediencia italiana en un inequívoco escenario bélico. Las
acciones en Madrid durante el 15 y el 23 de febrero, muy en el método de la
acción “fundacional” de los invisibles en Madrid el 27 de enero de 2001, iban
encaminadas en esa dirección y pretendían crear una propuesta en el seno
del movimiento. Era el momento de ir más allá a través del desafío:
(…) queremos hablaros y compartir estas calles con vosotr@s.
Pero queremos hablaros de la forma que nos enseñaron los
258 REVISTA DE ESTUDIOS DE JUVENTUD ≥ marzo 07 | n.° 76
zapatistas, de la forma que nos enseñaron las calles de Praga,
las calles de Florencia, de la forma en que vosotr@s nos habéis
enseñado a hablar, como escribiera José Martí: haciendo,
construyendo, desafiando a los poderosos, desobedeciendo.
Decimos que hemos venido a esta manifestación a hablar
haciendo, hemos venido a desobedecer desafiando.
(…) allá van nuestros retos:
.PRIMERO: Desafiamos al delegado del Gobierno en Madrid,
Francisco Javier Ansuátegui que ha intentado impedir, en esta
ocasión sin fortuna, esta manifestación. Dicen que no se puede
desobedecer al delegado del gobierno. Eso esta por ver. ¡Proteja
los andamios señor Ansúategui!. Coloque a sus mercenarios
armados hasta los dientes porque vamos a volver a intentarlo.
Vamos a asaltar de nuevo los cielos, como hicimos el 27 de
enero de 2001, como hicimos hace dos semanas, como hicimos
el pasado domingo entre los cientos de miles que gritaban no a
la guerra. Vamos a ver quien gana el pulso, señor Ansuátegui.
Como siempre, le estamos dando ventaja. Impida a l@s
escaladores desobedientes pintar las calles de Madrid con el No
a la Guerra y el Nunca Mais. Estamos deseando volver a ganarle,
pero nos aburre que nos lo ponga fácil.
SEGUNDO: Desafiamos a los militares ¿Que mejor día para
hacerlo que un 23F?. Se esta preparando una gran carnicería
contra el pueblo irakí. Ya lo gritaron millones de almas hace una
semana: Si quieren petroleo que recojan chapapote. ¡Protejan
sus instalaciones aguerridos mercenarios!, les vamos a llevar
petroleo y huesos.
Las acciones se llevaron a cabo con éxito y fueron claves para la ampliación
de una base militante que se haría visible en los enfrentamientos entre el 20
y el 22 de marzo de 2003.
El segundo de los objetivos era, si cabe, más ambicioso. Se trataba de
construir mecanismos que permitieran vincular a las redes de la izquierda
radical con un proceso de movilización juvenil con pocos precedentes en el
Estado español. La masiva solidaridad generada tras la catástrofe del
Prestige, especialmente entre los jóvenes, no estaba ni mucho menos exenta
de politicidad, asumía modalidades muy interesantes de participación –los
monos blancos, a pesar de su aparente significado como mera herramienta
de protección contra el fuel, tenían una potencia comunicativa innegable– y
permitía construir un discurso para la acción global al vincular el desastre
ecológico y la incompetencia institucional con las multinacionales del
petróleo (54).
En este caso los intentos fueron infructuosos. Llegaron a proyectarse una
caravana de estudiantes europeos en coordinación con sectores estudiantiles
de los desobedientes italianos y una intervención con el colectivo gallego
Voluntari@s en Reveldía de O Grove. Ambos intentos resultaron un fracaso.
Sin embargo, el inicio de los bombardeos contra Irak generó una dinámica
de movilización que permitió a la desobediencia italiana entrar en escena en
Madrid.
La mañana siguiente al inicio de los ataques de la Coalición internacional, de
los principales campus universitarios madrileños partieron manifestaciones
Jóvenes, globalización y movimientos altermundistas 259
(54)
Se habían producido además
interpelaciones directas a los
desobedientes para intervenir
en este tema. Como ejemplo de
una de ellas, véase:
http://www.nodo50.org/marean
egra/victor.htm
ilegales que ocuparon algunas de las más importantes vías circulatorias
(Princesa, Gran Vía y La Castellana) dirigiéndose hacia el Congreso de los
diputados. La acción de los antidisturbios impidió que los estudiantes
llegaran hasta la sede parlamentaria.
Esa noche había convocada una concentración autorizada en la Puerta del
Sol. Fue el espacio en el que los desobedientes decidieron intervenir. Tras
una difícil asamblea en el Laboratorio se decidió acudir a la concentración
con los escudos y tratar de avanzar por la Carrera de San Jerónimo al
Congreso de los diputados para imponer una acción que había resultado
imposible por la mañana. La intervención de los desobedientes fue un éxito
y no tanto porque las unidades antidisturbios que por la mañana habían
impedido a golpes llegar al parlamento recularan hasta apostarse en las
escalinatas de un Congreso rodeado por los manifestantes, sino por el hecho
de que los manifestantes interpretaron perfectamente y llevaron más lejos el
mensaje de la iniciativa.
Tras llegar al Congreso, los desobedientes explicaron y dieron por concluida
la intervención pero la gente continuó manifestándose improvisando una
marcha por La Castellana. Tras la concentración convocada para el día
siguiente frente a la Embajada americana de nuevo aparecieron los escudos
y los manifestantes volvieron a ocupar la Gran Vía para dirigirse a la calle
Génova. En la glorieta de Colón se produjeron cargas de los antidisturbios y
los escudos sirvieron por primera vez en Madrid para contener el impacto de
las pelotas de goma.
Para la concentración convocada a la mañana siguiente en Moncloa, los
desobedientes decidieron llevar también cascos. Se trataba esencialmente
de un símbolo para reivindicar la auto-tutela del derecho de reunión y
manifestación en un contexto de violencia policial generalizada. En ningún
caso se pretendía forzar un enfrentamiento con la policía. La concentración
era ilegal aunque finalmente se pudo pactar un recorrido hasta la plaza de
España (el objetivo inicial era la residencia presidencial). La marcha no se
detuvo en plaza de España y avanzó por Gran Vía hacia la Puerta del Sol.
El bloque desobediente marchaba en la mitad del cortejo y cuando alcanzó
la intersección de Gran Vía con Montera fue encarado y atacado por las
unidades antidisturbios (55).
Lo que vino después fueron combates entre antidisturbios y manifestantes
que se prolongaron durante horas hasta que finalmente la policía pudo
entrar en la Puerta del Sol.
La estrategia del diseño de intervención policial quedó patente al día siguiente
cuando el Ministro del interior denunció la infiltración de activistas con cascos
y escudos que habían salido del Centro social Laboratorio “mezclados” entre
manifestantes pacíficos (56). En ningún caso Interior buscó su chivo expiatorio
entre sectores más o menos anarquistas que abiertamente habían apostado
por mecanismos “insurreccionales”. El objetivo era un grupo de activistas bien
concreto, vinculado al CS Laboratorio, relativamente bien relacionado con
diferentes sectores del movimiento anti-guerra en Madrid, con contactos en
Europa, que había iniciado, tres días antes con la marcha hacia el Congreso,
una forma de intervención en la calle que, sin duda, iba mucho más allá que el
protocolo de protesta reglada visto hasta el 15 de febrero (Iglesias, 2005:83).
La intensificación del nivel de protesta tras el inicio de los bombardeos que
había sugerido Casarini en Florencia, había tomado forma en Madrid.
260 REVISTA DE ESTUDIOS DE JUVENTUD ≥ marzo 07 | n.° 76
(55)
Hay autores que han querido
repartir la responsabilidad de
este choque entre
desobedientes y policía (Malo
et. Altri, 2004:22). Es cierto que
este tipo de modalidad de
enfrentamiento había sido,
como venimos explicando en
este trabajo, una apuesta desde
2000, pero en lo que atañe al
día 22 de marzo, fue la policía la
que forzó el enfrentamiento, con
vistas a generar un escenario de
criminalización y división en el
movimiento.
(56)
Véase:
http://www.elmundo.es/elmundo
/2003/03/27/espana/10487859
65.html
En la ambivalente actitud de Izquierda Unida respecto a los enfrentamientos
callejeros puede apreciarse el pulso que los desobedientes fueron capaces
de plantear durante unos días al Ministerio del interior. Mientras Felipe
Alcaraz animaba al ejecutivo a practicar detenciones y poner a los
alborotadores a disposición de la justicia (57) la responsable de movimientos
sociales de la coalición, Concha Denche, participaba –junto a actores,
profesores, estudiantes y dirigentes sindicales– en la rueda de prensa
ofrecida por los desobedientes en la que se presentaron públicamente los
escudos y cascos y se reivindicó la legitimidad de su uso (58). Poco
después, en un acto en la Facultad de Ciencias Políticas, miembros del Aula
contra la Guerra entregaban a Gaspar Llamazares una pelota de goma
lanzada por los antidisturbios y uno de los cascos usados por los
desobedientes en la manifestación del 22 reivindicando la legitimidad de la
autoprotección a la vista de las agresiones policiales.
Resulta absurdo reivindicar paternidades en las formas de acción colectiva
pero fue tras el éxito de la marcha desobediente al Congreso de los
diputados el 20 de marzo cuando se hizo habitual la ocupación no
autorizada del espacio que tuvo su mayor expresión el 13 de marzo de 2004
tras los ataques de Al Qaeda (Iglesias 2006a) y que ha seguido
produciéndose (sirvan de ejemplo en manifestaciones contra los
parquímetros o, más recientemente, las manifestaciones juveniles por el
derecho a una vivienda digna).
EXCURSUS: El problema de la organización: Arde Madrid (2003-
2005) (59)
Durante las movilizaciones anti-guerra se produjo una confluencia entre
algunos activistas del MRG que habían participado del ciclo del Movimiento
Global (Praga, Génova, etc.) con otros militantes más o menos vinculados al
CS Laboratorio y otros espacios de la escena madrileña y, en especial, con
cuadros más jóvenes procedentes en general del movimiento estudiantil y de
algunas okupaciones.
Tras varias reuniones durante el verano de 2003 nacería Arde Madrid (60)
como un intento de construir una organización metropolitana capaz de
hacer confluir diferentes tradiciones militantes y superar los problemas de
los esquemas de funcionamiento ultra-asamblearios y los modelos de
militancia discontinua u ocasional.
Los inicios del proyecto permitieron albergar ciertas esperanzas de éxito. La
militancia inicial de Arde Madrid, incluso los activistas más jóvenes,
acumulaban una experiencia notable, los niveles de formación teórica y
técnica eran altos en general y la presencia activa de algunos activistas de
AM en el nuevo centro social “La güerta de las letras (61)” hacía pensar que
el colectivo podría convertirse en algo parecido a una organización política
autónoma.
La acción de presentación del colectivo era un calco al “modelo andamio”
practicado por el MRG y los invisibles y durante las manifestaciones contra la
guerra (62). Se produjo el 27 de septiembre de 2003 en el marco de una
manifestación contra la guerra y sirvió para presentar el colectivo y recordar
el fusilamiento de 5 antifascistas 28 años antes.
El primer gran reto del colectivo fue la intervención durante la manifestación
contra la Conferencia Internacional de donantes para Irak celebrada en
Jóvenes, globalización y movimientos altermundistas 261
(57)
Véase el documental elaborado
por Víctor Sampedro y Ariel
Jerez “13M: Multitudes on-line”.
(58)
El comunicado en:
http://www.nodo50.org/moccarabanchel/campa%F1as/
contra_la_guerra/irak/comuni_
represion.htm
(59)
Inicialmente habíamos querido
preparar un epígrafe más amplio
sobre Arde Madrid. Sin
embargo, las exigencias
formales de espacio para este
artículo nos han obligado a ser
más breves dejando pendiente
esta cuestión para otra ocasión.
(60)
Véase
www.nodo50.org/ardemadrid
(61)
Véanse:
http://ania.eurosur.org/noticia.
php3?id=4752 y
http://www.lahaine.org/index.ph
p?blog=4&p=1427&more=1&c=1
(62)
Pueden verse el comunicado de
la acción en:
http://www.redlibertaria.net/noticias/modules.
php?name=News&file=article&
thold=-
1&mode=flat&order=0&sid=749
y unas fotos en:
http://www.nodo50.org/
ardemadrid/
Madrid el 23 de octubre. El objetivo era organizar, con otros grupos, un
bloque en la manifestación, abierto con un camión con megafonía y llevar a
cabo acciones e intervenciones orales durante la marcha. El dispositivo
policial era imponente y actuó de manera especial sobre el bloque al que
rodeó interviniendo el camión e incautándose de material para las acciones
impidiendo así el desarrollo de las mismas.
El resultado no fue del todo negativo pero el “precio” de la dinámica
organizativa que había hecho posible la preparación de la intervención en la
marcha generó situaciones de desafección que continuaron en iniciativas
posteriores del colectivo. Aún cuando algunas de estas fueron reseñables
(pero no objeto de este trabajo) la salida de militantes fue un goteo
continuo.
Resultaría difícil explorar las razones de un fracaso tan absoluto pero
probablemente la ausencia de un centro social –tras el desalojo de “La
güerta de las letras”– y de un espacio territorial de referencia (barrio, centro
de estudio, etc.) junto a la falta, entre buena parte de la componente inicial
del grupo, de una tradición de militancia diferente a la de participar
eventualmente en campañas concretas, sean las razones mas reseñables de
la inviabilidad final del proyecto.
Arde Madrid se disolvió tras un gran esfuerzo de convocatoria de una
asamblea para preparar una intervención de activistas madrileños en las
jornadas de acción global contra la reunión del G8 a celebrar en julio de
2005 en Escocia. La experiencia en Escocia la hemos explicado con detalle
en otro lugar (Iglesias, 2006b) pero fue básicamente un simulacro en
miniatura de las jornadas de Praga 5 años antes.
Para esta ocasión y vista la debilidad de los desobedientes ingleses de
WOMBLES, el grupo de Madrid intentó llevar a cabo una acción en forma de
desobediencia italiana que no llegó a desarrollarse del todo pero, al menos,
mantuvo viva la posibilidad de intervenir bajo esta modalidad en las jornadas
de movilización global.
5. A modo de conclusión: ¿La vamos a liar como en París?
Entre 2000 y 2005 Madrid vivió importantes procesos de movilización
juvenil. No es este el lugar para analizar las causas, el contexto de la segunda
legislatura del PP ni las diferentes campañas en sí mismas (Movimiento
contra la LOU, Encierros de migrantes, manifestaciones contra la guerra, el
13M etc.) (63). Lo que nos toca hacer ahora es centrarnos tanto en las
innovaciones en las modalidades de desarrollo de la acción colectiva como
en las transformaciones de la componente movilizable y las formas de
militancia. Tales cambios han sido notables pero, a pesar de la importancia
cuantitativa de las últimas movilizaciones en Madrid, no han sido capaces de
erigir por ahora una alternativa de intervención política radical capaz de
competir y desafiar a las agencias habituales de intervención política.
Los movimientos sociales de la izquierda radical en Madrid han demostrado su
capacidad para influir en momentos de grandes movilizaciones y ciertas
virtudes organizativas –como el 20 de marzo de 2003 y el 13 de marzo de
2004– inalcanzables para los partidos políticos, pero se han visto incapaces
de preparar por sí solos grandes movilizaciones, de implementar estructuras
de militancia sólidas y estables y, sobre todo, de definir una forma de hacer
política viable, conflictiva y eficaz, apta para dotarles de una identidad propia.
262 REVISTA DE ESTUDIOS DE JUVENTUD ≥ marzo 07 | n.° 76
(63)
Existe un interessante trabajo
divulgativo al respecto: Velasco
(2005).
La apuesta por la desobediencia italiana fue un intento de esto último. El
conflicto callejero representa uno de los mitos histórico-identitarios más
importantes de la izquierda y define en sí mismo la componente juvenil
como elemento imprescindible en la cultura de la revuelta. La desobediencia
italiana había articulado una modalidad que construía precisamente eso: una
nueva forma de salir a la calle, radical y conflictiva pero sin perder la
habilidad del consenso, de la generación de adhesiones y la creación de
contradicciones entre los adversarios.
El intento de adaptarla a Madrid tuvo un alcance muy limitado pero sirvió
para abrir la práctica continua de la estrategia a nuevas posibilidades y a una
construcción de la identidad global de los nuevos movimientos no solo
forzando una suerte de adecuación del discurso a lo “global”, sino mediante
una práctica concreta.
Se trató de una experiencia entre muchas pero nos parece que sigue
guardando algunas de las claves para el éxito futuro de la acción colectiva
radical.
Las recientes movilizaciones juveniles en Madrid por una vivienda digna
demostraron que su principal virtud era la forma red de la propuesta y la
plasmación práctica en una ocupación difusa no autorizada de las calles.
Pero demostraron también su principal límite, a saber, la absoluta
incapacidad para afrontar el más mínimo dispositivo represivo de una
manera viable. El éxito de la última campaña Rompamos el silencio (64) con
la ocupación (y posterior devolución) de los cines Bogart y la multitud de
acciones directas llevadas a cabo, se fundamentó, en buena medida, en un
esfuerzo y capacidad organizativa que permitió tanto una mínima
interlocución con la Delegación del gobierno y las fuerzas del orden como
una notable efectividad “técnica”, necesarias para poder elevar el nivel
comunicativo-conflictivo de las iniciativas.
La última manifestación por la vivienda en Madrid en la que confluyeron los
activistas de Rompamos el silencio, una vez acabado su recorrido legal en la
Puerta del Sol, impuso un recorrido no autorizado para llegar a la Plaza de
España que recogía así el carácter de este movimiento. Las Unidades de
Intervención Policial no actuaron y la acción fue un éxito, pero a nadie se le
escapa que la decisión de la Delegación del gobierno podría haber sido
distinta –como es habitual– y es en ese escenario donde los movimientos
sociales deben contar con un repertorio adecuado para enfrentar situaciones
algo más complejas pero sin duda más proclives a la generación de espacios
comunicativos e identidades poderosas. Los mecanismos de ese repertorio
creemos que en gran parte han sido aportados por los movimientos
globales.
Nos parece que la desobediencia italiana u otras modalidades similares de
acción colectiva, jugarán un papel importante en la articulación organizativa
de una nueva componente militante radical y juvenil que esta presente en
Madrid. Y ello simplemente por que una modalidad de acción de estas
características es condición de posibilidad, una de las escasas vías, para que
el abandono de la marginalidad sectaria no conduzca directamente a la
institucionalización, a la debilidad o sencillamente a la desaparición.
Creemos que la desobediencia italiana puede seguir representando un
punto de encuentro –como lo fue en el MRG– entre activistas de diferentes
generaciones y tradiciones en la construcción de dispositivos organizativos
Jóvenes, globalización y movimientos altermundistas 263
(64)
Véase
http://www.rompamoselsilencio.
net/
que pongan sobre la mesa una nueva posibilidad de militancia de izquierda
y generen un espacio político de movimiento. Algo así consiguió el
Movimiento global contra el Capitalismo y la guerra, pero no mediante el
diseño virtuoso de un marco programático, sino a través de una praxis de
conflicto que demostró la modularidad de las formas de acción colectiva
vistas en Seattle y Praga. La adaptación de la desobediencia italiana en
Madrid nos parece perfectamente viable. No es problema tanto de las
condiciones como de las apuestas de los movimientos sociales por la
organización y el conflicto.
Si la quieren liar como en Paris, los jóvenes madrileños necesitarán algo más
que voluntad y ello se llama organización para la acción colectiva y el éxito
político.
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