La manzana de la discordia en la constitución cubana

se ha activado un fuerte disenso en la sociedad civil cubana. El 28 de junio la Iglesia Evangélica Pentecostal Asambleas de Dios, las Convenciones Bautistas Occidental y Oriental, la Liga Evangélica de Cuba y la Iglesia Metodista de Cuba socializaron una carta pública que aseguraba intransigencia de líderes y feligreses respecto al asunto. “El matrimonio es exclusivamente la unión de un hombre y una mujer”, dijeron.
El debate sobre el matrimonio igualitario permite leer, también, la Cuba que tenemos. Por primera vez en muchos años, una voz no oficial con alcance en todos los lugares del país, disiente sobre un asunto de interés colectivo y se organiza para ello. Las iglesias actuantes en contra del 68 no están aisladas, no piden permiso a poderes públicos para cada paso que dan.
La sociedad civil no religiosa a favor del matrimonio igualitario es, ciertamente, más endeble y fragmentada. Opera sobre todo a través de redes sociales y en espacios mucho más acotados. Sin embargo, también se organiza.
En la sociedad civil han aparecido voces alternativas. Colectivos LGTBI+ y feministas han elaborado campañas en redes sociales, productos audiovisuales y declaraciones individuales y colectivas. Frente al “diseño original” de los evangélicos, intentan posicionar el “diseño cubano” de familias diversas de la nueva Constitución.
Es probable que este debate siente precedentes.



La manzana de la discordia en la constitución cubana
Ailynn Torres Santana
07/11/2018
https://jcguanche.wordpress.com/2018/11/06/la-manzana-de-la-discordia-en-la-constitucion-cubana/?

Entre agosto y octubre de 2018 se discute en Cuba el Anteproyecto de la Constitución de la República. El texto fue elaborado por una Comisión, y debatido en la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP). El documento resultante se somete a discusión pública, en las comunidades, colectivos de trabajo y estudio.

Podría deliberarse sobre muchos asuntos del Anteproyecto, pero la notoriedad la posee el artículo 68. Por ejemplo, según en periódico local Adelante, de las 2 374 reuniones celebradas en Camagüey hasta el 20 de septiembre pasado, solo en treinta y dos no hubo alusión al respecto.

La Constitución vigente define el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer con aptitud legal para ello. La nueva redacción afirma que el matrimonio es la unión entre dos personas. Si se aprueba el artículo 68, Cuba podría tener matrimonio igualitario en el futuro cercano. Antes, será necesaria la reforma de del Código de Familia y el Código Civil.

Ese artículo contribuiría a la realización del principio de igualdad ante la ley de toda la ciudadanía. Todos los derechos para todas las personas. Ni más, ni menos.

Frente a esa posibilidad, se ha activado un fuerte disenso en la sociedad civil cubana. El 28 de junio la Iglesia Evangélica Pentecostal Asambleas de Dios, las Convenciones Bautistas Occidental y Oriental, la Liga Evangélica de Cuba y la Iglesia Metodista de Cuba socializaron una carta pública que aseguraba intransigencia de líderes y feligreses respecto al asunto. “El matrimonio es exclusivamente la unión de un hombre y una mujer”, dijeron.

En el mismo documento se habló de ideología de género, de regeneración, arrepentimiento, comunismo, Unión Soviética, China, Vietnam, Corea del Norte. El documento mostró rebosante fundamentalismo religioso.

En los meses sucesivos han aparecido otros pronunciamientos en la misma línea. Campañas callejeras, volantes, pegatinas, intervención en redes sociales a favor del “diseño original” de la exclusiva familia heterosexual.

El 29 de agosto, el arzobispo católico de Santiago de Cuba, monseñor Dionisio García, expresó que el cambio del artículo 68 “preocupa a muchos” y su rechazo proviene de “un abanico en el que está representado todo nuestro pueblo”. El presidente de la Conferencia de Obispos de Cuba listó consecuencias negativas de la modificación. Entre ellas, el autorizo a parejas homosexuales para la adopción de niños y niñas, o cambios en los contenidos educativos en las escuelas.

La militancia contra el artículo 68 no opera solo en los espacios religiosos. La “Sección Cristiana” de uno de los “paquetes semanales”[1] que circulan en Cuba, ha incluido un video producido por Luz Visión, una productora de la Iglesia Bautista del Calvario. El video usa el planteo bíblico “varón y hembra los creó” (Génesis 1:27) para argumentar la impertinencia del matrimonio igualitario.

No sabemos el alcance real de la agenda anti-68, pero parece que va aumentando. En el último comunicado del pasado 21 de septiembre no fueron cuatro los firmantes. Se añadieron la Iglesia Evangélica Independiente, la Iglesia Santidad Pentecostal, la Iglesia de las Buenas Nuevas, la Iglesia de la Fe Apostólica, y otras muchas. Suman veintiuna.

Ese texto ya no habla de los “países comunistas”, como el anterior. Habla del “amor de Dios”, de la realidad científicamente comprobada de “la estructura binaria de la sexualidad humana”, de la “institución divina” que es el matrimonio y del derecho de la Iglesia Cubana a la “voz pública”.

Múltiples discordias

El despliegue público y organizado de esas voces religiosas, tiene contrincantes. El primero y más sólido es la laicidad del Estado cubano, refrendado en la constitución vigente y en el nuevo proyecto. Las políticas, normas a instituciones estatales no deben atención ni apego a preceptos religiosos. Eso debería bastar, pero no basta. Se someterá a consulta un derecho humano: la igualdad ante la ley. Aunque el Estado sea laico, un derecho humano deberá asegurarse mayoría.

Otro obstáculo para la oposición al artículo 68 es que la ANPP aprobó ese texto, en presencia de sus seiscientos cinco miembros. Sin embargo, esa misma instancia bloqueó la iniciativa de deslindar la institución del matrimonio a la función reproductiva de sus miembros. La Constitución vigente establece que el matrimonio “descansa en la igualdad absoluta de derechos y deberes de los cónyuges, los que deben atender al mantenimiento del hogar y a la formación integral de los hijos mediante el esfuerzo común”.

Según Mariela Castro Espín, esa redacción circunscribe los fines del matrimonio a dos: mantenimiento del hogar y formación de los hijos. La diputada planteó una redacción diferente basada en el siguiente argumento: el fin de los matrimonios no es sólo reproductivo; la Constitución no debe responder a esa imaginación –católica–. Por el contrario, podría expresar que el matrimonio supone el compromiso común de los conyugues en los fines que ellos definan.” La propuesta no se aceptó. Ahora ese es uno de los argumentos esgrimidos: las parejas homosexuales no deben poder casarse porque no pueden tener descendencia.

En la sociedad civil han aparecido voces alternativas. Colectivos LGTBI+ y feministas han elaborado campañas en redes sociales, productos audiovisuales y declaraciones individuales y colectivas. Frente al “diseño original”, intentan posicionar el “diseño cubano” de familias diversas.

Clandestina, la primera tienda online de ropa de diseño cubano, y La Marca, un estudio de tatuajes radicado en La Habana, propusieron diseños alternativos a favor de familias diversas. El también habanero estudio Zenit Tattoo se ha posicionado en el mismo sentido. El proyecto Abriendo Brechas de Colores, de Matanzas, está haciendo un sistemático trabajo a favor de los derechos de la comunidad LGTBI+. Textos de análisis sobre el artículo 68 aparecen continuamente en medios de prensa no oficiales (OnCuba, Progreso Semanal, IPS) y en medios de prensa oficiales, sobre todo en los periódicos locales.

También hay disenso en el campo religioso. La Iglesia de la Comunidad Metropolitana en Cuba se desmarcó de la agenda anti-68. La catalogó de fundamentalista y cuestionó sus bases teológicas.

El Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo, con sede en la ciudad de Cárdenas, prepara un evento para debatir sobre el fundamentalismo religioso. La pasada semana se reunieron en su sede co-partes de la Diakonía, que incluyen los Centros Martin Luther King, Oscar Arnulfo Romero, y el Movimiento Estudiantil Cristiano.

La misma discordia en América latina

La disputa que ha generado el artículo 68 no es excepcional. De hecho, Cuba ha llegado tarde a las confrontaciones sobre temas relacionados con derechos sexuales y reproductivos, reconocimiento de identidades sexuales diversas, etc.

En países como México, Colombia, Perú, Brasil, Ecuador, Chile y varios de Centroamérica, ese asunto ya tiene un recorrido de décadas, con mayor virulencia en la que está en curso. En cada uno de esos contextos se ha producido una escalada similar contra la “ideología de género”, categoría creada para la ocasión.

Las estrategias seguidas por organizaciones religiosas son bastante homogéneas transnacionalmente. Uno de sus signos es el uso novedoso, a veces hasta fresco, de consignas y modos de comunicar. Otro, es el empleo de una retórica secular, activa políticamente.

Pongo un ejemplo. En 2017 hubo un debate en Ecuador a propósito de dos propuestas legislativas: el Código Orgánico de Salud y la Ley Integral para la prevención y erradicación de la violencia de Género contra las Mujeres. En medio de la muy encarnada polémica, sale a la luz la Carta abierta de las Comunidades Católicas y Evangélicas del Ecuador a las Autoridades y ciudadanía en general.

En ese documento se invocaba a la constitución de ese país y a la “soberanía”, a “las raíces milenarias” de las mujeres y hombres del Ecuador, a “la sabiduría de todas las culturas”, a “las luchas sociales de liberación” frente a todas “las formas de colonialismo ideológico”, y se exhortaba a “la convivencia ciudadana en diversidad y en armonía con la naturaleza”. De ese modo, los y las firmantes hacían un uso estratégico de la retórica social activa. Posicionarse contra la carta, era posicionarse contra “las raíces milenarias”, la “soberanía”, “las luchas sociales de liberación”.

Para el caso cubano, donde dije lo anterior póngase “luchas por la independencia”, “líderes históricos de la Revolución”, “países comunistas”, que es discurso usado en el primer documento publicado.

Entonces, el debate y las estrategias de los detractores del artículo 68 no son un asunto local. Tiene, sin embargo, consecuencias particulares para Cuba.

La Cuba que está en disputa, y el velo de la manzana

Para algunas personas, la polémica en torno al artículo 68 es un velo que opaca debates centrales –económicos, políticos, culturales y sociales– para Cuba. Quienes defienden ese criterio, consideran que ese es un asunto menor, o que es legítimo e importante, pero no central.

La defensa del 68, por su parte, reclama seriedad, sensibilidad y lucidez para entender lo mucho que se juega en ese artículo: la coherencia con el principio de igualdad, la defensa de derechos, la virtud de atemperar la Constitución al país real.

Pero el debate sobre el matrimonio igualitario permite leer, también, la Cuba que tenemos. Por primera vez en muchos años, una voz no oficial con alcance en todos los lugares del país, disiente sobre un asunto de interés colectivo y se organiza para ello. Las iglesias actuantes en contra del 68 no están aisladas, no piden permiso a poderes públicos para cada paso que dan.

La sociedad civil no religiosa a favor del matrimonio igualitario es, ciertamente, más endeble y fragmentada. Opera sobre todo a través de redes sociales y en espacios mucho más acotados. Sin embargo, también se organiza.

Es probable que este debate siente precedentes. Para las iglesias conservadoras, prueba su capacidad de organización e incidencia. Esto podría adelantar agendas sobre otros temas (¿derecho al aborto aún no legalizado en el país, aunque sí institucionalizado? ¿enseñanza de posgrado religiosa?).

Para los otros sectores de la sociedad civil, se está probando la capacidad para activarse desde abajo, la creatividad en la formulación de estrategias y la posibilidad de alianzas.

Para los poderes estatales no hay marcha atrás. No hay posibilidad de repliegue. Donde ha primado la unanimidad, habrá que afrontar la fragmentación social respecto a un tema.

El debate sobre el 68 no es un velo; es la manzana de la discordia en un contexto donde, es cierto, podría haber mucha más discordia y producirse mejores consensos.

[1] El paquete es una red a-legal de distribución de programación audiovisual, que llega a todos los lugares del país.

(Nota: Una versión previa de este texto ha sido publicada en inglés por NACLA).