Silvia Federici: un honoris causa al calor de la lucha feminista en Mendoza
Alejandra Ciriza
07/11/2018
Sin Permiso
Reproducimos el texto inédito, leído por Alejandra Ciriza en la Universidad Nacional de Cuyo en ocasión de la entrega del Doctorado Honoris Causa a Silvia Federici. SP
Agradecemos a las autoridades de la Universidad Nacional de Cuyo su presencia. Damos la bienvenida a Silvia Federici, quien en esta jornada recibe el doctorado honoris causa por la Universidad Nacional de Cuyo
Dar cuenta de su extensa trayectoria académica sería probablemente interminable. Por eso me voy a tomar la libertad de enumerar sólo algunas producciones para referirme más bien al motivo por el cual muchas personas, organizaciones feministas, grupos de mujeres racializadas, jóvenes feministas, las protagonistas de la marea verde, las pibas que están llevando a cabo la rebelión de las hijas la leen, quieren escucharla, comprender el derrotero de su pensamiento.
Silvia inició su trayectoria allá por los años 60 al calor de una serie de transformaciones que conmovieron el mundo: las revoluciones anticoloniales, el protagonismo del movimiento obrero en el otoño rojo que incendiara el norte de Italia y pusiera la producción bajo control obrero, la emergencia del feminismo y la crítica de los efectos que sobre las vidas de las mujeres tiene la división sexual del trabajo, la obligatoriedad del trabajo doméstico gratuito disfrazado de amor, el control sobre nuestros cuerpos y nuestras capacidades reproductivas, de nuestros saberes.
Desde aquellos años, los 70, en los que con Leopoldina Fortunati, Mariarosa Dalla Costa y Selma James reclamara por un salario para el ama de casa hasta hoy ha corrido mucha agua bajo el puente. Sin embargo Silvia ha permanecido obstinadamente empeñada en conectar su producción científica con la práctica política y las tentativas recurrentes de transformar el mundo.
Las preocupaciones que hoy la acompañan, la pregunta por la relación entre el proceso de acumulación originaria que condujera, por la vía de la derrota de las mujeres, el campesinado europeo, y los /las colonizadas en la conformación del capitalismo, nació allá por los años 70 cuando, cuando junto a Leopoldina Fortunati, escribió El Gran Calibán. Historia del cuerpo social rebelde en la primera fase del capital.
Aguda en sus lecturas del presente ha podido advertir la conexión entre el pasado, entre la génesis del capitalismo y los fenómenos que lo acompañaron y el presente, entre los recurrentes procesos de acumulación originaria y las crisis cíclicas, entre capitalismo y privatización de lo que hasta no hace demasiado tiempo era común; entre capitalismo, pauperización masiva y criminalización de los y las trabajadoras; entre crisis capitalista e intensificación de la violencia contra las mujeres; entre capitalismo y racismo, ese espiral que no hace sino crecer en este tiempo que se yergue ante nosotros y nosotras como una amenaza, sin dejar de ser una oportunidad.
Calibán y la Bruja, un libro que le ha valido un amplio reconocimiento en América Latina, atiende a la especificidad de los efectos de la violencia de las primeras fases del desarrollo capitalista en nuestras tierras a la vez que es una recuperación de figuras entrañables para el continente: el insurrecto Calibán y Sycorax. Sycorax, descripta en La Tempestad como “tan poderosa que dominaba la luna y causaba sus flujos y reflujos”.
También de Calibán procede la advertencia acerca de cada fase de la globalización capitalista y la recurrencia de los aspectos más violentos de la acumulación primitiva, tal como está sucediendo ahora.
Esta idea de Silvia me conduce a la escena presente, a este instante de peligro para nuestra tierra, a la amenaza del fascismo racista en Brasil, a la constante presión para llevar a cabo una expropiación de los bienes comunes, tal cual la está ejecutando este gobierno amedrentando y violentando al pueblo mapuche, procurando expropiarnos de nuestros bienes comunes, del agua, tan necesaria para la vida, que cambian por mercancías y por formas destructivas de explotación de la naturaleza en su empeño por transformarlo todo en cosa, incluidos los cuerpos de las personas, incluidos bienes tan preciados como el saber, la salud, el alimento mínimo para la vida, la protección de nuestros seres queridos cuando son vulnerables.
Por eso quiero aprovechar esta oportunidad para hacerle saber a Silvia y a todas las compañeras y compañeres que hoy acompañan esta suerte de gran aquelarre, lo que ocurre hoy con Ivana Huenelaf, mujer mapuche tehuelche, acusada de terrorismo por solidarizarse con sus hermanos /nuestros hermanos y hermanas del pu-lof en resistencia Cusamen, resistencia que le costó la vida a Santiago Maldonado y a Rafael Nahuel, resistencia por la cual han extraditado al lonco facundo Jones Huala. El juicio contra Ivana comienza hoy. Por eso es importante apoyarla y nombrarla, porque eso contribuye a su defensa, a la preservación de su vida, de su libertad, de la comunidad a la que pertenece, en esta tentativa que nuestros hermanos mapuches están llevando a cabo, de recuperar lazos de hermandad que superen los límites nacionales.
La visita de Silvia nos encuentra en resistencia, nos encuentra agitándonos en la marea verde que se ha internacionalizado, una marea que reivindica el derecho básico que las mujeres tenemos sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas, nos encuentra en lucha contra el ajuste y el endeudamiento que nos quieren imponer las políticas de la OMC, el G20 y el FMI.
Nos encuentra apenas llegadas de Trelew, tan fresquito en nuestros cuerpos y memorias, recién salidas del Encuentro de mujeres, lesbianas, bi, trans y travestis donde comenzamos a nombrarnos como plurinacionales a partir de las voces de las compañeras y hermanas de las comunidades mapuches, de las hermanas quechuas, aymaras, qom, de las hermanas mayas, venidas desde Guatemala, de las compañeras paraguayas, salvadoreñas, colombianas, mexicanas, venezolanas, brasileñas, que vienen a contarnos del peligro que se cierne sobre sus tierras/nuestras tierras. Ante el cual respondemos con un grito que, desde abajo, se abre barriendo con las fronteras.
Su visita es una oportunidad y una fiesta, un verdadero aquelarre para convocar a las nuestras, a los nuestros, a les nuestres, para demandar por nuestros derechos, para hacer saber que estamos de pie y así seguiremos.
Agradecemos a todas y todos, y especialmente a Silvia su presencia.
Alejandra Ciriza Feminista argentina. Filósofa investigadora Principal de Conicet y Profesora de la Universidad Nacional de Cuyo.