“Rojava es un proyecto pionero y revolucionario”
12 diciembre, 2018 por Tercer Mundo
La tinta dialogó con Sara Ainhoa de Ceano-Vivas Núñez, una periodista española que recorre Kurdistán participando de la organización de un mundo nuevo en el corazón de Medio Oriente.
Por Leandro Albani para La tinta
Sara Ainhoa de Ceano-Vivas Núñez nació en Madrid, es periodista y sabe que, en su oficio, lo principal es estar en el terreno desde donde contar una historia. Por eso, entre 2014 y 2015, comenzó a viajar a Kurdistán, una tierra que arde en el corazón de Medio Oriente y en la cual los pueblos que la habitan se niegan a desaparecer.
Con el correr del tiempo, Sara se puso en contacto con integrantes del Movimiento de Liberación de Kurdistán (MLK) y, en particular, con la realidad del proceso revolucionario que se desarrolla en Rojava (Kurdistán sirio). En 2015, la periodista -que publica sus crónicas en el blog Destino Oriente Próximo-, viajó a Bakur (Kurdistán turco) y a Rojava, momento en que pudo conocer la vida de los refugiados en la ciudad de Suruç, palpitar los festejos del Newroz (año nuevo kurdo) en Amed (Diyarbakir, en turco) y llegar a Kobanê un mes después que las Unidades de Protección del Pueblo (YPG/YPJ) liberaran a la localidad del Estado Islámico (ISIS).
En diálogo con La tinta, Sara relata que, de esta manera, “pude ver y sentir la destrucción real que sufrió Kobane y el sacrificio que su población y sus fuerzas de autodefensa tuvieron que realizar”.
En 2016, la periodista retornó a Bakur y experimentó la resistencia de la población kurda en los barrios liberados en Amed y Cizre, donde se declararon las autonomías y comenzó un proceso de autogobierno. Al estar en esas zonas, Sara no sólo conoció de primera mano la propuesta de autoorganización que propone el MLK, sino también “la violencia del Estado turco contra la población kurda”.
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La periodista española rumbo a Afrin, en momentos de la invasión militar de Turquía.
“En primavera del 2017, decidí que era el momento de viajar a Rojava y permanecer el tiempo suficiente para sumergirme en la revolución –recuerda-. Era el momento de conocer, de primera mano, a los pueblos del noreste de Siria, de comprender su modelo de autogobierno y, sobre todo, de conocer a las mujeres que han hecho posible uno de los mayores cambios de Medio Oriente en el último siglo”.
En estos últimos años, el pueblo kurdo es protagonista de los cambios profundos que sacuden a Medio Oriente. Más de 40 millones de personas conforman la población de Kurdistán, una nación que nunca fue reconocida por Turquía, Siria, Irán e Irak, los estados-nación en que quedó recluida después de la Primera Guerra Mundial.
Por estos días, las cuatro partes de Kurdistán se encuentran convulsionadas y cruzadas por procesos de liberación ante los cuales las respuestas más inmediatas de los estados es la represión. En Rojava, con una revolución que avanza desde 2012, el propio gobierno turco se encarga de bombardear diferentes zonas. En el caso particular de Afrin, el Estado turco invadió la región y comenzó a aplicar un modelo conservador y excluyente, sostenido por miles de mercenarios a los que arma y protege. Al mismo tiempo, en Rojava se puso en marcha la Federación Democrática del Norte y el Este de Siria (FDNES), una unión de pueblos y tribus que tienen al Confederalismo Democrático, la ideología teorizada por el líder kurdo Abdullah Öcalan, como punto en común.
La historia de los kurdos y las kurdas está cruzada por la persecución, la represión y la prohibición de sus derechos básicos. Pero esa historia, nacida en la Media Luna Fértil de la Mesopotamia, también se nutrió de resistencias épicas y una defensa cerrada de su lengua y cultura. Hacia esa región, de mitos milenarios y tribus insurrectas -que según varios autores dio vida a las primeras formas de organización de la humanidad-, se dirigió Ceano-Vivas Núñez.
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Entierro de mártires en el cementerio de Afrin. (Imagen: Sara Ainhoa de Ceano-Vivas Núñez)
—¿Cómo fue la experiencia al llegar a Kurdistán?
—Al principio, siempre surgen dificultades, debido a que la mayoría de los internacionalistas que venimos no tenemos conocimientos de ninguno de los idiomas que se hablan en la región. Es muy complicado poder desarrollarte o entablar relaciones cuando no hablas una palabra de kurdo o árabe. Asimismo, el choque cultural es inevitable. Cómo sentarte, cómo interactuar o cómo comer sobre un mantel en el suelo, son costumbres que, al principio, pueden chocar, pero a las que poco a poco te vas haciendo. También es cierto que la mentalidad que tenemos los occidentales sobre nuestras necesidades individuales, nuestros deseos personales, en la realidad de Rojava o, incluso, diría de todo Oriente Medio, muchas veces no encajan y suponen fuentes de conflictos. Pero hay que decir que el enriquecimiento personal, tras superar las primeras barreras, es tan grande que merece la pena el esfuerzo.
También hay que decir que las estructuras para internacionales han mejorado muchísimo desde que llegué. A mi arribo a la Comuna Internacionalista de Rojava, y el pueblo y la academia que hoy en día son sus bases, no existían. Las estructuras para mujeres internacionalistas, como por ejemplo Jineolojî Internacional en la cual participo actualmente, ni siquiera estaban planteadas. La variedad de oportunidades y proyectos que hay en la actualidad para la participación de internacionalistas es un logro hecho a base del esfuerzo de los compañeros y compañeras que estuvieron antes que nosotras.
—¿Cómo se desarrolla tu trabajo cotidiano en la región?
—Trabajé en muy diferentes estructuras y tareas. Estuve un tiempo trabajando en la Comuna Internacionalista, haciendo trabajos prácticos en el pueblo y participando del proyecto Make Rojava Green Again. Pero mi área principal siempre ha sido y es la comunicación. Durante un tiempo, pude trabajar con las YPJ cubriendo noticias y haciendo entrevistas con ellas, para conocer mejor sus historias de vida, sus aspiraciones y sueños. Pero el periodo más intenso fue durante la invasión del cantón de Afrin, donde participé del grupo IC Afrin Resistance, cubriendo el desarrollo de la guerra minuto a minuto. Fue una labor muy dura, pero también muy importante, pues la mayoría de los grandes medios de comunicación no dieron la trascendencia ni el espacio necesario a la resistencia que el pueblo de Afrin llevó contra la invasión imperialista de Turquía, el segundo mayor ejército de la OTAN.
Trabajamos durante tres meses con una gran intensidad, sin prácticamente dormir, movidos por la rabia frente a la injusticia que presenciábamos. Las imágenes que nos llegaban cada día eran muy duras: los heridos, los muertos, los desplazados. Además, tuve la oportunidad de ir a Afrin en el segundo convoy solidario que se organizó, que bombardeó la artillería turca. Fue una situación desesperante: ver a las madres, jóvenes y ancianas con las que viajábamos en completo pánico, todo el mundo corriendo colina abajo entre los disparos de la artillería. Nunca podré olvidar que un chico cayó desplomado a mi lado y cómo le salía la sangre a borbotones de su cabeza. Recuerdo los esfuerzos que hicimos para cortar la hemorragia y el infierno de la espera de una ambulancia que nunca llegaba, porque los bombardeos no cesaban. Éramos un convoy de civiles, puedo dar fe e imágenes de ello. Así como doy fe de que al ejército turco le es indiferente matar civiles con tal de ganar su guerra imperialista.
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Celebración del 8 de marzo en el cantón de Cizire, Rojava. (Imagen: Sara Ainhoa de Ceano-Vivas Núñez)
—¿Cuáles son los aciertos y errores de la revolución de Rojava?
—Hay errores y aciertos, y creo muy importante hablar de ambos, porque sólo a través de un correcto análisis de la realidad se puede mejorar el proyecto que se desarrolla en Rojava.
El principal acierto de la revolución es que supo aprovechar un momento de caos en la región para cambiar la vida de miles de personas. Desde la creación del Estado sirio, por no hablar anteriormente, la población kurda de Rojava ha sufrido discriminación, persecuciones, vejaciones y marginación. Su lengua estaba prohibida, así como sus manifestaciones culturales y artísticas. Miles de personas carecían de estatus legal, a pesar de llevar toda su vida en la región y, por consecuente, no podían acceder a los derechos mínimos que cualquier persona debería tener. Con el proyecto de la Nación Democrática, no sólo la población kurda, sino todas las etnias y religiones que lo deseen, pueden desarrollar libremente su forma de vida según sus tradiciones, siempre que se ajusten a unas reglas mínimas de convivencia y respeto por los derechos del prójimo. El paradigma de la Nación Democrática aplicado en la Federación Democrática del Norte y Este de Siria demuestra que se puede convivir pacíficamente en la riqueza de la diversidad. Que la pluralidad de culturas, lenguas y tradiciones es lo que hace hermoso un territorio habitado por el ser humano.
La principal carencia es que el paradigma del Confederalismo Democrático aún no ha logrado cambiar la mentalidad estatista de la población en el noreste de Siria. Muchas personas aún no comprenden por qué es necesario una firme base de comunas (asambleas autónomas), que puedan autogobernarse para asegurar el bienestar de la sociedad desde la fuerza de la democracia radical. Sigue habiendo individualidades que ponen su beneficio personal por encima del beneficio colectivo, dificultando la eliminación de las diferencias de clase entre la población. El sistema organizativo, a veces, resulta burocrático y algunas personas que participan ven una fuerte necesidad de parecerse a los modelos estatales para ganar legitimidad frente al resto de estados-nación del mundo, olvidando que el proyecto de Rojava es un proyecto pionero y revolucionario.
Pero hay que reconocer que el proyecto de la FDNES, prácticamente, acaba de nacer, si calculamos los siglos que fueron necesarios para el asentamiento del modelo de Estado. Por lo cual, tengo esperanza en la mejora del proyecto y en un mejor entendimiento del nuevo modelo que se está desarrollando.
—¿Cómo es la relación de los y las internacionalistas con los pobladores de Rojava?
—Las relaciones entre personas, aquí y en cualquier parte del mundo, depende del tiempo que pasen juntas, de la intensidad con la que compartan la vida diaria. Por ello, es importante que los internacionalistas que vienen a Rojava pasen el tiempo suficiente para aprender la lengua y poder sumergirse en la vida social del día a día. Creo imprescindible salir de los espacios de confort que ofrecen las estructuras internacionales en Rojava, tanto civiles como militares, que pueden llegar a generar pequeñas burbujas de modelos de vida occidentalizados. Aquellos compañeros y compañeras que han deseado fuertemente vivir con la población, relacionarse con ellos, comprenderlos desligándose de su mirada orientalista; en otras palabras, ser parte de ellos. Esos compañeros y compañeras reciben una gran fuente de conocimientos y experiencias. Y, sobre todo, encuentran un amor, un cariño y una fraternidad que es muy difícil de sentir en Europa. Me refiero principalmente a Europa o los llamados países occidentales porque, por desgracia, la mayoría de internacionalistas provienen de estos lugares. El cambio en la personalidad de estos compañeros, la nueva mirada crítica con la que analizan su propia sociedad, es una oportunidad para un cambio también en sus países de origen.
Por lo general, la población del noreste de Siria es muy receptiva con los internacionalistas, consideran que aquellas personas que abandonan las comodidades de una Europa que, muchas veces, idealizan, es de alguna manera un riesgo y un sacrificio. Además, existe la fuerte cultura del invitado, donde el anfitrión se vuelca en la comodidad y deseos de su visitante. Esta parte de la cultura es muy hermosa, ver cómo personas que no te conocen abren las puertas de su casa para todas las necesidades que tengas, sin pedir ni insinuar absolutamente nada a cambio. Es algo prácticamente impensable en Europa.
—¿Cómo es el trabajo que desarrollan en el Comité de Jineolojî y cómo es su funcionamiento?
—Me gustaría explicar brevemente qué es Jineolojî y cuáles son sus objetivos. Jineolojî nace como propuesta de Abdullah Öcalan en el año 2008, en la que anima a sus compañeras a crear una ciencia desde el punto de vista de las mujeres. El conocimiento de los últimos 5.000 años ha sido apropiado y monopolizado por el hombre, desarrollado desde una mirada patriarcal y utilizado para justificar el sistema de opresión y dominación en el cual vivimos. Las mujeres han sido sistemáticamente alejadas de los centros de conocimiento y, en muchos casos, las sabidurías creadas y desarrolladas por las propias mujeres han sido robadas a través de la violencia. Por ello, hay una gran necesidad de recuperar los conocimientos y saberes, así como crear nuevos, que tengan una mirada crítica con todo lo escrito hasta ahora.
Jineolojî es una ciencia holística, esto quiere decir que su área de trabajo cubre todos los campos de la vida, desde la economía a la historia, de la naturaleza a la filosofía, etc. Su objetivo es la creación de una vida libre y no se excusa en el falso precepto de la “objetividad”, tantas veces utilizado por las ciencias modernas para justificar innumerables atrocidades.
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Inauguración de Jinwar, el pueblo de mujeres, Rojava. (Imagen: Sara Ainhoa de Ceano-Vivas Núñez)
Existen comités de Jineolojî en las cuatro partes del Kurdistán así como en Europa. Estos comités estudian, analizan, reescriben los conocimientos a través del debate y la reflexión colectiva. Los mismos colectivos se encargan de impartir educaciones y abrir debates. En la Federación Democrática del Norte y Este de Siria, el objetivo es implantar en la educación secundaria la asignatura de Jineolojî como materia obligatoria en todos los cantones. También encontramos una rama de Jineolojî en la Universidad de Qamishlo, que busca preparar mujeres especializadas en la materia que puedan desarrollar estudios e impartir clases. Recientemente, se ha abierto una academia de Jineolojî en la ciudad de Haseke, donde se imparten cursos intensivos para grupos de mujeres. Nuestra estructura, Jineolojî Internacional (Jineolojî Cihanî), tiene varios objetivos. Uno es formar a mujeres internacionalistas en la materia de Jineolojî, para que puedan desarrollar estudios en otras partes del mundo desde la mirada de Jineolojî, así como impartir educaciones en diferentes países. También generamos material y documentación en diversas lenguas. Tenemos muchos debates con las compañeras de Rojava para ampliar la mirada de Jineolojî y superar contradicciones, ya que, como siempre dicen las compañeras, “Jineolojî es una ciencia en construcción y no basa sus preceptos en dogmas cerrados”.
—¿Cómo observás la situación en Rojava y, en particular, en Afrin?
—Como podemos ver con los últimos ataques de Turquía contra los pueblos y ciudades de Girê Spî (Tel Abyad) y Kobane, Rojava se encuentra bajo una perpetua amenaza por parte del Estado turco. Para Recep Tayyip Erdogan, el proyecto de la FDNES es una amenaza política y social a nivel nacional y regional. El proyecto pluriétnico, de respeto y libertad para las mujeres, y de una democracia radical descentralizada, es diametralmente opuesto a su modelo presidencialista (yo diría dictatorial de facto), nacionalista y de islamismo conservador populista. El presidente turco no puede aceptar la victoria organizativa y militar de la FDNES y de las YPG/YPJ, pues impulsaría a los kurdos dentro de sus propias fronteras a pedir más derechos y libertades. De hecho, ya lo hicieron y fueron completamente arrasados bajo el silencio cómplice del resto de países del mundo. No hay más que mirar cómo quedaron las ciudades de Nusaybin, Cizre o Sîrnak en el año 2016 y la cantidad de presos políticos kurdos que hay en las cárceles turcas.
El uso de mercenarios yihadistas que saltan de un campo de combate a otro, porque la guerra es su modo de vida, es uno de los grandes peligros para Siria y todo Medio Oriente. Actualmente, grupos de mercenarios entrenados y pagados por Turquía son trasladados a diferentes puntos entre la frontera turco-siria para cuando consideren que es el momento oportuno de atacar. La historia de estos grupos yihadistas es compleja y se remota largamente en el tiempo. Pero lo que sí se puede afirmar es que, actualmente, muchos de estos grupos están bajo el control del gobierno de Turquía y son utilizados en su guerra contra la FDNES y el pueblo kurdo.
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Niños juegan en la ciudad de Kobane luego de ser liberada de ISIS. (Imagen: Sara Ainhoa de Ceano-Vivas Núñez)
Estos mercenarios no se atienen a ninguna ley ética y de respeto por las poblaciones que difieren a su interpretación autoritaria y dogmática del Corán. Y digo interpretación porque, en Rojava, la mayoría de la población es musulmana y no pueden reconocerse en el Islam de estos grupos extremistas. Tampoco pueden aceptar los derechos y libertades de las mujeres o a las reglas básicas de la democracia. Por todo ello, lo que vemos es una crueldad sin límite cuando estos grupos conquistan un nuevo territorio. Desapariciones, torturas, violaciones, robos y extorsión, son ejemplos que vive la población en Afrin día a día. Nunca podrá haber estabilidad en Medio Oriente si países regionales y potencias internacionales siguen apoyando a estos mercenarios para el uso de sus propios intereses.
La conquista de Afrin provocó centenares de muertos y miles de desplazados, una inmensa destrucción de infraestructuras y cuantiosas pérdidas económicas, que han dejado a miles de familias en la ruina. En la actual situación de la región, miles de personas viven bajo el miedo constante al saqueo, las desapariciones o la tortura. Hay un cambio forzoso de la demografía y una limpieza cultural y religiosa, como, por ejemplo, contra la minoría ezidi (también conocida como yazidí).
La invasión del cantón de Afrin es una colonización en pleno siglo XXI, llevada a cabo por unas fuerzas armadas que están dentro de la OTAN. La situación de Afrin debería ser motivo de rechazo y vergüenza para cualquier país que hable de democracia y derechos humanos. En cambio, el silencio ha sido prácticamente unánime entre todos los países del mundo. Esto afecta principalmente a los países europeos, que han permitido dicha invasión sin oponer ningún tipo de resistencia o siquiera demostrar un rechazo explícito. Turquía extorsiona a los estados europeos con abrir las puertas a los refugiados y así saca de las arcas públicas el dinero que luego será utilizado para invadir y colonizar el norte de Siria, como es el caso de Afrin. A pesar de todo, tanto la población de Afrin como las unidades de defensa YPG/YPJ siguen resistiendo contra la ocupación y las adversidades que les han sido impuestas.
*Por Leandro Albani para La tinta