Walter Benjamin, marxista-libertario

Sabido es que libertario es quien aspira y lucha por la emancipaci?n sin estado, de modo que veamos lo que dice el famoso marxista cr?tico de L?wy sobre Benjamin, autor de “La obra de arte en la ?poca de su reproductibilidad t?cnica”, fil?sofo, cr?tico literario, traductor y ensayista alem?n. Su pensamiento recoge elementos del Idealismo alem?n o el Romanticismo, del materialismo hist?rico y del misticismo jud?o que le permiten hacer contribuciones perdurables e influyentes en la teor?a est?tica y el Marxismo occidental. Su pensamiento se asocia con la Escuela de Frankfurt.



Walter Benjamin, marxista-libertario

Por Michel L?wy
http://www.contretemps.eu/walter-benjamin-marxiste-libertaire/

Walter Benjamin ocupa un lugar ?nico en la historia del pensamiento marxista moderno: es el primer partidario del materialismo hist?rico en romper radicalmente con la ideolog?a del progreso. Su marxismo posee por ello una cualidad particular, que lo distingue de las formas dominantes y oficiales y le confiere una gran superioridad metodol?gica. Esta particularidad tiene relaci?n con su capacidad de incorporar en el seno de la teor?a marxista elementos de la cr?tica rom?ntica de la civilizaci?n, de la tradici?n mesi?nica jud?a y del pensamiento anarquista.

Benjamin pertenece, junto con su amigo Gershom Scholem, a esta nebulosa de pensadores jud?a de sensibilidad mesi?nica que fueron atra?dos, a comienzos del siglo XX, por la utop?a libertaria: Martin Buber, Gustav Landauer, Ernst Toller, Hans Kohn y muchos otros. Su planteamiento se aliment? de las afinidades electivas entre mesianismo jud?o y anarquismo: el derrocamiento de los poderosos de este mundo, la perpectiva restauradora/ut?pica, el cambio radical en vez de la mejora o el ?progreso?, el catastrofismo 1/.

Y como varios de estos intelectuales jud?os de tendencia libertaria −Georg Lukacs, Ernst Bloch, Erich Fromm, Leo L?wenthal, Man?s Sperber−, Benjamin descubri? el marxismo despu?s de la Primera Guerra mundial. Pero, a diferencia ellos, no abandon? su inicial inclinaci?n anarquista, que mantuvo de forma expl?cita hasta final de los a?os 1920, y de forma m?s impl?cita despu?s, articul?ndola, combin?ndola, fusion?ndola incluso con el comunismo marxista. Este planteamiento es una de las caracter?sticas m?s singulares de su pensamiento.

Primeros pasos libertarios

A comienzos de 1914, en una conferencia sobre la vida de los estudiantes, Benjamin hace referencia, por primera vez, a la utop?a libertaria. Benjamin opone las im?genes ut?picas, revolucionarias y mesi?nicas, a la ideolog?a del progreso lineal, informe y vac?o de sentido, que, ?confiando en la infinitud del tiempo? distingue s?lo el ritmo m?s o menos r?pido con que hombres y ?pocas avanzan por la v?a del progreso?. Rinde homenaje a la ciencia y al arte libres ?extra?os al Estado y por lo general enemigos del Estado? y reivindica las ideas de Tolstoi y de los ?anarquistas m?s profundos? 2/.

Pero sobre todo en su ensayo de 1921, Cr?tica de la violencia, se encuentran reflexiones directamente inspiradas por Georges Sorel y el anarco-sindicalismo. El autor no esconde su desprecio absoluto de las instituciones estatales, como la polic?a −?la forma de violencia m?s degenerada que se pueda concebir?− o el Parlamento (?deplorable espect?culo?). Aprueba sin reservas la cr?tica antiparlamentaria ?radical y perfectamente justificada? de bolcheviques y anarcosindicalistas −dos corrientes que re?ne aqu? expl?citamente en el mismo bando− as? como la idea soreliana de una huelga general que ?se asigna como ?nica y exclusiva tarea destruir la violencia del Estado?.

Esta perspectiva, que ?l mismo nombra con el t?rmino anarquista, le parece digna de elogio porque es ?profunda, moral y aut?nticamente revolucionaria? 3/. En un texto de esta misma ?poca, todav?a in?dito, ?El derecho al uso de la violencia ? Hojas para un socialismo religioso? (1920-1921), es a?n m?s expl?cito, denominando a su propio pensamiento como anarquista:

?La exposici?n de este punto de vista es una de las tareas de mi filosof?a moral, para la que se puede utilizar ciertamente el t?rmino anarquista. Se trata de una teor?a que no rechaza el derecho moral a la violencia como tal, aunque la rechaza a toda instituci?n, comunidad o individuo que se otorgue el monopolio de la violencia? 4/

Leyendo los distintos escritos de los a?os 1914-1921, resulta evidente que la tendencia primera de Benjamin, la que da forma ?tico-pol?tica a su rechazo radical y categ?rico de las instituciones establecidas, es el anarquismo. S?lo de forma tard?a −en comparaci?n con los acontecimientos revolucionarios de 1917-1923 en Rusa y en Europa− descubri? el marxismo. Estos acontecimientos sin duda le volvieron m?s receptivo, pero s?lo en 1923-1924, leyendo Historia y conciencia de clase (1923) de Georg Lukacs, y habiendo conocido en unas vacaciones en Italia a la bolchevique letona Asja Lacis −de la que se enamor?−, comenz? a interesarse por el comunismo marxista, que pronto se volvi? un mecanismo central en su reflexi?n pol?tica. En una carta de setiembre de 1924 a su amigo Scholem, reconoce tensiones entre lo que llama ?los fundamentos de mi nihilismo? y la dial?ctica hegeliano-marxista de Lukacs; lo que m?s admira en el libro de este ?ltimo es la articulaci?n entre teor?a y pr?ctica que constituye ?el n?cleo filos?fico duro? de la obra y le da tal superioridad que ?cualquier otro enfoque no es m?s que fraseolog?a demag?gica y burguesa? 5/.

Comunismo y anarquismo

Dos a?os m?s tarde, en mayo de 1926, le escribe a Scholem que est? pensando en adherirse al Partido comunista, aunque tambi?n afirma que eso no significa que piense ?abjurar? de su antiguo anarquismo −t?rmino que sustituye, en este documento, al de ?nihilismo? utilizado en otros documentos y en la carta de 1924. Para ?l, los m?todos anarquistas son ?seguramente inadecuados? y los objetivos comunistas son ?un sinsentido?; pero ello ?no quita un ?pice a la acci?n comunista, porque es el correctivo de estos objetivos y porque no hay objetivos pol?ticos sensatos? 6/. El argumento es bastante el?ptico, pero Benjamin parece sugerir que la praxis comunista permite alcanzar objetivos anarquistas (?no pol?ticos?).

Tras muchas dudas, decide no adherirse al movimiento comunista, pero no deja de ser una especie de simpatizante cercano de un tipo sui generis, que se distingue del modelo habitual por la lucidez y la distancia cr?tica −como lo demuestra de forma clara su Diario de Mosc? de 1926-1927, donde manifiesta su inquietud ante el intento del poder sovi?tico de ?detener la din?mica del proceso revolucionario? 7/. Una critica alimentada sin duda por la refrescante fuente libertaria que contin?a fluyendo en su obra.

La primera obra de Benjamin en que el impacto del marxismo resulta visible es Sentido ?nico, un sorprendente collage de notas, comentarios y fragmentos sobre la Rep?blica de Weimar en los a?os de la inflaci?n y de la crisis de la postguerra, redactado en 1923-1925 y publicado en 1928. El cambio que se produce en su pensamiento se puede contemplar comparando una primera versi?n del manuscrito, redactado en 1923, con la definitiva, escrita dos a?os m?s tarde. Por ejemplo, el cap?tulo titulado ?Panorama imperial? contiene en su formulaci?n de 1923 la siguiente observaci?n sobre el hombre v?ctima de la miseria (a causa de la crisis): ?Debe mantener sus sentidos despiertos, para percibir toda la humillaci?n que se le impone y as? disciplinarlos largo tiempo, hasta que sus sufrimientos hayan abierto no ya la v?a cuesta abajo del odio, sino el camino ascendiente de la oraci?n (das aufsteigenden Pfad des Gebetes)?. La versi?n de 1925 repite esta frase palabra por palabra, excepto la conclusi?n, que se vuelve completamente distinta:

?? hasta que sus sufrimientos hayan abierto no ya la v?a cuesta abajo de la aflicci?n, sino el camino ascendiente de la revuelta (den aufsteigenden Pfad der Revolte? 8/.

A pesar de su inter?s por el comunismo, es interesante constatar que la ?nica corriente pol?tica revolucionaria mencionada en esta obra es? la anarco-sindicalista. En un fragmento, curiosamente titulado ?Ministerio del Interior?, Benjamin examina dos tipos ideales de comportamiento pol?tico: a) el hombre pol?tico conservador, que no duda en llevar su vida privada en contradicci?n con las m?ximas que defiende en la vida p?blica; b) el anarco-sindicalista, que somete implacablemente su vida privada a las normas con las que quiere hacer las leyes de un estado social futuro 9/.

Una lectura marxista-libertaria del surrealismo

El documento marxista-libertario m?s importante de Benjamin es sin duda su ensayo sobre el surrealismo, en 1929. Desde sus primeros p?rrafos, Benjamin se describe a s? mismo como ?el observador alem?n?, situado en una posici?n ?infinitamente peligrosa entre la fronda anarquista y la disciplina revolucionaria?. La muestra m?s concreta y activa de la convergencia tan ardientemente deseada entre estos dos polos fue la manifestaci?n organizada por comunistas y libertarios en defensa de los anarquistas Sacco y Vanzetti. No pas? desapercibida para los surrealistas y Benjamin no deja de destacar ?el excelente pasaje? (ausgezeichnete Stelle) de Nadja en que habla de las ?apasionantes jornadas de sublevaci?n que conoci? Par?s bajo el signo de Sacco y Vanzetti: Breton asegura que, durante esas jornadas, el Boulevard Bonne-Nouvelle vio cumplida la promesa estrat?gica de revuelta que desde siempre le hab?a hecho su nombre? 10/.

Es verdad que Benjamin tiene una concepci?n extremadamente amplia del anarquismo. Describiendo los or?genes lejanos/pr?ximos del surrealismo, escribe:

?Entre 1865 y 1875, algunos grandes anarquistas, sin comunicaci?n entre s?, trabajaron en sus m?quinas infernales. Lo sorprendente es que, de manera independiente, hubieran regulado sus mecanismos de relojer?a exactamente a la misma hora; tambi?n simult?neamente cuarenta a?os m?s tarde estallaban en Europa occidental los escritos de Dostoievski, Rimbaud y Lautr?amont.? 11/

La fecha, 40 a?os despu?s de 1875, se refiere evidentemente al nacimiento del surrealismo con la publicaci?n, en 1924, del primer Manifiesto. Designa a estos tres autores como ?grandes anarquistas?, no s?lo porque la obra de Lautr?amont, ?verdadero bloque err?tico?, perteneciera a la tradici?n insurreccional, o porque Rimbaud hubiera sido communard, sino sobre todo porque sus escritos, al igual que la dinamita de Ravachol o de los nihilistas rusos, pero en otro terreno, hacen saltar por el aire el orden mural burgu?s, el ?diletantismo moralizador? de los Spiesser y de los filisteos 12/.

Pero la dimensi?n libertaria del surrealismo se manifiesta tambi?n de manera m?s directa: ?Desde Bakunin, a Europa le ha faltado una idea radical de la libertad. Los surrealistas tienen esta idea?. En la inmensa literatura de los ?ltimos 70 a?os sobre el surrealismo, es raro encontrar una f?rmula tan contundente, capaz de expresar tambi?n, con palabras sencillas y cortantes, el ?inquebrantable n?cleo de noche? del movimiento fundado por Andr? Breton. Seg?n Benjamin, ?la hostilidad de la burgues?a a cualquier declaraci?n de libertad espiritual radical? empuj? al surrealismo hacia la izquierda, hacia la revoluci?n, y desde la guerra del Rif, hacia el comunismo. Como es sabido, en 1927 Breton y otros surrealistas se adhirieron al Partido Comunista Franc?s 13/.

Esta tendencia a una politizaci?n y a un compromiso creciente no significa, para Benjamin, que el surrealismo deba abdicar de su carga m?gica y libertaria. Al contrario, gracias a estas cualidades puede jugar un papel ?nico e irreemplazable en el movimiento revolucionario:

?Procurar a la revoluci?n las fuerzas de la embriaguez, es a lo que tiende el surrealismo en todos sus escritos y todas sus empresas. Se puede decir que es su tarea m?s caracter?stica?.

Para realizar esta tarea, hace falta sin embargo que el surrealismo supere una postura demasiado unilateral y acepte asociarse con el comunismo:

?no basta que una componente de embriaguez est? viva, como sabemos, en toda acci?n revolucionaria. Se confunde con la componente anarquista. Pero insistir en ello de manera exclusiva equivaldr?a a sacrificar por entero la preparaci?n met?dica y disciplinaria de la revoluci?n a una praxis que oscila entre el ejercicio y la pre-fiesta? 14/

Una borrachera libertaria

?En qu? consiste por tanto esta ?embriaguez?, este Rausch que Benjamin querr?a procurar a las fuerzas de la revoluci?n? En Sentido ?nico (1928), Benjamin se refiere a la embriaguez como expresi?n de la relaci?n m?gica del hombre antiguo con el cosmos, aunque deja entender que la experiencia (Erfahrung) del Rausch, que caracterizaba esta relaci?n ritual con el mundo, ha desaparecido de la sociedad moderna. Ahora bien, en el ensayo de la Literarische Welt, parece haberla reencontrado, bajo una nueva forma, en el surrealismo 15/.

Se trata de un planteamiento que atraviesa los numerosos escritos de Benjamin: la utop?a revolucionaria pasa por el re-descubrimiento de una experiencia antigua, arcaica, prehist?rica: el matriarcado (Bachofen), el comunismo primitivo, la comunidad sin clases ni Estado, la armon?a originaria con la naturaleza, el para?so perdido del que nos aleja la tempestad del ?progreso?, la ?vida anterior? en que la admirable primavera a?n no hab?a perdido su olor (Baudelaire). En todos esos casos, Benjamin no propugna una vuelta al pasado sino −seg?n la dial?ctica propia del romanticismo revolucionario− un desv?o por el pasado hacia un futuro nuevo, integrando todas las conquistas de la modernidad desde 1789 16/.

Esta dial?ctica se manifiesta de forma llamativa en el ensayo −que suele ser ignorado por los comentaristas− sobre Bachofen de 1935, uno de los textos m?s importantes para captar la concepci?n de la historia de Benjamin. Es tanto m?s interesante por el hecho de que 1933-1935 son los a?os en que el fil?sofo berlin?s parece −aparentemente− m?s cerca del marxismo ?productivista? y tecno-modernista de la URSS estaliniana de los a?os del Plan Quinquenal.

La obra de Bachofen, destaca Benjamin, fue inspirada por ?fuentes rom?nticas? y ha llamado el inter?s de pensadores marxistas y anarquistas (como Elis?e Renclus) por su ?evocaci?n de una sociedad comunista al alba de la historia?. Refutando las interpretaciones conservadoras y fascistas (Ludwig Klages, Alfred B?umler), y apoy?ndose en la lectura freudo-marxista de Erich Fromm, Benjamin destaca que Bachofen ?hab?a escrutado las fuentes a una profundidad inexplorada?. En cuanto a Engels y Lafargue, su inter?s fue atra?do por su estudio de las sociedades matriarcales, donde exist?a un grado elevado de democracia, igualdad c?vica, as? como formas de comunismo primitivo que significaban un verdadero ?cambio del concepto de autoridad? 17/.

Este texto muestra la continuidad de las simpat?as libertarias de Benjamin, que intenta reunir, en el mismo combate contra el principio de autoridad, al marxista Engels y al anarquista Reclus. La sensibilidad libertaria es probablemente una de las razones del progresivo alejamiento de Benjamin respecto a la URSS, durante la segunda mitad de los a?os treinta, hasta la ruptura definitiva en las tesis ?Sobre el concepto de historia? (1940), que denuncian la traici?n estalinista.

Una nota, datada probablemente de 1938, entre los papeles de Benjamin descubiertos por Giorgio Agamben en la Biblioteca Nacional [de Francia], critica el alineamiento de Brecht, en algunos de sus poemas, con las pr?cticas del GPU, que Benjamin compara a las del nazismo, y considera peligrosas y cargadas de consecuencias para el movimiento obrero 18/. Desconf?a tambi?n de la pol?tica de los dirigentes sovi?ticos en Espa?a, calificada en su correspondencia como ?maquiav?lica?, aunque no parece haber calibrado la din?mica revolucionaria espa?ola y el papel de los libertarios 19/.

No hay pr?cticamente referencia expl?cita al anarquismo en los ?ltimos escritos de Benjamin. Pero para un observador cr?tico tan agudo como Rolf Tiedemann −el editor de las obras completas alemanas de Benjamin− estos escritos ?pueden ser le?dos como un palimpsesto: bajo el marxismo expl?cito es visible el viejo nihilismo. Su camino tiene el riesgo de llevar a la abstracci?n de la pr?ctica anarquista? 20/. Tal vez el t?rmino ?palimpsesto? no sea el m?s adecuado: la relaci?n entre los dos mensajes es menos un v?nculo mec?nico de superposici?n, que una aleaci?n alqu?mica de sustancias previamente destiladas.

Contra el evolucionismo de Habermas

A comienzos de 1940 Benjamin redacta su ?testamento pol?tico?, las Tesis ?Sobre el concepto de historia?, uno de los documentos m?s importantes del pensamiento revolucionario desde las ?Tesis sobre Feuerbach? de Marx 21/. Algunos meses despu?s, intenta escapar de la Francia vichysta donde la polic?a, en colaboraci?n con la Gestapo, persegu?a a los exiliados alemanes anti-fascistas y a los jud?os en general. Con un grupo de refugiados, quiere atravesar los Pirineos, pero ya en la parte espa?ola la polic?a −de Franco− les detiene y amenaza con entregarlos a la Gestapo. Es entonces, en el pueblo espa?ol de Port Bou, cuando Benjamin elige el suicidio.

Analizando este ?ltimo documento, Rolf Tiedemann comenta: ?la representaci?n de la praxis pol?tica en Benjamin era m?s el entusiasmo del anarquismo que, m?s sobrio, del marxismo? 22/. El problema de esta formulaci?n es que opone como excluyentes planteamientos que Benjamin intenta precisamente asociar porque le parecen complementarios e igual de necesarios para la acci?n revolucionaria: la ?embriaguez? libertaria y la ?sobriedad? marxista.

Ha sido sobre todo Habermas quien ha destacado la dimensi?n anarquista en la filosof?a de la historia del ?ltimo Benjamin −para someterla a una cr?tica radical a partir de su punto de vista evolucionista y ?modernista?. En su conocido art?culo de los a?os 1970, rechaza el intento del autor de las Tesis ?Sobre el concepto de historia? de revitalizar el materialismo hist?rico con la ayuda de elementos mesi?nicos y libertarios. ?Este intento est? condenado al fracaso?, insiste el fil?sofo de la raz?n comunicativa, ?porque la teor?a materialista de la evoluci?n no puede articularse, sin otra forma de proceso, con la concepci?n anarquista seg?n la cual no-presentes, ca?dos de alguna manera del cielo, atravesar?an de forma intermitente el destino. Al materialismo hist?rico, que considera los progresos no s?lo en el terreno de las fuerzas productivas sino tambi?n en el de la dominaci?n, no se le puede dar el veneno de una concepci?n anti-evolucionista de la historia? 23/.

Lo que Habermas considera un error es precisamente, en mi opini?n, la fuente del valor singular del marxismo de Benjamin, y de su superioridad sobre el ?evolucionismo progresista? −su capacidad para comprender un siglo caracterizado por la imbricaci?n de la modernidad y de la barbarie (como en Auschwitz o Hiroshima). Una concepci?n evolucionista de la historia que cree en el progreso en las formas de la dominaci?n, dif?cilmente puede dar cuenta del fascismo −salvo como un inexplicable par?ntesis, una regresi?n incomprensible ?en pleno siglo XX?. Ahora bien, como escribe Benjamin en las Tesis ?Sobre el concepto de historia?, no se comprende nada del fascismo si se le considera como una excepci?n a la norma, que ser?a el progreso. 24/

Habermas volvi? a la carga algunos a?os m?s tarde, en el Discurso filos?fico de la modernidad (1985). En lo que no es m?s que otra formulaci?n del mismo debate, trata de la concepci?n no-continuista de la historia que distingue lo que denomina ?las extremas izquierdas?, representadas por Karl Korsch y Walter Benjamin, de quienes, como Karl Kautsky y los protagonistas de la II Internacional, ?ve?an en el desarrollo de las fuerzas productivas una garant?a del paso de la sociedad burguesa al socialismo?. Para Benjamin, en cambio, ?la revoluci?n no pod?a ser m?s que un salto fuera de la perpetua reiteraci?n de la barbarie prehist?rica y, en definitiva, la destrucci?n del continuum de todas las historias. Es una actitud inspirada en la conciencia del tiempo tal como la conceb?an los surrealistas, y que se acerca al anarquismo de algunos de los continuadores de Nietzsche que, para conjurar el orden universal del poder y de la ceguera, invocan (?) a la vez, las resistencias locales y las revueltas espont?neas que surgen de una naturaleza subjetiva sometida a la tiran?a? 25/.

La interpretaci?n de Habermas es cuestionable desde varios puntos de vista, comenzando por el concepto de ?barbarie prehist?rica?: Benjamin se esfuerza en mostrar que la barbarie moderna no es simplemente la ?reiteraci?n? de un salvajismo ?prehist?rico?, sino precisamente un fen?meno de la modernidad −idea dif?cil de aceptar para este defensor obstinado de la civilizaci?n moderna, como es Habermas. En cambio, comprende con mucha inteligencia todo lo que la concepci?n de la historia del ?ltimo Benjamin debe al surrealismo y al anarquismo: la revoluci?n no es la coronaci?n de la evoluci?n hist?rica −?el progreso?−, sino la interrupci?n radical de la continuidad hist?rica de la dominaci?n.

14/05/2018

Notas

1/

Remito a mi obra R?demption et utopie ? Le juda?sme libertaire en Europe centrale ? Une ?tude d?affinit? elective, Par?s, PUF, 1988.

2/ W. Benjamin, ?La vida de los estudiantes? (1914). Mythe et violence, Par?s, Denoel, 1971, pp 37, 42 y 44.

3/ W. Benjamin, ?Para una cr?tica de la violencia? (1921), Mythe et violence, op.cit., pp. 133-134, 137-138 y 147.

4/ W. Benjamin, ?Das Recht dzur Gewaltverwerdung ? Bl?tter f?r religi?sen Sozialismus?, en Gesammelte Schriften (GS), VI, Frankfort, Suhrkamp Verlag, 1985, pp. 104-107.

5/ W. Benjamin, Correspondance, Par?s, Aubier, 1979, trad. Guy Petitdemange, vol. I, p. 325.

6/ Ibid. I, p. 389.

7/ W. Benjamin, Journal de Moscou, Par?s, L?Arche, 1983, p. 81.

8/ W. Benjamin, Sens Unique, Par?s, Lettres Nouvelles, Maurice Nadeau, 1978, p. 167. Cf. W. Benjamin, GS, IV, 2, p. 391 y GS, IV, 1, p. 97.

9/ W. Benjamin, Journal de Moscou, p. 162. La traducci?n francesa es imprecisa en este caso. Cf. GS, IV, 1, p. 93.

10/ -[10] W. Benjamin, ?El surrealismo ? La ?ltima instant?nea de la inteligencia europea?, en Mythe -et Violence, op. cit., pp. 297-298 y 300. La traducci?n francesa del ?ltimo pasaje es muy defectuosa ? cf. ?Des Surrealismus ? Die letzte Momentaufnahme der europ?ischen Intelligenz?, en GS, II, 1, pp. 297-298.

11/ ?El surrealismo??, op.cit., p. 308. Aunque Rimbaud y Lautr?amont forman parte de los precursores reconocidos por el surrealismo, no parece ser el caso de Dostoievski, salvo para Max Ernst que lo incluye en el famoso cuadro ?La cita de los amigos?.

12/ El t?rmino ?peque?o burgu?s? de la traducci?n francesa no refleja la carga cultural de l apalabra ?Spiesser?, que designa al individuo grosero,limitado y prosaico de la sociedad burguesa. Cf. W. Benjamin, ?Der Surrealismus?, in GS, II, 1, p. 305.

13/ W. Benjamin, ?El surrealismo??, op. cit., pp. 306 y 310.

14/ Ibid., p. 311. Benjamin habla tambi?n de ?conectar la revuelta con la revoluci?n? (p. 310)

15/ Ver en este sentido las notas de Margaret Cohen, Profane Illumination ? Walter Benjamin and the paris of Surrealist Revolution, Berkeley, University of California Press, 1993, pp. 187-189.

16/ Sobre el romanticismo revolucionario, ver Robert Sayre y Micha?l L?wy, R?volte et m?lancolie, le romantisme ? contre-courant de la modernit?, Par?s, Payot, 1992.

17/ W. Benjamin, ?Johan Jakob Bachofen?, en ?crits fran?ais, Par?s, Gallimard, 1991, pp. 104-108.

18/ W. Benjamin, ?Nota sobre Brecht? (1938), ?crits autobiographiques, Par?s, Christian Bourgois, 1990, pp. 367-368

19/ W. Benjamin, Correspondance, op.cit., II, p. 237.

20/ R. Tiedemann, ?Nachwort?, en Benjamin, Charles Baudelaire, Frankfurt, Suhrkamp Verlag, 1980, p. 207.

21/ Para an?lisis m?s desarrollados, ver mis comentarios en Walter Benjamin: Avertissement d?incendie ? Une lecture des Th?ses ?Sur le concept d?histoire?, Par?s, PUF, 2001.

22/ R. Tiedemann, Dialectik in Stillstand, Frankfurt, Suhrkamp Verlag, 1983, p. 130. Cf. tambi?n p. 132, donde constata en las ?Tesis? la presencia de ?contenidos te?ricos del anarquismo?.

23/ Habermas, ?La actualidad de W. Benjamin ? La cr?tica: toma de conciencia o?, Revue d?esth?tique, 1, 1981, p. 121.

24/ W. Benjamin, ?Thesen ?ber den Begriff der Geschichte?, Tesis n? VIII: ?Dessen Chance (des Faschismus) besteht nicht zuletz darin, dass die Giegner ihm im Namen des Fortschritts as einer historischen Norm begegnen? (GS, I, 2, p. 697).

25/ Habermas, Le Discours philosophique de la modernit? ? Douze le?ons, Par?s, Gallimard, 1988, p. 70.

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