An?lisis comparativo del autogobierno de la Comuna de Par?s estudiado por Marx y los municipios aut?nomos zapatistas en M?xico

Este texto pretende releer el importante ensayo de Marx sobre La Guerra Civil en Francia, a la luz de los procesos que Am?rica Latina ha vivido en los ?ltimos veinte a?os. En esta l?gica, el articulo comienza tratando de reconstruir la compleja teor?a marxiana sobre el nivel de lo pol?tico, para distinguir entre las esferas del gobierno, del Estado, de la ’superestructura pol?tica’ y de la figura del poder social como poder pol?tico, para desde all? analizar las radicales y profundas transformaciones que en estos cuatro planos realiza la experiencia de la Comuna de Paris. Finalmente, el ensayo trata de comparar como esas conquistas hist?rico-universales de la Comuna de 1871, se reproducen y enriquecen ahora, en los territorios de Latinoam?rica, en las experiencias de las Juntas de Buen Gobierno neozapatistas.



RELEYENDO LA GUERRA CIVIL EN FRANCIA DESDE LA AM?RICA LATINA DEL SIGLO XXI
Rereading the French civil war from the 21st century?s Latin America

Carlos Antonio Aguirre Rojas1
aguirrec@unam.mx
5 de junio de 2011

Resumen: Este texto pretende releer el importante ensayo de Marx sobre La Guerra Civil
en Francia, a la luz de los procesos que Am?rica Latina ha vivido en los ?ltimos veinte
a?os. En esta l?gica, el articulo comienza tratando de reconstruir la compleja teor?a
marxiana sobre el nivel de lo pol?tico, para distinguir entre las esferas del gobierno, del
Estado, de la ’superestructura pol?tica’ y de la figura del poder social como poder pol?tico,
para desde all? analizar las radicales y profundas transformaciones que en estos cuatro
planos realiza la experiencia de la Comuna de Paris. Finalmente, el ensayo trata de
comparar como esas conquistas hist?rico-universales de la Comuna de 1871, se
reproducen y enriquecen ahora, en los territorios de Latinoam?rica, en las experiencias de
las Juntas de Buen Gobierno neozapatistas, de los Asentamientos del MST brasile?o, de
los barrios piqueteros aut?nomos de Argentina, o de algunas comunidades ind?genas
radicales de Bolivia o Ecuador, entre otros.
Palabras Claves: Gobierno - Democracia Directa ? Estado - Poder Pol?tico - Poder Social
- Movimientos antisist?micos latinoamericanos - Teor?a marxista de lo pol?tico.
Abstract: The aim of this text is to reread Marx?s important essay on the French Civil War
in the light of the processes that Latin America has lived through during the last twenty
years. In this logic, the article begins with an attempt to reconstruct the complex Marxist
theory about the level of the political, to distinguish between the spheres of government,
the State, the ?political superstructure? and the figure of social power as political power,
with a view to analyze the radical and profound transformations that the Paris Commune
experience achieved in those four fronts. Finally, the article attempts to compare how these
historical-universal conquests made by the 1871 Commune, are currently reproduced and
enriched in Latin American territories, in the experiences of the Neo-Zapatista Good
Governance Assemblies, of the Brazilian Landless Workers? Movement Emplacements, of
Argentina?s autonomous ?piqueteros? neighborhoods, or in some of Bolivia or Ecuador?s

1
El autor es doctor en Econom?a por la Universidad Nacional Aut?noma de M?xico, Facultad de Econom?a.
Postdoctorado en Historia, ?cole des Hautes ?tudes en Sciences Sociales, Par?s, Francia. Investigador del
Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
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ISSN: 0718-5766
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radical indigenous communities, among others.

Key words: Government ? Direct Democracy ? State ? Political Power ? Social Power ?
Latin American antisystemic movements ? Marxist theory of the political

?Gracias al combate emprendido por [La Comuna de] Par?s, la lucha de la clase obrera
contra la clase capitalista y contra el Estado capitalista ha entrado en una nueva fase. Sea
cual sea el resultado final, ya se ha obtenido un nuevo punto de partida, cuya relevancia es
sin duda de alcance hist?rico-universal?.
Carlos Marx, Carta a Ludwig Kugelmann, 17 de abril de 1871.
I. RESITUANDO EL TEXTO DE LA GUERRA CIVIL EN FRANCIA.
Cuando Carlos Marx, siguiendo la encomienda del Consejo General de la
Asociaci?n Internacional de los Trabajadores, emprende, el 18 de abril de 1871, la
redacci?n del primer borrador del texto de La guerra civil en Francia, est? lejos de poder
imaginar los perdurables y lejanos ecos que este texto suyo tendr?, en el pr?ximo siglo y
medio entonces por transcurrir. Pues aunque ?l es muy consciente de la importancia
completamente excepcional que, en t?rminos hist?rico-universales, representa la
experiencia de la Comuna de Par?s que aqu? es analizada y diagnosticada con tanta
brillantez, no puede sin embargo anticipar los complejos periplos y caminos que esta
experiencia parisina tendr?, como referente modelo de primer orden, dentro de toda la
ulterior historia de los movimientos sociales anticapitalistas, y dentro de la historia de los
distintos intentos de llevar a cabo revoluciones sociales igualmente radicales y
anticapitalistas.
Porque para Marx, la heroica tentativa de los obreros parisinos de la Comuna de
1871, no s?lo representa la mayor proeza y el principal logro de toda la actividad de la
Primera Internacional, fundada en parte por ?l mismo, sino tambi?n y m?s all?, una
experiencia concreta de alcance hist?rico-universal, que al constituirse como el primer
ejercicio logrado ?aunque ef?mero? de un verdadero autogobierno obrero y popular,
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logra elevar la lucha social del proletariado a un nuevo nivel, in?dito y completamente
diferente respecto de toda la etapa anterior.
Y esto, no s?lo porque esa Comuna de Par?s es la primera encarnaci?n pr?ctica de
la por ?l postulada, veinte a?os atr?s, ?Dictadura del Proletariado?, ni tampoco solamente
porque ella representa la verdadera ?toma del poder? por parte de las clases populares
parisinas, sino tambi?n porque, como lo afirma el propio Marx, esta Comuna representa,
en los hechos, el enorme paso hist?rico-universal en el que ?por primera vez en la historia,
simples obreros, se atrevieron a violar el privilegio gubernamental de sus ?superiores
naturales?, de las clases poseedoras?.
Violaci?n de ese privilegio del mando pol?tico y gubernamental de las clases ricas
de la sociedad, que no s?lo quiebra y cuestiona una estructura de dominaci?n de muy larga
duraci?n (la del monopolio del gobierno, del Estado, y del poder pol?tico por parte de las
clases explotadoras), sino que tambi?n abre, por vez primera en siglos y milenios, la
posibilidad de restaurar nuevamente las formas originarias y profundas de la democracia
directa, es decir, del sentido original y riguroso del t?rmino ?democracia? en tanto
verdadero ?gobierno del pueblo?, y por ende, en tanto que genuino y estricto autogobierno
del pueblo en su sentido m?s literal2
.
Por eso, este texto de La guerra civil en Francia es un texto capital dentro del
conjunto de la producci?n global de Marx, pero tambi?n y simult?neamente, un libro que
resulta todav?a y siempre central para la comprensi?n de la historia de los movimientos
sociales y de las experiencias revolucionarias de cambio social, de los ?ltimos ciento
cuarenta a?os hasta hoy transcurridos. Lo que tal vez explique, el hecho de que Marx
acometa su redacci?n, no una ni dos sino tres veces, redactando dos borradores de este
texto, antes de pasar a su tercera y definitiva versi?n final3
.

2
Sobre este punto, que nos sea permitido remitir a la lectura de nuestro art?culo, Carlos Antonio Aguirre
Rojas, ?La nueva democracia de los nuevos movimientos antisist?micos de Am?rica Latina?, en la revista
Encrucijada Americana, a?o 2, num. 1, Santiago de Chile, 2008. 3
El texto definitivo, as? como los dos borradores preparatorios, han sido editados en espa?ol, como Carlos
Marx, La guerra civil en Francia, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pek?n, 1978, 316 pp. De esta versi?n
est?n sacadas las distintas citas reproducidas a lo largo de este mismo ensayo.
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Ya que se trata del texto en el que va a realizarse el examen cr?tico y la radiograf?a
m?s aguda y profunda de aquella que resultar? siendo la principal experiencia pol?tica
revolucionaria del movimiento obrero europeo durante todo el siglo XIX, experiencia
desplegada y no casualmente, en Francia, en el pa?s que Marx consideraba que era el
modelo del desarrollo pol?tico burgu?s, en donde la Revoluci?n Francesa cre? la forma
m?s acabada y completa posible de la superestructura pol?tica, del Estado y del gobierno
burgueses, con la divisi?n de poderes, el sufragio universal, el voto universal, directo y
secreto, el parlamento, los partidos pol?ticos, la igualdad jur?dica, y las distintas libertades
formales propias de ese mismo orden social burgu?s. En esa Francia en donde, tambi?n
seg?n Marx, las luchas de clases y las luchas pol?ticas se llevaban siempre hasta sus
?ltimas consecuencias y hasta su m?s alto grado de culminaci?n posible4
.
Principal experiencia revolucionaria del movimiento obrero europeo en el siglo
XIX, que al ser en los hechos la creaci?n, por vez primera en muchos siglos y milenios, de
?el gobierno del pueblo por el pueblo? tender? forzosamente a ser evocada nuevamente,
una y otra vez, en cada ocasi?n en la que las clases y los sectores subalternos de la
sociedad ensayen de nuevo la verdadera ?toma del poder?, es decir, la construcci?n del
autogobierno popular y el quiebre del monopolio pol?tico del mandar y del ejercer el
poder.
Toma del poder por los obreros y por el pueblo que, como Marx insistir?,
consider?ndola adem?s como la primera lecci?n fundamental de esa Comuna parisina de
1871, es imposible sin destruir completamente primero la vieja m?quina del gobierno
burgu?s, el viejo Estado capitalista, y toda la vieja superestructura pol?tica tambi?n
burguesa, los que son totalmente barridos y aniquilados, para colocar en su lugar una muy
otra forma de gobierno y de reconfiguraci?n de las relaciones y realidades antes ocupadas
por dicho Estado, e igualmente por dicha superestructura y poder pol?ticos. Es decir, sin

4
Sobre estas concepciones de Marx respecto de Francia y de la Revoluci?n Francesa, pueden verse, tanto la
compilaci?n de textos realizada por Roger Dangeville, Karl Marx y Friederich Engels, Le mouvement ouvrier
fran?ais, 2 tomos, Ed. Fran?ois Maspero, Par?s, 1974, as? como tambi?n los textos reunidos por Maximilien
Rubel, Karl Marx, Les luttes de classes en France, Ed. Gallimard, Par?s, 2007.
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?revolucionar la relaci?n del poder con quienes lo ejercen y con quienes lo padecen?, tal y
como afirman ahora los sabios compa?eros neozapatistas5
.
Primer intento hist?rico de destruir el poder pol?tico burgu?s y de construir en su
lugar el autogobierno popular, que por lo tanto, ser? evocado lo mismo por la revoluci?n
rusa, al calificar el gobierno de los Soviets de Diputados Obreros, Campesinos y Soldados
de ser su propio gobierno tipo la ?Comuna de Par?s?, que por la revoluci?n alemana, por la
revoluci?n h?ngara de la ?Rep?blica de los Consejos?, o por el movimiento de los
Consejos Obreros italianos, los que al emular expl?citamente la ?Rep?blica de los Soviets?
rusa, reenv?an igualmente hacia esa experiencia matriz de la Comuna de Par?s. Evocaci?n
de la Comuna parisina, que retornar? igualmente en la Revoluci?n Cultural china y en su
intento de reencauzar a la sociedad china por el ?camino socialista? y por la ?Dictadura del
Proletariado?, intento que otra vez, recupera expl?citamente ese referente.
Periplo de experiencias revolucionarias y de movimientos anticapitalistas del siglo
XX, que no casualmente, encuentra ahora sus expresiones paradigm?ticas m?s recientes, y
sus versiones m?s contempor?neas, en la experiencia neozapatista de las Juntas de Buen
Gobierno, pero tambi?n y en distintos grados, en los desarrollos y avances de algunos de
los Barrios Piqueteros aut?nomos argentinos, o en los Asentamientos del Movimiento de
los Sin Tierra brasile?o, igual que en ciertas tendencias o experiencias de los movimientos
ind?genas ecuatorianos o bolivianos recientes6
. Filiaci?n entonces directa y profunda de

5
Dice en este sentido el Subcomandante Insurgente Marcos: ?Es necesario construir una nueva cultura
pol?tica. Esta nueva cultura pol?tica puede surgir de una nueva forma de ver el poder. No se trata de tomar el
poder, sino de revolucionar su relaci?n con quienes lo ejercen y con quienes lo padecen?, en su ?Invitaci?n al
Encuentro Intercontinental por la Humanidad y Contra el Neoliberalismo?, en mayo de 1996, texto incluido
en el libro EZLN. Documentos y comunicados, tomo 3, Ed. Era, M?xico, 1997, p. 258. 6
Sobre estas experiencias mencionadas, y sobre sus esfuerzos de construir los caminos y las formas del
autogobierno popular, y de quebrar y subvertir desde abajo las relaciones de poder hoy dominantes, cfr.
Subcomandante Insurgente Marcos ?Chiapas: la treceava estela?, Ed. FZLN, M?xico, 2003, Carlos Antonio
Aguirre Rojas, Mandar obedeciendo. Las lecciones pol?ticas del neozapatismo mexicano, Ed. Contrahistorias,
5?. Edici?n, M?xico, 2010, Miguel Mazzeo, Piqueteros. Notas para una tipolog?a, Ed. Manuel Su?rez, Buenos
Aires, 2004, Maristella Svampa, Entre la ruta y el barrio, Ed. Biblos, Buenos Aires, 2004, Joao Pedro Stedile,
Brava gente. La lucha de los Sin Tierra en Brasil, Ed. Desde Abajo, Bogot?, 2003, Ademar Bogo, ?Las formas
de la democracia interna dentro del Movimiento de los Sin Tierra de Brasil?, en Contrahistorias, num. 14,
M?xico, 2010, Marlon Santi, ?La Confederaci?n de Nacionalidades Ind?genas del Ecuador: nuevo giro hacia
la izquierda?, en Contrahistorias, num. 11, M?xico, 2008, Felipe Quispe, ?Bolivia en la encrucijada?, en
Contrahistorias, num. 12, M?xico, 2009 y Ra?l Zibechi, Dispersar el poder, Ed. Quinta Lim?n, Buenos Aires,
2006.
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estas experiencias y movimientos mencionados, que se hace evidente cuando recuperamos,
m?s de cerca, las principales lecciones te?ricas y pol?ticas que Marx deriva de esta
fundamental experiencia de la Comuna de Par?s7
, en su c?lebre libro de La guerra civil en
Francia. Veamos estas lecciones con m?s detalle.
II. DEFINIENDO LA ESENCIA DE LA COMUNA DE PAR?S
Insistiendo en la novedad radical que representa esta experiencia hist?rica heroica
de la Comuna de Par?s de 1871, Marx ha subrayado el hecho de que se trataba de una
creaci?n in?dita y profundamente revolucionaria, en la cual, a diferencia de todos los
gobiernos anteriormente conocidos, el protagonista ahora era ?? el pueblo, actuando para
s? y por s? mismo?, es decir ?un gobierno del pueblo por el pueblo?, o dicho en otros
t?rminos, el verdadero y genuino autogobierno popular8
.
Primera experiencia sistem?tica de construcci?n del autogobierno del pueblo, que
al invertir completamente la naturaleza de lo que ha sido, en la larga duraci?n de las
sociedades humanas divididas en clases sociales, esa realidad del mando desp?tico
gubernamental, redefinir?, a partir de su propia irrupci?n, todas las formas y
configuraciones posibles del conflicto social en general y de la lucha de clases en
particular, dentro de todo el vasto conjunto planetario de las sociedades capitalistas hoy
todav?a imperantes.
Porque una vez que se abre esa puerta in?dita, que da acceso a la posibilidad de que
el pueblo se autogobierne, sin necesidad alguna de la funci?n e incluso de la existencia
misma de las clases dominantes y explotadoras de la sociedad, se inaugura tambi?n la

7
Para medir adecuadamente la enorme agudeza y profundidad excepcional de la interpretaci?n de Marx sobre
esta experiencia de la Comuna de 1871, se le puede comparar con algunos otros de los estudios a ella
dedicados, de los cuales solo mencionamos, a t?tulo de simple ejemplo, Prosper Olivier Lissagaray, La
Comuna de Paris, Ed. Txalaparta, Tafalla, 2003, Louise Michel, La Commune. Histoire et souvenirs, Ed. La
D?couverte, Paris, 1999, Jean Bruhat, Jean Dautry y Emile Tersen, La Commune de 1871, Ed. Sociales, Paris,
1970 y Pierre Kropotkine, La Commune. Suivie de La Commune de Paris, Ed. L?Altiplano, Paris, 2008. 8
Para las dos citas de este p?rrafo, cfr. Carlos Marx, La guerra civil en Francia, ya citada, pp. 154 y 83,
respectivamente.
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materializaci?n real de la certeza, para todos los sectores, clases y grupos subalternos, de
que el cambio social es no solo posible sino necesario y urgente, de que es factible
construir una sociedad diferente, sin gobernantes y sin gobernados, sin mando desp?tico ni
obediencia humillante, y de que el autogobierno popular y la autogesti?n social que
necesariamente lo acompa?a, no son utop?as y fantas?as irrealizables, sino objetivos
concretos, posibles y perfectamente alcanzables.
Por eso, Marx insiste en el hecho de que, con esta experiencia de la Comuna de
Par?s, e independientemente de su resultado concreto inmediato, ya se ha alcanzado un
?nuevo punto de partida? de significado hist?rico-universal, para todas las ulteriores luchas
de la clase obrera y del pueblo en general. Lo que, como ya hemos mencionado, se
confirmar? con la constante evocaci?n que de esta experiencia har?n pr?cticamente todos
los movimientos realmente anticapitalistas y antisist?micos del mundo, posteriores a esta
Comuna parisina de 1871.
Experiencia radical de alcances hist?rico-universales, que en consecuencia, s?lo
podr? ser adecuadamente aprehendida y definida a partir de varias y sucesivas
aproximaciones, las que precisamente llevar? a cabo Marx en La guerra civil en Francia,
lo que explica el hecho de que dicha Comuna de Par?s sea definida en ese mismo texto de
varias y diferentes maneras, siempre coincidentes y articuladas entre s?, aunque no
id?nticas ni subsumibles las unas en las otras.
Pues al revisar con cuidado el texto definitivo o tercero de La guerra civil en
Francia, llama la atenci?n el hecho de que Marx define m?ltiplemente a la Comuna,
primero como el ?gobierno de la clase obrera?, o tambi?n el ?gobierno del pueblo por el
pueblo?, para despu?s, en otro momento, afirmar que esa Comuna es la forma positiva de
la ?Rep?blica Social?, o de la ?Rep?blica Proletaria?, para abundar tambi?n en que se trata
de la forma positiva de una ?Rep?blica que suprime la dominaci?n de clase?. Pero tambi?n
y en otra parte del texto, o en alguno de sus borradores preparatorios, Marx va a calificar a
esta Comuna como la ?forma pol?tica, al fin descubierta, de la emancipaci?n econ?mica
del trabajo?, o igualmente como la ?forma pol?tica de su emancipaci?n social?, para
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completar, en otro pasaje incluido en uno de esos borradores citados, con la definici?n que
concibe y explica a la Comuna como ?la reasunci?n del poder estatal por la sociedad?, o
tambi?n, como ?la reasunci?n del poder estatal por las masas populares mismas?9
.
Varias definiciones que lejos de contradecirse, convergen y se complementan,
aludiendo adem?s a la espec?fica y compleja concepci?n de Marx sobre ese mundo de
realidades y de relaciones sociales que tradicionalmente se llama el nivel de ?lo pol?tico?,
o de la ?actividad pol?tica humana?. Nivel complejo y estratificado, que Marx ha
investigado y teorizado desde sus primeros escritos10, y que le permite distinguir, en este
intento de explicaci?n de la importante experiencia de la Comuna de Par?s, por lo menos
cuatro subniveles o planos constitutivos de esa misma esfera social de la pol?tica, sobre la
cual incide, central y privilegiadamente, dicha experiencia de la Comuna.
Cuatro planos constitutivos de lo pol?tico, que van a ser todos ellos revolucionados
radicalmente por la Comuna de Par?s, y que abarcan, primero la forma de gobierno
estatuida, segundo, la forma espec?fica del Estado, tercero, la configuraci?n particular de
la superestructura pol?tica en su totalidad, y finalmente y como cuarto plano, la naturaleza
singular de la encarnaci?n del poder pol?tico aqu? involucrada. Cuatro subniveles de la
dimensi?n social de ?la pol?tica? o ?lo pol?tico?, que sin confundirse ni equipararse, s? se
articulan en cambio coherentemente, para dar expresi?n a esa actividad humana siempre
derivada, dependiente y parasitaria de lo propio social que es justamente dicha ?pol?tica?,
actividad que los hombres inventaron junto con las sociedades divididas en clases sociales,
y que seg?n afirma el propio Marx, habr? de desaparecer tambi?n con la extinci?n de estas
mismas clases sociales y de su secular y milenario antagonismo11.

9
Para revisar todas estas definiciones cfr. nuevamente La guerra civil en Francia antes citada, pp. 76, 83, 71 y
185.
10 A esta luz, vale la pena releer tanto su Cr?tica de la filosof?a del Estado de Hegel, Ed. Grijalbo, M?xico,
1968, como tambi?n el cap?tulo primero de La ideolog?a alemana, Ediciones de Cultura Popular, M?xico,
1974, as? como su Miseria de la filosof?a, Ed. Siglo XXI, M?xico, 1979. 11 Sobre esta tesis de Marx, de la ?muerte de la pol?tica?, expuesta precisamente en los textos citados en la
nota anterior, y tambi?n en sus Elementos fundamentales para la cr?tica de la econom?a pol?tica. Grundrisse,
tres tomos, Ed. Siglo XXI, M?xico, 1971-76, cfr. nuestro libro, Carlos Antonio Aguirre Rojas, Am?rica Latina
en la encrucijada, Ed. Contrahistorias, 7?. Edici?n, M?xico, 2009, en especial el cap?tulo 3 ?La muerte de la
pol?tica en el contexto de la Am?rica Latina contempor?nea?, pp. 79-90.
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Estratos m?ltiples de la actividad pol?tica, que son todos impactados y
revolucionados radicalmente por la Comuna parisina, la que al ?tomar el poder?, incide
necesariamente y de distintas maneras sobre esos cuatro estratos referidos. Lo que explica
entonces el acertado ?nfasis de Marx, al insistir en el hecho de que una primera lecci?n
esencial de la Comuna, es que el proletariado, o la clase obrera, o las clases populares, no
pueden limitarse ?simplemente a tomar posesi?n de la m?quina del Estado, tal y como
est?, y a servirse de ella para sus propios fines?, sino que deben imperativamente
destruirla totalmente, para ubicar en su lugar algo radicalmente diferente y diverso.
Porque es claro que al acometer esa tentativa heroica de ?tomar el cielo por asalto?,
que Marx tanto admir?, la Comuna de Par?s no s?lo destruye y sustituye al anterior
gobierno burgu?s, sino que tambi?n y al mismo tiempo aniquila el antiguo Estado
igualmente burgu?s, y desmonta a toda la superestructura pol?tica, burguesa, hasta ese
momento vigente, deslegitimando y revolucionando de ra?z, tambi?n, el modo mismo del
poder pol?tico imperante cuya naturaleza es, l?gicamente, tambi?n de orden burgu?s.
As?, al ?tomar el poder?, los obreros parisinos inciden en primer lugar sobre la
forma de gobierno, es decir, sobre la modalidad concreta del ejercicio del dominio pol?tico,
modificando tanto el modo en que se estructura la relaci?n de mando y obediencia, como
tambi?n las figuras espec?ficas de qui?n y c?mo se toman las decisiones pol?ticas
fundamentales. Pues esas formas de gobierno, que pueden ser democr?ticas, o
mon?rquicas, o dictatoriales, o aristocr?ticas, o republicanas, u olig?rquicas, entre otras,
son precisamente las que determinan tanto ese proceso de toma de decisiones, como dicha
forma del mandar y el obedecer. Entonces, y frente a las viejas y anquilosadas formas de
gobierno, tanto del Segundo Imperio de Napole?n el peque?o, como del traidor gobierno
provisional burgu?s, la Comuna de Paris va a instaurar en cambio la forma del
autogobierno popular, es decir el autogobierno de la clase obrera y de todo el pueblo de la
ciudad de Paris.
Al mismo tiempo y en un segundo nivel, esa toma del poder por parte del pueblo de
Par?s, destruye de un golpe a la forma del Estado burgu?s, al aniquilar y desmantelar de
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inmediato al ?rgano o instrumento del sometimiento pol?tico ejercido por la burgues?a
sobre el proletariado y sobre toda la sociedad, instrumento que en tanto verdadera
?m?quina de guerra? del capital sobre el trabajo, reproduce el monopolio del control
pol?tico para las clases ricas y explotadoras de la sociedad, y el despojo y la desposesi?n
de ese control para la vasta base subalterna de la pir?mide social. Monopolio del control
pol?tico, que le permite a la burgues?a o a las clases ricas de la sociedad, definir la l?gica,
el sentido y los modos de resolver los asuntos ?p?blicos?, sesgando todo esto en beneficio
del mantenimiento del injusto orden clasista dominante. Destrucci?n radical de esta forma
del Estado, y en este caso hist?rico concreto del Estado burgu?s, con todo su cortejo de
instituciones represivas, de control, de adoctrinamiento, y de sesgada administraci?n de los
asuntos p?blicos, que en este caso no es sustituida por ning?n otro tipo de Estado, sino
m?s bien y como veremos despu?s por unas muy otras formas de gesti?n y de resoluci?n
de esos mismos asuntos colectivos de la comunidad, es decir por una peculiar y muy clara
forma de lo que podr?amos llamar un anti-Estado, o un verdadero no-Estado12.
Igualmente y en un tercer plano, la irrupci?n de la Comuna de Par?s y su heroica
acci?n de hacerse con el poder pol?tico en 1871, impacta tambi?n en todo el conjunto de lo
que Marx llam? la superestructura pol?tica, la que m?s all? del solo aparato estatal incluye
adem?s a los partidos pol?ticos, al parlamento y a la propia l?gica de estructuraci?n de todo
el espacio global de lo pol?tico mismo, para conformar a todo ese mundo de estructuras y
relaciones derivadas y parasitarias de las fuerzas, los movimientos, las clases, los grupos y
los sectores estrictamente sociales, que recientemente han sido designados bajo el
concepto de la ?sociedad civil?. Superestructura pol?tica que como Marx ha repetido
muchas veces, no es nunca una verdadera totalidad, es decir, no es una realidad que
contiene en s? misma las premisas de su propia explicaci?n, remiti?ndonos siempre, para la
comprensi?n de su din?mica profunda y de su sentido y funcionamiento m?s generales, a
diversas y siempre externas dimensiones o realidades extrapol?ticas.

12 Como es bien sabido, este tema ser? uno de los temas centrales discutidos por Lenin en las v?speras mismas
del triunfo de la Revoluci?n Rusa, y frente al espect?culo de la emergencia imponente del poder paralelo de
los Soviets de Diputados, Obreros, Campesinos y Soldados, por ejemplo en su libro El Estado y la revoluci?n,
Ed. Progreso, Mosc?, 1978.
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Superestructura pol?tica que tambi?n ser? aniquilada por la Comuna, al disolver de
un golpe los principios profundos en los que ella se sustenta, y que han hecho de la
?actividad pol?tica? de los hombres una actividad elitista, espectacular, epis?dica,
profesionalizada y reproductora de las dicotom?as ya antes se?aladas, del mando desp?tico
y la obediencia humillante, y del control pol?tico monop?lico y la desposesi?n de la
autonom?a para las grandes mayor?as sociales13.
Finalmente, y referida a un cuarto estrato de lo pol?tico, la experiencia parisina de
1871 tambi?n desconstruye y deslegitima la existencia misma del poder pol?tico en cuanto
tal, es decir la encarnaci?n o materializaci?n forzosamente perversa y desfigurada del
poder social, emanado del vinculo y del intercambio humanos, bajo esta figura espec?fica
como poder pol?tico en tanto que tal. Pues al transformar radicalmente la forma de
gobierno anterior, destruyendo a la vez a la forma del Estado, y aniquilando de un golpe a
toda la antigua superestructura pol?tica, lo que la Comuna hace, es cuestionar tambi?n en
su centro esa divisi?n y duplicaci?n de lo social y lo pol?tico, devolviendo las anteriores
funciones cumplidas por la ?pol?tica? al propio cuerpo social directo, y haciendo totalmente
in?til e innecesaria esa expresi?n deformada de lo propio social como ?pol?tico?.
Cuestionando, en suma, el hecho mismo de que el poder social deba o incluso pueda llegar
a expresarse como poder pol?tico en tanto tal14.
Duplicaci?n del poder social y proyecci?n desfigurada del mismo como poder
pol?tico, frente a la cual la Comuna desplegar? una forma del poder que va exactamente en
sentido inverso, al reunificar nuevamente poder pol?tico y poder social, por la v?a de
disolver y reabsorber las funciones del primero en el segundo.
Cuatro estratos o niveles de la dimensi?n de lo pol?tico humano igualmente
subvertidos y revolucionados por la acci?n de la Comuna de Par?s, que de modo para nada

13 Sobre este punto, vale la pena revisar el fino y agudo ensayo de Bol?var Echeverr?a Andrade, ?Lo pol?tico
en la pol?tica?, incluido en la revista Chiapas, num. 3, M?xico, 1996. 14 Para este problema, resulta especialmente ?til la relectura de los trabajos de Michel Foucault, de los cuales
s?lo mencionamos aqu?, Vigilar y castigar, Ed. Siglo XXI, M?xico, 1993, Microf?sica del poder, Ed. La
Piqueta, Barcelona, 1992, Estrategias de poder, en Obras esenciales, vol. 2, Ed. Paidos, Barcelona, 1999,
Seguridad, territorio, poblaci?n, Ed. Fondo de Cultura Econ?mica, Buenos Aires, 2006 y la entrevista ?El
problema del poder?, en Contrahistorias, num. 12, M?xico, 2009.
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casual, volver?n a nuestra memoria cuando intentamos descifrar y explicar las actuales
experiencias latinoamericanas que intentan hoy transformar, de modo realmente
revolucionario y antisist?mico, a las distintas sociedades de Am?rica Latina, y con ellas,
naturalmente, a esa esfera de la actividad pol?tica de esas mismas sociedades.
Intentos diversos de crear sociedades que sean, adem?s de libres de la explotaci?n
capitalista, tambi?n sociedades aut?nomas y autogestivas en lo social y en lo ?pol?tico?,
que encuentran entonces pistas fundamentales a explorar, en esta misma experiencia de la
Comuna de Par?s, lo que amerita entonces que prosigamos con el examen de algunas otras
de sus principales lecciones, las que han sido analizadas y desarrolladas cuidadosamente
por Marx, en su texto de La guerra civil en Francia.
III. LA COMUNA COMO GOBIERNO BASADO EN LA DEMOCRACIA
DIRECTA
Dado que la Comuna de Par?s se ha construido a partir de la decisi?n de todo el
pueblo de Par?s de retomar en sus manos la conducci?n de sus propios destinos, entonces
la forma de gobierno que a ella corresponde, es l?gicamente la forma democr?tica, la
forma de gobierno de la democracia. Pero se trata, y en esto estriba su novedad radical, de
una forma muy otra de dicha democracia, de una democracia que despu?s de siglos y
milenios de deformaci?n y de vaciamiento de su contenido original, va a retomar
nuevamente su verdadero y estricto sentido original, conform?ndose como un aut?ntico
?gobierno del pueblo por el pueblo?, tal y como Marx lo define en La guerra civil en
Francia.
Verdadero autogobierno popular, que no s?lo resignifica y redefine totalmente a ese
t?rmino de la ?democracia?, sino que tambi?n se contrapone en toda regla a la forma de
gobierno burguesa de la democracia formal, representativa, delegativa y limitada que ha
dominado en el capitalismo durante los doscientos a?os posteriores a la Revoluci?n
Francesa, e incluso, hasta nuestros propios d?as. Democracia de nuevo tipo, la de la
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Comuna de Par?s, que adem?s y no casualmente, se asemeja de manera notable a la
democracia directa y asamblearia defendida y practicada hoy, por ejemplo, por los dignos
ind?genas rebeldes neozapatistas de M?xico, pero tambi?n, por los otros movimientos
antisist?micos de Am?rica Latina reci?n mencionados.
Pues si comparamos, de un lado, la limitada y hoy ya caduca y anacr?nica
democracia burguesa, y del otro, la democracia construida tanto por la Comuna de Par?s
como despu?s por las Juntas de Buen Gobierno neozapatistas, nos llamar? la atenci?n la
obvia y radical contraposici?n entre la primera y las otras dos, pero tambi?n la enorme
similitud entre la segunda y la tercera. Radical oposici?n de un lado, y profunda semejanza
y parentesco del otro, que se explican en ambos casos por la funci?n y por el fundamento
en que ellos se apoyan, sea como mecanismo gubernamental del dominio pol?tico
desp?tico, o en la otra vertiente, como ejercicio aut?nomo y libre del autogobierno
popular.
Y entonces, mientras la democracia burguesa es epis?dica y ef?mera, concret?ndose
et?reamente cada tres, cuatro o seis a?os, en que convoca a elegir representantes lejanos,
ajenos, sin control y sin contacto con los electores, la democracia real y directa de la
Comuna de Par?s, y tambi?n la de los nuevos movimientos antisist?micos
latinoamericanos, es en cambio una democracia permanente y efectiva, en la que todos los
representantes son elegibles, responsables y revocables en cualquier momento, siendo as?
controlados y supervisados constantemente por los propios colectivos que los han elegido.
Se trata entonces, de una verdadera revoluci?n profunda del concepto mismo de la
representatividad, y de la representaci?n pol?tica y social en general. Pues a partir de la
sencilla implementaci?n de estas pr?cticas l?gicas, de poder ser llamado a cuentas y
tambi?n de poder ser revocado del cargo en cualquier momento, esta representaci?n se
vuelve nuevamente una representatividad real y org?nica, que elimina la lejan?a, ajenidad y
falta de control de los representantes, para sustituirla por su exacto contrario, el de la
cercan?a, interioridad y supervisi?n real de esos mismos representantes. Por eso, es l?gico
que este primer rasgo de la democracia directa, descubierto por la Comuna, nos recuerde
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de inmediato al principio neozapatista del Buen Gobierno que proclama la exigencia de
?Representar y no Suplantar?15.
Un segundo trazo de la democracia capitalista es el de ser una democracia
delegativa, que no s?lo elige representantes ajenos y lejanos a sus electores, sino que
adem?s delega en ellos todo el poder de decisi?n y de determinaci?n sobre los distintos
problemas del colectivo. En cambio, la Comuna de Par?s va a ser una democracia directa y
que gira en torno de la Asamblea Popular como su instancia central de toma de decisiones,
decisiones que entonces corresponden siempre al colectivo mismo, las que mediante
mandato imperativo son transmitidas e impuestas a los representantes, los que est?n
obligados a acatarlas e implementarlas, al estar directamente controlados por los
mecanismos de la rendici?n de cuentas y de la revocabilidad permanentes. Centralidad
principal de la Asamblea sobre el proceso de la toma de las decisiones fundamentales, y
control directo y permanente sobre sus representantes, que son claros trazos coincidentes
con el principio neozapatista de ?Obedecer y no Mandar?.
Formas de la democracia asamblearia o directa de la Comuna y del neozapatismo,
que cuestionan precisamente la principal deformaci?n que la democracia sufri? desde su
original invenci?n en los lejanos tiempos de la Grecia antigua, y que la convirti? en esa
democracia delegativa y lejana del verdadero autogobierno popular, que no correspond?a a
su sentido etimol?gico estricto, y que sustituy? siempre el genuino autogobierno del
pueblo con gobiernos vac?os y ret?ricos, que s?lo de palabra declaraban gobernar ?en
nombre del pueblo?, ?para el pueblo?, ?en representaci?n del pueblo? y as? por el estilo.
Por eso, un tercer trazo de esta democracia burguesa es el de ser puramente formal,
habiendo llegado al punto en el que los supuestos representantes del pueblo son siempre
miembros de las propias clases dominantes, o en todo caso sus personeros sometidos, lo

15 Sobre los siete principios del buen gobierno neozapatista, que aqu? intentamos comparar y emparentar con
las formas del autogobierno obrero y popular de la Comuna de Paris, y sobre sus implicaciones principales,
pueden verse, por ejemplo, las distintas ponencias de los compa?eros presentadas en la Mesa ?La Autonom?a
y el Otro Gobierno? del Primer Encuentro de los Pueblos Zapatistas con los Pueblos del Mundo, disponibles
en el sitio del EZLN: www.ezln.org.mx, y tambi?n nuestro libro, Carlos Antonio Aguirre Rojas, Mandar
obedeciendo. Las lecciones pol?ticas del neozapatismo mexicano, antes ya citado.
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que llev? a Lenin a afirmar que esta democracia era tan solo el proceso en el cual cada
cierto n?mero de a?os, las clases populares eleg?an a los nuevos amos que habr?an de
despreciarlas y de oprimirlas, durante los cuatro, o seis, o tres a?os subsecuentes.
Lo que una vez m?s, contrasta totalmente con la democracia real de la Comuna,
que elige como sus representantes no a pol?ticos, ni a miembros de la clase enemiga, sino a
elementos de su propia clase, a simples obreros y ciudadanos del pueblo com?n, los que
orgullosamente reivindican ser simples ?desconocidos?, agregando, retadoramente, que lo
son a igual t?tulo en que lo fueron ?los Ap?stoles? reclutados por Jesucristo, tal y como lo
refiere Marx en uno de sus borradores del texto de La guerra civil en Francia. Obreros y
gente del pueblo, a los que ?ste ?ltimo s? conoce y apoya realmente, y a los que les pide
cuentas y controla bajo los mecanismos ya antes descritos. Democracia real, de hombres y
mujeres del pueblo, que se asemeja enormemente a la experiencia neozapatista de los
miembros componentes de sus Juntas de Buen Gobierno, y que funda su exigencia
constante a todos ellos de ?Bajar y no Subir?.
Tambi?n, un cuarto trazo de la democracia burguesa que Marx va a se?alar y a
criticar en sus an?lisis, es el hecho de que se trata de una democracia cara, abultada, lenta
en su funcionamiento, y enorme y torpe en el conjunto de su acci?n. Pues a partir del gran
ej?rcito de funcionarios, de polic?as, de magistrados, de bur?cratas, de cl?rigos y de
soldados que la componen, esa democracia se aparece como un desmesurado edificio,
laber?ntico y complicado, de funcionamiento dif?cil y a veces misterioso, que desangra los
recursos de la sociedad civil, a cambio de su torpe funcionamiento y de su propia
existencia16.
En cambio, y en las ant?podas de esta democracia cara e hipertrofiada, la
democracia de la Comuna es una democracia muy barata, al reducir el salario de todos sus
miembros al salario de un obrero promedio, pero tambi?n al simplificar enormemente las
funciones de gobierno, reduciendo dr?sticamente el n?mero de los llamados ?servidores

16 Sobre este punto cfr. tambi?n la cr?tica implacable de los falsos misterios y el car?cter hipertrofiado de la
burocracia capitalista, contenida en el texto de Carlos Marx, Cr?tica de la filosof?a del Estado de Hegel, antes
ya citado.
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p?blicos?, y aligerando y transparentando radicalmente esas mismas tareas de gobierno, al
redefinirlas del modo en que hasta aqu? hemos ya explicado. Simplificaci?n y
abaratamiento de la democracia, que una vez m?s nos recuerda otro de los principios
neozapatistas del buen gobierno, que propone a aquellos que realizan esa tarea del buen
gobierno, la m?xima de ?Servir y no Servirse? en t?rminos econ?micos, pero tambi?n en
t?rminos sociales y generales.
El quinto rasgo de la democracia burguesa, tambi?n acotado por Marx, es el de ser
una democracia profundamente jer?rquica, al modo de una pir?mide escalonada de esos
ej?rcitos ya mencionados de bur?cratas, magistrados, cl?rigos, etc?tera, que se clasifican y
distribuyen en cuadros o mandos altos, medios y bajos, creando toda una serie de rituales,
de s?mbolos y de parafernalias, reproductores y evidenciadores de esas mismas jerarqu?as
rid?culas y anacr?nicas.
Y esto, a diferencia de la democracia niveladora e igualitaria, tanto de la Comuna
de Par?s como del neozapatismo mexicano, en donde todos los funcionarios, sin excepci?n,
son elegibles, responsables y revocables en todo momento, estando por lo tanto sometidos
a un ?nico e id?ntico criterio y rasero, el que se complementa con la correspondiente
equiparaci?n de sus salarios, los que son todos iguales, es decir el salario de un obrero
promedio. Con lo cual se elimina de golpe toda la divisi?n, segmentaci?n, jerarquizaci?n y
distinciones propias de la democracia burguesa, record?ndonos en su lugar el principio
neozapatista del buen gobernar, que propone a sus miembros ?Unir y no Dividir?.
Otro rasgo de la democracia capitalista y burguesa, tambi?n criticado por Marx, es
el hecho de que ella funciona sobre todo a partir de criterios cuantitativos y abstractos, lo
que se corresponde muy arm?nicamente con el predominio, a nivel de la econom?a
capitalista, de la l?gica del valor, l?gica igualmente abstracta y cuantitativista de modo
estructural. Una democracia mucho m?s cuantitativa que cualitativa, que aplica mec?nica y
abstractamente el principio del apabullamiento de la minor?a por la mayor?a (as? sea, esta
?ltima, de 51% de la poblaci?n contra 49% de la minor?a), y que lo que produce
recurrentemente es la polarizaci?n y el desgarramiento de las sociedades humanas, creando
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el absurdo e irresoluble conflicto entre el supuesto inter?s general y los pretendidos
intereses particulares. Lo que, como se ha hecho evidente en los ?ltimos tiempos, s?lo
lleva al agotamiento y par?lisis pol?ticos de las sociedades, y a su divisi?n y confrontaci?n
permanentes y dif?cilmente resolubles17.
Frente a lo cual, la democracia de la Comuna de Par?s ser? una democracia
predominantemente cualitativa, concreta, e incluso y de manera espont?nea,
tendencialmente consensual. Puesto que al estar basada en la Asamblea General como su
m?ximo ?rgano deliberativo y decisorio, entonces todas las decisiones se toman no por
absurdas, abstractas y mec?nicas mayor?as, sino mediante el constante ejercicio del
di?logo inteligente, de la interpenetraci?n de posiciones divergentes o hasta encontradas, y
de una expl?cita b?squeda del consenso, o por lo menos del semiconsenso, basada en
razones cualitativas y en argumentos y an?lisis concretos, en donde el punto de vista de las
minor?as vale tanto como el de las mayor?as, y en donde mediante ese ejercicio dial?gico
constante, se tiende a reunificar y a hacer coincidir el ?inter?s general? con los ?intereses
particulares?. O dicho, una vez m?s, en t?rminos de los principios del buen gobierno
neozapatista, a partir de una l?gica inteligente de ?Convencer y no Vencer?.
Finalmente, el s?ptimo trazo de la democracia burguesa y capitalista, es el de ser
una democracia lejana, extra?a, y sobre todo mistificadora del real quehacer
gubernamental, el que de manera falsa e intencionalmente sesgada, se quiere presentar
como una tarea muy dif?cil, intrincada, extremadamente compleja y sofisticada, y por lo

17 Por eso, los te?ricos burgueses de la ciencia pol?tica oficial, se entretienen registrando esta crisis actual de la
democracia, declar?ndola como una realidad ya exhausta o agotada, o cuyo ciclo hist?rico se habr?a cumplido,
pero sin ser capaces, ni de buscar ni de encontrar la salida, en el campo de los movimientos antisist?micos
actuales y anteriores, y de sus experiencias concretas de cambio. Y esto ?ciento cuarenta a?os despu?s de la
Comuna de Par?s, o noventa a?os despu?s de las experiencias de los Soviets rusos y el Poder Sovi?tico, o de
los Consejos alemanes y de la Comuna de Berl?n, o de la experiencia hist?rica de la Rep?blica de los Consejos
de Hungr?a, o de los logros de los Consejos de F?brica turineses!. Sobre estas important?simas experiencias
mencionadas, cfr. a modo de simples ejemplos, Vladimir Ilich Lenin, ?Cartas desde lejos? en Obras
completas, vol. 24, Ediciones Salvador Allende, M?xico, sin fecha, ?La dualidad de poderes? y Las tareas
inmediatas del poder sovi?tico, ambos en Obras escogidas, tres tomos, tomo 2, Ed. Progreso, Mosc?, sin
fecha, Le?n Trotsky, ?El soviet de Petersburgo de 1905? en el libro Control Obrero, Consejos Obreros,
Autogesti?n, Ed. Era, M?xico, 1974, Rosa Luxemburgo, ??Qu? quiere la Liga Espartaquista?? en el libro
T?ctica revolucionaria, Ed. Roca, M?xico, 1975, Dominique Gros, La R?volution prol?tarienne en Hongrie
(mars ?ao?t 1919), en la serie Les Cahiers du CERMTRI, num. 97, 2000, y Antonio Gramsci ?El Consejo de
F?brica?, ?El Programa del Ordine Nuovo? y ?El Movimiento Turinense de los Consejos de F?brica?, todos
ellos incluidos en el libro Control Obrero, Consejos Obreros, Autogesti?n, reci?n citado.
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tanto, s?lo apta para seres muy altamente calificados y largamente preparados para ello.
Pero este es otro de los tantos mitos rid?culos que la Comuna de Par?s hace trizas, con su
simple y saludable irrupci?n.
Porque la democracia de la Comuna, por el contrario, es una democracia cercana,
f?cilmente inteligible, y sobre todo desmistificadora y desacralizadora de esas funciones de
gobierno, las que ahora son llevadas a cabo por simples obreros, que resuelven de buena fe
y con criterio pr?ctico e inteligente, todos los asuntos colectivos, y con ello, todas las
tareas de gobierno necesarias y posibles. Lo que se cumple a partir de la l?gica del s?ptimo
principio neozapatista del buen gobierno, que postula que hay que ?Proponer y no
Imponer?, lo que adem?s, materializa de manera muy concreta y evidente el objetivo del
autogobierno popular, ahora concretado en el hecho de que sucesivamente y por turnos,
absolutamente todos los ciudadanos, sin excepci?n, cumplen esas tareas de gobierno, y
gobiernan sencilla y racionalmente, haciendo entonces realidad la tesis de que todos somos
gobierno y de que el gobierno somos realmente todos.
Desplegando entonces todos estos rasgos mencionados, de la muy vieja y tambi?n
muy nueva democracia directa, caracter?sticos del verdadero autogobierno popular, la
Comuna de Par?s da forma a ese genuino gobierno del pueblo y para el pueblo, que seg?n
Marx quiebra absolutamente con ??la ilusi?n de que la administraci?n y el gobierno
pol?tico eran algo misterioso, funciones trascendentes que no se pod?an confiar sino en las
manos de una casta entrenada de par?sitos estatales, de sicofantes abundantemente
pagados, y de sinecuristas que, colocados en los cargos superiores, absorb?an la
inteligencia de las masas y la volv?an contra ellas mismas, en los rangos inferiores de la
jerarqu?a?18.
Pasemos a ver ahora, en un segundo momento, la revoluci?n operada por la
Comuna de Par?s respecto del plano de las formas del Estado burgu?s en particular, pero
tambi?n, de la forma misma del Estado en general.

18 Para esta cita de Marx, cfr. el ?Primer borrador de La guerra civil en Francia?, en La guerra civil en
Francia, ya citado, p. 189.
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IV. LA COMUNA Y LA DESTRUCCI?N RADICAL DEL ESTADO
Al tratar de caracterizar, en el plano de lo que son las formas de Estado y m?s all?
de las formas de gobierno, a la Comuna de Par?s, Marx la concibe como una ?Rep?blica
Obrera?, o tambi?n como una ?Rep?blica Proletaria?, lo mismo que como la forma al fin
descubierta de la ?Rep?blica Social?, o tambi?n, de la por ?l postulada dos d?cadas atr?s
?Dictadura del Proletariado?. Lo que entonces nos aclara m?s precisamente, qu? es lo que
Marx entiende por este concepto de forma de Estado.
Pues en este nivel de las formas generales estatales, no se trata ya simplemente de
las formas de ejercicio de la dominaci?n, o de las modalidades concretas del mando y la
obediencia, sino m?s bien del contenido de clase profundo de dichas formas de
dominaci?n, y por ende, de la estructuraci?n clasista singular del monopolio de la
violencia, del sometimiento, y del control pol?tico de una sociedad en general.
Por eso, para Marx es obvio que ese control pol?tico por parte del proletariado o del
pueblo, deber? adoptar la forma de una Rep?blica social o proletaria, u obrera, la que ser?
el soporte de la forma de gobierno de una democracia, tambi?n obrera, o proletaria, o
popular. Rep?blica social que adem?s, no s?lo se contrapone radicalmente a la Rep?blica
burguesa, y m?s en general a toda forma posible del Estado burgu?s, sino que tambi?n
adoptar? una forma que, por sus diferencias radicales frente al Estado burgu?s, e incluso al
Estado de clase o clasista en general, bien puede caracterizarse como una forma de noEstado, o de anti-Estado, o tambi?n como dir? Lenin, de ?disoluci?n del Estado?, y por lo
tanto, de negaci?n en acto y en proceso de toda forma estatal posible.
De este modo, frente al Estado burgu?s, al que Marx concibe directamente como
?un instrumento de guerra del capital contra el trabajo?, y tambi?n como la ?m?quina
estatal?, u ??rgano de clase? para la opresi?n y dominaci?n burguesas sobre el
proletariado19, va a erigirse la Comuna como forma directa y como tentativa concreta de

19 Marx caracteriza muy claramente al Estado burgu?s, como la m?quina o instrumento de la dominaci?n
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negaci?n radical de ese Estado, de su abolici?n y destrucci?n completas, y en esta v?a,
como esfuerzo de sustituci?n absoluta de dicha m?quina estatal, no s?lo burguesa sino en
general, por una estructura tan diversa, tan antit?tica de este ?rgano estatal, que ya no
puede ser nombrada con ese mismo t?rmino y concepto de ?Estado?.
Por eso, Marx ser? muy reiterativo en contraponer a las distintas revoluciones
burguesas, que solo depuran, perfeccionan y ponen a punto a dicho Estado burgu?s, con la
revoluci?n proletaria, la que tomando un camino radicalmente diferente, m?s bien
desmonta y desestructura desde sus propias bases a los fundamentos generales de ese
Estado burgu?s, e incluso de todo Estado de clase posible. Y entonces, frente a la creciente
centralizaci?n y multiplicaci?n de funciones del Estado burgu?s, que lo convierte en un
?paralizante ?ncubo? seg?n las palabras de Marx, que le roba funciones a la sociedad, y
que crece y crece hipertrofiadamente, la Comuna de Par?s va a instaurar la m?xima
descentralizaci?n de funciones y la mayor desconcentraci?n de las tareas, bajo un esquema
y una l?gica que lo que promueve es, al contrario del Estado burgu?s, la mayor autonom?a
y autogesti?n, y autogobierno posibles, de los distintos estratos, grupos, capas y clases
sociales, y de las diferentes regiones, partes y miembros diversos del entero cuerpo social.
Tambi?n, y directamente conectado con esta centralizaci?n y crecimiento
desmesurado del Estado, se da su progresiva ?independizaci?n? de la sociedad, lo que
lleva a Marx a calificarlo de ser un verdadero ?aborto social?, y una clara ?excrecencia
parasitaria? de la propia sociedad. Frente a lo cual, la Comuna va a avanzar en el sentido
burguesa sobre el proletariado, y sobre todo el pueblo en general. Cfr. por ejemplo, La guerra civil en
Francia, ya citada, pp. 181-191. Pero como lo estamos viendo aqu?, esta definici?n s?lo alude a una de las
tantas dimensiones y funciones de ese Estado burgu?s, la que sin duda es una dimensi?n central e ineludible
en todo an?lisis posible de este mismo Estado, pero no la ?nica. Por eso, resulta extra?a la cr?tica de los
te?ricos pol?ticos modernos, que pretenden criticar a Marx por esta tesis, afirmando que es una visi?n
reductora o simplista del Estado. Y esto, cuando Marx maneja el complejo y estratificado esquema que aqu?
intentamos reconstruir, y cuando es Marx el que en otros textos suyos ha calificado tambi?n a ese Estado
burgu?s de ser una forma de la ?comunidad ilusoria?, o tambi?n de ser la ?s?ntesis o resumen oficial? de la
sociedad civil, en sus textos ya antes referidos de La ideolog?a alemana o de La Miseria de la filosof?a, entre
varios otros. Y tambi?n cuando, tanto Lenin como Gramsci, entre varios otros autores marxistas, han intentado
por v?as diversas reconstruir esa compleja visi?n de Marx, tanto sobre el Estado burgu?s y el Estado de clase
en general, como sobre la pol?tica y lo pol?tico en general. Sobre toda esta problem?tica, cfr. Vladimir Ilich
Lenin, El Estado y la revoluci?n, ya antes citado, Sobre el Estado, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pek?n,
1974, y el texto de su participaci?n en el ?I Congreso de la Internacional Comunista?, en Obras escogidas,
tres tomos, ya antes citado, vol. 3, pp. 145-159, y tambi?n Antonio Gramsci, Notas sobre Maquiavelo, sobre
pol?tica y sobre el Estado moderno, Ed. Juan Pablos, M?xico, 1998.
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exactamente opuesto, promoviendo la reabsorci?n de las antiguas ?tareas estatales? por
parte de toda la sociedad, y devolvi?ndole a esta ?ltima todo el protagonismo que le fue
expropiado durante siglos y milenios, por todas las variantes de los Estados clasistas
derivados del antagonismo entre las clases sociales, y naturalmente, tambi?n por el
moderno Estado burgu?s.
Relanzamiento del protagonismo del cuerpo entero de la sociedad, por la v?a de la
promoci?n de sus pr?cticas y dimensiones aut?nomas y autogestivas20, que igualmente
quebrar? los procesos propios del Estado burgu?s, respecto de la multiplicaci?n y
sofisticaci?n de funciones in?tiles e innecesarias, y de creaci?n de un falso halo de
misterio y mistificaci?n de todo el aparato estatal, para sustituirlos, en cambio, por una
simplificaci?n de las tareas y por su reducci?n a lo realmente necesario, junto a la
desmistificaci?n y destrucci?n de ese falso misterio de lo estatal, por medio de la
transparencia y de la acci?n sencilla, organizada e inteligente de los propios obreros y del
pueblo en general.
Proceso de destrucci?n total del Estado burgu?s por parte de la Comuna de Par?s, y
creaci?n diversa de otro modo radicalmente distinto de encarar y acometer las antiguas
?funciones estatales?, que de paso, arrojan luz sobre el debate reciente respecto de la
?toma del poder? por parte de los actuales movimientos anticapitalistas y antisist?micos
hoy existentes en todo el mundo, los que tienen su claro destacamento de vanguardia en el
hoy privilegiado espacio de nuestra Am?rica Latina21. Pues de acuerdo a las lecciones de
Marx, en este texto suyo de La guerra civil en Francia que aqu? comentamos, es claro que
dicha ?toma del poder? no significa la simple ocupaci?n, o control, o apoderamiento, o
direcci?n del viejo Estado burgu?s, y ni siquiera tampoco la creaci?n y luego control,
ocupaci?n, o direcci?n, de un ?nuevo Estado? ahora proletario, o progresista, o popular,

20 Para darse una idea de las muy diversas v?as, no siempre bien encaminadas, por las que ha avanzado esta
reflexi?n sobre la autonom?a y la autogesti?n en tanto formas alternativas al actual dominio del Estado
burgu?s, cfr. s?lo a t?tulo de algunos ejemplos posibles, Cornelius Castoriadis, Escritos pol?ticos, Ed. Los
libros de la Catarata, Madrid, 2005, Miguel Mazzeo, El sue?o de una cosa. Introducci?n al poder popular, Ed.
El perro y la rana, Caracas, 2007, Pierre Rosanvallon, La contrademocracia, Ed. Manantial, Buenos Aires,
2007, y Miguel Benasayag y Diego Sztulwark, Du contre-pouvoir, Ed. La Decouverte, Par?s, 2003. 21 Sobre este rol de frente de vanguardia de las luchas antisist?micas mundiales, que hoy le corresponde
ocupar a nuestra Am?rica Latina, que nos sea permitido volver a referirnos a nuestro libro, Carlos Antonio
Aguirre Rojas, Am?rica Latina en la encrucijada, ya antes mencionado.
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sino m?s bien y como lo explica detenidamente Marx, la destrucci?n radical del Estado
capitalista, e incluso de todo tipo de Estado posible, y la creaci?n, en su lugar, de un
simple ?rgano de gesti?n inteligente de los asuntos colectivos, ?rgano que reabsorbe lo
antiguamente pol?tico dentro de lo social, y que reinstaura el protagonismo directo del
propio cuerpo social, en el cumplimiento y resoluci?n de las antiguas ?funciones
estatales?, ahora reconvertidas en simples tareas sociales de autogesti?n y autogobierno
directos.
Lo que permite entender claramente la tesis neozapatista de que ellos, m?s que
querer ?tomar el poder?, lo que intentan es ?revolucionar el poder desde abajo?, tesis que
se corresponde perfectamente, tanto con la obra pr?ctica y los avances concretos
alcanzados por esta Comuna de Par?s, como tambi?n con su teorizaci?n y explicitaci?n por
parte de Marx en el libro de La guerra civil en Francia. Obra pr?ctica de real disoluci?n
del Estado y de lo pol?tico dentro de lo propio social, que salta a los ojos cuando
comparamos ahora, de un lado el funcionamiento espec?fico y el modo de existencia de los
diferentes ?rganos del Estado burgu?s, y del otro, el de los alternativos y sustitutivos
?rganos y modos de existir y funcionar de la Comuna parisina de 1871. Y tambi?n, y no
casualmente, de las Juntas de Buen Gobierno, y de los Municipios Aut?nomos Rebeldes
neozapatistas.
As?, mientras que el Estado burgu?s se apoya para su existencia y su salvaguarda,
en un ej?rcito profesional alejado del pueblo y opuesto a ?l, y en una polic?a tambi?n
divorciada de la poblaci?n y que le infunde miedo a ?sta y la reprime peri?dicamente, la
Comuna de Par?s, en cambio, toma como su primera medida la de la supresi?n de estos
dos cuerpos, la polic?a y el ej?rcito, y la de su sustituci?n por parte del pueblo en armas.
Lo que de modo f?ctico y evidente, ejemplifica y materializa c?mo lo antes ?pol?tico? se
vuelve inmediatamente social, y es ahora reabsorbido por la sociedad misma, adquiriendo
con ello un car?cter diametralmente opuesto a todas sus formas anteriores, e imposible de
encuadrar en los viejos conceptos y t?rminos.
Porque el pueblo en armas ya no es un ej?rcito en el sentido estricto y tradicional
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de este t?rmino, como no es tampoco una polic?a, en el sentido hasta aqu? considerado bajo
este nombre. M?s bien y en la l?gica ya referida anteriormente, ese pueblo armado es la
ant?tesis misma y la negaci?n absoluta tanto del ej?rcito como de la polic?a en tanto que
tales22. Y vale la pena subrayar, como lo hace tambi?n Marx, el hecho de que con esta
supresi?n de la polic?a y del ej?rcito, y con la organizaci?n de las milicias populares que
sustituyen a ambas, Par?s vivi? su ?poca m?s segura y tranquila, disminuyendo casi
totalmente los robos, los asaltos y las ri?as callejeras, y prevaleciendo un orden interno y
una calma general nunca antes conocidas en la c?lebre ciudad luz.
Sustituci?n de los cuerpos represivos del viejo Estado burgu?s por el pueblo en
armas, que no casualmente nos recuerda de inmediato al Ej?rcito Zapatista de Liberaci?n
Nacional, el que no s?lo es una clara estructura del pueblo ind?gena chiapaneco ahora en
armas, sino tambi?n un ej?rcito que de manera consciente y expl?cita reniega de s? mismo
y de todo ej?rcito posible, autoproclam?ndose como ?la guerrilla m?s pac?fica del mundo?,
y declarando en reiteradas ocasiones que es un ej?rcito que lucha precisamente por
autonegarse y autodisolverse a s? mismo, y m?s en general, por crear un mundo nuevo en
el que no sea ya posible, nunca m?s, la existencia misma de ej?rcitos23.
Tambi?n, y frente a la enorme e hipertrofiada realidad que representa la burocracia
moderna de ese Estado burgu?s, que hace m?s lenta, dif?cil, torpe y complicada

22 Todav?a hoy se discute, en relaci?n a esta necesaria y saludable supresi?n del ej?rcito y de la polic?a, y de su
sustituci?n por el pueblo en armas o milicias populares, respecto de la suerte y el destino que pudiese haber
tenido la revoluci?n chilena de 1970-1973. Pues si Salvador Allende hubiese armado al pueblo en 1973, tal y
como se lo propon?a el Movimiento de Izquierda Revolucionaria chileno, quiz? eso habr?a cambiado toda la
historia ulterior de Chile, hasta hoy. Sobre este punto, cfr. el libro Miguel Enr?quez y el proyecto
revolucionario en Chile. Discursos y documentos del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, Ed.
Lom, Santiago de Chile, 2004. Un tema que adem?s, es interesante reflexionar respecto de los gobiernos
supuestamente de izquierda que hoy se desarrollan en varios pa?ses de Am?rica Latina, como los de Hugo
Ch?vez, Evo Morales o Rafael Correa entre otros, los que han dejado intactos no s?lo al antiguo ej?rcito y a la
antigua polic?a, sino a todo el conjunto de los ?rganos y aparatos del Estado burgu?s anterior, limit?ndose
precisamente a ?tomarlo? u ?ocuparlo?, con lo cual han terminado reproduciendo al capitalismo venezolano,
o boliviano, o ecuatoriano, aunque en una variante m?s socialdem?crata y menos neoliberal que los gobiernos
que los hab?an antecedido. Sobre este punto, cfr. nuevamente nuestra obra, Carlos Antonio Aguirre Rojas,
Am?rica Latina en la encrucijada, ya citada, y tambi?n la entrevista a Bol?var Echeverr?a Andrade, ?El
socialismo del siglo XXI es un capitalismo cristiano corregido? en el suplemento L?deres del diario El
Comercio de diciembre de 2008, en www.revistalideres.ec. 23 Esta es una postura reiterada muchas veces por el neozapatismo. Al respecto, y s?lo como algunos ejemplos
posibles entre muchos otros, cfr. los textos del Subcomandante Insurgente Marcos incluidos en el libro EZLN.
Documentos y comunicados, tomo 1, Ed. Era, M?xico, 1994, pp. 161-62, 166 y 320.
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in?tilmente, toda la resoluci?n de los asuntos p?blicos, enredando innecesariamente los
problemas, y rode?ndose todo el tiempo de una falsa aura de misterio y de supuesta
complejidad de sus tareas, frente a toda esta parafernalia del aparato burocr?tico capitalista
y burgu?s, contrasta totalmente el trabajo de la Comuna parisina, en la que simples obreros
y ciudadanos, pagados con el salario de un miembro promedio de la clase trabajadora,
resuelven ?gilmente los asuntos colectivos de la comunidad, y operacionalizan las tareas
sencillas y elementales del buen gobierno, al modo, seg?n nos dice Marx, de una
verdadera y poco complicada ?Corporaci?n de Trabajo?.
Lo que otra vez, ilustra esa reabsorci?n de lo antes pol?tico por lo social, al
devolverle al pueblo com?n ese trabajo del real autogobierno, ahora simplificado y
aligerado, tanto por el nuevo papel de la Asamblea Popular en la toma de decisiones, como
tambi?n por la desacralizaci?n y desmistificaci?n de estas tareas antes estatales y ahora
cumplidas por el pueblo mismo. Lo que una vez m?s, se reproduce igualmente en los
Municipios Aut?nomos Rebeldes Zapatistas y en las Juntas de Buen Gobierno, en donde
los ind?genas mismos, sin sueldo alguno y con la sola l?gica de la satisfacci?n del deber
cumplido, cumplen las tareas y funciones del buen gobierno neozapatista, como actuales
corporaciones de trabajo, directas y sencillas.
Otro de los ?rganos o aparatos del Estado burgu?s existente en Francia en la ?poca
de la Comuna de 1871, a pesar de los efectos de la Revoluci?n Francesa de 1789, es el
?rgano del clero, el que era directamente subvencionado por el Estado y apoyado por ?l,
para utilizarlo, claramente, como instrumento de difusi?n de la ignorancia en el seno del
pueblo, y tambi?n como un poder ideol?gico dependiente del Estado, y encargado de
reproducir la ideolog?a dominante, justificadora de la explotaci?n econ?mica y
propagadora de la resignaci?n popular frente a la injusticia, el despotismo, la
discriminaci?n y la desigualdad sociales entonces reinantes. Funci?n clara de
embrutecimiento de la conciencia popular, y de legitimaci?n ideol?gica del orden
capitalista dominante, a la que la Comuna de Par?s va a contraponerle la radical separaci?n
de la Iglesia y el Estado, pero tambi?n y sobre todo, la eliminaci?n de todas las
subvenciones estatales a la Iglesia, e incluso, la expropiaci?n de los bienes y las tierras
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pertenecientes a dicho clero eclesi?stico.
Separaci?n Estado-Iglesia, y fin del apoyo y cobijo gubernamental y estatal a la
Iglesia, que se complementa adem?s con la promoci?n y defensa expl?cita de la educaci?n
laica y gratuita, lo que Marx resume lapidariamente en la frase de que la Comuna, lo que
hizo en este nivel, fue simplemente ?sustituir al Cura por el Maestro de Escuela?, y con
ello, a la atrasada educaci?n religiosa por la nueva educaci?n laica, racionalista y
cient?fica. Lo que se asemeja a la postura neozapatista, que declara a la religi?n como un
?asunto estrictamente privado?, a la vez que impulsa una educaci?n que adem?s de laica,
racional y cient?fica, es tambi?n una educaci?n cr?tica, pol?tica, y concientizadora, al
estructurarse en torno de las trece demandas zapatistas, y desde una pedagog?a nueva, con
nuevos m?todos, nuevos contenidos, y nuevas formas de aproximaci?n a los procesos de
generaci?n y transmisi?n de los conocimientos en general24.
Por ?ltimo, otro aparato u ?rgano importante del viejo Estado burgu?s y capitalista,
es el de la Magistratura, el del conjunto de jueces muchas veces venales, corruptos y
degradados, que est?n prestos a vender la aplicaci?n de la ley al mejor postor, y que
imparten una justicia cuya funci?n es siempre la de legitimar, defender y mantener el
orden social vigente, con toda su desigualdad y todas sus distintas y escandalosas
asimetr?as profundas. Justicia que si en el papel se pretende presentar como una pr?ctica
imparcial de impartici?n equitativa de una legislaci?n neutral y objetiva, en los hechos, en
cambio y recurrentemente, se hace presente como una justicia de clase, que aplica distintos
criterios y raseros a los ricos y a los pobres, y que solapa, encubre y legitima, muchas de
las pr?cticas ilegales de las clases y de los grupos dominantes, adapt?ndose adem?s, seg?n
las circunstancias y de acuerdo a las presiones externas e internas, a las interpretaciones
m?s diversas, retorcidas y tramposas, de sus propias leyes generales25.

24 Sobre este interesante proyecto de la educaci?n neozapatista, cfr. las ponencias de las Juntas de Buen
Gobierno desarrolladas en el Primer Encuentro de los Pueblos Zapatistas con los Pueblos del Mundo, e
incluidas en la revista Contrahistorias, num. 8, M?xico, 2007, y tambi?n nuestro libro, Carlos Antonio
Aguirre Rojas, Mandar obedeciendo. Las lecciones pol?ticas del neozapatismo mexicano, antes citado, en
especial las p?ginas 171-196.
25 Sobre este punto, baste citar los agudos y cr?ticos an?lisis de Michel Foucault, Vigilar y castigar, ya antes
citado, y tambi?n de Edward Palmer Thompson, ?Costumbre, ley y derecho comunal?, en el libro Costumbres
en com?n, Ed. Cr?tica, Barcelona, 1991, o Whigs and hunters. The origin of the Black Act, Ed. Penguin Books,
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Magistratura y justicia propias del Estado burgu?s, que una vez m?s, son demolidas
y barridas totalmente por la Comuna de Par?s, la que elimina los jueces nombrados por el
propio poder estatal y los sustituye por jueces elegibles, que son ahora funcionarios de la
Comuna, pagados con salarios equivalentes al de un obrero promedio, y que rinden
cuentas y son tambi?n revocables en cualquier momento, por parte de esa misma Comuna
que los elige democr?ticamente y que los emplea directamente bajo su servicio. Lo que
naturalmente, transparenta y simplifica la aplicaci?n de la justicia y de la ley, permitiendo
que ahora s? se aplique de modo igual a toda la gente, y logrando que la justicia real se
corresponda con la que est? en los textos, y que se interprete de una manera
verdaderamente objetiva y neutral.
Algo que nuevamente nos recuerda a la justicia neozapatista, la que como todo el
mundo reconoce, incluso hasta sus propios enemigos, es una justicia nueva que no se
vende ni se compra, y que mediante el di?logo razonado y el ejercicio de su imparcial
aplicaci?n, sigue sobre todo la l?gica de hacer resarcir el da?o a aquel que lo ha
provocado, y de restituirle a la v?ctima, hasta donde esto es posible, aquello que ha perdido
o sufrido, a partir del principio inteligente y muy sensato de darle a cada quien aquello que
con sus acciones y con sus actos ha ameritado. Justicia incluso superior a la de aplicar
directamente el mismo rasero a todos, que a partir de este darle a cada quien lo que se
merece, se vuelve una justicia m?s bien cualitativa, y como Marx lo vaticin? claramente,
una justicia ?m?s justa?, en la medida en que es realmente una justicia desigual26.
Contraposici?n entonces diametral y antit?tica, de todos y cada uno de los ?rganos
y aparatos del Estado burgu?s, con los ?rganos del no-Estado o anti-Estado que es la
Comuna de Par?s, que todav?a y en un nivel m?s profundo, nos remiten doblemente, tanto a
las modificaciones igualmente radicales de la esfera de la llamada ?superestructura
Middlesex, 1977.
26 Marx dice sabiamente que ?el derecho para que sea justo tiene que ser desigual?, pues no deber?a aplicarse
un rasero igual a personas que son siempre cualitativamente diversas y diferentes. Por eso, el derecho o la
justicia m?s ?justo?, es aquel que es desigual, lo que demuestra la inteligencia del concepto neozapatista de la
justicia. Sobre esta definici?n de Marx, cfr. su Cr?tica del Programa de Gotha, Ediciones en Lenguas
Extranjeras, Pek?n, 1978.
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pol?tica?, como tambi?n a los cambios similarmente profundos y totales de la
conformaci?n misma del poder pol?tico, y de su articulaci?n con las otras formas restantes
del poder social.
V. LA COMUNA DE PAR?S Y LA REVOLUCI?N DE LA
SUPERESTRUCTURA Y DEL PODER POL?TICOS
Al teorizar la esfera de las relaciones pol?ticas, Marx distingue, m?s all? de las
formas de gobierno primero, y de las formas de Estado en una segunda instancia, un tercer
nivel, que es el del mundo de la pol?tica o de lo pol?tico, tambi?n llamado por ?l, el nivel
de la superestructura pol?tica. Pues adem?s de los elementos y componentes de ese
gobierno y ese Estado que ya hemos explicado antes, el nivel de la pol?tica incluye,
adem?s, espacios e instituciones que existen m?s all? de ese Estado-gobierno, como el
Parlamento ?suerte de instituci?n ?paraestatal?, o puente entre el Estado y la sociedad
civil?, los partidos pol?ticos, y tambi?n la l?gica misma de configuraci?n general de ese
mismo universo vasto de la pol?tica o lo pol?tico en general.
Tres dimensiones de la superestructura pol?tica, que ser?n tambi?n impactadas y
transformadas de ra?z por la Comuna de Par?s, la que una vez m?s habr? de revolucionarlas
a fondo.
As? sucede con el Parlamento burgu?s, el que en su definici?n general, pretende ser
una suerte de eslab?n intermedio, que si de un lado es pagado por el gobierno y por el
Estado, por el otro lado pretende estar constituido por el conjunto de los ?representantes?
del pueblo y de la sociedad civil. Parlamento burgu?s que es te?ricamente el instrumento
legislativo de la sociedad, y el contrapeso como poder, del poder ejecutivo e incluso de la
acci?n del Estado mismo como conjunto, y que en los hechos se transforma, sin embargo,
y seg?n nos explica Marx, en el lugar de una simple ret?rica altisonante pero ineficaz, de
la palabrer?a hueca, y de los in?tiles torneos oratorios de sus diferentes miembros.
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Parlamento burgu?s que se autoasume como el ?representante? del pueblo, pero
que en los hechos se arroga el poder que la sociedad le ha delegado mediante las
elecciones, para terminar represent?ndose s?lo a s? mismo, suplantando al colectivo de sus
electores, y fracturando y vaciando de contenido todo v?nculo real con estos ?ltimos27.
Frente a esto, la Comuna de Par?s reactualiza la vigencia de la sabia sentencia de
Jean-Jacques Rousseau, al afirmar que ?no hay representaci?n, all? donde el representado
est? presente?. Pues al devolverle a los obreros y al pueblo de Par?s el protagonismo
directo de la conducci?n de sus destinos, y de la toma de las decisiones fundamentales en
general, la Comuna redefine tambi?n de modo radical la idea misma de esta
representaci?n, eliminando de golpe el divorcio y la independizaci?n recurrentes de los
representantes respecto de sus representados, y llenando otra vez de contenido y de sentido
a dicha tarea de la representaci?n.
Porque la Comuna, efectivamente representa a todo el pueblo de Par?s, del mismo
modo en que las cinco Juntas de Buen Gobierno neozapatistas representan tambi?n
realmente al conjunto de los cientos de comunidades zapatistas de base, pero esto a partir
de una noci?n muy otra de la representaci?n, en la que el eje de gravedad est? siempre e
irrenunciablemente en los representados, en las Asambleas populares, y en la que mediante
los mecanismos ya antes explicados, de la permanente y en todo momento posible
elegibilidad, rendici?n de cuentas y revocabilidad, se hace imposible quebrar el v?nculo
representante-representados, limitando a la vez la tarea de dichos representantes, a
funciones s?lo operativas y de implementaci?n pr?ctica y log?stica, y manteniendo
permanentemente el control de dichos representantes por parte de sus representados.
De este modo la Comuna sustituye a ese espacio de la palabrer?a hueca y
altisonante que es el Parlamento burgu?s, por un ?rgano efectivo de reales representantes
populares, los que como verdadera corporaci?n de trabajo ser?n, a decir de Marx, un

27 Sobre este punto, v?anse las reflexiones que ha realizado Jean-Paul Sartre, reflexiones agudas y
certeramente cr?ticas, en su ensayo, ?Las elecciones: una trampa para bobos?, en la revista Contrahistorias,
num. 14, M?xico, 2010.
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?rgano legislativo y ejecutivo a la vez28.
Un segundo componente de la superestructura pol?tica burguesa, es el del sistema
de partidos pol?ticos, los que de modo semejante al Parlamento, pretenden tambi?n
constituirse en mediaciones obligadas entre la sociedad civil y el Estado. As?,
monopolizando en ocasiones la postulaci?n de candidatos, los partidos pol?ticos pretenden
ser un modo de expresi?n de la sociedad, reflejando su heterogeneidad y diversidad
pol?ticas, y autoproclam?ndose tambi?n como una suerte de ?representantes colectivos? u
organizados de los distintos grupos, sectores, fracciones y clases sociales espec?ficos.
Autoconcibi?ndose entonces como la totalidad de una clase, o como su vanguardia,
o como su parte m?s activa, o como su fermento constante, etc., esos partidos se asumen
como las correas de transmisi?n y de vinculaci?n del pueblo con el Parlamento, o tambi?n
del pueblo con el conjunto del Estado o del Gobierno.
Pero la Comuna, al eliminar el Parlamento y al redefinir totalmente la idea de la
representaci?n pol?tica, elimina tambi?n completamente a esta mediaci?n que son los
partidos pol?ticos, los que a partir de todo esto se vuelven organismos simplemente
in?tiles. Pues la Comuna instaura la elecci?n directa de los representantes por parte de las
bases populares, as? como su control tambi?n permanente e inmediato, haciendo superfluos
a dichos partidos pol?ticos, y devolvi?ndole al pueblo el protagonismo hasta entonces
usurpado por estas mismas estructuras partidarias, inventadas por la Revoluci?n Francesa
de 1789. Y si hoy, aun podr?a tener sentido la existencia de alg?n ?partido?, deber?a ser

28 Desde esta noci?n muy otra de la representaci?n, practicada por la Comuna de Par?s, puede repensarse el
actual debate de algunos de los movimientos sociales de Am?rica Latina, respecto de la relaci?n entre ellos, en
tanto que movimientos, y los Estados que pretenden ser sus ?representantes? en el ?mbito pol?tico.
?Conservan los movimientos, en todos estos casos, el protagonismo central y el control de esos Estados?
?Esos Estados y gobiernos ?Mandan Obedeciendo? al modo neozapatista? ?No se han separado e
independizado de sus bases sociales, de sus electores, de sus ?representados?, esos ?rganos pol?ticos, y esos
Estados y gobiernos? ?Siguen entonces dichos Estados, autonombrados ?progresistas?, y que se reclaman
seguidores del ?Socialismo del siglo XXI?, las pr?cticas y las lecciones de esta Comuna de Par?s, o del
neozapatismo mexicano, que hemos ido registrando y se?alando en este texto, o van en cambio por una v?a
muy distinta? Pensamos que m?s bien es esto ?ltimo, lamentablemente. En este sentido, es interesante revisar
la ?Carta p?blica a Evo Morales y Alvaro Garc?a contra el gasolinazo y por el autogobierno de nuestro
pueblo? del 30 de diciembre de 2010, en The Narco News Bulletin, en el sitio:
http://www.narconews.com/Issue67/articulo4292.htlm.
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?nicamente desde la condici?n de que asuma radicalmente estas lecciones pol?ticas de la
Comuna parisina, y tambi?n ahora, de las Juntas de Buen Gobierno zapatistas, en el
sentido de ser, m?s que un representante, un verdadero instrumento al servicio de los
movimientos sociales, nacido de ellos mismos, y siempre a ellos vinculado org?nicamente,
que los acompa?e y que permanezca siempre con ellos en sus luchas, funcionando
efectivamente desde la l?gica y desde el esp?ritu de ?Mandar Obedeciendo?. Tipo de
organizaci?n que, en verdad, dista mucho de la vieja noci?n de ?partido? vigente hasta
hace muy pocos lustros, es decir, hasta la revoluci?n cultural mundial de 1968.
Un tercer componente o dimensi?n de la superestructura pol?tica, o del universo
global de la pol?tica burguesa, es el de su l?gica profunda de funcionamiento general, y de
configuraci?n de todas las realidades que precisamente quieren insertarse dentro de ese
?mbito de lo pol?tico, y adquirir as?, dicho estatuto de hechos, o sucesos, o aparatos,
precisamente pol?ticos. L?gica que nos remite muchas veces, ya no s?lo a la pol?tica
burguesa, sino incluso y m?s all?, a toda pol?tica posible, es decir, a la naturaleza clasista
desp?tica y dominadora, de esa dimensi?n pol?tica de las sociedades humanas de los
?ltimos dos mil quinientos a?os transcurridos. Pues aqu? no se trata ya, ni de los aparatos
de gobierno, ni de los ?rganos del Estado, e incluso tampoco de las instituciones de la
pol?tica, sino m?s bien de las modalidades posibles y m?ltiples, pero limitadamente
determinadas, del ejercicio mismo de lo que por siglos y milenios hemos llamado,
siguiendo a Arist?teles, pol?tica, y tambi?n poder espec?ficamente pol?tico.
L?gica y modos de la pol?tica burguesa, y tambi?n de la pol?tica clasista en general,
con los que igualmente va a quebrar la Comuna de Par?s, mostrando as? su profundo
impacto y significaci?n, y con ello, su valor en tanto experiencia de dimensiones hist?ricouniversales, como lo ha planteado Marx. Pues la irrupci?n y el trabajo de la Comuna de
Par?s, a?n cuando fue muy breve en t?rminos temporales, no deja de significar una radical
y esencial revoluci?n profunda de larga duraci?n de ese ?mbito de la pol?tica y del poder
pol?tico mismos, revoluci?n que avanza, como ya hemos planteado, en el sentido mismo
de la verdadera ?muerte de la pol?tica? en tanto actividad humana, y en la l?gica de la
reabsorci?n total de todas las funciones antes cumplidas por esa pol?tica, por parte del
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propio cuerpo de la sociedad.
Por eso, mientras que para la pol?tica burguesa y clasista, los asuntos pol?ticos son
tarea de unos cuantos, es decir de peque?as ?lites, de pol?ticos profesionales, y en general
de miembros de las clases dominantes, de los ?de arriba?, para la Comuna en cambio, esa
pol?tica es un asunto de todos los miembros de la sociedad, de las vastas mayor?as de los
?de abajo?, y por ende, de los obreros y los ciudadanos todos, m?s all? de las ?lites y m?s
all? de los pol?ticos de oficio o profesionales. O tambi?n, mientras que la pol?tica clasista y
burguesa es concebida como una actividad espectacular y epis?dica, de los ?grandes
momentos? que son las elecciones o las crisis pol?ticas, y tambi?n de los grandes lugares
especiales y privilegiados, como los palacios, los parlamentos o las casas presidenciales,
para la Comuna parisina la pol?tica, en cambio, debe ser un asunto de todos los d?as, en la
medida en que es el autogobierno popular cotidiano, regular y permanente, siendo adem?s
una actividad que est? presente en todos los espacios sociales posibles, como la escuela, la
f?brica, la universidad, la calle, la casa o el mercado, entre muchos otros.
Conversi?n de la pol?tica en asunto de muchos y de todos, de todos los d?as y de
todos los lugares, que no s?lo la desacraliza y desmistifica totalmente, al reabsorberla para
el colectivo social en su conjunto, sino que tambi?n se repite, y no casualmente, como
demanda y reclamo expl?cito del neozapatismo mexicano, cuando reivindica tambi?n
frente a esa pol?tica burguesa y clasista contempor?neas, la exigencia de una muy otra
pol?tica, diametralmente opuesta a la primera29.
Igualmente, mientras que la pol?tica capitalista y de opresi?n de clase es concebida
como una actividad instrumental y pragm?tica, basada en el principio de que el fin justifica
los medios, y en la moral de que puede elegirse entre dos males el mal menor, y por ende,
es una pol?tica degradada, corrupta, que acepta venderse y entrar en compromisos sucios e
inconfesables en aras del supuesto de lograr los fines propuestos, la pol?tica de la Comuna

29 Sobre esta muy otra forma de hacer pol?tica del neozapatismo mexicano, cfr. la entrevista a Sergio
Rodr?guez Lazcano, ?La forma zapatista de hacer pol?tica?, en Viento Sur, num. 83, noviembre de 2005, y
Carlos Antonio Aguirre Rojas, ?La Otra Pol?tica de La Otra Campa?a?, en Contrahistorias, num. 6, M?xico,
2006.
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de Par?s, y hoy tambi?n la de las Juntas de Buen Gobierno neozapatistas, es por el
contrario, una pol?tica que se autoconcibe siempre como actividad social y con un sentido
profundamente colectivo y comunitario, afirmando que los medios deben ser tan rectos,
nobles, claros, transparentes y defendibles como los fines, y generando una actividad
basada en la l?gica de perseguir siempre el bien colectivo, y de s?lo esperar como
compensaci?n, la satisfacci?n del deber cumplido, siendo siempre fieles a los principios, a
la palabra, a la memoria y a la historia propias.
Finalmente, y en el plano ?ltimo y m?s profundo de esta dimensi?n de la pol?tica y
lo pol?tico, se encuentra el estrato del poder pol?tico mismo, es decir, de la reconfiguraci?n
del poder social o del poder humano en general, como poder espec?ficamente pol?tico,
estrato que tambi?n es impactado y modificado profundamente por la acci?n de la Comuna
de Par?s. Estrato del poder en su expresi?n como poder pol?tico, que ha sido estudiado,
escudri?ado y radiografiado con detalle y agudeza, en una buena parte de la obra de
Michel Foucault30.
Revoluci?n, por parte de la Comuna, de esa expresi?n deformada del poder social
que ha sido durante siglos y siglos dicho poder pol?tico, que frente a su naturaleza clasista
ineludible, que lo dirige siempre hacia la reproducci?n de la dominaci?n de una clase
sobre otra, y sobre la mayor?a de la poblaci?n, y que hace que su objetivo sea siempre el de
mantener oprimidos a los diferentes sectores y clases subalternos de la sociedad, frente a
todo esto, esa Comuna va a erigir en cambio una nueva forma del poder social, ya no
pol?tico, sino ahora nueva y directamente social, el que ser? un poder popular de vocaci?n
positiva y afirmativa de todo el cuerpo entero de la sociedad, ya no dirigido contra ning?n
sector o grupo social, y s? en cambio encaminado a promover la emancipaci?n social

30 En este sentido, vale la pena recuperar con m?s cuidado toda esa producci?n foucaultiana sobre el tema del
poder. Para eso, adem?s de sus obras ya citadas en las notas anteriores, cfr. los cuatro tomos de Dits et Ecrits I,
II, III y IV, Ed. Gallimard, Par?s, 1994, Francisco V?zquez Garc?a, ?De la microf?sica del poder a la
gubernamentalidad neoliberal? en Contrahistorias, num. 12, M?xico, 2009, Carlos Antonio Aguirre Rojas,
?Generando el contrapoder desde abajo y a la izquierda? en Contrahistorias, num. 8, M?xico, 2007 y ?Michel
Foucault en el espejo de Cl?o?, en el libro De Carlos Marx a Immanuel Wallerstein. Nueve ensayos de
historiograf?a contempor?nea, Ed. Universidad Cat?lica Silva Henr?quez, Santiago de Chile, 2010, pp. 143-
158. Sobre la compleja y todav?a no bien estudiada relaci?n entre Marx y Foucault, cfr. el libro colectivo
Marx y Foucault, Ed. Nueva Visi?n, Buenos Aires, 2006, libro que demuestra lo lejos que estamos de haber
estudiado y esclarecido como se deber?a, esta importante comparaci?n y di?logo posibles entre estos dos
importantes autores.
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general, la abolici?n de las clases y de su secular antagonismo, y el desarrollo arm?nico y
superior de toda la sociedad.
Poder otra vez social y ya no pol?tico, que trasciende y supera toda forma
delegativa del anterior poder pol?tico, con su representaci?n sustitutiva y su continua
suplantaci?n y autonomizaci?n respecto de lo social, para poner en su lugar a un poder
social directo, que es aut?nomo y autogestivo de todo el pueblo de Par?s, ayer, y de todas
las comunidades neozapatistas hoy. Poder que lejos de la hipertrofiada e innecesaria
complicaci?n y sofisticaci?n del poder pol?tico clasista y burgu?s, se hace presente como
un poder ?gil, sencillo, y realmente operativo y eficaz.
Y finalmente, un poder social nuevo, que a diferencia de la mistificaci?n y
sacralizaci?n que rodean al poder pol?tico antiguo y actual, envolvi?ndolo en un aura
sobrenatural de simbolismos y de naturaleza supuestamente extraordinaria de sus
detentores, va en cambio a presentarse sin misterio alguno, como una sencilla corporaci?n
de trabajo, de gente com?n y corriente, que cumple y resuelve de buena fe y con sentido
com?n, los problemas espec?ficos de toda la comunidad o de toda la sociedad en cuesti?n.

VI. RECUPERANDO EL VALOR HIST?RICO-UNIVERSAL DE LA COMUNA
DE PAR?S
Una vez que hemos ido recorriendo las distintas lecciones que Marx descubre en la
experiencia de la Comuna de Par?s de 1871, y las formas espec?ficas de su impacto en los
cuatro niveles constitutivos de la esfera del mundo de la pol?tica, nos es ahora posible, al
final de este recorrido, preguntarnos acerca del valor hist?rico que tuvo y que tiene aun
ahora, esa misma experiencia communarde.
Y entonces, resulta claro su car?cter, de un lado estructural y profundamente
revolucionario, frente a todos y cada uno de esos estratos constitutivos del mundo de la
actividad pol?tica, y del otro lado, su car?cter claramente pionero y anunciador de las
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nuevas y cada d?a m?s pr?ximas formas por venir, en t?rminos de la reorganizaci?n radical
de las sociedades humanas, una vez que estas se hayan desprendido de su caduca y cada
vez m?s anacr?nica costra capitalista, para afirmarse en cambio, como sociedades libres,
sin explotaci?n econ?mica, sin desigualdad social, sin despotismo pol?tico, y sin
discriminaci?n cultural o social de ning?n tipo.
Porque como ya hemos visto, la Comuna fue capaz de reinstaurar por primera vez
en muchos siglos, el antiqu?simo y ya olvidado gobierno del pueblo por el pueblo, el
autogobierno popular, recuperando otra vez las formas y los m?todos de la democracia
directa, aunque ahora bajo una forma superior, apoyada en la reconstrucci?n de nuevas
figuras complejas de los v?nculos y de las estructuras comunitarias humanas.
Y tambi?n fue capaz de eliminar al Estado, verdadera excrecencia de las sociedades
humanas, seg?n el propio Marx, para sustituirlo por un no-Estado, o anti-Estado, que
sencillamente administra y resuelve los asuntos colectivos como una simple y elemental
corporaci?n de trabajo, a partir sobre todo de devolverle a las comunidades y a todo el
conjunto de la sociedad, el ejercicio de su autonom?a general y de su autogesti?n global.
Tambi?n, la Comuna fue capaz de prefigurar en la pr?ctica la verdadera muerte de
la pol?tica, cuestionando de ra?z su car?cter elitista, espectacular, epis?dico, degradado,
instrumental, sacralizado y mistificado, para sustituirlo con la reabsorci?n total de todas las
funciones ?pol?ticas? por parte del propio cuerpo social, lo que adem?s de extinguir dicha
pol?tica, vuelve a dotar de nuevo sentido a esas funciones, ahora cumplidas por todos de
manera sencilla, transparente, continua, moral, y simplificadamente racional.
Finalmente, la Comuna reunifica al poder pol?tico con el poder social, disolviendo
al primero en el segundo, y despoj?ndolo as? de su sentido clasista perverso de opresi?n y
dominaci?n, igual que de su aureola de falsa excepcionalidad y sobrenaturalidad, para
crear en su lugar un poder directo y afirmativo de la comunidad, que se vuelve una
palanca, entre otras, de la liberaci?n social y de la emancipaci?n humana en general.
C?mulo entonces de logros, de lecciones y de conquistas, a la luz de las cuales podemos
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entonces medir en su justo sentido y significaci?n las sabias palabras de Marx, cuando
afirma que ?sea cual sea el resultado final? de esta experiencia emprendida por la Comuna
de Par?s, con ella ?ya se ha obtenido un nuevo punto de partida, cuya relevancia es sin
duda de alcance hist?rico-universal?. Y a la luz tambi?n de las actuales experiencias de los
Caracoles neozapatistas, de los Asentamientos de los Sin Tierra en Brasil, de algunas
comunidades ind?genas aut?nomas de Ecuador y de Bolivia, y de algunos Barrios
Piqueteros argentinos, genuinamente aut?nomos, podemos sin duda y con certeza
reafirmar la verdad de este sabio aserto de Carlos Marx, planteado en su momento, en
referencia a esta fundamental y siempre recuperable experiencia de valor hist?ricouniversal, que ha sido esa heroica y profundamente aleccionadora Comuna de Par?s.