20/01/2019 :: URUGUAY, MUNDO
Las izquierdas uruguayas en tiempos confusos
x Hemisferio Izquierdo
La Haine
Estamos ante la crisis de las estrategias de conciliaci?n
Si de algo tenemos convencimiento, es de que estamos ante un tiempo de confusiones, turbulencias, malestares, pero tambi?n de luchas, resistencias, conquistas parciales. Este 2018 ha sido una muestra significativa de ello y, por lo tanto, nos propusimos hacer una lectura del ?estado de situaci?n? y esbozar posibles coordenadas para poder superarlo. No como soluciones acabadas y hechas a medidas sino m?s bien como conjeturas o peque?as certidumbres, apenas unos pincelazos de un ?leo gigantesco a construir.
Tesis 0: El pensamiento como momento de la militancia
Hace dos a?os nos propusimos lanzar (el portal) Hemisferio Izquierdo a partir de una certeza: no tenemos claro lo que est? ocurriendo y las respuestas a las preguntas no las vamos a encontrar solo en los libros.
Hemos buscado convocar a un heterog?neo y prol?fico hemisferio de las izquierdas, que desde diversas tiendas y regiones, aportaron su pensamiento, cr?tica, experiencias de lucha y propuestas. Lo hicimos intentando que, m?s all? de las imprescindibles convicciones que organizan nuestra militancia, hubiera cada vez m?s espacio para la pregunta, la duda y la apertura del pensamiento, porque solo de ah? aparecen las respuestas. Nos sigue pareciendo que es habitando las diferencias que podremos combatir mejor a nuestros antagonistas.
Hoy la neblina es a?n m?s espesa que entonces. Y como la realidad es siempre el fin y el inicio de algo, nuestro pensamiento tambi?n tiene que saltar de un espacio de entendimiento a otro, logrando visualizar pliegues de realidad antes inadvertidos, jerarquizar nuevos problemas y poner en juego una nueva gram?tica para leer y comunicar.
Sabemos que es un esfuerzo muchas veces calificado de ?teoricista?, pero a la complejidad y la incertidumbre solo se les puede oponer un pensamiento complejo y creativo, que luego deber? encontrar sus cauces y formatos para volverse masivo.
No existe divorcio entre pensamiento y acci?n. El pensamiento no es m?s que un momento de la acci?n pol?tica que las y los militantes ensayamos para cambiar el mundo. Por eso, la reflexi?n estrat?gica precisa desplegarse y cobrar vida en la pr?ctica pol?tica cotidiana.
Las fuerzas que atentan contra la vida huelen a desconcierto y debilidad y vienen por todo. S?lo cabe determinar con claridad la velocidad y la direcci?n de su progresi?n.
Al tiempo oscuro, fogonazos para alumbrar la noche. Suturar una realidad desacoplada y ubicar el lugar de nuestro golpe. Somos parte del tablero y sin estrategia propia solo resta ser rehenes de estrategias ajenas.
Lanzamos al ruedo estas tesis como aporte para medir coordenadas, relanzar tareas y proyectar la lucha pol?tica. Son poco m?s que algunos titulares, puntas de lanza de un debate que debe seguir ganando espesor y profundidad.
Tesis 1: Estamos ante la crisis de las estrategias de conciliaci?n
A nadie escapa que aquella promesa noventosa de la globalizaci?n inclusiva armonizada por opciones pol?ticas liberales y socialdem?cratas se est? despedazando. El conflicto, el desorden y la incertidumbre se instalan en los nodos principales del capitalismo liberal. En Europa crece el fascismo abierto de la mano del derrumbe de las opciones pol?ticas tipo tercera v?a.
El Presidente de la primer potencia mundial es un multimillonario xen?fobo, mis?gino y racista. ?Qu? m?s pruebas faltan para pensar seriamente en el grado de descomposici?n y desborde de la situaci?n? El colapso estrepitoso del centrismo liberal amenaza con llevarnos puestos a todos. Trump y compa??a son los hijos no reconocidos de ese fracaso.
Estamos en un tiempo de inestabilidad sist?mica, donde incluso la guerra se instala cada vez con m?s fuerza como posibilidad y realidad.
Am?rica Latina no es ajena a este proceso. La regi?n ya se encuentra de lleno en zona de turbulencias. Los movimientos recientes parecen despuntar al menos dos conclusiones preliminares: por un lado los l?mites y la crisis de la estrategia progresista; por otro que la democracia representativa en la regi?n llega hasta donde se ponen en cuesti?n los elementos fundamentales de la reproducci?n pol?tica y econ?mica de los sectores dominantes.
La estrategia progresista parece mostrarse impotente para resolver el nuevo equilibrio de fuerzas y contradicciones que se han desatado al incorporar masas populares al espacio pol?tico, econ?mico y social, y por ende al reparto del producto social y el espacio ciudadano.
Estados en quiebra o al borde de la misma, donde el conflicto rebasa crecientemente el tejido institucional, empieza a ser la t?nica en Am?rica Latina. Mientras la derecha se reorganiza y prepara la salida autoritaria en medio de la quita de derechos, el progresismo sigue atado a la reedici?n de un pacto ya insostenible.
Tesis 2: Asistimos a un nuevo declive del progresismo uruguayo como modelo de regulaci?n del Estado y la sociedad
El declive del Uruguay progresista se superpone con un proceso de agotamiento de mayor calado. El tiempo hist?rico que se avecina puede tener la fuerza disruptiva de lo que podr?a ser el inicio del cierre o declive de todo un ciclo hist?rico, aquel que inaugura la dictadura empresario-c?vico-militar.
La dictadura uruguaya tiene larga sombra y a?n se proyecta sobre nosotros, es un claro ejemplo de un pasado activo. Luego del golpe militar y el terrorismo de Estado, el equilibrio social uruguayo ya no fue el mismo. La funci?n socio-hist?rica del golpe c?vico-militar consisti? en la desarticulaci?n del poder de clase acumulado por los avances organizativos de los trabajadores hasta los a?os sesenta y la apertura del cauce hist?rico para un redisciplinamiento de la clase obrera, ahora un escal?n m?s abajo en materia de derechos, salario y organizaci?n pol?tica y gremial. Eso transcurri? en la d?cada del 70 y all? se sentaron las bases del Uruguay neoliberal. En 1985, con la recuperaci?n democr?tica, se cerr? la ofensiva abiertamente autoritaria del capital; pero la verdadera transici?n socio-hist?rica fue la dictadura.
El per?odo progresista, a base de un boom de la renta agraria, vino a ser una suerte de par?ntesis en la deriva neoliberal de la econom?a pol?tica uruguaya. Pasada la ilusi?n de que el capitalismo uruguayo pod?a combinar indefinidamente crecimiento e inclusi?n, queda sobre la mesa la disputa por la distribuci?n social del ajuste.
Los ?setentistas? uruguayos, los cuadros m?s duros del capital, ya est?n de gira pregonando las bondades de volver a retroceder en derechos para relanzar la acumulaci?n. La precarizaci?n de la vida ya no es solo una consecuencia del desarrollo capitalista, ahora es su condici?n de posibilidad.
Este cuadro de declive del capitalismo uruguayo hace cada vez m?s inviable la gesti?n y regulaci?n progresistas del Estado y la sociedad; la fuerza pol?tica que encarna esto comienza a agotarse.
Tesis 3: Se abre un nuevo tiempo pol?tico, emergen nuevos actores y la clave est? en la disputa del malestar
El agotamiento de un ciclo, por m?s lento que se procese, desestabiliza la geograf?a pol?tica y empieza a reordenar el tablero. Actores antes dominantes se debilitan, e irrumpen, se multiplican y ganan protagonismo nuevos sujetos.
Se est? abriendo paso un sentimiento de malestar que necesita ser interpretado y disputado. La derecha pol?tica y social ya se est? regenerando a partir de la decodificaci?n en clave conservadora de ese descontento creciente. La burocracia, los sindicatos, las pol?ticas sociales, la corrupci?n, son los nuevos ?chivos expiatorios? que el capital y algunos incautos ponen en juego para la disputa del sentido del agotamiento. Mientras tanto, las voces m?s oficialistas siguen mostrando estad?sticas que muestran que en los 90 viv?amos peor.
Intuimos en Uruguay nuevos g?rmenes de politizaci?n. Parecen venir de un viejo actor de la pol?tica uruguaya, una especie de ?izquierda social?, hoy con fuerte impronta juvenil. Hay all? un universo pol?tico que trasciende las actuales org?nicas de la izquierda y que lleva ventaja en dinamismo y capacidad de impugnaci?n del sustrato m?s profundo del Uruguay post-dictadura.
Dentro de la izquierda social el feminismo es quiz?s el fen?meno de mayor magnitud. Con sus movilizaciones multitudinarias y sus paros de mujeres est? interpelando a una izquierda acostumbrada a situar el debate en la clase y en sus modos tradicionales de hacer pol?tica.
Sin igual masividad pero con gran capacidad militante, irrumpieron en el panorama de la izquierda social los colectivos en defensa de los ?bienes comunes?, con una agenda centrada en el cuidado y la soberan?a sobre la tierra, el agua y el entorno ambiental en general.
Tambi?n el movimiento sindical ha mostrado en los ?ltimos a?os gran capacidad de convocatoria, como evidenci? el conflicto de los supermercados de fines de 2016, la re-activaci?n de sindicatos antes dominados por la l?gica de oficina y la creaci?n de brigadas solidarias.
Esta b?squeda y dinamismo militante no parece estar presente en la izquierda pol?tica. En buena medida sigue organizada en estructuras previas al progresismo. Esas estructuras anquilosadas dialogan con un mundo en el que por momentos pareciera que la pol?tica, lejos de ser la esfera transformadora por excelencia, se ha convertido en el arte de apoltronarse. Incluso, se ha vuelto una mercader?a m?s de la g?ndola: la propaganda se sustituy? por el reclame publicitario, el an?lisis de situaci?n por el tweet, la lucha por el cambio social por la disputa institucional, el pueblo por el electorado, el compromiso y la praxis por el voto.
Tesis 4: Son necesarias nuevas referencias pol?ticas de masas capaces de rearticular la ofensiva
Los movimientos territoriales, feministas, ecologistas as? como el sindical, necesitan articularse. El desaf?o consiste en descifrar c?mo conjugarlos. La existencia de una pluralidad de actores sociales es indudable y el desaf?o estrat?gico radica en discernir c?mo lo hacemos. Hay all? una tarea central: que lo pol?tico-estrat?gico se amplifique sobre los diversos escenarios de lo social.
El agotamiento del pacto progresista como modo de administrar el conflicto social, manifiesto en el crecimiento del malestar y en el lento nacimiento de nuevos sujetos pol?ticos, son las claves desde las cuales leer los movimientos tect?nicos que atraviesa la sociedad uruguaya. El capital ya no puede sostener la reproducci?n de la sociedad como lo ven?a haciendo y necesita retroceder un escal?n en materia de derechos, salario, empleo, y esto abre un nuevo ciclo.
Ante ello no nos basta ubicarnos desde un lugar parcial y defensivo. La mera politicidad de la resistencia no es suficiente para enfrentar lo que se viene. Una pol?tica parcelada es impotente para enfrentar una realidad que es unitaria y la sola defensa de las conquistas no basta cuando lo que est? en proceso es el desfondamiento de las bases de esos logros.
Estamos en un punto donde es necesario reabrir una fase de disputa contrahegem?nica e inventar otros modos de encontrarnos para producir acontecimientos e ideas ligadas a un sentido radical, alternativo, antisist?mico, anticapitalista.
Nuevas referencias pol?ticas de masas son necesarias. Esa tarea exige la re-unificaci?n del pueblo; la articulaci?n de la izquierda en lo social con vocaci?n unitaria y de masas, donde confluyan sus diversas partes, tanto geogr?ficas como sectoriales, en una s?ntesis que las integre y al mismo tiempo las supere dot?ndola de mayor potencia.
Para defender las conquistas y avanzar en nuevos derechos, no hay m?s camino que empezar a cuestionar privilegios. Hay aqu? una oposici?n que podr?a ordenar nuestro campo discursivo y de acci?n: privilegios de una minor?a vs derechos de las mayor?as sociales del Uruguay.
Debemos recuperar la confianza en nuestras propias fuerzas, hemos perdido batallas pero no nos han derrotado. Debemos invertir el desorden, la irracionalidad caracter?stica del capital en orden, en pensamiento org?nico que problematice la coyuntura, el momento hist?rico, que despierte respuestas para un accionar que retome la ofensiva. Debemos ser productores de nuestro pensar y nuestro accionar. Debemos recuperar el optimismo y crear una nueva posibilidad. Es necesario disputar el futuro, construyendo proyecto e identidad en el presente: vivir una vida que valga la pena ser vivida.