Zapatistas, por la vida

Otro importante tratado te?rico fue escrito por Raoul Vaneigem, es La revoluci?n de la vida cotidiana o La revoluci?n de todos los d?as, un libro de 1967. Vaneighem era belga, fil?sofo y exmiembro de la Internacional Situacionista (1961-1970). Es un an?lisis de la afectaci?n de la vida cotidiana por parte del sistema autoritario capitalista y de la reducci?n del mundo a mercanc?a, trazando perspectivas para un cambio radical en la vida cotidiana tanto individual como colectiva, afirmando que el punto esencial de la emancipaci?n no es otro m?s que cambiar la vida.
El movimiento situacionista o situacionismo ser?a la denominaci?n del pensamiento y la pr?ctica en la pol?tica y las artes inspirada por la Internacional Situacionista (1957-1972).
Esta corriente, cuyo planteamiento central es la creaci?n de situaciones, emergi? debido a una convergencia de planteamientos del marxismo y del avant-garde como la Internacional Letrista y el Movimiento para una Bauhaus Imaginista (MIBI). En 1968 el movimiento propuso el comunismo consejista como orden social ideal., acerc?ndose al Marx de la Comuna de Par?s y a Rosa Luxemburgo. Tuvo gran influencia en la Revoluci?n de Mayo de 1968.



Zapatistas, por la vida
Raoul Vaneigem*
La Jornada

Al mismo tiempo que los intereses financieros y el totalitarismo del dinero aniquilan todo lo que tiene vida al convertirlo en mercanc?a, vemos c?mo se levanta y se extiende el vendaval de una revuelta originada no tanto por la influencia de las ideas sino por la intolerable existencia impuesta a los hombres y a las mujeres del mundo entero.

Hace cincuenta a?os lo que hab?a de m?s radical en el Movimiento de las ocupaciones de Mayo de 1968 manifest? su rechazo a la impostura que significaba el welfare state, el estado del bienestar consumista. Hace 25 a?os que reson? el ?Ya basta! mediante el cual los zapatistas manifestaban su voluntad de decidir libremente su destino formando colectividades capaces de acabar con la opresi?n que desde hac?a siglos se burlaba de sus derechos y de su dignidad de hombres y mujeres.

Si esta experiencia de una verdadera democracia suscit? r?pidamente un eco mucho m?s all? de un peque?o territorio, del que a la mentira medi?tica le hubiera gustado se?alar el car?cter estrictamente local, es que la fuerza volc?nica de esta erupci?n social hac?a renacer en la emoci?n la l?nea de ruptura s?smica dibujada por la libertad a lo largo de la historia.

Una educaci?n de la ignorancia y una cultura del prejuicio hab?an enterrado en el pasado las grandes esperanzas que hicieron nacer la Revoluci?n Francesa, la Comuna de Par?s, los Soviets de Cronstadt y las colectividades autogestionadas de la Revoluci?n Espa?ola.

La conciencia humana no perece nunca, se adormece, vegeta, cae epis?dicamente en estado let?rgico, pero llega un momento en que se despierta y, de alguna manera, recupera el tiempo perdido.

La determinaci?n combativa de los zapatistas, al igual que la encarnizada lucha de Rojava, constituyen zonas de resonancia donde la conciencia humana se revitaliza y donde el derecho a la vida est? determinado a romper las potencias de la muerte rentabilizada.

No es sin raz?n que la codicia capitalista despliega su fuerza de choque contra los territorios en los que se redescubren, con el sentido de lo humano, formas de sociedad radicalmente nuevas, un estilo de vida fundado en la solidaridad, la gratuidad, la creatividad que sustituye al trabajo.

Lo vimos cuando en Francia el gobierno tecnocr?tico, verdadero engranaje de la gran trituradora de la ganancia, aplast? bajo la bota del Orden dominante los huertos colectivos, la majada, las viviendas autoconstruidas y la nueva sociedad que se estaba gestando en Notre-Dame-des-Landes.

Al tiempo que o?mos afilar la guada?a de la desertificaci?n, resuenan a la vez los gritos de una revuelta largo tiempo contenida. Aunque el movimiento de los Chalecos amarillos cayera en las rutinas del pasado, anduviera confundido o se desmoronara, nadie podr? negar que ha dado prueba de una radicalidad llamada a renacer y desarrollarse plenamente.

El rechazo a los jefes y a los representantes, el repudio al clientelismo pol?tico, la denuncia de la mentira medi?tica, la condena de un sistema deshumanizante en el que el cinismo y la arrogancia imponen un plan de empobrecimiento como el que exige el frenes? del beneficio a corto plazo y el aumento de las cantidades descomunales que hinchan hasta el absurdo la burbuja especulativa.

Tenemos miles de millones volando sobre nuestras cabezas mientras debemos soportar las restricciones presupuestarias que afectan la sanidad, la ense?anza, el transporte, bienes indispensables para una pura supervivencia.

Volver a la base es la ?nica manera de acabar con esta pol?tica que desde su pedestal imb?cil pretende tomar decisiones por nosotros. La rep?blica de las estad?sticas, de los balances y de las cifras no tiene nada que ver con las facturas de la calefacci?n y con la degradaci?n del medio ambiente que abruma a aquellos y aquellas que el poder maltrata y manipula llam?ndolos ciudadanos.

S?lo las asambleas locales pueden conocer a fondo los problemas que tienen los habitantes de un pueblo, de un barrio, de una regi?n, s?lo la asamblea popular puede intentar resolver estos problemas y agrupar estas peque?as entidades para formar un frente, al mismo tiempo local e internacional, contra esta internacional del dinero cuya podredumbre period?stica consagra su inevitable ?ndole y desarrollo, bautiz?ndolo como mundializaci?n.

?Tiene la solidaridad con el EZLN mejor manera de manifestarse que multiplicando y radicalizando espont?neamente colectividades autogestionadas por todo el mundo?

Lo que se est? construyendo lejos de cualquier forma institucional es una internacional del g?nero humano, es el descubrimiento de esta poes?a pr?ctica que, hecha por todos y por todas, por cada una y cada uno, declara no somos nada, se?moslo todo.

*Fil?sofo, te?rico del movimiento situacionista. Autor de Tratado del saber vivir para uso de las j?venes generaciones