M?xico: Perversi?n de la esperanza

Necesitamos retirar la esperanza de cualquier mes?as y de meras ilusiones para arraigarla en quienes pueden realmente convertirla en fuerza social, en los abajos y construir una alternativa real al r?gimen que nos destruye y nos divide.



Perversi?n de la esperanza
Gustavo Esteva
La Jornada

Al asentarse el polvo se aclara la perspectiva. Ser? cada vez m?s dif?cil negarla.

La batalla contra el huachicol hizo evidente lo que sab?amos o al menos sospech?bamos. El huachicol naci? arriba, penetr? en todos los niveles del gobierno y contamin? amplias capas de la sociedad. Est? lejos de haber terminado y es apenas la primera batalla de la larga guerra contra la corrupci?n que declar? el presidente Andr?s Manuel L?pez Obrador. En medio de las tensiones que desat?, sostuvo que le hab?an colmado el plato, al encontrar que el gobierno no estaba para apoyar al pueblo, sino para facilitar la corrupci?n (La Jornada, 12/01/2019). No es exageraci?n. Se lucha contra una actitud que disolvi? las fronteras entre aparatos p?blicos y privados y convirti? la corrupci?n en pr?ctica generalizada tanto en el gobierno como en la sociedad mexicana.

El huachicol no es un acto criminal aislado. Adem?s de involucrar a funcionarios de todos los niveles, exige la complicidad y en muchos casos la activa participaci?n de comunidades enteras. Estas pr?cticas deshonestas generalizadas suponen un deterioro moral, pero la transa que contamina hasta los actos m?s simples de nuestra vida cotidiana tiene a menudo su ra?z en la lucha por la supervivencia.

Parece haberlo entendido el Presidente. Al lanzar en Acambay, estado de M?xico, sus programas integrales de bienestar para desalentar el huachicol, se?al?: No quiero estigmatizar al municipio porque no es una pr?ctica que tenga que ver con la mayor?a de la gente y quien lo hizo fue por necesidad (La Jornada 23/01/2019).

La literatura ha descrito dram?ticamente la forma en que la guerra contra la subsistencia que libra incesantemente el capital y lo caracteriza, obliga a los llamados pobres a cometer faltas moral o legalmente condenables. Son a menudo recursos de ?ltima instancia para sobrevivir en un r?gimen que no permite a la mayor?a vivir con decencia y dignidad.

Tiene sentido ofrecer apoyos a quienes est?n en condiciones de necesidad extrema, las que los impulsan a robar, como tiene sentido luchar decididamente contra la corrupci?n que nos abruma. Sin embargo, como se?ala Boaventura de Sousa Santos, se pone as? ?nfasis en la inmoralidad y en la ilegalidad del capitalismo, y no en la injusticia sistem?tica de un sistema de dominaci?n que se puede realizar en perfecto cumplimiento de la legalidad y la moralidad capitalistas.

En efecto, al combatir el c?ncer de la corrupci?n y aliviar la situaci?n dram?tica de millones de personas con apoyos estatales no debe olvidarse que el capitalismo genera tanto la corrupci?n como la pobreza. Promover la expansi?n capitalista bajo el manto decoroso de programas sociales y de la promoci?n del desarrollo significa dar con la mano izquierda lo que se quita con la derecha. Adem?s, condena a depender de la caridad estatal a quienes s?lo luchan por una vida digna que el r?gimen dominante les impide o bloquea.

La batalla contra el huachicol enfrenta as? al nuevo gobierno con su contradicci?n fundamental. Cumple sus compromisos de campa?a al ayudar a millones a subsistir y al mismo tiempo los amenaza con proyectos que despojar?n a la mayor?a de lo poco que tienen, destruir?n sus formas aut?nomas de subsistencia y sus entornos y les arrebatar?n sus territorios.

Ten?a raz?n Juan Villoro el 8 de abril pasado al se?alar que la esperanza en M?xico est? en bancarrota. Estaba. Viv?amos en el miedo sin esperanza. Se hab?a cultivado entre nosotros una forma de resignaci?n, la sensaci?n de que no hab?a opciones, que nada pod?a hacerse. Un despliegue c?nico de fuerza buscaba imponer la voluntad de arriba mediante la sumisi?n resignada de los de abajo.

L?pez Obrador supo encarnar el rechazo al sistema que defin?a el estado de ?nimo general y se asoci? repetidamente con la esperanza; quiso cultivarla. Contribuy? as? a lograr que un gran n?mero de personas la recobrara y que empezara a operar como fuerza social. Se extiende ahora a millones de personas que reciben diversos beneficios y observan cambios significativos en los aparatos estatales. Pero el proceso se ha vuelto perverso. No solamente se concentra esa esperanza en una persona, que ser?a el salvador del pa?s, sino que se le moldea en t?rminos cada vez m?s irreales. Se alimenta en un n?mero creciente de personas la emoci?n confiada en un mes?as que llegar? al fondo de todos nuestros males y los extirpar?, lo que es obviamente imposible.

Se crean as? profundas divisiones entre quienes resisten abiertamente proyectos y pol?ticas del nuevo gobierno que los amenazan y quienes le han entregado su confianza sin reservas. No basta la sensata postura de Alfonso Cuar?n: Tengo esperanza, pero pago por ver (#aristeguienvivo 25/01/2019). Necesitamos retirar la esperanza de cualquier mes?as y de meras ilusiones para arraigarla en quienes pueden realmente convertirla en fuerza social, en los abajos y construir una alternativa real al r?gimen que nos destruye y nos divide.

gustavoesteva@gmail.com