Los seres humanos no somos mon?gamos

El bi?logo chileno, Premio Nacional de Ciencias nos lleva a un viaje desde el cuerpo, pasando por la sexualidad y la ternura, hacia los rec?ndito de la especie, lo que quiebra tab?es culturales y desde la emoci?n desprende el lenguaje de la biolog?a del amor.



Humberto Maturana: ?Los seres humanos no somos mon?gamos?

Revista Apsi, Chile

Desde la percepci?n del cient?fico chileno, la sexualidad es un aspecto esencial en la convivencia entre seres humanos, la cual se manifiesta en la expansi?n de la sensualidad y la ternura como pilares del bienestar.

Esta entrevista, perteneciente a la extinguida revista APSI del a?o 1991, estuvo enmarcada en un especial relacionado al erotismo y la sexualidad. Es en este contexto que el Premio Nacional de Ciencias tuvo palabras para analizar a los chilenos, quien desde la emoci?n, desprende el lenguaje de la biolog?a del amor.

-?Usted considera que la monogamia es el orden natural del ser humano?

-No. Los seres humanos somos moderadamente pol?gamos. La monogamia nos puede durar toda la vida o no. Una cosa no niega la otra. Pero si usted me pregunta cu?les son los pilares de una familia larga, permanentemente, yo pienso que es la ternura. Porque la sexualidad, es un modo de ternura. Cuando uno habla de sexualidad, escucha solamente el acto sexual. Y ?ste es solo un momento en esta relaci?n sensual hombre-mujer. Donde est?n la caricia, la atenci?n, el cuidado, el juego: todo lo que es encontrarse con el otro en su legitimidad.

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En la convivencia, son el control y la exigencia los que generan la angustia: mi impresi?n es que mientras m?s se controla la monogamia, m?s se destruye. El problema es la exigencia y el control. Si la pareja vive en la ternura y la sensualidad, y por lo tanto en la armon?a sexual, ni siquiera se tiene que preguntar por la fidelidad. La fidelidad surge como pregunta cuando se perdi? la sensualidad y la ternura.

-Usted ha dicho que la felicidad est? en la armon?a del presente. ?Cu?l es la relaci?n que usted ve entre sexualidad y felicidad?

-El problema con las exigencias es que siempre interfieren con lo que exigen. Se fundan en que no est? lo que se exige: usted exige cooperaci?n y no la tiene, porque para que haya cooperaci?n tiene que darse un fundamento distinto, que es la aceptaci?n y el respeto, y el deseo com?n. Empieza a exigir cuando estas condiciones fundamentales no existen?

La armon?a sexual
-Parece ser que estamos mal educados para convivir.

-Yo creo que s? estamos mal educados, porque pertenecemos a una cultura que piensa o que act?a como si la armon?a y el orden surgiesen de la exigencia y el control. La armon?a no surge de la exigencia, sino de la coincidencia de prop?sitos, de la coincidencia de deseos; lo que yo llamo la ?con-inspiraci?n? en el vivir.

Humberto Maturana acota que ?l se ha preocupado de estos temas desde un camino distinto de la psicolog?a y la filosof?a: desde la biolog?a. ?Mis preguntas han sido en general sobre las condiciones constititivas que le dan origen a las experiencias, m?s que lo que pasa con ellas?.

-?Pero es una biolog?a integrada a la ?tica?

-Yo nunca me interes? por la ?tica hasta que la biolog?a me la mostr?.

-?Hay ?tica en la naturaleza?

-No, pero en el ser humano s?. Y surge del amor. La ?tica tiene que ver con la preocupaci?n por el otro. Con tratar al otro como leg?timo otro en la convivencia. Pero la preocupaci?n ?tica nunca va m?s all? que el dominio social en que surge?

-En Chile en estos momentos, mientras m?s se ?ve? la gente, se siente con mayor status. Y esto, asociado a una sexualidad lo m?s reprimida, posible, ?no?

-Yo creo que todos los seres humanos necesitan vivir una vida que tenga sentido. Una vida en la cual su quehacer sea arm?nico y congruente con un espacio m?s amplio que su vida individual, y ese sentido hist?ricamente se daba desde lo m?stico. Eso se ha ido perdiendo. Ahora la religi?n propone un espacio de integraci?n social. Y usted se va a encontrar con que los que viven en conciencia social, los que sienten su quehacer como parte de la comunidad, est?n menos amarrados a lo religioso. La religi?n est? -demasiado, para m? gusto- centrada en las exigencias y en las normas. Pero lo que la persona busca es esa integraci?n. Quiere que su quehacer tenga sentido y a veces lo confunde con las normas, que es lo que usted se?ala cuando dice status: si cumplo tales y tales reglas, pertenezco a una comunidad, soy acogido por ella.

-Hay una inseguridad ?t?pica? o b?sica de los chilenos que explicar?a, entre otras cosas, algunas formas distorsionadas de vivir la sensualidad y la sexualidad.

-Claro, pero la inseguridad nace de una mala integraci?n a la comunidad a la que uno pertenece.

-Y tambi?n hay un malestar con el cuerpo?

-Bueno, pero todo eso va junto. Por qu? tengo yo incomodidad con mi cuerpo, si no es porque estoy mal integrado a la comunidad a la cual pertenezco. Y por qu? estoy mal integrado a la comunidad si no me conecto con ella adecuadamente en ser aceptado, en aceptar, en que mi quehacer tenga sentido en ella y que ella me acoja en mi quehacer.

-Usted comentaba que los seres felices son los que han sido aceptados por la madre, ?ser? que los chilenos no han sido muy acogidos por sus madres, si es que podemos generalizar?

-No podemos generalizar. Yo creo que debe haber muchos chilenos felices (se r?e). Pero creo que tenemos problemas con el futuro. Nuestra cultura se hace cada vez m?s exigente en el competir, en el ?xito. Y la mam? piensa que tiene que estar preocupada por el ?xito de su hijo o de su hija en el futuro. Entonces no se encuentra con el ni?o o la ni?a. No lo ve. Le regala un juguete porque lo prepara para el futuro, no un juguete que tenga relaci?n con el jugar solamente. Lo manda al colegio para que se prepare para el futuro y para el mercado profesional y no se escucha la queja del ni?o o de la ni?a en relaci?n a c?mo est? viviendo su vida cotidiana en el colegio. Eso crea una tensi?n y una distancia, y por lo tanto una inseguridad en el ni?o. Porque el ni?o est? en el presente, no en el futuro. A m? no me importa si el colegio en el que estuve era el mejor o el peor, lo ?nico que me importa es si mi relaci?n con mi mam? y con mis compa?eros era arm?nica.

La muerte no es una novedad
Cabe destacar que a inicios de los a?os 90, Chile era un pa?s desinformado respecto a las consecuencias del VIH, siendo un tema tab? y una enfermedad marcada por los prejuicios. El profesor Maturana, encontr? palabras para comprender este fen?meno desde la contemplaci?n.

En ese sentido, si bien los tratamientos actuales permiten mantener una vida tranquila controlando el virus, Maturana tuvo visi?n para pensar que esta enfermedad tendr?a cura en tiempos en que el miedo no permit?a encontrar una respuesta.

-Hay una realidad que cambia, para los ni?os de hoy, la pel?cula del futuro: el sida?

-La pel?cula cambia hasta que haya un remedio contra el sida. Optar por vivir el presente no significa no hacerse cargo del futuro. La revoluci?n sexual fue en realidad una revoluci?n contra la hipocres?a adulta. Surge con el movimiento hippie en Estados Unidos, como una reacci?n contra la guerra de Vietnam. Y contra la vida adulta que es mentirosa. Y entre otros aspectos de la vida adulta, contra la restricci?n de la sexualidad. Pero la gente tendr? que llegar a vivir su sexualidad como polisexual o como mon?gamo, no en contra de la restricci?n, sino en la armon?a de su vivir.

? O sea que todo no se ha perdido, a pesar del sida.

-Por supuesto que todo no se ha perdido: el sida es una interferencia seria, y muy grave para mucha gente, pero se encontrar? el remedio; si es como la s?filis. Mientras no se ten?a el remedio contra la s?filis, era igual el sida?Antes la gente se mor?a de tuberculosis. Esto de estar cercano a la muerte no es una cosa nueva. Lo que pasa es que el sida tiene que ver con la sexualidad. Entonces uno tiene que preocuparse de su pareja: se puede ser mon?gamo o pol?gamo ordenado.

-Pero la cultura impone a las enfermedades una carga simb?lica, metaf?rica, dice Susan Sontag. Se buscan ?culpables?.

-Las enfermedades son pasares de la vida. Si el sida contiene una manipulaci?n, usted no tiene por qu? vivir esa manipulaci?n. Es que toda la historia evolutiva del hombre tiene que ver con la sensualidad y la ternura. Por eso su negaci?n es tan distorsionante.

-Usted dice que ser mon?gamo o pol?gamo son dos opciones leg?timas. El problema es que la sociedad solo acepta una posibilidad como leg?tima.

-Esta sociedad, pero no todas. Hay otras culturas en las cuales no es as?. Note usted que si las enfermedades ven?reas y el sida se propagan como se propagan es porque no somos mon?gamos. Eso tampoco quiere decir que tengamos una estructura de gente perversa. Los seres humanos no somos mon?gamos. O no lo somos toda la vida. A lo mejor somos pol?gamos, y esa poligamia tampoco significa necesariamente promiscuidad.

El derecho a cambiar de opini?n
?Es interesante lo que usted ha escrito sobre los errores?, mencionaba la periodista Mili Rodr?guez, a lo que Maturana responde:?Para darnos cuenta de que comentemos errores, el error tiene que ser leg?timo. Si el error no es leg?timo, no lo podemos ver ni superar?.

Es aqu?, donde la periodista de Apsi nota que el bi?logo cuenta con una copia de la Declaraci?n Universal de los Derechos Humanos, documento en el que tiene anotado bajo los 30 art?culos de la Carta Fundamental, tres acotaciones: 31: Derecho a cometer errores, 32: Derecho a irse y 33:derecho a cambiar de opini?n.

-Son art?culos fundamentales. Si el error no es leg?timo no puede ser comprendido ni superado. El derecho a cometer errores y el derecho a cambiar de opini?n los agregu? yo. El derecho a irse, lo pusieron mis alumnos.

Tras el t?rmino de la conversaci?n, la periodista y el cient?fico ven un peque?o pizarr?n que dice: ?Silencio. Palomas entrenando?. Maturana, al ver esto, explica que ?las palomas vienen a la universidad a aprender y despu?s son liberadas. Todas las palomas ven colores. Nosotros les pedimos que nos digan c?mo los ven?.

El amor es fundamentalmente ?ver? al otro. Es decir, que bajo su concepto, el amor no es ciego registr? revista Apsi.