La soledad de los movimientos anti-sist?micos

Al parecer no est?n solos los que obtienen votos, puestos o prensa.
Desde la d?cada de 1980, esa es nuestra realidad: apostamos todo a las elecciones, a reformas constitucionales, a una legislaci?n que es letra muerta y, en tanto, desarmamos nuestros poderes que son la ?nica garant?a frente a los opresores.
Las pol?ticas sociales de los gobiernos progresistas y conservadores, las luchas por reformas, las marchas de protesta y la mera cr?tica o simple lucha callejera, han formado camadas enteras de dirigentes y militantes que aspiran a incrustarse en el aparato estatal, a negociar para conseguir beneficios que hagan la vida menos penosa y terminan subordinando a los colectivos a las agendas de arriba.
La tarea actual no puede consistir en prepararse para tomar el poder. Ser?a repetir un camino que nos lleva al fracaso.
Respecto al Estado, el tema que merece acalorados debates en la actualidad, las reflexiones del dirigentes kurdo Abdullah ?calan pueden ayudarnos a hacer balance. La toma del Estado ?asegura en el segundo tomo del Manifiesto por una Civilizaci?n Democr?tica? termina por ?pervertir al revolucionario m?s fiel?. Remata el razonamiento con una balance hist?rico: ?Ciento cincuenta a?os de heroica lucha se asfixiaron y volatilizaron en el torbellino del poder?. Lo cual no depende de la calidad de los dirigentes, sino de una cuesti?n de cultura pol?tica.



La soledad de los movimientos anti-sist?mico

Por Ra?l Zibechi
Ecuador Today

Los ?ltimos cinco a?os han sido de permanente crecimiento de las derechas, de crisis y retrocesos de los progresismos y las izquierdas, y de estancamiento y fragilidad crecientes de los movimientos sociales. Sin embargo, las organizaciones de base est?n mostrando que son las ?nicas con capacidad para sostenerse en medio de la ofensiva derechista y si logran sobrevivir, podr?n crear las condiciones para una contraofensiva popular desde abajo. Cambios que no suceder?n en el corto plazo.

?Estamos solos?, dijo y repiti? el subcomandante insurgente Mois?s en el caracol de La Realidad, durante la celebraci?n de 25 aniversario del alzamiento zapatista, el pasado 1 de enero. ?Estamos solos como hace veinticinco a?os?, enfatiz?. ?Salimos a despertar al pueblo de M?xico y al mundo, solos, y hoy veinticinco a?os despu?s vemos que estamos solos??.

Como puede observarse, la direcci?n zapatista no se enga?a ante la nueva coyuntura signada por el triunfo del progresista Andr?s Manuel L?pez Obrador. ?Si hemos logrado algo, es por nuestro trabajo, y si tenemos error, tambi?n es nuestra falla. Pero es nuestro trabajo, nadie nos lo dijo, nadie nos lo ense??, es nuestro trabajo?, sigui? Mois?s ante un amplio despliegue de milicianos y milicianas. Estaba mentando los trabajos aut?nomos que han permitido que cientos de miles de ind?genas (agrupados en m?s de mil comunidades, 34 municipios y cinco regiones) vivan de otro modo, donde es el pueblo quien manda y el gobierno aut?nomo el que obedece.

La importancia de las palabras de Mois?s son dobles: hace una lectura de la realidad sin concesiones, para concluir que hoy las fuerzas anti-capitalistas son minoritarias y est?n aisladas. Estamos aislados en todo el mundo y en toda la regi?n latinoamericana. Ser?a desastroso que se volcaran a alguna suerte de triunfalismo, como esos partidos que siempre repiten que est?n avanzando, que no experimentan retrocesos, que las cosas van bien, cuando la realidad es la contraria y rompe los ojos.

La segunda cuesti?n, es el empe?o en resistir. La determinaci?n zapatista est? exenta de c?lculos de costes y beneficios, se afirma en las propias capacidades sin buscar atajos electorales y, quiz? lo m?s importante, le apuesta al largo plazo, a que maduren las condiciones para retomar la iniciativa. ?Acaso no fueron estos, desde siempre, los par?metros en los que se movi? la izquierda, hasta que las tentaciones del poder retorcieron los principios ?ticos para convertirlos en puro posibilismo?

Una nueva derecha militante y militarista

La crisis de 2008 fue un parteaguas para la humanidad de abajo. Los de arriba decidieron dar un golpe de tim?n, de similar profundidad al de 1973, en las postrimer?as de la revoluci?n de 1968, cuando decidieron poner fin al Estado del Bienestar y se lanzaron al desmonte de las conquistas de la clase trabajadora. Ahora est?n desmontando el sistema democr?tico, decidieron que ya no gobiernan para toda la poblaci?n sino apenas para un 30-40 por ciento.

Debemos comprender de qu? se trata esta nueva gobernabilidad al estilo Trump, Duque y Bolsonaro, que gana adeptos en las elites. Se gobierna para el 1 por ciento, sin lugar a dudas, pero se integran los intereses de las clases medias altas y un sector de las clases medias, lo que representa alrededor de un tercio de la poblaci?n. Para llegar a la mitad del electorado, se utilizan los medios masivos y el miedo a la delincuencia y, ahora tambi?n, el temor a que tus hijos sean gais o lesbianas o no se limiten a una sexualidad binaria.

En palabras del periodista brasile?o Antonio Martins, estamos ante un nuevo escenario. ?Lo que permite el ascenso de la ultraderecha no es un fen?meno superficial. La producci?n y las relaciones sociales est?n, hace d?cadas, en transformaci?n veloz. Este proceso se acelerar?, con el avance de la inteligencia artificial, la rob?tica, la gen?tica y la nanotecnolog?a (Outras Palavras, 09-01-2019).

Cambios que est?n generando muchos temores en muchas personas, que se vuelcan a la ultraderecha como forma de encontrar seguridades. Como dijo la ministra de la Familia en Brasil, ahora los ni?os volver?n a vestir de azul y las ni?as de rosa. Pero hay otro cambio adicional, relativo al conflicto social: ?los viejos programas de enfrentamiento al capital se han vuelto ineficaces?, explica Martins.

?Es precisamente el impulso del capital para expandirse, para quebrar las viejas regulaciones que le impone l?mites, lo que da origen a fen?menos como Bolsonaro. El aumento continuo y brutal de las desigualdades, que en poco tiempo llegar?n a la esfera biol?gica. La reducci?n de internet a una m?quina de vigilancia, comercio y control. Las ejecuciones de millares de adversarios sin ser juzgados, por medio de drones, y la destrucci?n de Estados nacionales como Libia, perpetrada por ?centristas? o ?centro izquierdistas como Barack Obama, Hillary Clinton e Fran?ois Hollande?, sentencia el periodista.

Los partidos hegem?nicos de la izquierda est?n por fuera de estos debates. Las reacciones mayoritarias al genocidio que est? perpetrando el gobierno de Daniel Ortega, lo demuestra de forma palmaria. En Brasil, durante la campa?a electoral, Lula y la direcci?n del PT prefirieron facilitar el triunfo de Bolsonaro antes que abrirse a una confluencia con el centro-izquierda de Ciro Gomes que era el ?nico candidato capaz de vencerlo. Perdieron, pero mantuvieron el control de la izquierda. Cristina Fern?ndez se mueve en funci?n de evitar la c?rcel, para lo que necesita ser la cabeza de la oposici?n a Macri, a?n corriendo el enorme riesgo de que ?ste gane las elecciones de octubre.

La pol?tica de la peque?ez y el aferrarse al poder, real o ilusorio, es el peor camino porque facilita el ascenso de las derechas.

El peor per?odo de los movimientos

Reconozcamos la realidad: estamos mal, somos d?biles y los poderes tienen la iniciativa en todos los terrenos, menos en la ?tica. Para completar el cuadro, no hay fuerzas pol?ticas ni sociales capaces de revertir esta situaci?n en el corto plazo. En suma, no podemos jugar nuestras escasas fuerzas en lances electorales, por ejemplo, o en batallas inmediatas.

?Tal vez?, destaca el propio Martins, ?valga m?s la pena apostar en los embriones de alternativa real al sistema, de que en una improbable regeneraci?n de los partidos institucionales, para enfrentar a Bolsonaro. Como en el pos-64, la resistencia fue tramada en las bases de la sociedad, mientras la oposici?n institucional se rend?a?. Hace referencia al golpe de Estado militar de 1964, que arras? con las instituciones y con la izquierda. Pero en ese tiempo oscuro, se crearon las condiciones para el nacimiento ?apenas una d?cada despu?s? del Movimiento Sin Tierra, del Partido de los Trabajadores y la central sindical CUT.

Esa es la historia de toda Am?rica Latina. Nos hacemos fuertes en los tiempos oscuros de represi?n y militarismo, crecemos y acumulamos fuerzas que luego las derrochamos en el juego institucional. Las comunidades eclesiales de base y la educaci?n popular estuvieron en la base de muchos movimientos, aunque no constituyeron grandes aparatos sino pr?cticas contra-hegem?nicas.

Desde la d?cada de 1980, esa es nuestra realidad: apostamos todo a las elecciones, a reformas constitucionales, a una legislaci?n que es letra muerta y, en tanto, desarmamos nuestros poderes que son la ?nica garant?a frente a los opresores.

En este recodo de la historia, debemos analizar varios aspectos relacionados con los movimientos anti-sist?micos.

El primero es que los grandes movimientos est?n muy d?biles, en particular los movimientos urbanos y los campesinos. Las pol?ticas sociales de los gobiernos progresistas y conservadores han formado camadas enteras de dirigentes y militantes que aspiran a incrustarse en el aparato estatal, a negociar para conseguir beneficios que hagan la vida menos penosa y terminan subordinando a los colectivos a las agendas de arriba.

Lo segundo es que la sangr?a de los movimientos hacia el terreno institucional y electoral ha sido enormemente da?ina. Buena parte de lo construido en la d?cada de 1990, y a?n antes, fue despilfarrado en la din?mica electoral. Sin olvidar que algunos movimientos fueron destruidos o debilitados desde los gobiernos progresistas, como es el caso de Ecuador y Bolivia, pero tambi?n de Argentina y Brasil. De ese modo los progresismos cavaron su propia tumba, ya que anularon a los actores colectivos que hab?an estado en la base de su crecimiento pol?tico y electoral.

Lo tercero es que podemos detectar tres movimientos en ascenso: mujeres, pueblos originarios y afros. All? donde estos movimientos son relativamente fuertes (zapatistas y mapuche, favelas y palenques de Brasil y Colombia, Ni Una menos, etc.) han crecido por fuera de los marcos institucionales, haciendo carne en los problemas cotidianos de los pueblos y sectores sociales.

Sobrevivir y crecer a la intemperie

Pese a todas las dificultades, el futuro depende de lo que nosotros y nosotras hagamos, de los caminos que tomemos, de la decisi?n y entereza con que afrontemos este per?odo oscuro de la historia. ?Y estamos demostrando una vez m?s y lo vamos a tener que cumplir, estamos demostrando que s? es posible lo que se ve y lo que se siente que es imposible?, asegur? Mois?s.

Observo dos grandes desaf?os, uno te?rico o estrat?gico y otro ?tico-pol?tico.

El primero se relaciona con los objetivos y los medios para alcanzarlos, algo que pasa previamente por una determinada lectura de la realidad. La tarea actual no puede consistir en prepararse para tomar el poder. Ser?a repetir un camino que nos lleva al fracaso. Tenemos tres grandes desaf?os te?ricos: el Estado como eje de nuestros objetivos, el economicismo que nos lleva a pensar que el capitalismo es econom?a y la creencia en el progreso y el crecimiento, graves errores que provienen del positivismo.

Respecto al Estado, el tema que merece acalorados debates en la actualidad, las reflexiones del dirigentes kurdo Abdullah ?calan pueden ayudarnos a hacer balance. La toma del Estado ?asegura en el segundo tomo del Manifiesto por una Civilizaci?n Democr?tica? termina por ?pervertir al revolucionario m?s fiel?. Remata el razonamiento con una balance hist?rico: ?Ciento cincuenta a?os de heroica lucha se asfixiaron y volatilizaron en el torbellino del poder?. Lo cual no depende de la calidad de los dirigentes, sino de una cuesti?n de cultura pol?tica.

La segunda cuesti?n es la ?tica. Invito a los lectores y a los militantes a releer las Tesis sobre la historia de Walter Benjamin, en particular la octava. De ella hemos retenido las dos primeras frases y olvidado la tercera, que a mi modo de ver es la fundamental. ?La tradici?n de los oprimidos nos ense?a que el ?estado de excepci?n? en que ahora vivimos es en verdad la regla. El concepto de historia al que lleguemos debe resultar coherente con ello?. Hasta all? conceptos que se han convertido en sentido com?n para buera parte de los activistas.

Luego se?ala: ?Promover el verdadero estado de excepci?n se nos presentar? entonces como tarea nuestra, lo que mejorar? nuestra posici?n en la lucha contra el fascismo?. ?Qu? quiere decir Benjamin con esta enigm?tica frase? Lo primero, es que no conozco reflexiones sobre esta frase, aunque las hay y muchas sobre las dos primeras.

A mi modo ver, Benjamin nos dice que s?lo si aprendemos a vivir bajo el estado de excepci?n, a la intemperie, por fuera de las protecciones estatales, obtendremos los recursos ?ticos, organizativos y pol?ticos para enfrentar al enemigo. Es una invitaci?n a revolucionar nuestra cultura pol?tica, a salirnos de los paraguas institucionales. S?lo as? estaremos en condiciones de luchar, recuperando, como se?ala en la tesis XII, tanto el odio como la capacidad de sacrificio que hemos perdido en el conformismo de la vida a la sombra del Estado