Los pasos descolonizadores

El pueblo afroecuatoriano est? construyendo nuevos Palenkes, nuevos Palenkes del pensamiento cr?tico, para repensar la sociedad.



01-02-2019
Los pasos descolonizadores

Ibsen Hern?ndez Valencia
Rebeli?n

?D?nde andaba Juan? Juan Garc?a andaba transitando, de all? para ac?, y de ac? para all?, buscando mecanismos y nuevas formas de c?mo descolonizar el pensamiento, para renovar y reinventar un nuevo conocimiento que nos de independencia, para desaprender y construir desde el lodo y el manglar, desde la piquigua [1] y el guandal [2] , desde nuestras propias realidades; lo cual dar? paso a una filosof?a que des construya el poder del otro, para la construcci?n de una epistemolog?a propia que le devuelva a la sociedad una nueva forma de hacer y de concebir el poder, no un poder concentrado en pocas manos sino un poder que irradia sus beneficios en igualdad de oportunidades a todos, como dec?an los abuelos: lo m?o es solo m?o en la medida que los que conviven conmigo en este territorio tengan la oportunidad de compartir conmigo los beneficios.
Esta sociedad excluyente y racista fue pensada y dise?ada en y desde la esclavitud, con pensadores y cientistas deshumanizados y anti-cristianos, donde unos seres humanos trabajaban para satisfacer los vicios y las avaricias de los esclavizadores. Se nos deshumaniz? desde la cristiandad, con un Dios distante y sordo, omnipresente y omnipotente, era tal el poder?o de su Dios que sus representantes en su nombre apoyaban todas las injusticias y cr?menes que se cometieron a lo largo de la historia, si se?or todo en su nombre y usted miro y acepto el holocausto.

Esta forma conceptual y filos?fica de la sociedad dominante de concebir a su Dios, fue el origen de la esclavitud y la exclusi?n, que dio inicio al racismo epist?mico, el cual fundament? y deslegitim? la existencia del otro, para fortalecer sus aberraciones sociales. Esta l?gica occidental y cristiana concibi? y leg?timo la presencia soberana del blanco occidental europeo y sus descendientes, para disponer del destino delos explotados del sur. Ellos se creen los predestinados por la voluntad divina para calificar y descalificar, lo que es bueno, y lo que es malo. Ellos se creen due?os de la verdad, creen que est?n sobre el bien y el mal.

Los abuelos y las abuelas se encarnaron en Juan Garc?a [3] , en Mam? Zolita [4] y en tantos otros luchadores por la vida. Con entusiasmo en el movimiento y la palabra nos convocan a despertar y ser art?fices de una nueva forma de ver e interpretar el mundo, que nos permita salvar al planeta, porque no solamente caer? el considerado ser dominante, sino, que nos llevara a todos al abismo en esta loca carrera por consumir. Es irreversible la destrucci?n del mundo si se los permitimos.

Esta sociedad capitalista, racista, machista y suicida cree que tiene el derecho a dominarlo todo, y que est? sobre el resto de seres humanos, poniendo por delante sus privilegios y su soberbia. Por todo eso, se hace necesario establecer ideolog?as nuevas que rompan con el individualismo e impongan los deseos colectivos, donde el accionar del hombre dominante se vea obligado a adecuarse a las voluntades colectivas, que no es otra cosa que la suma de miles de voluntades, s?lo eso genera poder verdadero y transforma sociedades.

El abuelo Zen?n nos dec?a: podemos y debemos so?ar sin miedo nuevas sociedades, si lo hicieron los Abuelos Cimarrones creando los Palenkes, podemos nosotros pensar estructuras sociales que sean capaces de repensar los derechos humanos, para proteger la vida; por lo tanto necesitamos transformar a los excluidos en sujetos epist?micos, capaces de hacer lecturas de su entorno, y desde esas lecturas proponer cambios que tengan la aprobaci?n consensuada de la comunidad, que es la ?nica que le da el sello de aprobaci?n y validaci?n al poder. Por lo tanto nada debe escaparse a esa aprobaci?n.

El sujeto excluido y oprimido, necesita renovarse conceptual, espiritual y filos?ficamente, eso implica hacer una construcci?n de su pensamiento, que a su vez impulse razonamientos cr?ticos que le d? capacidad para observar y escuchar a los mayores, porque es en ellos d?nde est?n los saberes, porque ellos tienen historias para tomar decisiones y transformar la realidad. Es imperativo dialogar con el pasado y ese pasado est? en la voz de los abuelos, mientras m?s estiremos la flecha m?s distante llegara la flecha, lo dec?a un abuelo.

Juan, mientras m?s caminaba, m?s andaba, y en su andar asum?a con responsabilidad el encargo de los abuelos, y eso lo hac?a inquieto, observador. Era un curioso incansable que escudri?aba cuentos, mitos, dichos, las trampas, el corral, las velas, y el telar. Ni cuenta se daba que ?l y su pueblo estaban avanzando, porque estaba tan concentrado en escuchar y aprender de los abuelos. Para Juan Garc?a era muy f?cil interpretar la realidad y entender los principios ancestrales de la comunidad. ?C?mo no va a ser f?cil para ?l s? fue aprendiz del abuelo Zen?n!, ?l supo escuchar la voz de los mayores y aprendi? a seguir las huellas dejadas por los cimarrones; las observ? en el corral, en la catanga, en las balanzas, en las piedras, en los r?os, y en el mar. Juan Garc?a era incansable, buscaba en todos lados la verdad y la voluntad de su pueblo, esa voluntad que est? escondida en la epidermis, en el pigmente, en la esperanza reprimida, en definitiva esa voluntad de hacer esta en la piel y en las oscuras neuronas constructoras del pensamiento liberador; fueron 500 a?os de construcci?n de este sistema capitalista, y su poder destructor no solamente se expresa en la econom?a y su arquitectura de la explotaci?n, tambi?n en la literatura, en la espiritualidad, y en todo lo que vemos y tocamos.

Somos hijos de hombres y mujeres valientes que resistieron al genocidio y rompieron las ataduras del poder, inventaron cuentos y mitos para ocultar sus luchas y las formas de proyectar la vida; cuidaron y protegieron los manglares y las monta?as, pintaron los cangrejos de azul como una expresi?n de rebeld?a y de pasi?n por la vida. Liberarse del colonialismo es construir nuevos pensamientos desde nuestras realidades, dando paso a una filosof?a que des construya el poder del otro, por la construcci?n de una epistemolog?a propia que replantee el poder y que respete la voluntad diversa e intercultural del pueblo.

El pueblo afroecuatoriano est? construyendo nuevos Palenkes, nuevos Palenkes del pensamiento cr?tico, para repensar la sociedad.

[1] La piquigua es una soga del monte que cuelga de los ?rboles, para usarlo en las amarras y en la elaboraci?n de canastos, Katanga, abanicos, para amarrar andamios y las vigas en la construcci?n de casas, la piquigua es buena cuando est? fresca y cuando est? seca, es la soga de la selva.

[2] El guandal, es un espacio de tierra h?medo y blandita, que cuando se pisa se entierran los pies, los guandales est?n cerca de los esteros o peque?os riachuelos.

[3] Juan Garc?a Salazar: es muy frecuente escuchar a los mayores decir que cuando estos Estados no eran, los mandatos y las filosof?as ancestrales del pueblo de origen africano asentado en estos territorios, ya ordenaban nuestra manera de vivir. Esta reflexi?n tiene una ra?z hist?rica, no podemos olvidar que los prime-ros troncos familiares de origen africano llegaron a vivir en esta regi?n entre 1560y 1760, entonces los mandatos ancestrales son primero que las leyes de los Estados nacionales. Los palenques de cimarrones ten?an una propuesta organizativa y una estrategia para la defensa, entonces a eso se refieren los ancianos cuando nos hablan de las propuestas ancestrales, para mantenerse en el tiempo como pueblo culturalmente diferente. Entonces, las comunidades recuperan su derecho ancestral de sus propias formas de vida, de sus propuestas para ser, en un tiempo cuando el Estado no era; por eso, los mayores hablan del nacimiento de un derecho mayor que nace casa dentro, cuando los otros derechos no hab?an nacido. El derecho a los territorios tendr?a que ser un camino para interactuar con otras formas de derecho, lo ancestral podr?a dialogar con las otras formas de derecho. La memoria colectiva de las comunidades repite una vieja ense?anza de los mayores: De todos los derechos ancestrales que nos asisten como pueblo de origen africano asentado el Ecuador, el derecho al territorio colectivo, es uno de los que menos fuerza necesita para ser reconocido y reconocido. Los antiguos esclavizados que ganaron este derecho llegaron a estas tierras contra su voluntad. Reconocerles el derecho ancestral sobre los territorios que ocupan, es lo m?nimo que los Estado pueden hacer para reparar esa injusticia hist?rica.9El Estado tendr?a que saber que sus cuerpos desbastados por el trabajo dela mina, son sabia, ra?z y fruto de la vida que florece en estos territorios del norte de Esmeraldas.

En el tiempo de los mayores, ning?n hombre, ninguna mujer de origen africano nacido/a en esta regi?n del Pac?fico, quer?a ver desnuda a la madre tierra. Por eso, generaci?n tras generaci?n asumimos el compromiso de cuidar el monte que viste a la monta?a madre, porque su desnudes era nuestra verg?enza. Abuelo Zen?n1En los ?ltimos a?os y ante la regionalizaci?n del conflicto colombiano, la explotaci?n de los llamados recursos naturales y la creciente violencia e injusticia que son productos de ambos, la zona de la frontera norte ecuatoriana adquiere algo m?s de atenci?n. Sin embargo, la atenci?n espec?fica a Esmeraldas y su pueblo de origen africano permanecen a?n escasa. La provincia de Esmeraldas ubicada en el noroccidente del Ecuador tiene una poblaci?n de aproximadamente 416. 272 habitantes: 203.176 urbanos y213.096 rurales, con una mayor?a afrodescendiente (51,2%), una peque?a poblaci?n ind?gena (1,2%) y el resto mestiza. El porcentaje afroecuatoriano radical-mente se incrementa hasta m?s de 80% en los cantones del norte de la provincia: Eloy Alfaro y San Lorenzo, donde la vida hist?ricamente ha circulado alrededor de los r?os y el mar, construyendo as? una din?mica fronteriza con la regi?n de Tumaco, Colombia, marcada por fuertes v?nculos familiares y el intercambio permanente a nivel tanto de personas como de comercio. No obstante, la agresiva penetraci?n de capitales nacionales y transnacionales, dedicados a la explotaci?n: Territorio Derechos, territorio ancestral y el pueblo afroesmeralde?o: Juan Garc?a y Catherine Walsh

[4] Mam? Zoilita, La Reina de la bomba, ?Llurita? (como le llaman sus hijos), son varios de los nombres con que se conoc?a a Zoila Custodia Espinoza, nacida hace 83 a?os en el Chota, una mujer con una vida a cuestas que encierra buena parte de la historia del pueblo afrochote?o. Su vida, al igual que la mayor?a de las mujeres de su ?poca, fue dura, y tuvo que enfrentarla sola. Sus ocho hijos eran a?n peque?os cuando se separ? de su marido, lo que la oblig? a migrar a Ibarra y dejar su Chota querido.

Las ciudades son hostiles para las personas de la di?spora africana, sobre todo la ciudad blanca de Ibarra ?llamada as? por su fuerte ideolog?a conservadora? donde tuvo que trabajar en el servicio dom?stico, funciones que hab?an sido naturalizadas para las mujeres afrodescendientes. Ofrec?a sus servicios en las ?casas de esos ricos?, como dec?a. Lavaba ropa para poder alimentar y educar a sus cr?os.

Siempre dec?a que a pesar de la dureza del trabajo, y sobre todo de la gente, le fue bien en la vida, lo que se puede atribuir, adem?s de su optimismo, a su particular personalidad. #Era una mujer que no se dejaba vencer por las adversidades y ten?a un car?cter fuerte, que resum?a as?: ?Yo siempre digo las cosas como son y en la cara? no me importa qui?n sea?. Gracias a esta actitud logr? hacer su camino en la di?spora. (Mama Zoilita: La reina de la bomba por siempre: 11 Septiembre, 2017: Escrito por: Edzon Le?n Publicado en Edici?n N? 306)