Ataca grupo armado base militar iran?

El ataque fue en el sureste del pa?s, regi?n de Baluchist?n, el territorio ancestral de los baluches, que al igual que los kurdos, los mapuche y tantos otros, tienen ocupadas sus tierras entre tres pa?ses: Pakist?n, Ir?n y Afganistan, pa?ses donde varias guerrillas pro marxistas luchan por la autodeterminaci?n baluche e hist?ricamente han tenido gran simpat?a por la lucha de liberaci?n del pueblo kurdo.



Un ataque al Basij iran?
Al menos una persona muri? y cinco resultaron heridas en un ataque a una base de las Fuerzas iran?es de Basij en el sureste del pa?s.

02 Feb 2019, S?bado - 18:24
NEWS DESK
Anha

La televisi?n oficial inform? el s?bado que al menos una persona muri? y otras cinco resultaron heridas en un ataque en la base de Basij, en el sureste de Ir?n.

La televisi?n oficial describi? el ataque a las fuerzas de Basij como “terrorista”, se?alando que estaba en la ciudad de “Nik Shahr” en la provincia de Sistan de Baluchist?n. Los detalles del ataque a la base paramilitar a?n no se han aclarado.

La provincia de Baluchist?n ha estado plagada durante alg?n tiempo de bandas de narcotraficantes y hombres armados.

Las Fuerzas Basij tienen 90,000 soldados, y las autoridades iran?es dicen que su n?mero con fuerzas de reserva es de alrededor de un mill?n.

ANHA

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Un d?a en el desierto con la guerrilla Baluche.

Quiz? nos recuerden a los Moradores de las Arenas de La Guerra de las Galaxias, pero esto no es el planeta ficticio de Tatooine, esto es Baluchist?n. Es normal que no tengas ni idea de d?nde est?, aunque leas con regularidad la secci?n internacional de tu diario favorito, porque el conflicto que vive esta zona es uno de los m?s silenciados del mundo. Baluchist?n Este fue anexionado por Pakist?n en 1948. Baluchist?n Norte y Oeste est?n bajo control afgano e iran?, respectivamente. Aunque la ?comunidad internacional? se haya olvidado de las personas que lo habitan (por no hablar de los m?s de 7.000 desaparecidos en los ?ltimos 3 a?os), en ning?n caso se le ha pasado por alto su enorme valor energ?tico y estrat?gico. La arena que hay bajo las sandalias de estos gue-rrilleros esconde uranio, petr?leo y gas, entre muchos otros tesoros. Los intereses americanos en este territorio se deben al oleoducto TAPI (Turkmenist?n-Afganist?n-Pakist?n-India), que pretend?an construir en el 2010 (lo llevan claro); y los intereses iran?es e indios se deben el IPI (Ir?n-Pakist?n-India), cuyo trazado ya est? aprobado. Por lo visto, lo ?nico interesante de esta zona para los media es Quetta, capital del Baluchist?n pakistan? y hogar del l?der talib?n Mullah Mohammed Omar. Pero esto nada tiene que ver con los guerrilleros baluches, cuya guerra es muy diferente a la de los talibanes: ellos simplemente no quieren ser parte de Pakist?n.

Nuestro punto de partida se encuentra en el Baluchist?n pakistan?. No puedo desvelar el nombre, porque ser?a dar demasiadas pistas sobre el paradero de los que fueron mis anfitriones. Las primeras dos horas de camino se hacen de noche y en un 4×4 de cristales tintados. El conductor y su copiloto cubren su cara con un turbante mientras que Said, mi contacto, y yo, viajamos con los ojos vendados por ?motivos de seguridad?. Pero, la verdad, no me siento muy seguro. A?n as?, resulta f?cil adivinar el momento en el que el veh?culo abandona la v?a principal y se adentra en el desierto. La parte trasera del coche ?culea? entonces al ritmo de ?Paadha, Baloch?, un himno popular de la zona que suena desde los altavoces: ??Lev?ntate Baluche, estamos en guerra!?, canta Savzal Bugti, un m?sico tan popular como proscrito en Pakist?n.

A la una de la ma?ana, el conductor y su acompa?ante nos dejan en manos de otro guerrillero. As? comienza la segunda parte de esta singular traves?a: una marcha a pie imposible, en mitad de la noche y a trav?s de un escarpado paisaje de granito. ?Tened cuidado por donde pis?is?, avisa nuestro gu?a. ?Aqu? no va a venir la Media Luna Roja a buscaros?. Son cinco horas sin luna de ninguna clase en las que est? prohibido encender una linterna o torcerse un tobillo. Al final, la silueta de un guerrillero rezando sobre un risco se recorta contra el amanecer. Hemos llegado.

?Salaam, heriat, tik-tak?, nos saludan en baluche con sendos apretones de manos dos guerrilleros que acaban de aparecer de un bosque de bloques de granito negro. Seguidamente, llenan una cantimplora en el r?o y nos la ofrecen tras mezclar el agua con lim?n y az?car. Cuatro cantimploras m?s tarde, el sol se alza ya en toda su plenitud. Sorprende la total precariedad del campamento. No hay ning?n tipo de construcci?n, ni chabola, ni siquiera una cueva en la que refugiarse en las fr?as noches de invierno o durante un eventual bombardeo. Los guerrilleros podr?an abandonar el campamento ahora mismo y apenas dejar?an tras de s? m?s rastro que el de las piedras ennegrecidas por el fuego donde ahora mismo cocinan la carne de cordero.

?Descansad aqu?. Despu?s desayunaremos y podr?is hacer vuestro trabajo?, nos indican nuestros anfitriones, refiri?ndose a una alfombra baluche extendida sobre la que probablemente es la piedra m?s plana en muchos kil?metros a la redonda. Pero la tentaci?n de rendirse al sue?o es vencida por la curiosidad que despiertan las voces de unos ni?os desde la distancia. Llegan desde una familia de n?madas. Al pastor, tocado con un kulla (el casquete rojo baluche), le siguen parsimoniosamente una pareja de camellos en fila. El primero lleva los enseres, que se reducen pr?cticamente a la tela negra de una haima y unos utensilios met?licos para cocinar; sobre el segundo descansa su mujer, que lleva un beb? en brazos. Sus cuatro hermanitos se encargan de llevar las ovejas a la orilla del r?o para abrevar. Tanto la madre como las hijas visten el colorido pashk, un vestido tradicional baluche adornado con remaches met?licos y motivos tribales.

?Por favor, no saques fotos a los pastores?, me pide uno de los guerrilleros. Adem?s de las evidentes razones de seguridad, est? el hecho de que fotografiar a una mujer baluche es un tab? que sobrevivir? a varias generaciones. Junto al nomadismo, otro claro indicador de la balochiat, algo as? como la ?baluchindad?.

Si resulta imposible saber d?nde nos encontramos, tampoco es f?cil adivinar qui?nes son nuestros anfitriones. Resulta que la resistencia de este pueblo se reparte entre una pl?tora de grupos armados como el BLA (Ej?rcito de Liberaci?n Baluche), el BRA (Ej?rcito Republicano Baluche), el BLF (Ej?rcito de Liberaci?n Baluche) y Lashkar e Baluchistan (Ejercito de Baluchist?n). Esta ensalada de siglas no es m?s que el fiel reflejo de una sociedad marcadamente tribal.

?Nosotros somos Lashkar e Baluchistan?, me aclara el comandante de este batall?n de 20 hombres, que dice tener 40 a?os y que oculta tanto su cara como su nombre. Le llamaremos Amir, ?l?der? en lengua baluche. ?Existen varias organizaciones armadas adem?s de la nuestra pero no hay rivalidad alguna entre nosotros. De hecho, estamos todos perfectamente coordinados?, asegura Amir ante un generoso desayuno a base de cordero. ?Eso s?, todos perseguimos un mismo objetivo: la liberaci?n de Baluchist?n?.

Si bien todos los grupos insurgentes de Baluchist?n Este comparten una agenda com?n, no hay sinton?a entre ?stos y sus compatriotas bajo control iran?. Los baluches son sunitas en su gran mayor?a, lo que no supone un problema en Pakist?n pero s? en el vecino Ir?n, donde el poder est? en manos de los farsis chi?tas. As? las cosas, la resistencia baluche frente a Teher?n tiene un marcado corte wahab?, mientras que en Baluchist?n Este los grupos armados antes mencionados son seculares y de corte marxista.

Sorprende la inscripci?n ?BNP? grabada en una enorme piedra. Son las siglas del Partido Nacionalista Baluche, del que reniegan estos guerrilleros para quienes la lucha en el parlamento del BNP y el BRP (Partido Republicano Baluche) se ha demostrado in?til. ?Nosotros tambi?n hacemos pol?tica, pero con las armas. En Pakist?n no hay otra manera?, afirma Amir, citando a Khair Bakhsh Marri, l?der hist?rico de la resistencia y sardar (jefe tribal) del clan de los Marri, el m?s grande de Baluchist?n Este.

?Y qu? hac?n exactamente? ?Nuestras operaciones consisten en sabotajes a torres de comunicaciones e infraestructuras del ej?rcito. Colocamos minas de carretera al paso de un convoy del ej?rcito o de los Frontier Corps (la polic?a militar), o les disparamos con los RPG (bazoka de fabricaci?n rusa)?, explica el comandante. Este modus operandi es el mismo del resto de las organizaciones armadas baluches.

Tras la muerte de Balach, el hijo de Khair Bakhsh Marri, en 2007, el cabeza visible de la insurgencia baluche en su conjunto es hoy Brahamdagh Bugti, l?der del BRA. Este joven de 28 a?os es nieto de Akbar Bugti, sardar de los Bugti, fallecido hace tres a?os tras bombardear Islamabad la cueva en la que se refugiaba. Circulan infinidad de rumores en torno al paradero y las actividades de Brahamdagh. Se dice que tiene su cuartel general en Spin Boldak, una estrat?gica localidad afgana a medio camino entre Kandahar y Quetta (la capital de Baluchist?n Este). Tambi?n se apunta a que el BRA recibe entrenamiento de manos de las tropas anglo-norteamericanas que, presuntamente, estar?an ?usando? a la guerrilla baluche para controlar el flujo de talibanes en la frontera Af-Pak. ?Esos rumores los difunde Islamabad para alimentar la teor?a de que India y USA nos est?n ayudando pero lo cierto es que seguimos esperando a que alguien lo haga?, asegura Amir justo antes de colgarse su kalashnikov al hombro e invitarme a conocer al grupo de guerrilleros que dirige.

Tanto el comandante como sus combatientes visten el shalwar kamiz, ese conjunto de camisa holgada hasta las rodillas y pantalones bombachos cuya hegemon?a resulta aplastante en Asia Central y el Subcontinente Indio. Tras una presentaci?n ya ?oficial? ante el resto del grupo, conozco a un guerrillero que dice tener 25 a?os, y que responde al nombre en clave de Enqelab (?Revoluci?n?, en lengua baluche). Seg?n cuenta, su vida y la de su hermano cambiaron dr?sticamente por una necesidad tan b?sica como la de hidratarse.

?En mi aldea todav?a no hay ni agua corriente, ni gas ni electricidad?, arranca Enqelab tras posar su bazooka en el suelo. ?Mi hermano mayor y yo sol?amos acercarnos a las juntas de los tubos que llevan el agua a la planta de gas de la regi?n de Sui. Afloj?bamos las tuercas con una llave inglesa y recog?amos el agua que necesit?bamos en un bid?n de pl?stico de cinco litros. Un d?a, la polic?a vino a casa y se llev? a mi hermano. Lo acusaron de sabotaje a instalaciones del gobierno. Pas? seis a?os en la c?rcel y hoy no se puede valer por s? mismo debido a las secuelas de las torturas que sufri?.?

Aunque a primera vista lo pueda parecer, la insurgencia baluche no tiene nada que ver con los talibanes. De hecho, es marcadamente secular y de ra?z marxista.
La planta de gas a la que se refiere Enqelab es la m?s importante de Pakist?n, a la vez que uno de los desencadenantes del levantamiento en armas de los baluches. Sui es el paradigma del expolio a manos de Islamabad de unos recursos enormes: gas, carb?n, uranio, oro, petr?leo? Pero quiz?s lo m?s humillante sea el hecho de que el gas de Sui ni siquiera llega a las humildes casas de adobe que descansan sobre la reserva.

Bair (?Venganza?) tambi?n es baluche pero, curiosamente, cubre su rostro con un turbante tradicional de la regi?n de Sindh. Junto con los baluches y los pastunes, los sindis son otros de los ?ciudadanos de segunda? en un pa?s donde la etnia dominante son los punyab?es. Bair lleg? hace tres a?os desde Quetta, la capital de Baluchist?n Este, donde era miembro del BSO (Organizaci?n de Estudiantes Baluches). Su condici?n de activista urbano le cost? un arresto de dos meses durante los cuales fue torturado a diario. Desde marzo de 2005, m?s de 7000 activistas pol?ticos, sociales y de Derechos Humanos han sido secuestrados, torturados o asesinados a manos de los servicios secretos, que son los que realmente gobiernan el pa?s. Algunos de los capturados aparecen muertos a los pocos d?as; otros se pudren en la c?rcel, y a los m?s afortunados se les deja libres para que los irredentos a su alrededor depongan sus intenciones tras escuchar los terribles relatos de tortura. Como el que cuentan a m? ahora.

?Mi celda era un habit?culo h?medo y sin luz de dos metros por uno?, explica Bair bajo su turbante rojo. ?Era como estar enterrado en vida. S?lo me sacaban para golpearme, siempre cabeza abajo y con los ojos vendados. Me desmayaba a menudo, y buscaba cualquier cosa que pudiera ayudarme a acabar con mi vida. Nunca pens? que saldr?a vivo de all? pero, al final, me soltaron. No ser?a capaz de pasar por lo mismo otra vez o correr el riesgo de ser arrestado y arrojado despu?s al desierto desde un helic?ptero. Por eso me un? a Lashkar e Balochistan.

Bair es la excepci?n en un grupo del que la mayor?a de sus integrantes proceden de un entorno rural. Son provincias que carecen de las infraestructuras m?s b?sicas como un hospital o una escuela. As? las cosas, a nadie extra?a que el 80% de los baluches de Pakist?n sean analfabetos, una cifra extensible a esta comunidad guerrillera.

No obstante, todos estos guerrilleros hablan baluche y urdu con total fluidez, y muchos incluso hablan el past?n y el brahui. Uno de estos pol?glotas es Girok (?Rel?mpago?), aunque su dominio de cuatro lenguas no le ha servido de gran ayuda hasta el d?a de hoy. Despu?s de que el ej?rcito pakistan? destruyera su aldea al sureste del pa?s, ?l y su familia se vieron obligados a cambiar la soledad en la llanura del desierto baluche por las monta?as de basura a las afueras de Karachi, una urbe de m?s de 20 millones de habitantes. Seg?n diversas organizaciones internacionales, cerca de 80.000 familias han corrido la misma suerte en los ?ltimos tres a?os.

?Me he pasado la vida huyendo y lament?ndome de mi mala suerte. Eso se ha acabado?, sentencia Girok mientras se acaricia la cicatriz en su antebrazo derecho. No se la hizo una bala perdida en el fragor de la batalla; fue un cuervo ?demasiado territorial? con el que se cruz? en aquel vertedero en el que viv?a, y del que com?a. Desde all?, Girok no tardar?a en llegar a Lyari, el barrio donde viven la mayor?a de los baluches de Karachi. Se trata de un distrito cuya febril actividad se paraliza ?nicamente cuando Brahamdagh Bugti es entrevistado por un canal extranjero, generalmente de la vecina India, archienemiga de Pakist?n. Lyari fue la ?ltima escala de Girok antes de llegar a este inh?spito paraje.

Umit (?Esperanza?) es otro de los guerrilleros a los que el comandante exime de sus tareas para compartir un rato con nosotros. El resto monta guardia desde imponentes atalayas de piedra, oteando el horizonte con desconfianza. Imposible olvidar que, con 600.000 soldados, el de Pakist?n es uno de los ej?rcitos m?s numerosos del mundo, a la vez que uno de los mejor abastecidos con armamento americano de ?ltima generaci?n. En cualquier caso, Umit descarta una operaci?n terrestre a gran escala sobre esta zona.

?Este es un terreno muy escarpado en el que no hay carreteras por las que transportar a las tropas. La ?nica opci?n es desde el aire?, asegura confiado el guerrillero, refiri?ndose a los helic?pteros artillados y a los cazabombarderos F16. En ese caso, s?lo queda esperar a que este baluarte de granito sea todo lo fuerte que aparenta.

?Islamabad est? usando contra nosotros las armas que le dio Washington para combatir a los talib?n?, se queja Umit, que empu?a hoy el kalashnikov que ya usara su padre en otros tiempos. ?l es el ?ltimo de una familia cuyos miembros han participado en los cinco levantamientos baluches desde que Pakist?n ocupara su tierra en 1948. En cualquier caso, la mayor?a de sus antecesores no tuvieron que enfrentarse a los helic?pteros Cobra que sobrevuelan la zona. Algunos de ellos llegaron desde Teher?n antes de la revoluci?n isl?mica del 78. Seg?n parece, el sha, Reza Pahlevi, regal? dicho armamento Made in USA a Pakist?n para sofocar una insurgencia baluche que amenazaba con extenderse al Baluchist?n bajo control iran?.

??Por qu? hemos de sacrificar nuestro derecho a la libertad perteneciendo a una federaci?n que domina una sola naci?n??, exclama Umit, en mitad de un silencio levemente rasgado por el viento caliente del desierto. No s? qu? responderle, claro. Esta es la pregunta que retumba en los o?dos de los baluches desde hace ya m?s de 60 a?os. Una f?rmula m?s o menos ret?rica, pero que no esconde m?s que la ideolog?a y el anhelo m?s b?sico de todo ser vivo, algo que todos podemos entender: sobrevivir a toda costa.
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BALUCHES, EN LA PERIFERIA DE LA HISTORIA

UN PROVERBIO PAST?N DICE QUE BALUCHIST?N ES EL LUGAR AL QUE DIOS ARROJ? LOS ESCOMBROS TRAS LA CREACI?N. CONTRA TODO PRON?STICO, LA VIDA ACAB? POR ABRIRSE CAMINO EN ESTE P?RAMO EN EL CORAZ?N DE ASIA

KARLOS ZURUTUZA
En tr?nsito
11 de mayo de 2016
https://www.revista5w.com/when/baluches-la-periferia-la-historia

Divididos por las fronteras de Ir?n, Pakist?n y Afganist?n, entre diez y quince millones de baluches sufren el acoso de los talibanes y la persecuci?n religiosa; de ej?rcitos ajenos y del ansia de poder de sus propias ?lites. Viajamos al lugar que los ge?logos describen como el m?s parecido a Marte, una tierra yerma que nos resulta casi tan desconocida como el planeta rojo.

PAKIST?N: EL PESO DE LA HISTORIA
Las aspas del ventilador en el techo seccionaban las palabras de aquel venerable anciano. Pero corr?a el verano de 2009, y prescindir de aquel ingenio en la ciudad pakistan? de Karachi no era una opci?n.

?Perros, he dicho perros?, espet? Khair Bux Marri, refiri?ndose a los punyab?es, la etnia mayoritaria en Pakist?n, que controla el poder pol?tico y econ?mico. ?Expulsar a los colonos?, dec?a Marri, era una prioridad para los baluches.

Marri, que hablaba un ingl?s de libro, vest?a siempre ropa tradicional y se declaraba un gran aficionado a las peleas de gallos, lo m?s parecido a un deporte nacional para un baluche. Muri? en junio de 2014, pero durante aquella entrevista en su residencia en Karachi se dej? fotografiar como lo hac?a siempre: junto a un carnero disecado.

Khair Bux Marri, l?der baluche.Marc Wattrelot
Aquel animal era una elocuente met?fora de su discurso. Adem?s de ser el l?der tribal de clan baluche m?s importante, los Marri, tambi?n era considerado como el actor m?s influyente del movimiento nacionalista. Era nieto de Khair Bux el Grande, quien hab?a liderado la resistencia contra la ocupaci?n brit?nica en el siglo XIX, hijo de Meherullah Khan Marri, cabecilla del movimiento clandestino contra Londres, y padre de Balach Marri, comandante guerrillero del BLA (acr?nimo ingl?s del ?Ej?rcito de Liberaci?n Baluche?) asesinado en 2007 en Afganist?n en circunstancias a?n sin esclarecer. La ic?nica imagen de Marri hijo, enfundado en un casquete baluche rojo y mostrando un fusil M16 bajo su barba negra, es omnipresente en bazares baluches y casas de t?, as? como un recurrente salvapantallas en tel?fonos m?viles. Le llaman ?Balach?, a secas. Marri padre pareci? honrar su memoria con una pausa de unos segundos antes de seguir.

La de los baluches es una lucha por un territorio con suculentos yacimientos de oro y cobre explotados por multinacionales

?Los ingleses se portaron como se puede esperar de una fuerza de ocupaci?n, pero lo peor que pudieron hacernos fue dejarnos en manos de estas bestias?, volvi? a embestir el anciano. Los baluches gozaron de un Estado declarado propio durante siete meses antes de que se anexionara a Pakist?n, en abril de 1948. Era la versi?n local de una historia de manual: tras la retirada de la potencia colonial, el pez grande siempre se com?a al peque?o, desde el Sahara Occidental hasta la remota isla de Pap?a.

La de los baluches es una lucha por el territorio, pero tambi?n por la riqueza bajo sus sandalias. Son suculentos yacimientos de oro y cobre explotados por multinacionales australianas y canadienses; uranio, petr?leo y, sobre todo, gas. Fluye canalizado desde Sui, en tierras del clan de los Bugti, hasta las cocinas de Islamabad o Lahore desde su descubrimiento en la d?cada de 1950. Pero en las aldeas de adobe sobre las enormes reservas se sigue cocinando con esti?rcol de camello.

?Ni siquiera contratan a nuestra gente para trabajar en las plantas. D?game, ?qu? nos ha dado Pakist?n??, se preguntaba en voz alta Akhtar Mengal en su domicilio de Quetta, la turbulenta capital de la provincia. El l?der tribal y pol?tico del clan de los Mengal lamentaba que los punyab?es se lo hab?an confiscado todo. ?Nuestras propiedades, nuestros recursos, nuestros derechos?.

Baluchist?n, con un tama?o parecido al de Alemania, es la provincia m?s grande de Pakist?n. Tambi?n la m?s pobre, la m?s despoblada ?unos diez millones de habitantes?, la de mayor tasa de mortalidad infantil y analfabetismo? Islamabad no cuestiona los datos, pero culpa de ellos a los inmensamente ricos l?deres tribales Marri, Bugti y Mengal, entre otros. Y se trata de una narrativa que no es desde?ada por baluches sin sangre azul como Amin Baloch. Durante sus a?os de activismo pol?tico junto a los Mengal, este hombre que rondaba los 50 les hab?a insistido para que construyeran una escuela en su Khuzdar natal, en el centro de la provincia. Cansado de esperar, Am?n vendi? unas tierras y una propiedad a las afueras de Khuzdar para levantar su propia escuela con la ayuda de una legi?n de voluntarios.

Era constructor, director y profesor de ingl?s de la Habib Hammar School de Khuzdar. As? se llamaba el centro que ofrec?a una oportunidad de estudiar incluso a ni?as, entre las que se contaban baluches, pastunes y punyab?es. Aquel milagro era un aut?ntico tir?n de orejas a los arist?cratas a los que la veneraci?n y la adulaci?n constantes de sus s?bditos analfabetos hab?a dejado ciegos y sordos.

Un grupo de baluches se prepara para sacrificar una cabra, una de las v?as de sustento de las poblaciones rurales.Marc Wattrelot
Historias como la de Amin no son f?ciles de rescatar, principalmente porque tampoco lo es acceder al territorio. Baluchist?n es un ?agujero negro? para los informadores debido al bloqueo impuesto por Islamabad. Tras nueve a?os como corresponsal en el pa?s para The Guardian y The New York Times, Declan Walsh fue expulsado del pa?s en mayo de 2013 . Entre otros temas ?inc?modos?, Walsh hab?a cubierto la cuesti?n baluche.

?Al Gobierno no le gusta nada que periodistas extranjeros entren en la provincia sin ser escoltados, y raras veces concede permisos. Es una zona donde la violencia llega de todas partes: est?n los talibanes, los que persiguen a los chi?es, los insurgentes baluches??, dec?a Walsh v?a telef?nica, al poco de poner el pie de vuelta en casa.

Uno de los art?culos del periodista irland?s que caus? gran controversia llevaba por t?tulo La secreta guerra sucia de Pakist?n y denunciaba la impunidad con la que el Gobierno tortura y hace desaparecer a granjeros, estudiantes o abogados presuntamente vinculados con movimientos nacionalistas. Organizaciones de Derechos Humanos como la Voz Internacional para los Baluches Desaparecidos sit?a el n?mero de estos en torno a 25.000 desde el a?o 2000. Tanto Human Rights Watch como Amnist?a Internacional han conminado a Islamabad a que interrumpa ?su campa?a de secuestros y desapariciones?. Por si fuera poco, el pasado mes de abril el Gobierno reconoc?a la existencia de m?s de 12.000 presos baluches en sus c?rceles.

“Luchamos por la libertad de Baluchist?n”, dice el comandante de una guerrilla

En este escenario de represi?n, muchos escapan a las monta?as y se suman a las filas de cualquiera de los movimientos insurgentes que han organizado una guerra de guerrillas contra intereses pakistan?es. Hay quien ha llegado a establecer paralelismos entre estos grupos y el Partido de los Trabajadores de Kurdist?n (PKK), pero el discurso de los baluches no es, ni de lejos, tan articulado como el del ?maquis? kurdo. Si bien ambos grupos insurgentes se desmarcan del sectarismo religioso imperante en sus respectivas regiones, el an?lisis pol?tico de los primeros es mucho menos elaborado.

?Luchamos por la libertad de Baluchist?n?, sentenciaba tajante un comandante de Lashkar-e-Balochistan, una guerrilla principalmente integrada por miembros de los Mengal. Como la mayor?a de los combatientes a su mando, aquel hombre tampoco sab?a leer, ni era capaz de definir qu? modelo de Estado buscaba para su tierra. ?Queremos un Baluchist?n independiente?, repet?a, como si no se entendiera el significado de aquella oraci?n simple.

Parad?jicamente, el movimiento baluche tambi?n ha contado con miembros tan ilustres como el autor del celebrado libro Los talib?n, Ahmed Rashid, una de las voces m?s autorizadas sobre pol?tica y conflicto en Afganist?n y Pakist?n. Nacido en el seno de la ?lite punyab?, Rashid cursaba estudios superiores en Londres a principios de la d?cada de 1970 junto a un reducido y selecto grupo de compatriotas. Espoleados por la juventud y el idealismo entonces capitalizado desde Mosc?, el llamado ?grupo de Londres? acept? la invitaci?n de Khair Bux Marri a unirse a la insurgencia baluche. Miope y de pies planos, Rashid distaba mucho de destacar por sus dotes de combatiente, pero contribuy? enormemente a establecer campos de entrenamiento y de refugiados en un Afganist?n en v?speras de ser invadido por la URSS.

AFGANIST?N: GUERRA FR?A EN EL DESIERTO
Hay apenas cien kil?metros desde Quetta hasta el paso fronterizo de Cham?n, y de ah? otros cien hasta Kandahar, la cuna del movimiento talib?n afgano. Al igual que los talibanes, la guerrilla baluche sigue atravesando la l?nea Durand entre Pakist?n y Afganist?n que trazaron los brit?nicos a finales del siglo XIX, y que separ? a pastunes y baluches a ambos lados de la frontera.

?Nos cruzamos a menudo con los talibanes pero nunca disparamos a no ser que lo hagan ellos primero?, aseguraba en diciembre de 2014 Baloch Khan, un prominente comandante del BLA en la falda afgana de los montes Sarlat. Dec?a que su grupo contaba con 25 campamentos en el lado pakistan?, pero ni ?l, ni probablemente nadie, es capaz de dar un n?mero aproximado de los guerrilleros repartidos en media docena de grupos insurgentes baluches.

Guerrilleros del Ej?rcito de Liberaci?n Baluche danzan alrededor de un fuego en la localidad pakistan? de Bolan.Marc Wattrelot
Aunque hoy se reparten por todo el pa?s, los baluches de Afganist?n, apenas unos dos millones, se siguen concentrando en las provincias sure?as de Helmand y Nimroz. Esta ?ltima es la ?nica donde la minor?a baluche es mayoritaria, y tambi?n la ?nica que comparte fronteras con Ir?n y Pakist?n. Se trata del distrito m?s remoto y despoblado del pa?s; un rinc?n en el que el azote de la sequ?a m?s extrema ha sido incluso mayor que el de la guerra. Un enclave en mitad del Dasht-e Margo, el ?desierto de la muerte?, que qued? relegado a la periferia de los imperios.

Bajo los auspicios de la URSS se estableci?, en 1978, el primer canal de televisi?n en baluche de toda Asia. Fue una iniciativa sin precedentes a la que sucedi? la publicaci?n de los primeros libros y revistas en dicha lengua en Afganist?n. A pesar de las dificultades para armonizar el marxismo-leninismo convencional con las ansias independentistas de los baluches comandados por los Marri, estos ve?an en la URSS un aliado potencial para contrarrestar la presi?n de Punyab. Hablamos de uno de los cap?tulos m?s desconocidos de la Guerra Fr?a, cuando el apoyo sovi?tico a un Baluchist?n independiente (o la eventual anexi?n de este a Afganist?n) alter? radicalmente el equilibrio militar del estrecho de Ormuz. Sin embargo, la ca?da del r?gimen comunista provoc? un brusco frenazo de la actividad cultural y dio el pistoletazo de salida a una campa?a de represi?n indiscriminada contra los baluches por su relajada visi?n del islam. El mism?simo mul? Omar decret? una fatwa (edicto isl?mico) llamando a la limpieza ?tnica de chi?es y baluches en Nimroz.

Hoy, a la poblaci?n aut?ctona de Nimroz se le suma la de aquellos que huyen de la guerra ?secreta? de Pakist?n. Buscar refugio en Afganist?n puede parecer un desprop?sito, pero no para un baluche. Muchos de ellos hab?an llegado en 2007, tras una operaci?n masiva del Ej?rcito pakistan? cuya v?ctima m?s conocida fue Nawab Khan Bugti, l?der del clan Bugti. Las ofensivas contra aldeas baluches se suceden hasta hoy, pero ACNUR sigue sin incluir a esta poblaci?n en su lista de ?grupos de riesgo?. Los desplazados aseguraban que Islamabad amenaz? a ACNUR con expulsar a su misi?n en Pakist?n tras un intento de asistencia de la entidad en territorio Bugti durante aquella operaci?n de 2007.

Desde la oficina de Kabul, Bo Schack, el jefe de la misi?n, neg? entonces tal extremo pero reconoc?a que la de los refugiados de Pakist?n en Afganist?n era una ?cuesti?n pendiente?.

Llegan del este, pero tambi?n del oeste. La decisi?n de Teher?n de levantar un muro a lo largo de su frontera con Afganist?n est? provocando el ?xodo masivo de familias que viv?an del contrabando o, simplemente, de aquellas que no pueden acercarse al muro para cuidar sus huertas. Mohamed Ayub, alcalde de Barichi, una de las aldeas afectadas, hablaba de decenas de pueblos fantasmas a lo largo de la frontera en noviembre de 2014. Desde entonces, la cifra se ha multiplicado.

?Todos tenemos parientes al otro lado, sobre todo en la aldea de Shagalak?, dec?a Barichi, se?alando en la direcci?n de una localidad a escasos 500 metros de distancia, pero que hab?a desaparecido de su vista.

Una baluche que migr? de una zona rural de Pakist?n al puerto de Gwadar en busca de trabajo. Marc Wattrelot
IR?N: ENEMIGOS DE DIOS
Un equipo de ge?logos estadounidenses que visit? el lado persa de la frontera en la d?cada de 1970 concluy? que aquel paisaje era el m?s parecido a Marte en nuestro planeta. Hoy las carreteras, las escuelas, los hospitales y las infraestructuras en general son visiblemente mejores all? que en el lado afgano o pakistan?. Pero no es m?s que un espejismo.

En su libro Baloch Nationalism: its origin and development (ABC, 2004), Taj Mohamad Breseeg, historiador baluche y profesor en la Universidad de Estocolmo, explica que, tras la anexi?n del territorio baluche a Ir?n en 1928, la represi?n del Gobierno central se tradujo en una campa?a de asimilaci?n que buscaba el desplazamiento de poblaci?n y la sustituci?n de los top?nimos originales por otros persas. Sin ir m?s lejos, la provincia pas? de llamarse ?Baluchist?n? hace 80 a?os a ?Baluchist?n y Sist?n? un poco despu?s, y de ah? a ?Sist?n y Baluchist?n?.

Los baluches sufren en Ir?n por no ser chi?es ni persas

La viajera brit?nica Rosita Forbes pas? por all? en la d?cada de 1920, cuando la capital provincial todav?a era Duzzap, y no la Zahed?n actual. Da fe de ello en su libro Angora to Afghanistan (Casse, 1931), donde describe a los baluches como ?gente de pelo largo y piel m?s oscura que los persas?, que sustitu?an sus inmensos turbantes por un sombrero palevi cuando iban a la ciudad. Seg?n Forbes, hab?a al menos uno a disposici?n de la comunidad en cada aldea. Aquel sombrero inspirado en el de los franceses que Reza Shah Palevi, sah de Persia, introdujo en 1927 para ?modernizar? el pa?s es ya historia, pero los baluches siguen sufriendo por no ser ni chi?es ni persas en un pa?s gobernado hoy por un r?gimen teocr?tico monol?tico y excluyente.

Seg?n datos de Amnist?a Internacional, Ir?n es el segundo pa?s del mundo en ejecuciones despu?s de China. El pasado mes de febrero, fuentes gubernamentales aseguraban haber ejecutado a todos los varones de una localidad baluche por cr?menes relacionados con el tr?fico de drogas. Esa y la de ser un ?enemigo de Dios? son las excusas m?s recurrentes para el exterminio del diferente.

?Un d?a s? y otro tambi?n llegan misioneros chi?es a nuestras mezquitas para recordarnos que no tendremos ni trabajo, ni escuelas ni oportunidades de ning?n tipo si no nos convertimos?, explicaba Mansur, un joven de la localidad de Iranshar, en el verano de 2009. Como muchos otros, acabar?a buscando un futuro en Karachi tras haber probado suerte en Teher?n. ?Me preguntaban constantemente si era pakistan? o indio por mi aspecto, nadie se cre?a que era iran??, recordaba el joven, pocos d?as antes de emigrar a Pakist?n.

Otros se fueron mucho m?s lejos. Faiz Baloch lleg? a Londres en 2002, tras sobrevivir a una ?traves?a sin pasaporte a trav?s de Asia y Europa?. En su aldea natal de Kohak, este joven de 34 a?os se hab?a atrevido a encararse a un misionero chi?. Logr? escapar, pero se llevaron a su padre en su lugar. Lo ?ltimo que supo de ?l es que fue acusado de ser ?enemigo de Dios?. De su abuelo recuerda que ni siquiera tuvo que moverse para cambiar de pa?s: era la tierra la que se mov?a bajo sus pies.

?Un d?a nos despertamos y ?ramos iran?es?, le dijo una vez.
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Art?culos sobre Baluchist?n publicados en esta p?gina web de Clajadep:

Ex presidente de Pakist?n, golpista asesino de Benazir Bhutto, es inculpado ahora por la muerte del l?der del Frente Baluche de Liberaci?n, formaci?n independentista simpatizante del PKK kurdo
Agencias 15.Feb.15 Identidades y Multitudes
Baluchist?n est? en la frontera de India, Pakist?n e Ir?n. Han sido ocupados por los estados pakistan? e Iran?, como los mapuche han sido ocupados por los estados chileno y argentino.
https://clajadep.lahaine.org/?p=16586

Independentistas de Baluchist?n en territorio ocupado por Pakist?n, expresan sus simpat?as por el PKK kurdo que ha levantado la nueva pol?tica de la autonom?a democr?tica que resiste en Kobane y otras regiones
Agencias 02.Ene.15 Autonom?a comunitaria
Mientras luchan por su independencia, al mismo tiempo combaten tambi?n contra el Estado Isl?mico. La propuesta del PKK kurdo en efecto ha tenido gran repercusi?n en una regi?n cansada del feudalismo, las invasiones y los fundamentalismos. Bien por los Baluches.
https://clajadep.lahaine.org/?p=16441

Puede ver m?s informaciones sobre el tema en la secci?n de Baluchist?n: https://clajadep.lahaine.org/index.php?s=Baluchistan&sentence=AND