Para que no se repita la seducci?n populista en la izquierda

La izquierda latinoamericana no siempre fue seducida por caudillos populistas que terminaron devor?ndola. Por lo general, los marxistas vieron con recelo a los populismos y los calificaron como movimientos reformistas peque?oburgueses o simple y llanamente como fascistas. En Argentina, por ejemplo, los partidos socialista y comunista tildaron al General Juan Per?n de fascista, y no consideraron que el proletariado sino el lumpen fue su base de apoyo. Per?n us? el anticomunismo para reprimir a la izquierda y transform? a los sindicatos en su base de apoyo. Sin embargo, su gobierno incorpor? a la clase obrera, redistribuy? el ingreso, increment? el electorado del 18 al 50 por ciento y otorg? el derecho de sufragio a las mujeres. En los a?os 60, algunos sectores de izquierda fueron seducidos por el populismo peronista y posteriormente apoyaron a los gobiernos de N?stor y Cristina Kirchner.



Para que no se repita la seducci?n populista a la izquierda

Por Carlos de la Torre /
Ecuador Today
Art?culo extra?do del libro ?El gran fraude?

La izquierda latinoamericana no siempre fue seducida por caudillos populistas que terminaron devor?ndola. Por lo general, los marxistas vieron con recelo a los populismos y los calificaron como movimientos reformistas peque?oburgueses o simple y llanamente como fascistas. En Argentina, por ejemplo, los partidos socialista y comunista tildaron al General Juan Per?n de fascista, y no consideraron que el proletariado sino el lumpen fue su base de apoyo. Per?n us? el anticomunismo para reprimir a la izquierda y transform? a los sindicatos en su base de apoyo. Sin embargo, su gobierno incorpor? a la clase obrera, redistribuy? el ingreso, increment? el electorado del 18 al 50 por ciento y otorg? el derecho de sufragio a las mujeres. En los a?os 60, algunos sectores de izquierda fueron seducidos por el populismo peronista y posteriormente apoyaron a los gobiernos de N?stor y Cristina Kirchner.

En Ecuador, pese a que los intelectuales marxistas fueron fervorosamente antipopulistas, la izquierda se las jug? varias veces por caudillos que jam?s militaron en partidos marxistas, pero que dijeron ser de izquierda. En 1943 los principales partidos de izquierda formaron parte de Alianza Democr?tica Ecuatoriana y apoyaron la candidatura de Jos? Mar?a Velasco Ibarra, quien regres? al pa?s como el Gran Ausente luego de la revoluci?n Gloriosa de mayo de 1944 y gobern? hasta el golpe de estado de 1947. En 2002 algunos partidos de izquierda auspiciaron la candidatura del coronel Lucio Guti?rrez, quien hab?a liderado un fallido golpe de estado en contra del presidente Jamil Mahuad en enero del 2001.

Correa fue, esperemos, el ?ltimo seductor populista de la izquierda. Lleg? al poder con el apoyo de intelectuales, activistas y algunos partidos de izquierda. Prometi? nada menos que una revoluci?n ciudadana entendida como el fin del neoliberalismo, el retorno del Estado y de la soberan?a nacional, la necesidad de transformar todo el andamiaje institucional con una nueva constituci?n y propuestas para cambiar las relaciones entre el ser humano, la sociedad y la naturaleza. Cumpli? algunas de sus promesas: el retorno del Estado, la redistribuci?n de los excedentes cuando los precios del petr?leo fueron altos, una nueva constituci?n que a la vez que ampli? derechos concentr? el poder en la presidencia. Su gobierno fue autoritario. Us? el poder judicial controlado por el Ejecutivo para regular lo que se puede discutir en la esfera p?blica, reprimi? a los partidos de izquierda, a los movimientos sociales y a las organizaciones de la sociedad civil progresistas creando organizaciones paralelas, y criminaliz? la protesta social.

Muchos l?deres e intelectuales de izquierda interpretaron su marginalizaci?n del poder una vez que Velasco Ibarra, Guti?rrez y Correa llegaron a la presidencia como una traici?n. En lugar de reflexionar sobre la validez de sus estrategias de apoyar a caudillos populistas, se presentaron como v?ctimas de conjuras de la derecha. El presente ensayo reflexiona sobre los fracasos de los coqueteos de la izquierda con el populismo, con la esperanza de que en el futuro no se las jueguen por caudillos que prometen la redenci?n del pueblo y que al final se apropian de su voz y silencian y reprimen a los rivales, sobre todo a la izquierda que tan entusiastamente los apuntal? en el poder.

El texto discute las razones por las que la izquierda apoy? a Velasco en los a?os 40 del siglo pasado, a Guti?rrez en 2002 y a Correa en 2006. Se comparan las estrategias de gobiernos populistas y c?mo los l?deres intentaron apropiarse de la voz y voluntad popular reprimiendo el disenso de los sectores progresistas. Se analizan cr?ticamente las visiones que la izquierda tuvo sobre la democratizaci?n y se argumenta que su mayor error fue enfocarse solamente en la necesidad de controlar al mercado y desde?ar los derechos que garantizan la separaci?n de poderes, as? como las libertades que garantizan una esfera p?blica y una sociedad civil libres de la injerencia del Estado.

Las promesas revolucionarias e incluyentes.

Velasco, Guti?rrez y Correa llegaron al poder en coyunturas en las que se dieron crisis de representaci?n pol?tica, en contextos de movilizaci?n popular fuertes y con demandas por recuperar la soberan?a nacional. Sus liderazgos dieron forma a las demandas de grandes sectores de la poblaci?n por mejorar la democracia y la inclusi?n. Velasco fue el s?mbolo de la lucha en contra del fraude electoral, que fue la estrategia usada por el Partido Liberal Radical para mantenerse en el poder. Los diferentes sectores pol?ticos de derecha e izquierda que se aglutinaron en la Alianza Democr?tica Ecuatoriana (ADE) vieron en el voto libre la esencia de la democracia. Si bien el objetivo de la izquierda revolucionaria fue la abolici?n del feudalismo terrateniente, la industrializaci?n y la eventual construcci?n del socialismo, que abolir?a la democracia y las libertades burguesas por las que luchaban en esa fase, consideraron que en la coyuntura de la lucha contra el fascismo la estrategia era la conquista del sufragio libre.

Los diferentes partidos de ADE vieron en Velasco Ibarra la figura que pod?a liderar la lucha en contra del Partido Liberal Radical. Pese a que en su primera administraci?n Velasco reprimi? a estudiantes, periodistas y pol?ticos de izquierda, muchos de sus l?deres e intelectuales consideraron que Velasco hab?a cambiado. El escritor comunista Joaqu?n Gallegos Lara, por ejemplo, escribi? en una columna en El Universo, del 14 de marzo de 1944, que quienes se opon?an a la candidatura de Velasco Ibarra por ADE ?se equivocan al confundir al presidente Velasco del pasado con el viajero antifascista, el probado dem?crata, el gran exilado; intelectual y hombre de acci?n? (1). Manuel Agust?n Aguirre, secretario del Partido Socialista, describi? a Velasco Ibarra en 1943 como ?un hombre de fuerte raigambre popular, acendrado patriota, honrado y progresista, cuya lucha continental por la defensa de los principios democr?ticos y los m?s altos derechos humanos ser? una garant?a efectiva de libertad y democracia? (2). Leopoldo Ben?tez Vinueza diferenci? el velasquismo como movimiento social y pol?tico de la figura de Velasco Ibarra. Escribi? en El Universo del 16 de abril de 1944: ?dentro del actual movimiento pol?tico, habemos (sic) cientos de hombres que no somos ?velasquistas? pero que tenemos que estar con el doctor Velasco Ibarra por ser el hombre que se opone al oficialismo, al fraude electoral, a la supervivencia del seudo constitucionalismo, a la persistencia de las facultades omn?modas; a la plusval?a de los incapaces bajo la tutela de los astutos? (3).

La Revoluci?n Gloriosa fue una respuesta a la p?rdida del territorio nacional luego de la derrota militar con el Per?, en 1941. La ciudadan?a culp? al presidente liberal Carlos Arroyo del R?o de la derrota. Velasco Ibarra fue construido como un patriota que devolver?a la dignidad nacional y que rescatar?a la dignidad del ej?rcito, que hab?a sido no solo humillado militarmente sino desplazado por los carabineros ,que fueron vistos como una guardia pretoriana del gobierno. Velasco Ibarra lleg? al poder en una coyuntura de movilizaci?n y de formaci?n de organizaciones populares que vieron en el derecho al voto el principio fundamental para la democratizaci?n. Velasco Ibarra no fue visto solamente como quien permitir?a el fin del fraude electoral liberal, sino como la encarnaci?n de la liberaci?n y aun redenci?n nacional (4).

El coronel Lucio Guti?rrez incursion? en la pol?tica cuando lider? junto a Antonio Vargas, presidente de la Confederaci?n de Nacionalidades Ind?genas del Ecuador (CONAIE), un golpe de Estado o rebeli?n popular en contra del presidente Jamil Mahuad, el 21 de enero de 2000. La econom?a ecuatoriana hab?a entrado en una crisis generalizada, con niveles de hiperinflaci?n del 96% en el a?o 2000. Provoc? gran indignaci?n el uso de los fondos del Estado para rescatar a la banca privada. El congelamiento de los dep?sitos bancarios y las revelaciones de que Mahuad financi? su campa?a con las contribuciones de banqueros a los cuales favorecieron sus pol?ticas de Estado, fueron interpretados por gran parte de la poblaci?n como actos de corrupci?n intolerables.

La estrategia de la CONAIE y de la Coordinadora de Movimientos Sociales fue que se establecieran los parlamentos de los pueblos. Estos fueron entendidos como espacios para que se den formas de democracia directa y como un poder dual ante un gobierno y un Estado que fueron calificados como poco democr?ticos y representativos, por lo que se demand? que los parlamentos de los pueblos reemplazaran a los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. La estrategia consisti? en que, adem?s de paralizar las carreteras, un grupo de ind?genas tomaran los edificios de los tres poderes del estado. El 20 de enero los manifestantes cercaron el Congreso y la Corte Suprema de Justicia (CSJ), y el 21 los militares que resguardaban el edificio del Congreso permitieron la entrada de casi siete mil manifestantes, en su mayor?a ind?genas. En el Congreso se posesion? la Junta de Salvaci?n Nacional, integrada por Antonio Vargas, presidente de la CONAIE, el coronel Guti?rrez y el ex presidente de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Sol?rzano. El golpe se resolvi? de manera cuasi legal cuando el Congreso us? la artima?a de que Mahuad hab?a abandonado el poder; con este argumento posesion? al vicepresidente Gustavo Noboa.

Para participar en las elecciones de 2002, Guti?rrez organiz? el Partido Sociedad Patri?tica (PSP), un partido pol?tico formado por ex militares y ex polic?as con una ideolog?a autoritaria y nacionalista. Apoy?ndose en la doctrina de seguridad nacional, el PSP sent?a un gran desd?n tanto por los pol?ticos como por la pol?tica, entendida como el debate innecesario sobre lo p?blico. Durante la campa?a electoral de 2002 apel? a la unidad de los ind?genas, del pueblo y de los militares, ejemplificada en el 21 de enero, como la alternativa a la ?pseudo democracia? ecuatoriana. Su triunfo se explica, en parte, por sus alianzas con la izquierda ecuatoriana y el movimiento ind?gena. Pero tambi?n por la buena acogida de su ret?rica de la anti-pol?tica y en contra de la partidocracia, as? como por la imagen de los militares como gente del pueblo que no se vende a intereses antinacionales. El triunfo de Guti?rrez fue interpretado por sectores de izquierda como la posibilidad de que se produjera una refundaci?n del pa?s. La participaci?n del movimiento ind?gena, y el hecho de que dos de sus l?deres hist?ricos fuesen nombrados como ministros de Agricultura y de Relaciones Exteriores, parec?a indicar un nuevo renacer. El antrop?logo Norman Whitten (5), por ejemplo, calific? a estos eventos como ?inversiones simb?licas?: momentos de cambio social que no necesariamente significan la alteraci?n del orden social, pero que manifiestan grandes cambios de las relaciones sociales de herencia colonial en un pa?s en que por primera vez los ind?genas y un hombre proveniente de la Amazon?a, de piel m?s mestiza que blanca, ocupaba la Presidencia.

Rafael Correa dio forma pol?tica a los sentimientos de repudio al neoliberalismo y a la partidocracia. Surgi? en un contexto de crisis generalizada de todas las instituciones pol?ticas y luego de que tres presidentes fueran depuestos. Prometi? la refundaci?n de la patria, el retorno de la soberan?a nacional y pol?ticas p?blicas incluyentes. La mayor innovaci?n del movimiento que apoy? a Correa fue basar su estrategia en la noci?n de poder constituyente. Desde?aron el poder constituido y prometieron la refundaci?n de la patria para alcanzar la segunda y verdadera independencia. El poder constituyente fue entendido como la capacidad popular para crear instituciones y normativas, como la autoridad capaz de refundar la pol?tica, la econom?a, la moral y la cultura. Fue electo con la promesa de convocar elecciones para una asamblea constituyente participativa que generara un nuevo pacto y proyecto de sociedad. A la vez que ampli? derechos, la nueva Constituci?n concentr? el poder en el Ejecutivo.

Con Correa regresaron las utop?as de la revoluci?n y del socialismo. Pero a diferencia de los modelos asentados en el uso de la violencia para llegar al poder, la nueva estrategia revolucionaria se bas? en el uso de los votos. Gobern? a trav?s de campa?as y de elecciones permanentes, por lo que constantemente recorri? el pa?s renovando su liderazgo carism?tico y confrontando a sus enemigos. Los ecuatorianos votaron en once elecciones entre 2006 y 2013. El socialismo del siglo XXI no se bas? en la estatizaci?n de los medios de producci?n, sino en modelos en los que el Estado tiene un rol importante en planificar la econom?a.

Las pr?cticas populistas en el poder.

Desde el poder, Velasco, Guti?rrez y Correa marginaron y reprimieron a la izquierda. Sus gobiernos, que surgieron en contextos de crisis de democracias d?biles, terminaron en autoritarismos. Velasco dio un autogolpe de estado, aboli? la constituci?n de 1945, llam? a una nueva constituyente en la que no particip? la izquierda y finalmente fue depuesto por un golpe de Estado. Guti?rrez perdi? en su enfrentamiento contra los partidos pol?ticos y su proyecto autoritario fue frenado por un golpe de Estado del Congreso, hecho que min? a?n m?s la legitimidad de la democracia. Correa us? el sistema legal para concentrar el poder en el Ejecutivo y crear una legislaci?n para controlar la esfera p?blica y la sociedad civil. Sus ataques sistem?ticos y las restricciones a las libertades y derechos, junto con la transformaci?n de las elecciones en referendos plebiscitarios en los que la oposici?n no tuvo opciones de triunfar, llevaron al proceso que Guillermo O?Donnell (6) teoriz? como la muerte lenta de la democracia y su transformaci?n en autoritarismo.

Una vez que Velasco se posesion? en la presidencia en mayo de 1944 trat? de contentar a las diferentes facciones de ADE. Por ejemplo, presidi? el segundo congreso de las Organizaciones Obreras Cat?licas (CEDOC) y fue invitado de honor al congreso constitutivo de la Confederaci?n de Trabajadores del Ecuador (CTE). La izquierda y los sectores progresistas lograron la mayor?a en la Asamblea Constituyente de 1945. En palabras de su vicepresidente, Manuel Agust?n Aguirre, redactaron una Constituci?n progresista. ?Junto a los derechos individuales, se consignaron, por primera vez en la historia constitucional ecuatoriana, importantes cap?tulos relativos a derechos sociales. Como los que se refieren a la familia, la educaci?n y la cultura, la econom?a, el trabajo y la previsi?n social? (7). Sin embargo, Velasco Ibarra objet? las limitaciones que la Constituci?n impon?a al Ejecutivo, porque establec?a un tribunal de garant?as constitucionales y una comisi?n legislativa permanente como guardianes del presidente, a quien limitaban su capacidad de veto. Tambi?n objet? las disposiciones semi-corporativistas que inclu?an a representantes de las tres tendencias pol?ticas ?derecha, centro e izquierda? en el Tribunal de Garant?as Constitucionales, y la unificaci?n del Congreso y del Senado en una sola c?mara. El presidente Velasco rehus? tomar juramento para apoyar la Constituci?n. Sin embargo, la firm? diciendo que lo hac?a ?en contra de mis opiniones personales y s?lo para salvar al pa?s de malos tiempos? (8).

Para librarse de la izquierda, Velasco no tuvo reparos en reprimirla. Ces? a los ministros de izquierda, exil? y encarcel? a l?deres de izquierda, atac? al peri?dico socialista La Tierra, dio un autogolpe de estado en marzo de 1946, aboli? la Constituci?n recientemente aprobada y convoc? a una nueva asamblea constituyente en la que no particip? la izquierda. Velasco justific? su autoritarismo con la premisa populista de que ?l, como la encarnaci?n de la voluntad popular, estaba m?s all? de constituciones y normativas que limitan el poder del pueblo. El pueblo fue visto como un ente homog?neo encarnado en el l?der y todos quienes no aceptaron su liderazgo fueron tachados de enemigos a quienes se los pod?a reprimir, silenciar y exiliar. Velasco busc? el apoyo de la derecha para atacar a la izquierda, pero se fue quedando solo hasta que su ministro de defensa, el coronel Carlos Mancheno, dio un golpe en agosto de 1947. La asonada se justific? con el argumento de que el pa?s viv?a un caos econ?mico y pol?tico, pues 28 ministros diferentes hab?an pasado por el gabinete en poco m?s de tres a?os.
Guti?rrez perdi? la batalla en contra de los partidos pol?ticos. Su autoritarismo se bas? en el uso instrumental de la ley, en amenazas a periodistas, a medios de comunicaci?n y a pol?ticos de oposici?n, y en el uso de partidarios y grupos de choque para atemorizar a los ciudadanos cr?ticos. Sus acciones autoritarias provocaron un golpe semi-constitucional de Estado, cuando los partidos en el Congreso le destituyeron con la artima?a legal de abandono del poder. Fue remplazado por el vicepresidente Alfredo Palacio.

Cuando Guti?rrez lleg? a la presidencia su partido PSP alcanz? ?nicamente cinco diputados de un total de 100. Pese a que sus pol?ticas estuvieron en manos de economistas neoliberales, la izquierda le apoy? durante sus primeros seis meses. Luego de su ruptura con el movimiento ind?gena y con los partidos de izquierda (Pachakutik y Movimiento Popular Democr?tico) que le llevaron al poder, gobern? con una alianza electoral bajo la mesa con el Partido Social Cristiano (PSC). Esta alianza se rompi? luego de las elecciones para dignidades locales del 17 de octubre de 2004, en las que triunfaron los partidos tradicionales y en las que apenas sobrevivi? el PSP. En noviembre de 2004, los ex presidentes Le?n Febres Cordero, Rodrigo Borja y los diputados de Pachakutik buscaron seguir un juicio pol?tico a Guti?rrez. Este sobrevivi? armando una nueva mayor?a legislativa con dos partidos personalistas: el PRE de Abdal? Bucaram y el PRIAN de ?lvaro Noboa. La nueva mayor?a de legisladores acapar? la presidencia del Congreso, conform? un nuevo Tribunal Supremo Electoral (TSE) y ces? a la CSJ, reemplaz?ndola por una nueva con personajes ligadas al PRE y al PRIAN.

A partir de noviembre de 2004, Guti?rrez radicaliz? su ret?rica populista al presentar estas maniobras como parte de la lucha ?tica y moral entre el pueblo, al que dijo encarnar, y la oligarqu?a ligada al ex presidente Le?n Febres Cordero, s?mbolo de la derecha gamonal ecuatoriana, sus empresas familiares y los pol?ticos de siempre. Se autoproclam? como un ?dict?crata?, argumentando que ?para la oligarqu?a soy un dictador y para el pueblo un dem?crata? (8). Busc? la restructuraci?n de las cortes de justicia y de los organismos de control, con una consulta popular que planteaba remplazar el control de los partidos por la corporativizaci?n de los organismos de control. Adem?s, como se?ala Mont?far, se plante? la reelecci?n inmediata del Presidente y su potestad para disolver el Congreso por una sola ocasi?n.

Guti?rrez profundiz? las divisiones del movimiento ind?gena. Luego de la ruptura de Guti?rrez con la CONAIE, la Federaci?n de Ind?genas Evang?licos (FEINE) aprovech? la oportunidad para captar organismos y recursos estatales que estaban en manos de la CONAIE. Sus intereses coincidieron con la estrategia del gobierno de dividir a la organizaci?n ind?gena m?s poderosa, cuya participaci?n hab?a sido importante en los derrocamientos de dos presidentes. La estrategia del gobierno fue responder a las manifestaciones de la oposici?n con contramanifestaciones. Las protestas ciudadanas en contra de Guti?rrez fueron usadas como excusa para que el Congreso destituyera a Guti?rrez y, con un acto autoritario, frenaran la deriva autocr?tica de su gobierno. Si bien fracas? el proyecto autoritario de Guti?rrez, se lo hizo a costa de la legitimidad de la democracia ecuatoriana. Al igual que en el segundo velasquismo, la izquierda sali? muy mal parada luego de su participaci?n en el gobierno de Guti?rrez. Pachakutik fue visto como un partido m?s y el movimiento ind?gena qued? profundamente debilitado.

En esta coyuntura de crisis de legitimidad de todas las instituciones de la democracia liberal, de debilidad de los movimientos sociales, de p?rdida del glamour de Pachakutik como un partido de izquierda nuevo y alternativo y de sentimientos en contra de la pol?tica y de los pol?ticos, Correa asumi? la presidencia. A diferencia de Guti?rrez, que perdi? en contra de los partidos, Correa los derrot? y luego los destroz?. Alianza Pa?s se transform? en la gran maquinaria pol?tica de redistribuci?n clientelar, de puestos de trabajo, de prebendas y corrupci?n. Al igual que la mayor?a de pol?ticos, Correa us? instrumentalmente la ley. Pero a diferencia de sus predecesores, utiliz? el sistema legal y las cortes de justicia para crear una nueva legislaci?n autoritaria para premiar a los ac?litos y castigar a los cr?ticos.

El conflicto sobre la constitucionalidad y legalidad de convocar a una asamblea constituyente de plenos poderes fue resuelto con artima?as legales a favor del gobierno, que logr? la destituci?n de 57 congresistas que estaban en contra de la iniciativa y la destituci?n de nueve jueces del Tribunal Constitucional (9). Una vez instalada la Asamblea Constituyente, esta declar? arbitrariamente que el Congreso estaba en receso y se atribuy? potestades legislativas. Una vez aprobada la nueva Constituci?n en un referendo, se sigui? el ejemplo venezolano de organizar un congresillo controlado por los partidarios de Correa para poner a seguidores fieles al r?gimen a cargo de todas las instituciones del Estado. Correa reorganiz? la justicia y puso a sus incondicionales a cargo de instituciones claves. Por ejemplo, Galo Chiriboga, que fue su Embajador en Espa?a, fue nombrado Fiscal General de la Naci?n; el Consejo de la Judicatura fue presidido por Gustavo Jalkh, quien antes se hab?a desempe?ado como secretario particular del Presidente.

A diferencia de Velasco Ibarra, que rompi? la ley para cerrar peri?dicos, encarcelar cr?ticos y dar autogolpes argumentando que como encarnaci?n del pueblo estaba m?s all? de las constituciones y normativas de la democracia, Correa us? las leyes y las cortes de justicia para crear normativas con el objetivo de silenciar y atemorizar a los cr?ticos. Recurri? a la vieja pr?ctica latinoamericana de usar instrumentalmente la ley, pero transform?ndola en una estrategia de gobierno, pr?ctica que Kurt Weyland (10) defini? como legalismo discriminatorio, entendido como el uso discrecional de la autoridad legal formal.

El gobierno de Correa cre? un andamiaje jur?dico y nuevas instituciones del Estado para regular el contenido de lo que los medios pueden transmitir. En el 2013, la ley de comunicaci?n cre? la Superintendencia de Comunicaci?n. Este organismo inici? 269 procesos a periodistas y a medios privados, a los que se sancion? con multas y rectificaciones p?blicas. Se crearon leyes con lenguajes ambiguos para controlar y regular a las ONG, restringiendo los derechos de asociaci?n. En 2013 Correa pas? el Decreto 16 para sancionar a las ONG que se desv?en de los fines para las que fueron creadas, o que interfieran en las pol?ticas p?blicas atentando contra la seguridad interna y externa. Se crearon instituciones estatales para supervisar y controlar las actividades de los sectores organizados de la sociedad. El derecho a participar fue restringido a grupos que estuvieran legalmente reconocidos por el Estado. Para contrarrestar el poder de los sindicatos, de los movimientos ind?genas, de los maestros y de los estudiantes el Estado cre? movimientos sociales paralelos. La protesta social fue criminalizada.

La estrategia de Correa fue debilitar y cooptar a los movimientos sociales. En una larga entrevista con New Left Review (11), Rafael Correa sostuvo que su gobierno negocia directamente con las bases ind?genas y no con los dirigentes de la CONAIE, tachados de l?deres corporativistas. Semanalmente insult? a los l?deres ind?genas con calificativos racistas que ning?n pol?tico de derecha se permitir?a utilizar. Pero su ataque a los movimientos sociales fue m?s all? de la intimidaci?n verbal. Cientos de l?deres fueron acusados de terrorismo y sabotaje. Jos? Acacho, l?der Shuar elegido asamble?sta en febrero del 2013 por Pachakutik, fue condenado a doce a?os de prisi?n, y Mery Zamora, dirigente del gremio de los profesores, a ocho a?os. Un grupo de universitarios cercanos al Partido Comunista Marxista Leninista de Ecuador, conocidos como Los Diez de Luluncoto, por el barrio de Quito donde fueron detenidos, cumplieron una pena de un a?o de prisi?n por tentativa de sabotaje y terrorismo.

Pese a los intentos de forjar al pueblo a imagen y semejanza de como se lo imagin? el l?der populista, Correa fall? en su intento de dominar a los movimientos sociales, a la sociedad civil y silenciar las voces cr?ticas en la esfera p?blica. Los partidos de izquierda y los movimientos ind?gena y ecologista lideraron la resistencia a varias pol?ticas autocr?ticas de Correa, como la expansi?n del extractivismo y la criminalizaci?n de la protesta. Las clases medias que se beneficiaron del boom consumista provocado por los altos precios del petr?leo salieron a las calles en el 2015 en contra de los intentos de Correa de perpetuarse en el poder. Si bien Correa modific? la Constituci?n para permitir su reelecci?n indefinida, incluy? una transitoria que no le permiti? presentarse en las elecciones del 2017. Su candidato, Len?n Moreno, gan? las elecciones y Correa podr? ser candidato en 2021. Pero Moreno se distanci? de su mentor y el futuro pol?tico de Correa es incierto.

La traici?n

La izquierda justific? su fracaso por aliarse con los populistas con el argumento de la traici?n. Las palabras de Manuel Agust?n Aguirre se podr?an extender a c?mo muchos izquierdistas que colaboraron con Guti?rrez o Correa se refirieron a su paso por gobiernos populistas. Aguirre se?al? que Velasco Ibarra fue el ?traidor n?mero uno, introducido como caballo de Troya en la Revoluci?n? (12).

Pero me pregunto, ?hubo tal traici?n? Velasco Ibarra fue un liberal cat?lico anticomunista, y solo las ilusiones de que hab?a cambiado en el exilio y la necesidad de encontrar un l?der con raigambre popular para montar un frente popular que aglutinara a los sectores progresistas explica el apoyo de la izquierda. Adem?s, pol?ticos e intelectuales brillantes y curtidos como Manuel Agust?n Aguirre, Pedro Saad y otros no fueron las v?ctimas inocentes de una conspiraci?n en su contra, pues conoc?an muy bien el anticomunismo de Velasco.

?C?mo pudieron los l?deres de la CONAIE apoyar un golpe de Estado al que caracterizaron de rebeli?n popular, y c?mo pudieron aliarse con un militar nacionalista que ya en la segunda vuelta electoral, y al inicio de su administraci?n, dej? de lado el populismo y el izquierdismo para presentarse como el ?ingeniero presidente? de orientaci?n neoliberal?

?Fue Correa un traidor o simplemente us? a los partidos de izquierda para llegar al poder y luego erigirse en la encarnaci?n de la Revoluci?n Ciudadana? Desde sus inicios, en el corre?smo se dieron tensiones entre un proyecto colectivo y la creaci?n publicitaria de Correa por sus ac?litos como l?der y encarnaci?n de la revoluci?n. Las siglas RC coincid?an con las siglas de su nombre. ?Fue ingenua la izquierda cuando cre? una Constituci?n presidencialista y crey? que Correa era un buen tipo y no usar?a y abusar?a de sus poderes? Tal vez hubiese sido m?s pragm?tico seguir los pasos de la constituyente de 1945 y, a la vez que ampliar los derechos, crear un andamiaje institucional para controlar al Ejecutivo. El corre?smo se auto-concibi? como un proceso revolucionario de larga duraci?n, cuyo objetivo era la refundaci?n revolucionaria de la patria. Con el objetivo de llevar a cabo las transformaciones que se imaginaron como fundamentales, no dudaron en usar instrumentalmente las leyes, silenciar a los cr?ticos ?sobre todo a los antiguos colaboradores? y buscar perpetuarse en el poder. La deriva autocr?tica y caudillista del corre?smo fue una posibilidad desde que arranc? su campa?a electoral en el 2006.

Conclusiones: la izquierda, la democratizaci?n y el populismo.

El fracaso de la izquierda con los populistas no puede reducirse a los lamentos. M?s bien, debe llevar a una reflexi?n sobre c?mo entendieron la democratizaci?n y su desd?n por las instituciones de la democracia liberal, que muchos siguen descalificando como burguesa.

En los tres casos analizados, la izquierda luch? por la democratizaci?n: elecciones libres con Velasco, contra la partidocracia con Guti?rrez y contra el neoliberalismo con Correa. Pero la izquierda no siempre us? las elecciones para tratar de llegar al poder. Velasco lleg? a la presidencia luego de una insurrecci?n y Guti?rrez trat? de llegar al poder a trav?s de un golpe. Luego cambi? de estrategia y con el apoyo de la izquierda lleg? al poder. Correa triunf? en elecciones y us? este mecanismo para desplazar a los partidos tradicionales y crear una nueva hegemon?a. Pese a que las elecciones fueron limpias, la cancha electoral favoreci? descaradamente al candidato-presidente (13).

Adem?s, la izquierda diferenci? entre la democracia burguesa basada en los derechos ?incluido el de la propiedad? y la verdadera democracia, entendida de manera sustantiva. La democracia sustantiva fue vista como la participaci?n directa del pueblo sin intermediarios, como cuando la CONAIE trat? de crear los parlamentos de los pueblos en 2001. Pero la visi?n m?s com?n fue la de la democracia como reducci?n de la inequidad y la abolici?n de las estructuras que reproducen las desigualdades sociales. La izquierda nunca dej? de so?ar con la revoluci?n, entendida como la destrucci?n de toda la institucionalidad existente para construir un nuevo orden. El sue?o de la revoluci?n se democratiz? de cierta manera con el corre?smo, pues fueron los votos y no las balas el mecanismo para llegar al poder. Sin embargo, ya que los objetivos revolucionarios tuvieron prioridad, no se dud? en instrumentalizar las leyes para perseguir enemigos. Al igual que en muchas otras revoluciones, la revoluci?n devor? a los antiguos revolucionarios, que fueron tachados de enemigos del pueblo, del l?der y del proceso.

El problema con las visiones sustantivas de democracia y con la idea de revoluci?n es que atentan contra aquellas instituciones que permiten que los movimientos sociales y las organizaciones de la sociedad civil expresen y articulen sus demandas aut?nomas. La separaci?n de poderes, las libertades de expresi?n y de asamblea son necesarias para la democracia participativa. Estas instituciones liberales fortalecen la esfera p?blica y permiten que los movimientos sociales expresen y articulen sus demandas aut?nomas en la esfera p?blica. La experiencia hist?rica demuestra que los proyectos de transformaci?n basados en las fantas?as revolucionarias del pueblo-como-uno que se alza en contra de la dominaci?n de los enemigos del pueblo terminaron en el autoritarismo, pues se abolieron los mecanismos institucionales que garantizan el pluralismo y los derechos de asociaci?n y expresi?n. Adem?s, se vio a los rivales como enemigos que deb?an ser silenciados, exiliados y privados de sus derechos.

El mito del redentor populista cautiv? y termin? devorando a la izquierda ecuatoriana. Me parece que ya es hora de abandonar la idea de un pueblo homog?neo encarnado en un l?der, y dejar de imaginar a las rupturas revolucionarias populistas como la ?nica respuesta a las exclusiones de las democracias inconclusas.

Como se?ala Andreas Kalyvas (15) en Democracy and the Politics of the Extraordinary, en lugar de invocar a un pueblo m?tico que surge de las profundidades hist?ricas de la patria, ?hay que partir de una pluralidad de movimientos sociales y de asociaciones pol?ticas como la base para reconstruir la soberan?a popular?. Esta no puede asentarse en la visi?n populista del l?der como la encarnaci?n del pueblo, o como el referente ?nico y necesario para dar fin a las exclusiones del poder constituido. Si bien los liberales glorifican el poder constituido como la ?nica forma de frenar los autoritarismos, los populismos que pretenden ser liberadores glorifican la capacidad revolucionaria del poder constituyente. La noci?n normativa de revoluci?n o ruptura populista puede terminar con todas las instituciones que garantizan los derechos que permiten a los movimientos sociales y a los ciudadanos ser actores y no someterse a la voluntad de un pol?tico transformado en redentor.

Es de esperar que la izquierda revalore las libertades y derechos que permiten que se creen nuevos derechos. A lo mejor, al no vivir experiencias autoritarias como las del Cono Sur en los a?os 70, la izquierda no revalor? los derechos humanos y los derechos civiles. Pero luego de la represi?n sistem?tica de Correa a la izquierda y de su uso instrumental de la ley para forjar un andamiaje institucional autocr?tico, es de esperar que esta sea la ?ltima vez que se deja seducir por un redentor populista.

Notas:

En De la Torre 1993, p. 99.
En De la Torre 1993, p. 220.
En De la Torre 1993, p. 101.
De la Torre 1993, p. 110.
Whitten 2003.
O?Donnell 2011.
Citado en De la Torre 1993, p. 213.
Citado en De la Torre 1993, p. 213.
Mont?far 2008, p. 279.
Conaghan 2008, pp. 205-206.
Weyland 2013.
New Left Review 2012.
En De la Torre 1993, p. 220.
Acosta 2013.
Kalyvas 2008.
Bibliograf?a

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Conaghan, Catherine (2008). ?Ecuador: Correa?s Plebiscitary Democracy?, en Larry Diamond, Marc Plattner y Diego Abente, eds., Latin America?s Struggle for Democracy, Baltimore: The Johns Hopkins University Press, 199-217.

Corrrea, Rafael (2012). ?Interview. Ecuador?s Path?, New Left Review 77, septiembre-octubre 89-104.

De la Torre, Carlos (1993). La Seducci?n Velasquista, Quito FLACSO y Libri Mundi.

Kalyvas, Andreas (2008) Democracy and the Politics of the Extraordinary. Max Weber, Carl Schmitt, and Hannah Arendt, Cambridge: Cambridge University Press.

O?Donnell, Guillermo (2011). ?Nuevas reflexiones acerca de la democracia delegativa, en Democracia Delegativa, editado por Guillermo O?Donnell, Osvaldo Iazzetta y Hugo Quiroga. Buenos Aires: Prometeo, 19?35.

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