Lucha de clases en Francia

Con clases populares excluidas de la representaci?n pol?tica, los centros de las metr?polis y de la TV, ?hay una ?reca?da en una forma primitiva de lucha de clases?? El gobierno postula que los conflictos sociales se explican por los problemas de comunicaci?n entre el poder y sus opositores, y no por unos antagonismos fundamentales, una hip?tesis aventurada.



Recomposici?n pol?tica y social / Le Monde
Lucha de clases en Francia
Publicado el: 5 febrero, 2019

Con clases populares excluidas de la representaci?n pol?tica, los centros de las metr?polis y de la TV, ?hay una ?reca?da en una forma primitiva de lucha de clases?? El gobierno postula que los conflictos sociales se explican por los problemas de comunicaci?n entre el poder y sus opositores, y no por unos antagonismos fundamentales, una hip?tesis aventurada. (Extractos de Bolpress; foto: RFI)

-El movimiento de los ?chalecos amarillos? marca el fracaso de un proyecto originado a finales de los a?os 1980: el de una ?Rep?blica del centro? que habr?a acabado con las convulsiones ideol?gicas expulsando a las clases populares tanto del debate p?blico como de las instituciones pol?ticas. A?n mayoritarias, pero demasiado inquietas, deb?an dejar paso ?por completo? a la burgues?a cultivada.

-Hoy las clases populares se encuentran excluidas de la representaci?n pol?tica (ya de por s? baja, la proporci?n de diputados obreros o empleados se ha dividido por tres en los ?ltimos cincuenta a?os) y tambi?n de los centros de las metr?polis: con un 4% de nuevos propietarios obreros o empleados cada a?o, el Par?s de 2019 se asemeja al Versalles de 1789, lo mismo que de las pantallas de televisi?n?

-Aunque el proyecto de escamotear del ?mbito pol?tico a la mayor?a de la poblaci?n avanza hacia el fracaso total, otro cap?tulo del programa de las clases dirigentes, el que pretende difuminar las fronteras entre la derecha y la izquierda, est? conociendo, por el contrario, una fortuna inesperada? el rechazo a distinguir entre derecha e izquierda, que los profesionales de la representaci?n reprochan a los ?chalecos amarillos?, reproduce en el seno de las clases populares esa pol?tica de ?difuminaci?n? perseguida desde hace d?cadas por el bloque burgu?s.

-Pero los movimientos aprenden avanzando; se fijan nuevos objetivos a medida que perciben obst?culos imprevistos y ocasiones inesperadas, como en los Estados generales, en 1789. As? pues, mostrar solidaridad con los ?chalecos amarillos? equivale a actuar para que la profundizaci?n de su acci?n avance por el buen camino, el de la justicia, la emancipaci?n.

-No obstante, hay que saber que otros trabajan en una evoluci?n inversa y cuentan con que la c?lera social beneficie a la extrema derecha en las elecciones europeas del pr?ximo mes de mayo. Respaldado por una base social estrecha, el presidente Macron solamente podr? implementar sus ?reformas? del seguro de desempleo, de las pensiones y de la funci?n p?blica a trav?s de un autoritarismo pol?tico reforzado, vali?ndose de la represi?n policial y de un ?gran debate sobre la inmigraci?n?.

-por Pierre Rimbert y Serge Halimi / redactor jefe y director de Le Monde diplomatique, febrero de 2019

Miedo. No a perder un escrutinio, a fracasar al ?reformar? o a ver c?mo los activos propios se desploman en Bolsa. M?s bien a la insurrecci?n, a la revuelta, a la destituci?n. Hac?a medio siglo que las elites francesas hab?an dejado de experimentar tal sentimiento. De repente, el s?bado 1 de diciembre de 2018, paraliz? algunas conciencias. ?Lo urgente es que la gente vuelva a su casa?, se inquietaba Ruth Elkrief, periodista estrella de BFM TV. En las pantallas de su cadena desfilaban im?genes de unos ?chalecos amarillos? decididos a arrancar una vida mejor.

Unos d?as m?s tarde, la periodista de un peri?dico cercano a la patronal, L?Opinion, revelaba en un plat? de televisi?n la gran intensidad que hab?a alcanzado la borrasca: ?Todos los grandes grupos van a distribuir primas porque, en un momento dado, han temido realmente que sus cabezas acabaran clavadas en picas. S?, s?, las grandes empresas, cuando tuvo lugar ese terrible s?bado, aquel con todos esos destrozos, llamaron al dirigente de MEDEF [patronal], Geoffroy Roux de B?zieux, dici?ndole: ??Cede en todo! Cede en todo, porque si no??. Se sent?an amenazados f?sicamente?.

Sentado al lado de la periodista, el director de un instituto de sondeos menciona a su vez a ?grandes patronos, efectivamente, muy preocupados?, una atm?sfera ?parecida a lo que he le?do sobre 1936 o 1968. Llega un momento en el que uno se dice: ?Hay que saber renunciar a grandes sumas en lugar de perder lo esencial?? (1). En efecto, durante el Gobierno del Frente Popular, Beno?t Frachon ?secretario general de la Confederaci?n General del Trabajo (CGT)? recordaba que durante las negociaciones de los Acuerdos de Matignon, resultado de una oleada de huelgas imprevistas con ocupaciones de f?bricas, los patronos hab?an ?cedido en todos los puntos?.

Este tipo de descomposici?n de la clase pudiente es poco habitual, pero tiene como corolario una lecci?n que ha perdurado a lo largo de toda la historia: aquellos que han tenido miedo no perdonan a aquellos que le han infundido miedo ni a aquellos que han sido testigos de su miedo (2). As? pues, el movimiento de los ?chalecos amarillos? ?duradero, nebuloso, sin l?der, que habla una lengua desconocida para las instituciones, tenaz pese a la represi?n, popular pese a la difusi?n malintencionada de los da?os materiales causados? ha provocado una reacci?n cargada de precedentes. En los momentos de cristalizaci?n social, de lucha de clases sin rodeos, cada uno debe elegir su bando. El centro desaparece, el electorado indeciso se posiciona. Y entonces, incluso los m?s liberales, los m?s cultivados, los m?s distinguidos olvidan los melindres de la ?convivencia?.

Embargados por el temor, pierden la sangre fr?a, como Alexis de Tocqueville cuando evoca en sus Recuerdos las jornadas de junio de 1848. Por aquel entonces, los obreros parisinos, hundidos en la miseria, fueron masacrados por una tropa que la burgues?a en el poder, persuadida de que ?solo el ca??n puede arreglar las cuestiones de nuestro siglo? (3), se hab?a apresurado a enviar contra ellos. Cuando Tocqueville describe al dirigente socialista Auguste Blanqui, olvida sus buenas maneras: ?Un aspecto enfermo, avieso e inmundo, una palidez sucia, la apariencia de un cuerpo enmohecido (?). Parec?a haber vivido en una cloaca y se dir?a que acababa de salir de ella. Yo cre?a ver a una serpiente a la que le pellizcan la cola?.

Se produce una misma metamorfosis de la educaci?n en furia durante la Comuna de Par?s. Y esta vez alcanza a numerosos intelectuales y artistas a veces progresistas ?pero preferiblemente en tiempos de calma?. El poeta Leconte de Lisle arremete contra ?esta liga de todos los desclasados, de todos los incapaces, de todos los envidiosos, de todos los asesinos, de todos los ladrones?. Para Gustave Flaubert, ?el primer remedio ser? el de acabar con el sufragio universal, la verg?enza del esp?ritu humano?. ?mile Zola, serenado por el castigo (20.000 muertos y cerca de 40.000 detenciones), extraer? las lecciones para el pueblo de Par?s: ?El ba?o de sangre que acaba de sufrir acaso sea una horrible necesidad con que calmar alguna de sus fiebres? (4).

En definitiva, el pasado 7 de enero, Luc Ferry, profesor de Filosof?a y Ciencia Pol?tica pero tambi?n exministro de Educaci?n Nacional, pod?a tener en mente las desmesuras de personajes con al menos tantos galones como ?l cuando la represi?n de los ?chalecos amarillos? (v?ase el art?culo de Rapha?l Kempf en la p?g. 4), demasiado indolente a su parecer, le arranc? ?en Radio Classique?? la siguiente orden para los guardianes de la paz: ?Que utilicen sus armas de una vez por todas? contra ?esos pedazo de matones, esos pedazo de cabrones de extrema derecha o de extrema izquierda o de los suburbios que vienen a golpear a los polic?as?. Despu?s, Ferry se fue a comer.

Por lo general, el bando del poder se despliega por componentes distintos y, a veces, rivales: altos funcionarios franceses o europeos, intelectuales, patronos, periodistas, la derecha conservadora o la izquierda moderada. Es en este agradable contexto en el que se efect?a una alternancia calibrada, con sus rituales democr?ticos (elecciones y, despu?s, hibernaci?n). El 26 de noviembre de 1900 en Lille, el dirigente socialista franc?s Jules Guesde ya diseccionaba este peque?o juego pol?tico al cual la ?clase capitalista? deb?a su longevidad en el poder: ?Se ha efectuado una divisi?n entre burgues?a progresista y burgues?a republicana, burgues?a clerical y burgues?a librepensadora, de manera que una fracci?n vencida siempre pueda ser reemplazada en el poder por otra fracci?n de la misma clase, igualmente enemiga. Es como un nav?o con mamparos estancos, que puede hacer agua por un lado y no por ello es menos insumergible?. No obstante, puede suceder que el mar se agite y la estabilidad del barco se vea amenazada. En ese caso, deben eliminarse las disputas ante la necesidad de un frente com?n.

Con respecto a los ?chalecos amarillos?, la burgues?a ha efectuado un movimiento de este tipo. Sus portavoces habituales, que, en tiempos de calma, procuran mantener la apariencia de un pluralismo de opiniones, han asociado al un?sono a los contestatarios con una jaur?a de posesos racistas, antisemitas, hom?fobos, sediciosos, conspirativos. Pero, sobre todo, unos perfectos ignorantes. ??Chalecos amarillos?: ?va a ganar la estupidez??, se pregunta S?bastien Le Fol en Le Point (10 de enero de 2019). ?Los verdaderos ?chalecos amarillos? ?confirma el editorialista Bruno Jeudy? luchan sin reflexionar, sin pensar? (BFM TV, 8 de diciembre). ?Los bajos instintos se imponen en detrimento de la educaci?n m?s elemental?, se alarma a su vez el plebeyo Vincent Tr?molet de Villers (Le Figaro, 4 de diciembre).

As? pues, este ?movimiento de catetos ?pujadistas? (5) y sediciosos? (Jean Quatremer), liderado por una ?minor?a llena de odio? (Denis Olivennes), se asimila con frecuencia a un ?aluvi?n de rabia y de odio? (editorial de Le Monde) en el que ?hordas de in?tiles, de saqueadores? ?comidos por su resentimiento como por las pulgas? (Franz-Olivier Giesbert) dan rienda suelta a sus ?da?inas pulsiones? (Herv? Gattegno). ??Cu?ntas muertes pesar?n sobre las conciencias de estos nuevos catetos??, se alarma Jacques Julliard.

Aunque tambi?n preocupado por un ?odio al descubierto y ciego a su propia voluntad?, Bernard-Henri L?vy condesciende a firmar en? Le Parisien una petici?n, adornada con nombres como Cyril Hanouna, J?r?me Cl?ment y Thierry Lhermitte, para invitar a los ?chalecos amarillos? a ?transformar la c?lera en debate?. Sin ?xito? Pero, gracias a Dios, suspira Pascal Bruckner, ?la polic?a, con sangre fr?a, ha salvado la Rep?blica? de los ?b?rbaros? y la ?chusma encapuchada? (6).

De Europa Ecolog?a Los Verdes (EELV) a lo que queda del Partido Socialista, de la Confederaci?n Francesa Democr?tica del Trabajo (CFDT) a los dos presentadores de la emisi?n matinal de France Inter (una ?alianza de inteligencia?, en palabras de la directora de la emisora), todo un universo social se ha unido para atacar con vehemencia a las personalidades pol?ticas solidarias con el movimiento. ?Su error? Atentar contra la democracia al no compartir su espanto. ?C?mo oponerse a semejantes inoportunos? Utilizar un viejo truco: buscar todo aquello que podr?a vincular a alg?n portavoz de los ?chalecos amarillos? con alg?n punto de vista que la extrema derecha habr?a defendido o retomado en alg?n momento. Pero, siguiendo esta l?gica, ?se deber?a alentar tambi?n la violencia contra los periodistas porque Marine Le Pen, en su mensaje de a?o nuevo a la prensa, vio en todo esto ?la propia negaci?n de la democracia y del respeto del pr?jimo sin el cual no hay intercambio constructivo, vida democr?tica o paz social?? (17 de enero).

El sobresalto del bloque burgu?s que conforma la base electoral de Emmanuel Macron (7) nunca se hab?a revelado con tanta crudeza como el d?a en el que Le Monde public? el retrato, emp?tico, de una familia de ?chalecos amarillos?. ?Arnaud y Jessica, una vida contando cada euro? (16 de diciembre). Mil comentarios llenos de c?lera inundaron entonces el sitio web del peri?dico. ?Un matrimonio no muy astuto? ?Acaso no ser?a la verdadera miseria, en algunos casos, m?s cultural que financiera??, consideraba un lector. ?El problema patol?gico de los pobres: su capacidad para vivir por encima de sus posibilidades?, superaba un segundo. ?No pens?is que se convertir?n en investigadores, ingenieros o creadores. Esos cuatro ni?os ser?n como sus padres: una carga para la sociedad?, zanjaba un tercero. ?Pero, ?qu? esperan del presidente de la Rep?blica? ?se rebelaba otro?. ?Qu? acuda cada d?a a Sens para comprobar que Jessica se toma la p?ldora cuando toca??. La periodista autora del retrato se mostr? titubeante ante este ?diluvio de ataques? con ?acentos paternalistas? (8). ??Paternalistas?? Pese a todo, no se trataba de una disputa familiar: los lectores de un peri?dico conocido por su moderaci?n m?s bien daban la voz de alarma de una guerra de clases.

Aclaraci?n sociol?gica

Efectivamente, el movimiento de los ?chalecos amarillos? marca el fracaso de un proyecto originado a finales de los a?os 1980 e impulsado desde entonces por los evangelistas del socioliberalismo: el de una ?Rep?blica del centro? que habr?a acabado con las convulsiones ideol?gicas expulsando a las clases populares tanto del debate p?blico como de las instituciones pol?ticas (9). A?n mayoritarias, pero demasiado inquietas, deb?an dejar paso ?por completo? a la burgues?a cultivada.

El ?viraje del rigor? en Francia (1983), la contrarrevoluci?n liberal impulsada en Nueva Zelanda por el Partido Laborista (1984) y, posteriormente, a finales de los a?os 1990, la ?tercera v?a? de Anthony Blair, William Clinton y Gerhard Schr?der parecieron hacer realidad este prop?sito. A medida que la socialdemocracia se acurrucaba en el aparato de Estado, se acomodaba en los medios de comunicaci?n y ocupaba los consejos de administraci?n de las grandes empresas, relegaba al margen del juego pol?tico a su base popular de anta?o. En Estados Unidos, no sorprende mucho que, ante una asamblea de proveedores de fondos electorales, Hillary Clinton ponga en la ?cesta de gente deplorable? a los apoyos de su adversario.

Pero la situaci?n francesa no es mucho mejor. En un libro de estrategia pol?tica, Dominique Strauss-Kahn, un socialista que ha formado a numerosos allegados del actual presidente franc?s, explicaba hace ya diecisiete a?os que su partido deb?a apoyarse desde entonces en ?los miembros del grupo intermedio, constituido en su inmensa mayor?a por asalariados sensatos, informados y con estudios que conforman la estructura de nuestra sociedad. Aseguran su estabilidad debido (?) a su adhesi?n a la ?econom?a de mercado??. En cuanto a los otros ?menos ?sensatos??, su destino estaba escrito: ?Del grupo m?s desfavorecido, desgraciadamente no siempre se puede esperar una participaci?n serena en una democracia parlamentaria. No porque se desinterese de la historia, sino porque sus irrupciones en ella a veces se manifiestan con violencia? (10). Ya no se preocupar?an de estas poblaciones, pues, m?s que una vez cada cinco a?os, en general para reprocharles los resultados de la extrema derecha. Despu?s, volver?an al vac?o y a la invisibilidad ?pues la seguridad vial en Francia a?n no exige que todos los automovilistas posean un chaleco amarillo?.

La estrategia ha funcionado. Las clases populares se encuentran excluidas de la representaci?n pol?tica. Ya de por s? baja, la proporci?n de diputados obreros o empleados se ha dividido por tres en los ?ltimos cincuenta a?os. Excluidas tambi?n de los centros de las metr?polis: con un 4% de nuevos propietarios obreros o empleados cada a?o, el Par?s de 2019 se asemeja al Versalles de 1789. Excluidas, por ?ltimo, de las pantallas de televisi?n: el 60% de las personas que aparecen en las emisiones informativas pertenecen al 9% de la poblaci?n activa con m?s formaci?n (11). Y, a ojos del jefe de Estado, no existen. Europa, considera, no es m?s que un ?viejo continente de peque?os burgueses que se sienten seguros en el confort material? (12). Lo que sucede es que este mundo social obliterado, declarado reacio al esfuerzo escolar, la formaci?n y, por lo tanto, responsable de su suerte, ha resurgido bajo el Arco del Triunfo y en los Campos El?seos. El consejero de Estado y constitucionalista Jean-?ric Schoettl, confundido y consternado, diagnostic? en el sitio web de Le Figaro (11 de enero de 2019) una ?reca?da en una forma primitiva de lucha de clases?.

Difuminaci?n ideol?gica

Durante este invierno, las reivindicaciones de justicia fiscal, de mejora del nivel de vida y de rechazo del autoritarismo del poder ocupan el primer plano, pero la lucha contra la explotaci?n salarial y la propiedad social de los medios de producci?n se encuentran ausentes en gran medida. Ahora bien, ni el restablecimiento del antiguo impuesto sobre el patrimonio (13), ni la vuelta al l?mite de 90 kil?metros por hora en las carreteras secundarias, ni el control m?s estricto de las cuentas de gastos de los representantes electos, ni siquiera el refer?ndum de iniciativa ciudadana (14) pondr?an en entredicho la subordinaci?n de los asalariados en la empresa, la distribuci?n fundamental de la renta o el car?cter ficticio de la soberan?a popular en el seno de la Uni?n Europea y en la globalizaci?n.

Desde luego, los movimientos aprenden avanzando; se fijan nuevos objetivos a medida que perciben obst?culos imprevistos y ocasiones inesperadas: en los Estados generales, en 1789, solo unos pocos eran republicanos en Francia. As? pues, mostrar solidaridad con los ?chalecos amarillos? equivale a actuar para que la profundizaci?n de su acci?n avance por el buen camino, el de la justicia, la emancipaci?n. No obstante, hay que saber que otros trabajan en una evoluci?n inversa y cuentan con que la c?lera social beneficie a la extrema derecha en las elecciones europeas del pr?ximo mes de mayo.

Semejante culminaci?n se ver?a favorecida por el aislamiento pol?tico de los ?chalecos amarillos?, a quienes el poder y los medios de comunicaci?n se esfuerzan por presentar como intratables, exagerando el alcance de cada una de sus declaraciones inapropiadas. El eventual ?xito de esta iniciativa de descalificaci?n validar?a la estrategia seguida desde 2017 por Macron, que consiste en limitar la vida pol?tica a un enfrentamiento entre liberales y populistas (15). Una vez impuesta esa divisi?n, el presidente de la Rep?blica podr?a amalgamar en un mismo oprobio a sus opositores de derechas y de izquierdas y, despu?s, asociar cualquier protesta interna a la actuaci?n de una ?internacional populista? en la que, en compa??a del h?ngaro Viktor Orb?n y del italiano Matteo Salvini, se codear?an seg?n ?l conservadores polacos y socialistas brit?nicos, ?insumisos? franceses (16) y nacionalistas alemanes.

En cualquier caso, el presidente franc?s deber? resolver una paradoja. Respaldado por una base social estrecha, solamente podr? implementar sus ?reformas? del seguro de desempleo, de las pensiones y de la funci?n p?blica a trav?s de un autoritarismo pol?tico reforzado, vali?ndose de la represi?n policial y de un ?gran debate sobre la inmigraci?n?. Lo ir?nico ser?a que, tras haber sermoneado a los Gobiernos ?iliberales? del planeta, Macron acabara copiando sus recetas.

(1) ?L?info du vrai?, Canal Plus, 13 de diciembre de 2018.

(2) Cf. Louis Bodin y Jean Touchard, Front populaire, 1936, Armand Colin, Par?s, 1961.

(3) Auguste Romieu, Le Spectre rouge de 1852, Ledoyen, Par?s, 1851, citado por Christophe Ippolito, ?La Fabrique du discours politique sur 1848 dans L??ducation sentimentale?, Op. Cit., n.? 17, Pau, 2017.

(4) Paul Lidsky, Los escritores contra la Comuna, Traficantes de sue?os, Madrid, 2013 (1? ed.: 1970).

(5) N. de la T.: Referencia al poujadisme, movimiento pol?tico constituido en Francia en los a?os 1950 en torno a la Uni?n de Defensa de los Comerciantes y Artesanos liderado por Pierre Poujade. Por extensi?n, aqu? se utiliza como un adjetivo peyorativo para designar una actitud basada en reivindicaciones corporativistas y en el rechazo a una evoluci?n socioecon?mica.

(6) Respectivamente: Twitter, 29 de diciembre de 2018; Marianne, Par?s, 9 de enero de 2019; 4 de diciembre de 2018; Le Point, Par?s, 13 de diciembre de 2018 y 10 de enero de 2019; Le Journal du dimanche, Par?s, 9 de diciembre de 2018; Le Figaro, Par?s, 7 de enero de 2019; Le Point, 13 de diciembre de 2018; Le Parisien, 7 de diciembre de 2018; Le Figaro, 10 de diciembre de 2018.

(7) V?ase Bruno Amable, ?Mayor?a social, minor?a pol?tica?, Le Monde diplomatique en espa?ol, marzo de 2017 y, del mismo autor, con Stefano Palombarini, L?Illusion du bloc bourgeois. Alliances sociales et avenir du mod?le fran?ais, Raisons d?agir, Par?s, 2017.

(8) Faustine Vincent, ?Pourquoi le quotidien d?un couple de ?gilets jaunes? d?range des lecteurs?, Le Monde, 20 de diciembre de 2018.

(9) V?ase Laurent Bonelli, ?Les architectes du social-lib?ralisme?, Le Monde diplomatique, Par?s, septiembre de 1998.

(10) Dominique Strauss-Kahn, La Flamme et la Cendre, Grasset, Par?s, 2002. V?ase Serge Halimi, ?Flamme bourgeoise, cendre prol?tarienne?, Le Monde diplomatique, Par?s, marzo de 2002.

(11) ?Barom?tre de la diversit? de la soci?t? fran?aise? (PDF), periodo de 2017, Consejo Superior del Audiovisual, Par?s, diciembre de 2017.

(12) ?Emmanuel Macron ? Alexandre Duval-Stalla ? Michel Cr?pu, l?histoire redevient tragique (une rencontre)?, La Nouvelle Revue fran?aise, n.? 630, Par?s, mayo de 2018.

(13) N. de la T.: Desde el 1 de enero de 2018, el imp?t sur la fortune immobili?re (IFI) reemplaza el imp?t de solidarit? sur la fortune (ISF).

(14) N. de la T.: El r?f?rendum d?initiative citoyenne es una propuesta para crear un dispositivo de iniciativa popular en Francia cuya instauraci?n es una de las principales reivindicaciones de los ?chalecos amarillos?.

(15) V?ase ?Liberales contra populistas, una divisi?n enga?osa?, Le Monde diplomatique en espa?ol, septiembre de 2018.

(16) N. de la T.: Representantes de La France Insoumise.

Pierre Rimbert y Serge Halimi

.http://es.rfi.fr/francia/20181207-la-crisis-de-los-chalecos-amarillos