?Y ahora?

Desde M?xico, Gustavo Esteva, disc?pulo de Iv?n Illich, nos explica como entiende su postura de apoyo a los zapatistas en medio de la ofensiva antipopular del presidente L?pez Obrador, las amenazas externas y pugnas internas en Venezuela y los importantes logros de los chalecos amarillos en su propuesta de descentralizaci?n y potencialidades de las asambleas locales.



?Y ahora?
Gustavo Esteva
La Jornada

Pede a?n abrigarse la esperanza de que ser? posible evitar un ba?o de sangre en Venezuela. No cabe esperar, en cambio, que resucite la democracia.

Los campeones autodesignados de la democracia se ocuparon en estos d?as de enterrarla. Lo que defendieron, dentro y fuera de Venezuela, para legitimar una vergonzosa intervenci?n en un pa?s en que se cumplieron todos los requisitos formales para establecerla, convirti? en gelatina la definici?n internacional de un r?gimen cuya verdadera naturaleza se volvi? al fin transparente.

El estado-naci?n surgi? como forma pol?tica del capitalismo. A fin de que cumpliera la funci?n para la que fue creado se le dot? de car?cter desp?tico?encubierto con una fachada democr?tica. Para conseguir respaldo general se promovi? el nacionalismo, unificando a la gente en torno a sus s?mbolos. El imaginario colectivo se sustent? en la noci?n de soberan?a nacional, heredada del r?gimen feudal, y en la emoci?n patri?tica, que nunca pudo ocultar su signo patriarcal.

Todas esas m?scaras cayeron en estos d?as. La defensa de la democracia para Venezuela es s?lo la b?squeda descarada de sus riquezas. No podemos cerrar los ojos. Todos somos Venezuela. Ning?n pa?s est? al margen de este ejercicio desp?tico y colonial de la nueva guerra fr?a, guiada por una voracidad capitalista que ya no se disimula.

Mientras Guaid? cumpl?a el papel que le asignaron en este escenario obsceno circul? el Manifiesto de Commercy que lanzaron los chalecos amarillos, el movimiento que desde hace tres meses desaf?a la democracia en Francia y se extiende poco a poco a otros pa?ses. No fue casual la coincidencia.

Commercy no est? lejos del lugar en que naci? Juana de Arco, donde tuvo las visionescon las que encabez? la lucha para librar a los franceses de la dominaci?n brit?nica. Para enfrentar hoy la dominaci?n democr?tica del capital trasnacional, los chalecos amarillos convocan a organizar desde abajo otra sociedad.

El manifiesto se formul? desde la diversidad de cientos de asambleas que lo produjeron. En ellas y en otras muchas se discute sobre sistema de representaci?n, condiciones de trabajo, justicia social y ambiental y fin de la discriminaci?n. Buscan erradicar la pobreza, transformar todas las instituciones, organizar la transici?n ecol?gica y acabar con la exclusi?n.

El manifiesto convoc? a la huelga experimental del 5 de febrero. Respaldada por los grandes sindicatos, la huelga reflej? el esp?ritu del movimiento: se bas? en comit?s en el lugar de trabajo, para que los propios huelguistas tuvieran control de las acciones de abajo hacia arriba. ?Tomemos las cosas en nuestras manos!, afirm? el manifiesto.

Los chalecos amarillos convocan ahora a una asamblea de asambleas, basada en una organizaci?n aut?noma e independiente que intentar? unir a todas las asambleas para transformar la sociedad. (Ver link)

Queda as? planteada la bifurcaci?n, las trayectorias divergentes de los arribas y los abajos. Traigo a colaci?n, en ese contexto, lo que ha pasado en mi milpa electr?nica. Le han estado lloviendo mensajes hostiles, a menudo llenos de invectivas, agresiones y hasta amenazas, por mis posturas ante el nuevo gobierno y el zapatismo. Tengo la impresi?n de que esas reacciones son s?ntoma de lo que est? pasando entre nosotros.

Un mensaje en tono gentil me hizo saber que muchos hab?an dejado de confiar en mi an?lisis porque mi postura respecto al zapatismo no me deja entender lo que est? pasando. Para mucha gente ?me escribieron? el zapatismo ha dejado de ser gu?a moral. Ha estado ausente en muchas crisis, dejando solos a los movimientos? Por mantenerme a su lado habr?a perdido capacidad de entender lo que significa el nuevo ?gobierno.

Ofrecer solidaridad a los zapatistas, reconocer su autoridad moral o mantenerlos como referente significa ante todo, para muchos de nosotros, acotar el espacio en que hoy ha de darse la lucha.

All? arriba el margen de maniobra se estrecha cada vez m?s. Los gobiernos enfrentan l?mites estrictos en su gesti?n; rebasarlos plantea un riesgo atroz. Pueden realizar acciones espectaculares?pero no podr?n llegar muy lejos.

Abajo, en cambio, en las trincheras de cada quien, donde se construyen entramados comunitarios y se organizan asambleas, se est?n realizando los cambios que hacen falta. No es f?cil. Parece insignificante ante el despliegue de fuerzas del r?gimen dominante. Pero las iniciativas avanzan cada vez m?s, por todas partes. De vez en cuando dejan ver su calidad y alcances en despliegues llenos de imaginaci?n y lucidez, como los de los chalecos amarillos, que al fin, este 5 de febrero, se unieron a los chalecos rojos de los huelguistas. As? pueden abrigarse esperanzas sensatas. Se forma paso a paso la masa cr?tica que har?a posible la transformaci?n que necesitamos.

gustavoesteva@gmail.com