De la resaca del neoextractivismo y los extrav?os del progresismo, a los acechos del neofascismo. Reflexiones sobre la actual coyuntura pol?tica latinoamericana

Una izquierda desconcertada y desorientada, que ha perdido la capacidad para ofrecer un horizonte de futuro.



De la resaca del neoextractivismo y los extrav?os del progresismo, a los acechos del neofascismo

Reflexiones sobre la actual coyuntura pol?tica latinoamericana

Un texto de Horacio Machado Ar?oz
https://ia801500.us.archive.org/3/items/DescolonialidadYAutogobierno_revista1/Revista%20Descolonialidad%20y%20Autogobierno%20(PDF%20Interactivo).pdf

1) ?Ve una posibilidad de eventual ?vuelta? de
gobiernos progresistas en Latinoam?rica? ?Qu?
implicancias o viabilidad tienen estos ?mode
-
los? hoy? ?Se agot? el denominado ciclo progresista?
Independientemente de que no cabr?a descartar
un eventual ?regreso? electoral de alguna expre
-
si?n del progresismo en algunos pa?ses (a corto
plazo, Argentina o Brasil) e inclusive, m?s all? de la
continuidad de ciertos gobiernos (algunos emble
-
m?ticos como el de Evo Morales en Bolivia, otros
problem?ticos como el de Maduro en Venezuela,
y otros tenues o difusos como el del Frente Amplio
en Uruguay), considero que el ciclo de los gobier
-
nos progresistas en la regi?n est? definitivamente
agotado; agotado y fracasado, al menos si habla
-
mos de ellos en t?rminos de sus posibilidades de
generar o alentar condiciones de transformaci?n
de la dominaci?n capitalista. En esos t?rminos, es
-
tamos hablando de experiencias pol?ticas absolu
-
tamente fallidas y caducas.
Reafirmando nuestra consideraci?n de que tales
gobiernos significaron la continuidad (y hasta la
profundizaci?n) del neoliberalismo por otros me
-
dios, ese eventual regreso estar?a m?s bien en
-
marcado en las condiciones de inaceptabilidad
social y resistencia pol?tica a los gobiernos de ultra
derecha que se perfilan en la regi?n, pero muy im
-
probablemente constituyan de por s? una bisagra
hacia verdaderas alternativas de cambio.
Por lo dem?s, no hay condiciones macroeco
-
n?micas (ni internas ni externas) para intentar
14
cierta re-edici?n del programa de ?crecimien
-
to con inclusi?n social? que caracteriz? a dicho
ciclo. Se trata de un programa que dio mues
-
tras de resultar estructuralmente perjudicial
e inviable. La pretensi?n de ?escapar? de los
males estructurales del capitalismo perif?ri
-
co-dependiente a partir de la profundizaci?n y
aceleraci?n de la matriz primario-exportadora
?con el ?nico matiz heterodoxo de una ?ges
-
ti?n keynesiana? de la renta extractivista?, se
evidencia hoy a todas luces como un absurdo
total; precisamente porque esa matriz extrac
-
tivista es la marca de origen, el ADN constitu
-
yente y constitutivo de nuestra dependencia;
la m?s profunda y pesada herencia colonial.
M?s all? de la ret?rica propagand?stica, lejos
de procesos de industrializaci?n y recupera
-
ci?n de bases materiales para un desarrollo
aut?nomo, durante el ciclo de los gobiernos
progresistas asistimos a la intensificaci?n de
una din?mica de re-primarizaci?n, extranje
-
rizaci?n y ultra-concentraci?n de nuestras
econom?as, lo que nos sumergi? en escalones
m?s profundos de integraci?n subordinada y
dependiente de la acumulaci?n global.
Pretender ignorar los l?mites y los condiciona
-
mientos hist?rico-estructurales que el capita
-
lismo implica e impone en las econom?as peri
-
f?rico- dependientes, me parece una ceguera
dif?cil de entender, sobre todo en el siglo XXI,
tras tanta inteligencia cr?tica acumulada por
las luchas y las investigaciones sobre la natu
-
raleza y din?mica de nuestras sociedades (1).
15
Ahora bien, m?s all? de los impedimentos
econ?micos estructurales, hay que decir que
el ciclo progresista est? pol?ticamente peri
-
mido (al menos, as? debi?ramos entenderlo).
Me parece un total desvar?o imaginar un pro
-
yecto pretendidamente transformador basa
-
do en la expansi?n del consumo/ismo; con
-
fundir socializaci?n y democratizaci?n con la
ampliaci?n del mercado de consumidores. No
se pueden seguir ignorando los efectos que
el ?crecimiento? tienen sobre la(s) subjetivi
-
dad(es) y la conciencia colectiva. No se pue
-
de desconocer que el crecimiento ?incluso,
concediendo que haya sido impulsado por
la expansi?n del consumo popular? significa,
inexorablemente, la expansi?n de las relacio
-
nes y el imaginario capitalistas, la ampliaci?n
de las fronteras de la mercantilizaci?n; en
definitiva, la profundizaci?n de la sujeci?n y
subordinaci?n de la reproducci?n social de la
vida a los imperativos del capital.
Si algo debi?ramos aprender del ?ciclo pro
-
gresista? es que ning?n proyecto de cambio
o de transformaci?n social puede basarse en
aspirar a un ?capitalismo con rostro humano?,
a construir un ?capitalismo nacional serio?, ba
-
sado en la progresiva redistribuci?n igualitaria
del ingreso, y suponer que eso permitir?a ex
-
pandir indefinidamente el n?mero de ?inclui
-
dos? (incluidos en el sistema)? Eso, a nuestro
entender, es revivir la vieja fantas?a desarro
-
llista que sigue operando como n?cleo duro
de nuestra condici?n colonial, como la m?s
16
El ciclo de los
gobiernos progresistas
est? agotado y
fracasado
dif?cil y desafiante barrera epist?mica y pol?tica a superar, para realmente imaginar/proyectar los cambios emancipatorios que precisamos. Justamente, me parece que la frontera
pol?tica entre un reformismo inconducente y
est?ril y las alternativas emancipatorias se sit?a entre la l?nea que separa las pol?ticas de
?inclusi?n?, de las pol?ticas de transici?n radical hacia otros paradigmas civilizatorios.
Necesitamos volver a pensar en t?rminos de
revoluci?n y a aspirar a cambios revolucionarios. Pero eso implica tambi?n necesariamente revisar y reconceptualizar la idea de revoluci?n. ?sta no puede ya ser pensada como un
proceso que se hace desde arriba, y que precisa primero ?la toma del poder del Estado?.
Necesitamos imaginar el cambio revolucionario, como una profunda migraci?n civilizatoria, que nos permita deconstruir y abandonar
el patr?n de poder colonial-patriarcal-capitalista en el que, no ya s?lo como pueblo o
regi?n, sino como especie, estamos sumidos.
Un cambio que implica salir-nos de las matrices antropoc?ntricas, productivistas, urbanoc?ntricas, de la modernidad/colonialidad hegem?nica, a la que una vieja izquierda (y por
cierto, el progresismo) sigue apegada.
2) ?Qu? caracterizaci?n hace del avance
de gobiernos de derechas en los pa?ses de
Nuestram?rica? ?Se puede hablar de una
crisis de esos proyectos en la regi?n y/o del
macrismo en la Argentina?
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Lamentablemente creo que estamos frente a
algo m?s grave que a un ciclo de gobiernos
de ultra-derecha en la regi?n. Las amenazas
que afrontamos en este tiempo no se reducen
apenas al arribo de personajes nefastos al gobierno (los Macri, los Duque, eventualmente
Bolsonaro etc.) y a la aplicaci?n de pol?ticas
abiertamente clasistas-racistas-patriarcales.
M?s que una reacci?n conservadora desde los
gobiernos, estamos ante a un fuerte proceso
de fascistizaci?n social; una oleada de fascismo social que se extiende no s?lo en la regi?n
sino tambi?n en el mundo (por lo menos, es
muy evidente en los pa?ses del Norte Global).
Como expresi?n sintom?tica de la agudizaci?n de la crisis civilizatoria en la que estamos
inmersos, producto de casi cinco d?cadas de
neoliberalismo, nuestras sociedades est?n
siendo atravesadas por un fuerte proceso de
des-humanizaci?n y donde las brechas de (in)
humanidad entre grupos de clase, de g?nero, ?tnicos, religiosos se hacen cada vez m?s
marcadas y violentas.
Podr?amos decir que el fascismo social tiene
que ver con una situaci?n en la que las ?lites pueden producir una situaci?n de amnesia
colectiva sobre los medios (de violencia estructural) que las llevaron a acumular sus privilegios; cuando esos privilegios se ven como
?m?rito propio?, y no como la contracara del
despojo de vastas mayor?as. Entonces, cuando
se invisibilizan los cr?menes hist?ricos en base
a los cuales se edificaron esos privilegios, ade1
FOTO: https://sp.cut.org.br
m?s de la impunidad, esos cr?menes se natu
-
ralizan, se sedimentan en las instituciones, los
imaginarios y los cuerpos. Entonces, cuando
eso pasa, las injusticias hist?ricas dejan de
ser vistas como tales, y pasan a (re)presentar
-
se como posiciones ?leg?timamente ganadas?
por el ?esfuerzo? o por el ?m?rito? propio. La
difusi?n de la ideolog?a meritocr?tica ?por lo
menos desde Malthus? alienta una concep
-
ci?n de la sociedad basado en la guerra com
-
petitiva de todos contra todos, el darwinismo
social; en fin, un imaginario donde lxs despo
-
jadxs del mundo, ?lxs d?biles?, lxs incompeten
-
tes, resultan un lastre social. Ese imaginario es
lo que llamamos propiamente fascismo social:
eso legitima y habilita las pol?ticas de ?tole
-
rancia cero?, es decir, las pol?ticas despiada
-
das y de crueldad absoluta contra los pobres,
lxs desempleadxs, las mujeres, lxs migrantes,
los pueblos originarios, las sexualidades disi
-
dentes, en fin, contra toda aquella identidad
social que no se avenga a los requerimientos
de ?normalidad? del sistema.
Ahora bien, por otro lado, no se puede desco
-
nocer que este momento est? pol?ticamente
relacionado con la fase anterior, con los ex
-
trav?os del ciclo progresista. Sint?tica y provo
-
cativamente podr?amos enunciarlo as? ?siem
-
bra (neo)extractivismo y cosechar?s (neo)
fascismo?, en el sentido que la avanzada ex
-
tractivista que protagonizaron los gobiernos
progresistas ?y en base a la cual se financi?
la expansi?n desigual del consumo? implic?
21
no s?lo la intensificaci?n de la violencia y las
pol?ticas de despojo sobre los territorios, sino
tambi?n el abandono (unilateral) de la lucha
de clases. Los gobiernos progresistas asumie
-
ron la v?a de la conciliaci?n de clases, creyeron
posible y/o necesario la articulaci?n con una
?burgues?a nacional? y alentaron ?el ascenso
de las clases medias? supuestamente como
v?a para ?sacar a los sectores populares
de la pobreza?.
La posterior ca?da de las cotizaciones de las
commodities no s?lo desnud? la insostenibili
-
dad econ?mica de esas pol?ticas, sino tambi?n
el car?cter quim?rico, ilusorio, de la promesa
desarrollista. Las clases medias, las m?s pro
-
pensas a aspirar los privilegios de las ?lites,
est?n a la vanguardia de esta ola neofascista;
sus frustraciones se expresan en t?rminos de
odio clasista, xenofobia, violencia machista,
etc. A ello, hay que agregar la fuerte avanzada
del discurso reaccionario de ciertos credos so
-
bre amplias capas de sectores populares, y el
estado de desmovilizaci?n y/o fragmentaci?n
de los movimientos sociales y las organizacio
-
nes pol?ticas m?s combativas. Todo esto con
-
figura un cuadro general muy complejo, en el
que, por cierto, no cabr?a descartar posibles
crisis de gobernabilidad de los gobiernos de
ultraderecha vigentes (m?s bien, es un hori
-
zonte con altas probabilidades).
En todo caso, ante el escenario dado, las sa
-
lidas o alternativas que se pueden llegar a
abrir, resultan absolutamente imprevisibles, y
22
no necesariamente positivas.
3) ?Qu? actores sociales y diferentes pro
-
yectos pol?ticos aparecen como alternati
-
vas al macrismo?
Bueno, ac? es necesario diferenciar las al
-
ternativas en el terreno electoral, de las que
cabr?a se?alar en el campo de los proyectos
pol?ticos que se vienen gestando en el campo
popular y en la sociedad en su conjunto. En
el plano electoral, lamentablemente no veo
opciones esperanzadoras. Veo m?s bien un
panorama sombr?o que se halla signado por
la sobrevivencia fantasm?tica(2) del ciclo pro
-
gresista: como ?fantasma populista? que trac
-
ciona el voto a la derecha(3), y como ?fantas?a
desarrollista? que sigue ilusionando a ciertos
sectores populares con un nost?lgico retor
-
no a las pol?ticas expansivas, neokeynesianas,
como las aplicadas durante el ciclo 2002-2013,
en la fase del boom de las commodities.
En esa polarizaci?n, el espectro de alternati
-
vas ideol?gico-pol?ticas se estrecha hacia el
centro y hacia la derecha, present?ndose el
progresismo como ?de izquierda?, lo cual nos
deja entrampados entre una propuesta que
promete y aspira a un ?Estado social? gestio
-
nando mercado en expansi?n y una ?sociedad
de consumo de masas? frente a lo que se ve
como la configuraci?n de un Estado penal
sosteniendo a sangre y fuego la brecha de (in)
humanidad entre apropiadores y despojados.
23
En estos tiempos, de neoliberalismo recar
-
gado, el debate electoral est? viciado por lo
que entendemos como una err?nea concep
-
tualizaci?n del mismo que lo concibe apenas
como un tipo de pol?ticas econ?micas y de
gesti?n gubernamental centrado en la duali
-
dad Estado vs. Mercado, pol?ticas keynesianas
vs. pol?ticas de ajuste, etc. Mientras, en tanto
fase hist?rico-estructural de la acumulaci?n
capitalista global, el neoliberalismo avanza
independientemente de los ciclos recesivos
o expansivos, en su voraz h?per-mercantiliza
-
ci?n de la vida y de las relaciones sociales. En
ese marco, lo ?m?s promisorio? que electoral
-
mente pudiera pasar es que se lograra arti
-
cular una expresi?n lo m?s amplia posible de
una izquierda popular y anti-capitalista pasi
-
ble de captar y canalizar el creciente estado
de asfixia econ?mica y frustraci?n pol?tica de
los sectores populares. Pero eso, por ahora, es
una expresi?n de deseo m?s que una proba
-
bilidad f?ctica.
Ahora bien, m?s all? de lo electoral, no se
puede desconocer la potencia cr?tica y trans
-
formadora de ciertos movimientos sociales y
populares emergentes en el escenario recien
-
te. Me refiero en particular, a la irrupci?n de
la gran oleada feminista que desde el Movi
-
miento Ni Un Menos, hasta las movilizaciones
por la legalizaci?n del aborto, est?n poniendo
en cuesti?n un pilar clave del sistema, como
el r?gimen patriarcal. Junto a los feminismos,
las diferentes expresiones del ecologismo
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Una izquierda
desconcertada y
desorientada, que
ha perdido la
capacidad para
ofrecer un horizonte
de futuro.
popular, las organizaciones de trabajadorxs
desocupadxs y de la econom?a social, las en
-
tidades campesinas y de pueblos originarios,
constituyen las insoslayables bases sociales
de cualquier alternativa popular al macrismo,
pero tambi?n a las versiones probables del
progresismo. M?s all? de que se logre fraguar
(o no) un frente electoral alternativo, en todo
caso hay un proceso de acumulaci?n de ex
-
periencias de resistencia que oficiar? como un
contrapoder condicionar? el margen de ma
-
niobra de ?ste o futuros gobiernos.
4) ?Con qu? ejes pol?ticos y con quienes
deber?a articularse el movimiento popu
-
lar para enfrentar a la derecha y poner en
pie una alternativa anticapitalista? ?Podr?a
mencionar medidas y/o propuestas con
-
cretas?
Me parece que la potencia pol?tica de los sec
-
tores populares organizados est? en ?ltima
instancia proporcionalmente relacionada con
su autonom?a y su creatividad. Desde ese lugar,
creo que hay una diversidad de movimientos
sociales y populares que han venido constru
-
yendo una agenda pol?tica realmente valiosa
en t?rminos de su radicalidad transformativa.
Creo que estos movimientos ?a diferencia de
las opciones partidarias tanto progresistas
como de la izquierda cl?sica? vienen haciendo
aportes sustantivos en la prefiguraci?n de un
horizonte postcapitalista, postcolonial y pos
-
tpatriarcal. En ese sentido hay todo un nue
-
25
vo lenguaje que se ha venido construyendo y
un nuevo imaginario en gestaci?n que parte
precisamente de la profunda convicci?n de la
crisis terminal y el fracaso rotundo del mode
-
lo civilizatorio de ?Occidente?; de la necesidad
de trascender el horizonte antropoc?ntrico,
productivista, individualista, desarrollista, ur
-
bano-industrialista que desde el sistema se
nos presenta como el ?nico horizonte desea
-
ble de ?bienestar? y de ?progreso?.
Si algo tienen en com?n los feminismos co
-
munitarios latinoamericanos, con las perspec
-
tivas del ecologismo popular, las cosmovisio
-
nes originarias y campesinas y el ethos de la
econom?a popular, es su convergencia en un
horizonte post-desarrollista; el abandono de
la idea acr?tica de una econom?a en perma
-
nente expansi?n y de crecimiento infinito, y la
revalorizaci?n de las econom?as del cuidado,
de la reproducci?n de la vida, de valorizaci?n
de las relaciones vitales y de las capacidades
humanas; las ideas de sustentabilidad y de
cultivo de la sociobiodiversidad y el valor cla
-
ve del trabajo libre y de la producci?n social
en manos de trabajadorxs libremente asocia
-
dxs.
Todo ese imaginario va a contrapelo de las
ideas progresistas (y a?n de las izquierdas or
-
todoxas) que tienen como horizonte la ?redis
-
tribuci?n de la riqueza?; ac? estamos ante una
gram?tica que presupone un cambio radical
en el sentido social de la riqueza. Las ideas de
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Buen Vivir, de Derechos de la Naturaleza, de
Plurinacionalidad, de Justicia Integral (?tnica,
gen?rica, generacional) son algunos de los
postulados que tienen un sentido orientativo
fundamental en esa transici?n civilizatoria. Y
eso no queda as? en un nivel metaf?sico, pues
se ha ido encarnando/territorializando en
pr?cticas concretas que tienen que ver con la
producci?n autogestiva, la defensa de los territorios, la consolidaci?n y ampliaci?n de la
agroecolog?a y de desarrollo de las tecnolog?as sustentables, la estructuraci?n de econom?as locales y de movimientos en pos de la
soberan?a alimentaria, la democracia energ?tica y la justicia h?drica y clim?tica. Esos principios, valores ?tico-pol?ticos que desde las
pr?cticas de re-existencia de nuestros pueblos
se han ido gestando, nos parecen los criterios
m?s valiosos que tenemos como orientaci?n
hacia un caminar que procura realmente trascender el actual r?gimen de dominaci?n capitalista-colonial-patriarcal. Esos, a mi modesto
entender, deber?an ser los ejes fundamentales
a no perder de vista en todo proceso de articulaci?n pol?tica y construcci?n colectiva.
5) ?Qu? rol juega la institucionalidad democr?tica actual en la construcci?n de alternativas populares?
Es claro que esa institucionalidad, la del constitucionalismo republicano y representativo
ha sido dise?ado ab initio para restringir las
concepciones m?s radicales de la democra27
cia, para enmara?ar y/o limitar en todo caso
el ejercicio de la soberan?a popular. A esas limitaciones de origen, se han ido sumando un
conjunto de factores y problemas harto conocidos (4) que en t?rminos agregados dan
como ?resultado? no s?lo la configuraci?n de
modos de gobierno que distan much?simo
de responder a la ?voluntad de las mayor?as?,
sino que m?s a?n est?n en la ra?z de la profunda crisis de legitimidad del sistema y en la
?despolitizaci?n? de amplios sectores.
Con ello, es claro que esta institucionalidad
pol?tica constituye un pesado lastre que funciona m?s como obst?culo que como facilitador de las alternativas populares, emancipatorias, y que avanzar en esa direcci?n
requerir? inexorablemente cambios radicales
en las instituciones y en lo que se entienda
como sistema de gobierno (cambios que, por
cierto, incluyen una transformaci?n sustancial
de la forma Estado).
Sin embargo, no podemos desconocer que
estamos en un momento muy complicado,
en el que las propias limitaciones de la democracia liberal est?n siendo amenazadas y
degradadas. Como en otros momentos de la
historia, queda claro que el capitalismo impone un techo taxativo a las aspiraciones de la
soberan?a popular, pero ni siquiera es capaz
de garantizar un piso m?nimo de la formalidad democr?tica: en tiempos de crisis, hasta
esa definici?n minimalista, procedimental, de
28
Ante ese
vac?o, es clave
la construcci?n
en marcha de
las
re-existencias
desde abajo
la democracia se ve amenazada y puede ser
suprimida. Este escenario nos pone a la defensiva, en la necesidad de resistir los intentos
en curso de perforar m?s a?n el piso de derechos y garant?as, aun siendo conscientes de lo
extremadamente insuficiente de ese piso. Nos
pone ?a mi modesto entender? en la necesidad de no descuidar el campo de batallas de
lo electoral y del sistema de representaci?n y
o pero, al mismo tiempo, no perder de vista
que el propio campo de acumulaci?n pol?tica pasa por esos otros espacios de construcci?n de autonom?as, imaginarios, territorios/
cuerpos practicantes de reg?menes otros de
relaciones, modos de vida radicalmente alternativas.
Esto ?ltimo es lo que me parece central. Pues,
estamos ante una situaci?n en la que afrontamos la avanzada de una nueva derecha,
de una derecha envalentonada, masificada
y radicalizada, con las matrices de una vieja
izquierda (me refiero a las opciones pol?tico-electorales); una izquierda desconcertada
y desorientada, que ha perdido la capacidad
para ofrecer un horizonte de futuro. Ante ese
vac?o, es clave la construcci?n en marcha de
las re-existencias desde abajo.
*Horacio Machado Ar?oz es investigador de CONICET. Coordinador del Equipo de Ecolog?a
Pol?tica del Sur (CIT-Catamarca Conicet? UNCA). Director del Doctorado en Ciencias Humanas, Fac. de Humanidades (UNCA).
Fuente: Publicado el 28 de octubre 2018 por Contrahegemon?a: http://contrahegemoniaweb.
com.ar/de-la-resaca-del-neoextractivismo-y-los-extravios-del-progresismo-a-los-acechos-del-neofascismo-reflexiones-sobre-la-actual-coyuntura-politica-latinoamericana/
29
Notas:
(1) Me refiero al hecho elemental de que las teor?as sociales latinoamericanas -desde
el estructuralismo cepalino a la teor?a de la dependencia, abarcando incluso versiones de las teor?as de la modernizaci?n y por supuesto, las perspectivas descoloniales- han hecho una profunda cr?tica de los reg?menes primario- exportadores como la
base de todos nuestros problemas estructurales. En los autores cl?sicos, seg?n los casos, superar ese modelo era visto como una condici?n ineludible para superar nuestro ?subdesarrollo?, ?dependencia? o ?condici?n colonial?. Cabe resaltar tambi?n lo de
?problemas estructurales?, pues como queda claro en los an?lisis de autores tan dis?miles como Ra?l Prebisch, Gino Germani, Cardoso y Faletto, o Florest?n Fernandes,
Theotonio Dos Santos, Marini, Gonz?lez Casanova, etc., los modelos primario- exportadores no s?lo implican limitaciones macroecon?micas, sino que tambi?n est?n
en la base del car?cter olig?rquico de los reg?menes pol?ticos, las estructuras de clases
tan desiguales y los fen?menos del autoritarismo, el racismo y el colonialismo interno.
(2) Apelo a estas categor?as propuestas por Adri?n Scribano para dar cuenta de las pol?ticas de regulaci?n de las emociones por las cuales el capital produce condiciones estructurales de soportabilidad social (de la expropiaci?n/opresi?n) y de coagulaci?n de la
acci?n. Al respecto v?ase: Scribano, A. (2008) ?Fantasmas y fantas?as sociales: notas para
un homenaje a T.W. Adorno desde Argentina?, Intersticios, Revista de Sociol?gica de
Pensamiento Cr?tico, http://www.intersticios.es/article/view/2791. Tambi?n: Scribano,
A. (Comp.) (2013) ?Teor?a social, cuerpos y emociones?, Estudios Sociol?gicos Editora:
http://estudiosociologicos.org/portal/teoria-social-cuerpos-y-emociones/.
(3) Ac? hago referencia al uso y abuso hecho por el establishment medi?tico y gubernamental de los esc?ndalos de corrupci?n que ti?en las administraciones progresistas, as?
como tambi?n a la debacle de la econom?a venezolana, y la deriva personalista e incluso
autoritaria que se vislumbra en ciertos pa?ses (el gobierno de Maduro en la Rep?blica Bolivariana de Venezuela y el de Daniel Ortega en Nicaragua). M?s all? de las operaciones
propagand?sticas y de manipulaci?n (des)informativa que la derecha ha hecho y hace de
estos casos, no se puede desconocer estos problemas ni minimizar la defraudaci?n pol?tica que han significado. De hecho, en buena medida, la ola conservadora y reaccionaria
que sostiene a los actuales gobiernos de derecha en buena medida se apoya en el rechazo
social, electoral a los referentes del
progresismo (el sentimiento anti-petista en Brasil, anti-kirchnerista en Argentina, etc.).
(4) Tales como el propio funcionamiento del sistema de partidos; la constituci?n de una
clase pol?tica profesional, la burocratizaci?n de las fuerzas partidarias; el tema del financiamiento de la pol?tica y el rol de las grandes corporaciones en ese aspecto; el papel de
los medios masivos y el de las nuevas tecnolog?as de informaci?n que han incrementado
enormemente su capacidad de incidencia, manipulaci?n y formaci?n no solo de sentidos
sino tambi?n de estados de ?nimo y emociones colectivas; etc.