Bolivia: la marcha de la naci?n Qhara Qhara y de los 11 pueblos ind?genas (r)

Esta marcha que parti? de Sucre rumbo a la sede de gobierno reclamando por sus derechos territoriales, pol?ticos y culturales; vuelve a la memoria aquella hist?rica Primera Marcha Nacional por el Territorio y la Dignidad, en agosto de 1990, hace casi tres d?cadas.
En aquella ocasi?n, m?s all? de los logros formales que se alcanzaron (como el reconocimiento a la identidad cultural y los derechos colectivos a la tierra y el territorio de los pueblos ind?genas); lo que en verdad se iniciaba era un proceso de transformaciones estructurales.
?Qu? ha pasado entonces para que despu?s de casi tres d?cadas y un largo proceso de cambios y transformaciones, los pueblos ind?genas vuelvan a kil?metro cero (simb?lica y literalmente), y repitan pr?cticamente el mismo tipo de demandas y exigencias que en ese tiempo?



LA MARCHA DE LA NACI?N QHARA QHARA Y DE LOS 11 PUEBLOS IND?GENAS

Arturo D. Villanueva Ima?a
Bolpress
febrero, 2019

Esta marcha que parti? de Sucre rumbo a la sede de gobierno reclamando por sus derechos territoriales, pol?ticos y culturales; vuelve a la memoria aquella hist?rica Primera Marcha Nacional por el Territorio y la Dignidad, en agosto de 1990, hace casi tres d?cadas.

Muy lejos de representar una movilizaci?n sectorial y puntual que solo tiene que ver con alg?n territorio, como por ejemplo fue la VIII marcha en defensa del TIPNIS; en este caso se trata de una movilizaci?n nacional que involucra a diversos pueblos ind?genas de las tierras altas y bajas del pa?s, que convocan la atenci?n nacional
Como se recordar?, aquella marcha hist?rica marc? un hito interpelatorio a las bases estructurales de la institucionalidad colonial representado por el Estado monocultural, discriminatorio y excluyente, de car?cter neoliberal y republicano que se encontraba gobernando.

En aquella ocasi?n, m?s all? de los logros formales que se alcanzaron (como el reconocimiento a la identidad cultural y los derechos colectivos a la tierra y el territorio de los pueblos ind?genas); lo que en verdad se iniciaba era un proceso de transformaciones estructurales que significaron una profunda remoci?n de los cimientos nacionales. La incorporaci?n de los derechos colectivos, el pluralismo, la interculturalidad y la inclusi?n de diversas identidades culturales en el Estado monocultural que en ese momento persist?a, no significaban otra cosa que el reconocimiento de un nuevo concepto y un nuevo imaginario sobre la sociedad y el Estado. Como todos sabemos, tal fue el impacto de semejante proceso de interpelaci?n que cuestionaba las bases mismas de la sociedad y el Estado, que ?ste deriv? posteriormente en la convocatoria a la Asamblea Constituyente que termin? refundando dichas bases.

?Qu? ha pasado entonces para que despu?s de casi tres d?cadas y un largo proceso de cambios y transformaciones, los pueblos ind?genas vuelvan a kil?metro cero (simb?lica y literalmente), y repitan pr?cticamente el mismo tipo de demandas y exigencias que en ese tiempo?.

La pregunta marca la gravedad y profundidad del significado de semejantes demandas, porque da cuenta al mismo tiempo de la persistencia y resurgimiento de los mismos problemas de conculcaci?n y desconocimiento de los derechos que ya hab?an sido reconocidos hace varias d?cadas, as? como de un inocultable proceso regresivo y retr?grado que ha permitido el restablecimiento de aquellas condiciones abusivas, excluyentes y atentatorias que, como en el pasado, ponen en riesgo y desconocen los derechos territoriales, pol?ticos y de autogobierno que son reconocidos constitucionalmente.

Es decir, se ha producido un retroceso tal en el cumplimiento y aplicaci?n de la Constituci?n y de los derechos colectivos, que a tiempo de volver a movilizarlos, retorna nuevamente a los pueblos ind?genas al punto de origen de sus luchas hist?ricas. Y no es para menos, porque a pesar de los much?simos a?os transcurridos, no solo contin?an pendientes de reconocimiento algunos derechos territoriales (principalmente en las tierras altas del pa?s), sino que est?n soportando una muy agresiva arremetida de avasallamiento y destrucci?n de sus territorios, que no solo implica un permanente asedio y asentamiento ilegal de terceros que pretenden apropiarse fraudulentamente de sus tierras (muchas veces con el aval de autoridades que quieren favorecer otros intereses sectoriales a cambio de respaldo electoral o econ?mico), sino que ponen en riesgo de extinci?n su propia cultura y su forma de vida. Sucede este extremo, porque se est? procediendo a la destrucci?n de la naturaleza, los territorios y el propio entorno, con tal de explotar e imponer un extractivismo salvaje de los recursos naturales disponibles en dichas ?reas. M?s a?n si colateralmente se han puesto en vigencia normas que desvirtuando el mandato constitucional, no solo afectan la autonom?a ind?gena, sino que supeditan tambi?n la justicia ind?gena originario campesina a la jurisdicci?n ordinaria, impidiendo un ejercicio y aplicaci?n plenos de su autonom?a, su derecho a la autodetermienaci?n y sus competencias en la administraci?n de justicia.

En el caso de los pueblos ind?genas de las tierras bajas el drama no es menor, porque se trata de pueblos que viven en ?reas como el Tipnis, Bala ? Chepete, Rositas, Tariqu?a, Parque Carrasco, etc., que desde hace varios a?os sufren la embestida desarrollista y extractivista que, al margen de atentar y destruir la naturaleza, quemar bosques y biodiversidad, imponer megaproyectos que destruir?n comunidades y desplazar?n a la poblaci?n, etc., los pone en riesgo de desaparici?n y extinci?n.

Por esta situaci?n de elevada gravedad que sin duda alguna no se limita a la conculcaci?n de los derechos de los pueblos ind?genas que se encuentran en marcha, sino que tambi?n tienen una enorme afectaci?n a la naturaleza y los medios de vida de los que dispone todo el pa?s; es claro que nuevamente est?n luchando y defendiendo los ?ltimos espacios territoriales, naturales y de vida que le quedan al pa?s. Se trata de una oportunidad final para preservar la esperanza y hacer prevalecer una relaci?n armoniosa con la naturaleza, en vez de que la misma termine desapareciendo bajo los impulsos salvajemente destructivos del desarrollismo y el extractivismo imperantes, que tienden a destruirlo todo.

(*) Soci?logo, boliviano. Cochabamba, Bolivia. Febrero 22 de 2019