Ep?logo sobre la militarizaci?n en M?xico

?Qu? razones tiene el actual presidente de M?xico, Andr?s Manuel L?pez Obrador, para haber decidido arriesgar y apostar por la continuidad, ampliaci?n y profundizaci?n de la militarizaci?n de la vida en sociedad, pese a que las consecuencias de ese acto, a todas luces, trascienden en sus consecuencias, tanto inmediatas como a largo plazo, el supuesto control ?tico y pol?tico con el que el mandatario del ejecutivo federal cree ser capaz de contener a las estructuras castrenses en su concentraci?n de poder y su incidencia en el desarrollo de la cotidianidad de la vida p?blica en M?xico?



27-02-2019
Ep?logo sobre la militarizaci?n en M?xico

Ricardo Orozco
Rebeli?n

?Qu? razones tiene el actual presidente de M?xico, Andr?s Manuel L?pez Obrador, para haber decidido arriesgar y apostar por la continuidad, ampliaci?n y profundizaci?n de la militarizaci?n de la vida en sociedad, pese a que las consecuencias de ese acto, a todas luces, trascienden en sus consecuencias, tanto inmediatas como a largo plazo, el supuesto control ?tico y pol?tico con el que el mandatario del ejecutivo federal cree ser capaz de contener a las estructuras castrenses en su concentraci?n de poder y su incidencia en el desarrollo de la cotidianidad de la vida p?blica en M?xico?
En el Sur de Am?rica, las relaciones de los mandos civiles nacionales con sus instituciones militares, hist?ricamente, remiten, en todo momento, a la necesidad de esos mismos actores de asegurar ?en el m?s amplio sentido de la palabra? tanto el desarrollo presente de sus plataformas pol?ticas como la posibilidad de darles continuidad. Y lo cierto es que no es para menos, en Am?rica, como en cualquier otro Estado alrededor del mundo, las instituciones militares, al detentar la capacidad de fuego nacional por excelencia, son, de entrada, los ?nicos andamiajes estatales permanentes capaces de alterar el orden pol?tico, social, cultural, econ?mico, etc., de la sociedad a la que pertenecen por la v?a de una irrupci?n y profusi?n de violencia armada; la historia de los golpes de Estado y la instauraci?n de gobiernos autoritarios o de Estados de excepci?n es justo eso, la ejemplificaci?n de esa capacidad.

Y en Am?rica, adem?s, esa historia y esa necesidad (de car?cter estructural, como ocurre en otras periferias globales), se encuentra anclada a su condici?n de subordinaci?n y permanente estado de intervenci?n por parte de potencias occidentales ?con Estados Unidos en primera instancia?; siempre dispuestas a valerse de la intervenci?n pol?tica, econ?mica y militar directa para hacerse con el control de los recursos naturales, la mano de obra y el funcionamiento del aparato de Estado de esas sociedades perif?ricas; manteni?ndolas en esa permanente condici?n colonial que alimenta el funcionamiento de la econom?a mundial, en su unidad.

Es decir, Am?rica, por cuanto espacio-tiempo geocultural privilegiado en el proceso de construcci?n y sostenimiento de la hegemon?a estadounidense ?en tr?nsito de desplazarse hacia China?, ha visto como las relaciones entre el mando civil y el militar se articulan en rededor de la necesidad ya de asegurar esa condici?n para Estados Unidos (que es el caso de las dictaduras militares de la segunda mitad del siglo XX) o de rechazarla y de defender su propia soberan?a regional frente a cualquier injerencismo y pretensi?n de control por parte de otras naciones y otros Estados.

En el momento presente de esta historia, Am?rica se encuentra transitando desde una situaci?n en la que la relaci?n dominante en esa articulaci?n entre lo civil y lo castrense se configur? alrededor de los proyectos pol?ticos de una izquierda reformista que se enfoc? en reconquistar cierto grado de autonom?a pol?tica, cultural y econ?mica respecto del dominio que durante d?cadas ejerci? Estados Unidos en cada pa?s de la regi?n ?con honrosas excepciones como Cuba y, en alg?n momento, Nicaragua?, hacia la abierta instauraci?n y sostenimiento de reg?menes supremacistas (como con Bolsonaro, en Brasil) y gobiernos autoritarios y profundamente contra-reformistas (como con Macri, en Argentina; Moreno, en Ecuador; Kuczynski, en Per?; etc.).

En este sentido, cuando Am?rica toda ella vira hacia el conservadurismo pol?tico y la intensificaci?n de los ajustes estructurales propios del neoliberalismo, vali?ndose del establecimiento de un matrimonio de los gobiernos centrales con los institutos castrenses apara asegurarse que no tendr?n una oposici?n lo suficientemente fuerte como para gestarles un golpe de Estado en el que sean los andamiajes militares los que controlen por completo el funcionamiento del Estado; M?xico, que llega al ciclo reformista del Sur del continente una d?cada despu?s (tras dos sexenios de intensificaci?n neoliberal, con el panismo de Felipe Calder?n y el pri?smo de Enrique Pe?a Nieto), lo hace con un gobierno que, devastado por dieciochos a?os de abierto confrontamiento armado en contra del crimen organizado, opta por negociar una serie de concesiones que, lejos de asegurar que las condiciones de violencia en el pa?s ser?n ?por lo menos? contenidas, en realidad parecen estar m?s encaminadas a asegurar que las ?nicas instituciones que hoy podr?an deponer al gobierno sin la necesidad de contar con ning?n grado de legitimidad, no gesten un golpe de Estado.

Y lo cierto es que no es para menos. En apenas dos meses de gobierno efectivo de la nueva administraci?n, batallas tit?nicas como las de dar marcha atr?s en proyectos de infraestructura multimillonarios (tipo el Nuevo Aeropuerto Internacional de M?xico), combatir el robo de combustibles (huachicoleo) y reemplazar a los conglomerados empresariales del pri?smo y del panismo por los del morenismo y su plataforma pol?tica (por la v?a de la austeridad republicana y el combate a la corrupci?n), han movido intereses anquilosados en el funcionamiento del andamiaje estatal tan sensibles que lograr establecer acuerdos con fuerzas de oposici?n s?lidas se ha vuelto una necesidad de supervivencia para asegurar que, aunado al bono de legitimidad con el que cuentan el presidente y el gobierno, bloqueen disidencias que le resulten peligrosas.

El problema de todo ello es, no obstante, que tanto con las concesiones ofrecidas de manera directa a la milicia (concedi?ndole el privilegio de securitizar la cadena de valor de los hidrocarburos) cuanto con las prebendas indirectas (en el caso de la formaci?n de una Guardia Nacional que normalice el actuar del ej?rcito, la marina y la fuerza a?rea en la vida p?blica nacional), lejos de consolidarse un esquema de cooperaci?n mutua en el que todo ello evite que el ej?rcito se oponga al gobierno federal, en realidad est? alimentando una estructura de poder ?que ya es toda ella megaloman?aca? que justo por el robustecimiento por el que se encuentran atravesando pone en cuesti?n que el gobierno actual cuente con la capacidad para contener su fortaleza ?sobre todo en los momentos en los que el apoyo popular al gobierno ya no sea tan grande y apabullante como para proteger cada decisi?n de Obrador y su plataforma. Y m?s a?n, pone en cuesti?n el uso que a ese cuerpo militarizado se le conferir?a en reg?menes abiertamente represivos, como lo fueron los sexenios de Calder?n y de Pe?a Nieto.

Insistir en el argumento de que la Guardia Nacional es el s?ntoma m?s claro de la renuncia del Estado a resolver tanto la violencia criminal como la violencia social por una v?a que no involucre a instituciones especializadas en lidiar con todo conflicto social por la v?a del disciplinamiento colectivo y del ejercicio de las armas ya es un lugar com?n en el debate general. Sin embargo, no es in?til insistir en que las consecuencias que se desprenden de ello no se resuelven s?lo con ratificar el mando civil sobre el ej?rcito y anular el fuero militar para juzgar a los efectivos castrenses en tribunales civiles. Menos a?n apelando al argumento de que la regeneraci?n moral y ?tica del servicio p?blico y de la actividad gubernamental son pesos y contrapesos suficientes para no hacer un uso ilegitimo de las funciones militares sobre la sociedad.

Ya desde la campa?a presidencial, L?pez Obrador evidenci? que los tres sectores con los que mayores, m?s profundos y estables acuerdos se deb?an establecer si quer?a, primero, llegar a ser presidente de M?xico; y luego, llegar a gobernar sin mayores contratiempos; son, por orden de importancia, el empresariado nacional e internacional, las instituciones militares y las burocracias de los tres niveles de Gobierno en los tres poderes p?blicos. Sobre el primer grupo de poder, la ecuaci?n se ha venido resolviendo por la v?a de una plataforma econ?mica rentista y extractivista que privilegia macroproyectos de infraestructura del tipo del Tren Maya y las m?ltiples centrales generadoras de energ?a (refiner?as e hidroel?ctricas). Respecto de las burocracias, la tensi?n ha sido m?s abierta, en particular por causa del plan de austeridad que busca reencausar recursos p?blicos hacia programas sociales clientelares y que en el medio ha implicado eliminar a una proporci?n importante de trabajadores p?blicos.

El caso del ej?rcito, la marina y la fuerza a?rea, sin embargo, transita por una v?a independiente. Y lo tr?gico de esta v?a es que, a pesar de los a?os tan dolorosos que fueron para el pa?s aquellos de la guerra en contra del narcotr?fico (y que la mayor parte de las ocasiones termin? siendo una guerra abierta en contra de la poblaci?n en general), la poca legitimidad con la que se hab?an quedado las fuerzas armadas del pa?s hoy ya ha invertido su signo pol?tico, y cada vez m?s resultan ser las instituciones con mayor legitimidad, incluso, entre los sectores de izquierda que anta?o eran los m?s cr?ticos de su despliegue masivo por los espacios p?blicos del pa?s. El reformismo del gobierno de L?pez Obrador, en este sentido, ha sido tan apabullante que ha logrado anestesiar el debate cr?tico sobre sus decisiones, y el grueso y el n?cleo duro de ese anestesiamiento se concentra, hoy, justo sobre la izquierda, y no sobre esa oposici?n de derecha que hoy no se cansa de enarbolar banderas de izquierda para construir un imaginario colectivo nacional en el que la Cuarta Transformaci?n sea representaci?n de la derecha y el conservadurismo.

Publicado originalmente en: https://cemapinternacional.com/2019/02/26/epilogo-sobre-la-militarizacion-en-mexico/