Genealog?a del poder y geopol?tica de la econom?a

Hablar de econom?a es hablar de la aritm?tica de la producci?n, de la distribuci?n y consumo de una sociedad. Cuando se habla del campo econ?mico, en sentido atribuido por Pierre Bourdieu a este concepto, se puede abarcar tambi?n a la distribuci?n del campo de fuerzas econ?micas, apreciadas en esas tres categor?as que las definen, acabadas de mencionar. Hablar de la cr?tica de la econom?a pol?tica es hablar de las din?micas hist?ricas de la econom?a de una sociedad, un Estado, una regi?n y el mundo. Hablar de la cr?tica de la econom?a pol?tica generalizada es hacerlo no solo como extensi?n integral de la cr?tica de la econom?a pol?tica, sobre todo a partir de su n?cleo, el fetichismo de la mercanc?a, sino comprender que el fetichismo se extiende a otros campos sociales, m?s all? del campo econ?mico; es decir, todas las mallas institucionales de todos los campos sociales estar?an imbuidos por este fen?meno de la fetichizaci?n. En otras palabras, la ideolog?a, la m?quina abstracta de la fetichizaci?n, produce la legitimaci?n de la econom?a pol?tica generalizada en todos los ?mbitos sociales.



26.02.2019
Genealog?a del poder y geopol?tica de la econom?a
Ra?l Prada Alcoreza

Hablar de econom?a es hablar de la aritm?tica de la producci?n, de la distribuci?n y consumo de una sociedad. Cuando se habla del campo econ?mico, en sentido atribuido por Pierre Bourdieu a este concepto, se puede abarcar tambi?n a la distribuci?n del campo de fuerzas econ?micas, apreciadas en esas tres categor?as que las definen, acabadas de mencionar. Hablar de la cr?tica de la econom?a pol?tica es hablar de las din?micas hist?ricas de la econom?a de una sociedad, un Estado, una regi?n y el mundo. Hablar de la cr?tica de la econom?a pol?tica generalizada es hacerlo no solo como extensi?n integral de la cr?tica de la econom?a pol?tica, sobre todo a partir de su n?cleo, el fetichismo de la mercanc?a, sino comprender que el fetichismo se extiende a otros campos sociales, m?s all? del campo econ?mico; es decir, todas las mallas institucionales de todos los campos sociales estar?an imbuidos por este fen?meno de la fetichizaci?n. En otras palabras, la ideolog?a, la m?quina abstracta de la fetichizaci?n, produce la legitimaci?n de la econom?a pol?tica generalizada en todos los ?mbitos sociales.

Cuando hablamos de la econom?a boliviana lo hacemos desde la aritm?tica de los indicadores, sobre todo los relativos a la macroeconom?a. Como anotamos varias veces, contra la costumbre del discurso gubernamental, cuando se recurre a la herramienta macroecon?mica, es indispensable referirse a los indicadores macroecon?micos, primero, en la medida de valores absolutos, despu?s, en la medida probabil?stica de valores relativos. Presentar la econom?a de una sociedad solo utilizando valores relativos, proporcionales, expresa un inter?s de ocultar los valores absolutos, es decir, el tama?o real de la econom?a. Son conocidos los datos descriptivos de la econom?a boliviana; no se trata, por tanto, detenerse en ellos, salvo como referencia indispensable del an?lisis. Lo que interesa es intentar ahondar en las din?micas no solo del campo econ?mico sino de la integralidad misma de todos los campos sociales. En los espesores de la realidad efectiva no hay propiamente campos; lo que supone su autonomizaci?n, conjetura b?sica de las ciencias sociales modernas. El campo econ?mico no funciona, efectivamente, independiente del resto de los campos sociales; por ejemplo, el campo cultural, el campo pol?tico, el campo escolar y otros. Si bien las ciencias sociales se han desarrollado suponiendo la autonomizaci?n moderna de los campos; esto ha servido para edificar sus disciplinas y saberes. Empero, no se puede confundir esta representaci?n “cient?fica” con lo que ocurre efectivamente en la realidad, sin?nimo de complejidad.

Se ha definido la econom?a boliviana como primario exportadora, en el cl?sico discurso econ?mico; desde el discurso pol?tico marxista se la defini? como econom?a de un capitalismo dependiente, de desarrollo desigual y combinado. En la contemporaneidad se la describe como la de una singular econom?a extractivista, regida por un Estado rentista. Nosotros nos referimos a un modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. Nos parece m?s pertinente la ?ltima conceptualizaci?n, pues articula en el presente las genealog?as del poder.

Antes de hacer referencia a los indicadores macroecon?micos debemos hacer algunas puntualizaciones necesarias. La primera, que no se confunda el cuadro econ?mico, la estad?stica econ?mica, la medida macroecon?mica, con la realidad econ?mica. Se trata de una estructura de medida o de una medida estructurada matem?ticamente, que ayuda a orientarse en el an?lisis de lo que llamaremos las din?micas econ?micas. No olvidar, que se pueden incorporar otras metodolog?as de medida; en el mejor de los casos, incorporar configuraciones interpretativas cualitativas de lo que sucede en ese contexto recortado que llamamos econom?a. La segunda, no basta la comparaci?n de un cuadro econ?mico del momento con los cuadros econ?micos del pasado; tampoco basta la comparaci?n, en el presente o en el desplazamiento hist?rico, con los cuadros econ?micos de los Estados de la regi?n, as? como en el mundo. Es indispensable comprender las din?micas econ?micas que atraviesan al campo econ?mico nacional, regional y mundial. La tercera, que es indispensable comprender la articulaci?n integral de los campos sociales en la intersecci?n de estos en el campo econ?mico. La cuarta, que es menester un enfoque cr?tico de la econom?a pol?tica generalizada en la civilizaci?n moderna. Con estas puntualizaciones podemos comenzar a abordar, primero, la descripci?n referencial de la econom?a boliviana; despu?s, pasaremos a intentar mapear el campo econ?mico; seguidamente intentar comprender las din?micas econ?micas; para luego pasar a la cr?tica de la econom?a pol?tica generalizada, vista en el recorte geogr?fico pol?tico que llamamos Bolivia.

La econom?a boliviana
La econom?a boliviana es primordialmente extractivista; el Estado transfiere los recursos naturales explotados desde la periferia singular a los centros cambiantes del sistema-mundo capitalista. En otras palabras, su crecimiento econ?mico depende de la exportaci?n de los recursos naturales, concebidos como materias primas por la maquinaria industrial del sistema-mundo. Concretamente, el ingreso mayor del Estado es percibido por la exportaci?n de los recursos hidrocarbur?feros, principalmente el gas; en segundo lugar, se pueden anotar los recursos mineros; en menor medida ingresan los productos alimenticios, as? como las manufacturas. Se puede anotar que actualmente se proyecta desarrollar la generaci?n y explotaci?n de energ?a el?ctrica, con la construcci?n de represas y plantas hidroel?ctricas, termoel?ctricas, geot?rmicas, fotovoltaicas y e?licas. En t?rminos comparativos se dice que la econom?a boliviana es la d?cima cuarta econom?a de Am?rica Latina, si tomamos en cuenta el producto interno bruto nominal (PIB), as? como la d?cima tercera en cuanto al PIB a precios de paridad de poder adquisitivo (PPA).

No hay que olvidar que la jerarqu?a establecida se basa en las diferencias num?ricas del PIB, que sirven comparativamente para ordenar, por as? decirlo, las s?ntesis macroecon?micas de los pa?ses. Pero no nos dicen mucho sobre las din?micas inherentes a sus econom?as; tampoco de la colateralidad y complementariedad o no de sus econom?as. No basta saber cu?nto exportan unos pa?ses a otros y cuanto importan, c?mo se articulan o no sus econom?as. Por ejemplo, si funcionan como regi?n o m?s bien funcionan inarticuladamente, orient?ndose a la articulaci?n con el centro cambiante del sistema-mundo. En otras palabras, si el PIB sirve para medir la producci?n anual de la econom?a de un Estado a precios de mercado, para qu? sirve esa producci?n, d?nde se la destina; ?para la reproducci?n de la econom?a nacional, para la reproducci?n de la econom?a-mundo, para ambas? Si es as?, si se reproducen ambas econom?as, en qu? condiciones lo hacen; ?para desarrollarse, como dice el discurso econ?mico, o para reproducir una estructura de poder mundial? A esta estructura de dominaci?n mundial la hemos configurado como geopol?tica del sistema-mundo capitalista.

Tomando en cuenta los datos del Fondo Monetario Internacional, se estima que a finales del a?o 2019 la econom?a boliviana escale a los 45.045 millones de d?lares. Dividiendo este producto interno bruto por la cantidad de poblaci?n que tiene Bolivia, que seg?n estimaciones llega a m?s de 11 millones de habitantes, el PIB per c?pita llega a 3.941 d?lares, nominales, y un PIB per c?pita de 8.320 d?lares en PPA. Desde el a?o 2010, Bolivia dej? de ser tipificada como pa?s de ingresos bajos; pas? a pertenecer a la categor?a de pa?ses de ingresos medios, de acuerdo con estudios del Banco Mundial.

Considerando las estad?sticas que ofrece el INE, teniendo en cuenta la relaci?n de la participaci?n de las actividades acon?micas en el PIB, la actividad de servicios de la administraci?n p?blica registr? la mayor participaci?n, con m?s del 15%, seguida de agricultura, ailvicultura, caza y pesca con cerca del 12% e Industrias Manufactureras con m?s del 10%. Si tomamos en cuenta que la participaci?n de la explotaci?n de minerales llega a m?s del 9% y la explotaci?n hidocarbur?fera un poco m?s del 4%, entonces tendr?amos que la explotaci?n extractiva tradicional participa con cerca del 14% en la formaci?n del PIB. Resulta que la explotaci?n extractiva tradicional es el segundo rubro, despu?s de los servicios de la administraci?n p?blica. Entonces, desde la perspectiva de las actividades econ?micas, bajo el enfoque de los indicadores macroecon?micos, la econom?a boliviana aparece como principalmente como una econom?a de servicios y de explotaci?n extractivista. Es decir, cerca del 30% de la estructura econ?mica, compuesta por las actividades econ?micas, est? conformada por servicios estatales y explotaci?n extractivista. Si a esta participaci?n le sumamos la relativa a la agricultura, silvicultura, caza y pesca, entonces aproximadamente el 41% de la composici?n del PIB corresponde a servicios y es extractivista y agropecuaria. Con la participaci?n de establecimientos financieros, que llega a cerca del 10%, la composici?n de m?s de la mitad del PIB resulta ser de servicios, extractivista, agropecuaria y financiera. Solo el 9% corresponde a la industria manufacturera y el resto al transporte y almacenamiento, al comercio, a la construcci?n, a la comunicaci?n y otros servicios. Si estos otros servicios, que sobrepasan el 6%, se a?aden a los servicios estatales, entonces la composici?n mencionada llega a m?s del 56%. Considerando otros datos, el 17% de la participaci?n en el PIB corresponda al transporte, comercio, construcci?n, electricidad, gas y agua y comunicaciones.

Es notoria la manera descuajeringada de presentar las actividades econ?micas, ordenadas seg?n su magnitud num?rica en la participaci?n del PIB. No se observa su interrelaci?n, menos el funcionamiento del conjunto de la econom?a. Se trata de composiciones arbitrarias y provisionales, que tienen por objeto sumar el valor de las actividades. Aunque puede servir para evidenciar el peso mismo de las actividades en la formaci?n de un indicador sint?tico, el de la producci?n anual de un pa?s. Lo que importa, en el acercamiento a la comprensi?n del campo econ?mico, es poder visualizar el funcionamiento, las interrelaciones y las din?micas de la econom?a. En el caso del campo econ?mico boliviano, resalta la preponderancia de las actividades extractivistas, tanto en lo que corresponde a las actividades econ?micas mismas, mucho m?s si se trata de las exportaciones. Seg?n Henry Veltmeyer “cuando Morales asumi? el poder y estableci? en enero de 2006 su r?gimen posneoliberal, respaldado por un movimiento social, alrededor de un 10% del Producto Interno Bruto (PIB) y un 90% de las exportaciones, se encontraba en los sectores extractivos de explotaci?n de hidrocarburos y la miner?a. Para mediados de 2011 - a mediados de su segunda administraci?n, esta estructura econ?mica se encontraba consolidada; las exportaciones de commodities[1] , que ahora se acercaba al 96% de las exportaciones totales, hizo de Bolivia la econom?a m?s dependiente de los recursos naturales en la regi?n. En 2011 la miner?a representa el 6,2% del PIB y el 37,3% de las exportaciones, mientras que el sector de hidrocarburos contribu?a con el 6,9% al PIB y con el 45% de las exportaciones”[2]. Esto nos muestra que la dependencia se genera en las relaciones de intercambio, en las exportaciones y en las importaciones, teniendo como base de esta dependencia la estructura y composici?n de una econom?a que funciona por la explotaci?n extractivista. Los servicios estatales, los otros servicios, adem?s del comercio, la construcci?n, las comunicaciones, as? como las empresas de electricidad, gas y agua funcionan tambi?n a partir de este n?cleo econ?mico extractivista. Se puede sacar a la agricultura, a la agropecuaria, incluso a la agroindustria, de esta estrecha vinculaci?n con la explotaci?n extractivista; empero, en la medida que alimentan a poblaciones cuyas concentraciones se dieron por las cartograf?as mismas de las din?micas econ?micas extractivistas, entonces tambi?n notamos en estas actividades la irradiaci?n de la econom?a extractivista. Es m?s, cuando vemos, desde el enfoque de los commodities, que tambi?n se genera el fen?meno extractivista con los alimentos e insumos, podemos concluir, que toda la estructura y composici?n econ?mica boliviana esta atravesada por las din?micas del extractivismo.

Se dice que en la d?cada de 2010 Bolivia experimenta la “d?cada de oro”. ​ Esto se sostiene porque habr?a logrado duplicar su PIB, en tan solo 7 a?os en el periodo 2010-2017; pese a la ca?da del precio mundial del barril del petr?leo, como as? tambi?n a la disminuci?n de las materias primas, tambi?n a los desastres naturales, como las inundaciones y sequ?as. Por otra parte, Bolivia ha logrado mantener una cotizaci?n fija y estable de la moneda frente al d?lar, llegando inclusive a devaluar a la moneda norteamericana en un 15%, durante el periodo 2006-2011 pasando de 8, 06 a solo 6, 86[3]. ​Pero, esto de la “d?cada de oro” es un clich? medi?tico; no se puede obviar un largo periodo de precios de las materias primas que se irradia todav?a, en t?rminos de impacto, cuando se inicia la bajada de los precios de estas materias primas. Un “periodo de oro” no puede durar tan poco y despu?s desaparecer como si nada, como si no hubiera quedado nada y todo haya sido una ficci?n. Lo que pasa es que las econom?as primario-exportadoras, como la definen los economistas, son altamente vulnerables a las variaciones del mercado internacional. Lo que hubo es una bonanza artificial debido precisamente a la subida de estas materias primas, bonanza que se evaporaba porque eran administrados por un Estado rentista. Un Estado rentista gasta, enriquece a la burgues?a rentista, pero no afinca capital, no convierte en capital los ingresos del Estado; en otras palabras, no invierte productivamente, aunque este nombre aparezca en el c?lculo del PIB, pero en ausencia misma de los procesos de inversi?n productiva.

Al respecto, las observaciones de Henry Veltmeyer son pertinentes. Dice que con el “gobierno progresista” de Evo Morales Ayma se ha producido una parad?jica situaci?n, que nosotros reconocer?amos como barroca situaci?n, pues se habr?a continuado con el r?gimen neoliberal por medio de las nacionalizaciones. Velmeyer dice: “Con el fin de ilustrar cu?n lucrativo y ben?fico puede ser un contrato de riesgo compartido con COMIBOL para una compa??a extranjera, Colque y Poveda analizaron el proyecto San Vicente, operado por la firma canadiense Pan American Silver Corporation, haciendo una evaluaci?n de los estados de p?rdidas y ganancias de la compa??a (proyectados a 2009) y con base en el monto invertido para el a?o 2018, las ganancias del proyecto por la extracci?n de plata y zinc podr?an incrementarse en un 220%. Este nivel de ganancia - concluyeron - es resultado de dos condiciones: la continuaci?n de un r?gimen de pol?ticas neoliberales que permite la extracci?n de recursos de las reservas, donde los costos de explotaci?n los asume COMIBOL, garantizando, en efecto, ganancias con un riesgo m?nimo, y un r?gimen fiscal altamente favorable para los inversionistas extranjeros”. Enseguida concluyen que: “las pol?ticas del r?gimen Morales-Garc?a Linera, en el sector minero que, hasta cierto punto, son una continuidad del modelo neoliberal de reg?menes previos (y que podr?a verse como una nueva forma de privatizaci?n en lugar de nacionalizaci?n), han creado un escenario en el cual la extracci?n y exportaci?n de minerales y metales esta dominada por las trasnacionales. San Crist?bal, Sinchi Wayra y Manquiri (propiedad de extranjeros) en conjunto representan m?s de la mitad de la producci?n y exportaci?n de minerales, mientras que el sector cooperativo contribuy? con 30% y el Estado (COMIBOL) con solo 10%”[4].

?Se puede hablar de soberan?a en estas condiciones? Si el control de las exportaciones estrat?gicas del pa?s est? en manos de las trasnacionales extractivistas, obviamente que no. La soberan?a de la que habla el “gobierno progresista” es una demagogia; forma parte de la ret?rica populista. Lo que pasa es que ahora las trasnacionales controlan la transferencia de recursos naturales a trav?s de un “gobierno revolucionario”.

Entonces, la pregunta es: ?C?mo se articulan econom?a y poder? Esto, para decirlo de una manera acostumbrada, sin hacerse problemas de conceptualizaci?n, sobre todo teniendo en cuenta la perspectiva de la complejidad. Dicho de otra manera: Si el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente puede reproducirse usando variadamente gobiernos conservadores, despu?s, liberales, seguidamente nacionalistas revolucionarios, para continuar con gobiernos neoliberales, tomando la posta despu?s los “gobiernos progresistas”, ?c?mo es que se desenvuelve esta genealog?a del poder vinculada a una geopol?tica de la econom?a-mundo? Antes de intentar responder la pregunta haremos un repaso de un balance de la econom?a durante una d?cada perdida, despu?s haremos una interpretaci?n de este balance.

Un balance sin evaluaci?n

En uno de sus ?ltimos informes anuales, el presidente ha le?do un informe econ?mico que pretende ser el balance de una d?cada de gesti?n; la fuente, los datos, los cuadros, las comparaciones entre lo que llaman el modelo neoliberal y el modelo econ?mico social comunitario productivo boliviano, se encuentran en el libro Modelo Social Comunitario Productivo Boliviano de Luis Alberto Arce Catacora[5], Ministro de Econom?a y Finanzas Publica del gobierno progresista del autodenominado Estado Plurinacional. El libro tiene cuatro cap?tulos: Introducci?n, El Modelo Neoliberal en Bolivia 1985-2005, El Modelo Econ?mico Social Comunitario Productivo en Bolivia 2006-2014, Principales resultados econ?micos y sociales del Modelo Econ?mico Social Comunitario Productivo. El segundo cap?tulo hace una descripci?n sucinta del llamado modelo neoliberal, descripci?n enfocada en la experiencia boliviana del periodo en cuesti?n (1985-2005); revista del ajuste estructural y de sus pol?ticas econ?micas de libre mercado, de libre empresa y de competencia; concluyendo en los desenlaces, que tienen que ver con la crisis y los movimientos sociales anti-neoliberales que estallan. El tercer cap?tulo describe el Modelo Econ?mico Social Comunitario Productivo; comienza por sus antecedentes, continua con el Plan de Desarrollo Nacional propuesto el 2006 hasta la promulgaci?n de la Constituci?n. Contin?a con la exposici?n concisa de la parte de la Organizaci?n Econ?mica del Estado de la Constituci?n, que se interpreta, sin justificaci?n alguna, de que se trata del Modelo Econ?mico Social Comunitario Productivo. Despu?s de este supuesto aval, que da la Constituci?n al mentado modelo, se acaba con una exposici?n econom?trica del modelo econ?mico social comunitario productivo. El cap?tulo cuarto, se ocupa del balance comparativo, exponiendo descriptivamente la evaluaci?n estad?stica; pondera los resultados de la implementaci?n de la econom?a social comunitaria productiva. No vamos, ahora, entrar en discusi?n con el punto de vista reductivo y simple cuando se analiza el modelo neoliberal; tampoco vamos a entrar en debate respecto a una interpretaci?n economicista de la Constituci?n, que contiene una inferencia reduccionista de la Organizaci?n Econ?mica del Estado. Estos temas los hemos tocado antes en otros escritos[6]. Dejaremos para el final la interpelaci?n al uso demag?gico de modelo econ?mico social comunitario productivo. En este texto, nos abocaremos al an?lisis del cuarto cap?tulo, el relativo a los resultados de la implementaci?n del citado modelo.

El balance comienza con la nacionalizaci?n de los hidrocarburos. Se expone el Decreto Ley “H?roes del Chaco”, mediante el cual se nacionalizan estos recursos naturales. Se anotan las caracter?sticas de este decreto, que establece los procedimientos de la recuperaci?n soberana; particularmente el a?o del privilegiado ingreso para el Estado del orden del 82%, hasta la firma del Contrato de Operaciones. Sin embargo, se olvida de exponer y analizar el Contrato de Operaciones, cuando este 82% deja de darse, disminuy?ndose hasta el 62%. Tampoco se anotan las caracter?sticas del Contrato de Operaciones, donde, si bien, aparecen enunciados, al principio, parecidos a la Constituci?n; esto apenas es el proleg?meno del Contrato. T?cnica y efectivamente el Contrato entrega el control t?cnico de la producci?n hidrocarbur?fera a las empresas trasnacionales. YPFB no deja de ser una entidad administrativa, salvo su participaci?n asociada con empresas trasnacionales, su contribuci?n en algunos rubros y los montos de inversi?n destinados a fortalecer la empresa estatal. No se puede hablar de control t?cnico de la producci?n, de los flujos que salen por concepto de exportaci?n, salvo que se tome que este control corresponde a los informes de las empresas trasnacionales, que YPFB avala, sin verificaci?n t?cnica. No se dice en el an?lisis de este cap?tulo del libro en cuesti?n, que para la firma del Contrato de Operaciones no se esper? la culminaci?n de las auditorias, que se efectuaban bajo la direcci?n del ingeniero Enrique Mariaca Bilbao, precisamente para conocer, a ciencia cierta, cuanto hab?an invertido las empresas trasnacionales, sobre todo, para dimensionar las indemnizaciones o, en su defecto, los da?os al Estado por incumplimiento[7]. Todo esto, que hacen a un balance propiamente dicho, no se dice, ni es de inter?s de este libro. Lo que brilla por su elocuencia es un optimismo desbordante; sin duda alguna, tomando en cuenta, sobre todo, los contrastantes resultados de la gesti?n econ?mica del gobierno progresista, en comparaci?n con lo logrado por las gestiones de los gobiernos neoliberales. Parece un libro m?s de propaganda que de an?lisis econ?mico.

Despu?s se pasa al examen de los resultados de la nacionalizaci?n en la miner?a. Como en el caso anterior, la comparaci?n arroja resultados contrastantes. Se consideran los mecanismos legales de la miner?a, la ley heredada y la nueva ley minera, promulgada por el gobierno progresista. Se hace una escueta exposici?n de algunos art?culos; sobre todo llama la atenci?n que se obvia comentar la estructura y las caracter?sticas de la nueva ley minera, que mantiene los porcentajes bajos de la tributaci?n, los impuestos y las regal?as, parecidos a los del periodo neoliberal; muy lejos de lo que ocurre en el ?rea de hidrocarburos. Mientras el Estado recibe un 62% por concepto de impuestos, tributaciones y regal?as, en hidrocarburos; en el ?rea de la miner?a el Estado recibe una proporci?n de alrededor del 8%. Fuera de ser una ley que ampl?a y consolida el modelo extractivista colonial del capitalismo dependiente. Una ley que hemos llamado de “traici?n a la patria”, desde la perspectiva constitucional misma; tipificando, por parte de la Constituci?n, de esta manera, esa conducta pol?tica, cuando se atenta de ese modo contra la soberan?a de los recursos naturales, de propiedad de los bolivianos; vulnerando la cl?usula de la Constituci?n que proh?be exportar materias primas, sino que obliga a la industrializaci?n. Adem?s de conceder onerosamente concesiones a las empresas trasnacionales extractivistas. Despu?s, se sigue con el balance positivo de la nacionalizaci?n de las telecomunicaciones y la nacionalizaci?n del sector el?ctrico.

La contrastaci?n cuantitativa es marcadamente notoria. Un ejemplo se encuentra en el desempe?o productivo de los hidrocarburos. La producci?n bruta de gas natural creci? de un ritmo de 40.2 MMm3/d?a, en 2006, a 61.3 MMm3/d?a, en 2014. La producci?n de hidrocarburos l?quidos muestra una tendencia similar; el volumen promedio de petr?leo condensado y gasolina tuvo un ritmo de 63.1 miles de barriles por d?a (MBbl/d?a), en comparaci?n con el 2005, cuando lleg? al 40.2 miles de barriles por d?a.

Se presentan las plantas separadoras, la Planta Separadora de L?quidos R?o Grande y la Planta Separadora de L?quidos Gran Chaco “Carlos Villegas Quiroga”, como industrializaci?n, sin explicar por qu?. La industrializaci?n supone transformaci?n de las materias primas, de los insumos; la separaci?n es eso, disociaci?n. Est? dif?cil presentar la separaci?n como industrializaci?n; bueno, es ese el lenguaje usado por el gobierno populista. Se puede calificar como industrializaci?n a la petroqu?mica, pero, no a la separaci?n. En este sentido, se presentan la Planta de Amoniaco y Urea, las Plantas de Etileno y Polietileno, Propileno y Polipropileno, adem?s de la Planta de Gas Natural Licuado (GNL). El conglomerado de YPFB, sus empresas subsidiarias y las compa??as operadoras privadas invirtieron un monto de $us 9,182 millones. Otra comparaci?n contrastante es la relativa a las utilidades; las empresas subsidiarias y la casa matriz obtuvieron $us 7,908 millones de utilidades, en el lapso de 2006 al 2014; en contraste, con $us 644 millones, obtenidos en el lapso 2001-2005. Ciertamente, que, en ese entonces, pr?cticamente no hab?a YPFB, salvo como oficina administrativa.

La inversi?n en hidrocarburos baja de $us 514 millones a $us 246 millones, del 2001 al 2005; en contraste, la misma inversi?n sube de $us 273 millones a $us 2,111 millones, entre el 2006 y el 2014. Durante el periodo del gobierno progresista se gener? $us 31,888 millones, por concepto de ingresos, a trav?s del IDH, regal?as, participaci?n de YPFB, patentes e impuestos, tanto al upstream como al downstream. Otro dato contrastante es el relacionado a la renta hidrocarbur?fera anual; el 2005 la renta fue de $us 974 millones, en tanto que el 2014 fue de $us 6,096 millones. Estos datos son ciertamente la consecuencia de la nacionalizaci?n de los hidrocarburos. Se puede decir que ?sta es la diferencia entre el periodo neoliberal y el periodo del gobierno progresista. Sin embargo, la pregunta es: ?por qu? el gobierno popular sigue insistiendo en la comparaci?n con el periodo neoliberal? No es este contraste notorio el que est? en discusi?n; ?a qui?n quiere convencer sobre estas notables diferencias? ?A los neoliberales? El resto, sobre todo el pueblo, sabe de sobra sobre esta diferencia. La comparaci?n no es con el pasado sino con lo que establece la Constituci?n.

En relaci?n con la estructura jur?dica-pol?tica de la Constituci?n, el gobierno progresista se queda lejos. Su decantada propaganda y publicidad, sus insostenibles interpretaciones, demag?gicas y de difusi?n, no cambian la situaci?n; no los convierte en consecuentes pol?ticos con la implementaci?n de la Constituci?n. Son solo palabras, im?genes publicitarias, propaganda, diatriba estridente de apologistas, aduladores, gobernantes y parlamentarios oficialistas. Nos hemos ocupado del tema en Descolonizaci?n y transici?n, tambi?n en otros escritos; de la misma manera, hemos sido puntillosos con la cr?tica a las pol?ticas inconstitucionales del gobierno en lo que respecta a la Organizaci?n Econ?mica del Estado, que nosotros interpretamos como el horizonte de la econom?a social y comunitaria, en contexto ecol?gico, en perspectiva del sumaj qama?a y el sumak kausay. El horizonte de la econom?a social y comunitaria supone transiciones conectadas y articuladas de dispositivos econ?micos estatales, con la intervenci?n del Estado, hacia la realizaci?n de la econom?a social y comunitaria; transiciones de la econom?a privada desarticulada a una econom?a privada articulada a la direcci?n planificada del Estado, que nosotros llamamos, como corresponde, capitalismo de Estado, articul?ndose, en estas transiciones, al horizonte de la econom?a social y comunitaria. Transiciones de las econom?as campesinas subsumidas al mercado, en condiciones de subordinaci?n, incluso de explotaci?n, hacia econom?as campesinas articuladas al horizonte de la econom?a social y comunitaria. Si bien, no se puede hablar de econom?a cooperativa, tal cual, sobre todo en miner?a, pues es, mas bien, una econom?a privada diseminada, fragmentada, incluso, peque?a y mediana, que contrata a trabajadores a destajo, super-explotados, de todas maneras, diremos que, en este caso, tambi?n se trata de transiciones de la econom?a cooperativa desmembrada hacia una econom?a cooperativa en articulaci?n con el horizonte de la econom?a social y comunitaria. La econom?a social y comunitaria, tiene como substrato lo que llamamos oikolog?as comunitarias, para diferenciarlas del estrecho concepto de econom?a. Estas comunidades, en el concepto de la Constituci?n, al expresarse como social y comunitarias, se refiere a las comunidades ancestrales, brillan por su ausencia en las pol?ticas y pr?cticas econ?micas del gobierno progresista, que, mas bien, se caracteriza por ahondar en la econom?a extractivista y en la forma de Estado rentista; ciertamente, en las condiciones mejoradas por la nacionalizaci?n y por la modificaci?n transformada de los t?rminos de intercambio.

No se trata pues de un Modelo Econ?mico Social Comunitario Productivo, a no ser en la forma especulativa como se la presenta, siendo no otra cosa que econom?a extractivista del capitalismo dependiente. ?Por qu? se nombra esta continuidad de la dependencia, bajo un gobierno popular, Modelo Econ?mico Social Comunitario Productivo? ?Es una manera de decir que se cumple con la Constituci?n, aunque no lo hagan, sino todo lo contrario? ?Creen realmente que practican y aplican este modelo mentado? ?Es una confusi?n pasmosa tanto econ?mica, pol?tica, ideol?gica y, sobre todo, conceptual? ?Es un tema de propaganda? Para comprender esta entreverada contradicci?n es menester observar el panorama pol?tico del gobierno progresista; es el estilo de nombrar, de usar el lenguaje pol?tico, de la forma de sus discursos, de la propensi?n a la simulaci?n y al montaje, en todo su desenvolvimiento gubernamental, congresista, partidario y pol?tico. Este es el estilo; la inflaci?n de las palabras, el desajuste de los sentidos y significados, respecto a los referentes concretos. Se trata de una forma de hacer pol?tica, una manera de efectuar los “procesos de cambio”, transformando imaginariamente, mientras las estructuras de poder, las estructuras estatales, siguen iguales; puede que haya habido efecto social al impactar en sectores sociales, mejorando sus condiciones y situaci?n de accesibilidad. Por ejemplo, estratos pudientes de los colonizadores, de los productores de hoja de coca, han ingresado al contingente de las “clases medias”. Tambi?n se puede tomar en cuenta, aunque su impacto sea solo coyuntural, los y las beneficiarias de los bonos. Puede, incluso, haber bajado estad?sticamente la pobreza; sin embargo, todo esto, no implica haber resuelto la problem?tica social y de las desigualdades. Hacer creer que esto ocurre es confundir explotaci?n, desigualdad, discriminaci?n, con esa figura asistencial inventada por la cooperaci?n internacional, pobreza. En esto, en esta interpretaci?n institucional, los del gobierno progresista no se diferencian de las ONGs que critican, tampoco de la cooperaci?n internacional, ni de las religiones que atienden a las v?ctimas. Todas estas expresiones juegan al poder con estas representaciones y manipulaciones de la pobreza.

Las pol?ticas en miner?a consistieron en el Fortalecimiento de la Empresa Metal?rgica de Vinto (EMV), la Rehabilitaci?n del Complejo Metal?rgico de Karachipampa, el Complejo Hidro-metal?rgico Corocoro, la F?brica de ?cido Sulf?rico, la Industrializaci?n del Litio, Fase I, Planta Semi-industrial de Cloruro de Potasio y Planta Piloto de Carbonato de Litio, Construcci?n del Horno Ausmelt; adem?s de contar con los proyectos de la Empresa P?blica Nacional Estrat?gica de Cemento de Bolivia (ECEBOL), Industrializaci?n del Litio: Fase II, Plantas Industriales de Carbonato de Litio y Cloruro de Potasio, Industrializaci?n de Litio, Fase III, Implementaci?n Planta Piloto de Bater?as de Litio.

El PIB minero aument? de un promedio anual de Bs 1,032 millones, en el lapso de 1990 al 2005, a Bs 1,846 millones, en el lapso de 2006 al 2014. La tasa anual promedio fue de 1.0%, en el primer periodo, en tanto que fue del orden de 9.6%, en el segundo periodo. El PIB minero pas? de Bs 918 millones, en 1990, a Bs 1,043 millones, en 2005, y de Bs 1,112 millones, en 2006, a 2,158 millones, en 2014. Paralelamente, el ?ndice de volumen f?sico de la miner?a se increment? sostenidamente desde el 2006; la tasa anual promedio de producci?n fue del orden del 2.2%, en el intervalo 1990 al 2005, y del orden del 10.7%, en el intervalo 2006 al 2014. El contraste notorio sigue en lo que respecta a las exportaciones; las exportaciones minerales dan un salto a partir de 2006. En el lapso de 1995 al 2005, el promedio anual de exportaci?n es de $us 251 millones; en contraste, alcanz? a la suma de $us 1,694 millones, en el lapso de 2006 al 2014. Abarcando la totalidad de los periodos comparados, tenemos que, en el primer periodo, se export? $us 2.758 millones; en contraste, en el segundo periodo, se export? $us 15,250 millones. En 1995 se export? minerales por un valor de $us 244 millones, llegando a un valor de $us 351 millones, en 2005; en contraste, en 2006, el valor exportado fue de $us 794 millones, llegando a $us 2,035 millones, en 2014, teniendo como cumbre el 2011, con un valor de $us 2.427 millones. El volumen promedio anual fue de 0.4 millones de toneladas brutas, de 1999 al 2005, en tanto que fue de 1.1 millones de toneladas brutas, de 2006 al 2014. Sumando lo acumulado en cada periodo, se tiene que, en el primer periodo, se alcanz? a exportar 2.9 millones de toneladas brutas; en contraste, en el segundo periodo, se alcanz? a exportar 9.9 millones de toneladas brutas. Estos datos tambi?n pueden interpretarse como consecuencias efectivas de la nacionalizaci?n y las pol?ticas estatales en el ?rea minera.

Las consecuencias efectivas, adem?s de considerar, la subida de los precios de las materias primas, se observan tambi?n en el aporte fiscal de la miner?a. Las regal?as mineras y las recaudaciones tributarias tuvieron un aporte promedio anual de Bs 107 millones, en el periodo 2000-2005; en contraste, el mismo promedio fue de Bs 1,532 millones, en el periodo 2006-2014. El aporte fiscal minero se contabiliz? en Bs 62 millones, en 2000, llegando a Bs 253 millones, en 2005; en contraste, fue de Bs 560 millones, en 2006, llegando a Bs 1,649 millones, en 2014, teniendo como pico el 2012, con un aporte fiscal de Bs. 2,691 millones.

Como dijimos, estos son los efectos de la nacionalizaci?n, en un contexto de subida de los precios de las materias primas. Sin bien, el contraste es notorio e indiscutible, respecto al pasado neoliberal; como hemos hecho notar, no se trata solo de resaltar este contraste, sino de evaluar la gesti?n del gobierno progresista en conexi?n con lo que establece la Constituci?n. Al respecto, dijimos que, mas bien, el gobierno, las gestiones, las pol?ticas econ?micas, entre ellas las pol?ticas mineras, discrepan de lo determinado por la Constituci?n. Lo primero que correspond?a hacer es, fuera de nacionalizar, romper las privilegiadas concesiones a las empresas trasnacionales extractivistas, adem?s de levantar el para?so fiscal para las empresas mineras privadas, sean trasnacionales o bolivianas, medianas y peque?as; por otra parte, era menester suspender la pol?tica minera que promociona a un falso cooperativismo minero, que no es otra cosa que empresa privada encubierta, adem?s de realizar un capitalismo salvaje y depredador. Nada de esto ha pasado, el gobierno ha mantenido concesiones onerosas como las de San Crist?bal. El 3% de la explotaci?n minera la controla COMIBOL, el 27% de la extracci?n minera la controla la cooperativa, en tanto que el 70% la controla la miner?a privada, primordialmente las empresas trasnacionales extractivistas. En este panorama, nada halag?e?o, que habla, mas bien, de no solo altos niveles de dependencia, sino de subordinaci?n a los grandes monopolios mineros, no se puede tener un diagn?stico pretendidamente positivo, a pesar de las mejoras en la producci?n minera y en las exportaciones, increment?ndose el volumen y el valor de la producci?n; pues estamos ante una din?mica econ?mica donde se benefician de la mejor parte de la torta, en tama?o y en cualidad, donde se aprovechan de los efectos multiplicadores del monopolio de los mercados, adem?s del control de los procesos de industrializaci?n, las mismas cadenas oligop?licas, las famosas empresas trasnacionales extractivistas. Hablar en el leguaje del libro, exponiendo como elocuci?n optimista y positiva, con tono halagador y apolog?tico, escondiendo las profundas contradicciones, las estructuras persistentes de la dependencia y del modelo extractivista colonial, es legitimar, precisamente, la dependencia, la subordinaci?n; coadyuvando al saqueo de los recursos naturales por parte de las empresas trasnacionales extractivistas, a pesar de las mejoras en los t?rminos de intercambio, esta vez, mucho menores que lo que ocurre en hidrocarburos.

Conclusiones
Estamos ante un discurso apolog?tico, encargado de presentar lo supuestamente acaecido como si fuese una epopeya. Es la narrativa de los h?roes, como se hac?a antes de la novela, que, mas bien, es la narrativa de los antih?roes; tendiendo, de manera diferente, a la cr?tica, la iron?a, a la an?cdota y a la paradoja, en la prosa de las experiencias modernas narradas. En los discursos descriptivos, pretendidamente objetivos, como los an?lisis econ?micos, de manera m?s restringida, como los balances, el discurso apolog?tico adquiere una prosa ?rida, llana, sin ritmos, prolija en estad?sticas, cuadros e indicadores. El problema no es el an?lisis estad?stico, sino que se lo reduce a descripciones cuantitativas, a cuadros, a series de indicadores, que quedan descritos; empero, quedan faltos de an?lisis.
Estamos ante un balance de la d?cada de gestiones econ?micas del gobierno progresista, periodo de gestiones contrastado con el periodo de gestiones econ?micas neoliberales. Sin embargo, a pesar de la importancia de la tarea, no se alcanza a realizar un balance, propiamente dicho, sino el texto termina esmer?ndose en hacer hincapi? en la maravillosa incursi?n del gobierno, que recupera los hidrocarburos e inicia una pol?tica econ?mica desligada del proyecto neoliberal. El libro deriva en un texto de propaganda, aunque abundantemente apoyado por estad?sticas, cuadros e indicadores, acompa?adas por descripciones similares, que repiten lo que se ve en los datos, sin avanzar en el an?lisis.
El libro parte de las premisas que dibujan los contrastes entre ambos periodos, el neoliberal y el progresista. Empero, se queda en las premisas, sin desplazarse a las mediaciones, que ser?an, en l?gica, los an?lisis del “proceso de cambio”, con todas sus ambig?edades, dificultades y contradicciones. Un an?lisis que ayude a comprender las problem?ticas que se enfrentan como desaf?os. Por eso, tampoco llega a las conclusiones, como toda proposici?n l?gica. Lo que se llama “conclusiones” en el libro ya estaban anticipadas, son las verdades cinceladas por la “ideolog?a”.
No se entiende muy bien por qu? introduce un modelo econom?trico, que expresa en ecuaciones algebraicas el modelo econ?mico social comunitario productivo. El modelo econom?trico es esquem?tico al extremo, por lo tanto, simple, considerando linealidades, sin espesores, que no llegan a conformar planos; est? lejos de expresar la complejidad, no solamente de los planos de intensidad de la realidad social, sino del mismo plano de intensidad econ?mico, que, en el caso de las transiciones, requiere simulaciones matem?ticas complejas; por lo menos relativas al an?lisis multivariable. Puede ser que para darse aires de formalidad y de pretendida cientificidad. Estas exageraciones o poses acompa?an a todos los pol?ticos; ciertamente lo hacen de distintas maneras; en este caso, se pretende convertir una propaganda en an?lisis econ?mico, presentando como aditamento un modelo econom?trico reductivo, demasiado esquem?tico como para poder expresar una complejidad, por lo menos, enunciada en subt?tulos, como la del modelo econ?mico social comunitario productivo.

Una interpretaci?n de la d?cada

La pregunta es: ?Qu? es lo que pas?? Hay que buscar la respuesta en los funcionamientos de la complejidad de la formaci?n social, usando un concepto conocido, para no complicar la exposici?n. No como explica la teor?a lo ocurrido, cualquiera sea ?sta; mucho menos forzar una supuesta explicaci?n desde las compulsiones dogm?ticas de la “ideolog?a”, cualquiera sea ?sta. Entonces se trata de responder a c?mo han funcionado los aparatos, los dispositivos, las instituciones, los imaginarios, las “ideolog?as”, en combinaci?n con las pr?cticas, los habitus, las relaciones, las estructuras; adem?s, en los contextos donde se dan procesos locales, nacionales, regionales y mundiales. No parece adecuado seguir pretendiendo explicar procesos pol?ticos y sociales en la circunscripci?n nacional, como si hubiera solo una historia nacional, que hace de trasfondo a los hechos, sucesos y eventos. Hay historias, usando tambi?n un concepto moderno discutible, asociado a la idea de tiempo y de secuencia lineal; historias, en distintas escalas, que hacen a la constelaci?n de historias de la mundanalidad. Hay que interpretar los procesos pol?ticos y sociales, entonces, en las distintas escalas, teniendo en cuenta la perspectiva mundial.

Los procesos de cambio, desatados en Sud Am?rica, tienen que ver no solo con las crisis estructurales, a escala nacional, sino con la crisis generalizada a nivel mundial. La pregunta entonces es: ?Por qu?, a pesar de que la crisis es generalizada mundialmente, los procesos de cambio se dan solo en algunos pa?ses? La respuesta posible tiene que ver con las singularidades de estos pa?ses, donde se dan los movimientos sociales anti-sist?micos, que se prolongan y triunfan. Debemos buscar en estas singularidades la excepci?n de la regla, que, en este caso, tiene que ver, hipot?ticamente, con el mayor peso del conformismo que del inconformismo; con la mayor inclinaci?n al desasosiego que a la actitud cr?tica e interpelativa. No es que unos pueblos tienen estas caracter?sticas y estos atributos y otros no lo tienen. Todos los pueblos contienen las condiciones de posibilidad de la predisposici?n a luchar, no solamente por sus derechos, sino por la vida. Lo que parece pasar es que, en determinadas condiciones, contextos, nudos de historias encontradas, de experiencias sociales y memorias actualizadas, emerge con mayor fuerza la predisposici?n a luchar, a activar, a la voluntad de transformaci?n. En Venezuela, en Brasil, en Ecuador, en Bolivia, con menos intensidad, en Argentina y en Uruguay, ha pasado esto, en el periodo de movilizaciones, primero, despu?s, en la etapa de gobiernos progresistas, de fines del siglo XX y principios del siglo XXI. Al respecto, nos remitimos a los ensayos que se han ocupado de analizar e interpretar las coyunturas de los llamados “procesos de cambio” singulares y diferenciales de los pa?ses citados[8].

Resumiendo, con el peligro de simplificar, podemos decir, retomando panor?micamente lo expuesto en esos ensayos, que los procesos de cambio como que son catalizados por acontecimientos de movilizaci?n general o de largas resistencias y luchas sociales acumuladas. En el caso venezolano, podemos se?alar que el Caracazo es un hito en la emergencia del proceso de cambio, que va adquirir el perfil pol?tico de la revoluci?n bolivariana. En el caso de Brasil, si bien, la crisis social y econ?mica, que desata el proyecto neoliberal implementado, empujando a movilizaciones sociales, es como el antecedente, lo que parece gravitante es, mas bien, la acumulaci?n hist?rica de una larga experiencia y memoria social, que se nuclea en el PT, adem?s de otras organizaciones sociales y colectivos activistas. En el caso ecuatoriano, parece que el catalizador son las luchas y movilizaciones de los pueblos y las naciones ind?genas, adem?s de colectivos activistas, que impulsan la defensa de los derechos ind?genas y los derechos de la naturaleza, los derechos sociales y la soberan?a sobre los recursos naturales; es, entonces, esta forma del proceso, lo que hace de catalizador de otro proceso de cambio singular. En el caso de Bolivia, el catalizador es la movilizaci?n prolongada anti-neoliberal, nacional-popular, descolonizadora, del sexenio 2000-2005; teniendo como substrato las luchas y las movilizaciones de los pueblos y las naciones ind?genas-originarias. En el caso de Argentina, parece ser el detonante, esta vez, diferido, el costo social y econ?mico del proyecto neoliberal implementado, convirtiendo en catalizador a movilizaciones sociales, como la de los piqueteros y cacerolazos, adem?s de las movilizaciones de los damnificados por el “corralito”; movilizaciones sociales acompa?adas, despu?s, por una dilatada resistencia, mas bien, fragmentada y dispersa. En el caso argentino, el descontento social y pol?tico fue canalizado por la nueva versi?n nacional-popular del peronismo, el kirchnerismo, a diferencia de lo que ocurri? en Brasil, donde fue el PT, de tradici?n marxista. En el caso uruguayo, que se parece en la forma, con el caso argentino, teniendo en cuenta algunas analog?as, acompa?adas por diferencias, es donde el catalizador parecen ser movilizaciones tambi?n fragmentarias y un tanto dispersas; empero, canalizadas por el Frente Amplio.

Los procesos de cambio singulares, si bien, contienen estos detonantes y catalizadores diferenciales y propios, son seguidos por lo que se va a venir en llamar, entre varios nombres que adquieren, gobiernos progresistas. En esta etapa gubernamental, es cuando adquieren m?s analog?as y parecidos, estos gobiernos, a pesar de las diferencias mantenidas. Los gobiernos progresistas tropiezan con ciertos l?mites impuestos por la herencia de las mallas institucionales y por encontrarse dentro del sistema-mundo capitalista. Uno de esos l?mites, para resumir, es el de la dependencia econ?mica, adem?s de su ubicaci?n en la geopol?tica del sistema-mundo capitalista; en condici?n de periferias, en unos casos, en condici?n de potencia emergente, en el caso de Brasil, en tanto m?s all? de la periferia, pero m?s ac? del centro, como es el caso de Argentina. Otro de esos l?mites es impuesto por las estructuras de poder del orden mundial y por las estructuras de poder heredadas del Estado-naci?n subalterno o de Estado-naci?n de potencia emergente. Los procesos de cambio se traban en estos l?mites, sin cruzar el umbral. Al hacerlo, optan por administrar la condici?n dependiente en la geopol?tica del sistema-mundo capitalista o, en su caso, en la condici?n de potencia emergente, por lo tanto, en las circunstancias del centro de la econom?a-mundo capitalista. As? mismo, optan por gobernar desde la misma maquinaria estatal, con algunas reformas en la fachada y menos cambios en la estructura estatal. Hay que reconocer que las tareas que se proponen son dif?ciles, por esta situaci?n ambivalente, y llevan a contradicciones.

Como dijimos en otros ensayos, no compartimos las tesis de la teor?a de la conspiraci?n, tampoco, en consecuencia, el simplismo de explicar las contradicciones de los procesos de cambio debido a “traiciones”. Las historias pol?ticas de los procesos de cambio son m?s complejas que la simple narrativa de tramas personificadas en figuras de l?deres, caudillos, por un lado, y conspiradores opositores, por otro lado, con el trasfondo de la conspiraci?n imperialista. Como dijimos tambi?n, no es que no haya conspiradores ni conspiraciones, sino que los procesos pol?ticos no se explican por estos factores dram?ticos, que convierten las historias pol?ticas en dramas de protagonistas individualizados. Los procesos pol?ticos son acontecimientos pol?ticos, y es posible comprenderlos, analizando el acontecimiento, en la complejidad din?mica de multiplicidad de singularidades, articuladas e integradas. No se tiene que descartar el papel que cumplen los personajes de la pol?tica; sin embargo, es inapropiado convertirlos en los ejes de los procesos de cambio, salvo, se entiende, si se trata de “ideolog?a” o propaganda.

En lo que respecta al proceso de cambio boliviano, que es lo que nos ocupa ahora, para resumir, con el peligro de esquematizar, el acontecimiento pol?tico, puede ser bosquejado, como aproximaci?n, a partir de un conjunto de singularidades, si no son m?ltiples, lo que se hace dif?cil exponer en este ensayo; sin embargo, lo hicimos en otros ensayos. Hablamos, en primer lugar, de movimientos sociales anti-sist?micos y movilizaciones singulares diferentes, que se articulan en el decurso de las luchas, sin necesidad de conformar una coordinadora de movimientos sociales, que ha sido propuesta varias veces. En segundo lugar, otras singularidades tienen que ver con la radicalizaci?n de las movilizaciones dadas; que adquieren caracter?sticas autogestionarias, de autogobierno, de protagonismo de las bases, por lo menos, durante los momentos de intensidad de las movilizaciones, como cuando los relativos a los bloqueos. En tercer lugar, los desenlaces de la ofensiva popular y de las victorias sociales y pol?ticas de los movimientos. A pesar de la contundencia de las victorias populares, como cuando se dio la guerra del agua y la guerra del gas, los desenlaces se dieron en la forma constitucional y por la v?a electoral. Hecho que mengu? el contenido radical de las movilizaciones; hecho que dio pie a que una de las expresiones menos radicales, mas bien, heredera del nacionalismo y de reminiscencias de la vieja izquierda, cobrara vigencia pol?tica y se convirtiera en la salida electoral a la crisis m?ltiple del Estado; hablamos del MAS. En cuarto lugar, la forma del proceso de nacionalizaci?n, sobre todo, de los hidrocarburos, que comienza con algo parecido a una expropiaci?n a medias o, en su caso, de la mayor?a de las “nacionalizaciones”, en compra de acciones, deriva en Contrato de Operaciones. Contrato que termina desnacionalizando, sin retirar, empero, lo ganado en los t?rminos de intercambio, es decir, en el incremento significativo de los ingresos del Estado. Esta caracter?stica de las nacionalizaciones del siglo XXI, muestra claramente los l?mites del proceso de cambio y sus contradicciones. En quinto lugar, no por esto jer?rquicamente el menos importante, sino al contrario, quiz?s el m?s importante, el proceso constituyente, que lleva a una Asamblea Constituyente contradictoria, dual, siendo originaria, por emerger de las entra?as de las luchas sociales, pero, tambi?n, derivada, por ser convocada por el Congreso. Una Asamblea Constituyente que logra aprobar una Constituci?n plurinacional, comunitaria y auton?mica, a pesar de las dif?ciles contingencias y el contexto adverso de boicot y dilataci?n, efectuado por la llamada oposici?n “derecha”, aunque tambi?n por los errores sistem?ticos de la conducci?n e interferencia del MAS. Sin embargo, la Constituci?n termina convertida en un texto de vitrina, un texto de propaganda para presumir, pero no para cumplirlo.

Estas cinco singularidades, sus correspondencias, sus entrelazamientos terminan otorgando un perfil y composici?n singular al proceso de cambio boliviano. Se puede decir que se trata de un proceso de cambio en los l?mites del Estado-naci?n subalterno, a pesar de su autonombramiento de Estado plurinacional. Un proceso de cambio en los l?mites del modelo extractivista y del Estado rentista, a pesar de la nacionalizaci?n de los hidrocarburos y las reformas implementadas por el gobierno; reformas que no alcanzan a trastocar las estructuras de poder, ni las estructuras del Estado. De ninguna manera se dice que no hay diferencias con los gobiernos neoliberales anteriores; al contrario, se parten de estas diferencias, constatables; sin embargo, se anota que estas diferencias no son tan grandes como para separar definitivamente a ambas expresiones pol?ticas, la neoliberal y la populista, de una concepci?n compartida del poder y del Estado, a pesar de las diferencias “ideolog?as” y discursivas. A pesar de los impactos positivos sociales de pol?ticas del gobierno progresista y los impactos negativos sociales del proyecto neoliberal. El problema es, como dijimos antes, que, a pesar de las diferencias, hay m?s proximidad entre estas expresiones opuestas, que la proximidad esperada con la Constituci?n por parte del gobierno progresista, respecto a la cual parece, mas bien, alejado.

En el anterior ensayo, Balance sin evaluaci?n[9], tratamos del balance econ?mico de la d?cada en cuesti?n (2006-2014); otra conclusi?n de la lectura de este ensayo podr?a ser: el perfil econ?mico boliviano se encuentra en el l?mite del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente, a pesar del impacto de la nacionalizaci?n y los esfuerzos, un tanto desarticulados, en la inversi?n autodenominada productiva. Un perfil econ?mico, que se mueve en los l?mites de la dependencia, sin poder salir de este umbral, precisamente por haber expandido el modelo extractivista de la econom?a. Si bien, esta conclusi?n ya fue enunciada en los ensayos Bolivia: perfil econ?mico y Plano de intensidad econ?mico boliviano, decirlo ahora, despu?s del ensayo del balance econ?mico de la d?cada, apunta m?s a una conclusi?n de evaluaci?n que a una caracterizaci?n, como hicimos antes. Por otra parte, ayuda a retomar apuntes que hicimos anteriormente, cuando dec?amos que la industrializaci?n no se da autom?ticamente, como consecuencia de la nacionalizaci?n, sino que se requiere de otras condiciones de posibilidad hist?ricas, como la masa cr?tica cient?fica, como la transferencia de tecnolog?a, como la revoluci?n, en serio, de la formaci?n educativa, no la demag?gica, que ahora se implementa, como la adecuaci?n y actualizaci?n a las tecnolog?as de punta, limpias y ecol?gicas, apuntando a una eco-industrializaci?n y a una eco-econom?a o, mejor dicho, a una oikologia integral[10]. Que la independencia econ?mica, es decir la salida de la dependencia, se da en el contexto de la integraci?n de la Patria Grande.

Todo esto nos lleva a comprender que se trata de un proceso de cambio encajonado en los l?mites acotados, que, empero, no deja de ser reformista, en el buen sentido de la palabra; proceso de cambio tambi?n, contradictorio, restaurador, clientelar, como ocurre con “procesos de cambio” cercados en los m?rgenes de maniobra, que permite la geopol?tica del sistema-mundo capitalista. No se trata de debatir, en la interpretaci?n lineal del proceso de cambio, ?qu? hay que hacer?, ?apoyar, apoyar cr?ticamente u oponerse?, sino, en la perspectiva de la complejidad, preguntarse: ?C?mo salir del c?rculo vicioso del poder recurrente, en toda la modernidad? ?C?mo impulsar la emergencia de otros horizontes hist?rico-pol?ticos-culturales? No se trata de creer que el activismo autogestionario excluye la comprensi?n de las diferencias de la gubernamentalidad populista de la gubernamentalidad neoliberal, sin la necesidad de obligarse a ning?n apoyo o apoyo cr?tico, que puede darse o no, en el contexto de la decisi?n colectiva de aut?nticos movimientos sociales anti-sist?micos, como los de la movilizaci?n prolongada, no la farsa usurpadora de organizaciones sociales cooptadas afines al oficialismo.

Algo que no dijimos en el ensayo anterior, es que no se trata de inversi?n productiva y de inversi?n social, en sus formas cuantitativas, apreciadas en sus formas estad?sticas, sino de la estructura cualitativa de la inversi?n productiva y social, de la forma sistem?tica de ejecutar estas inversiones materiales, no solo cuantitativas; se trata de administrar y controlar estas inversiones efectivas, que no pueden ser sino cualitativas; lo cuantitativo sirve para medir lo que se da como inversi?n cualitativa; la inversi?n efectiva no es resultado de la inversi?n cuantitativa. ?ste es el problema del gobierno populista, que percibe estas inversiones desde la perspectiva de la metaf?sica estad?stica, creyendo que la forma num?rica de la inversi?n resuelve de por s? el problema del cambio de la nombrada matriz productiva, creyendo que se trata de un modelo econom?trico, como si la realidad se redujera a esta ecuaci?n abstracta. No se da cuenta que no se trata de resoluci?n expectante estad?stica, no se trata del discurso, sino de transformaciones estructurales e institucionales efectivas. El apego a la demagogia, a la especulaci?n, al montaje y a la simulaci?n, es lo que extrav?a las pol?ticas econ?micas del gobierno progresista; cuando pod?a haberlo hecho mejor, administrando seriamente, eficientemente, con responsabilidad, sus reformas. A tal punto llega la especulaci?n, que llama “revoluci?n” a una reforma, que nombra Modelo Econ?mico Social Comunitario Productivo a lo que es capitalismo de Estado. Pod?a aceptar lo que es, en realidad, esforz?ndose a que funcionen estas reformas; esto ya era suficiente, para los alcances de este “proceso de cambio”. Sin embargo, el gobierno popular se extravi? en pretensiones sin sustento, embarc?ndose en gestiones agobiadas por proliferantes irresponsabilidades, demagogias, falsedades y corrupciones. Esta conducta no ayuda a prolongarse en el poder, pues la gente, incluso la gente que apoya al “proceso de cambio”, se cansa de la simulaci?n y la comedia, terminando optando por el voto castigo.

Interpretaci?n de la genealog?a del poder y la geopol?tica econ?mica

Desde la perspectiva de la complejidad no hay campos sociales autonomizados, todo est? integrado y articulado din?micamente. Por as? decirlo, econom?a y poder, campo econ?mico y campo pol?tico, forman una complejidad din?mica, integral y articulada, en constante movimiento, comprendiendo sus distintos planos y espesores de intensidad articulados diferencialmente, dependiendo de las referencias y enfoques desde donde se visualiza y recorta la realidad, sin?nimo de complejidad. La genealog?a del poder y la geopol?tica de la econom?a son perspectivas interpretativas de la complejidad. Las m?quinas de poder y las m?quinas econ?micas conforman una heur?stica compleja en el sistema-mundo, manifest?ndose singularmente en los distintos lugares, naciones, regiones y mundo. Para decirlo f?cilmente, aunque pecando de esquematismo, los dispositivos de poder son, a la vez, dispositivos econ?micos y viceversa.

La civilizaci?n moderna se hace visible, hace patente lo que es, en el recorrido de las huellas ecol?gicas, que marcan la destrucci?n del planeta. Entonces, las m?quinas de poder y las m?quinas econ?micas son los instrumentos de esta devastaci?n del sistema-mundo capitalista. La genealog?a del poder corresponde al retorno recurrente y reiterativo de las dominaciones polimorfas, en las distintas formas del devenir violencia de la econom?a pol?tica del poder; la geopol?tica econ?mica corresponde a la expansi?n planetaria de las huellas ecol?gicas, la marca de muerte que deja la civilizaci?n moderna, en su crecimiento y desarrollo.

En Bolivia la genealog?a del poder nace como dominaci?n colonial; persiste, despu?s de la independencia, como desplazamiento de la colonialidad, en la historia de sus formas pol?ticas, conservadoras, liberales, nacionalistas, neoliberales, neopopulista. La geopol?tica econ?mica se manifiesta singularmente en la geograf?a pol?tica nacional como expansi?n de la contaminaci?n y depredaci?n minera e hidocarbur?fera, adquiriendo las formas concretas del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente.

Se pueden encontrar ejemplos simples para ilustrar esta integralidad econ?mica-pol?tica de las din?micas complejas de la formaci?n social boliviana; no solamente en lo que respecta al papel cumplido por la burgues?a de la miner?a de la plata, cuando los potentados fung?an a la vez de gobernantes, inclusive antes, durante los periodos coloniales, cuando los conquistadores se convirtieron en la casta rica de los virreinatos, sino tambi?n, posteriormente, durante la hegemon?a de los “barones del esta?o”, cuando la burgues?a del esta?o, si bien, no requer?a aparecer en las funciones de gobierno, contaban con el dispositivo de poder del llamado “super-Estado” minero. As? mismo, se encuentran ejemplos ilustrativos durante los periodos de la llamada revoluci?n nacional (1952-1964), cuando los gobernantes promovieron desde el Estado la formaci?n de una burgues?a nacional. Durante el periodo de las dictaduras militares, los gobernantes de facto continuaron con el enriquecimiento, por usufructo del poder, aunque de una manera m?s grotesca y fragmentaria. Durante los periodos neoliberales, el enriquecimiento de la burgues?a nacional se dio por el procedimiento del ajuste estructural, con las privatizaciones de las empresas p?blicas y de los recursos naturales, la apropiaci?n de los ahorros de los trabajadores y la restricci?n de la inversi?n social. Durante los periodos del “gobierno progresista” el enriquecimiento se desenvolvi? por la extensi?n intensiva y demoledora de las redes clientelares y los circuitos preb?ndales, conformando, de esta manera, la burgues?a rentista y la burgues?a de la hoja de coca excedentaria. Sin embargo, no se trata de ilustrar a trav?s de ejemplos simples, sino de encontrar las articulaciones espec?ficas entre econom?a extractivista y Estado rentista.

Siguiendo la l?gica de nuestra exposici?n, diremos que la econom?a extractivista es inmediatamente una maquinaria de poder del Estado rentista, a su vez, el Estado rentista es inmediatamente una maquinaria econ?mica del modelo extractivista. En otras palabras, las m?quinas econ?micas extractivistas funcionan inmediatamente como m?quinas de poder del Estado rentista. La econom?a funciona usando dispositivos pol?ticos y la pol?tica funciona usando dispositivos econ?micos. Se trata de estructuras complejas econ?mico-pol?ticas y pol?ticas-econ?micas, cuyos dispositivos complejos cumplen, a la vez, ambas funciones. La ciencia pol?tica considera al Estado como dispositivo de legitimaci?n, tambi?n como administrador p?blico, as? como aparato de representaci?n; as? mismo como dispositivo de represi?n, as? como aparato de guerra en defensa de la soberan?a. En cambio, la ciencia econ?mica considera al Estado desde la perspectiva del gasto, en el buen sentido de la palabra; el Estado es costo. Pero tambi?n lo considera como administrador y regulador de la econom?a; hablamos de administraci?n en el sentido econ?mico, no en el sentido pol?tico. As? tambi?n el Estado puede ser considerado como el que capta fondos para la inversi?n. A su vez, se le puede atribuir las tareas centralizadas para garantizar los servicios. Como se puede ver, las ciencias sociales encuentran caracter?sticas propias del campo pol?tico, diferentes a las caracter?sticas propias del campo econ?mico. El an?lisis moderno de las ciencias mencionadas se basa en el supuesto de la autonomizaci?n de los campos.

Podemos decir que el Estado responde a procesos de centralizaci?n; se trata, entonces, de procesos de estatalizaci?n. En consecuencia, el Estado moderno se construye a partir de estos procesos de centralizaci?n y de estatalizaci?n. Pero, c?mo pudo haberse dado la centralizaci?n sino a trav?s de procesos que abarcan ambos campos, el econ?mico y el pol?tico, y los hacen funcionar en las articulaciones y cruzamientos de sus funcionamientos, aparentemente diferenciables. Como dijimos antes, el Estado es la otra cara de la misma medalla, cuya otra cara es el capital. Para demostrar o ilustrar r?pidamente lo que decimos basta se?alar a la moneda; la moneda hace de equivalente general en la econom?a; la medalla circula con el sello del Estado en la pol?tica.

En la figura que usamos y en el ejemplo que damos, la medalla tiene dos caras; entonces qu? es la medalla, que tambi?n podemos nombrarla moneda, en sentido metaf?rico. Una moneda muestra su valor cuantitativo, pero tambi?n su valor cualitativo, el relativo a la legalidad del Estado. Este doble valor hace a la moneda. La moneda puede circular mostrando su valor cuantitativo porque, a la vez, muestra su valor cualitativo estatal. Entonces, no solo circula la moneda como equivalente general de las mercanc?as, sino tambi?n como s?mbolo del poder. Entonces, ?qu? es la moneda? Es, a la vez, un equivalente general econ?mico y un s?mbolo del poder. El poder tambi?n circula. A diferencia de su propiedad como equivalente general, que compara a partir de una igualdad cuantitativa, la propiedad cualitativa de s?mbolo de poder diferencia, marca la diferencia; establece la potestad de poder de imprimir, a trav?s del sello, el valor indiscutible del poder.

?Se puede decir que, por eso, la acumulaci?n dineraria corresponde tambi?n a una acumulaci?n simb?lica de poder? Desde la perspectiva de la sociolog?a de Pierre Bourdieu no ocurre esto, pues se distingue capital simb?lico de capital econ?mico, capital pol?tico de capital econ?mico. Sin embargo, la correspondencia puede darse de manera diferencial. La acumulaci?n econ?mica implica la posibilidad de la acumulaci?n de poder, dependiendo de que esta acumulaci?n se entienda y se d? como acumulaci?n cualitativa de disponibilidad de fuerzas. A su vez, implica la posibilidad de la acumulaci?n simb?lica, dependiendo de que se entienda como acumulaci?n cualitativa de prestigio. El fen?meno de la concentraci?n no solo es, pues, econ?mica, es decir, para hacerlo sencillo, cuantitativa, sino concentraci?n cualitativa de poder y concentraci?n cualitativa simb?lica, dependiendo si se ocasiona la disponibilidad de fuerzas y la disponibilidad de prestigio.

Ciertamente tambi?n pueden darse no-correspondencias; por ejemplo, que la acumulaci?n de riqueza no redunde en la acumulaci?n de poder, as? como tampoco en la acumulaci?n de prestigio. Las posibilidades inherentes se convierten, por as? decirlo, en imposibilidades; entonces, se da lugar una crisis m?ltiple o parcialmente m?ltiple. La acumulaci?n de riqueza merma en la acumulaci?n de la disponibilidad de fuerzas, as? como tambi?n merma en la acumulaci?n de prestigio, mas bien, redunda en el desprestigio. Cuando esto ocurre se habr?a roto la congruencia en la complejidad econ?mica-pol?tica. La crisis m?ltiple o parcialmente m?ltiple impide, por as? decirlo, la circulaci?n cualitativa del poder, que no puede realizarse leg?timamente. La ?nica manera de mover la maquinaria de poder es a trav?s de la espiral de violencia. De la misma manera se puede decir que se imposibilita la circulaci?n simb?lica, el desprestigio desacredita al ejercicio de poder. La ?nica manera de mover este deterioro imaginario es a trav?s de la propaganda y la publicidad. Como se puede ver, estamos ante una variabilidad de alternativas de la composici?n o, en su caso, descomposici?n de los dispositivos complejos econ?mico-pol?ticos, dependiendo que se den correspondencias o no correspondencias, congruencias o incongruencias.

Volviendo a la figura de la moneda, que se mueve tanto en el campo econ?mico, as? como en el campo pol?tico simult?neamente, no solo aparecen dos partes, relativas a las dos caras de la medalla, sino tambi?n una tercera parte m?s. Tenemos el valor num?rico en una cara, el valor cualitativo del poder, en otra cara, pero tambi?n, un tanto confundido con la inscripci?n del poder, aparece el s?mbolo mismo que le otorga el car?cter de grandeza o, si se quiere, de soberan?a. El poder no es el s?mbolo del poder, sino la relaci?n de fuerza, donde una fuerza activa afecta a la fuerza pasiva. El s?mbolo es como la plusval?a de c?digo, el prestigio que legitima; pero no solamente al poder sino tambi?n al valor num?rico, al equivalente general. La fuerza dominante se legitima, tambi?n se legitima el equivalente general; ambas legitimaciones son posibles por el valor simb?lico, el prestigio, es decir, el valor imaginario. Se puede decir que se da como un reforzamiento mutuo de los tres valores, el valor num?rico, el valor cualitativo del poder y el valor imaginario del s?mbolo.

Volviendo a las articulaciones especificas de la interjecci?n del campo econ?mico y el campo pol?tico, que adem?s suponen la interjecci?n con el campo simb?lico, por as? decirlo, podemos sugerir provisionalmente, a modo de hip?tesis de interpretaci?n, algunos ejemplos de articulaciones espec?ficas. Las articulaciones no parecen ser otras que los mismos agenciamientos concretos de poder y los agenciamientos concretos econ?micos, es decir, las instituciones de los campos sociales. Retomando la periodizaci?n referencial a la que aludimos, podemos decir que son las empresas mineras de la plata unas de estas articulaciones espec?ficas en el periodo de la miner?a de la plata. Desde la perspectiva asumida, las instituciones no se mueven solo en uno de los campos sociales, sino que atraviesan los distintos campos sociales simult?neamente. Las empresas mineras no solo son instituciones econ?micas, sino tambi?n son instituciones donde se agencia concretamente el poder, de manera espec?fica. As? como son instituciones donde se realiza el valor simb?lico; las instituciones son los lugares de los rituales y ceremonialidades del poder, donde se valoriza el s?mbolo o los s?mbolos en uso. En el periodo de la miner?a del esta?o tambi?n reaparece esta articulaci?n espec?fica de las empresas mineras; sin embargo, los campos sociales se han desplazado y desenvuelto, por as? decirlo, se han vuelto m?s complejos. El periodo de la miner?a del esta?o corresponde a una etapa m?s avanzada que la anterior de la revoluci?n industrial; desde un poco antes a la primera guerra mundial hasta pasada la segunda guerra mundial, la revoluci?n industrial transforma el campo econ?mico. El orden de relaciones del esta?o es m?s complejo que el orden de relaciones de la plata. Algo parecido pasa con el campo pol?tico, cuando se da lugar a la proliferaci?n de mediaciones; por ejemplo, ya no es necesario que los empresarios sean presidentes, pues las mediaciones representativas operan mejor respecto a los intereses econ?micos.

En el periodo de los hidrocarburos, que se mezcla y coexiste con el periodo del esta?o, empero, como que adquiere cierta notoriedad, sobre todo despu?s de la crisis del petr?leo, a comienzos de la d?cada de los setenta, las empresas de la energ?a f?sil son unas de las articulaciones especificas de los campos sociales; en el caso de Am?rica Latina, sobre todo se trata de empresas estatales del petr?leo y del gas. Estas articulaciones espec?ficas son sugerentes pues se erigen sobre la base de las nacionalizaciones. Por eso, podemos anotar que, particularmente en este periodo, en el campo econ?mico aparecen desplazamientos que corresponde, de manera m?s patente, a la crisis de la econom?a-mundo. Parece que es en estas articulaciones especificas, de las empresas hidrocarbur?feras, donde se manifiestan los signos de la crisis de manera m?s visible. Otra anotaci?n pertinente parece ser la que observa que tambi?n se hacen evidentes las incongruencias y no correspondencias entre los campos sociales; se?alamos a los s?ntomas de la crisis del poder y de la crisis ideol?gica. El conflicto entre Estado y empresas trasnacionales estalla en los pa?ses cuyas reservas de energ?a f?sil se vuelven comerciables, donde la disputa por el excedente va a ser empujada por las voluntades singulares nacional-populares. En pocas palabras, la crisis de la econom?a-mundo desborda, cuyo n?cleo candente se encuentra en la crisis de sobreproducci?n.

No pretendemos, con lo expuesto, un breve boceto de algunas singularidades de la genealog?a del poder y de la geopol?tica econ?mica, que hayamos abarcado la complejidad de la din?mica de los campos sociales, ni mucho menos. Dejamos para otro ensayo una exposici?n pormenorizada y abarcadora de las singularidades de las din?micas complejas mencionadas. Por el momento, nos contentamos con se?alar y anotar algunos t?picos sobresalientes de esta genealog?a y de esta geopol?tica.

Notas

[1] Los commodities o materias primas son bienes transables en el mercado de valores. Los hay de car?cter energ?tico (petr?leo, carb?n, gas natural), de metales (cobre, n?quel, zinc, oro y plata) y de alimentos o insumos (trigo, ma?z o soya).

[2] Leer de Henry Veltmeyer Bolivia: entre el desarrollismo voluntarista y el extractivismo pragm?tico. En El neoextractivismo. ?Un modelo posneoliberal de desarrollo o el imperialismo del siglo XXI? Coordinadores: Henry Veltmeyer y James Petras. M?xico 2015; Ediciones Culturales Paid?s, bajo el sello editorial de CR?TICA. P?gs. 129-130.

[3] Referencias: Fondo Monetario Internacional (Octubre de 2018). ?Base de datos de perspectivas de la econom?a mundial (PIB Nominal)?. Fondo Monetario Internacional (Octubre de 2018). ?Base de datos de perspectivas de mundial (PIB PPA)?.↑ ?https://www.abi.bo/abi/?i=314631?. Fondo Monetario Internacional (Octubre de 2018). ?Base de datos de perspectivas de la econom?a mundial(PIB per capita Nominal)?. Fondo Monetario Internacional (Octubre de 2018). ?Base de datos de perspectivas de la econom?a mundial (PIB per capita PPA)?. The World Factbook CIA (2017). ?Composici?n del PIB por sector de origen?. ?Banco Central de Bolivia?. ?Indicadores de inflacion?. www.bcb.gob.bo. https://data.worldbank.org/indicator/SI.POV.GINI?locations=BO https://datos.bancomundial.org/indicador/SL.TLF.TOTL.IN?locations=BO&view=chart. ?https://www.imf.org/external/pubs/ft/weo/2016/02/weodata/weorept.aspx?pr.x=43&pr.y=10&sy=2016&ey=2017&scsm=1&ssd=1&sort=country&ds=.&br=1&c=218&s=NGDPD%2CNGDPDPC%2CPPPGDP%2CPPPPC%2CLUR&grp=0&a=?. https://ibce.org.bo/publicaciones-ibcecifras-pdf.php?id=705- ?Exportaciones de Bolivia por pa?s de destino?. OEC. https://ibce.org.bo/publicaciones-ibcecifras-pdf.php?id=705. ?Importaciones de Bolivia por pa?s de origen?. OEC. Gross domestic product 2011. Archivado el 27 de octubre de 2012 en la Wayback Machine., Banco Mundial, 1 de julio de 2012. Gross domestic product 2011, PPP. Archivado el 19 de noviembre de 2012 en la Wayback Machine., Banco Mundial, 1 de julio de 2012. 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Klein, Herbert (2001). Historia de Bolivia. La Paz, Bolivia: Librer?a Editorial Juventud. Mesa, Jos?; Gisbert, Teresa; Mesa, Carlos (1997). Historia de Bolivia. Editorial Gisbert. Pe?aloza Cordero, Luis (1981). Nueva historia econ?mica de Bolivia. Editorial Los Amigos del Libro. Guti?rrez Andrade, Osvaldo Walter. ?Condiciones para desarrollar una econom?a del conocimiento en Bolivia?. Revista Perspectivas (Departamento de Administraci?n, Econom?a y Finanzas de la Universidad Cat?lica Boliviana, Unidad Acad?mica de Cochabamba). semestre I-2011 (27). Consultado el 9 de febrero de 2013. Blasier, 1971, pp. 390-391. Field, 2014, p. 198. Almaraz, 1969, p. 17. Klein, 1991, p. 245. Thorn, 1971, p. 167. Field, 2014, p. 16. ?PIB (US$ a precios actuales)?. ?Paises por PIB (1982)?. Saltar a:a b ?Paises por PIB (2005)?. ?Paises por PIB (2018)?. ?FISHERY COUNTRY PROFILE?. FAO. Consultado el 4 de septiembre de 2017. ?Ganancias de la banca en Bolivia suben un 19% hasta abril de 2017?. Am?rica Econom?a. 7 de julio de 2017. Ver Econom?a de Bolivia. Enciclopedia Libre: Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Econom%C3%ADa_de_Bolivia.

[4] De Henry Veltmeyer y James Petras leer El neoextractivismo; Ob. Cit.; P?gs. 138-139.

[5] Luis Alberto Arce Catacora: Modelo Social Comunitario Productivo Boliviano. SOIPA Ltda.; La Paz 2015.

[6] Ver de Ra?l Prada Alcoreza Descolonizaci?n y transici?n. Abya Yala; Quito. Din?micas moleculares; La Paz 2013-15. Tambi?n revisar Acontecimiento pol?tico; Cr?tica de la econom?a pol?tica generalizada; as? mismo Critica de la ideolog?a; Encrucijadas hist?rico-pol?ticas; Interpretaciones de las huellas pol?ticas; Cartograf?as hist?rico-pol?ticas; Gramatolog?a del acontecimiento; La inscripci?n de la deuda y su conversi?n infinita; La paradoja conservadurismo-progresismo; Las mallas del poder; Paradojas de la revoluci?n; Potencia y trama pol?tica; en Din?micas moleculares; La Paz 2013-15.

[7] Lo grave del asunto es que la auditoria lleg? a terminarse, pero no publicarse oficialmente. Se sabe que la auditor?a constat? que las empresas trasnacionales incumplieron con los contratos, entonces resultaban debiendo al Estado. Sin embargo, sorpresivamente, los documentos de la auditoria desaparecieron. El gobierno boliviano termin? pagando alrededor de 150 millones de d?lares de indemnizaci?n.

[8] Ver de Ra?l Prada Alcoreza Acontecimiento pol?tico, tambi?n Cartograf?as hist?rico-pol?ticas, as? como Encrucijadas hist?rico-pol?ticas. Din?micas moleculares; La Paz 2013-15.

[9] Din?micas moleculares; La Paz 2016.

[10] Ver Cr?tica de la ideolog?a. Din?micas moleculares; La Paz 2015.